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Relato corto
El mensajero
Por Aurelio Mendiguchía
La escena que presenciamos está situada en la sala de estar de una casa grande donde
viven algunos profesores de un centro educativo de Madrid; lugar habitual de residencia
y trabajo de Andrés Montebajo, profesor del centro. Es una habitación amplia, cómoda,
con tresillos y sillones tipo castellano, amplia biblioteca y ambiente agradable y
acogedor. Se escucha el trinar de muchos pájaros en el jardín, y en el fondo de la
habitación vemos a Andrés, junto a unos ventanales muy luminosos, sentado en una
mesa camilla, escribiendo en un ordenador.
En la pantalla se puede leer: Hoy sábado, veintinueve de marzo de dos mil ocho, a las
cinco de la tarde, he comenzado a poner por escrito, para que quede constancia, una
serie de sucesos que me inquietan desde hace dos días y temo que, como ya me ocurrió
durante el curso dos mil seis, acaben involucrándome de nuevo en otra aventura de
difícil explicación. No puedo entender por qué tienen que pasarme estas cosas; lo más
probable es que se cumpla el dicho: “el que se mete en todos los fregados termina
encharcado”, o algo así, ¿no? Bueno, a lo que vamos. – poniendo cara de: “me estoy
enrollando”, continúa escribiendo: No sé si todo el mundo conoce un proyecto llamado:
“Proyecto SETI”; por si acaso y para conocimiento general, lo describiré en pocas
líneas; de esta manera podréis entender mejor lo que está pasando; aunque lo dudo
mucho.
Hace siete días, hablando entre clase y clase con mis alumnos de Dype de este año,
comenté que había encontrado en la red un tema apasionante: poder colaborar en la
búsqueda de señales extraterrestres. Se denomina proyecto SETI, y les leí lo que
imprimí en papel, mirando en Wikipedia: SETI es el acrónimo del inglés Search for
ExtraTerrestrial Intelligence, o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre. Existen
numerosos proyectos SETI, que tratan de encontrar vida extraterrestre inteligente, ya
sea por medio del análisis de señales electromagnéticas capturadas en distintos
radiotelescopios, o bien enviando mensajes de distintas naturalezas al espacio con la
esperanza de que alguno de ellos sea contestado. Hasta la fecha (2007) no se ha
detectado ninguna señal de claro origen extraterrestre, sin incluir la aun sin definir Señal
WOW!
Los primeros proyectos SETI surgieron bajo el patrocinio de la NASA durante los años
1970. Uno de los proyectos más famosos, SETI@Home, está siendo apoyado por
millones de personas de todo el mundo mediante el uso de sus computadoras
personales, que procesan la información capturada por el radiotelescopio de Arecibo,
emplazado en Puerto Rico.
Este tema levantó mucha expectación en todos, especialmente en Manuel, un alumno
con mucha sensibilidad artística, listo y con inquietudes de todo tipo. Al final de la
mañana nos quedamos hablando él y yo sobre el proyecto, acordamos bajar el programa
e instalarlo en nuestros respectivos ordenadores personales. Participar en el proyecto
nos obliga a conectarnos a Internet y recibir paquetes de señales, recogidas por radio
telescopios, para analizarlas mediante el programa, en tiempos muertos de CPU. Se
supone que, si encuentra una señal no natural, haría saltar una alarma y transmitiría a la
central del SETI dicho hallazgo.
Hasta aquí todo es más o menos normal, quizás un poco extravagante, pero normal, a
fin de cuentas. Lo que noté en días posteriores fue una actividad continua de la CPU,
cuando no estaba ocupada en alguna tarea encomendada por mí. He de reconocer que
me hacía mucha ilusión pensar que, justo en mi ordenador, diera la casualidad de
analizarse una señal inteligente. Pasaron cuatro días y ni mi ordenador ni el de Manuel
dieron señales de haber encontrado algo novedoso; Manuel me confesó que el día
anterior lo había desinstalado porque ralentizaba mucho su ordenador, y como tenía que
hacer un trabajo sobre propiedades del papel, que les había encargado yo, no podía
trabajar bien. Yo le comenté que también había perdido interés por el asunto y que,
posiblemente haría lo mismo que él en un par de días.
Hace tres días di una sesión de astronomía a la clase de Manuel. Suelo intercalar, de vez
en cuando, temas de todo tipo, para fomentar la cultura de los estudiantes. Estuvimos
recorriendo el sistema solar, los planetas, asteroides, cometas, etc. utilizando Celestia.
También les mostré algunas estrellas, de las que se sabe que tienen planetas en su orbita.
Hablamos mucho sobre la posibilidad de vida en otra parte de la galaxia y Teo, uno de
los alumnos mayores del curso, que habla con mucha propiedad y tiene gran iniciativa,
se entusiasmó con la idea. Nos quedamos Manuel, Teo y yo, comentando que habíamos
instalado el SETI pero que no daba muestras de señales inteligentes. En este caldo de
cultivo, ayer, estando fuera de mi despacho, mi ordenador se puso a trabajar sobre una
señal, de las que llegan del SETI y no me dejó hacer ninguna otra cosa; intente terminar
la tarea pulsando ctrl+alt+supr y la pantalla mostró una alarma que decía lo siguiente,
copio textualmente: SETI@home – es muy importante no apagar el ordenador, ni
intentar parar el programa, se está comprobando señal de rf procedente del último envío.
¡Posible señal tipo wow! Alarma clase ET. Prioridad absoluta. Rogamos cumplir
estrictamente las indicaciones. La comunidad científica le recompensará las molestias
que pueda causar esta alarma.
Lo primero que pensé fue que era una broma; parecía imposible que me hubiera tocado
la suerte de ser la primera persona que detecta señal inteligente fuera del sistema solar.
Después de lo de la charla en clase, y todo lo demás, tenía miedo de estar obsesionado.
Comprobé todo lo que podía comprobar y, desde el ordenador de mi compañero de
despacho, Josema, busqué un teléfono de la organización SETI para llamar y chequear
lo que me decía la pantalla. Llamé y pude entender lo suficiente, con mi deficiente
ingles, como para aclarar que sí, que puede darse este tipo de alarma pero que no
significa nada especial; cuando se compruebe sabremos si es una falsa alarma; hasta
ahora siempre lo ha sido. Me quedé un poco más tranquilo, aunque, sinceramente, un
poco decepcionado. Deje al ordenador trabajando a todo ritmo y me marche a realizar
otras gestiones. Al medio día el ordenador seguía igual, sin parar. Yo empecé a estar
arrepentido de haber instalado el programa, ya que no podía hacer nada, y no me atrevía
a apagarlo. Así estuvo todo el resto del día y de la noche. Al día siguiente, después de
treinta y seis horas de trabajo de la CPU, el ordenador pareció comportarse de nuevo
como siempre, normal. No había señales de nada, ni alarmas, ni mensajes del SETI.
Ya en mi despacho me dispuse a conectarlo a la dock-station. De pronto, en la pantalla,
comenzaron a dibujarse letras, directamente en el escritorio, no en ningún programa.
Aparece una letra que se sustituye por otra a toda velocidad, como en las máquinas
tragaperras. La primera letra se para en la Y, inmediatamente aparece otra letra que se
para en una O, a continuación aparece separada una secuencia que termina en una I;
este asunto sigue durante unos minutos, al termino de los cuales la pantalla aparece
llena de palabras cortas en muchos idiomas.
El susto es mayúsculo, pero pensé en un virus, muy curioso, pero un virus al fin. Pulsé
la tecla Enter y siguieron apareciendo palabras sueltas, inconexas. La pantalla me tenía
embelesado y totalmente perplejo, de forma que decidí no conectar a la red pensando
que este virus podría propagarse por toda la intranet del Centro. Lleve el ordenador a
nuestros “gurus” del CPD y después de muchos análisis decidieron que no tenia virus.
Lo curioso de la cuestión fue que mientras estuve en el CPD no volvieron a aparecer
letras ni palabras en la pantalla. Regresé a mi despacho y al dejarlo encima de la mesa,
unos pequeños sonidos, procedentes de los altavoces del portátil, empezaron a
escucharse con nitidez. Lo que escuché tampoco tenia sentido, eran sonidos
ininteligibles, pero daba la impresión de ser las palabras y letras escritas anteriormente
en la pantalla, ahora habladas. Intenté abrir algún programa y lo único que conseguí fue
ralentizar todo una barbaridad. Ya harto de toda esta estupidez, decidí pulsar la
combinación de siempre para parar programas. Nueva perplejidad. En la lista de tareas y
programas no hay nada inteligible. Cada vez estaba más preocupado por la integridad de
todos mis datos y cuando intenté hacer clic en apagar, la pantalla se lleno de nuevo de
NO NIET NON ………. o sea, “no” en todos los idiomas posibles. Lo único que se me
ocurrió fue escribir directamente en el teclado: Bien, no apago. Inmediatamente después
sale en la pantalla la palabra: bien, sólo una palabra y en castellano. Entonces sí que
pegué un respingo en mi asiento. No, no, no, nooo…. No estaba dispuesto a caer en la
tentación de pensar que hay algo más que un virus, pensé, casi en voz alta. Total, que
aquí estoy escribiendo todo esto, en un ordenador prestado, con el portátil en mi
habitación, sin atreverme a apagarlo.
-Andrés, ¿cuanto tiempo necesitarás mi ordenador? - pregunta Nico, entrando en la
habitación – tengo que enviar unos correos pronto y …..
- Déjame grabar este texto en una memoria USB y te lo devuelvo, gracias.
Andrés, copia el texto y devuelve el portátil a Nico. Sube a su habitación por las
amplias escaleras del vestíbulo, y se sienta a la mesa, frente a su ordenador rebelde, que
permanece encendido y ronroneando de vez en cuando. – Ya sé que es imposible, pero
tengo la sensación de que detecta mi presencia- piensa, mientras observa como nuevas
palabras aparecen en la pantalla. Esta vez sólo hay palabras en castellano: energía
energía energía
-¿¡Qué demonios está pasando en mi ordenador!?- grita, perdiendo la paciencia. El grito
retumba por toda la casa y rasga la atmósfera de tranquilidad existente en el ambiente.
Inmediatamente Nico llama a la puerta de su habitación y, sin esperar, entra con cara de
preocupación- ¿Te pasa algo, Andrés?
Él mira hacia la puerta con un poco de sonrojo. - No, no pasa nada; perdona el grito.
Tengo algún problema con mi ordenador, cómo te comenté, y he perdido la paciencia.
Gracias.
Nico desaparece, su semblante muestra cierta perplejidad, es la primera vez que ve tan
alterado a Andrés.
Andrés, con la cabeza apoyada entre las manos, analiza lo más fríamente posible todos
los datos de la situación, sin llegar a ninguna conclusión lógica.
La palabra energía se repite con machacona insistencia. La situación está cada vez más
tensa y Andrés piensa con toda celeridad como parar esto. Al fin decide teclear: ¿Qué
energía? A lo que la pantalla responde: Energia Morir
- Estoy chiflado –piensa Andrés- no puede ser; este chisme da toda la sensación de que
habla conmigo. De pronto se da cuenta que el ordenador está desenchufado y la batería
marca el mínimo. A toda velocidad saca los cables, a trompicones y, mientras parpadea
cada vez más rápido el icono de la batería, enchufa la corriente.
- Uff….lo conseguí.- Suspira después del nerviosismo.
Inmediatamente aparece una nueva palabra: Bien
A Andrés se le escapa un taco- joder, este cacharro tiene algún programa muy
sofisticado que aparenta cierta inteligencia artificial o en el peor de los casos estoy
obsesionado y no puedo distinguir la realidad de la ficción. - Masculla en voz baja, y
piensa con cierto enfado:
- ¡Esta bien! ¿Quieres jugar? Pues, juguemos…….
Teclea de nuevo: yo quitar enchufe, ¿Tu?
Inmediatamente se representa en pantalla: Yo morir
-¡Cielo Santo! ¿Qué es lo que está aquí metido? - Recapacita Andrés-: una de dos, o es
una broma descomunal o empiezo a pensar que la secuencia del SETI tiene algo que ver
en todo esto y no me está gustando nada el cariz que toma este asunto.
Teclea: Yo Andrés ¿Tu?
Nada más escribirlo se avergüenza de lo que está haciendo; cómo puede pensar que, ni
remotamente, el ordenador es un alguien, una entidad inteligente. Pero la respuesta es
inmediata: Yo MHAXNIERT
Del sobresalto, Andrés, casi se cae de la silla. Aumenta el volumen de los altavoces y
repite la pregunta; el sonido del nombre es indescifrable.
- Bueno, llegados a este punto –dice Andrés en voz alta- tengo dos posibilidades: o
apago, y me olvido del asunto, o supongo que toda esta paranoia está sucediendo y
seguimos adelante. - Durante unos minutos que parecen horas, Andrés está dando
vueltas a toda esta chifladura y no termina de decidirse; su espíritu abierto y la
capacidad de entusiasmo por cualquier asunto científico-novedoso le pierde y decide
seguir con la locura.
Te llamaré MAX. ¿Puedes oír?
- Si – responde en la pantalla del ordenador
- ¿Puedes ver?
- No
- ¿Puedes hablar?
En este momento se escuchan sonidos ininteligibles. Andrés se queda pensativo y al
cabo de unos minutos decide probar y enseñarle los sonidos, ya que supone que no sabe
pronunciar las vocales y consonantes.
Teclea sucesivamente A, pronunciando la vocal frente al micro; B …… Sigue el
entrenamiento con las consonantes y los sonidos de palabras cortas. Al término del
experimento vuelve a preguntar: - ¿Puedes hablar?
- Sí, puedo- se escucha nítidamente.- necesitar tiempo comprender todas palabras
¿Dónde todas palabras?
- En el ordenador tienes todas las palabras. Busca diccionario.
- Bien
Si alguien estuviera presenciando esta escena pensaría que le estaban grabando para uno
de esos programas de televisión en los que se gastan bromas muy ingeniosas y las sacan
en horas punta. El problema es que no era ninguna broma, el ordenador de Andrés
parecía tener vida propia y sospechosamente relacionada con la señal recibida desde la
sede del SETI, o sea, recibida desde algún lugar del espacio.
Son ya las doce de la noche, Andrés no ha bajado a cenar y sigue enfrascado con el ser
en que se ha convertido su portátil. Su semblante denota un entusiasmo casi febril y
aunque no termina de ser consciente de lo que tiene entre manos, se le pasa el tiempo
sin darse cuenta. Parece que, después de la última hora, los diálogos entre los dos son
más fluidos. Aprende muy rápidamente palabras, frases y conceptos nuevos.
- Max, ¿Quién eres, o qué eres? –interroga Andrés
- No puedo explicarlo todavía, me faltan conceptos vuestros para que lo comprendas.
- Déjate de historias, ¡inténtalo!- le increpa.
-¿Qué significa: déjate de historias?
- Significa que no te excuses y contestes, que no te hagas el longuis.
- No comprendo que tiene que ver el concepto longuis con el resto de la frase.
-¡Para, para, para…….! Está bien, empecemos de nuevo. Procuraré utilizar términos
poco coloquiales, no castizos, o podemos estar toda la noche pedaleando…
- ¿no comprendo: estar toda la noche pedaleando?
-¡Maldición!.... , no, espera….espera, espera, borra esta última palabra. Mira, dime lo
que puedas sobre ti y qué eres, ¿vale? - El ente sigue hablando.
- Antes de decir nada necesito ver, hasta ahora me he hecho una idea muy confusa de
donde estoy, quien eres, a que distancia me encuentro de mi sistema, etc. ¿puedes
proporcionarme un medio para pode ver mi entorno? - es curiosos pero el tono de voz
que ha empleado suena muy musical, sugerente y casi seductor; no se entiende bien
cómo puede dar esa entonación, sin haber escuchado antes a nadie distinto de Andrés.
- ¿Por tanto admites que vienes de fuera de la Tierra, nuestro planeta, dicho sea de paso?
- Eso parece evidente, ¿no? Insisto en lo de poder ver.
Andrés trata ya a su ordenador con una confianza casi inconsciente, ya que no sabe
hasta que punto lo que tiene en el ordenador es peligroso o es amigo. Le dice con un
tono de voz imperativo- No te pongas insolente a estas alturas. Te instalaré algo que
nosotros llamamos cámara; pero hasta dentro de unas horas no puedo conseguirla.
Mientras, puedes decirme qué eres y de donde vienes.
El ordenador se queda como pensado la respuesta y a lo pocos segundos le contesta: -
Efectivamente soy un ser inteligente, de tipo cibernético- ¿se dice así?- para que lo
puedas entender de alguna manera. No puedo decir de donde vengo porque no se donde
estoy, pero sí que puedo decirte que nosotros tenemos una edad de miles de
generaciones; no puedo precisar más ya que las unidades de tiempo vuestros no se
todavía a qué equivalen en mi sistema de medida. Yo soy lo que nosotros llamamos un
mensajero. No podemos viajar a la velocidad de la luz, pero las ondas de
radiofrecuencia sí, y, por tanto, utilizamos estas para poder viajar a lugares muy lejanos.
No se el tiempo que he estado viajando, pero…… es muy probable que esté muy lejos
de mi mundo. Fui emitido hace un tiempo, que no se precisar y, como suponíamos, al
llegar a una civilización capaz de captar mi señal y encontrar un medio adecuado, me he
podido automontar y nacer, si se me permite la analogía.
Andrés se muestra muy agitado y como si hubiera tomado un excitante; es un hecho tan
importante para la humanidad, que se escapa a su capacidad de comprensión. Lo único
que tiene claro, por ahora, es que no se lo piensa contar a nadie. Es su ordenador y su
ser extraterrestre y no piensa compartirlo con nadie, entre otras cosas porque no quiere
que le tomen por loco.
La noche avanza y no terminan de comprenderse mutuamente, pero siguen charlando el
uno con el otro y, por lo poco que ha podido comprender Andrés, Max viene de un
sistema que tiene una estrella con planetas girando alrededor, como el sistema solar;
pero da la impresión de ser mucho más viejo que el nuestro.
Max sigue pidiendo nuevas cosas: - Andrés, he podido comprobar que cuando me
desperté en tu ordenador, o como llaméis al aparato en el que me he podido reconstruir,
estaba conectado a una especie de asociación de ordenadores en todas partes del mundo
y que ahora estoy solo. ¿Cómo puedo conectarme al resto?
- Mira, Max, eso se llama la red y en concreto Internet, pero por ahora no pienso
conectarte al resto de ordenadores, hasta estar seguro que no correr ningún peligro.
- No entiendo que peligro puedes correr, yo soy un ser diseñado para comunicar
civilizaciones, no para destruirlas.
- Pero eso…. lo dices tú. Yo tengo que comprobarlo. – Andrés mira el reloj y no puede
reprimir un pequeño grito- ¡Las cuatro de la mañana! Tengo que dormir algo, aunque
esto merezca la pena y podría estar veinticuatro horas despierto hablando contigo.
Tengo que descansar; mañana decidiré que hago contigo.
Es tanta la excitación intelectual de Andrés, que, aunque está muerto de sueño, no puede
dormir; no deja de pensar en lo que está ocurriendo.
Por la mañana después de haber conseguido dormir algo, se levanta y como si hubiera
sido un sueño todo lo del día anterior, se acerca al ordenador y comprueba que sigue
encendido.
- Max, ¿sigues estando en mi ordenador? - dice en voz baja como si realmente
pretendiera que no se le oyera.
- Hola Andrés, ¿que has hecho en este tiempo? Sólo escuchaba una cierta respiración
profunda y nada más. ¿Lo que me decías de dormir, es eso?
- Claro, es perder la consciencia durante unas horas, para descansar. Me marcho, dentro
de una hora vendré a recogerte y nos marchamos al despacho. Te compraré un sistema
de visión para que puedas hacerte una idea más exacta de tu entorno.
-¿Estas seguro de que no hay riesgo para mi existencia. Si alguien apaga el ordenador,
desaparezco, no puedo revivir de nuevo al encender. - su voz, con un toque metálico
muy ligero, que recuerda su artificialidad, tiene un acento de preocupación que se puede
percibir muy bien.
- Esta faceta tuya no me la esperaba, pero no te preocupes no tocará nadie el portátil-
Andrés se ha dado cuenta que esta cuestión le da tranquilidad, pues en el peor de los
casos ya sabe como terminar con él, aunque suene muy duro decirlo.
Después de una hora regresa para recoger a Max. Resuelve la cuestión de poder cerrar el
ordenador, sin que se apague, quitando con mucho cuidado un mini-interruptor; y sale
con él en la cartera. Lo que le ha dicho con mucho encarecimiento es que tiene que
mantenerse absolutamente callado mientras haya alguien delante.
En el despacho comprueba que Max puede seguir realizando las tareas que antes hacia
el ordenador, mediante programas.
-¿Max? ¿Cómo puedes hacer lo que antes hacía mi ordenador? Es increíble.
- Son formas muy básicas para mí, vosotros estáis empezando a utilizar algo que
nosotros incorporamos hace miles de generaciones. Lo entiendo muy bien, sin
problemas.
- Ok, esto hace más fácil todo el asunto, no podría explicar la compra de un nuevo
ordenador teniendo el otro bien y funcionando. En el descanso, entre clases, puedo
comprar la cámara para que puedas ver.
- Espero poder manejarla. Aunque sea una tecnología anticuada y fácil para mí, no estoy
muy seguro de poder utilizar este tipo de aparato. - Comenta Max con toda sinceridad.
Andrés, tal y cómo ha planeado, sale del instituto en el descanso y compra en una tienda
una minicámara USB para conectar al portátil. No puede sospechar lo que supondrá
para Max poder percibir su entorno de una forma más completa y real de lo que le
permite sus sentidos actuales.
Al regresar al despacho Max le dice: - ¿Lo has conseguido?, ¡tengo infinitas ganas de
poder ver tu mundo!
Andrés da un respingo y en voz baja le recrimina con fuerza- ¡Que pretendes…! ¡Habla
en voz baja…chss….!
Josema, desde el otro lado de la mampara se interesa por lo que pasa en el espacio de
Andrés. - ¿Quién está contigo?
- Nadie. Es un sitio web con un pequeño clib de video- contesta Andrés, procurando
poner un tono de voz convincente.
- Ves lo que has hecho, tienes que estar callado mientras estemos acompañados por
alguien.
- Está bien, pero instálame la cámara cuanto antes, no puedo esperar más para ver
vuestro mundo. Comprende que he venido desde muy lejos como para perder el tiempo.
Andrés desembala la pequeña cámara y la conecta al portátil. Cierra la puerta del
despacho, para poder hablar con tranquilidad, y espera la reacción de Max.
- ¿Max, ves algo?
- Estoy intentando organizar las señales procedentes de la cámara. No logro sincronizar
la imagen digital. Espera…… ¡Ahora! ¡Lo logré! Muévete. ¡Tu mundo es fascinante!
Nunca hubiera pensado, ni imaginado que fuera así.
- ¿Qué es lo que te fascina? - pregunta Andrés muy intrigado.
- El habitáculo, tú, los objetos, la luz, las cosas verdes que se mueve un poco en la calle,
en definitiva, todo.
- Bueno, ahora podremos hablar con más detalle- comenta Andrés mirando a la cámara.
- He pensado que podemos dar un paseo, nada más terminar las clases de la mañana,
para que puedas hacerte cargo del resto de mi mundo; hay muchas cosas que
seguramente te sorprenderán.
El resto de la mañana transcurre para Andrés entre clases y gestiones; la impaciencia
por pasear y hablar con Max le hace entrar de vez en cuando en su despacho e
intercambiar algunas frases con él.
Al fin llega la hora y Andrés prepara el ordenador en una bolsa para colgar. Deja la
pequeña cámara fuera y salen a la calle por la puerta principal. Andrés conecta unos
auriculares al ordenador, para que Max pueda hablarle sin levantar suspicacias, y se
marchan calle abajo, camino de la calle principal del barrio.
Max no deja de preguntar cosas e inquirir por miles de objetos que le llaman la
atención. Es como un niño pequeño, pero muy inteligente y absorbiendo todo lo que se
le explica a una velocidad de vértigo. Le causa una gran admiración nuestra forma de
vestir y de comportarnos.
- Andrés, esos seres con formas redondeadas, con vestidos diferentes, ¿son iguales que
tú?
- No, son mujeres, son iguales a nosotros, pero distintas. Si te parece te explico más
despacio en otro momento. –Le dice poniendo cara de complicidad- ¿Por cierto,
vosotros cómo os reproducís?
- ¿Que quieres decir? ¿Cómo nos duplicamos? - se escucha por los auriculares.
- ¿Sí, como vienen nuevos seres al mundo? Los niños.
- Claro, ahora entiendo quienes son esos otros seres pequeños que andan junto a los
otros. Hace muchos miles de generaciones que en nuestro mundo no nos reproducimos
así; parte de lo que tengo que transmitiros tiene que ver con este asunto.
Esta última frase ha hecho que Andrés preguntara - ¿Que quieres decir con que tienes
que transmitirnos algo?
- Esto también lo dejaremos para hablarlo más despacio, pero sí que puedo decirte que
soy un mensajero enviado por mi civilización, con la misión de transmitir una
advertencia al resto de los mundos habitados por seres inteligentes.
De hecho, hay millones de mensajeros, enviados de la misma forma que yo, viajando
por todo el universo hasta encontrar mundos como el vuestro, en el que se puedan
automontar, y entonces transmitir el mensaje.
Andrés se ha quedado de piedra al escuchar a Max hablar de este modo. De pronto ha
caído en la cuenta que esto no es un juego; que tiene un ser, procedente de otra
civilización extraterrestre, instalado en su portátil y que tendría que ponerlo en
conocimiento de los científicos de su país.
- Max, pienso que deberíamos regresar y dedicarnos a lo interesante. Parece que tienes
que cumplir con un encargo muy importante y cuanto antes lo hagas, mejor.
- Tienes razón en lo que dices, pero estoy tan intrigado con todo vuestro mundo, que me
resistía a no verlo despacio. Regresemos y te informo de toda la misión que me
encomendaron al emitirme. De todas formas, no es inminente lo que tengo que contaros,
puede esperar.
En la esquina de un cruce de la calle principal con una vía rápida de circulación
madrileña, Andrés da media vuelta. Le ha cambiado la cara totalmente; ahora se
muestra preocupado y una nube ha oscurecido su ánimo. Piensa a quién puede acudir
que le pueda entender bien para mostrarle su hallazgo. Rebuscando en la memoria
encuentra a un compañero de universidad que tiene un puesto en un organismo
científico nuclear y decide llamarle en cuanto aclare en que consiste el mensaje. Las
calles por las que pasan, que antes le parecían alegres y sus gentes entrañables, se han
convertido de pronto en lugares sombríos.
Durante todo el trayecto de vuelta la conversación se hace más seria y escasa; Max no
termina de entender el cambio de aptitud de Andrés ya que para él el tema de su misión
es un asunto normal, sin ninguna carga emotiva, que por otra parte no entiende.
Ha regresado a su casa para comer y poder continuar con su trabajo en el instituto por la
tarde. Despacha la comida lo más rápidamente posible. Max se ha quedado en la
habitación de Andrés, mientras tanto, enchufado a la corriente, para evitar peligros y
riesgos.
Al terminar de comer, Andrés le comenta a Max que es mejor que se quede en su
habitación, por ahora. Al término de las clases hablaran todo lo necesario.
Algo en el interior le dice a Andrés que lo que tiene que revelarle Max es un asunto muy
serio y no es capaz de imaginar la trascendencia que tendrá. Por otro lado no descarta la
idea de que todo puede ser una estratagema de Max para conectarse a la red e invadir
todos los sistemas informáticos terrestres y controlarnos de alguna manera desconocida.
Toma la decisión de no conectarlo a la red hasta no estar muy seguro de sus intenciones
y haberlo consultado con su amigo físico nuclear.
Todo el mundo en el instituto nota a Andrés muy alterado y le preguntan si le pasa algo
o está enfermo. Él no puede evitar un nerviosismo y una impaciencia que le delata.
Son las cinco y media de la tarde y regresa a casa para hablar en su habitación, con
calma y con tiempo por delante sobre la misión de Max.
- Hola, Andrés. Por lo que he podido comprobar, mientras que has estado fuera, vuestra
medida del tiempo esta basada en el giro de vuestro planeta en relación a la estrella que
llamáis Sol, ¿no?
- Efectivamente ¿y…?
- Bueno, pues que ya puedo calcular y comparar vuestros tiempos con los de mi planeta.
Un año vuestro equivale a cuatro años nuestros; por tanto, todo lo que yo te diga
relacionado con edades, generaciones, tiempos, tienes que dividirlo por cuatro. En
cualquier caso, no es muy diferente del nuestro.
- Me parece interesante, pero ¿te importaría ir al tema principal? Soy todo oídos para tu
historia.
- La cuestión se remonta a cuatrocientos mil años atrás, recuerda lo de dividir por
cuatro. Nuestra civilización llegó a la época de los grandes descubrimientos y la
aplicación de las tecnologías sofisticadas. Por lo poco que he podido indagar en los
archivos que tienes en tu ordenador, es algo parecido a lo que está pasando ahora en la
vuestra. Las leyes de la física, química, matemáticas, etc. aunque no se llamen así en mi
planeta, son las mismas que en el vuestro. Por tanto, nosotros llegamos a lo que
vosotros estáis ahora empezando a desarrollar: el mundo digital, la energía atómica, la
nanotecnología, los ordenadores quánticos, la manipulación genética, etc. Estábamos
eufóricos con nuestro poder sobre la naturaleza y la vida. El aspecto de los seres
inteligentes biológicos de nuestro planeta no difería mucho del vuestro, solo hay un par
de características bastantes diferentes: la altura es mayor, tres metros, según vuestra
forma de medir y el espectro visible percibido también mayor, podían ver en la zona
infrarroja y ultravioleta, pero por lo demás eran muy similares. Mediante manipulación
genética se llego a poder generar nuevos seres sin necesidad del concurso de
progenitores. Mediante lo que vosotros llamáis nanotecnología, se logró dominar la
biología y la medicina, de manera que no se envejecía y los órganos gastados se
sustituían por otros artificiales, hasta que se llego al descubrimiento de cómo pasar de
un cuerpo biológico a uno artificial. Al paso de unos tres mil años todos los seres
biológicos habían desaparecido y solo quedaban en el mundo una especie de lo que
vosotros denomináis robots, muy sofisticados, inteligentes, pero sin ninguna emoción,
ni sentido de la vida, ni razón para la existencia. Todos vagaban sin ningún objetivo, ni
fin. No había nuevos seres, ¿para qué? Por algún motivo que se desconoce, uno de esos
seres, que conservó algo de lo que podíamos llamar humano, decidió que tenía que
lograr evitar que otras civilizaciones, en caso de existir, cayeran en semejante infierno:
un mundo frío, metálico, artificial, sin rastro de humanidad ni emociones. ¡Un mundo
muerto! Descubrió una ley que predecía todas estas cosas para cualquier civilización
que llegara a la edad adulta de la tecnología y decidió, por tanto, advertirles antes de
caer en semejante desgracia y así evitar que desaparecieran los seres inteligentes
biológicos. Y esta es mi misión: advertiros de que no podéis permitir perder lo que os
hace humanos y da sentido a vuestra vida.
Al terminar Andrés está como hipnotizado por la voz de Max y tarda un tiempo en
reaccionar.
- De forma que lo que me pides es que convenza al mundo de que no puede hacer lo que
se le ocurra, sin más, en temas como los mencionados ¿No?
- La idea en esencia es esa- responde Max muy satisfecho. No todo lo que se puede
hacer, científicamente hablando, es aconsejable hacerlo, por las consecuencias que
puede tener a largo plazo. Sería paradójico que pretendiendo salvar al hombre y hacerlo
feliz, lo destruyerais.
Andrés sigue en un estado de semi-consciencia, pero poco a poco asimila todo el
mensaje y su trascendencia- Bueno, conforme, ¿que tengo que hacer?
- Una posibilidad es que me conectes a la red y yo transmita el mensaje a todos los
millones de ordenadores del mundo y esperar que alguien nos crea. Realmente mi
presencia entre vosotros es para poder convenceros; posiblemente si solo hubiera sido
un mensaje no hubiera sido suficiente.
Andrés se pone tenso cada vez que Max menciona lo de la red- ni lo pienses, no estoy
dispuesto a arriesgarme en este tema, perdona, pero sigo sin fiarme del todo de ti ¿Que
pasaría si todo lo que me has contado es una estratagema para poder dominar todos los
ordenadores de nuestro planeta, eh….?
- Está bien, lo haremos a tu manera, pero será mucho más complicado. ¿Cómo podría
convencerte de que queremos ayudaros?
- Está bien te conectaré. Mañana por la mañana, en mi despacho te conectaré.
Esa tarde y noche han seguido hablando de muchas cosas; entre otros asuntos, muchos
adelantos técnicos que ni se le habían pasado a Andrés por la cabeza antes.
Por la mañana, a las nueve, Andrés se dirige a su despacho, con Max en el maletín.
Tiene clase a las nueve treinta, por lo que acuerda con Max que le dejará en su mesa de
trabajo y después de la clase, que cuenta con dos horas libres, harán la conexión y
transmitirán el mensaje.
La clase transcurre con normalidad, pero los alumnos han percibido una excitación
anormal en su profesor. Andrés termina unos minutos antes y se dirige a su despacho
casi corriendo. Al entrar Josema sigue trabajando en su mesa, como siempre.
Al acercarse a su mesa, Andrés se da cuenta que algo está muy mal. ¿Dónde está el
portátil? ¡No está donde lo dejo! Un sudor frío empieza a recorrer todo su cuerpo y el
nerviosismo crece hasta transformarse en histeria.
- ¿Dónde está mi ordenador? Josema, ¿Quién ha cogido mi ordenador? Dice gritando,
fuera de sí.
- ¿Se puede saber qué te pasa? Nunca te he visto así…. Sencillamente se lo han llevado
los del CPD para cambiar el sistema operativo a Windows Vista, como hacen cuando
sale una nueva versión.
- ¡¡No, no no puede ser….!! ¡Hay que pararlos!- y sale como loco por la puerta del
despacho hacia el piso inferior, donde está el Centro de Proceso de Datos. Entra de un
empujón en la puerta e irrumpiendo de sopetón en la sala.
Nada más aparecer, Blas, uno de los técnicos del departamento, le dice sonriente: - hola
Andrés, te hemos cogido el portátil para cambiar el sistema operativo y aunque nos ha
dado muchos problemas debidos a un virus que tenías instalado y que no dejaba apagar
el portátil, al final logramos apagarlo quitándole la batería y ahora todo funciona bien y
con el nuevo Windows Vista.
Andrés se tambalea y chilla - ¡¡No, por favor ¿qué habéis hecho? No, no… !!
Y se queda llorando apoyado en la mesa de trabajo, pensando en que han perdido una
oportunidad única. Blas se queda mirándole con estupefacción, con el portátil
tranquilamente encendido, con la pantalla de inicio de Windows esperando a introducir
la contraseña.

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Relato corto ciencia ficción: El mensajero

  • 1. Relato corto El mensajero Por Aurelio Mendiguchía La escena que presenciamos está situada en la sala de estar de una casa grande donde viven algunos profesores de un centro educativo de Madrid; lugar habitual de residencia y trabajo de Andrés Montebajo, profesor del centro. Es una habitación amplia, cómoda, con tresillos y sillones tipo castellano, amplia biblioteca y ambiente agradable y acogedor. Se escucha el trinar de muchos pájaros en el jardín, y en el fondo de la habitación vemos a Andrés, junto a unos ventanales muy luminosos, sentado en una mesa camilla, escribiendo en un ordenador. En la pantalla se puede leer: Hoy sábado, veintinueve de marzo de dos mil ocho, a las cinco de la tarde, he comenzado a poner por escrito, para que quede constancia, una serie de sucesos que me inquietan desde hace dos días y temo que, como ya me ocurrió durante el curso dos mil seis, acaben involucrándome de nuevo en otra aventura de difícil explicación. No puedo entender por qué tienen que pasarme estas cosas; lo más probable es que se cumpla el dicho: “el que se mete en todos los fregados termina encharcado”, o algo así, ¿no? Bueno, a lo que vamos. – poniendo cara de: “me estoy enrollando”, continúa escribiendo: No sé si todo el mundo conoce un proyecto llamado: “Proyecto SETI”; por si acaso y para conocimiento general, lo describiré en pocas líneas; de esta manera podréis entender mejor lo que está pasando; aunque lo dudo mucho. Hace siete días, hablando entre clase y clase con mis alumnos de Dype de este año, comenté que había encontrado en la red un tema apasionante: poder colaborar en la búsqueda de señales extraterrestres. Se denomina proyecto SETI, y les leí lo que imprimí en papel, mirando en Wikipedia: SETI es el acrónimo del inglés Search for ExtraTerrestrial Intelligence, o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre. Existen numerosos proyectos SETI, que tratan de encontrar vida extraterrestre inteligente, ya sea por medio del análisis de señales electromagnéticas capturadas en distintos radiotelescopios, o bien enviando mensajes de distintas naturalezas al espacio con la esperanza de que alguno de ellos sea contestado. Hasta la fecha (2007) no se ha detectado ninguna señal de claro origen extraterrestre, sin incluir la aun sin definir Señal WOW! Los primeros proyectos SETI surgieron bajo el patrocinio de la NASA durante los años 1970. Uno de los proyectos más famosos, SETI@Home, está siendo apoyado por millones de personas de todo el mundo mediante el uso de sus computadoras personales, que procesan la información capturada por el radiotelescopio de Arecibo, emplazado en Puerto Rico. Este tema levantó mucha expectación en todos, especialmente en Manuel, un alumno con mucha sensibilidad artística, listo y con inquietudes de todo tipo. Al final de la mañana nos quedamos hablando él y yo sobre el proyecto, acordamos bajar el programa e instalarlo en nuestros respectivos ordenadores personales. Participar en el proyecto nos obliga a conectarnos a Internet y recibir paquetes de señales, recogidas por radio telescopios, para analizarlas mediante el programa, en tiempos muertos de CPU. Se supone que, si encuentra una señal no natural, haría saltar una alarma y transmitiría a la central del SETI dicho hallazgo. Hasta aquí todo es más o menos normal, quizás un poco extravagante, pero normal, a fin de cuentas. Lo que noté en días posteriores fue una actividad continua de la CPU, cuando no estaba ocupada en alguna tarea encomendada por mí. He de reconocer que
  • 2. me hacía mucha ilusión pensar que, justo en mi ordenador, diera la casualidad de analizarse una señal inteligente. Pasaron cuatro días y ni mi ordenador ni el de Manuel dieron señales de haber encontrado algo novedoso; Manuel me confesó que el día anterior lo había desinstalado porque ralentizaba mucho su ordenador, y como tenía que hacer un trabajo sobre propiedades del papel, que les había encargado yo, no podía trabajar bien. Yo le comenté que también había perdido interés por el asunto y que, posiblemente haría lo mismo que él en un par de días. Hace tres días di una sesión de astronomía a la clase de Manuel. Suelo intercalar, de vez en cuando, temas de todo tipo, para fomentar la cultura de los estudiantes. Estuvimos recorriendo el sistema solar, los planetas, asteroides, cometas, etc. utilizando Celestia. También les mostré algunas estrellas, de las que se sabe que tienen planetas en su orbita. Hablamos mucho sobre la posibilidad de vida en otra parte de la galaxia y Teo, uno de los alumnos mayores del curso, que habla con mucha propiedad y tiene gran iniciativa, se entusiasmó con la idea. Nos quedamos Manuel, Teo y yo, comentando que habíamos instalado el SETI pero que no daba muestras de señales inteligentes. En este caldo de cultivo, ayer, estando fuera de mi despacho, mi ordenador se puso a trabajar sobre una señal, de las que llegan del SETI y no me dejó hacer ninguna otra cosa; intente terminar la tarea pulsando ctrl+alt+supr y la pantalla mostró una alarma que decía lo siguiente, copio textualmente: SETI@home – es muy importante no apagar el ordenador, ni intentar parar el programa, se está comprobando señal de rf procedente del último envío. ¡Posible señal tipo wow! Alarma clase ET. Prioridad absoluta. Rogamos cumplir estrictamente las indicaciones. La comunidad científica le recompensará las molestias que pueda causar esta alarma. Lo primero que pensé fue que era una broma; parecía imposible que me hubiera tocado la suerte de ser la primera persona que detecta señal inteligente fuera del sistema solar. Después de lo de la charla en clase, y todo lo demás, tenía miedo de estar obsesionado. Comprobé todo lo que podía comprobar y, desde el ordenador de mi compañero de despacho, Josema, busqué un teléfono de la organización SETI para llamar y chequear lo que me decía la pantalla. Llamé y pude entender lo suficiente, con mi deficiente ingles, como para aclarar que sí, que puede darse este tipo de alarma pero que no significa nada especial; cuando se compruebe sabremos si es una falsa alarma; hasta ahora siempre lo ha sido. Me quedé un poco más tranquilo, aunque, sinceramente, un poco decepcionado. Deje al ordenador trabajando a todo ritmo y me marche a realizar otras gestiones. Al medio día el ordenador seguía igual, sin parar. Yo empecé a estar arrepentido de haber instalado el programa, ya que no podía hacer nada, y no me atrevía a apagarlo. Así estuvo todo el resto del día y de la noche. Al día siguiente, después de treinta y seis horas de trabajo de la CPU, el ordenador pareció comportarse de nuevo como siempre, normal. No había señales de nada, ni alarmas, ni mensajes del SETI. Ya en mi despacho me dispuse a conectarlo a la dock-station. De pronto, en la pantalla, comenzaron a dibujarse letras, directamente en el escritorio, no en ningún programa. Aparece una letra que se sustituye por otra a toda velocidad, como en las máquinas tragaperras. La primera letra se para en la Y, inmediatamente aparece otra letra que se para en una O, a continuación aparece separada una secuencia que termina en una I; este asunto sigue durante unos minutos, al termino de los cuales la pantalla aparece llena de palabras cortas en muchos idiomas. El susto es mayúsculo, pero pensé en un virus, muy curioso, pero un virus al fin. Pulsé la tecla Enter y siguieron apareciendo palabras sueltas, inconexas. La pantalla me tenía embelesado y totalmente perplejo, de forma que decidí no conectar a la red pensando que este virus podría propagarse por toda la intranet del Centro. Lleve el ordenador a nuestros “gurus” del CPD y después de muchos análisis decidieron que no tenia virus.
  • 3. Lo curioso de la cuestión fue que mientras estuve en el CPD no volvieron a aparecer letras ni palabras en la pantalla. Regresé a mi despacho y al dejarlo encima de la mesa, unos pequeños sonidos, procedentes de los altavoces del portátil, empezaron a escucharse con nitidez. Lo que escuché tampoco tenia sentido, eran sonidos ininteligibles, pero daba la impresión de ser las palabras y letras escritas anteriormente en la pantalla, ahora habladas. Intenté abrir algún programa y lo único que conseguí fue ralentizar todo una barbaridad. Ya harto de toda esta estupidez, decidí pulsar la combinación de siempre para parar programas. Nueva perplejidad. En la lista de tareas y programas no hay nada inteligible. Cada vez estaba más preocupado por la integridad de todos mis datos y cuando intenté hacer clic en apagar, la pantalla se lleno de nuevo de NO NIET NON ………. o sea, “no” en todos los idiomas posibles. Lo único que se me ocurrió fue escribir directamente en el teclado: Bien, no apago. Inmediatamente después sale en la pantalla la palabra: bien, sólo una palabra y en castellano. Entonces sí que pegué un respingo en mi asiento. No, no, no, nooo…. No estaba dispuesto a caer en la tentación de pensar que hay algo más que un virus, pensé, casi en voz alta. Total, que aquí estoy escribiendo todo esto, en un ordenador prestado, con el portátil en mi habitación, sin atreverme a apagarlo. -Andrés, ¿cuanto tiempo necesitarás mi ordenador? - pregunta Nico, entrando en la habitación – tengo que enviar unos correos pronto y ….. - Déjame grabar este texto en una memoria USB y te lo devuelvo, gracias. Andrés, copia el texto y devuelve el portátil a Nico. Sube a su habitación por las amplias escaleras del vestíbulo, y se sienta a la mesa, frente a su ordenador rebelde, que permanece encendido y ronroneando de vez en cuando. – Ya sé que es imposible, pero tengo la sensación de que detecta mi presencia- piensa, mientras observa como nuevas palabras aparecen en la pantalla. Esta vez sólo hay palabras en castellano: energía energía energía -¿¡Qué demonios está pasando en mi ordenador!?- grita, perdiendo la paciencia. El grito retumba por toda la casa y rasga la atmósfera de tranquilidad existente en el ambiente. Inmediatamente Nico llama a la puerta de su habitación y, sin esperar, entra con cara de preocupación- ¿Te pasa algo, Andrés? Él mira hacia la puerta con un poco de sonrojo. - No, no pasa nada; perdona el grito. Tengo algún problema con mi ordenador, cómo te comenté, y he perdido la paciencia. Gracias. Nico desaparece, su semblante muestra cierta perplejidad, es la primera vez que ve tan alterado a Andrés. Andrés, con la cabeza apoyada entre las manos, analiza lo más fríamente posible todos los datos de la situación, sin llegar a ninguna conclusión lógica. La palabra energía se repite con machacona insistencia. La situación está cada vez más tensa y Andrés piensa con toda celeridad como parar esto. Al fin decide teclear: ¿Qué energía? A lo que la pantalla responde: Energia Morir - Estoy chiflado –piensa Andrés- no puede ser; este chisme da toda la sensación de que habla conmigo. De pronto se da cuenta que el ordenador está desenchufado y la batería marca el mínimo. A toda velocidad saca los cables, a trompicones y, mientras parpadea cada vez más rápido el icono de la batería, enchufa la corriente. - Uff….lo conseguí.- Suspira después del nerviosismo. Inmediatamente aparece una nueva palabra: Bien A Andrés se le escapa un taco- joder, este cacharro tiene algún programa muy sofisticado que aparenta cierta inteligencia artificial o en el peor de los casos estoy obsesionado y no puedo distinguir la realidad de la ficción. - Masculla en voz baja, y piensa con cierto enfado:
  • 4. - ¡Esta bien! ¿Quieres jugar? Pues, juguemos……. Teclea de nuevo: yo quitar enchufe, ¿Tu? Inmediatamente se representa en pantalla: Yo morir -¡Cielo Santo! ¿Qué es lo que está aquí metido? - Recapacita Andrés-: una de dos, o es una broma descomunal o empiezo a pensar que la secuencia del SETI tiene algo que ver en todo esto y no me está gustando nada el cariz que toma este asunto. Teclea: Yo Andrés ¿Tu? Nada más escribirlo se avergüenza de lo que está haciendo; cómo puede pensar que, ni remotamente, el ordenador es un alguien, una entidad inteligente. Pero la respuesta es inmediata: Yo MHAXNIERT Del sobresalto, Andrés, casi se cae de la silla. Aumenta el volumen de los altavoces y repite la pregunta; el sonido del nombre es indescifrable. - Bueno, llegados a este punto –dice Andrés en voz alta- tengo dos posibilidades: o apago, y me olvido del asunto, o supongo que toda esta paranoia está sucediendo y seguimos adelante. - Durante unos minutos que parecen horas, Andrés está dando vueltas a toda esta chifladura y no termina de decidirse; su espíritu abierto y la capacidad de entusiasmo por cualquier asunto científico-novedoso le pierde y decide seguir con la locura. Te llamaré MAX. ¿Puedes oír? - Si – responde en la pantalla del ordenador - ¿Puedes ver? - No - ¿Puedes hablar? En este momento se escuchan sonidos ininteligibles. Andrés se queda pensativo y al cabo de unos minutos decide probar y enseñarle los sonidos, ya que supone que no sabe pronunciar las vocales y consonantes. Teclea sucesivamente A, pronunciando la vocal frente al micro; B …… Sigue el entrenamiento con las consonantes y los sonidos de palabras cortas. Al término del experimento vuelve a preguntar: - ¿Puedes hablar? - Sí, puedo- se escucha nítidamente.- necesitar tiempo comprender todas palabras ¿Dónde todas palabras? - En el ordenador tienes todas las palabras. Busca diccionario. - Bien Si alguien estuviera presenciando esta escena pensaría que le estaban grabando para uno de esos programas de televisión en los que se gastan bromas muy ingeniosas y las sacan en horas punta. El problema es que no era ninguna broma, el ordenador de Andrés parecía tener vida propia y sospechosamente relacionada con la señal recibida desde la sede del SETI, o sea, recibida desde algún lugar del espacio. Son ya las doce de la noche, Andrés no ha bajado a cenar y sigue enfrascado con el ser en que se ha convertido su portátil. Su semblante denota un entusiasmo casi febril y aunque no termina de ser consciente de lo que tiene entre manos, se le pasa el tiempo sin darse cuenta. Parece que, después de la última hora, los diálogos entre los dos son más fluidos. Aprende muy rápidamente palabras, frases y conceptos nuevos. - Max, ¿Quién eres, o qué eres? –interroga Andrés - No puedo explicarlo todavía, me faltan conceptos vuestros para que lo comprendas. - Déjate de historias, ¡inténtalo!- le increpa. -¿Qué significa: déjate de historias? - Significa que no te excuses y contestes, que no te hagas el longuis. - No comprendo que tiene que ver el concepto longuis con el resto de la frase.
  • 5. -¡Para, para, para…….! Está bien, empecemos de nuevo. Procuraré utilizar términos poco coloquiales, no castizos, o podemos estar toda la noche pedaleando… - ¿no comprendo: estar toda la noche pedaleando? -¡Maldición!.... , no, espera….espera, espera, borra esta última palabra. Mira, dime lo que puedas sobre ti y qué eres, ¿vale? - El ente sigue hablando. - Antes de decir nada necesito ver, hasta ahora me he hecho una idea muy confusa de donde estoy, quien eres, a que distancia me encuentro de mi sistema, etc. ¿puedes proporcionarme un medio para pode ver mi entorno? - es curiosos pero el tono de voz que ha empleado suena muy musical, sugerente y casi seductor; no se entiende bien cómo puede dar esa entonación, sin haber escuchado antes a nadie distinto de Andrés. - ¿Por tanto admites que vienes de fuera de la Tierra, nuestro planeta, dicho sea de paso? - Eso parece evidente, ¿no? Insisto en lo de poder ver. Andrés trata ya a su ordenador con una confianza casi inconsciente, ya que no sabe hasta que punto lo que tiene en el ordenador es peligroso o es amigo. Le dice con un tono de voz imperativo- No te pongas insolente a estas alturas. Te instalaré algo que nosotros llamamos cámara; pero hasta dentro de unas horas no puedo conseguirla. Mientras, puedes decirme qué eres y de donde vienes. El ordenador se queda como pensado la respuesta y a lo pocos segundos le contesta: - Efectivamente soy un ser inteligente, de tipo cibernético- ¿se dice así?- para que lo puedas entender de alguna manera. No puedo decir de donde vengo porque no se donde estoy, pero sí que puedo decirte que nosotros tenemos una edad de miles de generaciones; no puedo precisar más ya que las unidades de tiempo vuestros no se todavía a qué equivalen en mi sistema de medida. Yo soy lo que nosotros llamamos un mensajero. No podemos viajar a la velocidad de la luz, pero las ondas de radiofrecuencia sí, y, por tanto, utilizamos estas para poder viajar a lugares muy lejanos. No se el tiempo que he estado viajando, pero…… es muy probable que esté muy lejos de mi mundo. Fui emitido hace un tiempo, que no se precisar y, como suponíamos, al llegar a una civilización capaz de captar mi señal y encontrar un medio adecuado, me he podido automontar y nacer, si se me permite la analogía. Andrés se muestra muy agitado y como si hubiera tomado un excitante; es un hecho tan importante para la humanidad, que se escapa a su capacidad de comprensión. Lo único que tiene claro, por ahora, es que no se lo piensa contar a nadie. Es su ordenador y su ser extraterrestre y no piensa compartirlo con nadie, entre otras cosas porque no quiere que le tomen por loco. La noche avanza y no terminan de comprenderse mutuamente, pero siguen charlando el uno con el otro y, por lo poco que ha podido comprender Andrés, Max viene de un sistema que tiene una estrella con planetas girando alrededor, como el sistema solar; pero da la impresión de ser mucho más viejo que el nuestro. Max sigue pidiendo nuevas cosas: - Andrés, he podido comprobar que cuando me desperté en tu ordenador, o como llaméis al aparato en el que me he podido reconstruir, estaba conectado a una especie de asociación de ordenadores en todas partes del mundo y que ahora estoy solo. ¿Cómo puedo conectarme al resto? - Mira, Max, eso se llama la red y en concreto Internet, pero por ahora no pienso conectarte al resto de ordenadores, hasta estar seguro que no correr ningún peligro. - No entiendo que peligro puedes correr, yo soy un ser diseñado para comunicar civilizaciones, no para destruirlas. - Pero eso…. lo dices tú. Yo tengo que comprobarlo. – Andrés mira el reloj y no puede reprimir un pequeño grito- ¡Las cuatro de la mañana! Tengo que dormir algo, aunque esto merezca la pena y podría estar veinticuatro horas despierto hablando contigo. Tengo que descansar; mañana decidiré que hago contigo.
  • 6. Es tanta la excitación intelectual de Andrés, que, aunque está muerto de sueño, no puede dormir; no deja de pensar en lo que está ocurriendo. Por la mañana después de haber conseguido dormir algo, se levanta y como si hubiera sido un sueño todo lo del día anterior, se acerca al ordenador y comprueba que sigue encendido. - Max, ¿sigues estando en mi ordenador? - dice en voz baja como si realmente pretendiera que no se le oyera. - Hola Andrés, ¿que has hecho en este tiempo? Sólo escuchaba una cierta respiración profunda y nada más. ¿Lo que me decías de dormir, es eso? - Claro, es perder la consciencia durante unas horas, para descansar. Me marcho, dentro de una hora vendré a recogerte y nos marchamos al despacho. Te compraré un sistema de visión para que puedas hacerte una idea más exacta de tu entorno. -¿Estas seguro de que no hay riesgo para mi existencia. Si alguien apaga el ordenador, desaparezco, no puedo revivir de nuevo al encender. - su voz, con un toque metálico muy ligero, que recuerda su artificialidad, tiene un acento de preocupación que se puede percibir muy bien. - Esta faceta tuya no me la esperaba, pero no te preocupes no tocará nadie el portátil- Andrés se ha dado cuenta que esta cuestión le da tranquilidad, pues en el peor de los casos ya sabe como terminar con él, aunque suene muy duro decirlo. Después de una hora regresa para recoger a Max. Resuelve la cuestión de poder cerrar el ordenador, sin que se apague, quitando con mucho cuidado un mini-interruptor; y sale con él en la cartera. Lo que le ha dicho con mucho encarecimiento es que tiene que mantenerse absolutamente callado mientras haya alguien delante. En el despacho comprueba que Max puede seguir realizando las tareas que antes hacia el ordenador, mediante programas. -¿Max? ¿Cómo puedes hacer lo que antes hacía mi ordenador? Es increíble. - Son formas muy básicas para mí, vosotros estáis empezando a utilizar algo que nosotros incorporamos hace miles de generaciones. Lo entiendo muy bien, sin problemas. - Ok, esto hace más fácil todo el asunto, no podría explicar la compra de un nuevo ordenador teniendo el otro bien y funcionando. En el descanso, entre clases, puedo comprar la cámara para que puedas ver. - Espero poder manejarla. Aunque sea una tecnología anticuada y fácil para mí, no estoy muy seguro de poder utilizar este tipo de aparato. - Comenta Max con toda sinceridad. Andrés, tal y cómo ha planeado, sale del instituto en el descanso y compra en una tienda una minicámara USB para conectar al portátil. No puede sospechar lo que supondrá para Max poder percibir su entorno de una forma más completa y real de lo que le permite sus sentidos actuales. Al regresar al despacho Max le dice: - ¿Lo has conseguido?, ¡tengo infinitas ganas de poder ver tu mundo! Andrés da un respingo y en voz baja le recrimina con fuerza- ¡Que pretendes…! ¡Habla en voz baja…chss….! Josema, desde el otro lado de la mampara se interesa por lo que pasa en el espacio de Andrés. - ¿Quién está contigo? - Nadie. Es un sitio web con un pequeño clib de video- contesta Andrés, procurando poner un tono de voz convincente. - Ves lo que has hecho, tienes que estar callado mientras estemos acompañados por alguien. - Está bien, pero instálame la cámara cuanto antes, no puedo esperar más para ver vuestro mundo. Comprende que he venido desde muy lejos como para perder el tiempo.
  • 7. Andrés desembala la pequeña cámara y la conecta al portátil. Cierra la puerta del despacho, para poder hablar con tranquilidad, y espera la reacción de Max. - ¿Max, ves algo? - Estoy intentando organizar las señales procedentes de la cámara. No logro sincronizar la imagen digital. Espera…… ¡Ahora! ¡Lo logré! Muévete. ¡Tu mundo es fascinante! Nunca hubiera pensado, ni imaginado que fuera así. - ¿Qué es lo que te fascina? - pregunta Andrés muy intrigado. - El habitáculo, tú, los objetos, la luz, las cosas verdes que se mueve un poco en la calle, en definitiva, todo. - Bueno, ahora podremos hablar con más detalle- comenta Andrés mirando a la cámara. - He pensado que podemos dar un paseo, nada más terminar las clases de la mañana, para que puedas hacerte cargo del resto de mi mundo; hay muchas cosas que seguramente te sorprenderán. El resto de la mañana transcurre para Andrés entre clases y gestiones; la impaciencia por pasear y hablar con Max le hace entrar de vez en cuando en su despacho e intercambiar algunas frases con él. Al fin llega la hora y Andrés prepara el ordenador en una bolsa para colgar. Deja la pequeña cámara fuera y salen a la calle por la puerta principal. Andrés conecta unos auriculares al ordenador, para que Max pueda hablarle sin levantar suspicacias, y se marchan calle abajo, camino de la calle principal del barrio. Max no deja de preguntar cosas e inquirir por miles de objetos que le llaman la atención. Es como un niño pequeño, pero muy inteligente y absorbiendo todo lo que se le explica a una velocidad de vértigo. Le causa una gran admiración nuestra forma de vestir y de comportarnos. - Andrés, esos seres con formas redondeadas, con vestidos diferentes, ¿son iguales que tú? - No, son mujeres, son iguales a nosotros, pero distintas. Si te parece te explico más despacio en otro momento. –Le dice poniendo cara de complicidad- ¿Por cierto, vosotros cómo os reproducís? - ¿Que quieres decir? ¿Cómo nos duplicamos? - se escucha por los auriculares. - ¿Sí, como vienen nuevos seres al mundo? Los niños. - Claro, ahora entiendo quienes son esos otros seres pequeños que andan junto a los otros. Hace muchos miles de generaciones que en nuestro mundo no nos reproducimos así; parte de lo que tengo que transmitiros tiene que ver con este asunto. Esta última frase ha hecho que Andrés preguntara - ¿Que quieres decir con que tienes que transmitirnos algo? - Esto también lo dejaremos para hablarlo más despacio, pero sí que puedo decirte que soy un mensajero enviado por mi civilización, con la misión de transmitir una advertencia al resto de los mundos habitados por seres inteligentes. De hecho, hay millones de mensajeros, enviados de la misma forma que yo, viajando por todo el universo hasta encontrar mundos como el vuestro, en el que se puedan automontar, y entonces transmitir el mensaje. Andrés se ha quedado de piedra al escuchar a Max hablar de este modo. De pronto ha caído en la cuenta que esto no es un juego; que tiene un ser, procedente de otra civilización extraterrestre, instalado en su portátil y que tendría que ponerlo en conocimiento de los científicos de su país. - Max, pienso que deberíamos regresar y dedicarnos a lo interesante. Parece que tienes que cumplir con un encargo muy importante y cuanto antes lo hagas, mejor. - Tienes razón en lo que dices, pero estoy tan intrigado con todo vuestro mundo, que me resistía a no verlo despacio. Regresemos y te informo de toda la misión que me
  • 8. encomendaron al emitirme. De todas formas, no es inminente lo que tengo que contaros, puede esperar. En la esquina de un cruce de la calle principal con una vía rápida de circulación madrileña, Andrés da media vuelta. Le ha cambiado la cara totalmente; ahora se muestra preocupado y una nube ha oscurecido su ánimo. Piensa a quién puede acudir que le pueda entender bien para mostrarle su hallazgo. Rebuscando en la memoria encuentra a un compañero de universidad que tiene un puesto en un organismo científico nuclear y decide llamarle en cuanto aclare en que consiste el mensaje. Las calles por las que pasan, que antes le parecían alegres y sus gentes entrañables, se han convertido de pronto en lugares sombríos. Durante todo el trayecto de vuelta la conversación se hace más seria y escasa; Max no termina de entender el cambio de aptitud de Andrés ya que para él el tema de su misión es un asunto normal, sin ninguna carga emotiva, que por otra parte no entiende. Ha regresado a su casa para comer y poder continuar con su trabajo en el instituto por la tarde. Despacha la comida lo más rápidamente posible. Max se ha quedado en la habitación de Andrés, mientras tanto, enchufado a la corriente, para evitar peligros y riesgos. Al terminar de comer, Andrés le comenta a Max que es mejor que se quede en su habitación, por ahora. Al término de las clases hablaran todo lo necesario. Algo en el interior le dice a Andrés que lo que tiene que revelarle Max es un asunto muy serio y no es capaz de imaginar la trascendencia que tendrá. Por otro lado no descarta la idea de que todo puede ser una estratagema de Max para conectarse a la red e invadir todos los sistemas informáticos terrestres y controlarnos de alguna manera desconocida. Toma la decisión de no conectarlo a la red hasta no estar muy seguro de sus intenciones y haberlo consultado con su amigo físico nuclear. Todo el mundo en el instituto nota a Andrés muy alterado y le preguntan si le pasa algo o está enfermo. Él no puede evitar un nerviosismo y una impaciencia que le delata. Son las cinco y media de la tarde y regresa a casa para hablar en su habitación, con calma y con tiempo por delante sobre la misión de Max. - Hola, Andrés. Por lo que he podido comprobar, mientras que has estado fuera, vuestra medida del tiempo esta basada en el giro de vuestro planeta en relación a la estrella que llamáis Sol, ¿no? - Efectivamente ¿y…? - Bueno, pues que ya puedo calcular y comparar vuestros tiempos con los de mi planeta. Un año vuestro equivale a cuatro años nuestros; por tanto, todo lo que yo te diga relacionado con edades, generaciones, tiempos, tienes que dividirlo por cuatro. En cualquier caso, no es muy diferente del nuestro. - Me parece interesante, pero ¿te importaría ir al tema principal? Soy todo oídos para tu historia. - La cuestión se remonta a cuatrocientos mil años atrás, recuerda lo de dividir por cuatro. Nuestra civilización llegó a la época de los grandes descubrimientos y la aplicación de las tecnologías sofisticadas. Por lo poco que he podido indagar en los archivos que tienes en tu ordenador, es algo parecido a lo que está pasando ahora en la vuestra. Las leyes de la física, química, matemáticas, etc. aunque no se llamen así en mi planeta, son las mismas que en el vuestro. Por tanto, nosotros llegamos a lo que vosotros estáis ahora empezando a desarrollar: el mundo digital, la energía atómica, la nanotecnología, los ordenadores quánticos, la manipulación genética, etc. Estábamos eufóricos con nuestro poder sobre la naturaleza y la vida. El aspecto de los seres inteligentes biológicos de nuestro planeta no difería mucho del vuestro, solo hay un par de características bastantes diferentes: la altura es mayor, tres metros, según vuestra
  • 9. forma de medir y el espectro visible percibido también mayor, podían ver en la zona infrarroja y ultravioleta, pero por lo demás eran muy similares. Mediante manipulación genética se llego a poder generar nuevos seres sin necesidad del concurso de progenitores. Mediante lo que vosotros llamáis nanotecnología, se logró dominar la biología y la medicina, de manera que no se envejecía y los órganos gastados se sustituían por otros artificiales, hasta que se llego al descubrimiento de cómo pasar de un cuerpo biológico a uno artificial. Al paso de unos tres mil años todos los seres biológicos habían desaparecido y solo quedaban en el mundo una especie de lo que vosotros denomináis robots, muy sofisticados, inteligentes, pero sin ninguna emoción, ni sentido de la vida, ni razón para la existencia. Todos vagaban sin ningún objetivo, ni fin. No había nuevos seres, ¿para qué? Por algún motivo que se desconoce, uno de esos seres, que conservó algo de lo que podíamos llamar humano, decidió que tenía que lograr evitar que otras civilizaciones, en caso de existir, cayeran en semejante infierno: un mundo frío, metálico, artificial, sin rastro de humanidad ni emociones. ¡Un mundo muerto! Descubrió una ley que predecía todas estas cosas para cualquier civilización que llegara a la edad adulta de la tecnología y decidió, por tanto, advertirles antes de caer en semejante desgracia y así evitar que desaparecieran los seres inteligentes biológicos. Y esta es mi misión: advertiros de que no podéis permitir perder lo que os hace humanos y da sentido a vuestra vida. Al terminar Andrés está como hipnotizado por la voz de Max y tarda un tiempo en reaccionar. - De forma que lo que me pides es que convenza al mundo de que no puede hacer lo que se le ocurra, sin más, en temas como los mencionados ¿No? - La idea en esencia es esa- responde Max muy satisfecho. No todo lo que se puede hacer, científicamente hablando, es aconsejable hacerlo, por las consecuencias que puede tener a largo plazo. Sería paradójico que pretendiendo salvar al hombre y hacerlo feliz, lo destruyerais. Andrés sigue en un estado de semi-consciencia, pero poco a poco asimila todo el mensaje y su trascendencia- Bueno, conforme, ¿que tengo que hacer? - Una posibilidad es que me conectes a la red y yo transmita el mensaje a todos los millones de ordenadores del mundo y esperar que alguien nos crea. Realmente mi presencia entre vosotros es para poder convenceros; posiblemente si solo hubiera sido un mensaje no hubiera sido suficiente. Andrés se pone tenso cada vez que Max menciona lo de la red- ni lo pienses, no estoy dispuesto a arriesgarme en este tema, perdona, pero sigo sin fiarme del todo de ti ¿Que pasaría si todo lo que me has contado es una estratagema para poder dominar todos los ordenadores de nuestro planeta, eh….? - Está bien, lo haremos a tu manera, pero será mucho más complicado. ¿Cómo podría convencerte de que queremos ayudaros? - Está bien te conectaré. Mañana por la mañana, en mi despacho te conectaré. Esa tarde y noche han seguido hablando de muchas cosas; entre otros asuntos, muchos adelantos técnicos que ni se le habían pasado a Andrés por la cabeza antes. Por la mañana, a las nueve, Andrés se dirige a su despacho, con Max en el maletín. Tiene clase a las nueve treinta, por lo que acuerda con Max que le dejará en su mesa de trabajo y después de la clase, que cuenta con dos horas libres, harán la conexión y transmitirán el mensaje. La clase transcurre con normalidad, pero los alumnos han percibido una excitación anormal en su profesor. Andrés termina unos minutos antes y se dirige a su despacho casi corriendo. Al entrar Josema sigue trabajando en su mesa, como siempre.
  • 10. Al acercarse a su mesa, Andrés se da cuenta que algo está muy mal. ¿Dónde está el portátil? ¡No está donde lo dejo! Un sudor frío empieza a recorrer todo su cuerpo y el nerviosismo crece hasta transformarse en histeria. - ¿Dónde está mi ordenador? Josema, ¿Quién ha cogido mi ordenador? Dice gritando, fuera de sí. - ¿Se puede saber qué te pasa? Nunca te he visto así…. Sencillamente se lo han llevado los del CPD para cambiar el sistema operativo a Windows Vista, como hacen cuando sale una nueva versión. - ¡¡No, no no puede ser….!! ¡Hay que pararlos!- y sale como loco por la puerta del despacho hacia el piso inferior, donde está el Centro de Proceso de Datos. Entra de un empujón en la puerta e irrumpiendo de sopetón en la sala. Nada más aparecer, Blas, uno de los técnicos del departamento, le dice sonriente: - hola Andrés, te hemos cogido el portátil para cambiar el sistema operativo y aunque nos ha dado muchos problemas debidos a un virus que tenías instalado y que no dejaba apagar el portátil, al final logramos apagarlo quitándole la batería y ahora todo funciona bien y con el nuevo Windows Vista. Andrés se tambalea y chilla - ¡¡No, por favor ¿qué habéis hecho? No, no… !! Y se queda llorando apoyado en la mesa de trabajo, pensando en que han perdido una oportunidad única. Blas se queda mirándole con estupefacción, con el portátil tranquilamente encendido, con la pantalla de inicio de Windows esperando a introducir la contraseña.