Tema: Cómo orar de modo sencillo en la Divina Voluntad. Talleres de las Horas de la Pasión. Del Libro de las Horas de la Pasión de la S.D. Luisa Piccarreta
2. Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad
Ven Jesús:
a pensar en mi mente
a mirar en mis ojos
a respirar en mis respiros
a escuchar en mis oídos
a hablar en mi boca
a circular en mi sangre
a moverte en mis movimientos
a palpitar en mi corazón
a amar y a perdonar en mi
a obrar en mis manos y
a caminar en mis pies
INVOCACIÓN A LA DIVINA VOLUNTAD
3. - Ciño mi cabeza con tus
espinas Jesús,
- emperlo mi lengua con tu
amargura,
- revisto mi alma con tu
sangre,
- me adorno con tus llagas,
- traspaso mis manos y mies
pies con tus clavos, y como
otro Cristo me presento ante
la Divina Majestad.
ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO
4. ORACIÓN DE PREPARACIÓN ANTES DE CADA HORA
¡Oh, Señor mío Jesucristo!, postrado ante tu divina presencia,
suplico a tu amorosísimo Corazón que quiera admitirme a la
dolorosa meditación de las 24 Horas de tu Pasión, en las que por
amor nuestro quisiste sufrir tanto en tu cuerpo adorable y en tu
alma santísima, hasta llegar a la muerte de cruz. ¡Ah!, ayúdame,
dame tu gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus
padecimientos, mientras medito la hora ____.
Y por aquellas horas que no puedo meditar, te ofrezco la voluntad
que tengo de meditarlas, y es mi intención meditarlas durante
todas aquellas horas en las que estoy obligado a ocuparme de mis
deberes o a dormir. Acepta, ¡oh misericordioso Jesús mío, Señor!,
mi amorosa intención, y haz que sea de provecho para mí y para
muchos como si efectivamente hiciera santamente todo lo que
quisiera practicar.
Te doy gracias, ¡oh Jesús mío!, por haberme llamado a unirme a ti
por medio de la oración; y para complacerte todavía más, tomo tus
pensamientos, tu lengua, tu Corazón y con ellos quiero orar,
fundiéndome del todo en tu Voluntad y en tu amor; y extendiendo
mis brazos para abrazarte, apoyo mi cabeza sobre tu Corazón y
empiezo..
5. Dulce Bien mío, ya te extiendes sobre la cruz, miras a los
verdugos, quienes tienen en sus manos los clavos y el
martillo que usarán para clavarte, pero los miras con tanto
amor y dulzura, que como que los invitas dulcemente a que
te crucifiquen de inmediato.
La Crucifixión ( 11- 12 a.m.)
6. Y ellos, aunque con gran repugnancia, te sujetan con
ferocidad inhumana la mano derecha, ponen el clavo y a
golpes de martillo hacen que salga por el otro lado de la
cruz; pero es tanto y tan tremendo el dolor que sufres,
¡oh Jesús mío!, que estás temblando: la luz de tus ojos
se eclipsa, tu rostro santísimo se pone lívido y pálido…
7. Diestra bendita, te beso, te compadezco, te adoro y
te doy gracias por mí y por todos. Por cuantos fueron
los golpes que recibiste, tantas almas te pido que
liberes en este momento de la condena del infierno
8. por cuantas gotas de
sangre derramaste, tantas
almas te ruego que laves en
tu preciosísima sangre;
y por el dolor atroz que sufriste,
sobre todo cuando te clavaron sobre
la cruz estirándote los nervios de los
brazos, te ruego que les abras a
todos el cielo y que bendigas a
todos; que tu bendición llame a la
conversión a todos los pecadores y a
la luz de la fe a los herejes e infieles.
9. ¡Oh Jesús mío, dulce Vida mía!, habiéndote crucificado ya la mano
derecha, tus enemigos, con inaudita crueldad, toman la mano
izquierda y te la jalan tanto, para hacer que llegue al agujero que ya
habían empezado, que sientes que se te dislocan las articulaciones
de los brazos y de los hombros, y por la violencia del dolor tus
piernas convulsionan y se contraen.
10. Mano izquierda de mi Jesús, te beso, te compadezco, te adoro
y te doy gracias; te ruego que por esos golpes y por los dolores
que sufriste cuando te la atravesaron con el clavo, me concedas
en este momento que tantas almas puedan emprender el vuelo
del purgatorio al cielo;
11. y por la sangre que derramaste te suplico que extingas las
llamas que atormentan a estas almas y que sea para todas
refrigerio y baño saludable que las purifique de toda mancha
disponiéndolas a la visión beatífica.
12. Amor mío y Todo mío, por el agudo dolor que sufriste cuando te
clavaron la mano izquierda, te ruego que les cierres el infierno a
todas las almas y que contengas los rayos de la divina justicia, que
por desgracia está tan irritada a causa de nuestras culpas.
13. ¡Ah, Jesús!, haz que este clavo sea en tu mano izquierda la llave que
le cierre para siempre la puerta a la divina justicia, para hacer que ya
no lluevan sus flagelos sobre la tierra y que al mismo tiempo abra los
tesoros de tu divina misericordia en favor de todos.
Por eso te suplico que nos estreches entre tus brazos.
14. Parece que ya has quedado inmóvil para todo,
quedando nosotros libres para poder hacerte
todo lo que queramos.
15. Por eso pongo en tus manos el mundo entero y a todas las
generaciones humanas, y te ruego Amor mío, con la voz de tu
misma sangre, que no le niegues a nadie el perdón y, por los
méritos de tu preciosísima sangre, te pido la salvación y la
gracia divina para todos, sin excluir a nadie.
16. ¡oh Jesús mío! Amor mío, Jesús, tus enemigos no están
satisfechos todavía; con ferocidad diabólica cogen tus
santísimos pies, siempre incansables en busca de almas
y, así como estaban, contraídos por la fuerza del dolor de
las manos, tiran de ellos tan fuertemente que quedan
descoyuntadas las rodillas, las costillas y todos los huesos
de tu pecho.
17. Mi corazón no puede resistir, oh Bien mío, al ver que por la vehemencia
del dolor, tus hermosos ojos eclipsados y cubiertos de sangre se
ponen en blanco, tus labios lívidos e hinchados por los golpes se
tuercen, tus mejillas se hunden, tus dientes tiemblan terriblemente, el
pecho te sofoca, y tu Corazón, por la tensión tan grande con la que
han sido estirados tus manos y tus pies, sufre violentas convulsiones.
18. ¡Amor mío, con cuántas ganas me pondría yo en tu lugar para
evitarte tanto dolor! Quiero extenderme sobre todos tus
miembros, para darte por todos alivio, para darte un beso, un
consuelo, una reparación por todo.
19. Jesús mío, veo que te colocan un pie sobre el otro y te los
atraviesan con un clavo, por añadidura sin punta. ¡Ah!,
permíteme que mientras el clavo te atraviesa los pies, te ponga
en el pie derecho a todos los sacerdotes para que sean luz de
los pueblos, especialmente a quienes no conducen una vida
buena y santa;
20. en tu pie izquierdo déjame poner a todos los pueblos,
para que reciban la luz de parte de los sacerdotes, los
respeten y les sean obedientes; y que así como te
atraviesa los dos pies, traspase a los sacerdotes y a
los pueblos, para que unos y otros no puedan
separarse de ti.
21. ¡Oh Jesús!, beso tus pies santísimos, los compadezco,
los adoro y les doy gracias por los dolores tan atroces que
sufriste cuando fuiste estirado, descoyuntándose todos tus
huesos; y por la sangre que derramaste, te suplico que
encierres a todas las almas en tus llagas.
22. No desdeñes a nadie, ¡oh Jesús! Que tus clavos crucifiquen
nuestras potencias para que no se separen de ti; nuestro
corazón, para que quede siempre y solamente fijo en ti; que
todos nuestros sentimientos queden clavados con tus clavos
para que no tomen gusto alguno que no provenga de ti.
23. ¡Oh crucificado Jesús mío!, te veo todo ensangrentado como nadando en
un mar de sangre, y estas gotas de sangre no hablan más que de almas;
es más, en cada una de estas gotas de sangre veo presentes a las almas
de todos los siglos; así que a todos nos contenías en ti, ¡oh Jesús! Por eso,
por la potencia de esta sangre te pido que jamás vuelva a huir nadie de ti.
25. ¡Amable Jesús mío!, tú me has llamado en esta Hora de tu Pasión para hacerte compañía y yo he venido. Me
parecía sentirte lleno de angustia y de dolor, orando, reparando y sufriendo, y que con tus palabras más
conmovedoras y elocuentes suplicabas por la salvación de todas las almas. He tratado de seguirte en todo, y
ahora, teniendo que dejarte para cumplir con mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte « gracias » y «
te bendigo ».
¡Sí, oh Jesús!, gracias, te lo repito mil y mil veces, y te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por
todos. Gracias y te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada pálpito, por
cada paso, palabra, mirada, amarguras y ofensas que has soportado. Por todo, ¡oh Jesús mío!, quiero sellarte con
un gracias y te bendigo. ¡Ah, Jesús!, haz que de todo mi ser salga hacia ti una corriente continua de gratitud y de
bendiciones, para atraer sobre mí y sobre todos la fuente de tus bendiciones y de tus gracias.
¡Ah Jesús mío!, estréchame a tu Corazón y con tus santísimas manos sella todas las partículas de mi ser con tu
bendición, para que así no pueda salir de mí más que un himno continuo de amor hacia ti.
Por eso me quedo en ti para seguirte en lo que haces, antes bien, obrarás tú mismo en mí. Y yo desde ahora dejo
mis pensamientos en ti para defenderte de tus enemigos, el respiro para cortejarte y hacerte compañía, el pálpito
para decirte siempre Te amo y repararte por el amor que no te dan los demás; las gotas de mi sangre para
repararte y para restituirte los honores y la estima que te quitarán con los insultos, salivazos y bofetadas, y dejo mi
ser para hacerte guardia.
Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones quiero quedarme en tu Corazón. Tengo miedo de salirme de
él, pero tú me tendrás en ti, ¿no es así? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de modo que me darás vida, amor y
estrecha e inseparable unión contigo. ¡Ah, te suplico, oh Jesús mío!, si ves que alguna vez estoy por apartarme de
ti, que tus latidos se hagan más fuertes en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a tu Corazón,
que tus ojos me miren y me hieran con sus saetas de fuego, para que al sentirte, de inmediato yo me deje atraer
hacia ti y así no se rompa nuestra íntima unión. ¡Oh Jesús mío!, hazme la guardia para que no vaya a hacer alguna
de las mías. Bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo todo lo que yo debo hacer.
Acción de Gracias después de cada Hora