El documento describe dos deportes extremos: el rafting extremo, que implica navegar ríos de clase V y VI con aguas turbulentas y olas de más de 2 metros, requiriendo gran técnica y experiencia; y el street luge, en el que los participantes se deslizan tumbados en monopatines de aluminio a velocidades de hasta 130 km/h, lo que lo hace peligroso debido al riesgo de colisiones fatales.