2. Señalando que compartimos los puntos de vista que consideran la expresión
“inteligencia artificial” una metáfora, la misma que, a nuestro juicio, ha sido, en
algunos aspectos, productiva para el desarrollo de la ciencia y para el análisis
filosófico y, en otros, ha dado lugar a analogías que pueden conducir a
confusiones y entusiasmos reveladores de una ausencia de reflexión fundada en
la teoría de autómatas, la misma que posibilita un conocimiento de los alcances y
limitaciones teóricas de los mismos. La mente humana y el ordenador, adolece de
una limitación fundamental, cuya comprensión adecuada es decisiva para
entender la capacidad específica del hombre de investigar, descubrir y crear a
partir de situaciones que para un ordenador tienen carácter terminal.
Es también inteligible, la afirmación conversa “Todo lo inteligible es
computable” no es verdadera como lo muestra, por ejemplo, la existencia de
conceptos matemáticos que son claramente inteligibles pero no recursivamente
computables. Así mismo, para facilitar la comunicabilidad de nuestra
argumentación, hemos preferido las pruebas intuitivas y, de este modo, hemos
reducido el simbolismo lógico matemático, sin dificultades, a un lector con
formación académica pero no familiarizado con lo que suele denominarse el
ámbito interdisciplinario de la inteligencia artificial. Damos por asumido el hecho
histórico de que el hombre, desde la antigüedad, ha construido máquinas con el
propósito presunto de transferirles, en la mayor medida posible, la ejecución de lo
que genéricamente se denomina trabajo, el mismo que demanda el consumo de lo
que llamaremos energía de ejecución. Sin embargo, el hombre para usar las
máquinas, según el menor o mayor nivel de desarrollo de las mismas, ha tenido
que gastar cantidades variables de energía de dirección.
Por otra parte, el análisis de la Inteligencia Artificial puede hacernos una idea
de hacia dónde se dirige la ciencia. No obstante, en los últimos tiempos se ha
3. abierto un intenso debate que está dividiendo a los investigadores, expertos y
excéntricos de la informática.
También se utiliza para automatizar y sustituir algunas funciones humanas
con máquinas movidas por ordenador. Estas máquinas pueden ver y oír,
responder a preguntas, aprender, extraer conclusiones, y resolver problemas. E
incluso podrán ser capaces de diseñar ordenadores mejores y robots más rápidos
que los que diseñan los humanos hoy. Según dicen los expertos, un cambio así
llevaría a una gran aceleración en los avances tecnológicos de todos los tipos. El
sector de la inteligencia artificial ha avanzado con muchos tropiezos a lo largo del
pasado medio siglo, desde que en 1965 el científico informático de la Stanford
University, John McCarthy, acuñó el término inteligencia artificial. En 1964,
estableció el Stanford Artificial Intelligence Laboratory, los investigadores
aseguraron a sus patrocinadores del Pentágono que la construcción de una
máquina de inteligencia artificial llevaría en torno a una década. Dos décadas
después, en 1984, este optimismo original atravesó una mala racha.
Por ello, mientras una parte de expertos establecen que nos encaminamos
hacia un desarrollo de la tecnología sin precedentes en el que los robots llegarán a
superar en muchos aspectos a los humanos, existe otra opinión que, aunque no
es contrapuesta, establece que todavía falta mucho para llegar a esos límites.
También es interesante hacer mención a las teorías pesimistas sobre el futuro.
Algunos autores que han observado el poder cada vez mayor de la tecnología
informática están aún menos tranquilos sobre el resultado del futuro. William Joy
dice que es más probable que los humanos se destruyan a sí mismos con su
tecnología a que creen una utopía ayudados por máquinas súper inteligentes.
Por su parte Joy, el cofundador de Sun Microsystems, dice que no seremos
suplantados por algo, y que es más probable que se produzca una catástrofe.
Otros autores, como Hugo de Garis piensan que el debate sobre si deberíamos
construir estos intelectos artificiales se convertirá en la cuestión política dominante
del siglo. Se han hecho cuantiosas predicciones de lo que la aplicación de las
4. técnicas que traería en el futuro; algunas podrían ser realidad en poco tiempo y
otras parecen francamente especulativas. En el terreno de las computadoras
personales, la velocidad de un procesador será enorme y no podremos agotar su
memoria ni cargando ciclos enteros de cine ruso, que podremos ver doblados al
español con una voz idéntica a la de los actores. Serán gobernadas con la voz:
“Actívate”. Quizá ya no sean necesarios los monitores; unos anteojos inalámbricos
de realidad virtual nos mostrarán cómo va quedando nuestro texto. Los teclados
también serán tan obsoletos como ahora lo son las tarjetas con hoyitos; en vez de
teclear, quizá podremos plasmar palabras en la memoria de la computadora con
sólo imaginarlas, gracias a una discreta placa (chip) adherida a nuestra frente.
Una voz agradable nos dirá al oído que hemos cometido un error de sintaxis y nos
proporcionará, si lo deseamos, una lista de posibles soluciones. En lugar de usar
el “ratón”, podremos manipular el texto (o el dibujo, o lo que sea) con el
movimiento de nuestros ojos, que será detectado por un inofensivo rayo láser. La
red Internet, que llegará a nuestra casa a través del cableado óptico, transportará
inmensas cantidades de información que serán cargadas en nuestra computadora
en décimas de segundo. Las imágenes aparecerán instantáneamente y nos
reiremos de la época en que una página tardaba hasta 10 minutos en “bajar”. Por
medio de la red podremos acceder a cualquier programa de televisión o radio que
se transmita en cualquier parte del mundo, con una traducción impecable, o
guardarlo en la memoria de la máquina si deseamos verlo más tarde, como si
fuera una videocasetera. Pero si algún amigo se perdió de ese programa, se lo
enviaremos a su terminal en segundos. Los estudiantes tendrán cada vez más
clases virtuales en las que accederán directamente a los bancos de información
de la universidad y se comunicarán con sus maestros sólo para resolver dudas o
exámenes.
Pronto los robots comenzarán a desplazar al personal que nos atiende detrás
de las ventanillas. Una máquina podrá perfectamente cambiarnos un cheque y
resolver de manera satisfactoria las dudas sobre nuestro estado de cuenta. El
cajero automático del cine recibirá nuestro dinero o una tarjeta para darnos a
cambio entradas para la película en el horario que le indiquemos. Y así será en los
5. aeropuertos, las estaciones de ferrocarril y en todas partes donde ahora hay
ventanillas ocultando a empleados que aguardan impacientes la hora de salida. Es
muy probable que la economía cambie. Quedarán en el pasado los tipos de traje
peleándose a gritos en las casas de bolsa. Las computadoras, conectadas en red
a los indicadores bursátiles de todo el mundo, moverán los capitales de un lugar a
otro, sin que sea necesaria la voluntad humana, obedeciendo tan sólo a agresivos
programas que beneficiarán a los dueños del dinero, sin importar si una nación se
hunde en una pavorosa crisis en algunos instantes.
Los edificios “inteligentes” serán comunes. Al llegar a casa la puerta se abrirá
con el sonido de nuestra voz. Sensores dispuestos en cada rincón encenderán la
luz de la habitación a la que entremos y dejarán a oscuras la que ha quedado sola,
ahorrando electricidad. La temperatura también será regulada por la computadora
central para ofrecernos un clima privado a nuestro gusto. Verbalmente
activaremos la televisión, el aparato de sonido o cualquier otro electrodoméstico
conectado a nuestra ama de llaves cibernética. Por las mañanas, el desayuno que
dejamos en el microondas comenzará a prepararse; en la radio la estación de
nuestra preferencia nos despertará mientras el calentador se ajusta para que nos
demos una ducha deliciosa. Al salir podremos estar tranquilos porque la casa
estará capacitada para detectar a posibles intrusos y, en caso dado, la alarma se
activará a la más mínima insinuación de peligro, dando aviso a los cuerpos de
seguridad. Si llega a haber una guerra global, ésta podría ser nombrada por los
medios como “The Robot War”, en la que los pilotos controlarían por realidad
virtual pequeños y mortíferos aviones, helicópteros y tanques a cientos de
kilómetros del campo de batalla sin arriesgar un solo cabello.
Es muy probable que en pocos años, robots cirujanos realicen complejas
intervenciones utilizando el instrumental quirúrgico con la precisión de una
impresora. Algún día, el Sojourner, el robot que exploró Marte, será una caja de
zapatos comparada con los que llegarán a ese planeta, no para posar un
espectrómetro sobre las piedras, sino para construir los centros urbanos de los
primeros colonizadores. La última frontera serán los robots biológicos
6. autorreplicantes que poblarán en nuestro nombre otros sistemas solares hasta
hacerlos habitables para nuestra especie. En la sociedad, dentro de las ciencias
de la computación, la de la Inteligencia Artificial es una de las áreas que causa
más expectación. Que un sistema pueda mejorar su comportamiento sobre la
base de la experiencia y que además, tenga una noción de lo que es un error y
que pueda evitarlo, resulta muy interesante.
No obstante, la realización de este ensayo, me ha servido para darme cuenta
de que la Inteligencia Artificial no es algo nuevo, lleva décadas de estudio y está
en constante evolución. La realidad es que la mayoría de la gente, al hablar de
inteligencia artificial tiende a relacionarlo con el mundo de la robótica y, más
concretamente a los robots con formas humanas, capaces de relacionarse.
Gracias a este trabajo he descubierto que no es así. La robótica existía mucho
antes de la inteligencia artificial. Resulta también interesante que, al encontrarse
en constante evolución, encontramos antiguas referencias de robots en la ciencia
ficción que ahora sabemos que son posibles a medio o largo plazo.
Por otro lado me ha parecido apasionante todo lo relacionado con las redes
neuronales y los sistemas biónicos. Parece increíble que una máquina pueda
reproducir funciones típicamente humanas. Los métodos tradicionales en
Inteligencia Artificial que permitieron el desarrollo de los primeros sistemas
expertos y otras aplicaciones, ha ido de la mano de los avances tecnológicos y las
fronteras se han ido expandiendo constantemente cada vez que un logro,
considerado imposible en su momento, se vuelve posible gracias a los avances en
todo el mundo, generando incluso una nueva mentalidad de trabajo que no
reconoce fronteras físicas ni políticas. Por ello, yo soy optimista en relación al
futuro siempre que se respeten los límites culturales y éticos. Creando siempre
máquinas capaces de ayudar al ser humano, de sustituirlo en tareas
desagradables, duraderas, pesadas o como complemento de ocio.