1. ORACIÓN PARA ANTES DEL EXAMEN DE
CONCIENCIA
Mirad, oh amado y buen Jesús, un pecador, postrado lleno
de confianza a vuestros pies. Mis pecados me llenan de
temor y no encuentro otro refugio que vuestro amantísimo
Corazón. A la vista de ese divino Corazón, la confianza
vuelve otra vez a mi alma. Soy, en verdad, oh Señor, el más
ingrato de vuestros hijos, que tan mal ha correspondido a
vuestro amor, ofendiéndoos a Vos, que sois mi Padre
bondadosísimo. Ya no soy digno de ser llamado hijo
vuestro. Pero mi pobre corazón no puede vivir sin Vos.
Merezco un juez severo; pero en vez de esto, encuentro un
Dios, lleno de ternura y amor, clavado en la cruz, por mi
bien, y con los brazos abiertos, dispuesto a recibirme, cual
Padre amoroso.
Vuestras cinco llagas son como otras tantas lenguas que
me invitan al arrepentimiento y hablan a mi pobre corazón:
vuélvete, hijo mío, vuélvete a mí, arrepiéntete y no dudes
de mi amor y de mi perdón.
Acabad, oh dulce Maestro la obra que en vuestra infinita
caridad habéis comenzado. Concededme un poco de
aquel conocimiento y de aquel dolor que Vos teníais de mis
pecados, cuando en el huerto de los olivos sudasteis
sangre a la vista de ellos, y caísteis como muerto sobre
vuestro sagrado rostro, para que yo comprenda el peso y
la malicia del pecado y conciba un verdadero dolor.
Iluminad mi entendimiento para que conozca claramente
mis pecados. Fortaleced mi voluntad para aborrecer mis
pecados y arrepentirme de todos ellos.
Oh María, Madre de los dolores, ayudadme en esta grande
tribulación de mi alma.
Ángel de mi guarda, patronos míos, rogad por mí, para que
haga una buena confesión. Así sea.
Examen de conciencia
-Lazos de amor Mariano:
http://www.lazosdeamormariano.net/i-conocimiento-del-
mundo/5-la-tentacion-y-el-pecado/197-examen-de-
conciencia
-Padre Jorge Loring, Compendio para salvarte,
p1232: [https://www.dropbox.com/s/pvwashsxf2p9s7b/al
confesarte - compendio para salvarte - p. jorge
loring.pdf?dl=0)
Realizar el propósito de enmienda.
Reflexión
"es el conocimiento de Dios lo que hace nacer el sentido
de pecado, y no a la inversa"
Esto es, no alcanzaremos a comprender qué es el pecado
y sus consecuencias mientras no percibamos primero la
bondad de Dios al crearnos y amarnos...
El pecado no es un simple error, o un accidente o una
norma que me salté. El pecado es una decisión que tomo
en mi relación con Dios.
En el fondo, le estoy diciendo a Dios que sus cosas, lo que
ha decidido, lo que ha pensado, el tiempo que ha dedicado
a crearnos, proyectar este mundo en este universo,
crearnos a su imagen y semejanza, darnos su mérito y su
gracia, eso, no nos importa.
A CRISTO CRUCIFICADO
Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante
vuestra Santísima presencia; os ruego, con el mayor fervor
y compasión de que soy capaz, imprimáis en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Verdadero
dolor de mis pecados, propósito firmísimo de jamás
ofenderos. Mientras que yo, con todo el amor de que soy
capaz voy considerando vuestras cinco llagas,
comenzando por aquello que dijo de Vos, oh buen Jesús,
el santo profeta David: ¡«Han taladrado mis manos y mis
pies y se pueden contar todos mis huesos.»
DEVOCIÓN A LAS CINCO LLAGAS
Al estar de rodillas ante Vuestra imagen sagrada, oh
Salvador mío, mi conciencia me dice que yo he sido él que
os ha clavado en la cruz, con estas mis manos, todas las
veces que he osado cometer un pecado mortal.
Dios mío, mi amor y mi todo, digno de toda alabanza y
amor, viendo como tantas veces me habéis colmado de
bendiciones, me echo de rodillas, convencido de que aún
puedo reparar las injurias con que os he inferido. Al menos
os puedo compadecer, puedo daros gracias por todo lo que
habéis hecho por mí. Perdonadme, Señor mío. Por eso con
el corazón y con los labios digo:
A LA LLAGA DEL PIE IZQUIERDO
Santísima llaga del pie izquierdo de mi Jesús, os adoro. Me
duele, buen Jesús, veros sufrir aquella pena dolorosa.
Os doy gracias, oh Jesús de mi alma, porque habéis
sufrido tan atroces dolores para detenerme en mi carrera
al precipicio, desangrándoos a causa de las punzantes
espinas de mis pecados.
Ofrezco al Eterno Padre, la pena y el amor de vuestra
santísima Humanidad para resarcir mis pecados, que
detesto con sincera contrición.
A LA LLAGA DEL PIE DERECHO
Santísima llaga del pie derecho de mi Jesús, os adoro. Me
duele, buen Jesús, veros sufrir tan dolorosa pena.
Os doy gracias, oh Jesús de mi vida, por aquel amor que
sufrió tan atroces dolores, derramando sangre para
castigar mis deseos pecaminosos y andadas en pos del
placer.
Ofrezco al Eterno Padre, la pena y el amor de vuestra
santísima Humanidad, y le pido la gracia de llorar mis
transgresiones y de perseverar en el camino del bien,
cumpliendo fidelísimamente los mandamientos de Dios.
A LA LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA
Santísima llaga de la mano izquierda de mi Jesús, os
adoro. Me duele, buen Jesús, veros sufrir tan dolorosa
pena.
Os doy gracias, oh Jesús de mi vida, porque por vuestro
amor me habéis librado a mí de sufrir la flagelación y la
eterna condenación, que he merecido a causa de mis
pecados.
Ofrezco al Eterno Padre, la pena y el amor de vuestra
santísima Humanidad y le suplico me ayude a hacer buen
uso de mis fuerzas y de mi vida, para producir frutos dignos
de la gloria y vida eterna y así desarmar la justa ira de Dios.
A LA LLAGA DE LA MANO DERECHA
Santísima llaga de la mano derecha de mi Jesús, os adoro.
Me duele, buen Jesús, veros sufrir tan dolorosa pena.
Os doy gracias, oh Jesús de mi vida, por haberme
abrumado de beneficios y gracias, y eso a pesar de mi
obstinación en el pecado.
Ofrezco al Eterno Padre la pena y el amor de vuestra
santísima Humanidad y le suplico me ayude para hacer
todo para mayor honra y gloria de Dios.
A LA LLAGA DEL SACRATÍSIMO COSTADO
Santísima llaga del Sacratísimo costado de mi Jesús, os
adoro. Me duele, Jesús de mi vida, ver como sufristeis tan
gran injuria.
Os doy gracias, oh buen Jesús, por el amor que me tenéis,
al permitir que os abrieran el costado, con una lanzada y
así derramar la última gota de sangre, para redimirme.
Ofrezco al Eterno Padre esta afrenta y el amor de vuestra
santísima Humanidad, para que mi alma pueda encontrar
en vuestro Corazón traspasado un seguro refugio. Así sea.
ORACIÓN A LA LLAGA DEL CORAZÓN DE JESÚS
Oh dulcísimo Jesús mío, sea la llaga de vuestro
Sacratísimo Corazón mi refugio, mi fuerza y protección
contra vuestra justa ira, contra el pecado, y en especial
contra el pecado mortal, contra los engaños de la carne,
del mundo y del demonio y defensa contra mí amor propio,
contra todos los males del cuerpo y del alma.
Sea vuestra llaga sacratísima la tumba donde sepultar mis
innumerables pecados, los cuales detesto y aborrezco,
echándolos en el abismo abierto de esta santísima llaga,
abierta por el amor, para nunca jamás volverlos a ver.
Oh amabilísimo Jesús, por la llaga de vuestro Corazón,
concededme una sola gota de esa sangre preciosísima
que de él fluye, como prenda de eterno perdón de mis
pecados.
En esta llaga profunda, escondedme y guardadme allí
como prisionero de amor; allí purificadme, disolvedme,
cambiadme en un amante de vuestro Corazón llagado.
Convertidme en otro Corazón de Jesús, para que así no
piense, ni diga ni haga nada, sino lo que es de vuestro
mayor agrado. Así sea.
SALUDOS A LAS SANTAS LLAGAS (De Santa Matilde)
Llagas de mi Jesús, os saludo. Os saludo en la
omnipotencia del Padre que os ha decretado; en la
sabiduría del hijo que os ha sufrido y en la bondad del
Espíritu Santo, que por vuestro medio ha redimido el
mundo. Os recomiendo mi alma. Protegedme contra las
asechanzas del tentador, en la vida y en la hora de mi
muerte. Así sea.
SALUTACIÓN A LA LLAGA DEL HOMBRO DE
JESUCRISTO
Oh amantísimo Jesús, Cordero mansísimo de Dios, yo,
miserable pecador, saludo y venero la llaga sacratísima del
hombro en que llevaste tu pesada cruz, que desgarró tu
carne y descubrió tus huesos causándote un dolor mayor
que el de cualquiera otra llaga de tu sacratísimo cuerpo. Yo
te adoro, oh afligidísimo Jesús: te alabo, bendigo y
2. glorifico, y te doy gracias por esta sacratísima y
dolorosísima llaga, rogándote por su excesivo dolor y por
el enorme peso de tu cruz, tengas misericordia de mí
pecador, me perdones todos los pecados mortales y
veniales, y me conduzcas al cielo por el camino de tu cruz.
Así sea.
Dios mío, mi único bien y mi todo. Vos sois todo para mí,
sea yo todo para vos.
SONETO A CRISTO CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido (humillado y ridiculizado)
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas (insultos, agravios y ofensas contra la
dignidad y honra) y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Lo Había Prometido - Wilson Tamayo
https://youtu.be/H5nTAeiWw6M
SALMO 50 Misericordia, Dios mío (Salmo penitencial)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu Santo Espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
DESPUÉS DEL EXAMEN DE CONCIENCIA (acto de
contrición)
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y
Redentor mío: por ser Vos quien sois, y porque os amo
sobre todas las cosas, me pesa, Señor, de todo corazón de
haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más
pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme, cumplir la penitencia que me fuere impuesta;
os ofrezco mi vida, mis obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados, y así como os lo suplico, así confío en
vuestra divina bondad y misericordia infinita me los
perdonaréis por los méritos de vuestra preciosa Sangre,
Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y
perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida.
Así sea.
¡Mi Jesús, azotado en la columna por mis
deshonestidades! ¡Mi Señor, coronado de espinas por mis
malos pensamientos! ¡Mi Dios agonizando de pena en el
huerto, por mis ingratitudes! ¡El Rey del cielo y tierra tenido
por loco y pospuesto a Barrabás por mi soberbia! ¡El autor
de la vida puesto en una cruz por mis malditas culpas! ¿Y
yo no lloro? Pero no, que ya se enternece el corazón al
considerar que yo fui causa de tantos dolores; ya se
angustia mi corazón; ya clamo a las puertas de vuestra
clemencia.
Dios mío, fuente de misericordia, tened por bien, de
limpiarme de mis pecados. Pequé, Dios mío por flaqueza,
contra Vos, Padre Eterno, Todopoderoso; por Ignorancia,
contra vuestro Unigénito Hijo, Sabiduría infinita; y por
malicia contra el Espíritu Santo. Con estas culpas os
ofendí, Trinidad Soberana. Ayudadme, oh mi dulcísimo
Jesús, con vuestra gracia que todo lo puede. En Vos pongo
toda mi confianza. Oh Jesús mío, para Ti vivo, para Ti
muero, oh Jesús mío, soy Tuyo en vida y muerte. Así sea.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
Gracias, oh Padre Celestial, gracias infinitas os doy, por el
inmenso beneficio que acabáis de concederme. Habéis
purificado mi pobre alma con la Sangre preciosísima de
vuestro divino Hijo, mi buen Salvador.
Os ofrezco esta mi confesión y mi penitencia en unión con
todos los actos de penitencia que hicieron todos los santos
y en especial la de nuestro Señor Jesucristo, su santísima
Madre y San José, pidiendo a vuestra bondad paternal que
os dignéis aceptarlos y hacerlos meritorios para mi eterna
salvación. Lo que haya podido faltar a la sinceridad de mi
preparación, a mi contrición y a la acusación de mis
pecados, lo pongo todo en el Corazón adorable de mi buen
Jesús, tesoro infinito de todo bien y de todas las gracias.
Os ofrezco, oh Padre Eterno el Corazón de vuestro divino
Hijo, con todo su infinito amor, todos sus sufrimientos y
todos sus méritos para digna satisfacción de mis pecados.
Madre dulcísima de Jesús, María, acordaos que sois
también mi madre, Mi pobre alma os fue encomendada por
Jesús mismo. En la cruz fue El quien me os dio por Madre.
Obtenedme, pues, oh tierna Madre, la gracia de sacar de
este santo sacramento todos los frutos que Jesús quiere
que yo alcance. Alcanzadme, oh amabilísima Madre, por
los dolores que sufristeis al ser separada de Jesús, vuestro
divino Hijo, un amor ardiente y fiel a Jesús. ¡Muestra que
eres mi Madre!
Ángel de mi guarda, mi dulce compañía; mis santos
patronos y todos los ángeles y santos de Dios, interceded
por mí y alcanzadme la gracia de cumplir fielmente con mis
propósitos. Así sea.
Mi pasado, Señor lo confío a tu Misericordia. El presente a
tu Amor. Mi futuro a tu Providencia. Entre tus manos esta
mi vida Señor. Padre Pío.
Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR
PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.