Los puntos que no me han gustado de la novela no han sido muchos, pero sí que me sorprendió una escena en la que Juan se queja de no tener amigos, su madre le dice que tiene a Lisa y él le contesta que no la puede considerar "amiga" porque es una chica y con ella no puede hacer "cosas de chicos". No tengo la más remota idea de qué son "las cosas de chicos" ni "las cosas de chicas". Creo que esto es más de la época de nuestros padres en las que "las madres" (no los padres y las madres) eran los que les hacían la merienda. Me parece que actualmente vamos avanzando más y más hacia la igualdad de género y este par de comentarios (aunque inocentes, hechos para dar verosimulitud al relato de Juan), me parecen un poco sacados de contexto. Creo que se corresponde más con la infancia del autor que con la de los niños de hoy en día (o, al menos, esa es la esperanza que tengo). Pero, como he dicho, es solo ese pequeño detalle.
MAYO 1 PROYECTO día de la madre el amor más grande
Juan sin movil 2 (1).pdf
1. -Lisa, Lisa, ya he probado. He visto lo del nú-
1nero misterioso.
-Hola Juan. ¿Qué has visto?
_rrenías razón, es un número extraño. Lo he
puesto en Google y al pulsar en ilnágenes todo
eran fotos de gente con la cabeza metida en el
congelador. ¡Qué raro! ¿Có-mo puede ser?
-¿Ves qué fácil es .manipular a las personas?
Un día a alguien se le ocurrió la tontería más
grande del mundo: publicó en las redes socia-
les un 1nensaje para que la gente se hiciera
una foto con ]a cabeza metida en el congelador
y la etiquetaran con ese nútnero que él se aca-
baba de inventar. Y as·
í, sin quererlo, creó un
1nisterio asociado a ese nún1t:ff0. ¿No te parece
absurdo?
-Un poco sí, pero si yo hubiera tenido móvil
habría ,netido Ja cabeza en el congelador y lo
habría publicado en lntern.et.
-Pues si ocurre esto con una tontería así, ima-
gina cómo nos pueden manipular con cosas
más importantes.
Creo que con todo esto estaba mejorando mi
relación con Lisa. Desde entonces ya no cree
que soy un chico raro, piensa que soy imbécil.
Ahora que lo pienso, no sé qué es p~or.
Ya conocéis un poco~ a mis '.0ª·Aho-
ra le toca el turno a 1s ti-lO amigos.
3. T r OL
ser sobrenatural. Monstruo maligno que
habita en bosques o grutas. En Internet
los que trolean son:
EL SABELOTODO
Le encanta compartir su «conocimiento» . 1
Eso sí, sabe de todo.
EL CORRECTOR ORTOGRÁFICO
Le da igual de lo que hables siempre que
lo escribas bien. ¡Hojo si ée te ba un
herrar de dedo!
El- GRUÑÓN
El que odia a todos y a todo ., Y todo lo
que digas estará mal .
EL INTENSO
Seguirá tus movimientos y buscará los
errores de lo que dices.
ELSPOILER
Te lo estropea todo: el final de una pe-
lícula, una serie, un videojuego o un
libro.
o
4. Si solo tengo dos amigos el resto de personas
del universo, claro está, no son mis amigos,
pero cuando digo «mis NO amigos» me refiero a
aquellos que antes sí lo eran y ahora no lo son
,, ,, '
¡QUE LIO!
Será mejor que os lo intente aclarar. A ver,
para mí la historia de la humanidad se divide
en dos épocas: <<AM» (antes de que existieran
los móviles en el mundo) y «DM» (la vida des-
pués de los n1.óviles). Antes de que existieran
los móviles y todos mis compañeros tuvieran
uno, yo era un chico tan normal como el resto,
jugábamos todos juntos y no tenía problem8:S
de ningún tipo. Ahora que lo pienso, ni siquie-
ra pensaba en Lisa como chica, quiero decir,
era un amigo más. Después, todo se complicó.
Voy a empezar por Vero. Todos la llaman «la
MariSelfies», pero no delante de ella, claro. Es
mi vecina y antes siempre íbamos juntos al co-
legio. Pero ahora no le interesa ser amiga de
nadie que no la siga en Jnstagram y haga clic
en «Me GUSTO» en todas sus publicaciones.
A veces he visto sus fotos, cuando me dejan un
rato el móvil los fines de semana, y la verdad
es que no las entiendo demasiado. Tiene una
foto de cada una de las uñas de los dedos dE
sus manos y de sus pies en diversos colores.
Fotos apoyada en una silla, fotos apoyada en
la pared, fotos apoyada en puertas,. ventanas:
árboles y hasta fotos apoyada en la taza del
váter. Rn la mayoría sale poniendo morritos
En otras está de perfil, con la cabeza ladea•
da como si le pesara el pelo y, por supuesto
,. , l
.l q l ,
V
1
e55 u
5. mirando a la cámara Y . d
. pon1en O mo ·t
morr1tos tipo «beso de inod 1 d rr1 os, no
n · • . · e O e pasarela»
. o, no, morr1tos tipo «cara de pato»· 1 b' ,
Junt I t 1· · a 10s uno
o a o ro istos para dar b .
1 l un eso Y como s1
os ap astaran con el marco de u
m
.· t· na ventana al
1smo 1empo.
A ver, a ~er, ¡a mí que me lo expliquen porque
no lo entiendo!
iiiNO 10 CNIICNDO!!I
Luego están Miguel, Carlos, Dani y Fer. De
ellos me cuesta un poco más hablar porque me
pongo triste. Eran mis m.ejores amigos de pe-
queños, estábamos siempre1 juntos en el -
patio
del colegio y jugábamos mucho. Éramos inse-
parábles y la verdad es que,los echo de menos.
Tienen un grupo de wasap y como yo no ten-
go !}lóvil ya no cuentan conn:iigo para nada. Al
principio pasaban por casa y me iba con ellos,
pero se han cansado y quedan sin avisarme.
En el colemo habl d · . .
º.. an e Juegos Y de aplicaciones
que no conozco Y cuando intento acercarme a
ellos, me ignoran. La verdad es que lloro muchas
veces en el patio Y cuando me preguntan digo
que me he caído o me invento cualquier cosa.
Ahora me doy cuenta de lo malo que he sido
algunas veces con otros chicos, po~ eso aprove-
cho para pedir per,dón a todos los que he insul-
tado alguna vez, a los más gordos, a los más
flacos, a los más bajitos, a los demasiado altos
'
a los que llevan gafas, a los que deberían lle-
varlas... Ahora me ha tocado a mí. Me siento
ignorado y marginado. Y las veces que no me
ignoran, preferiría que lo hicieran, porque es
para meterse conmigo.
El día después de mi cumple fue el de Dani.
Como llevaba semanas diciendo que me iban
a regalar un móvil y que por fin podría estar
en su grupo, me i~vitaron a la fiesta. Bueno,
la verdad es que la invitación fue algo entre
nuestras madres y Dani no tuvo nada que ver.
e.s1 B
6. Ya os diJ.e qu · 1 f
e mi cump e ue un desastre ·no?
P l d" ' 6 .
ues e la siguiente fue peor. Llegué a su casa
y s~ madre había preparado una mesa con ho-
cad_illos, pizzas Y mucho aperitivo. Estábamos
casi todos los chicos de la clase. Realmente, to-
dos menos Rob. Pensé que yo estaba en el mis-
mo grupo de ignorados que Rob, pero con la di-
ferencia de que seguro que él prefería estar en
su casa, viciado a sus juegos. Nos sentamos a
merendar y cuando levanté la vista, mientras
me llevaba una porción de pizza a la boca, des-
cubrí que estaba solo en la mesa. Los demás se
habían levantado y estaban por los rincones de
la casa jugando con los móviles o con las conso-
las. Y yo estaba allí, mirando lo bien que se lo
pasaban jugando.
Me levanté y le pregunté a Carlos:
-¿Luego me dejas una partida'?
-¿Te he dejado alguna vez desde que me
conoces?
Q58 U
-No, pero...
-¡Pues ya está! -dijo zanjando el tema y ha-
ciendo un gesto con la barbilla para que me
largara de su lado.
Cambié de zona de la casa y me acerqué a Dani:
-Dani, ¿puedo jugar con vosotros?-
-Me da igual.
Me hizo ilusión que no me dijera que no, pero al
cabo de un rato me di cuenta de que era como
un perrito con la lengua fuera, al lado de una
mesa, esperando que alguien le eche algo de
comer, aunque sean las sobras... Y en el caso
de los juegos, nunca hay sobras, todo acaba con
las madres llamando para volver a casa.
Así que me senté a la mesa, me comí otro trozo
de pizza y me volví para casa. Por el camino iba
llorando (me da vergüenza reconocerlo pero es
la verdad). No sé qué había cambiado para.que
7. ya no quisieran estar conmigo. Yo era el mis-
mo, solo que sin móvil. No tenía móvil, ¿y qué?
iNO TCNÍA MÓVll!
Del resto de NO amigos mejor ni hablo. Esta-
ba empezando a enfadarme con todo el mun-
do. Los primeros, mis padres... ¡Ellos tenían la
culpa de todo! ¿Tanto les costaba comprarme
un móvil? Soy bueno, siempre me porto bien,
hago todos los deberes. No lo entendía, ¿por
qué no confiaban en mí? Estaba muy enfadado
con ello8. Luego pensé que, aunque no tuviera
móvil, los demás tampoco tenían por qué ig-
norarme y también me enfadé con ellos. Esta-
ba enfadado con el mundo entero, menos con
Lisa, claro, pero ella no cuenta.
iii[ITAt>AMUY[ NJADADO
CON [lMUNDO!!!
Capítulo
•••• •••••
••••••••••••
•• •• ••
••••••
•• ••• •••••
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•••• ••••
Un deseo no deseado
8. HASHTAG
Una frase o palabra para crear
términos de búsqueda en las redes
sociales. Lo hacemos sin pensar
#EsAlgoNatural #MeSaleSolo
TRENDIN·G TOPIC
cuando un hashtag se convierte
en popular. #JuanSinMovil
FAVERR
Marcar como favorito. Vamos, lo
mismo que «Me gusta».
OMG
(OH MY GODI)
cuando algo es sorprendente Y
me impresiona.
o
Llevaba varias sen1anas ignorado por todo el
mundo. Desde el cumpleaños de Dani no volví
a acercarme a nadie. De vez en cuando Lisa ve-
nía a hablar conmigo un rato en el patio, pero
el resto del tiempo ]o pasaba solo. Volvía del
colegio y ya no salia de casa por las tardes; ni
quedaba con nadie, ni siquiera me apetecía ir
a la casa de Rob. Mi madre sabía que algo me
pasaba y yo le repetía siempre lo mis1no:
--Mamá, no tengo móvil, ¿no lo entiendes? Nadie
me hace caso y como nadie n1e hace caso y estoy
solo, algunos vienen a reírse de mí.
-Tranquilo ,Juan, iré a hablar con los profeso-
res y todo se arreglará.
-No, mamá, no quiero que vayas. No pasa
nada, por favo1·, no vayas.
-Vale, pero no puede ser que estés mal por eso.
Eres un niño especial. Tienes que ser fuerte. El
móvil es solo un objeto, nadie puede quererte más
0 n1enos porque lo tengas o no. ¡Es un.a tontería!
9. -¡PUES SERÁ UNA TONTERÍA PARA 'l'U
¡Yo no quiero ser el raro de la clase por no te-
ner móvil!
-¡Juan, a mí no me grites! Quiero ayudarte,
pero tienes que comprender que tu relación
con los demás no puede cambiar porque ten-
gas o no móvil. Los amigos de verdad te deben
querer por cómo eres y no por lo que tienes.
- Ya lo sé, mamá -y 1ne puse a llorar mientras
la abrazaba-, pero ya no tengo amigos.
-Juan, Juan, ¿qué mundo estamos creando?
Nos quedamos un rato abra
~z~......._~,
seguía sintiendo com
Y así llegamos al peor día
dre me despertó como si.empre, pero ese no iba
a ser un día como los demás. Miré por la venta-
na como solía hacer. Lo recuerdo pcrfcctarncn-
'
te: era un día feo, oscuro, con unos nubarrones
negros que presagiaban tormenta. Imagino
que a vosotros también os pasa, si estáis tris-
tes Y además hace mal tiempo, os sentís peor,
¿no? Así me sentía yo y no me apetecía nada ir
al colegio. Fingí encontrarme mal y me volví a
meter en la cama pero... ¡no coló! Al final me
tuve que levantar y enfrentarme a otro lamen-
table día. Lo que todavía no sabía es que iba a
ser tan malo.
Nada más salir al' portal de mi casa estaba
Vero, la MariSelfies, con su móvil. Última-
mente nunca me dirigía la palabra, pero ese
día lo hizo:
-Juan, ¿has visto mi última foto en lnsta-
gram'? -dijo en tono burlón colocando los de-
dos formando el símbolo de hashtag-. ¡Ah, no!,
que no tienes móvil... #juanesprimitivo
#juansinmovil #mevoyalcole #pringao
#nomesigas
En fin, no le hice demasiado caso y me dirigí
hacia el colegio. Ese día nos dieron una ch.arla
10. sobre las redes sociales. El profe~or que impar-
tía la sesión nos hizo varias preguntas:
-A ver, chicos, ¿quién de vosotros tiene móvil?
«¡Yo, yo, yo, y yo, y yo también!», todos levan-
taron la mano gritando menos yo, que miré ha-
cia abajo y no dije nada.
-Juan -dijo Carlos para reírse de mí-, ensé-
ñale el tuyo que es el último modelo, ja, ja, ja.
-Vale chicos -continuó el profesor cortando la
situación-, ¿y quién de vosotros usa alguna
red social?
-¿ WhatsApp cuenta como red social, profe? -
preguntó un compañero.
-WhatsApp es un programa de mensajería ins-
tantánea, pero puedes hacer casi las mismas
cosas que en cualquier red social' así que pode-
. ~
mos decir que s1.
-Entonces yo WhatsApp.
-Yo uso Instagram Y Twitter -dijo Vero.
-Yyo.
-Y yo también.
-Pues yo tengo Twitter.
-Ah y yo también.
-Y yo Facebook, bueno es el de mi madre, pero
lo uso yo.
Yo seguía como si la cosa no fuera conmigo.
Algunos chicos seguían señalándome con el
dedo y riéndose de mí. El profesor continuó
con su charla explicando las ventajas de las
redes sociales y muchos de los inconvenien-
tes. Nos explicó que todos estábamos come-
tiendo un delito ya que la edad mínima para
registrarse en una red social es de 14 años y
si hablamos de WhatsApp, 16 años.
a67 •
11. Nos quedamos sorprendidos porque no losa-
bíamos, pero a mí me daba igual, todos tenían
n1óvil con WhatsApp y redes sociales y no pa-
saba nada. Todos, ... ¡menos yo!
-No me corresponde a m.í decir que uséis o no
las redes sociales -terminó diciendo el profe-
sor-, solo os recomiendo que hagáis un uso
responsable.
Salí al patio directo a mi rincón de siempre,
junto a una de las ventanas del comedor. Mien-
tras me acercaba, notaba que algo no iba bien.
·un grupo de chicos estaba allí, esperándome.
Pensé en darme la vuelta, pero ya me habían
visto.
-jEh, Juan! Ven con nosotros -dijo uno de
ellos con tono autoritario-, queremos hablar
contigo.
-¿Qué queréis? ¡Dejadme en paz!
-Es una entrevista para la televisión, ¿qué se
siente siendo el único del mundo que no tiene
móvil? -dijo mientras se reía y miraba al resto
para que también lo hicieran.
Comenzaron a decir cosas sobre mí, a insul-
tarme. Entré en modo «paso de todo» y ya no
escuchaba lo que me decían. Solo_quería que
se fueran de una ,vez y me dejaran en paz.
En ese momento apareció Lisa e intentó de~
fenderme. Les dijo que me dejaran tranquilo
y que se fueran a otra parte. Ahora se reían
también de Lisa y me estaba enfadando, te-
nía ganas de pegarles, pero no hice nada.
Me empujaron y me golpeé en la cabeza con-
tra el cristal de la ventana, mientras seguían
insultando a Lisa. Me hice daño, pero me do-
lieron 1nás fos insultos a Lisa que el golpe en
la cabeza. Por suerte, un profesor pasó por
allí y se los llevó castigados.
EL ~ESTO OEL OÍA NO FUE ME!~.
12. Sabía que esto no había hecho más que empe-
zar. Seguro que los chicos se vengarían de mí
al día siguiente por el castigo.
~staba deseando que tocara el timbre para
irme a casa. Salí corriendo y desde la puerta
del colegio deseé que no existieran ni los móvi-
les ni Internet. Lo deseé con todas mis fuerzas.
;;;tJESEO QUE INTEfNET CESAPAeEZ.CAm
mOESEO QUE HAOIE TENQA Móv'IL!H
;;;OESEO QUE HAOA OE E,o E,CISTA NUNCA MÁSm
En ese momento un relámpago brilló sobre el
cielo y empezó a llover a cántaros.
;LO QUE ME FALTABA!
No tenía ganas de llegar a casa, estaba dema-
siado enfadado. Me senté en un portal bajo un
balcón para ver si paraba de llover. No podía
contener la rabia. Quería realmente que no
.d701
existieran los teléfonos móviles, ni Internet.
Lo deseaba con todas mis fuerzas. No entendía
cómo mis compañeros podían ser tan crueles,
no les había hecho nada.
Seguí caminando y llegué a casa empapado y
enfadado. Por la noche, ya en mi cama, volví
a desear que no existieran los móviles. Pensé
en cómo sería vivir sin tanta tecnología, en si
sería mejor o sería un desastre, en si merecía
la pena vivir mirando a una pantalla o a un
paisaje..., y pensando en un paisaje me quedé
dormido como un bebé.
10 QUC NO SAt>ÍA
lODAVÍA es QU[ PRON10
MC lr>A A ARR[P[NllR
D[ DCSCAR COSAS
QU[ [N RCAllDAD
NO DCSCO.
m
13. Capítulo
•••• ····==
····•· ····-·
. ......
• ••••••
■■ !ltll
■■ ■■■ CUI
••• •• a m
•• •• ,tii
• • • • • M
■■■■ IIIII G r;H
•••• ~5
El extraño y fatídico
peor día de toda
la humanidad
14. ;)
NOMOFOBIA
Miedo irracional a salir de casa
sin el teléfono móvil .
FOLLOWER '
r
Persona que desea «seguir» lo que 1
otros publican en las redes so-
ciales . Lo malo de los foLLowers
es que, igual que vienen, se van .
L.IHESHUNTER
Se trata del usuario que se des-
vive para conseguir que el resto
de amigos y seguidores hagan clic
en «me gusta», retweets y mencio-
nes de cada una de sus publica-
ciones en las redes sociales.
o
/
1 1 1
1
71
I
15. AMA~ECE EL PE0i OiA OE T0OA LA HUMANIOAO.
Igual me he pasado un poco, pero ese día lo re-
cordaré siempre. Mi madre me despertó para
ir al colegio pero sentí algo extraño. Miré por
la ventana pero esta vez no me fijé en el tiem-
po, obs·érvé que había mucha gente en la calle.
Hablaban entre ellos y parecían muy nervio-
sos. Varios coches de policía pasaron contro-
lando la situación. Fui al salón y vi que mi pa-
dre estaba intentando llamar desde su móvil
pero no funcionaba y tampoco lo hacía el de mi
1nadre, ni el ordenador, ni la tele. Estaban un
poco nerviosos porque parecía que había un fa-
llo y no funcionaba ningún aparato electrónico
y lo peor era que parecía que nadie sabía nada.
Mis•padres dudaron si dejarme ir al colegio o
no. No sabían lo que estaba ocurriendo y esta-
ban preocupados. ¡No me lo podía creer! Recor-
dé, entonces, mi deseo del día anterior. Empe-
cé a pensar que se había cumplido. Pero ¿cómo
era posible?
«Imposible, no, no, no, llevo tres años deseando
un móvil y nunca se ha cumplido. ¿Cómo se va
a cumplir este? ¡Es una casualidad! ¿O no?», no
entendía nada.
De camino al colegio observé lo nerviosa que
estaba la gente por las calles. Todos con el mó-
vil en la mano e intentando descu~rir qué es-
taba pasando. Nadie sabía nada.
En el colegio más de lo mismo. Los ordena-
dores no funcionaban, parecía que tenian un
virus. Los móviles de los profesores tampoco
y todo el 1nundo repetía lo mismo: «¡No fun-
ciona nada!».
Fue difícil dar clase, los profesores no podían
conectar los ordenadores ni imprimir. Incluso
nuestro tutor, con los nervios, intentaba lla-
mar con el borrador y borrar la pizarra con el
móvil. Nos explicaron que debía tratarse de un
problema grave, que nunca antes habia pasa-
do algo así.
16. Al salir del colegio descubrí que en el pue-
blo reinaba el caos. Había gente intentando
sacar dinero de los bancos, pero no funcio-
naban los cajeros y tampoco los ordenado-
res, así que las oficinas cerraron. Lo mismo
pasó con el supermercado, no podían vender
porque no funcionaban las cajas y no podían
controlar los productos, solo en las tiendas
pequeñas se podía comprar. Se rumoreaba
entre la gente que en los hospitales también
los problemas eran graves, que había perso-
nas en peligro porque muchas máquinas ha-
bían dejado de funcionar. «¿Qué está pasan-
do?», me repetía continuamente. Lo peor es
que nadie sabía nada. La televisión tampoco
iba y no llegaba ningún tipo de información,
salvo el boca a -
boca.
Más tarde se empezó a rumorear que algu-
nas emisoras de radio habían conseguido re-
transmitir noticias y empezaban a llegar las
primeras tiradas de algunos periódicos. Lo
único que se sabía es que a]guna especie de
virus había infectado todos los ordenadores
Y dispositivos móviles. Todavía no se sabía el
alcance, pero se sospechaba que era a nivel
mundial.
La policía intentaba calmar a la muchedum-
bre explicando que seguro que había expertos
trabajando para solucionar el problema y que
en breve se restablecerían todas la~ comunica-
c10nes.
Me encontré con Lisa y quise preguntarle. Ella
lo sabe todo, así que igual había leído algo en
sus libros.
-¡Lisa, qué fuerte!
-Sí, es bastante grave. Mis padres están preo-
cupados y_no paran de repetir que sabían que
esto ocurriría algún día.
-¿Pero sabes qué puede pasar'? ¿Alguien puede
desconectarlo todo?
17. -Según he leído, algunos países pueden con-
trolar y desconectar los servidores centrales
pero, para que dejaran de funcionar comple-
tamente, se tendría que poner de acuerdo
todo el mundo, lo cual es imposible. Así que
debe ser algún virus muy potente, pero me
extraña que no lo hayan detectado. Todo esto
es demasiado raro.
Me armé de valor y le dije lo que pensaba:
-Lisa, ¡he sido yo!
-¿Cómo que has sido tú? ¿Qué estás diciendo?
-Que he sido yo el que lo ha provocado.
-¿Qué dices? ¿Te ha afectado el golpe en la ca-
beza? Perdona Juan, me he pasado, lo siento.
-No, en serio. He sido yo.
-¿Por qué piensas eso?
e80 •
-Ayer, después de un día tan horrible, deseé
con todas mis fuerzas que desapareciera todo:
los móviles, Internet... Lo deseé con tantas ga-
nas que se ha cumplido.
-¡Juan~ ¡Eres ffiUUUUUVVVVV tonto,
pero que muy, muy tonto!
-Gracias Lisa, ya me siento mejor.
-Vamos a ver, ¿no entiendes que eso es ünpo-
sible? No puedes pedir un deseo así y que se
cumpla. Es una casualidad.
-Sí, una casualidad. Pues justo en el momento
en el que pedí el deseo sonó un rayo.
-Juan, lo que se oye es el trueno, no el rayo.
-¡Vale, listilla! Pues en ese momento sonó un
trueno que casi me cago en los pantalones.
¿Eso también es casualidad?
es1 B
18. -¡Pues claro! Tranquilo que todo esto se•arre-
glará. Tú no tienes la culpa. ¡No seas tonto!
-Pero... 1ne siento mal por haberlo deseado
'
me gustaría que todo volviera a ser como an-
tes, aunque siga siendo el único en el mundo
que no tenga móvil.
La hubiera abrazado, pero no me atreví.
Me despedí y regresé a casa.
Esa noche fue complicada. Mís padres estaban
pendientes de ]a radio. No había novedades.
Mis padres comentaron que, de pronto, pare-
cía que el mundo se había reducido: de conocer
en segundos lo que ocurría en cualquier par-
te del planeta a cualquier persona a no saber
nada de nadie.
Me acosté tarde porque, como creo que a
mucha gente, me costaba conciliar el sueño.
Mirando al techo de mi habitación imagina•
ba J.o que pasaría si esto fuera para siempre.
Volvería a quedar con mis amigos como an-
tes. En casa pasaría más tiempo con mis pa-
dres, sin televisión, sin Internet y sin móvi-
les. Luego pensé en todo lo que aprendemos
con los ordenadores y lo fácil que es comu-
nicarse y estar informado de lo que pasa en
el mundo. No paraba de darle vueltas a la
cabeza, ¿y si yo tenía la culpa de todo lo que
estaba pasando? , -
QUEfíA OOflMliME Y QUE AL OESPEITAfl TOCO
HUSIEflA SIOO UN SUEÑO PEiO... NO FUE ASÍ.
19. Capítulo
••••
••••••
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111&1 G ■
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Los ;TlCMOlOJBlS1
salen a la calle
..
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'111
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íj
•
i
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•
•
1
20. 20MSI
Persona que se supone muerta Y
que ha sido reanimada por arte
de brujería, con el fin de domi-
nar su voluntad. AtontadoJ que
1,
se comporta como un autómata. '
TECN020MB I ¡
Persona que camina centrada en
su móvil sin prestar atención a
su entorno.
Pl-iUSBfNG
El acto de aquellas personas que es-
tán todo el tiempo pendientes de su
teléfono móvil en lugar de prestar
atención a las personas con las que
están en ese momento.
o
B FunNews
Amanece el tercer día sin In-:
ternet ni conexiones móviles.
El caos va en aumento y la gen-
te está realmente preocupada.
Foto: Fun Ncws
Escena habitual estos días.
: Un canal de TV ha conseguido
emitir en analógico y es posible
ver las noticias aunque la infor-
mación es todavía muy confusa.
Según los datos de
los medios de co-
municación, un vi-
rus ha secuestrado
la información de
los or9enadores y
ha conseguido blo-
quear las conexiones
de los servidores a
Internet, por lo que
todas las comunica-
ciones a través de la
Red están saturadas.
Informan de que
expertos informá-
ticos y grupos de
hackers están tra-
bajando para solu-
cionar el problema.
21. Habían pasado ya tres días sin tecnología..
Nunca había visto tanta gente por las calles.
Algunos vecinos comentaban horrorizados que
no sabían nada de sus familiares y seres que-
ridos.
La mayoría de personas no podían ir a traba-
jar._Muchas e1npresas estaban cerradas por-
que dependían de los sistemas informáticos.
Los bancos seguían cerrados, los cajeras sin
funcionar y la gente se estaba empezando a al-
terar.
Mis padres me acompañaron al colegio. Antes
no lo hacían, pero ahora estaban realmente
preocupados por la situación.
Me encontré con Vero. Estaba muy rara. Se
quedó mirándome fijamente, puso morritos y
su pose de foto Instagram.
-Hola Juan -dijo.
Uas B
-Ehhh... Hola Vero, ¿qué quieres?
Volvió a poner morritos. No parecía ella. Su
mirada estaba ausente, como... ¿sin vida?
-¿No me dices nada?
-¿Qué?
-¿Estoy bien? ¿Estoy guapa? -dijo volviendo a
poner morritos.
-Ehhh... Sí, sí, cla... claro, ¿por?
-Ya no tengo a nadie. No tengo followers. Mis
followers han desaparecido.
Miraba continuamente la pantalla negra del
móvil. No 1ne dijo nada más. Siguió can1inando
hacia su clase. Nunca la había visto así. Era
curioso, hace dos días Vero pasaba de todo el
inundo y ahora todo el mundo pasaba de ella.
22. Por suerte, con el caos de los últimos días,
nadie se acordaba de mí. y el día en el colegio
transcurrió con nonnalidad.
Ya en cai:;a, 1niraba por la ventana a la gen-
te. A «los abuelos>> parecía no afectarles casi
nada lo que estaba sucediendo. E::;taban, como
de costu1nbrc, echando su partida y hablando
entre ellos. Claro, ellos han vivido más tiempo
sin tecnología que con ella. LoR nifios pequeños
ia1npoco so veían muy afectado8. Allí estaban,
jugando en lo~ columpios o en los toboganes y
tirados por el suelo.
Con el resto de la gente no pasaba lo 1nis1no.
Caminaban de un lado a otro cmno sin saber
qué hacer. Sacahan continuamente el móvil
dol bolsillo para comprobar si funcionaba. Lue-
go n1c enteré de que no era por eso, lo sacaban
porque creían que les había vibrado, compro-
baban que era una falsa alunna y lo volvían a
guardar.
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23. Parecían 20..MBlS:, con distinto grado de
«zombiedad», claro, dependiendo del tiempo
que llevaran «muertos». Los más graves to-
davía no habían salido de casa, como. era el
caso de Rob. No había ido al colegio en estos
tres días. J'J"o sabía nada de él.
A Carlos y a Dani me los crucé varias veces
. '
en el colegio y por la calle, pero era como si
no me vieran, estaban desubicJ1:dós·, sin sa-
ber qué hacer, con la mirada perdida, como
si les hubie.ran -robad.o... ¿el cerebro?' Busca-
ban desesperadamente algún Poké-mongol,
pero todos habían desaparecid;o~ ya no había
Rata~pas, ni Rati-tape, ni Rati-chu y mucho
menos el deseado Pic-achús.
Empezaba a entender un poco lo que la tecno-
logía estaba haciendo con algunas personas.
Escuché en la radio que mucha gente estaba
siendo atendida por crisis de ansiedad. Decían
que los síntomas eran temblores, sudores y, en
algunos casos, problemas digestivos y náuseas.
Según explicaban, los efectos eran peores en
función de su dependencia a la tecnología.
Todavía me sentía culpable ·por pedir el deseo.
Quería hacer algo, quería ayudar, pero no sa-
bía cómo, aunque pronto lo averiguaría.
Lisa decía que era una casualidad, p~ro lo que
estaba a punto de ocurrir... ¿también iba a ser
una casualidad? lfflPOfi51e.