Este documento describe dos oficios perdidos: el esfollinador y el sereno. El esfollinador limpiaba las chimeneas de las casas pasando una soga por el interior para quitar el hollín. El sereno en Zaragoza abría puertas y transmitía tranquilidad a la gente, mientras que en Jaca anunciaba el tiempo, encendía y apagaba las luces públicas e informaba las noticias de la ciudad.