Manuel Alonso habla sobre la relevancia de encontrar el tipo de letra que represente a nuestra marca, ya que ello determina las primeras impresiones, algo fundamental a la hora de provocar un impacto visual.
Asimismo, nos enumera una serie de consejos para lograr una mayor llamada de atención a través de la tipología, en los que tiene en cuenta tanto la fuente, como el formato o la forma, para lograr una selección tipográfica; como él mismo señala: “estética, pero ante todo pragmática”.
1. ¿Cuál es la mejor tipografía para tus
contenidos?
Por Manuel Alonso 25-10-2018
Hoy en día, la tipografía se inclina más hacia una
forma de arte, superando las fronteras de la
gramática y el estilo, para impactar desde el
aspecto visual y de diseño. En términos
estrictamente gráficos, la tipografía es considerada
un elemento tan importante como las imágenes
mismas.
Un elemento que ha permitido incrementar y
perfeccionar el desarrollo de la tipografía ha sido
la creación del mundo digital, especialmente las
computadoras y los procesadores de texto, así
como también los programas de manipulación de
imágenes. Todos ellos han contribuido al desarrollo de diferentes modelos,
diseños y variantes de tipografías que pueden abarcar los grupos más diversos.
Su preponderancia es tal que un cambio en el tipo de fuente podría significar dar
otro contexto y personalidad al mensaje, sea cual fuere el medio. Por tanto, la
exigencia de encontrar el tipo de letra que mejor nos represente es esencial,
especialmente en un mundo donde las primeras impresiones son determinantes.
El contenido es el rey, y hay que tratarlo como tal, bajo el riesgo de que una mala
elección o aplicación de la tipografía, lo termine derrocando. ¿Cómo entonces
lograr el mejor impacto y relevancia a través de la utilización acertada de la
tipografía? He aquí algunos consejos:
Empecemos por la forma. Todas las tipografías transmiten un mensaje propio,
por eso se debe de elegir cuidadosamente el estilo de la fuente. La lógica indica
que hay que buscar una tipografía que exprese con su forma el significado del
texto, por ejemplo, algo disruptivo contra algo clásico. Pero si no estás seguro de
lograrlo, simplemente hay que seleccionar una que no exprese lo contrario.
Otra regla es la de no mezclar fuentes. Cuando tenemos frente a nosotros una
oferta rica en alternativas, despierta una enorme tentación por usarlas todas.
Abusar del empleo de fuentes diversas, tanto en pantalla como en papel, puede
confundir y distraer la atención del lector. Una regla común es no utilizar más de
tres fuentes diferentes en un texto o diseño, aunque como en toda regla,
invariablemente hay excepciones.
2. Es de muy mal gusto, además de poco estético, utilizar solo mayúsculas, pues
dificulta la lectura. Si bien las letras capitales al inicio del texto harán que se vea
mucho más pulcro e incluso le dará frescura al cuerpo del texto, usar todo el
escrito en mayúsculas puede volverse ilegible, además que se puede incurrir en
un error gramatical. Hay quien lo hace para ahorrarse los acentos.
Considera siempre tu público objetivo. Con frecuencia caemos en el yerro de
elegir el tamaño de fuente de manera egoísta, debemos anteponer ante todo al
lector, pues nunca tenemos la certeza de quién va a leer ese contenido. Lo
conveniente es seleccionar un tamaño de letra accesible para todos, desde un
joven de 18 años hasta un adulto de 60 años.
Estamos familiarizados a leer textos con ciertos tipos de letras. Hay quienes
incorporan las cursivas como una forma de romper la monotonía, aunque lo
apropiado es utilizarlas con moderación. Se acomodan bien cuando el texto es
largo, pues nos invita a leerlo. Las cursivas y versalitas funcionan para
acompañar al texto, pero nunca como norma.
El tamaño si importa. Me refiero a la extensión de una línea de texto, es decir el
ancho de la columna.
Si es demasiado larga o demasiado corta, el lector tendrá que lidiar para construir
las frases, y esto se convertirá en una gran distracción. Hay diferentes teorías
sobre cuál es la longitud de línea ideal. Los expertos recomiendan que 66
caracteres es lo mejor para una legibilidad óptima, aunque cualquier tamaño
entre 45 y 75 caracteres es admisible.
No permitamos que un trabajo notable sea ignorado o desechado por su
inapropiada presentación. Examinemos con seriedad la selección tipográfica
desde un punto de vista estético, pero ante todo pragmático.
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