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Los principios de la propaganda según Goebbels
En Goebbels y sus principios propagandísticos, de 1950, su autor Leonard
W. Dobb, nos sistematiza y ordena una serie de sentencias extraídas de los
manuscritos del ministro alemán, que se convierten en una guía para
quienes están en los roles de la publicidad y la propaganda política, que
resumimos a continuación:
Los propagandistas deben tener acceso a la información referente a los
acontecimientos y a la opinión pública.
La propaganda debe ser planeada y ejecutada por una sola autoridad. Este
principio seguía la línea de la teoría nazi de la centralización autoritaria, y
también del ansia de poder que sentía Goebbels. Pensaba que una sola
autoridad - él - debía realizar tres funciones:
A.- Emitir todas las directrices de la propaganda. Todo fragmento de la
propaganda debía expresar un contenido político. Indicaban cuándo las
campañas de propaganda específicas debían comenzar, cuándo debían ser intensificadas o atenuadas, y cuándo debían terminar. La
máquina propagandística nazi estaba sometida a una constante reorganización.
B.- Explicar las directrices de la propaganda a los funcionarios importantes y mantener su moral. Si no se facilitaba una explicación
acerca de la política propagandística a aquellos funcionarios que, formal o informalmente, cumplían las directrices, no cabía esperar
que actuaran con eficacia y de buena gana. A través de la maquinaria de su organización y a través de contactos personales, Goebbels
trataba de revelar la razón de su propaganda a estos subordinados y también de levantar su moral al hacerles ostensiblemente objeto
de su confianza.
C.- Supervisar las actividades de otras agencias que tengan consecuencias propagandísticas. Él procuraba facilitar el necesario
estímulo propagandístico.
Las consecuencias propagandísticas de una acción deben ser consideradas al planificar esta acción.
La propaganda debe afectar a la política y a la acción del enemigo.
A.- Suprimiendo el material propagandístico capaz de facilitar al enemigo informaciones útiles.
B.- Difundiendo abiertamente propaganda cuyo contenido o tono conduzca al enemigo a sacar las conclusiones deseadas.
C.- Incitando al enemigo a revelar informaciones propias de carácter vital.
D.- Absteniéndose de toda referencia a una actividad que perjudique al enemigo cuando ella pudiera desacreditar tal actividad.
Debe haber una información no clasificada y operacional a punto para completar una campaña propagandística.
Para ser percibida, la propaganda debe suscitar el interés de la audiencia y debe ser transmitida a través de un medio de
comunicación que llame poderosamente la atención.
Solo la credibilidad debe determinar si los materiales de la propaganda han de ser ciertos o falsos.
El propósito, el contenido y la efectividad de la propaganda enemiga, la fuerza y los efectos de una refutación, y la naturaleza de las
actuales campañas propagandísticas determinan si la campaña enemiga debe ser ignorada o refutada.
Credibilidad, inteligencia y los posibles efectos de la comunicación determinan si los materiales propagandísticos deben ser
censurados.
A.- A menudo la censura podía deteriorar la credibilidad y consideraba que: "en tiempos de
excitación y de tensión, el hambre de noticias debe ser satisfecho como sea".
B.- La censura era invocada cuando la información concerniente a la culminación de un hecho
era insuficiente.
C.- Finalmente, Goebbels evaluaba los posibles efectos de comunicar la información. La
censura era aplicada cuando se creía que el conocimiento del hecho podía producir una reacción
indeseable en sí misma.
El material de la propaganda enemiga puede ser utilizado en operaciones cuando ayude a
disminuir el prestigio de ese enemigo, o preste apoyo al propio objetivo del propagandista.
La propaganda negra debe ser empleada con preferencia a la blanca cuando esta última sea
menos creíble o produzca efectos indeseables.
La propaganda puede ser facilitada por líderes prestigiosos.
Los jefes sólo eran útiles cuando tenían prestigio.
La propaganda debe estar cuidadosamente sincronizada.
A.- La comunicación debe llegar a la audiencia antes que la propaganda competidora.
B.- Una campaña propagandística debe comenzar en el momento óptimo.
C.- Un tema propagandístico debe ser repetido, pero no más allá del punto en que disminuya su efectividad.
La propaganda debe etiquetar los acontecimientos y las personas con frases o consignas distintas
A.- Deben suscitar las respuestas deseadas que la audiencia posee previamente.
B.- Deben poder ser aprendidas con facilidad. "Ha de utilizar el blanco y el negro, de lo contrario no resulta convincente para la
gente".
C.- Deben ser utilizadas una y otra vez, pero sólo en las situaciones apropiadas. Goebbels deseaba explotar lo aprendido en cosas
ya ocurridas; las reacciones aprendidas por la gente frente a los símbolos verbales quería transferirlas, fácil y eficientemente, a nuevos
acontecimientos.
La propaganda dirigida a la retaguardia debe evitar el suscitar falsas esperanzas que puedan quedar frustradas por los
acontecimientos futuros.
La propaganda en la retaguardia debe crear un nivel óptimo de ansiedad.
La propaganda dirigida a la retaguardia debe disminuir el impacto de la frustración
A.- Las frustraciones inevitables deben ser previstas. Consiste en que una frustración podía resultar menos decepcionante si se
eliminaba el elemento de sorpresa o choque.
B.- Las frustraciones inevitables deben ser planteadas en perspectiva. Es dar a los alemanes lo que él llama Kriegsüberblick, es
decir, una panorámica general de la guerra. Éstos perderían la confianza en su régimen.
La propaganda debe facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio.
El mensaje propagandístico Nazi se basaba en una lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo, anticapitalismo y
antisemitismo. El primer elemento de esta negación de valores consistió en rechazar la organización política de las democracias y de la
Unión Soviética, como fórmulas infectadas de corrupción , argumentando que la democracia deriva en comunismo, desorden y pérdida
de las tradiciones, frente a la forma propuesta por el fascismo-nazismo basada en priorizar el Estado por encima del individuo, el orden
emanado de un líder y la defensa de las tradiciones nacionales. El segundo de los elementos, el anticapitalismo, acusaba al libre
mercado de ser el desencadenante del paro y de la crisis económica que hundía a Alemania. Esta retórica se dirigía a la infraclase (el
lumpeng), a las capas medias y al pequeño empresario, pese a que en la práctica su política económica consistió en una conjunción
entre la nacionalización de empresas y la connivencia con los más grandes capitalistas del sector industrial
El tercer postulado del aparato mediático nazi fue la afirmación de que la raza aria era superior, una defensa que buscaba en la
comunidad judía el chivo expiatorio de la desgracia alemana. En concreto, atacaba a los banqueros judíos como los responsables de
admnistrar las reparaciones de guerra impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el objetivo real de este
discurso era barrer las diferencias grupales entre alemanes y construir una identidad enfrentada al “otro” o “enemigo común”
mediante el odio étnico.
Para Goebbels, podía fallar el sentimiento, el espíritu, más no el comportamiento. Este debía de ser firme a pesar del primero. La
propaganda reconocía, no puede alterar lo instintivo (sexo y hambre), más si debe crear reacción o acción. De esto se deduce que hay
que invitar siempre a la acción, mostrar caminos, invitar a actuar
A Goebbels se le atribuye mucho de propaganda moderna, entre ellos sus famosos 11 principios:
Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único
enemigo.
Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en
suma individualizada.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no
puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».
Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va
dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de
las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una
y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene
también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad». Otras fuentes atribuyen esta
frase a Lenin, pero también Wiliam James, padre de la psicología moderna (1842-1910), dijo algo muy similar.
Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario
responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente
de acusaciones.
Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de
informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el
adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología
nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de
unanimidad.
Son estos principios los que resumen la herencia intelectual de Goebbels, que de manera consciente es usado por muchos
comunicadores de la política y de las administraciones públicas.
Fuentes:
Leich, W., Psicología de masas del fascismo.
Doob, Leonard W., Goebbels y sus principios propagandísticos.
http://es.wikipedia.org
http://www.museum-joanneum.at
Extraído de http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?t=353

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Goebbels (1m)

  • 1. Los principios de la propaganda según Goebbels En Goebbels y sus principios propagandísticos, de 1950, su autor Leonard W. Dobb, nos sistematiza y ordena una serie de sentencias extraídas de los manuscritos del ministro alemán, que se convierten en una guía para quienes están en los roles de la publicidad y la propaganda política, que resumimos a continuación: Los propagandistas deben tener acceso a la información referente a los acontecimientos y a la opinión pública. La propaganda debe ser planeada y ejecutada por una sola autoridad. Este principio seguía la línea de la teoría nazi de la centralización autoritaria, y también del ansia de poder que sentía Goebbels. Pensaba que una sola autoridad - él - debía realizar tres funciones: A.- Emitir todas las directrices de la propaganda. Todo fragmento de la propaganda debía expresar un contenido político. Indicaban cuándo las campañas de propaganda específicas debían comenzar, cuándo debían ser intensificadas o atenuadas, y cuándo debían terminar. La máquina propagandística nazi estaba sometida a una constante reorganización. B.- Explicar las directrices de la propaganda a los funcionarios importantes y mantener su moral. Si no se facilitaba una explicación acerca de la política propagandística a aquellos funcionarios que, formal o informalmente, cumplían las directrices, no cabía esperar que actuaran con eficacia y de buena gana. A través de la maquinaria de su organización y a través de contactos personales, Goebbels trataba de revelar la razón de su propaganda a estos subordinados y también de levantar su moral al hacerles ostensiblemente objeto de su confianza. C.- Supervisar las actividades de otras agencias que tengan consecuencias propagandísticas. Él procuraba facilitar el necesario estímulo propagandístico. Las consecuencias propagandísticas de una acción deben ser consideradas al planificar esta acción. La propaganda debe afectar a la política y a la acción del enemigo. A.- Suprimiendo el material propagandístico capaz de facilitar al enemigo informaciones útiles. B.- Difundiendo abiertamente propaganda cuyo contenido o tono conduzca al enemigo a sacar las conclusiones deseadas. C.- Incitando al enemigo a revelar informaciones propias de carácter vital. D.- Absteniéndose de toda referencia a una actividad que perjudique al enemigo cuando ella pudiera desacreditar tal actividad. Debe haber una información no clasificada y operacional a punto para completar una campaña propagandística. Para ser percibida, la propaganda debe suscitar el interés de la audiencia y debe ser transmitida a través de un medio de comunicación que llame poderosamente la atención. Solo la credibilidad debe determinar si los materiales de la propaganda han de ser ciertos o falsos. El propósito, el contenido y la efectividad de la propaganda enemiga, la fuerza y los efectos de una refutación, y la naturaleza de las actuales campañas propagandísticas determinan si la campaña enemiga debe ser ignorada o refutada. Credibilidad, inteligencia y los posibles efectos de la comunicación determinan si los materiales propagandísticos deben ser censurados.
  • 2. A.- A menudo la censura podía deteriorar la credibilidad y consideraba que: "en tiempos de excitación y de tensión, el hambre de noticias debe ser satisfecho como sea". B.- La censura era invocada cuando la información concerniente a la culminación de un hecho era insuficiente. C.- Finalmente, Goebbels evaluaba los posibles efectos de comunicar la información. La censura era aplicada cuando se creía que el conocimiento del hecho podía producir una reacción indeseable en sí misma. El material de la propaganda enemiga puede ser utilizado en operaciones cuando ayude a disminuir el prestigio de ese enemigo, o preste apoyo al propio objetivo del propagandista. La propaganda negra debe ser empleada con preferencia a la blanca cuando esta última sea menos creíble o produzca efectos indeseables. La propaganda puede ser facilitada por líderes prestigiosos. Los jefes sólo eran útiles cuando tenían prestigio. La propaganda debe estar cuidadosamente sincronizada. A.- La comunicación debe llegar a la audiencia antes que la propaganda competidora. B.- Una campaña propagandística debe comenzar en el momento óptimo. C.- Un tema propagandístico debe ser repetido, pero no más allá del punto en que disminuya su efectividad. La propaganda debe etiquetar los acontecimientos y las personas con frases o consignas distintas A.- Deben suscitar las respuestas deseadas que la audiencia posee previamente. B.- Deben poder ser aprendidas con facilidad. "Ha de utilizar el blanco y el negro, de lo contrario no resulta convincente para la gente". C.- Deben ser utilizadas una y otra vez, pero sólo en las situaciones apropiadas. Goebbels deseaba explotar lo aprendido en cosas ya ocurridas; las reacciones aprendidas por la gente frente a los símbolos verbales quería transferirlas, fácil y eficientemente, a nuevos acontecimientos. La propaganda dirigida a la retaguardia debe evitar el suscitar falsas esperanzas que puedan quedar frustradas por los acontecimientos futuros. La propaganda en la retaguardia debe crear un nivel óptimo de ansiedad. La propaganda dirigida a la retaguardia debe disminuir el impacto de la frustración A.- Las frustraciones inevitables deben ser previstas. Consiste en que una frustración podía resultar menos decepcionante si se eliminaba el elemento de sorpresa o choque. B.- Las frustraciones inevitables deben ser planteadas en perspectiva. Es dar a los alemanes lo que él llama Kriegsüberblick, es decir, una panorámica general de la guerra. Éstos perderían la confianza en su régimen. La propaganda debe facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio. El mensaje propagandístico Nazi se basaba en una lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo, anticapitalismo y antisemitismo. El primer elemento de esta negación de valores consistió en rechazar la organización política de las democracias y de la Unión Soviética, como fórmulas infectadas de corrupción , argumentando que la democracia deriva en comunismo, desorden y pérdida de las tradiciones, frente a la forma propuesta por el fascismo-nazismo basada en priorizar el Estado por encima del individuo, el orden emanado de un líder y la defensa de las tradiciones nacionales. El segundo de los elementos, el anticapitalismo, acusaba al libre mercado de ser el desencadenante del paro y de la crisis económica que hundía a Alemania. Esta retórica se dirigía a la infraclase (el
  • 3. lumpeng), a las capas medias y al pequeño empresario, pese a que en la práctica su política económica consistió en una conjunción entre la nacionalización de empresas y la connivencia con los más grandes capitalistas del sector industrial El tercer postulado del aparato mediático nazi fue la afirmación de que la raza aria era superior, una defensa que buscaba en la comunidad judía el chivo expiatorio de la desgracia alemana. En concreto, atacaba a los banqueros judíos como los responsables de admnistrar las reparaciones de guerra impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el objetivo real de este discurso era barrer las diferencias grupales entre alemanes y construir una identidad enfrentada al “otro” o “enemigo común” mediante el odio étnico. Para Goebbels, podía fallar el sentimiento, el espíritu, más no el comportamiento. Este debía de ser firme a pesar del primero. La propaganda reconocía, no puede alterar lo instintivo (sexo y hambre), más si debe crear reacción o acción. De esto se deduce que hay que invitar siempre a la acción, mostrar caminos, invitar a actuar A Goebbels se le atribuye mucho de propaganda moderna, entre ellos sus famosos 11 principios: Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan». Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad». Otras fuentes atribuyen esta frase a Lenin, pero también Wiliam James, padre de la psicología moderna (1842-1910), dijo algo muy similar. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad. Son estos principios los que resumen la herencia intelectual de Goebbels, que de manera consciente es usado por muchos comunicadores de la política y de las administraciones públicas. Fuentes:
  • 4. Leich, W., Psicología de masas del fascismo. Doob, Leonard W., Goebbels y sus principios propagandísticos. http://es.wikipedia.org http://www.museum-joanneum.at Extraído de http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?t=353