1. 1)
Descubrimiento
Desde el punto de vista geográfico, aun cuando el mapa representado comprende toda la Península
Ibérica, el tema o asunto del que trata se refiere, sin duda, directamente a España o, dicho de otro modo,
Portugal no participa en él, aunque por la distribución de los símbolos, le debe afectar indirectamente,
como ocurre con el caso de Francia. A simple vista, no se aprecia qué papel representan Andorra y
Gibraltar.
Concretándonos a España, ésta se nos muestra profusamente dividida en circunscripciones que, desde
luego, no obedecen a condicionamientos geográficos. Véase por ejemplo, la unión de las tierras de la
Montaña cántabra y las de Burgos, que parece olvidarse de toda la cordillera Cantábrica.
Por una parte, la división debe tener una base histórica (aparecen diferenciados Aragón, Cataluña,
Valencia, los antiguos reinos de Sevilla o Granada, Extremadura, Galicia, Asturias, Navarra, etc.); pero, por
otro lado, se vislumbra otra división, que debe ser adminstrativa, del tipo que sea, como lo demuestra el
troceamiento castellano-leonés. Todo parece indicar una fragmentación «pre-provincial», siendo su dato
más significativo el territorio que afecta a las actuales provincias de León, Valladolid, Palencia y Zamora,
en cuyo interior parece que se diseña la circunscripción de Toro, por ejemplo.
El rotulado se refiere, sin género de dudas, a nombres toponímicos mayores en su acepción moderna.
Se trata de ciudades, villas y pueblos concretos y conocidos, sin que ninguno de ellos destaque de los
demás. El hecho de que el rotulado afecte por igual a tres tipos de símbolos (de los cuatro que aparecen,
pues uno no lleva), confiere unidad al mapa, y parece querer decir que esos tres signos se refieren al
mismo asunto, aunque con matizaciones diferentes.
Cronológicamente hablando, aunque el mapa no proporciona ni una sola indicación en este sentido -por
lo que es imposible adjudicarle una data concreta a priori-, sí que existen elementos gráficos que podrían
proporcionar al menos las fechas máxima y mínima, es decir, los términos cronológicos «ante quem» y
«post quem».
No obstante, el ejercicio anterior implica poseer conocimientos históricos y su aplicación al mapa
concreto entre dentro de una de las fases del comentario histórico propiamente dicho: la datación, cuyo
método se explicará en su momento. Si quien realiza el «descubrimiento» posee una buena base
histórica, por simple deducción -aunque no se le deba exigir ahora al neófito- hallará entre otros los
siguientes detalles o con trastes que le proporcionan pistas cronológicas:
* El Grao y Valencia aparecen como dos entidades distintas, cuando es bien sabido que hoy
constituyen una unidad.
* Algunos de los razonamientos argumentados al hablar del marco geográfico nos han conducido, casi
con seguridad, a un
momento «preprovincial», es decir, anterior a la configuración de las actuales provincias, cuya
realidad es datable (1833).
* Portugal no parece ser gobernado desde Madrid, luego ya ha tenido lugar la crisis secesionista de
1640.
* La plaza de Olivenza, tan disputada entre Portugal y España, pertenece a esta última, a la que pasa
definitivamente en 1801,
2. durante la denominada «Guerra de las Naranjas».
* Mahón es española, recuperación que tuvo lugar definitivamente en 1782.
Los símbolos ayudan muy poco en la tarea del «descubrimiento» al utilizar tan sólo figuras geométricas,
lo cual nos conduce a una representación cartográfica eminentemente descriptiva.
Ninguna señal de movimiento en el mapa y, sin embargo, el movimiento de lo que sea (ideas, personas,
bienes, etc.) tiene que existir. Si no ¿para qué hacen falta barreras como las que se intuyen?
A pesar del estatismo del mapa, el movimiento subyace en él. ¿Qué es lo que se mueve y hay que
controlar? Simplemente bienes, sea mercancías sea dinero, U deducción es lógica, en parte. Ningún
navarro es tratado personalmente corno extranjero, puesto que forma parte de la Corona hispana dentro
de los límites cronológicos de la modernidad. Tampoco existe con ellos ningún anatema conocido para sus
ideas o religión que, por cierto, es la misma que la del resto de los espafioles. Sin embargo, se sabe que
Navarra ha disfrutado de un régimen foral propio respecto a la Hacienda pública general. ¿Es éste el
indicio que nos puede conducir al tema básico del mapa?
El hecho de que el rotulado, como se ha indicado, sea homogéneo, nos conduce, quizás, a un tema
único, pero con distinta graduación, matización, importancia, especialización o profundidad, como parece
denotar el uso de tres tamaños distintos de círculos, cuando el autor aún tenía otras posibilidades gráficas
(faltan el cuadrado, el rectángulo, el rombo, etc.).
Los signos, por falta de complejidad, son meramente descriptivos, pero, no obstante, llama la atención
su distribución: parecen configurar una frontera. La auténtica cadena que constituyen los círculos menores
y medianos se encuentra siempre tierra adentro, es, pues, un límite continental; la cadena formada por
triángulos se da en la costa. Si la temática es una, se trata, sin duda, de representar una barrera contra
algo que entra o sale de Espafia, con la excepción de Navarra, al menos.
La circunstancia de que los círculos mayores aparezcan tanto en el interior como en el litoral puede
indicar una especialización distinta, una profundización del hecho de que participa o una función
aglutinadora de los otros signos (círculo pequeño, círculo mediano -muy abundante- y triángulos).
El que dentro de cada símbolo (círculos grandes, medianos, pequeños y triángulos) todos ellos sean
iguales entre sí, nos describe un fenómeno que se generaliza en los límites fronterizos (lo indica la
profusión de signos), pero cuya cuantificación aislada, para cada signo, es imposible. Todos los signos
dentro de su especie parecen tener el mismo valor; se trata, por lo tanto, de la narración o instantánea de
un hecho, simplemente. En realidad, no se destaca ningún signo especial. Sin embargo, la soledad en la
que se halla el efreulo grande que encabeza Madrid le confiere a éste un carácter distinto de los demás,
todos cercanos a la costa o fronteras exteriores. ¿Es punto de confluencia y atracción de los otros?
* Por los datos que proporciona el mapa, es imposible determinar exactamente la temática del mismo,
aunque indirectamente
hayamos deducido que se trata de algo 4ue entra o sale de España.
* En conclusión, parece que se trata de un mapa descriptivo de un hecho que afecta a España en un
momento cercano a la
división de ésta en provincias. Una barrera costera y otra continental frente a Portugal y Francia, por
un lado, y frente a
Navarra, por otro, deben suponer un freno que no es de carácter ideológico ni religioso, sino más bien
un freno de tipo
Econ. o material, destacando Madrid como centro aislado del conjunto, quizá como polo de
confluencia general del fenómeno.
* Mediante el ejercicio práctico que se acaba de realizar, se han tratado de descubrir las fuerzas
internas del mapa, la amplitud del fenómeno representado y cuyo contenido desconocemos todavía, a
quién o quiénes afecta y en qué época.
Al desvelar ahora el título y la clave:
TITULO: ADUANAS EN EL SIGLO XVIII
CLAVE:
Generales
De importación y exportación
Aduanillas
Marítimas
las hipótesis se desmoronan y confirman, pero de lo que no cabe duda alguna es que se han pensado,
sopesado y medido todos los signos, símbolos y rótulos y su distribución espacial. Al desvelarse título y
clave, un nuevo proceso comienza, el de las ratificaciones o rectificaciones, en definitiva, la «lectura» del
mapa.
«Lectura»
3. - Se trata de una instantánea o visión del sistema aduanero existente, según el título, en la España del
siglo XVIII, cuya composición o distribución administrativa interna parece corresponder a la de las
«intendencias» borbónicas, precedente inmediato de las provincias actuales.
- Todo el mapa se refiere a un mismo y único tema, el aduanero, tal como en el «descubrimiento» inicial
se había intuido al considerar la homogeneidad del rotulado. Ahora, a tenor de los signos de la clave, esta
intuición se confirma.
- Cronológicamente hablando, el título proporciona una fecha amplísima, todo el siglo XVIII; sin
embargo, la pertenencia de Mahón a España (desde 1782) y de Olivenza (desde 1801) nos obliga a
retrasar el término «ante quem», a la vez que el «post quem» debe ser anterior a 1833 (aparición de las
provincias actuales). En consecuencia, el mapa refleja la realidad existente a fines del siglo XVIII, aunque
la data correcta sería la de 1801-1833.
- El mapa nos muestra una infraestructura fiscal estática, pero, en efecto, tal como se argumentaba en
el «descubrimiento» inicial, en el fondo subyace un movimiento: el de las mercancías, cuyo tránsito de un
Estado a otro se trata de gravar.
El mapa muestra una auténtica frontera de «aduanillas» y «aduanas de mportación y exportación»,
tanto terrestres como marítimas, que confluyen en otras llamadas «generales», sin duda de mayor
importancia administrativa. De lo que no habla nada el mapa es de la importancia cuantitativa de cada
uno de los puntos de esta cadena fiscal, para lo que hubierasido preciso tanto una buena base estadística
o de datos cuanto la utilización de otro código de signos más complejos, como «rectángulos» o «círculos»
divididos, por ejemplo. Tampoco hace referencia el mapa a las actividades represivas que, con toda
seguridad, originaría el inevitable contrabando que nace siempre en tomo a cualquier política recaudadora.
- Cuando en la fase de «descubrimiento» se echaban en falta signos especiales, se ponía no obstante de
relieve la soledad del enclave de Madrid -ahora sabemos que en su calidad de «aduana general»-, en el
centro peninsular.
Al desvelarse el tema y la clave del mapa, es obligado recapacitar sobre este hecho y completar el
argumento. Los circulos mayores –las «aduanas generales», aunque más separadas entre si- también
parecen constituir otra cadena o frontera, como la de los circulos medianos, pequeños y triángulos.
Mas obsérvese cómo cada circunscripción administrativa, es decir, cada «intendencia» periférica posee
al menos una «aduana general», pero ahora, a la vista de la clave, hay cuatro de éstas que llaman
poderosamente la atención: las de Tortosa, Fraga, Agreda y Logroño, todas ellas en los confines entre
antiguos territorios independientes entre sí: Cataluña/Valencia, CataluñaJAsagón, Aragón/Castilla y
Navarra/Castilla, respectivamente. Tal hecho, de ser cierta la deducción, parece indicar que aun habiendo
sido abolidas las barreras político-administrativas, continúa existiendo una división hacendística, basada en
antiguas realidades históricas que el centralismo borbónico parece no haber podido abolir.
El mapa ha sido «descubierto» y «leído». Al enfrentar los resulta dos alcanzados hasta aquí con la
historia que nos es conocida para tratar decomprender, analizar o valorar en profundidad el mapa,
entraremos de lleno en la tercera fase de la explotación didáctica del mismo, el «comentario» histórico.
Comentario
A) Introducción
- Centrado del mapa
Con el triunfo de Felipe V de Borbón (1700-1724 y 1724-1746) en la Guerra de Sucesión al trono
español, culmina el proceso de centralización iniciado por los Reyes Católicos. Todo el poder político
recayó en la persona del rey, que se convirtió en la encarnación del Estado, situándose incluso por encima
del ordenamiento jurídico. El centralismo castellano se impuso sobre el federalismo de la Corona de
Aragón, en cuyos territorios integrantes tueron abolidos los tueros por los Decretos de Nueva Planta, de
modo que solamente permaneció vigente una parte del Derecho privado de Aragón, Cataluña y Baleares,
pues Valencia lo perdió por completo.
No obstante, a pesar de la concentración del poder en la persona del monarca -que le lleva a
denominarse de manera frecuente como «rey de España» o «rey de las Españas»-, éste siguió utilizando
la larga lista de títulos correspondientes a los distintos y antiguos territorios: «rey de Castilla, de León, de
Aragón, de Navarra, de las Dos Sicilias..., archiduque de Austria..., duque de Borgoña..., conde de flandes,
Tirol, Barcelona..., señor de Vizcaya..., etc.».
Los Decretos de Nueva Planta supusieron asimismo la abolición de las Cortes de Aragón, Cataluña y
Valencia, de modo que los representanles de estos tres territorios pasaron a formar parte de las Cortes
comunes para toda España, excepto Navarra, que conservó las suyas. Pero en la práctica estas nuevas
Cortes nacionales carecieron de toda representatividad y funciones.
Por otra parte, los territorios de la anterior Corona de Aragón perdieron la categoría de virreinatos,
subsistiendo sólo el de Navarra. Los virreyes fueron sustituidos por generales-gobernadores y las nuevas
circunscripciones se denominaron capitanías generales, que podían aglutinar una o varias provincias o
intendencias. El número y la extensión de estas intendencias variaron continuamente, y tal división
4. territorial de España custituyó el precedente inmediato de la que se efectuó en 1833, que ha llegado hasta
hoy.
En cuanto a la integridad territorial, cabe decir que Olivenza fue portuguesa hasta 1801; Menorca estuvo
en manos de franceses o ingleses hasta 1782 y Gibraltar continuó dependiendo de Inglaterra, hasta hoy.
En el Norte de Africa, España poseía Ceuta, Alhucemas, Melilla y la zona de Orán-Mazalquivir, si bien esta
última se perdió en 1791.
Por último, y entre otros muchos aspectos del cambio, la construcción y conservación de las principales
vías terrestres de comunicación pasó de la municipalización a su asunción por parte del Estado. La savia
francesa aportada por la nueva dinastía borbónica produjo un cambio lento pero notable, tomando como
modelo los logros de la ingeniería gala, de modo que, en 1718, Felipe V promulgaba la primera serie de
Ordenanzas sobre la construcción y mejora de los caminos españoles, hasta culminar en la que Carlos III
(1759-1788) firmó en 1767, que supuso la renovación de la red que, partiendo de Madrid, conducía a
Andalucía, Valencia, Cataluña, Extremadura y Galicia, una renovación que significó la pri nem
pavimentación que se hacía en España desde la época romana, cuando surgieron las «calzadas». Así es
como vieron la luz los «caminos reales».
- Naturaleza
Es en este contexto general centralizador en el que se encuadra el mapa. Constituye la instantánea de
un hecho que nos aparece aislado, pero que, en realidad, supone un eslabón más de una serie de
medidas adoptadas por la administración borbónica. El mapa recoge, de manera mas o menos confusa, el
resultado de una determinación de política económica y arancelaria de importantes repercusiones.
B) Comentario e explicación
- 1ª idea: se trata de un intento general de supresión de las barreras aduaneras interiores
Si, como se ha indicado, en el campo de las comunicaciones, sobre todo en el aspecto de su
infraestructura, los Borbones hispanos heredaron un sistema que se diferenciaba muy poco del organizado
por Roma, en el ámbito de la estructura comercial interna se encontraron también con unarealidad jurídica
totalmente arcaica, fruto del largo proceso de gestación de la España medieval.
La pervivencia de las fronteras políticas entre los distintos Estados hispánicos durante el reinado de los
Habsburgo se reflejó naturalmente en muchos otros aspectos, que van desde la inicial exclusión de los
territorios no castellanos en el proceso de la conquista y colonización de América hasta el distinto grado de
participación y contribución en la política militar de Europa. No es extraño, por lo tanto, que a las fronteras
político-administrativas correspondieran otras de tipo aduanero, de modo que, desde el punto de vista del
comercio interior hispano, la España que se encuentra la nueva dinastía encabezada por Felipe V estaba
jalonada de «puertos secos» o aduanas internas que, entre otros efectos, gravaban y encarecían los
productos intercambiados.
Entre 1707-17 16, los sucesivos Decretos de Nueva Planta dictados por Felipe y terminaron con las
fronteras político-administrativas aludidas, lo que condujo a la abolición de los «puertos secos», de modo
que, por Real Instrucción de 1717, tales aduanas internas fueron trasladadas al litoral o a las fronteras
terrestres con Francia y Portugal. Fundamentalmente, la medida afectó a la frontera entre las antiguas
Coronas de Castilla y de Aragón, que quedaron despejadas de puertos aduaneros. Este hecho y su
concentración en la periferia queda reflejado de manera palpable en el mapa.
- 2ª idea: ¿Cuáles fueron las reacciones en los antiguos territorios forales adictos a la causa borbónica?
El mapa no es, ni mucho menos, el ideado por los políticos reformistas borbónicos. Se trata, en
realidad, de la modificación o corrección de otro inicial. Porque, en efecto, la medida arancelaria
centralizadora, al tratar de ser aplicada en Navarra y en las Provincias Vascas, provocó reacciones tan
violentas que el monarca se vio obligado a transigir. Recordemos que los fueros de estos territorios fueron
también respetados, dado que ambos habían pennanecido fieles al nuevo monarca Borbón, Felipe V, de
modo que no pudo aducir, como en el caso de Aragón y Cataluña, el pretexto de la rebeldía.
La transigencia en esta faceta arancelaria se concretó en todo un cinturón de «aduanas generales» en
torno a dichos territorios, lo que dio origen a un régimen especial que ha llegado hasta nuestro días, el
régimen foral. Si los territorios de la antigua Corona de Aragón -que se habían puesto de pane del
pretendiente austriaco, perdedor, frente al borbónico, vencedor, en la reciente contienda de Sucesión-
pasaron a denominarse «Provincias Unidas», Navarra y las Provincias Vascas sedan, en adelante,
las «Provincias Exentas», haciendo referencia al régimen arancelario y hacendístico que distinguía a unas
y otras.
Al sancionarse reglamentariamente la situación, en 1727, se incorporó a este régimen especial aduanero
la villa de Santander, de modo que, aun cuando en el mapa el signo que señala esta población no se
diferencia gráficamente del de otras «aduanas generales», el puerto montañés gozó de exenciones
semejantes a los vasco-navarros.
5. El mapa que se nos muestra es, pues, el fruto de una corrección forzada y cuya realidad condujo a una
dinámica interna que, en principio, no se había previsto. Pronto el aparato hacendístico y fiscal del Estado
tuvo que hacer frente a la intensa actividad ligada al contrabando surgido a lo largo de las fronteras
aduaneras vasco-navarras y en la montaña cántabra, actividad fraudulenta de difícil solución dados los
escasos medios coercitivos disponibles. El efecto inmediato de esta realidad fue el comienzo del auge
económico de las provincias vascas.
- 3ª idea: ¿Cuáles fueron los efectos de la supresión aduanera entre las Coronas de Castilla y Aragón?
Una vez abolidos los fueron valencianos y aragoneses y conquistada Cataluña por las armas, la nueva
administración borbónica suprimió, en 1714, los «puertos secos» existentes basta entonces entre los
territorios de las antiguas Coronas de Castilla y de Aragón, lo mismo que entre Castilla-Navarra y Castilla-
Provincias Vascas, aunque en estos dos últimos casos ya hemos señalado las correcciones que el nuevo
gobierno tuvo que arbitrar inmediatamente.
La medida, por lo tanto, sólo fue definitiva en la frontera común de las antiguas Coronas de Aragón y
Castilla, de modo que los territorios integrantes de aquélla pasaron a constituir, en adelante, las
«Provincias Unidas», como se ha indicado. En efecto, el mapa recoge gráficamente esta realidad, es
decir, la ausencia de «aduanas», medida que se completó, en 1717, con la supresión de las aduanas
internas y su traslado a la frontera francesa y al litoral.
Ahora bien, una vez recuperados de los efectos devastadores de la guerra, hacia 1740, la supresión de
las barreras aduaneras internas estimuló tanto a la iniciativa mercantil catalana, de antigua tradición, que
sus hombres de negocio llegaron casi a monopolizar el comercio interior hispano en detrimento de
castellanos, valencianos y aragoneses. Las quejas de todos éstos obligaron al Gobierno a establecer dos
aduanas en los confines de Cataluña (1742), una en Tortosa y otra en Fraga, en las que se recargaban
fiscalmente los productos que salían de Catalufla hacia el interior.
Por lo tanto, también en este ámbito geográfico se modificó el proyecto inicial y el consiguiente mapa,
como ocurriera con el caso de Cartagena, en la línea fronteriza entre el antiguo reino valenciano y Castilla.
C) Conclusión
- Síntesis o visión de conjunto de las ideas principales
En resumen, el mapa objeto de consideración y comentario intenta mostrar una acción de política
arancelaria consecuente con otras muchas medidas de carácter centralizador, llevadas a cabo por la nueva
administración surgida de la Guerra de Sucesión. No se trata, por lo tanto, de un hecho aislado.
En síntesis, caben destacar tres ideas fundamentales subyacentes en el mapa. Por una parte, el intento
general de supresión de las barreras aduaneras interiores heredadas; por otra, las reacciones que suscitó
tal medida en determinados territorios que se habían inclinado a favor de la causa del bando borbónico,
que resultó triunfador en la contienda civil; y, en tercer lugar, los efectos que produjo la upresión
aduanera entre las antiguas Coronas de Castilla y de Aragón en esta última.
- Valoración
La medida adoptada debía significar el establecimiento de la libertad aduanera interior, pero, en realidad,
su alcance se vio minimizado al menos por cuatro circunstancias: a) la no existencia real de libertad de
tráfico, dado que multitud de productos y mercancías precisaban «guías» o «pases» para poder circular;
b) el fracaso de los intentos de unificación de las pesas y medidas, tratando de reducirlas al patrón
castellano, pero la reforma era de tal envergadura (téngase en cuenta que aun dentro de cada región
existía diversidad de pesos y medidas), que la oposición generalizada abortó la iniciativa borbónica, por el
momento; e) la reacción de vascos y navarros, cuyos territorios, merced a la oposición llevada a cabo,
tecibieron la calificación de «Provincias Exentas»; y d) la rectificación que supusieron las «aduanas
generales» de Fraga, Tortosa y Cartagena frente al empuje de los comerciantes catalanes, quienes, en
realidad, monopolizaron todo el comercio interior hispano.
- Rectificación cartográfica
El mapa trata de mostrarnos una cierta unidad de acción y, sobre todo, parece referirse a un mismo
momento cronológico. Ninguno de estos dos hechos son ciertos. De ahí que, a la vista de los argumentos
aducidos al analizarlo, debamos rectificar su propuesta con la aportación de un mapa nuevo que sustituya
al inicial.