El sábado es un broche de oro que une a Dios y su pueblo. Pero el mandamiento del sábado ha sido violado. El día santo de Dios ha sido profanado. El sábado ha sido sacado de su lugar por el hombre de pecado, y se ha ensalzado en su lugar un día de trabajo común. Se ha hecho una brecha en la ley, y esta brecha ha de ser reparada. El sábado debe ser ensalzado a la posición que merece como día de reposo de Dios. En el capítulo 58 de Isaías, se bosqueja la obra que el pueblo de Dios ha de hacer. Debe ensalzar la ley y hacerla honorable, edificar en los antiguos desiertos y levantar los fundamentos de muchas generaciones. A los que hagan esta obra, Dios dice: “Serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre: porque la boca de Jehová lo ha hablado.” Vers. 12-14.
2. Tiempo para aprender.
Tiempo para redescubrir.
Tiempo para priorizar.
Tiempo para conocer.
Tiempo para comunicar.
El sábado nos ha acompañado desde la Creación y seguirá
acompañándonos durante toda la eternidad (Génesis 2:1-3;
Isaías 66:22-23). Es un monumento en el tiempo. Un hito que
nos recuerda de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde
nos dirigimos.
Vamos a descubrir cómo usar ese
tiempo bendecido que Dios nos ha
regalado.
3. Con estas palabras, se da por concluido el relato de la Creación.
El viernes, Adán había tenido una gran actividad. Eva, sin embargo,
solo pudo disfrutar de unas pocas horas de ese día junto a su esposo.
Su primer día completo de existencia fue un día especialmente bendecido. Un día
santificado por la presencia misma del Creador.
En él aprendieron juntos mucho de su Creador y de la creación que les rodeaba.
Al finalizar el día, recibieron la invitación para
disfrutar de un nuevo día completo con Dios el
siguiente sábado (aparte de sus visitas
vespertinas diarias).
Y la invitación se sigue repitiendo cada sábado. Una invitación a pasar
un día completo aprendiendo de nuestro maravilloso Creador.
4. Bajo la carga del pesado trabajo, el pueblo de Israel había
sido obligado a abandonar el descanso sabático.
Cuando fueron liberados de Egipto, Dios quiso que
redescubrieran el sábado y, con él, redescubrieran quién es
Dios, cuánto los amaba, y qué propósitos tenía para ellos.
El viernes caía el doble de maná, pero el sábado
no caía nada.
Lo que se cocinaba el viernes se podía comer el
sábado, pero el resto de los días se agusanaba.
Hoy Dios nos invita a seguir redescubriéndole cada sábado, a comprender
mejor su carácter y a tener una relación más firme con Él.
El maná fue la manera que Dios escogió para introducir el sábado con un
doble milagro semanal:
1
2
5. “Si retrajeres a causa del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo
llamares delicia; y al día santo de Jehová, honorable; y lo honrares, no andando en tus
propios caminos, ni buscando tu negocio, ni hablando de él, entonces te deleitarás en
Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con la heredad
de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:13-14)
Isaías 58 es un llamamiento al pueblo de Dios para que se replantee sus
prioridades. Buscaban en ayuno a Dios para que les prosperase,
mientras explotaban a sus trabajadores y oprimían al desvalido (v. 1-5).
Dios nos llama a darle la vuelta a este planteamiento: preocupémonos
por tratar bien a los demás y servir a los necesitados y entonces
seremos prosperados (v. 6-12).
Esto va unido a un llamado a deleitarnos durante el sábado en la
compañía de Dios, olvidándonos completamente de nosotros mismos y
de nuestros negocios (v. 13-14).
El sábado nos ayuda a poner a Dios en primer lugar y colocar así todo lo
demás en su prioridad correcta.
6. Cada sábado, se leía e interpretaba la Ley en las sinagogas. Se buscaba un
conocimiento más profundo de la voluntad de Dios.
Pero, para cumplir lo que la Ley exigía, llegaron a pormenorizar
cada acción que se podía o no realizar en el sábado. De esta
manera, lo convirtieron en una carga.
Jesús, con sus acciones y sus palabras, les recordó el verdadero
propósito del sábado: ser una bendición para nosotros y para los que
nos rodean.
Por eso, nos invita a ocupar las horas del sábado en conocer más
íntimamente al Señor del sábado, basando nuestra obediencia al
mandamiento en el agradecimiento por lo que Él ha hecho por
nosotros.
7. “Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos,
los gentiles les rogaron que el siguiente sábado les
hablasen de estas cosas” (Hechos 13:42)
Los primeros cristianos aprovechaban los encuentros sabáticos para,
basándose en las Escrituras y en su testimonio personal, demostrar que
Jesús era el Mesías (Hechos 13:14-45; 16:13-14; 17:1-5; 18:4).
En la actualidad, tenemos una gran oportunidad de comunicar nuestro
conocimiento de las Escrituras y dar testimonio de Jesús a través del
estudio en común durante las clases de la escuela sabática.
Igualmente, la exposición pública de la Biblia
durante los momentos del culto sabático es
una manera práctica de comunicar las
verdades fundamentales de nuestra fe.
8. “Dios enseña que debemos congregarnos en su casa
para cultivar los atributos del amor perfecto. Esto
preparará a los moradores de la tierra para las
mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos los
que le aman. Allí se congregarán en el santuario de
sábado en sábado, de luna nueva en luna nueva, para
unir sus voces en los más sublimes acentos de
alabanza y agradecimiento a Aquel que está sentado
en el trono y al Cordero para siempre jamás”
Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, tomo 6, p. 368