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COMUNIDAD AUTÓNOMA
DE EUSKADI
ESTADÍSTICA DE DEMANDA
DE SERVICIOS SOCIALES
Encuesta de Necesidades
Sociales 2018
Módulo General
Principales resultados
5 de septiembre de 2019
Órgano Estadístico Específico del Departamento
de Empleo y Políticas Sociales
2
3
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN 7
PRINCIPALES RESULTADOS 15
1. PROBLEMAS SOCIALES EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN 15
1.1. La atención a menores de 0 a 5 años 15
Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años al sistema de
guarderías y centros educativos. Esta dinámica se asocia al colectivo menor de 2 años 15
En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación
básica, los factores que limitan el acceso a un centro se vinculan a una mayor relevancia
tanto de las preferencias familiares como de otros factores en juego (distintos a la falta de
plazas) 16
1.2. Problemas socio-educativos en menores en edad de escolarización obligatoria 18
Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de
dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada 18
Mejoran los indicadores relativos a la población menor extranjera pero no en los aspectos
más problemáticos, una dinámica que también se observa en la población menor no
extranjera. La situación es menos problemática, en cualquier caso, que la observada en
2006 19
La compleja dinámica observada caracteriza a escolares con problemas de privación
económica 22
2. PROBLEMAS ESPECIALES DE INSERCIÓN EN EL PERIODO LABORAL 23
Aunque con tendencia a mejorar, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue
siendo relevante en 2018 23
El colectivo afectado es muy mayoritariamente nacional y entre 25 y 54 años, aunque con
una evidente tendencia al envejecimiento, y con mayor presencia de población femenina 25
Siguen resultando muy elevados los indicadores de exclusión del mundo del trabajo
normalizado en la población afectada. Dentro de ella, aumenta la parte que se sitúa en
los bordes del mercado de trabajo 27
La exclusión laboral estructural mantiene una estrecha relación con la privación
económica 30
3. LAS PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA 32
El impacto de la limitación y la dependencia muestra en general una línea descendente,
salvo en lo relativo a la dependencia al menos moderada, en especial en grupos mayores
de 75 años 32
Se recuperan los niveles de acceso a la atención externa en la población con
dependencia especial aunque sin llegar a los niveles de 2010, apoyada sobre todo en la
atención privada o particular 34
Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos
externos sigue reflejando una línea alcista de las horas de atención, particularmente
llamativa en presencia de dependencia total o grave 40
4
Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las
prestaciones del sistema de atención a la dependencia 41
Los niveles de insatisfacción con la cobertura de las necesidades de la vida diaria de la
población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018 aunque, en sus
formas más graves, sólo en el caso de la población con dependencia total o grave 42
Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la
vivienda entre las personas con dependencia especial total o grave pero se percibe más
intensamente en otros casos 44
El porcentaje de ocupación no empeora entre las personas con dependencia especial,
aunque sí en las meramente afectadas por limitaciones funcionales, pero una mayor
propensión a la actividad se traduce en mayores niveles de paro y en problemas
especiales de inserción laboral 45
4. EL CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA 49
4.1. Gastos extraordinarios ligados a la presencia de situaciones de dependencia 49
Se prolonga el proceso de reducción de los gastos extraordinarios ligados a la presencia
de situaciones de dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos
se limita a los casos de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio
hogar, a la presencia de dos o más casos de dependencia al menos moderada 49
Cuando están presentes, se observa un aumento de la carga que suponen los gastos
extraordinarios para los hogares, con mayor proporción de recortes en gastos básicos y
repercusión en la correcta atención a las personas con dependencia 51
4.2. Las personas cuidadoras 54
Sigue reduciéndose la proporción de personas dedicadas al cuidado de personas
dependientes en el hogar 54
Aunque disminuye el número de personas cuidadoras, resultan comparativamente
mayores las cargas asociadas a las tareas de cuidado que asumen actualmente estas
personas 56
5. PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES Y SOCIALES 60
En 2018 se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento
o actitud 60
El impacto de los problemas de soledad y tristeza se muestra ligeramente a la baja 62
El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o
violencia aumenta de forma llamativa, en especial entre las mujeres y en hogares con
privación básica 65
La percepción de rechazo social por origen, raza o religión repunta al alza 66
En una perspectiva de conjunto, el impacto de los distintos problemas sociales graves
considerados mantiene la línea de moderada reducción que se observa desde 2010.
Pero repuntan al alza las problemáticas en algunos colectivos 67
5
6. PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL 71
Se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de reducción de la proporción de
personas con problemas de acceso a una vida independiente fuera del actual hogar 71
Entre 2014 y 2018, cae de forma llamativa el impacto de las dificultades que impiden
tener el número de hijas o hijos deseados, en especial en hogares de personas menores
de 35 años 73
7. DEMANDA DE SERVICIOS Y PRESTACIONES POR LOS HOGARES 76
7.1. Acceso a los servicios sociales 76
Se mantiene estable el acceso a los servicios sociales públicos. Aumenta la atención a
personas mayores de 75 años y se reduce la dirigida a población extranjera o residente
en hogares con privación básica 76
Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. Pero cambia el perfil de demandantes,
con un peso dominante de hogares de personas mayores de 45 años, nacionales y
ajenas a las formas precarias de inserción laboral 80
7.2. Demanda de prestaciones y ayudas económicas en la CAE 84
La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un
sistema de prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, atiende a
muchos más hogares que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en
niveles muy bajos y con notable tendencia descendente 84
El sistema de prestaciones generales de la CAE sigue orientándose a personas en
hogares con problemas de privación 87
7.3. Demanda de servicios de cuidado en la CAE 92
En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a
los servicios de cuidado repunta al alza, en particular en hogares de mujeres y de
personas mayores de 75 años 92
Aumenta el acceso a ayudas económicas del sistema de atención a la dependencia, en
especial en presencia de casos graves 95
7.4. Acceso a ayudas para las familias 96
Se reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares 96
ANEXO 1: Indicadores, conceptos y definiciones 99
Indicadores de integración social 99
Integración en la escuela 99
Integración en el trabajo 99
Integración social general 100
Limitaciones por salud o edad avanzada y dependencia especial 100
La situación de las personas cuidadoras. 101
Problemas asociados a los procesos de acceso a una vida independiente. 101
Los problemas ligados a la reproducción (tener los hijos/as deseados) 102
Demanda de servicios y prestaciones por los hogares 102
6
7
INTRODUCCIÓN
La Estadística de Demanda de Servicios Sociales (EDSS), en su faceta de Encuesta de Necesidades
Sociales (ENS), es una operación del Departamento de Empleo y Políticas Sociales, desarrollada por
primera vez durante el año 2006.
Los objetivos genéricos de la EDSS se centran en las dos cuestiones siguientes:
a) Conocer la dinámica de la demanda de servicios y prestaciones sociales, tanto en su dimensión
cuantitativa como cualitativa.
b) Conocer igualmente las necesidades sociales existentes entre la población, analizando su impacto en
términos de demanda efectiva.
La EDSS tiene por tanto dos componentes complementarios: el estrictamente relacionado con la
demanda formulada ante los distintos tipos de servicios sociales y el relacionado con el estudio de las
necesidades sociales existentes entre la población.
En el presente informe se difunden los resultados relativos a esta segunda dimensión de la EDSS,
centrada en las necesidades sociales, dimensión que constituye el núcleo principal de la Encuesta de
Necesidades Sociales. Sin perjuicio de lo anterior, la EDSS-ENS también aporta información de interés
sobre la demanda formulada, relacionando las necesidades detectadas con la demanda efectivamente
realizada ante los servicios sociales y demás servicios orientados a la inserción o inclusión de las
personas.
Los datos aportados corresponden al cuarto periodo de aplicación de la operación, desarrollada en el
segundo trimestre del año 2018. Al haberse desarrollado anteriormente en 2006, 2010 y 2014, se dispone
por tanto de información de distintos momentos históricos, circunstancia que permite introducir un análisis
diacrónico de las necesidades sociales en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE).
Conviene precisar que la aproximación al concepto de necesidades sociales que se contempla en la
EDSS-ENS desborda el marco tradicional de los servicios sociales. Se centra en este sentido, de forma
más amplia, en el campo relativo a las necesidades ligadas a los distintos procesos de inserción/inclusión
social, incluidos los relativos al acceso al mercado de trabajo y al empleo. Esto no supone no obstante
descuidar aspectos clave relacionados con la dinámica de los servicios sociales (problemáticas que
afectan a la población menor de edad, cuestiones relativas al tratamiento de la dependencia, etc.).
8
Desde 2014, la EDSS-ENS también contempla un módulo adaptado de la Encuesta de Pobreza y
Desigualdades Sociales (EPDS-2018). Su objetivo central es analizar los distintos indicadores de pobreza
y ausencia de bienestar en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE), con énfasis preferente en los
utilizados en la Unión Europea (UE) y en los introducidos de forma específica en la EPDS. Esta
aproximación permite disponer, desde 2012, de datos sobre pobreza y desigualdad para la CAE con
carácter bienal. Los resultados correspondientes a esta parte de la estadística se presentan en un
informe específico relativo a los aspectos relacionados con el Módulo EPDS 2014.
En cuanto al contenido concreto del informe, conviene precisar que éste no pretende ser un análisis
completo y detallado de todos y cada uno de los aspectos abordados por la EDSS-ENS. Su objetivo es
presentar, en exclusiva, sus principales resultados. En este sentido, aborda de forma detallada los
siguientes cambios observados para el periodo 2014-2018:
PROCESOS DE INSERCIÓN EDUCATIVA
1. Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años a una atención en centro
(guardería o centro educativo).
Esta dinámica se asocia, por una parte, al colectivo de niños y niñas menores de 2 años. Por otra
parte, y a diferencia de lo observado en periodos previos, de forma específica entre 2006 y 2010, se
vincula a menores pertenecientes a hogares que no están afectados por formas de privación en la
cobertura de las necesidades básicas (o privación básica).
En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los
factores que limitan entre 2014 y 2018 la integración en centros se vinculan, a una mayor relevancia
tanto de las preferencias familiares como, de manera menos intensa, de otros factores en juego. En
este sentido, en 2018 se detecta un impacto al alza de otros factores limitativos del acceso a los
centros (precios, desajuste en la oferta, etc.), entre los que no se incluye sin embargo la variable
falta de plazas.
2. Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de dimensión
social en la población de 6 a 16 años escolarizada.
En este contexto, y a diferencia de lo observado entre 2010 y 2014, también mejoran en 2018 los
indicadores relativos a la población menor extranjera. Esta mejora no afecta, sin embargo, a los
aspectos más problemáticos (tales como la desescolarización, el absentismo, el retraso escolar igual
o superior a 2 años, o los problemas de acoso, maltrato, rechazo o violencia). Esta dinámica
diferenciada, en función de la gravedad de los problemas, también se observa en la población menor
no extranjera. En ambos colectivos, la situación de 2018 se aleja en todo caso de la existente en
2006, con un impacto mucho más limitado de los problemas escolares más graves de integración en
la escuela.
9
PROCESOS DE INSERCIÓN LABORAL
3. A pesar de la moderada caída en el impacto de los problemas especiales de inserción laboral, el
fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo relevante en 2018. Tanto en términos
cuantitativos como relativos, los indicadores de 2018 resultan todavía muy superiores a los
existentes en el periodo 2006-2010 y más cercanos a los registrados en 2014.
En el colectivo afectado por estos problemas aumenta, entre 2014 y 2018, la parte de población que
se sitúa en los bordes del mercado de trabajo. Los datos de la EDSS-ENS reflejan las grandes
dificultades de acceso al empleo en un grupo de población que carece mayoritariamente de una
experiencia previa en un empleo regularizado (apenas un 37,8% hace menos de 5 años) y que en un
29,7% de los casos, la cifra más elevada desde 2010, no mantiene una demanda activa de acceso
al empleo.
Entre 2014 y 2018 destaca, por otra parte, el proceso de envejecimiento de la población afectada por
problemas especiales de inserción laboral. Por primera vez desde 2006, las personas mayores de 45
años resultan mayoritarias dentro del grupo. Este proceso se vincula a la siguiente dinámica en la
población de 25 a 64 años: a mayor edad, menor caída de la proporción de personas con problemas
especiales de inserción laboral en el periodo 2014-2018.
Se observa además una mayor presencia relativa de población femenina. Es el resultado de una
línea de leve incremento entre 2014 y 2018 de los problemas especiales de inserción laboral entre
las mujeres que contrasta con la significativa caída que se detecta entre los hombres.
4. En las personas con dependencia especial, el porcentaje de ocupación no empeora durante la crisis
y el periodo posterior de recuperación económica, a diferencia de lo que sí se observa entre las
personas con meras limitaciones funcionales ligadas a problemas de salud. En este último caso,
más allá del repunte coyuntural del periodo 2010-2014, se observa una línea tendencial
descendente, moderada pero continuada, del porcentaje de población ocupada desde 2006 a 2018.
En presencia de dependencia especial o limitación funcional, en todo caso, una mayor propensión a
la actividad se traduce en mayores niveles de paro y de problemas especiales de inserción laboral
en 2018 que en 2014.
PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA
5. Se reduce la proporción de personas que tienen alguna limitación funcional ligada a un problema de
salud o de edad avanzada o algún tipo de dependencia especial asociada a estas limitaciones. La
caída del impacto de la dependencia especial es particularmente llamativa en las personas mayores
de 55 años, en especial en las de 65 a 74 años.
La evolución señalada es compatible con una tendencia ligeramente alcista del impacto de las
formas más graves de dependencia especial (total, grave o moderada). En contraste con la línea en
10
general favorable observada en los grupos menores de 75 años, en las personas mayores de esa
edad, tras la caída del periodo 2010-2014, entre 2014 y 2018 se detecta un relevante repunte alcista
del impacto de la dependencia especial total, grave o moderada.
6. La atención a las personas con dependencia especial mejora en distintos sentidos en 2018:
a) Aunque sin llegar a los niveles de 2010, se recuperan los niveles de acceso a apoyos o servicios
externos al hogar. Parte de la recuperación de los niveles de atención se vincula a un incremento
en el recurso al sistema de servicios públicos (directos o concertados), una circunstancia que
refleja un cambio notable respecto a la dinámica que se había venido observando desde 2006. La
atención aumenta más nítidamente, no obstante, en el ámbito de la atención estrictamente
privada, incluyendo en este último caso no sólo los servicios privados estrictos sino también la
contratación de personal de apoyo externo en el domicilio.
b) Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos
viene acompañado entre 2014 y 2018 de un fuerte incremento en el número medio de horas
semanales de atención, muy superior al que ya se vislumbraba entre 2010 y 2014. El aumento se
centra, en lo fundamental, en situaciones de dependencia total o grave.
c) Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones
del sistema de atención a la dependencia. El incremento en el acceso a estas prestaciones se
percibe más intensamente en hogares de personas mayores de 75 años.
A pesar de estas evidentes mejoras, los niveles de insatisfacción percibida respecto a la cobertura
de las necesidades de la población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018. No
obstante, en sus formas más graves (con niveles que siguen resultando en cualquier caso
relativamente bajos, siempre inferiores al 10% de población afectada), sólo se detecta esta dinámica
de leve crecimiento de la insatisfacción entre la población con dependencia especial total o grave.
7. Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre
las personas con dependencia especial total o grave, pero aumenta la percepción de estos
problemas en el resto de la población con dependencia especial o algún tipo de limitación funcional.
CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA
8. Sigue reduciéndose el número absoluto y el peso relativo de las personas dedicadas al cuidado de
personas dependientes en el hogar. Entre 2014 y 2018, la caída más significativa de participación en
los cuidados corresponde a las personas mayores de 65 años. En 2018, las personas entre 45 y 64
años se perfilan en cambio como las más propensas a asumir un papel activo en materia de
cuidados a personas con dependencia dentro del hogar.
A pesar de la tendencia descendente en la participación en los cuidados, en el grupo que sigue
asumiendo el papel de persona cuidadora, resultan comparativamente mayores en 2018 las cargas
11
asociadas a las tareas (horas de atención y renuncias a la vida social, educativa o laboral). Aunque
también repunta en paralelo la presencia asociada de tensiones importantes en la vida familiar, el
cambio no es tan intenso en esta dimensión.
9. Se prolonga la línea de caída en la proporción de hogares que necesitan realizar gastos
extraordinarios relacionados con el mantenimiento de una atención adecuada a personas con
dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos se limita entre 2014 y 2018 a
la atención de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio hogar, de dos o más
personas con dependencia al menos moderada.
Por otra parte, y en comparación con la situación existente en 2006 y 2010, cuando están presentes
gastos extraordinarios para la atención de personas dependientes, su impacto tiene mayor
repercusión en 2014 y en 2018. Se observa, en este sentido, una mayor relevancia relativa de los
recortes en gastos básicos. Aunque en línea estable respecto a 2014, la repercusión de estos
recortes en la correcta atención a las personas con dependencia se sitúa en 2018 en niveles
comparativamente más altos que en 2006 y 2010.
PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES
10. En 2018 mejoran muchos de los indicadores que miden el impacto de determinados problemas
sociales graves que afectan a la vida social y a las relaciones personales. En este sentido:
a) Se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento o actitud. La
línea descendente es generalizada y se extiende, aunque de forma menos intensa que en otros
grupos sociales, a la población en hogares afectados por situaciones de privación básica.
b) Cae igualmente, levemente pero de forma clara, el impacto de los problemas de soledad y
tristeza. La positiva evolución resulta particularmente llamativa en la población extranjera donde
se registra, por primera vez en 2018, un impacto cercano al que resulta habitual en la población
nacional.
La evolución es algo menos favorable entre la población mayor de 65 años. Se trata en este caso
del único grupo que, afectado de forma diferencial por la problemática considerada, no muestra
una clara línea de mejora entre 2014 y 2018. A pesar de ello, en esta población mayor de 65
años la incidencia de la soledad y la tristeza se sitúa en 2018 más de cinco puntos porcentuales
por debajo de las cifras de 2006 y 2010.
Aunque el impacto de los problemas se reduce en 2018 entre las personas con limitación o
dependencia especial, este colectivo se mantiene en 2018 como el más afectado por los
problemas de soledad y tristeza. Su impacto es siete veces mayor al que se observa entre las
personas sin limitaciones ni dependencia especial.
12
11. Otros indicadores muestran no obstante un deterioro, en particular los siguientes:
a) El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o violencia
aumenta de forma llamativa.
Aunque el incremento también se observa en la población masculina, es mucho más intenso
entre las mujeres. En términos de situación socioeconómica, en el periodo 2014-2018 el repunte
de los problemas de desatención, rechazo y maltrato o violencia es particularmente llamativo en
los hogares con privación básica.
b) Sin volver a los niveles de 2006 o 2010, la percepción de rechazo social por origen, raza o
religión repunta al alza en 2018.
Aunque los problemas graves aumentan ligeramente entre la población extranjera, el incremento
más llamativo es el que se detecta entre la población nacional (entre la que se incluyen las
personas nacionalizadas).
PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL
12. Aunque sigue siendo un problema que afecta a un volumen significativo de población en Euskadi, en
especial entre los 25 y 34 años, en 2018 se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de
reducción de la proporción de personas con problemas de acceso a una vida independiente fuera del
actual hogar.
No obstante, en uno de los grupos más beneficiados hasta 2014 por la línea descendente
mencionada, el de la población extranjera, el periodo 2014-2018 marca un significativo repunte
alcista en el impacto de los problemas de acceso a la vida independiente.
Entre 2014 y 2018, la línea de repunte mencionada se observa igualmente en la población residente
en hogares afectados por situaciones de privación básica.
13. Entre 2014 y 2018, se reduce de forma relevante el impacto de las dificultades socioeconómicas y
laborales que impiden tener el número de hijas o hijos deseados.
La reducción es particularmente llamativa en hogares de población extranjera así como en los
conformados por personas menores de 35 años. Por primera vez desde 2006, de hecho, en 2018
resulta superior el impacto de estos problemas de reproducción familiar o demográfica en hogares
de personas entre 35 y 44 años, hogares en los que el impacto señalado también se sitúa a la baja
respecto a 2014 pero en niveles cercanos a los de 2006 o 2010.
13
ACCESO A LOS SERVICIOS Y PRESTACIONES
Acceso a los servicios sociales
14. Se mantiene estable, apenas con un leve repunte alcista en 2018, el acceso a los servicios sociales
públicos.
Se detectan, sin embargo, dinámicas diferenciadas en el acceso a estos servicios. Así, mientras
aumenta de forma sustancial el acceso de personas mayores de 75 años, se reduce la atención
orientada a población extranjera o a la residente en hogares con privación básica.
15. Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. En una perspectiva a largo plazo sin embargo, tal
y como ya sucedía en 2014, se mantienen niveles de acceso en 2018 que resultan claramente
superiores a los observados en 2006 y 2010.
Cambia no obstante el perfil de la población demandante, en especial en lo que respecta al
incremento del peso relativo de los hogares de personas mayores de 45 años, por primera vez
mayoritario en 2018.
Este cambio viene acompañado de un aumento del peso relativo de la población nacional en la
demanda así como de una presencia en aumento de los tipos de hogares a priori con menor nivel de
riesgo (hogares de personas inactivas o con personas ocupadas, al menos alguna de ellas estable).
Acceso a las prestaciones y ayudas económicas
16. La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un sistema de
prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, sigue atendiendo en 2018 a
muchos más hogares que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en niveles muy
bajos y con notable tendencia descendente.
El sistema general de protección asistencial de la CAE se orienta de forma creciente a personas en
hogares con problemas de privación, centrándose muy mayoritariamente por tanto en los hogares en
mayor situación de precariedad económica en Euskadi.
A ello contribuye el peso creciente de la atención a hogares de personas inactivas y de personas
activas desempleadas. En cambio, se reducen los niveles de protección a los hogares con personas
ocupadas, en especial en los más potencialmente de riesgo, aquellos en los que están presentes
personas sin ocupación estable. En 2018, cerca del 70% de los hogares protegidos por el sistema de
prestaciones asistencias generales de la CAE son hogares de personas inactivas o de personas
activas todas ellas desempleadas.
14
Acceso a los servicios de cuidado
17. En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a los servicios
de cuidado repunta claramente al alza. En un contexto de envejecimiento de la población y de
aumento del volumen de hogares, la dinámica es particularmente llamativa en términos absolutos,
con un volumen muy superior de hogares atendidos en 2018.
La dinámica alcista es particularmente llamativa en lo relativo a los hogares de mujeres así como a
los encabezados por personas mayores de 75 años. En 2018, más de las tres cuartas partes del
acceso efectivo a los servicios de cuidado corresponde a este último tipo de hogares.
Acceso a las ayudas familiares
18. Finalmente, en un contexto condicionado por la reducción de la natalidad y de la fecundidad, se
reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares.
15
PRINCIPALES RESULTADOS
Los principales resultados de la EDSS-ENS 2018, centrados en la evolución del periodo 2006-2018, con
especial referencia a lo ocurrido en el cuatrienio 2014-2018, pueden sintetizarse en los puntos que se
desarrollan a continuación.
1.PROBLEMAS SOCIALES EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN
1.1. La atención a menores de 0 a 5 años
Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años al sistema de
guarderías y centros educativos. Esta dinámica se asocia al colectivo menor de 2 años
Tras caer del 74,4% al 73% entre 2006 y 2010, la proporción de menores entre 0 y 5 años integrados en
un centro educativo o guardería remontaba en 2014 al 76,6%. En 2018, se retoma sin embargo la línea
descendente, con un 73,4% del colectivo con acceso a un centro, un nivel cercano al mínimo de 2010.
Gráfico 1
A diferencia de lo observado entre 2006 y 2010, la reducción de los índices de atención corresponde
entre 2014 y 2018 a menores en hogares sin problemas de privación básica. Después de avanzar, de
forma continuada, desde el 73,6% de 2006 al 77% de 2010 y el 79,6% de 2014, la proporción de menores
atendidos se reduce en este grupo al 74,7% en 2018, una proporción que sólo supera la de 2006.
En cambio, en el grupo de menores en hogares con problemas de privación básica, el porcentaje de
acceso a centros sigue mostrándose claramente al alza en el periodo 2014-2018 y pasa de 53,2% en
2010 a 62,4% en 2014 y 67,9% en 2018. A pesar de ello, en este grupo la proporción de menores con
atención sigue resultando en 2018 muy inferior al 83,6% que se registraba en 2006. Es además casi 7
puntos porcentuales inferior en 2018 a la del grupo de menores en hogares sin privación básica.
16
Considerando el grupo de edad, entre 2014 y 2018 la dinámica descendente de la atención afecta en lo
fundamental a los niños y niñas menores de 2 años. En este caso, tras la caída del 33,3 al 30,8% del
cuatrienio 2006-2010, se observaba en 2014 un aumento significativo, hasta el 40,3%. A partir de 2014 se
retoma no obstante la línea de disminución, con un 30% en 2018 que sitúa la proporción de menores de 2
años con acceso a centros en niveles algo inferiores a los de 2010.
En cambio, después de caer de forma continuada del 84,7% de 2006 al 81,8% de 2010 y el 73,6% de
2014, repunta claramente al alza la integración en centro educativo o guardería en el caso de la población
de 2 años, con un 82,8% que sólo queda por debajo del registro de 2006. En la misma línea, partiendo de
un 96,9% en 2014, repunta también al alza la proporción de personas atendidas en la población de 3 o
más años, con un 97,7% que se acerca al 98,1% de 2010 y al 99,1% de 2006.
En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los
factores que limitan el acceso a un centro se vinculan a una mayor relevancia tanto de las
preferencias familiares como de otros factores en juego (distintos a la falta de plazas)
En los grupos más afectados por la caída de la atención en 2018 (menores de 2 años y en hogares sin
privación básica), resulta relevante el repunte de la preferencia por la atención familiar directa en el
colectivo no atendido en guardería o centro educativo. Así, aunque el indicador se mantiene claramente
por debajo de los niveles cercanos al 61% de 2006 y 2010, en 2018 un 54% de la población menor de 2
años analizada es atendida en casa por razones de preferencia familiar, casi 7 puntos porcentuales por
encima del 47,1% de 2014. En el caso de menores en hogares sin problemas de privación básica, la
opción por la atención familiar se muestra igualmente en línea ascendente: de 16,1% a 18,6% entre 2014
y 2018, proporción que se sitúa sin embargo claramente por debajo del 24% de 2006 y del 21% de 2010.
En cambio, en el caso de la población de 2 años, grupo en el que se observaba un aumento en 2010 y
2014 del factor preferencia familiar, entre 2014 y 2018 este factor pierde relevancia. Así, en 2018, apenas
un 8,7% de la población de 2 años es atendida en casa por ese motivo, una cifra que queda lejos de los
niveles del 17,4 y 17,8% de 2010 y 2014 e incluso del 13,1% de 2006. También desciende la preferencia
familiar en la población de 3 o más años (de un 2,6% en 2014 a un 1,1% en 2018).
En la misma línea, en el caso de menores en hogares con problemas de privación básica, la opción por la
atención familiar aumentaba de un 14,3% en 2006 a un 40,2% en 2010. Esta proporción se reduce sin
embargo al 26,8% en 2014 y al 23,1% en 2018, una proporción que a pesar de ello se mantiene todavía
claramente por encima del registro de 2006.
A pesar de la dinámica de caída observada en la población de 2 o más años, el fuerte repunte de la
preferencia familiar en la población menor de 2 años explica la recuperación al alza de la relevancia de
este factor como motivo de no integración en un centro de atención en 2018. La opción por la preferencia
familiar en la población total de 0 a 5 años, que aumentaba levemente entre 2006 y 2010 (del 23,2 al
24%), se reducía un 17,9% de la población menor en 2014. Repunta hasta el 19,5% en 2018, en niveles
todavía inferiores sin embargo a los registrados en el periodo 2006-2010.
17
Otros elementos contribuyen igualmente a prevenir un mayor incremento de la atención entre 2014 y
2018. En este sentido, se detecta un mayor impacto en 2018 de los demás factores limitativos del acceso
a los centros (precios, desajuste en la oferta, etc.). Frente a cifras inferiores al 3% en 2006 y 2010, estos
factores explicaban en 2014 un 5,5% de los casos de no atención, proporción que asciende al 7,1% en
2018.
Esta línea de aumento no afecta a los distintos grupos. En función de la edad, el impacto de estos
factores complementarios caracteriza sobre todo a la población menor de 2 años. En este grupo de
población, la falta de integración en centro por este tipo de razones muestra una línea de alza continuada
desde el 5,9% de 2006 al 7,7% de 2010, el 12,6% de 2014 y el 16% de 2018.
Teniendo en cuenta la situación socioeconómica, después de aumentar de un 2,1% en 2006 a un 6,6%
en 2010 y un 10,8% en 2014, la relevancia de estos factores se reduce al 8,9% en 2018 entre la
población con problemas de privación básica. En los hogares sin estos problemas de privación, en
cambio, el repunte de estos factores (de cifras inferiores al 2,5% en 2006 y 2010 al 4,4% en 2014) se
prolonga en 2018, con un 6,6% de casos de no atención que están asociados a estas causas.
En conjunto, un 7,1% de la falta de atención se asocia a estos factores complementarios en 2018, por
encima del 5,5% de 2014 y de las cifras inferiores al 3% de 2006 y 2010.
Gráfico 2
60,9
13,1
0,8
14,3
24,0 23,2
61,4
17,4
1,7
40,2
21,0
24,2
47,1
17,8
2,6
26,8
16,1
17,9
54,0
8,7
1,1
23,1
18,6 19,5
5,9
2,2
0,1
2,1 2,4 2,4
7,7
0,8 0,2
6,6
2,0 2,8
12,6
8,6
0,5
10,8
4,4 5,5
16,0
8,5
1,1
8,9
6,6 7,1
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
< 2 años 2 años 3 o más años Privación básica Sin privacion básica
Edad Privación Total
Población de 0 a 5 años no atendida en guardería o centro educativo según distintos motivos
por edad y presencia de situaciones de privacion en el hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
No atendida por preferencia familiar 2006 No atendida por preferencia familiar 2010 No atendida por preferencia familiar 2014 No atendida por preferencia familiar 2018
No atendida por otras causas 2006 No atendida por otras causas 2010 No atendida por otras causas 2014 No atendida por otras causas 2018
Un aspecto llamativo, en este contexto de análisis de los factores distintos de la preferencia familiar, es la
pérdida de importancia de la falta de plazas como motivo limitativo del acceso a centros en la población
de 0 a 5 años. En 2018, un 100% de los motivos de desatención no ligados a la preferencia familiar se
relacionan con causas diferentes a la falta de plazas, proporción que era ya del 88,4% en 2014 pero que
se situaba aún entre el 50 y 54,6% en 2006 y 2010.
18
En la población menor de 3 años, donde se concentra el impacto de la problemática analizada, puede
constatarse en el gráfico 3 que, en contraste con la caída entre 2010 y 2018 del efecto “falta de plazas”
hasta la práctica desaparición de la relevancia de este factor, el resto de razones determinan el aumento
de los niveles de desatención: de un 2,5% en 2006 y 2010 a un 9,6% en 2014 y un 13,7% en 2018.
Gráfico 3
1,9
4,0
2,2
0,0
2,0
2,5
4,0 3,7
,4 ,3
2,7 2,5
0,4
12,3
2,8
5,8
1,3
9,6
,0
16,0
0,0
8,5
0,0
13,7
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
18,0
Falta de plazas Otras razones Falta de plazas Otras razones Falta de plazas Otras razones
< 2 años 2 años Total
Población menor de 3 años según motivos de falta atención en guardería o centro educativo que no están
asociados a la preferencia familiar. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
1.2. Problemas socio-educativos en menores en edad de escolarización obligatoria
Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de
dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada
En el caso de la población entre 6 y 16 años, la EDSS-ENS contempla una serie de problemas en la
escuela que tienen, o pueden tener, una importante dimensión social. Se consideran, por un lado, los
problemas observados en la situación educativa, en particular cuestiones como la desescolarización, el
absentismo o el retraso escolar, con la introducción en este último caso de una distinción entre
situaciones menos graves (un año de retraso) y graves (dos o más años).
Se contemplan igualmente, por otro lado, diversos problemas de integración social en la escuela. Se
recogen, en este contexto, problemas graves o muy graves de maltrato, acoso o rechazo y otras
cuestiones graves que afectan a las posibilidades de integración (como los problemas con el idioma, las
dificultades ligadas a la enfermedad o discapacidad, etc.).
Los datos disponibles revelan que se mantiene en 2018 la tendencia descendente del impacto de estas
problemáticas entre la población de 6 a 16 años escolarizada en Euskadi. La incidencia de estos
problemas pasa así de un 8,6% de la población de referencia en 2006 a 6,9% en 2010, 5,2% en 2014 y
3,9% en 2018.
19
Gráfico 4
8,1
14,6
8,6
6,6
10,6
6,9
4,4
15,1
5,2
3,5
8,8
3,9
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
18,0
Estado Extranjera TOTAL
Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración)
por nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Mejoran los indicadores relativos a la población menor extranjera pero no en los aspectos más
problemáticos, una dinámica que también se observa en la población menor no extranjera. La
situación es menos problemática, en cualquier caso, que la observada en 2006
A diferencia de lo que se detectaba en 2014, la tendencia señalada se extiende en 2018 al colectivo de
población extranjera entre 6 y 16 años. En este colectivo, el impacto de los problemas escolares graves
considerados se reducía de 14,6 a 10,6% entre 2006 y 2010 pero remontaba en 2014, con un máximo del
15,1% para el periodo considerado. En 2018 se retoma la línea descendente, con un 8,8% de población
escolar extranjera con problemas escolares graves, la cifra más baja desde 2006.
Esta línea positiva se vincula a la reducción del impacto de los problemas ligados al retraso escolar de un
año y a otras limitaciones graves de integración en la escuela (problemas con el idioma, dificultades
relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc.) que no están estrictamente relacionadas con las
formas más graves de exclusión en el ámbito educativo. En ambos casos, después de un fuerte
incremento de su impacto entre 2006 y 2014, se observa una significativa caída entre 2014 y 2018. Así,
en lo relativo al retraso escolar de un año, la incidencia aumentaba de 4,2% en 2006 a 6,5% en 2010 y
8,9% en 2014 para volver en 2018 al 4,2% de partida. El 2% de personas con otros problemas graves de
integración de 2018 también se sitúa por debajo de los registros de 2010 y 2014 (2,7 y 4,5%,
respectivamente) aunque, en este caso, por encima del 0,1% de 2006
La dinámica favorable observada es sin embargo compatible con un incremento moderado de la
incidencia de los principales problemas sociales graves en el proceso de integración en la escuela. De
esta forma, la presencia de problemas como la desescolarización, el absentismo, el retraso escolar igual
o superior a 2 años, o los problemas de acoso, maltrato o rechazo, que había llegado a caer a un 1,4%
20
en 2010, pasan a incidir en un 1,7% de la población escolarizada extranjera en 2014 y en un 2,6% en
2018. A pesar de ello, el 2,6% señalado se aleja de forma muy llamativa del 10,3% de 2006.
Gráfico 5.a
3,3
7,0
10,3
,1
4,2
14,6
0,0
1,4 1,4
2,7
6,5
10,6
,6 1,1
1,7
4,5
8,9
15,1
1,3 1,3
2,6
2,0
4,2
8,8
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
18,0
20,0
Ret.escolar > 2 años y
otros graves en
sit.educativa
Acoso, maltrato o
rechazo
Principales
problemas graves
Otros problemas
graves
Ret.escolar 1 año Algún problema
Población de 6 a 16 años de nacionalidad extranjera con problemas escolares graves
(situación educativa e integración) por tipo de problema. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % del grupo)
2006 2010 2014 2018
Gráfico 5.b
1,3 1,1
2,2
0,8
5,2
8,1
0,4
0,7
1,1
0,8
4,7
6,6
0,4 0,2
0,6
0,1
3,7
4,4
0,6 0,6
1,1
0,4
1,9
3,5
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Ret.escolar > 2 años y
otros graves en
sit.educativa
Acoso, maltrato o
rechazo
Principales
problemas graves
Otros problemas
graves
Ret.escolar 1 año Algún problema
Población de 6 a 16 años de nacionalidad no extranjera con problemas escolares graves
(situación educativa e integración) por tipo de problema. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % del grupo)
2006 2010 2014 2018
21
Entre 2014 y 2018, el incremento moderado de la incidencia de los principales problemas graves
analizados no sólo caracteriza a la población escolar extranjera. También es observable en el caso de la
población nacional. De esta forma, como muestra el gráfico 5.b, después de caer de 2,2% en 2006 a
1,1% en 2010 y 0,6% en 2014, la incidencia de estas problemáticas repunta al 1,1% en 2018 en el
colectivo no extranjero. En este grupo, además, la línea alcista se extiende a otros problemas graves de
integración escolar (problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la
discapacidad, etc.), con un ligero aumento del 0,1% de 2014 al 0,4% de 2018, todavía por debajo sin
embargo del 0,8% de 2006 y 2010. Se acelera en cambio la caída de la problemática ligada al retraso
escolar de un año. Después de reducirse de 5,2% en 2006 a 4,7% en 2010 y 3,7% en 2014, el impacto
de esta problemática se limita a un 1,9% en 2018.
En cualquier caso, las diferencias entre población escolarizada extranjera y nacional se mantienen en los
distintos tipos de problemas graves de integración escolar, con cifras de 1,3% frente a 0,6% tanto en lo
relativo al retraso escolar de dos o más años y otras problemáticas graves en la situación educativa como
en lo que se refiere al impacto del acoso, maltrato o rechazo en la escuela.
En lo que respecta a este último tipo de problemas, se observa entre la población extranjera un leve
deterioro entre 2014 y 2018, con un incremento de un 1,1% a un 1,3%, un nivel cercano al 1,4% de 2010.
Las cifras hablan más bien, por tanto, de estabilización en este periodo, con un impacto muy inferior en
cualquier caso al 7% de 2006. Mayor deterioro puede observarse en lo relativo al retraso escolar de dos o
más años y otros problemas graves en la situación educativa, con niveles prácticamente nulos en 2010
pero que aumentan hasta el 1,3% de 2018, claramente por debajo sin embargo del 3,3% de 2006.
A pesar de que los datos revelan una mejora generalizada de la situación entre 2014 y 2018, debe
señalarse igualmente que se mantienen las importantes diferencias entre población escolar nacional y
extranjera en lo relativo a la incidencia de otros problemas menos graves considerados en la EDSS-ENS.
Así, en lo relativo al retraso escolar de un año, aunque se reduce la distancia de casi cinco puntos en el
impacto diferencial del problema entre menores extranjeros y nacionales que se registraba en 2014 (8,9%
frente a 3,7%), este impacto sigue siendo más del doble entre el colectivo extranjero en 2018 (4,2%
frente a 1,9% en la población nacional entre 6 y 16 años). Si se suman estas problemáticas a otras más
graves en la situación educativa (desescolarización, absentismo y retraso escolar superior a 2 años), la
proporción de población menor extranjera con problemas es del 5,5% en 2018 por apenas 2,5% entre la
nacional. El 5,5% señalado supone sin embargo la incidencia más baja desde 2006, con un mínimo
previo del 6,5% en 2010 y un máximo del 9,5% en 2014 (7,4% en 2006).
La población extranjera también sufre de forma diferencial otras problemáticas graves de integración,
ligadas a problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc. En
2018, un 2% de la población menor escolarizada extranjera señala estas dificultades por apenas un 0,4%
de la población nacional. Aunque por encima del 0,1% de problemas de este tipo detectados en 2006, la
cifra refleja una clara disminución respecto al 4,5% de 2014 e incluso el 2,7% de 2010.
22
Gráfico 6
,6 ,6
1,1
,4
1,9
3,5
1,3 1,3
2,6
2,0
4,2
8,8
,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Ret.escolar > 2 años
y otros graves en
sit.educativa
Acoso, maltrato o
rechazo
Principales
problemas graves
Otros problemas
graves
Ret.escolar 1 año Algún problema
Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración)
por tipo de problema y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018
(En % de cada grupo)
Estado Extranjera
La compleja dinámica observada caracteriza a escolares con problemas de privación económica
El aumento de los principales problemas graves entre 2014 y 2018 se observa tanto en la población
escolar con presencia de situaciones de privación básica como en la que no vive estas situaciones. En
los dos casos además se observa una ruptura respecto a la línea de caída observada hasta 2014.
Gráfico 7
6,1
8,8
2,5
5,5
2,2
12,4
1,0
5,0
1,3
13,3
0,5
2,72,4
5,3
1,0
2,0
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
Principales problemas graves Otros problemas Principales problemas graves Otros problemas
Privación básica Sin privación básica
Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración)
por tipo de problema y presencia de situaciones de privacion en el hogar. C.A. de Euskadi.
2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
23
El repunte alcista es algo más llamativo en los hogares con problemas de privación básica. En estos
casos, después de caer el impacto de los principales problemas graves de 6,1% en 2006 a 2,2% en 2010
y 1,3% en 2014, repunta hasta el 2,4% en 2018, por encima por tanto de los registros de 2010 y 2014. En
el caso de la población menor en hogares sin privación básica, el aumento es del 0,5 al 1% entre 2014 y
2018, volviendo al nivel del año 2010. Las cifras de 2018 quedan muy lejos no obstante de los registros
de 2006 (6,1% en presencia de privación básica y 2,5% en ausencia de la misma).
La incidencia de los demás problemas analizados (otros problemas graves y retraso escolar de un año)
refleja, por su parte, la dinámica en general favorable que se observa entre 2014 y 2018. En la población
de 6 a 16 años en hogares sin privación, la incidencia mantiene la línea de caída continuada: de 5,5% en
2006 a 5,0% en 2010, 2,7% en 2014 y un mínimo del 2% en 2018. La caída del periodo 2014-2018 es
mucho más relevante en la población menor en hogares con privación. En este caso, después de un
incremento continuado desde el 8,8% de 2006 al 13,3% de 2014, el impacto de los problemas
considerados cae bruscamente al 5,3% en 2018.
2.PROBLEMAS ESPECIALES DE INSERCIÓN EN EL PERIODO LABORAL
Aunque con tendencia a mejorar, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo
relevante en 2018
En 2014, el principal fenómeno de deterioro social recogido por la EDSS-ENS hacía referencia a la
dinámica de los problemas especiales de inserción laboral. 120.109 personas residentes en la CAE, con
edades comprendidas entre 16 y 64 años, señalaban en ese año alguno de los problemas de este tipo
contemplados en la operación estadística. Esto representaba un 8,5% de la población en estas edades,
en línea claramente ascendente respecto al 3,7% de 2006 y el 2,9% de 2010.
Aunque la recuperación económica se traduce en una notable mejoría de los indicadores señalados, no
determina un rápido y completo retorno a la situación existente en el periodo 2006-2010. En 2018 todavía
91.168 personas señalan la existencia de problemas especiales de inserción laboral, lo que afecta a un
6,6% de la población entre 16 y 64 años. Como puede comprobarse, se trata de cifras que todavía
resultan muy superiores a las existentes en 2006 y 2010. En términos absolutos, de hecho, el volumen de
personas afectadas en 2018 supone un incremento del 69,2% respecto a las 53.885 personas de 2006 y
del 123,1% respecto a las 40.862 de 2010. En referencia a las 120.109 personas afectadas en 2014, el
registro de 2018 supone sin embargo una caída relevante (-24,1%).
El todavía elevado impacto de los problemas especiales de inserción laboral en la CAE es una
consecuencia de los procesos de cronificación en el desempleo o, de forma más relevante en el periodo
de recuperación, de la combinación de este tipo de desempleo con el desarrollo ocasional o temporal de
trabajos que son considerados marginales por la población, por mucho que puedan responder a
esquemas de contratación legales y aceptados.
En este sentido, en 2018 el tipo de problema laboral dominante entre las personas con dificultades
especiales para la inserción laboral sigue relacionándose con diferentes situaciones crónicas de paro o
24
subocupación en empleos marginales, realidad que caracteriza a 81.630 personas. Aunque el volumen
señalado es inferior en -25,7% a las 109.865 personas en esta situación en 2014, sigue siendo más de
tres veces superior a las 26.047 personas afectadas en 2010 y a las 24.680 detectadas en 2006. El
colectivo de referencia pasa de representar apenas un 1,7-1,8% de la población de 16 a 64 años de la
CAE en 2006 y 2010 a un 7,8% en 2014. A pesar de la mejoría del último cuatrienio, esta proporción
sigue siendo del 5,9% en 2018.
Gráfico 8
10.855
13.825
24.680 24.593
4.612
53.885
9.455
16.592
26.047
12.151
2.664
40.862
60.179
49.686
109.865
5.062 5.182
120.109
44.358
37.272
81.630
4.012 5.525
91.168
0
20.000
40.000
60.000
80.000
100.000
120.000
Paro o
subocupación crónica
(PP > 18 meses)
Paro
o subocupación crónica
(Otros > 30 meses)
Paro o
subocupación crónica
(Total)
Falta de permiso de
trabajo
(pob.extranjera)
Empleo especial o
protegido
TOTAL
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral
C.A. de Euskadi. 2006-2018
(Datos absolutos)
2006 2010 2014 2018
Gráfico 9
0,8 1,0
1,7 1,7
0,3
3,7
0,7
1,2
1,8
0,9
0,2
2,9
4,3
3,5
7,8
0,4 0,4
8,5
3,2
2,7
5,9
0,3 0,4
6,6
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Paro o
subocupación crónica
(PP > 18 meses)
Paro
o subocupación crónica
(Otros > 30 meses)
Paro o
subocupación crónica
(Total)
Falta de permiso de
trabajo
(pob.extranjera)
Empleo especial o
protegido
TOTAL
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral
C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de la población de 16 a 64 años)
2006 2010 2014 2018
25
La consecuencia de las tendencias señaladas es que en 2018 aún resulta muy relevante la problemática
asociada a las personas desempleadas o subocupadas crónicas que constituyen la persona de referencia
en el hogar y llevan más de 18 meses en estas circunstancias. De 10.855 casos en 2006 y 9.455 en
2010, las personas afectadas habían aumentado a 60.179 en 2014, con todavía 44.358 casos de este
tipo en 2018. Esta cifra es 4,1 veces superior a la de 2006.
Aunque algo menos intenso, también resulta apreciable el volumen de personas desempleadas o
subocupadas crónicas que no constituyen la persona de referencia en el hogar y llevan más de 30 meses
en paro o accediendo a empleos marginales. El grupo, constituido por 13.825 personas en 2006 y 16.592
en 2010, llegó a las 49.686 personas en 2014 pero aún se mantiene en 37.272 en 2018, 2,7 veces más
que las de 2006.
En fuerte contraste, persiste entre 2014 y 2018 la línea de reducción del número de personas extranjeras
activas sin permiso de trabajo. De 24.593 personas en esta situación en 2006, el número se reduce a
12.151 en 2010, 5.062 en 2014 y 4.012 en 2018. En este año, apenas un 0,3% de la población de 16 a 64
años residente en la CAE se encuentra en esta situación. El colectivo de referencia pasa de representar
un 45,6% de las personas con problemas especiales de inserción laboral en 2006, o un 29,7% en 2010, a
apenas un 4,4% en 2018 (una cifra similar al 4,2% de 2014).
El resto de personas con problemas especiales de inserción laboral, 5.525 en total, corresponden a la
población que vincula esta situación a una ocupación en el marco de un empleo especial o protegido
(programas especiales de inserción laboral, empresas de inserción o centros especiales de empleo)1
.
El colectivo afectado es muy mayoritariamente nacional y entre 25 y 54 años, aunque con una
evidente tendencia al envejecimiento, y con mayor presencia de población femenina
Como puede observarse en el gráfico 11, la mayor parte de los problemas especiales de inserción laboral
siguen concentrándose en 2018 entre la población de 25 a 54 años, colectivo que concentra un 73% de
los problemas considerados.
Se trata sin embargo del porcentaje más bajo desde 2006 y la principal razón se vincula al proceso de
envejecimiento de las personas afectadas. De hecho, en 2018, un 51,2% de los problemas especiales de
inserción laboral corresponden a personas mayores de 45 años, lo que supone un cambio esencial. Así,
por primera vez desde que se realiza la EDSS-ENS, este grupo de personas mayores de 45 años se
convierte en mayoritario dentro de la población afectada por problemas especiales de inserción laboral.
De apenas un 27,7% de los casos detectados en 2006, la proporción señalada aumenta al 32,7% en
2010 y al 40,6% en 2014 para convertirse en mayoritaria en 2018.
1
Esta cifra no recoge al conjunto de personas con esta forma de trabajo sino sólo a aquellas que las asocian a
una problemática especial de inserción laboral.
26
Aunque el envejecimiento de la población con problemas especiales de inserción laboral es perceptible
en las personas de 45 a 54 años (un 28,6% del total en 2018, la cifra más elevada desde 2006, por
encima del 25,3% de 2014 y de los niveles de 17,7 a 18,7% de 2006 y 2010), el mayor incremento en la
distribución corresponde entre 2014 y 2018 a las personas de 55 a 64 años. Éstas pasan de representar
entre el 10 y el 15,3% de la población analizada entre 2006 y 2014 a un 22,6% en 2018.
Gráfico 10
5,6
7,5
2,4
6,7
7,5 7,6
6,6
5,4
19,3
6,6
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
Varón Mujer 15-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años Estado Otra Total
Sexo Edad Nacionalidad
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por sexo, edad y nacionalidad.
C.A. de Euskadi. 2018
(En % de cada grupo)
Gráfico 11
42,5
57,5
4,4
15,4
29,0 28,6
22,6
75,1
24,9
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Varón Mujer 15-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años Estado Otra
Sexo Edad Nacionalidad
Distribución de la población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por sexo,
edad y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018
(En %)
27
En términos relativos, en 2018 el impacto de los problemas especiales de inserción laboral resulta en
general bastante similar entre los 25 y 64 años. Tal y como refleja el gráfico 10, alcanza un nivel máximo,
entre el 7,5 y 7,6%, en el caso de las personas de 35 a 54 años; pero se mantiene en niveles cercanos,
entre el 6,6 y 6,7%, en lo que respecta a personas entre 25 y 34 años o entre 55 y 64 años. Sólo cae por
debajo de la barrera del 6,5%, aunque ya de forma sustancial, en el grupo de 15 a 24 años (2,4%).
Es relevante comprobar que en la población de 25 a 64 años, a mayor edad, menor caída de la
proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral en el periodo 2014-2018. Esta
caída es así de -3,9 puntos porcentuales (de 10,6 a 6,7%) entre los 25 y 34 años y de -3,6 entre los 35 y
44 años (de 11,1 a 7,5%). Se reduce a -1,2 puntos entre los 45 y 54 años (de 8,8 a 7,6%) para
prácticamente anularse en las personas de 55 a 64 años, con una estabilización de los niveles de
impacto (de 6,5 a 6,6% entre 2014 y 2018). Esta línea de estabilización también caracteriza al grupo más
joven, entre 15 y 24 años (2,4% en 2018, apenas dos décimas por debajo del 2,6% de 2014).
A diferencia de lo observado en 2014, el impacto de los problemas especiales de inserción laboral es
superior en 2018 entre las mujeres: 7,5% frente a 5,6% entre hombres. Es el resultado de una línea de
leve incremento entre la población femenina (de 7,2 a 7,5% entre 2014 y 2018) que contrasta con la
significativa caída que se detecta entre los hombres (de 9,9 a 5,6%). En 2018, un 57,5% de las personas
con problemas especiales de inserción laboral son mujeres, por encima del 56,4% alcanzado en 2010.
Los problemas analizados siguen teniendo en 2018 una incidencia diferencial entre la población
extranjera, con un 19,3% que muestra algún problema de este tipo. Aunque esta cifra supera el 15,9% de
2010, el impacto de las situaciones consideradas no sólo es muy inferior al 31,4% que se observaba en
2006, un periodo en el que una parte importante de la población extranjera carecía de permiso de trabajo,
sino al 27,3% de 2014. Por su parte, el 5,4% de 2018 supera claramente, entre la población nacional, las
cifras cercanas al 2% de 2006 y 2010 pero también muestra una línea de reducción significativa respecto
al máximo del 7,2% que se alcanzó en 2014.
Aunque la línea de reducción en la incidencia de los problemas especiales de inserción laboral es algo
mayor en la población nacional entre 2014 y 2018, el peso de esta población dentro de la distribución de
los problemas analizados sigue siendo muy mayoritario: un 75,1%. Inferior al 78,8% que llegó a
representar en 2014, se mantiene claramente por encima del 51,5% de 2006 y del 60,9% de 2010.
Siguen resultando muy elevados los indicadores de exclusión del mundo del trabajo normalizado
en la población afectada. Dentro de ella, aumenta la parte que se sitúa en los bordes del mercado
de trabajo
Aunque se reduce el volumen de personas con problemas especiales de inserción laboral entre 2014 y
2018, la línea de empeoramiento de la posición de este grupo de población en el mercado de trabajo, que
se vislumbraba en parte entre 2010 y 2014, se prolonga en gran medida en 2018, tal y como puede
observarse en los indicadores presentados en el gráfico 12.
28
Gráfico 12
57,9
40,0
35,9
18,1
24,3
52,4
79,4
10,5 10,1
26,1 24,7
67,2
13,5
30,3
47,4
75,5
8,4
16,1
10,8 9,4
84,1
11,5
39,2
28,6
83,2
4,6
12,2
19,5
17,3
75,8
19,8
39,5
42,3
70,3
9,5
20,2
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
100,0
% ocupada
en la
actualidad
% ocupada
al menos 6 meses
en último año
% que no ha
trabajado nada
en el último año
% no ocupada
que ya no
busca empleo
% con experiencia
hace más de 3 años
(emp.regularizado)
% sin experiencia
o hace más de 5
años
(emp.regularizado)
% con demanda
activa
de empleo
% desanimada
o demanda no
activa
de empleo
% sin demanda real
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral. Indicadores de insercion en el
mercado de trabajo y en el sistema productivo. C.A. de Euskadi. 2006-2018
2006 2010 2014 2018
29
En el colectivo afectado por los problemas especiales de inserción laboral, las condiciones del mercado
de trabajo se tradujeron tras la crisis de 2008 en una significativa caída de la parte que seguía teniendo
posibilidad de acceder a alguna ocupación, por muy marginal que pudiera ser. La proporción de estas
personas con contacto con el empleo en el momento de la encuestación se reducía así de 57,9% en
2006 a 26,1% en 2010 y a un mínimo del 10,8% en 2014. Aunque la proporción repunta al alza entre
2016 y 2018, la mejora sólo permite situarla en un 19,5% en 2018. Se trata de una cifra muy alejada de la
existente en 2006 y que resulta también inferior al nivel de 2010.
En la misma línea, la proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral que han
trabajado al menos 6 meses en el último año remonta del 9,4 al 17,3% entre 2014 y 2018 pero el
indicador queda lejos tanto del 40% de 2006 como del 24,7% de 2010. En el cuatrienio 2014-2018 se
reduce en paralelo, de 84,1 a 75,8%, la parte del colectivo que no ha tenido contacto alguno con el
empleo en los últimos doce meses. Sin embargo, la proporción de 2018 supera tanto el 35,9% de 2006
como el 67,2% de 2010. En 2018, las situaciones de total alejamiento del sistema productivo en el último
año siguen por tanto afectando a tres cuartas partes de las personas analizadas.
Ni siquiera la línea de mejora del periodo 2014-2018 se traslada a todas las dimensiones consideradas
en la EDSS-ENS. Así, sigue empeorando el indicador relativo a la proporción de personas que han tenido
su última experiencia en un empleo regularizado hace tres o más años. En este caso, el porcentaje
aumentaba de un 24,3% en 2006 a un 30,3% en 2010 y un 39,2% en 2014. Aunque de forma leve, la
línea de incremento se prolonga hasta llegar al 39,5% en 2018.
Repunta al alza además entre 2014 y 2018 el peso relativo de la población considerada que, estando
realmente disponible para el empleo, se encuentra en una situación de extremo alejamiento del sistema
productivo, ya sea por su falta total de experiencia laboral o por haber trabajado en un empleo
regularizado hace más de 5 años. Esta proporción había caído de niveles de 52,4% en 2006 y 47,4% en
2010 al 28,6% en 2014 pero remonta hasta el 42,3% en 2018.
En el colectivo analizado, se alcanza de hecho en 2018 la proporción más reducida de personas con una
demanda activa de empleo, situada en el 70,3%, por debajo de las cifras cercanas o superiores al 80%
de 2006 y 2014 pero también del 75,5% de 2010. Después de haber caído de forma continuada hasta
2014 (de 10,5% en 2006 a 8,4% en 2010 y 4,6% en 2014), el peso relativo de las situaciones de
desánimo o demás formas no activas de demanda de empleo remonta al 9,5%. También llama la
atención el repunte de la falta de demanda, o formas en realidad ficticias de la misma, que llega a
caracterizar en 2018 a un 20,2% del colectivo, la cifra más alta desde el 10,1% de 2006 o el 12,2% de
2014 y que supera también el 16,1% de 2010.
Los datos reflejan por tanto las grandes dificultades de acceso al empleo en un colectivo que carece
mayoritariamente de una experiencia previa en un empleo regularizado (apenas un 37,8% hace menos
de 5 años) y que en un 29,7% de los casos, la cifra más elevada desde 2010, no mantiene una demanda
activa de acceso al empleo.
30
La exclusión laboral estructural mantiene una estrecha relación con la privación económica
Como puede observarse en los gráficos 13 y 14, los datos disponibles siguen poniendo de manifiesto la
fuerte asociación existente en 2018 entre la cronificación en el desempleo u otras formas de precariedad
laboral extrema y la privación económica. De esta forma, mientras un 3,4% de las personas de 16 a 64
años en hogares sin privación básica tienen problemas especiales de inserción laboral, la proporción
alcanza el 28,3% en los hogares en los que están presentes este tipo de situación de privación. En 2018,
de hecho, un 54,1% del total de problemas especiales detectados en los procesos de inserción laboral se
vinculan a personas en hogares afectados por situaciones de privación básica (por encima del 49,6% de
2014).
Los datos muestran, por otra parte, que en 2018 una parte de los problemas especiales de inserción
laboral se desarrollan en hogares con cierta estabilidad ocupacional, con un 33,2% de personas con este
tipo de problemas integradas en hogares con presencia de al menos una persona con ocupación estable
(por encima del 29,6% de 2014). Sin embargo, la gran mayoría de los casos considerados se vincula a
hogares con situaciones generalizadas de inestabilidad laboral o con una salida de facto del ámbito de la
actividad. Así, un 48,3% de los problemas especiales de inserción laboral considerados en 2018 se dan
en hogares en los que ninguna de las personas activas accede a una ocupación estable (o simplemente
a la ocupación) y un 18,5% en hogares en los que ya nadie puede considerarse en situación de actividad.
Mientras aumenta el peso relativo de estos últimos hogares respecto a 2014 (apenas un 10,6% en aquel
año), se reduce la parte asociada a formas de empleo no estable o desempleo (59,8% en 2014).
Gráfico 13
28,3
3,4 2,8
21,7
19,2
6,6
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
Privación básica Sin privación Alguna ocupada
estable
Alguna activa, ninguna
ocupada estable
Sin personas activas
Privación Relación con la actividad Total
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por presencia de situaciones
de privación y relación con la actividad de las personas del hogar
C.A. de Euskadi. 2018
(En % de cada grupo)
31
Gráfico 14
54,1
45,9
33,2
48,3
18,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
Privación básica Sin privación Alguna ocupada estable Alguna activa, ninguna
ocupada estable
Sin personas activas
Privación Relación con la actividad
Distribucion de la población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por
presencia de situaciones de privación y relación con la actividad de las personas del hogar
C.A. de Euskadi. 2018
(En %)
La probabilidad de que, en hogares en los que ninguna persona activa consigue acceder a una ocupación
estable, se den problemas especiales de inserción laboral es todavía alta en 2018. Un 21,7% de las
personas de 16 a 64 años en este tipo de hogares plantean esta problemática en 2018, una cifra que
revela con claridad el riesgo de exclusión laboral al que se enfrenta la población residente en este tipo de
hogares. Aunque se reduce sustancialmente respecto al 30,5% de 2014, sigue resultando claramente
superior tanto al 13% de personas de este grupo afectadas por problemas especiales de inserción laboral
en 2010 como al 19,5% de 2010.
El riesgo diferencial considerado es además evidente respecto a las personas en hogares con alguna
persona ocupada estable, con apenas un 2,8% de población de 16 a 64 años con problemas especiales
de inserción laboral en este tipo de hogares (3,3% en 2014).
La mayor presencia de personas que de facto renuncian a la actividad en el colectivo considerado resulta
otro elemento a destacar, un aspecto que se traduce en un incremento continuado del vínculo entre
inactividad real y problemas especiales de inserción laboral. En este sentido, la presencia de este tipo de
problemas en la población de 16 a 64 años no deja de crecer en hogares con todos sus miembros
inactivos. Se situaba en apenas un 0,8-1,2% en 2006 y 2010 para alcanzar un 12,7% en 2014 y un
máximo del 19,2% en 2018. De esta forma, en 2018, prácticamente una quinta parte de las situaciones
de inactividad en hogares con todos sus miembros de 16 a 64 años inactivos se vincula a la presencia de
los problemas especiales de inserción laboral considerados en la EDSS-ENS.
32
3.LAS PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA
El impacto de la limitación y la dependencia muestra en general una línea descendente, salvo en
lo relativo a la dependencia al menos moderada, en especial en grupos mayores de 75 años
En 2018, un 9,5% de las personas residentes en la CAE tiene alguna limitación funcional ligada a un
problema de salud o de edad avanzada, lo que supone una evidente reducción respecto a lo observado
en años anteriores. El impacto de estas limitaciones tendía previamente a aumentar ligeramente, con un
10,5% en 2006, un 10,8% en 2010 y un 10,9% en 2014. Las 205.071 personas afectadas en 2018, la cifra
más baja desde 2006, suponen una reducción de -13,1% respecto a las 235.862 de 2014.
En un 53,5% de los casos, la cifra más alta desde 2006, las limitaciones consideradas dan lugar a una
situación de dependencia especial en 2014. Las personas en esta situación son 109.677 en 2018. El
peso de este colectivo en la población total de la CAE es del 5,1%, un nivel cercano pero también en
línea descendente respecto a las cifras de 5,4 a 5,7% del periodo 2006-2014. Mientras las formas leves
de dependencia especial tienden claramente a reducirse (de 2,6 a 1,8% entre 2006 y 2018), las que
implican una dependencia moderada, grave o total se caracterizan por una tendencia ligeramente alcista,
con un 3,3% en 2018 que supera tanto el 2,8% de 2006 como las cifras de 3-3,2% de 2010 y 20142
.
Gráfico 15
5,5
2,8 2,6
5,0
10,5
5,7
3,2
2,5
5,1
10,8
5,4
3,0
2,4
5,5
10,9
5,1
3,3
1,8
4,4
9,5
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
Dependencia
especial (DE)
DE al menos
moderada
DE Leve Limitación
sin dep.especial
Alguna limitación/
dependencia
Población de 16 a 64 años por presencia de situaciones de limitación y/o dependencia especial
C.A. de Euskadi. 2006-2018
(% de la población total)
2006 2010 2014 2018
2
Respecto a la caída del impacto general de la limitación/dependencia, debe tenerse en cuenta que en el volumen
de personas afectadas influyen varios factores. Uno de los más relevantes es el peso de los ingresos en
instituciones puesto que la EDSS-ENS se limita a la población no ingresada en centros residenciales. En la
medida en que la dimensión social de las limitaciones, y en especial la existencia de situaciones de dependencia
especial, está condicionada por las mejoras organizativas y tecnológicas que contribuyen a incrementar el nivel
de autonomía de las personas, éste constituye un segundo factor clave, en especial en un periodo de rápido
avance de las tecnologías aplicadas a la mejora de las condiciones de vida de las personas con limitaciones
funcionales (un avance que explica la fuerte caída entre 2014 y 2018 de las formas de limitación sin dependencia
especial, con un impacto mínimo del 4,4% en 2018). Un tercer factor a considerar es el retorno a sus
comunidades de origen de personas mayores tras la jubilación.
33
El análisis de la evolución entre 2006 y 2018 del impacto de las situaciones de dependencia especial por
edad muestra algunas variaciones relevantes. Destaca, en todo caso, el hecho de que en 2018 se
observen los niveles más bajos de impacto de las situaciones de dependencia especial entre los distintos
grupos de personas mayores de 55 años.
En el caso de la población mayor de 75 años, después del aumento del 31,3 al 34,6% del periodo 2006-
2010, se inicia una línea de caída en 2014 que sitúa el impacto de la dependencia especial a estas
edades en un 32,4%, mejora que se prolonga en 2018, con un 30,5% que resulta ya inferior al registro de
2006. Esta línea de mejora se extiende de forma aún más llamativa a las personas entre 65 y 74 años.
En este caso, el impacto de la dependencia especial aumentaba de 8,3 a 8,6% entre 2006 y 2010 para
caer al 6,7% en 2014 y a un 4,4% en 2018. De forma más moderada, la tendencia puede igualmente
observarse en personas entre 55 y 64 años, con niveles de dependencia especial entre el 3,9 y el 4,1%
durante los años 2006-2014 que se reducen al 3,1% en 2018.
También cae el impacto de la dependencia especial entre 2014 y 2018 en el caso de las personas de 35
a 54 años (de 2,8 a 2,2%). En este grupo, el nivel de 2018 es muy ligeramente superior, sin embargo, al
1,9% de 2010.
En las personas menores de 35 años, el impacto de la dependencia especial repunta levemente, del 0,9
al 1,2%, entre 2014 y 2018. En este grupo, las cifras muestran en cualquier caso una línea de gran
estabilidad a largo plazo, con un impacto de la dependencia que se sitúa en un intervalo del 0,9 al 1,4%.
Gráfico 16
1,3
2,6
4,1
8,3
31,3
1,4 1,9
3,9
8,6
34,6
,9
2,8
4,1
6,7
32,4
1,2 2,2 3,1
4,4
30,5
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
< 35 años 35-54 años 55-64 años 65-74 años > 75 años
Población con presencia de situaciones de dependencia especial por edad
C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Al centrar en exclusiva el análisis en el impacto de la dependencia especial total, grave o moderada, los
datos de 2018 muestran sin embargo dos dinámicas algo diferentes.
34
Por una parte, en el caso de las personas menores de 75 años, tiende a observarse en general una línea
de caída del impacto de las formas de dependencia más graves señaladas. La caída más significativa es
la que corresponde a las personas entre 65 y 74 años. En este grupo de edad, el impacto de la
dependencia al menos moderada se mantenía muy estable, en torno a cifras de 3,6-3,7%, en el periodo
2006-2014 pero se reduce de forma llamativa en 2018, con un 2,6%.
Esta dinámica positiva puede igualmente observarse en las personas menores de 35 años donde la línea
de mejora se adelanta a 2014 (0,4% por cifras de 0,6 a 0,8% en 2006 y 2010) pero se mantiene en 2018,
año en el que se alcanza un registro mínimo del 0,3%. En el caso de la población de 35 a 54 años, el
impacto de la dependencia especial total, grave o moderada cae del 1,2 al 0,7% entre 2014 y 2018,
volviendo al nivel mínimo observado en 2010. Aunque aumenta levemente, del 1,0 al 1,2% entre 2014 y
2018, también se mantienen niveles bajos entre la población de 55 a 64 años, inferiores al 1,4-1,5% de
2006-2010.
Por otra parte, y en contraste con la línea en general favorable observada en los grupos menores de 75
años, en las personas mayores de esa edad se observa un incremento del impacto de las formas más
relevantes de dependencia especial. Así, tras la ligera caída del periodo 2010-2014 (de 22,5 a 22%), la
incidencia de la dependencia total, grave o moderada repunta hasta el 24,5%, 5,4 puntos porcentuales
por encima del 19,1% de 2006.
Gráfico 17
,6 ,9 1,4
3,7
19,1
,8 ,7
1,5
3,6
22,5
,4
1,2 1,0
3,6
22,0
,3 0,7 1,2
2,6
24,5
,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
< 35 años 35-54 años 55-64 años 65-74 años > 75 años
Población con presencia de situaciones de dependencia total, grave o moderada por edad
C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Se recuperan los niveles de acceso a la atención externa en la población con dependencia
especial aunque sin llegar a los niveles de 2010, apoyada sobre todo en la atención privada o
particular
Un 56,5% de las personas con dependencia especial se beneficia en 2018 de apoyos o servicios
externos al hogar, ya sea accediendo a centros fuera del domicilio o recibiendo dentro de él ayuda de
35
terceras personas, incluida la de familiares, vecinos o amigos3
. Se recuperan con ello al alza los niveles
de atención tras la caída que había situado el indicador en un 47,6% en 2014. El porcentaje de población
atendida en 2018 supera también el 53,7% de 2006 y sólo queda por debajo del máximo alcanzado en
2010, con un 58,9%, porcentaje alcanzado tras la puesta en marcha de los programas de ayuda a la
dependencia.
Entre 2010 y 2014, la disminución más relevante del recurso a los servicios de apoyo externo se
constataba tanto entre las personas con dependencia leve o con autonomía suficiente como entre las
personas con dependencia total o grave. Y es precisamente en estos dos grupos en los que se percibe
de forma más intensa la recuperación de los niveles de atención en el periodo 2014-2018. Esta
recuperación no permite sin embargo alcanzar los niveles de cobertura del periodo 2006-2010.
En la línea señalada, en personas con dependencia leve o autónomas, entre 2014 y 2014 los niveles de
atención repuntan del 33,6% al 43%, una cifra que se mantiene sin embargo por debajo no sólo del
máximo del 47,8% de 2010 sino también del 45,3% de 2014. En los casos de mayor dependencia, total o
grave, después de aumentar el recurso a los servicios externos de un 69,4% a un 71,7% entre 2006 y
2010, la proporción se reducía en 2014 al 57,4%. El 66% de 2018 marca una línea de fuerte recuperación
de los niveles de atención pero, de nuevo, en niveles inferiores a los del periodo 2006-2010, con cifras
respectivas de un 69,4% y un 71,7% de personas atendidas.
Gráfico 18
69,4
48,3
45,3
53,7
71,7
57,1
47,8
58,957,9 59,6
33,6
47,6
66,0
57,2
43,0
56,5
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Total o grave Moderada Leve-autónoma Total
Población con dependencia especial que accede a ayuda externa por grado de dependencia especial.
C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
3
Debe recordarse en este apartado que todos los datos de la EDSS-ENS se refieren a la población no
institucionalizada, residente en viviendas particulares.
36
Entre 2010 y 2014, el único colectivo en el que se mantenía la tendencia expansiva de la atención era el
de las personas con dependencia moderada. En este caso, el recurso a servicios externos aumentaba de
48,3% en 2006 a 57,1% en 2010 y 59,6% en 2014. En aquel año, este grupo superaba de hecho al de las
personas con dependencia total o grave en el acceso a recursos externos, públicos, privados o familiares.
Entre 2014 y 2018 la atención se reduce sin embargo al 57,2% de la población de este grupo y vuelve a
quedar en niveles claramente inferiores a los de las personas con dependencia total o grave (66% en
2018).
Parte de la recuperación de los niveles de atención se vincula a un incremento en el recurso al sistema
de servicios públicos (directos o concertados) por parte de la población con dependencia especial, una
circunstancia que refleja sin duda un cambio en la dinámica que se había venido observado desde 2006.
En este, sentido, en el caso de la atención pública o concertada, se observaba una disminución
continuada del recurso a los servicios desde el 20,7% de 2006 al 15,4% de 2010 y el 13,4% de 2014. El
15% de 2018 supone por tanto el primer periodo de recuperación de los niveles de atención pública o
concertada desde 2006.
Sin embargo, la recuperación no es general y no llega a las formas más graves, caracterizadas por un
tipo de dependencia total o grave. En este caso, la proporción de personas que recurren a los servicios
públicos o concertados mostraba una muy fuerte caída entre 2006 y 2010, desde el 31,6% al 20,1%.
Aunque de forma más moderada, esta caída se prolonga con el 18,6% de 2014 y el 16,4% de 2018, el
nivel de cobertura más bajo desde 2006.
Gráfico 19
31,6
19,8
13,7
20,720,1
16,9
10,4
15,4
18,6
15,5
8,2
13,4
16,4
21,4
10,6
15,0
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que accede a servicios públicos o concertados por grado de
dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Esta línea descendente contrasta con la recuperación de los niveles de atención en el caso de las
personas con dependencia moderada. Después de la caída continuada del 19,8% de 2006 al 15,5% de
2014, el 21,4% de 2018 no sólo supone un fuerte relanzamiento de la atención sino la consecución de los
37
máximos niveles desde 2006. En una línea similar, entre la población con dependencia especial leve o
autónoma, después de reducirse del 13,7% al 8,2% entre 2006 y 2014, la atención llega al 10,6% en
2018, por encima del 10,4% de 2010 y sólo por debajo del registro de 2006.
La línea de recuperación de la atención externa es más nítida en lo relativo al recurso a la atención
estrictamente privada, incluyendo en este último caso no sólo los servicios privados sino también la
contratación de personal de apoyo externo en el domicilio. El acceso a este tipo de servicios aumentaba
de 19,3 a 26,9% entre 2006 y 2010 para caer de forma brusca hasta el 17,5% en 2014, en niveles
inferiores a los de 2006. El periodo 2014-2018 supone una muy llamativa recuperación de la línea alcista,
con un 29,2% de población con dependencia especial atendida en 2018, la proporción más elevada
desde 2006. Después de que en 2006 todavía predominara la atención pública o concertada (20,7% de
personas atendidas por 19,3% en el ámbito privado o particular), el predominio de los servicios de tipo
privado o particular, dominantes a partir de 2010, alcanza su mayor expresión en 2018 (29,2% de
personas atendidas por 15% en los servicios públicos o concertados).
Gráfico 20
26,6
18,3
14,8
19,3
32,7
27,9
21,1
26,9
21,3
19,2
13,7
17,5
38,1
14,4
22,3
29,2
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que accede a servicios privados o de particulares por grado de
dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
El proceso de recuperación de la atención privada o particular puede observarse en la mayor parte de
situaciones de dependencia pero no resulta generalizada. Entre los grupos en los que sobresale la línea
de recuperación destaca el de la población con dependencia total o grave. Se trataba del único grupo en
el que en 2014 el indicador de acceso a servicios resultaba muy inferior al de 2006 (21,3% por 26,6% en
2006 y un máximo de 32,7% en 2010). 2018 supone sin embargo una muy notable recuperación de los
niveles de atención y se alcanza un nivel máximo desde 2006, con un 38,1%. Lejos queda el bajo nivel
comparado de 2014, con el 21,3% ya mencionado.
Una tendencia similar puede observarse en el recurso a servicios privados por la población con
dependencia leve o autónoma. En este grupo, los niveles de atención habían aumentado del 14,8 al
38
21,1% entre 2006 y 2010. Después de caer al 13,7% en 2014, por debajo de los niveles de 2006, la
atención repunta claramente al alza en 2018 para alcanzar la cobertura más elevada, con un 22,3%.
En la población con dependencia moderada, el 19,2% de 2014 se mantenía por encima del 18,3% de
2006 pero muy por debajo del 27,9% de 2010. En este caso, sin embargo, la línea descendente de la
atención se prolonga, con un mínimo del 14,4% en 2018. Esta diferente evolución se vincula sin embargo
con el notable repunte en este grupo, durante el periodo 2014-2018, de los niveles de acceso a servicios
públicos o concertados (del 15,5% al 21,4%), lo que convierte en 2018 a la población con dependencia
especial moderada en el único grupo en el que vuelve a predominar la atención pública o concertada
respecto a la privada o particular. Se vuelve con ello, aunque sólo en este colectivo, a la situación de
predominio de la atención pública que se observaba en general en 2006 entre la población con
dependencia especial al menos moderada.
La recuperación al alza de la atención en servicios, públicos, concertados o privados/particulares,
contribuye, en cualquier caso, a una caída del recurso a familiares externos. Este tipo de recurso había
caracterizado a un 16,8-16,9% de las personas con dependencia en 2006 y 2014 y había llegado a un
máximo del 18,3% en 2010. En 2018, la proporción de personas con dependencia que recurren a este
tipo de apoyos alcanza una cobertura mínima, con un 13,5%.
Gráfico 21
19,1
13,0
16,8 16,8
20,9
14,8
17,2
18,3
19,4
25,2
11,0
16,9
13,4
21,3
10,6
13,5
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que accede a la ayuda de familiares externos a la vivienda por
grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
En 2018, los niveles más bajos de recurso a familiares externos corresponden tanto a las personas con
dependencia total o grave como a las que tienen problemas leves de dependencia o disponen de un nivel
de autonomía suficiente. En el primer caso, después de haber caracterizado este recurso a entre un 19,1
y un 20,9% de la población con dependencia total o grave en el periodo 2006-2014, la proporción se
reduce bruscamente al 13,4% en 2018. En lo relativo a las personas con dependencia leve o autónomas,
el recurso a los familiares externos muestra igualmente niveles mínimos en 2018, con un 10,6% de
39
personas en esta situación asistencial. En este caso, el proceso de caída de la relevancia de la atención
a través de familiares externos se adelantaba no obstante a 2014. Después de aumentar de un 16,8 a un
17,2% entre 2006 y 2010, la proporción caía al 11%, en niveles ya muy cercanos al 10,6% de 2018.
El comportamiento más atípico es el que se observa entre la población con dependencia moderada,
grupo en el que se detectaba un incremento continuado del recurso a familiares externos hasta 2014.
Mientras el crecimiento del periodo 2006-2010 fue más limitado, con un aumento del 13 al 14,8%, la
proporción aumentaba bruscamente hasta el 25,2% en 2014. Aunque también se observa la línea de
caída de la atención a través de familiares externos en el último cuatrienio, con un 21,3% en 2018, la
cobertura se mantiene en cualquier caso muy por encima de los registros de 2006 y 2010. El bajo recurso
comparado a los servicios privados y particulares en este colectivo con dependencia moderada se asocia
no sólo, por tanto, a la mayor relevancia comparada de los servicios públicos y concertados sino también
a la mayor importancia de la atención a través de familiares externos.
Además de la atención a través de servicios públicos, concertados o privados, de personal contratado de
forma particular o de familiares externos, otra forma de atención habitual es la que se presta en el hogar
a través de una persona cuidadora residente, una cuestión que se analiza con más detalle en el apartado
4.2 del informe. Descontando todas estas modalidades de atención, el gráfico 22 muestra la proporción
de personas que, a pesar de tener una dependencia relevante, total, grave o moderada, carecen de
apoyo directo, personal o a través de servicios específicos.
Gráfico 22
2,7
11,7
6,1
2,6
8,0
4,1
12,1
8,5
10,8
7,9
12,3
8,8
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
Total o grave Moderada Total
Población con dependencia especial total, grave o moderada que no cuenta con ningún apoyo directo
(personal o de servicios) por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
La proporción de personas con dependencia al menos moderada que carece de cualquier apoyo se sitúa
en un 8,8% en 2018. Esta proporción se reduce del 10,8% que había llegado a alcanzar en 2014 pero se
mantiene en niveles superiores al 6,1% de 2006 y al mínimo del 4,1% de 2010.
40
La tendencia es similar en lo relativo a la población con dependencia total o grave, con una caída del
12,1% de 2014 al 7,9% de 2018 en la proporción de personas sin ninguna atención personal o de
servicios. La proporción de 2018 se mantiene claramente por encima, en cualquier caso, de los niveles
de 2,6-2,7% de 2006 y 2010.
La dinámica es más compleja en presencia de dependencia moderada. En este caso, después de caer
de un 11,7% a un 8% entre 2006 y 2010, el impacto de las situaciones caracterizadas por una falta de
atención remonta al 8,5% en 2014 y al 12,3% en 2018.
Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos
sigue reflejando una línea alcista de las horas de atención, particularmente llamativa en presencia
de dependencia total o grave
La recuperación entre 2014 y 2018 de la proporción de personas que acceden a servicios y recursos
externos sigue acompañada en este periodo del repunte en el número medio de horas semanales de
atención que ya se vislumbraba entre 2010 y 2014, aunque en forma mucho más intensificada. Así,
después de mantenerse en torno a 32,5 horas semanales en 2006 y 2010, el número de horas de
atención repuntaba de forma moderada hasta 35 horas en 2014. El incremento es mucho más intenso en
2018, con 53,0 horas de atención media a las personas con dependencia especial que acceden a dicha
atención.
Sin embargo, el fuerte incremento del periodo 2014-2018 se asocia prácticamente en exclusiva a la
dinámica observada en las personas con dependencia total o grave. En este caso, después de caer de
50,7 horas semanales/media en 2006 a 46,5 en 2010, la atención volvía a repuntar a 51,2 horas en 2014.
A partir de 2014 esta recuperación se acentúa y se llega a 77,4 horas de atención semanal media en
2018.
Gráfico 23
50,7
34,5
13,3
32,6
46,5
29,2
14,1
32,3
51,2
26,0
19,6
35,0
77,4
26,8
12,9
53,0
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que recibe atención: Número medio de horas semanales de
atención por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
41
Hasta 2014, en la población con dependencia moderada, el número medio de horas semanales de
atención no dejaba de caer, desde las 34,5 horas de atención semanal media de 2006 a las 29,2 de 2010
y las 26 de 2014. La atención se muestra sólo levemente al alza a partir de entonces, con 26,8 horas de
atención semanal media en 2018.
En el caso de las personas con dependencia leve o autónoma, se rompe incluso la línea alcista de las
horas de atención que se observaba hasta 2014 (13,3 horas en 2006 por 14,1 en 2010 y 19,6 en 2014).
Las 12,9 horas de atención semanal media de 2018 suponen el registro más bajo desde 2006.
Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones
del sistema de atención a la dependencia
Los avances en la atención externa del periodo 2014-2018 se producen en paralelo a la aceleración del
proceso de aumento en la proporción de personas con dependencia especial integradas en hogares que
acceden a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia. Esta proporción pasa de un 20,7%
en 2010 a un 25,6% en 2014 y un 36,5% en 2018.
Entre 2010 y 2018, el incremento es particularmente llamativo, del 36,6 al 57,4%, en personas con
dependencia total o grave. El aumento resulta igualmente perceptible, aunque en niveles más
moderados, del 8,8 al 13,5%, en personas con dependencia leve o autónomas. En cambio, en presencia
de dependencia moderada, la proporción de personas en hogares que acceden a las prestaciones del
sistema de atención a la dependencia, que había aumentado del 13,6 al 20,7% entre 2010 y 2014, se
reduce al 18,8% en 2018.
Gráfico 24
36,6
13,6
8,8
20,7
47,1
20,7
10,6
25,6
57,4
18,8
13,5
36,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial en hogares que reciben ayudas económicas
vinculadas al sistema SAAD de protección a la dependencia
por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2010-2018
(En % de cada grupo)
2010 2014 2018
42
Los niveles de insatisfacción con la cobertura de las necesidades de la vida diaria de la población
dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018 aunque, en sus formas más graves,
sólo en el caso de la población con dependencia total o grave
En la población con dependencia especial tienden a aumentar ligeramente, entre 2014 y 2018, los
indicadores de insatisfacción con la atención recibida para la cobertura de las necesidades de la vida
diaria. La proporción de personas que señalan alguna insatisfacción, incluida la de tipo leve, pasa de
14,2% en 2014 a 16,2% en 2018. Este porcentaje resulta sin embargo cercano al 15,8% de 2010 y sólo
resulta claramente superior al mínimo del 11,6% de 2006. El registro de 2018 se sitúa en cualquier caso
en el nivel más elevado desde 2006.
El impacto de las formas graves o muy graves de insatisfacción sigue una dirección similar, con un
aumento del 4,5% al 5,2% entre 2014 y 2018, también en niveles superiores al 2,9% de 2006. En este
caso, no obstante, el registro de 2018 se sitúa por debajo del máximo del 6,4% del año 2010. La
insatisfacción grave o muy grave se mantiene, en cualquier caso, en niveles bajos, cercanos o inferiores
al 5% de la población con dependencia especial.
Las tendencias señaladas tienden a mantenerse en los distintos grupos de personas con dependencia,
en particular en lo relativo al conjunto de situaciones de insatisfacción (leve, grave o muy grave).
Únicamente puede hablarse en este contexto de una ligera mejora en el caso de las personas con
dependencia moderada, con un 16,4% en 2018 que mantiene la línea de caída respecto al 21,3% de
2010 y el 16,9% de 2014. El indicador de 2018 sólo se sitúa por encima del mínimo del 10,4% de 2006.
Aunque la insatisfacción aumenta del 13,9 al 16% en el cuatrienio 2014-2018 entre las personas con
dependencia total o grave, las cifras se mantienen entre este colectivo en niveles cercanos a los de 2006
y 2010 (15,9 y 17,4%, respectivamente). En términos generales, el mayor aumento de la insatisfacción
corresponde, en realidad, a las personas con dependencia leve o con autonomía. En este caso, la
proporción de personas insatisfechas no deja de crecer desde el 9,1% de 2006 al 16,3% de 20184
.
En lo relativo a las formas de insatisfacción grave o muy grave, éstas tienden a una clara reducción entre
las personas con dependencia moderada. En este grupo, la proporción de población gravemente
insatisfecha se reduce desde el 5,4% de 2010 al 2,4% en 2018, apenas algo por encima del mínimo del
1,5% de 2006. En la misma línea, entre las personas con dependencia leve o autónomas, también se
observa una caída del 3,8% de 2010 y 2014 al 3,5% de 2018, de nuevo únicamente por encima del 1,5%
de 2006.
4
Aunque no se profundiza en esta cuestión en el informe, conviene señalar que los datos sugieren una asociación
entre el aumento de las formas generales de insatisfacción en las personas con dependencia total o grave (así
como en aquellas con dependencia leve o autónomos/as) y algunas variaciones significativas entre 2014 y 2018
en la demanda de apoyos en estos colectivos de personas dependientes. Estas variaciones se relacionan con un
aumento relevante y diferencial de las demandas de apoyo en tres dimensiones: apoyo económico; apoyo de
acompañamiento/supervisión y, en menor medida, dado su menor impacto relativo, acceso a un servicio
residencial especializado.
43
La línea alcista de los problemas de insatisfacción, en sus formas más graves, sólo se observa en
realidad entre las personas con dependencia total o grave. En este caso, después de caer de 9,5% a 5%
entre 2010 y 2014, por debajo entonces del 5,3% de 2006, la insatisfacción grave o muy grave repunta
ligeramente hasta el 7,2% en 2018.
Gráfico 25
5,3
9,5
5,0
7,2
1,5
5,4 5,0
2,4
1,8
3,8 3,8 3,5
2,9
6,4
4,5
5,2
15,9
17,4
13,9
16,0
10,4
21,3
16,9 16,4
9,1
12,2
13,3
16,3
11,6
15,8
14,2
16,2
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que muestra insatisfacción respecto a la cobertura de las
necesidades de la vida diaria y grado de dependencia. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
Insatisfacción grave Insatisfacción
Nota: La insatisfacción grave incluye casos de insatisfacción grave o muy grave. La insatisfacción en general
incluye también casos de insatisfacción leve.
Teniendo en cuenta el origen de la atención, la tendencia al aumento entre 2014 y 2018 de los niveles
generales de insatisfacción (incluidos los de tipo leve) se vincula a la evolución de la percepción
observada entre las personas que no tienen ningún tipo de apoyo personal externo o de servicios o que
son atendidas por servicios públicos y concertados. En el primer caso, la insatisfacción general no deja
de aumentar desde el 12,6% de 2006 y llega a un máximo del 18,2% en 2018. En el segundo, después
del fuerte aumento observado entre el 7,3% de 2006 y el 20,1% de 2010, el porcentaje de personas
insatisfechas se reducía al 12% antes de volver a repuntar al 23,9% en 2018, el máximo nivel observado
desde 2006.
En estos dos grupos de personas, las formas de insatisfacción graves también aumentan entre 2014 y
2018. En el caso de las personas sin ninguna asistencia externa, incluida la familiar, la insatisfacción
grave llega a un 5,5% en 2018, el nivel más alto desde 2006. La proporción es del 8,9% en el caso de las
personas atendidas por los servicios públicos y concertados, claramente por encima del 2,1% de 2006 y
del 4,8% de 2014 pero por debajo del máximo del 10,1% que se registró en 2010.
En fuerte contraste, entre 2014 y 2018 se rompe en cambio la línea de aumento de la insatisfacción, tanto
en general como en sus formas graves, entre las personas que acceden a formas de atención de tipo
44
privado o particular. En este caso, la insatisfacción en general aumentaba de forma continuada desde el
8,9% de 2006 al 17,2% de 2014 pero la proporción de personas insatisfechas cae al 12,3% en 2018. En
lo relativo a las formas más graves, el incremento era del 3,6 al 8,2% entre 2006 y 2014. Cae sin
embargo al 2,8% en 2018, el nivel más bajo desde que se realiza la EDSS-ENS.
Por su parte, después de aumentar del 17 al 18,7% entre 2006 y 2010, la insatisfacción general con la
atención se reduce entre 2010 y 2018 en lo relativo a las personas que cuentan con un apoyo familiar
externo. La proporción cae así al 13,2% en 2014 y a un mínimo del 12% en 2018. La evolución es algo
menos favorable en lo relativo a las formas graves de insatisfacción. Así, después de aumentar de 2,6 a
6,8% entre 2006 y 2010, la proporción se reducía al 3,4% en 2014 para volver a remontar hasta el 5,6%
en 2018, algo por debajo no obstante del máximo observado en 2010.
Gráfico 26
2,8
4,6
3,6
5,5
2,1
10,1
4,8
8,9
3,6
7,1
8,2
2,8 2,6
6,8
3,4
5,6
12,6 13,1
14,0
18,2
7,3
20,1
12,0
23,9
8,9
15,3
17,2
12,3
17,0
18,7
13,2
12,0
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018
Ninguna Pública/concertada Particular Familiares (ext)
Población con dependencia especial que muestra insatisfacción respecto a la cobertura de las
necesidades de la vida diaria y origen de la atención. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
Insatisfacción grave Insatisfacción
Nota: La insatisfacción grave incluye casos de insatisfacción grave o muy grave. La insatisfacción en general
incluye también casos de insatisfacción leve.
Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre
las personas con dependencia especial total o grave pero se percibe más intensamente en otros
casos
Entre 2014 y 2018 se acentúa la línea de reducción del impacto de la presencia de barreras
arquitectónicas en las viviendas de las personas con dependencia especial total o grave. La caída de la
proporción de personas afectadas, que había sido del 28,9% al 24,4% entre 2010 y 2014, se acentúa en
este colectivo en 2018 con una reducción que sitúa la proporción analizada en el 14,6%.
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Estadística de Demanda de Servicios Sociales. Encuesta de Necesidades Sociales 2018. Comunidad Autónoma Vasca

  • 1. 1 [Seleccionar fecha] COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EUSKADI ESTADÍSTICA DE DEMANDA DE SERVICIOS SOCIALES Encuesta de Necesidades Sociales 2018 Módulo General Principales resultados 5 de septiembre de 2019 Órgano Estadístico Específico del Departamento de Empleo y Políticas Sociales
  • 2. 2
  • 3. 3 ÍNDICE GENERAL INTRODUCCIÓN 7 PRINCIPALES RESULTADOS 15 1. PROBLEMAS SOCIALES EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN 15 1.1. La atención a menores de 0 a 5 años 15 Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años al sistema de guarderías y centros educativos. Esta dinámica se asocia al colectivo menor de 2 años 15 En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los factores que limitan el acceso a un centro se vinculan a una mayor relevancia tanto de las preferencias familiares como de otros factores en juego (distintos a la falta de plazas) 16 1.2. Problemas socio-educativos en menores en edad de escolarización obligatoria 18 Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada 18 Mejoran los indicadores relativos a la población menor extranjera pero no en los aspectos más problemáticos, una dinámica que también se observa en la población menor no extranjera. La situación es menos problemática, en cualquier caso, que la observada en 2006 19 La compleja dinámica observada caracteriza a escolares con problemas de privación económica 22 2. PROBLEMAS ESPECIALES DE INSERCIÓN EN EL PERIODO LABORAL 23 Aunque con tendencia a mejorar, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo relevante en 2018 23 El colectivo afectado es muy mayoritariamente nacional y entre 25 y 54 años, aunque con una evidente tendencia al envejecimiento, y con mayor presencia de población femenina 25 Siguen resultando muy elevados los indicadores de exclusión del mundo del trabajo normalizado en la población afectada. Dentro de ella, aumenta la parte que se sitúa en los bordes del mercado de trabajo 27 La exclusión laboral estructural mantiene una estrecha relación con la privación económica 30 3. LAS PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA 32 El impacto de la limitación y la dependencia muestra en general una línea descendente, salvo en lo relativo a la dependencia al menos moderada, en especial en grupos mayores de 75 años 32 Se recuperan los niveles de acceso a la atención externa en la población con dependencia especial aunque sin llegar a los niveles de 2010, apoyada sobre todo en la atención privada o particular 34 Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos sigue reflejando una línea alcista de las horas de atención, particularmente llamativa en presencia de dependencia total o grave 40
  • 4. 4 Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia 41 Los niveles de insatisfacción con la cobertura de las necesidades de la vida diaria de la población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018 aunque, en sus formas más graves, sólo en el caso de la población con dependencia total o grave 42 Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre las personas con dependencia especial total o grave pero se percibe más intensamente en otros casos 44 El porcentaje de ocupación no empeora entre las personas con dependencia especial, aunque sí en las meramente afectadas por limitaciones funcionales, pero una mayor propensión a la actividad se traduce en mayores niveles de paro y en problemas especiales de inserción laboral 45 4. EL CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA 49 4.1. Gastos extraordinarios ligados a la presencia de situaciones de dependencia 49 Se prolonga el proceso de reducción de los gastos extraordinarios ligados a la presencia de situaciones de dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos se limita a los casos de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio hogar, a la presencia de dos o más casos de dependencia al menos moderada 49 Cuando están presentes, se observa un aumento de la carga que suponen los gastos extraordinarios para los hogares, con mayor proporción de recortes en gastos básicos y repercusión en la correcta atención a las personas con dependencia 51 4.2. Las personas cuidadoras 54 Sigue reduciéndose la proporción de personas dedicadas al cuidado de personas dependientes en el hogar 54 Aunque disminuye el número de personas cuidadoras, resultan comparativamente mayores las cargas asociadas a las tareas de cuidado que asumen actualmente estas personas 56 5. PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES Y SOCIALES 60 En 2018 se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento o actitud 60 El impacto de los problemas de soledad y tristeza se muestra ligeramente a la baja 62 El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o violencia aumenta de forma llamativa, en especial entre las mujeres y en hogares con privación básica 65 La percepción de rechazo social por origen, raza o religión repunta al alza 66 En una perspectiva de conjunto, el impacto de los distintos problemas sociales graves considerados mantiene la línea de moderada reducción que se observa desde 2010. Pero repuntan al alza las problemáticas en algunos colectivos 67
  • 5. 5 6. PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL 71 Se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de reducción de la proporción de personas con problemas de acceso a una vida independiente fuera del actual hogar 71 Entre 2014 y 2018, cae de forma llamativa el impacto de las dificultades que impiden tener el número de hijas o hijos deseados, en especial en hogares de personas menores de 35 años 73 7. DEMANDA DE SERVICIOS Y PRESTACIONES POR LOS HOGARES 76 7.1. Acceso a los servicios sociales 76 Se mantiene estable el acceso a los servicios sociales públicos. Aumenta la atención a personas mayores de 75 años y se reduce la dirigida a población extranjera o residente en hogares con privación básica 76 Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. Pero cambia el perfil de demandantes, con un peso dominante de hogares de personas mayores de 45 años, nacionales y ajenas a las formas precarias de inserción laboral 80 7.2. Demanda de prestaciones y ayudas económicas en la CAE 84 La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un sistema de prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, atiende a muchos más hogares que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en niveles muy bajos y con notable tendencia descendente 84 El sistema de prestaciones generales de la CAE sigue orientándose a personas en hogares con problemas de privación 87 7.3. Demanda de servicios de cuidado en la CAE 92 En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a los servicios de cuidado repunta al alza, en particular en hogares de mujeres y de personas mayores de 75 años 92 Aumenta el acceso a ayudas económicas del sistema de atención a la dependencia, en especial en presencia de casos graves 95 7.4. Acceso a ayudas para las familias 96 Se reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares 96 ANEXO 1: Indicadores, conceptos y definiciones 99 Indicadores de integración social 99 Integración en la escuela 99 Integración en el trabajo 99 Integración social general 100 Limitaciones por salud o edad avanzada y dependencia especial 100 La situación de las personas cuidadoras. 101 Problemas asociados a los procesos de acceso a una vida independiente. 101 Los problemas ligados a la reproducción (tener los hijos/as deseados) 102 Demanda de servicios y prestaciones por los hogares 102
  • 6. 6
  • 7. 7 INTRODUCCIÓN La Estadística de Demanda de Servicios Sociales (EDSS), en su faceta de Encuesta de Necesidades Sociales (ENS), es una operación del Departamento de Empleo y Políticas Sociales, desarrollada por primera vez durante el año 2006. Los objetivos genéricos de la EDSS se centran en las dos cuestiones siguientes: a) Conocer la dinámica de la demanda de servicios y prestaciones sociales, tanto en su dimensión cuantitativa como cualitativa. b) Conocer igualmente las necesidades sociales existentes entre la población, analizando su impacto en términos de demanda efectiva. La EDSS tiene por tanto dos componentes complementarios: el estrictamente relacionado con la demanda formulada ante los distintos tipos de servicios sociales y el relacionado con el estudio de las necesidades sociales existentes entre la población. En el presente informe se difunden los resultados relativos a esta segunda dimensión de la EDSS, centrada en las necesidades sociales, dimensión que constituye el núcleo principal de la Encuesta de Necesidades Sociales. Sin perjuicio de lo anterior, la EDSS-ENS también aporta información de interés sobre la demanda formulada, relacionando las necesidades detectadas con la demanda efectivamente realizada ante los servicios sociales y demás servicios orientados a la inserción o inclusión de las personas. Los datos aportados corresponden al cuarto periodo de aplicación de la operación, desarrollada en el segundo trimestre del año 2018. Al haberse desarrollado anteriormente en 2006, 2010 y 2014, se dispone por tanto de información de distintos momentos históricos, circunstancia que permite introducir un análisis diacrónico de las necesidades sociales en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE). Conviene precisar que la aproximación al concepto de necesidades sociales que se contempla en la EDSS-ENS desborda el marco tradicional de los servicios sociales. Se centra en este sentido, de forma más amplia, en el campo relativo a las necesidades ligadas a los distintos procesos de inserción/inclusión social, incluidos los relativos al acceso al mercado de trabajo y al empleo. Esto no supone no obstante descuidar aspectos clave relacionados con la dinámica de los servicios sociales (problemáticas que afectan a la población menor de edad, cuestiones relativas al tratamiento de la dependencia, etc.).
  • 8. 8 Desde 2014, la EDSS-ENS también contempla un módulo adaptado de la Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales (EPDS-2018). Su objetivo central es analizar los distintos indicadores de pobreza y ausencia de bienestar en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE), con énfasis preferente en los utilizados en la Unión Europea (UE) y en los introducidos de forma específica en la EPDS. Esta aproximación permite disponer, desde 2012, de datos sobre pobreza y desigualdad para la CAE con carácter bienal. Los resultados correspondientes a esta parte de la estadística se presentan en un informe específico relativo a los aspectos relacionados con el Módulo EPDS 2014. En cuanto al contenido concreto del informe, conviene precisar que éste no pretende ser un análisis completo y detallado de todos y cada uno de los aspectos abordados por la EDSS-ENS. Su objetivo es presentar, en exclusiva, sus principales resultados. En este sentido, aborda de forma detallada los siguientes cambios observados para el periodo 2014-2018: PROCESOS DE INSERCIÓN EDUCATIVA 1. Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años a una atención en centro (guardería o centro educativo). Esta dinámica se asocia, por una parte, al colectivo de niños y niñas menores de 2 años. Por otra parte, y a diferencia de lo observado en periodos previos, de forma específica entre 2006 y 2010, se vincula a menores pertenecientes a hogares que no están afectados por formas de privación en la cobertura de las necesidades básicas (o privación básica). En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los factores que limitan entre 2014 y 2018 la integración en centros se vinculan, a una mayor relevancia tanto de las preferencias familiares como, de manera menos intensa, de otros factores en juego. En este sentido, en 2018 se detecta un impacto al alza de otros factores limitativos del acceso a los centros (precios, desajuste en la oferta, etc.), entre los que no se incluye sin embargo la variable falta de plazas. 2. Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada. En este contexto, y a diferencia de lo observado entre 2010 y 2014, también mejoran en 2018 los indicadores relativos a la población menor extranjera. Esta mejora no afecta, sin embargo, a los aspectos más problemáticos (tales como la desescolarización, el absentismo, el retraso escolar igual o superior a 2 años, o los problemas de acoso, maltrato, rechazo o violencia). Esta dinámica diferenciada, en función de la gravedad de los problemas, también se observa en la población menor no extranjera. En ambos colectivos, la situación de 2018 se aleja en todo caso de la existente en 2006, con un impacto mucho más limitado de los problemas escolares más graves de integración en la escuela.
  • 9. 9 PROCESOS DE INSERCIÓN LABORAL 3. A pesar de la moderada caída en el impacto de los problemas especiales de inserción laboral, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo relevante en 2018. Tanto en términos cuantitativos como relativos, los indicadores de 2018 resultan todavía muy superiores a los existentes en el periodo 2006-2010 y más cercanos a los registrados en 2014. En el colectivo afectado por estos problemas aumenta, entre 2014 y 2018, la parte de población que se sitúa en los bordes del mercado de trabajo. Los datos de la EDSS-ENS reflejan las grandes dificultades de acceso al empleo en un grupo de población que carece mayoritariamente de una experiencia previa en un empleo regularizado (apenas un 37,8% hace menos de 5 años) y que en un 29,7% de los casos, la cifra más elevada desde 2010, no mantiene una demanda activa de acceso al empleo. Entre 2014 y 2018 destaca, por otra parte, el proceso de envejecimiento de la población afectada por problemas especiales de inserción laboral. Por primera vez desde 2006, las personas mayores de 45 años resultan mayoritarias dentro del grupo. Este proceso se vincula a la siguiente dinámica en la población de 25 a 64 años: a mayor edad, menor caída de la proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral en el periodo 2014-2018. Se observa además una mayor presencia relativa de población femenina. Es el resultado de una línea de leve incremento entre 2014 y 2018 de los problemas especiales de inserción laboral entre las mujeres que contrasta con la significativa caída que se detecta entre los hombres. 4. En las personas con dependencia especial, el porcentaje de ocupación no empeora durante la crisis y el periodo posterior de recuperación económica, a diferencia de lo que sí se observa entre las personas con meras limitaciones funcionales ligadas a problemas de salud. En este último caso, más allá del repunte coyuntural del periodo 2010-2014, se observa una línea tendencial descendente, moderada pero continuada, del porcentaje de población ocupada desde 2006 a 2018. En presencia de dependencia especial o limitación funcional, en todo caso, una mayor propensión a la actividad se traduce en mayores niveles de paro y de problemas especiales de inserción laboral en 2018 que en 2014. PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA 5. Se reduce la proporción de personas que tienen alguna limitación funcional ligada a un problema de salud o de edad avanzada o algún tipo de dependencia especial asociada a estas limitaciones. La caída del impacto de la dependencia especial es particularmente llamativa en las personas mayores de 55 años, en especial en las de 65 a 74 años. La evolución señalada es compatible con una tendencia ligeramente alcista del impacto de las formas más graves de dependencia especial (total, grave o moderada). En contraste con la línea en
  • 10. 10 general favorable observada en los grupos menores de 75 años, en las personas mayores de esa edad, tras la caída del periodo 2010-2014, entre 2014 y 2018 se detecta un relevante repunte alcista del impacto de la dependencia especial total, grave o moderada. 6. La atención a las personas con dependencia especial mejora en distintos sentidos en 2018: a) Aunque sin llegar a los niveles de 2010, se recuperan los niveles de acceso a apoyos o servicios externos al hogar. Parte de la recuperación de los niveles de atención se vincula a un incremento en el recurso al sistema de servicios públicos (directos o concertados), una circunstancia que refleja un cambio notable respecto a la dinámica que se había venido observando desde 2006. La atención aumenta más nítidamente, no obstante, en el ámbito de la atención estrictamente privada, incluyendo en este último caso no sólo los servicios privados estrictos sino también la contratación de personal de apoyo externo en el domicilio. b) Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos viene acompañado entre 2014 y 2018 de un fuerte incremento en el número medio de horas semanales de atención, muy superior al que ya se vislumbraba entre 2010 y 2014. El aumento se centra, en lo fundamental, en situaciones de dependencia total o grave. c) Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia. El incremento en el acceso a estas prestaciones se percibe más intensamente en hogares de personas mayores de 75 años. A pesar de estas evidentes mejoras, los niveles de insatisfacción percibida respecto a la cobertura de las necesidades de la población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018. No obstante, en sus formas más graves (con niveles que siguen resultando en cualquier caso relativamente bajos, siempre inferiores al 10% de población afectada), sólo se detecta esta dinámica de leve crecimiento de la insatisfacción entre la población con dependencia especial total o grave. 7. Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre las personas con dependencia especial total o grave, pero aumenta la percepción de estos problemas en el resto de la población con dependencia especial o algún tipo de limitación funcional. CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA 8. Sigue reduciéndose el número absoluto y el peso relativo de las personas dedicadas al cuidado de personas dependientes en el hogar. Entre 2014 y 2018, la caída más significativa de participación en los cuidados corresponde a las personas mayores de 65 años. En 2018, las personas entre 45 y 64 años se perfilan en cambio como las más propensas a asumir un papel activo en materia de cuidados a personas con dependencia dentro del hogar. A pesar de la tendencia descendente en la participación en los cuidados, en el grupo que sigue asumiendo el papel de persona cuidadora, resultan comparativamente mayores en 2018 las cargas
  • 11. 11 asociadas a las tareas (horas de atención y renuncias a la vida social, educativa o laboral). Aunque también repunta en paralelo la presencia asociada de tensiones importantes en la vida familiar, el cambio no es tan intenso en esta dimensión. 9. Se prolonga la línea de caída en la proporción de hogares que necesitan realizar gastos extraordinarios relacionados con el mantenimiento de una atención adecuada a personas con dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos se limita entre 2014 y 2018 a la atención de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio hogar, de dos o más personas con dependencia al menos moderada. Por otra parte, y en comparación con la situación existente en 2006 y 2010, cuando están presentes gastos extraordinarios para la atención de personas dependientes, su impacto tiene mayor repercusión en 2014 y en 2018. Se observa, en este sentido, una mayor relevancia relativa de los recortes en gastos básicos. Aunque en línea estable respecto a 2014, la repercusión de estos recortes en la correcta atención a las personas con dependencia se sitúa en 2018 en niveles comparativamente más altos que en 2006 y 2010. PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES 10. En 2018 mejoran muchos de los indicadores que miden el impacto de determinados problemas sociales graves que afectan a la vida social y a las relaciones personales. En este sentido: a) Se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento o actitud. La línea descendente es generalizada y se extiende, aunque de forma menos intensa que en otros grupos sociales, a la población en hogares afectados por situaciones de privación básica. b) Cae igualmente, levemente pero de forma clara, el impacto de los problemas de soledad y tristeza. La positiva evolución resulta particularmente llamativa en la población extranjera donde se registra, por primera vez en 2018, un impacto cercano al que resulta habitual en la población nacional. La evolución es algo menos favorable entre la población mayor de 65 años. Se trata en este caso del único grupo que, afectado de forma diferencial por la problemática considerada, no muestra una clara línea de mejora entre 2014 y 2018. A pesar de ello, en esta población mayor de 65 años la incidencia de la soledad y la tristeza se sitúa en 2018 más de cinco puntos porcentuales por debajo de las cifras de 2006 y 2010. Aunque el impacto de los problemas se reduce en 2018 entre las personas con limitación o dependencia especial, este colectivo se mantiene en 2018 como el más afectado por los problemas de soledad y tristeza. Su impacto es siete veces mayor al que se observa entre las personas sin limitaciones ni dependencia especial.
  • 12. 12 11. Otros indicadores muestran no obstante un deterioro, en particular los siguientes: a) El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o violencia aumenta de forma llamativa. Aunque el incremento también se observa en la población masculina, es mucho más intenso entre las mujeres. En términos de situación socioeconómica, en el periodo 2014-2018 el repunte de los problemas de desatención, rechazo y maltrato o violencia es particularmente llamativo en los hogares con privación básica. b) Sin volver a los niveles de 2006 o 2010, la percepción de rechazo social por origen, raza o religión repunta al alza en 2018. Aunque los problemas graves aumentan ligeramente entre la población extranjera, el incremento más llamativo es el que se detecta entre la población nacional (entre la que se incluyen las personas nacionalizadas). PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL 12. Aunque sigue siendo un problema que afecta a un volumen significativo de población en Euskadi, en especial entre los 25 y 34 años, en 2018 se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de reducción de la proporción de personas con problemas de acceso a una vida independiente fuera del actual hogar. No obstante, en uno de los grupos más beneficiados hasta 2014 por la línea descendente mencionada, el de la población extranjera, el periodo 2014-2018 marca un significativo repunte alcista en el impacto de los problemas de acceso a la vida independiente. Entre 2014 y 2018, la línea de repunte mencionada se observa igualmente en la población residente en hogares afectados por situaciones de privación básica. 13. Entre 2014 y 2018, se reduce de forma relevante el impacto de las dificultades socioeconómicas y laborales que impiden tener el número de hijas o hijos deseados. La reducción es particularmente llamativa en hogares de población extranjera así como en los conformados por personas menores de 35 años. Por primera vez desde 2006, de hecho, en 2018 resulta superior el impacto de estos problemas de reproducción familiar o demográfica en hogares de personas entre 35 y 44 años, hogares en los que el impacto señalado también se sitúa a la baja respecto a 2014 pero en niveles cercanos a los de 2006 o 2010.
  • 13. 13 ACCESO A LOS SERVICIOS Y PRESTACIONES Acceso a los servicios sociales 14. Se mantiene estable, apenas con un leve repunte alcista en 2018, el acceso a los servicios sociales públicos. Se detectan, sin embargo, dinámicas diferenciadas en el acceso a estos servicios. Así, mientras aumenta de forma sustancial el acceso de personas mayores de 75 años, se reduce la atención orientada a población extranjera o a la residente en hogares con privación básica. 15. Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. En una perspectiva a largo plazo sin embargo, tal y como ya sucedía en 2014, se mantienen niveles de acceso en 2018 que resultan claramente superiores a los observados en 2006 y 2010. Cambia no obstante el perfil de la población demandante, en especial en lo que respecta al incremento del peso relativo de los hogares de personas mayores de 45 años, por primera vez mayoritario en 2018. Este cambio viene acompañado de un aumento del peso relativo de la población nacional en la demanda así como de una presencia en aumento de los tipos de hogares a priori con menor nivel de riesgo (hogares de personas inactivas o con personas ocupadas, al menos alguna de ellas estable). Acceso a las prestaciones y ayudas económicas 16. La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un sistema de prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, sigue atendiendo en 2018 a muchos más hogares que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en niveles muy bajos y con notable tendencia descendente. El sistema general de protección asistencial de la CAE se orienta de forma creciente a personas en hogares con problemas de privación, centrándose muy mayoritariamente por tanto en los hogares en mayor situación de precariedad económica en Euskadi. A ello contribuye el peso creciente de la atención a hogares de personas inactivas y de personas activas desempleadas. En cambio, se reducen los niveles de protección a los hogares con personas ocupadas, en especial en los más potencialmente de riesgo, aquellos en los que están presentes personas sin ocupación estable. En 2018, cerca del 70% de los hogares protegidos por el sistema de prestaciones asistencias generales de la CAE son hogares de personas inactivas o de personas activas todas ellas desempleadas.
  • 14. 14 Acceso a los servicios de cuidado 17. En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a los servicios de cuidado repunta claramente al alza. En un contexto de envejecimiento de la población y de aumento del volumen de hogares, la dinámica es particularmente llamativa en términos absolutos, con un volumen muy superior de hogares atendidos en 2018. La dinámica alcista es particularmente llamativa en lo relativo a los hogares de mujeres así como a los encabezados por personas mayores de 75 años. En 2018, más de las tres cuartas partes del acceso efectivo a los servicios de cuidado corresponde a este último tipo de hogares. Acceso a las ayudas familiares 18. Finalmente, en un contexto condicionado por la reducción de la natalidad y de la fecundidad, se reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares.
  • 15. 15 PRINCIPALES RESULTADOS Los principales resultados de la EDSS-ENS 2018, centrados en la evolución del periodo 2006-2018, con especial referencia a lo ocurrido en el cuatrienio 2014-2018, pueden sintetizarse en los puntos que se desarrollan a continuación. 1.PROBLEMAS SOCIALES EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN 1.1. La atención a menores de 0 a 5 años Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años al sistema de guarderías y centros educativos. Esta dinámica se asocia al colectivo menor de 2 años Tras caer del 74,4% al 73% entre 2006 y 2010, la proporción de menores entre 0 y 5 años integrados en un centro educativo o guardería remontaba en 2014 al 76,6%. En 2018, se retoma sin embargo la línea descendente, con un 73,4% del colectivo con acceso a un centro, un nivel cercano al mínimo de 2010. Gráfico 1 A diferencia de lo observado entre 2006 y 2010, la reducción de los índices de atención corresponde entre 2014 y 2018 a menores en hogares sin problemas de privación básica. Después de avanzar, de forma continuada, desde el 73,6% de 2006 al 77% de 2010 y el 79,6% de 2014, la proporción de menores atendidos se reduce en este grupo al 74,7% en 2018, una proporción que sólo supera la de 2006. En cambio, en el grupo de menores en hogares con problemas de privación básica, el porcentaje de acceso a centros sigue mostrándose claramente al alza en el periodo 2014-2018 y pasa de 53,2% en 2010 a 62,4% en 2014 y 67,9% en 2018. A pesar de ello, en este grupo la proporción de menores con atención sigue resultando en 2018 muy inferior al 83,6% que se registraba en 2006. Es además casi 7 puntos porcentuales inferior en 2018 a la del grupo de menores en hogares sin privación básica.
  • 16. 16 Considerando el grupo de edad, entre 2014 y 2018 la dinámica descendente de la atención afecta en lo fundamental a los niños y niñas menores de 2 años. En este caso, tras la caída del 33,3 al 30,8% del cuatrienio 2006-2010, se observaba en 2014 un aumento significativo, hasta el 40,3%. A partir de 2014 se retoma no obstante la línea de disminución, con un 30% en 2018 que sitúa la proporción de menores de 2 años con acceso a centros en niveles algo inferiores a los de 2010. En cambio, después de caer de forma continuada del 84,7% de 2006 al 81,8% de 2010 y el 73,6% de 2014, repunta claramente al alza la integración en centro educativo o guardería en el caso de la población de 2 años, con un 82,8% que sólo queda por debajo del registro de 2006. En la misma línea, partiendo de un 96,9% en 2014, repunta también al alza la proporción de personas atendidas en la población de 3 o más años, con un 97,7% que se acerca al 98,1% de 2010 y al 99,1% de 2006. En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los factores que limitan el acceso a un centro se vinculan a una mayor relevancia tanto de las preferencias familiares como de otros factores en juego (distintos a la falta de plazas) En los grupos más afectados por la caída de la atención en 2018 (menores de 2 años y en hogares sin privación básica), resulta relevante el repunte de la preferencia por la atención familiar directa en el colectivo no atendido en guardería o centro educativo. Así, aunque el indicador se mantiene claramente por debajo de los niveles cercanos al 61% de 2006 y 2010, en 2018 un 54% de la población menor de 2 años analizada es atendida en casa por razones de preferencia familiar, casi 7 puntos porcentuales por encima del 47,1% de 2014. En el caso de menores en hogares sin problemas de privación básica, la opción por la atención familiar se muestra igualmente en línea ascendente: de 16,1% a 18,6% entre 2014 y 2018, proporción que se sitúa sin embargo claramente por debajo del 24% de 2006 y del 21% de 2010. En cambio, en el caso de la población de 2 años, grupo en el que se observaba un aumento en 2010 y 2014 del factor preferencia familiar, entre 2014 y 2018 este factor pierde relevancia. Así, en 2018, apenas un 8,7% de la población de 2 años es atendida en casa por ese motivo, una cifra que queda lejos de los niveles del 17,4 y 17,8% de 2010 y 2014 e incluso del 13,1% de 2006. También desciende la preferencia familiar en la población de 3 o más años (de un 2,6% en 2014 a un 1,1% en 2018). En la misma línea, en el caso de menores en hogares con problemas de privación básica, la opción por la atención familiar aumentaba de un 14,3% en 2006 a un 40,2% en 2010. Esta proporción se reduce sin embargo al 26,8% en 2014 y al 23,1% en 2018, una proporción que a pesar de ello se mantiene todavía claramente por encima del registro de 2006. A pesar de la dinámica de caída observada en la población de 2 o más años, el fuerte repunte de la preferencia familiar en la población menor de 2 años explica la recuperación al alza de la relevancia de este factor como motivo de no integración en un centro de atención en 2018. La opción por la preferencia familiar en la población total de 0 a 5 años, que aumentaba levemente entre 2006 y 2010 (del 23,2 al 24%), se reducía un 17,9% de la población menor en 2014. Repunta hasta el 19,5% en 2018, en niveles todavía inferiores sin embargo a los registrados en el periodo 2006-2010.
  • 17. 17 Otros elementos contribuyen igualmente a prevenir un mayor incremento de la atención entre 2014 y 2018. En este sentido, se detecta un mayor impacto en 2018 de los demás factores limitativos del acceso a los centros (precios, desajuste en la oferta, etc.). Frente a cifras inferiores al 3% en 2006 y 2010, estos factores explicaban en 2014 un 5,5% de los casos de no atención, proporción que asciende al 7,1% en 2018. Esta línea de aumento no afecta a los distintos grupos. En función de la edad, el impacto de estos factores complementarios caracteriza sobre todo a la población menor de 2 años. En este grupo de población, la falta de integración en centro por este tipo de razones muestra una línea de alza continuada desde el 5,9% de 2006 al 7,7% de 2010, el 12,6% de 2014 y el 16% de 2018. Teniendo en cuenta la situación socioeconómica, después de aumentar de un 2,1% en 2006 a un 6,6% en 2010 y un 10,8% en 2014, la relevancia de estos factores se reduce al 8,9% en 2018 entre la población con problemas de privación básica. En los hogares sin estos problemas de privación, en cambio, el repunte de estos factores (de cifras inferiores al 2,5% en 2006 y 2010 al 4,4% en 2014) se prolonga en 2018, con un 6,6% de casos de no atención que están asociados a estas causas. En conjunto, un 7,1% de la falta de atención se asocia a estos factores complementarios en 2018, por encima del 5,5% de 2014 y de las cifras inferiores al 3% de 2006 y 2010. Gráfico 2 60,9 13,1 0,8 14,3 24,0 23,2 61,4 17,4 1,7 40,2 21,0 24,2 47,1 17,8 2,6 26,8 16,1 17,9 54,0 8,7 1,1 23,1 18,6 19,5 5,9 2,2 0,1 2,1 2,4 2,4 7,7 0,8 0,2 6,6 2,0 2,8 12,6 8,6 0,5 10,8 4,4 5,5 16,0 8,5 1,1 8,9 6,6 7,1 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 < 2 años 2 años 3 o más años Privación básica Sin privacion básica Edad Privación Total Población de 0 a 5 años no atendida en guardería o centro educativo según distintos motivos por edad y presencia de situaciones de privacion en el hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) No atendida por preferencia familiar 2006 No atendida por preferencia familiar 2010 No atendida por preferencia familiar 2014 No atendida por preferencia familiar 2018 No atendida por otras causas 2006 No atendida por otras causas 2010 No atendida por otras causas 2014 No atendida por otras causas 2018 Un aspecto llamativo, en este contexto de análisis de los factores distintos de la preferencia familiar, es la pérdida de importancia de la falta de plazas como motivo limitativo del acceso a centros en la población de 0 a 5 años. En 2018, un 100% de los motivos de desatención no ligados a la preferencia familiar se relacionan con causas diferentes a la falta de plazas, proporción que era ya del 88,4% en 2014 pero que se situaba aún entre el 50 y 54,6% en 2006 y 2010.
  • 18. 18 En la población menor de 3 años, donde se concentra el impacto de la problemática analizada, puede constatarse en el gráfico 3 que, en contraste con la caída entre 2010 y 2018 del efecto “falta de plazas” hasta la práctica desaparición de la relevancia de este factor, el resto de razones determinan el aumento de los niveles de desatención: de un 2,5% en 2006 y 2010 a un 9,6% en 2014 y un 13,7% en 2018. Gráfico 3 1,9 4,0 2,2 0,0 2,0 2,5 4,0 3,7 ,4 ,3 2,7 2,5 0,4 12,3 2,8 5,8 1,3 9,6 ,0 16,0 0,0 8,5 0,0 13,7 0,0 2,0 4,0 6,0 8,0 10,0 12,0 14,0 16,0 18,0 Falta de plazas Otras razones Falta de plazas Otras razones Falta de plazas Otras razones < 2 años 2 años Total Población menor de 3 años según motivos de falta atención en guardería o centro educativo que no están asociados a la preferencia familiar. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 1.2. Problemas socio-educativos en menores en edad de escolarización obligatoria Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada En el caso de la población entre 6 y 16 años, la EDSS-ENS contempla una serie de problemas en la escuela que tienen, o pueden tener, una importante dimensión social. Se consideran, por un lado, los problemas observados en la situación educativa, en particular cuestiones como la desescolarización, el absentismo o el retraso escolar, con la introducción en este último caso de una distinción entre situaciones menos graves (un año de retraso) y graves (dos o más años). Se contemplan igualmente, por otro lado, diversos problemas de integración social en la escuela. Se recogen, en este contexto, problemas graves o muy graves de maltrato, acoso o rechazo y otras cuestiones graves que afectan a las posibilidades de integración (como los problemas con el idioma, las dificultades ligadas a la enfermedad o discapacidad, etc.). Los datos disponibles revelan que se mantiene en 2018 la tendencia descendente del impacto de estas problemáticas entre la población de 6 a 16 años escolarizada en Euskadi. La incidencia de estos problemas pasa así de un 8,6% de la población de referencia en 2006 a 6,9% en 2010, 5,2% en 2014 y 3,9% en 2018.
  • 19. 19 Gráfico 4 8,1 14,6 8,6 6,6 10,6 6,9 4,4 15,1 5,2 3,5 8,8 3,9 0,0 2,0 4,0 6,0 8,0 10,0 12,0 14,0 16,0 18,0 Estado Extranjera TOTAL Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración) por nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 Mejoran los indicadores relativos a la población menor extranjera pero no en los aspectos más problemáticos, una dinámica que también se observa en la población menor no extranjera. La situación es menos problemática, en cualquier caso, que la observada en 2006 A diferencia de lo que se detectaba en 2014, la tendencia señalada se extiende en 2018 al colectivo de población extranjera entre 6 y 16 años. En este colectivo, el impacto de los problemas escolares graves considerados se reducía de 14,6 a 10,6% entre 2006 y 2010 pero remontaba en 2014, con un máximo del 15,1% para el periodo considerado. En 2018 se retoma la línea descendente, con un 8,8% de población escolar extranjera con problemas escolares graves, la cifra más baja desde 2006. Esta línea positiva se vincula a la reducción del impacto de los problemas ligados al retraso escolar de un año y a otras limitaciones graves de integración en la escuela (problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc.) que no están estrictamente relacionadas con las formas más graves de exclusión en el ámbito educativo. En ambos casos, después de un fuerte incremento de su impacto entre 2006 y 2014, se observa una significativa caída entre 2014 y 2018. Así, en lo relativo al retraso escolar de un año, la incidencia aumentaba de 4,2% en 2006 a 6,5% en 2010 y 8,9% en 2014 para volver en 2018 al 4,2% de partida. El 2% de personas con otros problemas graves de integración de 2018 también se sitúa por debajo de los registros de 2010 y 2014 (2,7 y 4,5%, respectivamente) aunque, en este caso, por encima del 0,1% de 2006 La dinámica favorable observada es sin embargo compatible con un incremento moderado de la incidencia de los principales problemas sociales graves en el proceso de integración en la escuela. De esta forma, la presencia de problemas como la desescolarización, el absentismo, el retraso escolar igual o superior a 2 años, o los problemas de acoso, maltrato o rechazo, que había llegado a caer a un 1,4%
  • 20. 20 en 2010, pasan a incidir en un 1,7% de la población escolarizada extranjera en 2014 y en un 2,6% en 2018. A pesar de ello, el 2,6% señalado se aleja de forma muy llamativa del 10,3% de 2006. Gráfico 5.a 3,3 7,0 10,3 ,1 4,2 14,6 0,0 1,4 1,4 2,7 6,5 10,6 ,6 1,1 1,7 4,5 8,9 15,1 1,3 1,3 2,6 2,0 4,2 8,8 0,0 2,0 4,0 6,0 8,0 10,0 12,0 14,0 16,0 18,0 20,0 Ret.escolar > 2 años y otros graves en sit.educativa Acoso, maltrato o rechazo Principales problemas graves Otros problemas graves Ret.escolar 1 año Algún problema Población de 6 a 16 años de nacionalidad extranjera con problemas escolares graves (situación educativa e integración) por tipo de problema. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % del grupo) 2006 2010 2014 2018 Gráfico 5.b 1,3 1,1 2,2 0,8 5,2 8,1 0,4 0,7 1,1 0,8 4,7 6,6 0,4 0,2 0,6 0,1 3,7 4,4 0,6 0,6 1,1 0,4 1,9 3,5 0,0 1,0 2,0 3,0 4,0 5,0 6,0 7,0 8,0 9,0 10,0 Ret.escolar > 2 años y otros graves en sit.educativa Acoso, maltrato o rechazo Principales problemas graves Otros problemas graves Ret.escolar 1 año Algún problema Población de 6 a 16 años de nacionalidad no extranjera con problemas escolares graves (situación educativa e integración) por tipo de problema. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % del grupo) 2006 2010 2014 2018
  • 21. 21 Entre 2014 y 2018, el incremento moderado de la incidencia de los principales problemas graves analizados no sólo caracteriza a la población escolar extranjera. También es observable en el caso de la población nacional. De esta forma, como muestra el gráfico 5.b, después de caer de 2,2% en 2006 a 1,1% en 2010 y 0,6% en 2014, la incidencia de estas problemáticas repunta al 1,1% en 2018 en el colectivo no extranjero. En este grupo, además, la línea alcista se extiende a otros problemas graves de integración escolar (problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc.), con un ligero aumento del 0,1% de 2014 al 0,4% de 2018, todavía por debajo sin embargo del 0,8% de 2006 y 2010. Se acelera en cambio la caída de la problemática ligada al retraso escolar de un año. Después de reducirse de 5,2% en 2006 a 4,7% en 2010 y 3,7% en 2014, el impacto de esta problemática se limita a un 1,9% en 2018. En cualquier caso, las diferencias entre población escolarizada extranjera y nacional se mantienen en los distintos tipos de problemas graves de integración escolar, con cifras de 1,3% frente a 0,6% tanto en lo relativo al retraso escolar de dos o más años y otras problemáticas graves en la situación educativa como en lo que se refiere al impacto del acoso, maltrato o rechazo en la escuela. En lo que respecta a este último tipo de problemas, se observa entre la población extranjera un leve deterioro entre 2014 y 2018, con un incremento de un 1,1% a un 1,3%, un nivel cercano al 1,4% de 2010. Las cifras hablan más bien, por tanto, de estabilización en este periodo, con un impacto muy inferior en cualquier caso al 7% de 2006. Mayor deterioro puede observarse en lo relativo al retraso escolar de dos o más años y otros problemas graves en la situación educativa, con niveles prácticamente nulos en 2010 pero que aumentan hasta el 1,3% de 2018, claramente por debajo sin embargo del 3,3% de 2006. A pesar de que los datos revelan una mejora generalizada de la situación entre 2014 y 2018, debe señalarse igualmente que se mantienen las importantes diferencias entre población escolar nacional y extranjera en lo relativo a la incidencia de otros problemas menos graves considerados en la EDSS-ENS. Así, en lo relativo al retraso escolar de un año, aunque se reduce la distancia de casi cinco puntos en el impacto diferencial del problema entre menores extranjeros y nacionales que se registraba en 2014 (8,9% frente a 3,7%), este impacto sigue siendo más del doble entre el colectivo extranjero en 2018 (4,2% frente a 1,9% en la población nacional entre 6 y 16 años). Si se suman estas problemáticas a otras más graves en la situación educativa (desescolarización, absentismo y retraso escolar superior a 2 años), la proporción de población menor extranjera con problemas es del 5,5% en 2018 por apenas 2,5% entre la nacional. El 5,5% señalado supone sin embargo la incidencia más baja desde 2006, con un mínimo previo del 6,5% en 2010 y un máximo del 9,5% en 2014 (7,4% en 2006). La población extranjera también sufre de forma diferencial otras problemáticas graves de integración, ligadas a problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc. En 2018, un 2% de la población menor escolarizada extranjera señala estas dificultades por apenas un 0,4% de la población nacional. Aunque por encima del 0,1% de problemas de este tipo detectados en 2006, la cifra refleja una clara disminución respecto al 4,5% de 2014 e incluso el 2,7% de 2010.
  • 22. 22 Gráfico 6 ,6 ,6 1,1 ,4 1,9 3,5 1,3 1,3 2,6 2,0 4,2 8,8 ,0 1,0 2,0 3,0 4,0 5,0 6,0 7,0 8,0 9,0 10,0 Ret.escolar > 2 años y otros graves en sit.educativa Acoso, maltrato o rechazo Principales problemas graves Otros problemas graves Ret.escolar 1 año Algún problema Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración) por tipo de problema y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018 (En % de cada grupo) Estado Extranjera La compleja dinámica observada caracteriza a escolares con problemas de privación económica El aumento de los principales problemas graves entre 2014 y 2018 se observa tanto en la población escolar con presencia de situaciones de privación básica como en la que no vive estas situaciones. En los dos casos además se observa una ruptura respecto a la línea de caída observada hasta 2014. Gráfico 7 6,1 8,8 2,5 5,5 2,2 12,4 1,0 5,0 1,3 13,3 0,5 2,72,4 5,3 1,0 2,0 0,0 2,0 4,0 6,0 8,0 10,0 12,0 14,0 16,0 Principales problemas graves Otros problemas Principales problemas graves Otros problemas Privación básica Sin privación básica Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración) por tipo de problema y presencia de situaciones de privacion en el hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018
  • 23. 23 El repunte alcista es algo más llamativo en los hogares con problemas de privación básica. En estos casos, después de caer el impacto de los principales problemas graves de 6,1% en 2006 a 2,2% en 2010 y 1,3% en 2014, repunta hasta el 2,4% en 2018, por encima por tanto de los registros de 2010 y 2014. En el caso de la población menor en hogares sin privación básica, el aumento es del 0,5 al 1% entre 2014 y 2018, volviendo al nivel del año 2010. Las cifras de 2018 quedan muy lejos no obstante de los registros de 2006 (6,1% en presencia de privación básica y 2,5% en ausencia de la misma). La incidencia de los demás problemas analizados (otros problemas graves y retraso escolar de un año) refleja, por su parte, la dinámica en general favorable que se observa entre 2014 y 2018. En la población de 6 a 16 años en hogares sin privación, la incidencia mantiene la línea de caída continuada: de 5,5% en 2006 a 5,0% en 2010, 2,7% en 2014 y un mínimo del 2% en 2018. La caída del periodo 2014-2018 es mucho más relevante en la población menor en hogares con privación. En este caso, después de un incremento continuado desde el 8,8% de 2006 al 13,3% de 2014, el impacto de los problemas considerados cae bruscamente al 5,3% en 2018. 2.PROBLEMAS ESPECIALES DE INSERCIÓN EN EL PERIODO LABORAL Aunque con tendencia a mejorar, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo relevante en 2018 En 2014, el principal fenómeno de deterioro social recogido por la EDSS-ENS hacía referencia a la dinámica de los problemas especiales de inserción laboral. 120.109 personas residentes en la CAE, con edades comprendidas entre 16 y 64 años, señalaban en ese año alguno de los problemas de este tipo contemplados en la operación estadística. Esto representaba un 8,5% de la población en estas edades, en línea claramente ascendente respecto al 3,7% de 2006 y el 2,9% de 2010. Aunque la recuperación económica se traduce en una notable mejoría de los indicadores señalados, no determina un rápido y completo retorno a la situación existente en el periodo 2006-2010. En 2018 todavía 91.168 personas señalan la existencia de problemas especiales de inserción laboral, lo que afecta a un 6,6% de la población entre 16 y 64 años. Como puede comprobarse, se trata de cifras que todavía resultan muy superiores a las existentes en 2006 y 2010. En términos absolutos, de hecho, el volumen de personas afectadas en 2018 supone un incremento del 69,2% respecto a las 53.885 personas de 2006 y del 123,1% respecto a las 40.862 de 2010. En referencia a las 120.109 personas afectadas en 2014, el registro de 2018 supone sin embargo una caída relevante (-24,1%). El todavía elevado impacto de los problemas especiales de inserción laboral en la CAE es una consecuencia de los procesos de cronificación en el desempleo o, de forma más relevante en el periodo de recuperación, de la combinación de este tipo de desempleo con el desarrollo ocasional o temporal de trabajos que son considerados marginales por la población, por mucho que puedan responder a esquemas de contratación legales y aceptados. En este sentido, en 2018 el tipo de problema laboral dominante entre las personas con dificultades especiales para la inserción laboral sigue relacionándose con diferentes situaciones crónicas de paro o
  • 24. 24 subocupación en empleos marginales, realidad que caracteriza a 81.630 personas. Aunque el volumen señalado es inferior en -25,7% a las 109.865 personas en esta situación en 2014, sigue siendo más de tres veces superior a las 26.047 personas afectadas en 2010 y a las 24.680 detectadas en 2006. El colectivo de referencia pasa de representar apenas un 1,7-1,8% de la población de 16 a 64 años de la CAE en 2006 y 2010 a un 7,8% en 2014. A pesar de la mejoría del último cuatrienio, esta proporción sigue siendo del 5,9% en 2018. Gráfico 8 10.855 13.825 24.680 24.593 4.612 53.885 9.455 16.592 26.047 12.151 2.664 40.862 60.179 49.686 109.865 5.062 5.182 120.109 44.358 37.272 81.630 4.012 5.525 91.168 0 20.000 40.000 60.000 80.000 100.000 120.000 Paro o subocupación crónica (PP > 18 meses) Paro o subocupación crónica (Otros > 30 meses) Paro o subocupación crónica (Total) Falta de permiso de trabajo (pob.extranjera) Empleo especial o protegido TOTAL Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral C.A. de Euskadi. 2006-2018 (Datos absolutos) 2006 2010 2014 2018 Gráfico 9 0,8 1,0 1,7 1,7 0,3 3,7 0,7 1,2 1,8 0,9 0,2 2,9 4,3 3,5 7,8 0,4 0,4 8,5 3,2 2,7 5,9 0,3 0,4 6,6 0,0 1,0 2,0 3,0 4,0 5,0 6,0 7,0 8,0 9,0 10,0 Paro o subocupación crónica (PP > 18 meses) Paro o subocupación crónica (Otros > 30 meses) Paro o subocupación crónica (Total) Falta de permiso de trabajo (pob.extranjera) Empleo especial o protegido TOTAL Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de la población de 16 a 64 años) 2006 2010 2014 2018
  • 25. 25 La consecuencia de las tendencias señaladas es que en 2018 aún resulta muy relevante la problemática asociada a las personas desempleadas o subocupadas crónicas que constituyen la persona de referencia en el hogar y llevan más de 18 meses en estas circunstancias. De 10.855 casos en 2006 y 9.455 en 2010, las personas afectadas habían aumentado a 60.179 en 2014, con todavía 44.358 casos de este tipo en 2018. Esta cifra es 4,1 veces superior a la de 2006. Aunque algo menos intenso, también resulta apreciable el volumen de personas desempleadas o subocupadas crónicas que no constituyen la persona de referencia en el hogar y llevan más de 30 meses en paro o accediendo a empleos marginales. El grupo, constituido por 13.825 personas en 2006 y 16.592 en 2010, llegó a las 49.686 personas en 2014 pero aún se mantiene en 37.272 en 2018, 2,7 veces más que las de 2006. En fuerte contraste, persiste entre 2014 y 2018 la línea de reducción del número de personas extranjeras activas sin permiso de trabajo. De 24.593 personas en esta situación en 2006, el número se reduce a 12.151 en 2010, 5.062 en 2014 y 4.012 en 2018. En este año, apenas un 0,3% de la población de 16 a 64 años residente en la CAE se encuentra en esta situación. El colectivo de referencia pasa de representar un 45,6% de las personas con problemas especiales de inserción laboral en 2006, o un 29,7% en 2010, a apenas un 4,4% en 2018 (una cifra similar al 4,2% de 2014). El resto de personas con problemas especiales de inserción laboral, 5.525 en total, corresponden a la población que vincula esta situación a una ocupación en el marco de un empleo especial o protegido (programas especiales de inserción laboral, empresas de inserción o centros especiales de empleo)1 . El colectivo afectado es muy mayoritariamente nacional y entre 25 y 54 años, aunque con una evidente tendencia al envejecimiento, y con mayor presencia de población femenina Como puede observarse en el gráfico 11, la mayor parte de los problemas especiales de inserción laboral siguen concentrándose en 2018 entre la población de 25 a 54 años, colectivo que concentra un 73% de los problemas considerados. Se trata sin embargo del porcentaje más bajo desde 2006 y la principal razón se vincula al proceso de envejecimiento de las personas afectadas. De hecho, en 2018, un 51,2% de los problemas especiales de inserción laboral corresponden a personas mayores de 45 años, lo que supone un cambio esencial. Así, por primera vez desde que se realiza la EDSS-ENS, este grupo de personas mayores de 45 años se convierte en mayoritario dentro de la población afectada por problemas especiales de inserción laboral. De apenas un 27,7% de los casos detectados en 2006, la proporción señalada aumenta al 32,7% en 2010 y al 40,6% en 2014 para convertirse en mayoritaria en 2018. 1 Esta cifra no recoge al conjunto de personas con esta forma de trabajo sino sólo a aquellas que las asocian a una problemática especial de inserción laboral.
  • 26. 26 Aunque el envejecimiento de la población con problemas especiales de inserción laboral es perceptible en las personas de 45 a 54 años (un 28,6% del total en 2018, la cifra más elevada desde 2006, por encima del 25,3% de 2014 y de los niveles de 17,7 a 18,7% de 2006 y 2010), el mayor incremento en la distribución corresponde entre 2014 y 2018 a las personas de 55 a 64 años. Éstas pasan de representar entre el 10 y el 15,3% de la población analizada entre 2006 y 2014 a un 22,6% en 2018. Gráfico 10 5,6 7,5 2,4 6,7 7,5 7,6 6,6 5,4 19,3 6,6 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 Varón Mujer 15-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años Estado Otra Total Sexo Edad Nacionalidad Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por sexo, edad y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018 (En % de cada grupo) Gráfico 11 42,5 57,5 4,4 15,4 29,0 28,6 22,6 75,1 24,9 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 Varón Mujer 15-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años Estado Otra Sexo Edad Nacionalidad Distribución de la población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por sexo, edad y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018 (En %)
  • 27. 27 En términos relativos, en 2018 el impacto de los problemas especiales de inserción laboral resulta en general bastante similar entre los 25 y 64 años. Tal y como refleja el gráfico 10, alcanza un nivel máximo, entre el 7,5 y 7,6%, en el caso de las personas de 35 a 54 años; pero se mantiene en niveles cercanos, entre el 6,6 y 6,7%, en lo que respecta a personas entre 25 y 34 años o entre 55 y 64 años. Sólo cae por debajo de la barrera del 6,5%, aunque ya de forma sustancial, en el grupo de 15 a 24 años (2,4%). Es relevante comprobar que en la población de 25 a 64 años, a mayor edad, menor caída de la proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral en el periodo 2014-2018. Esta caída es así de -3,9 puntos porcentuales (de 10,6 a 6,7%) entre los 25 y 34 años y de -3,6 entre los 35 y 44 años (de 11,1 a 7,5%). Se reduce a -1,2 puntos entre los 45 y 54 años (de 8,8 a 7,6%) para prácticamente anularse en las personas de 55 a 64 años, con una estabilización de los niveles de impacto (de 6,5 a 6,6% entre 2014 y 2018). Esta línea de estabilización también caracteriza al grupo más joven, entre 15 y 24 años (2,4% en 2018, apenas dos décimas por debajo del 2,6% de 2014). A diferencia de lo observado en 2014, el impacto de los problemas especiales de inserción laboral es superior en 2018 entre las mujeres: 7,5% frente a 5,6% entre hombres. Es el resultado de una línea de leve incremento entre la población femenina (de 7,2 a 7,5% entre 2014 y 2018) que contrasta con la significativa caída que se detecta entre los hombres (de 9,9 a 5,6%). En 2018, un 57,5% de las personas con problemas especiales de inserción laboral son mujeres, por encima del 56,4% alcanzado en 2010. Los problemas analizados siguen teniendo en 2018 una incidencia diferencial entre la población extranjera, con un 19,3% que muestra algún problema de este tipo. Aunque esta cifra supera el 15,9% de 2010, el impacto de las situaciones consideradas no sólo es muy inferior al 31,4% que se observaba en 2006, un periodo en el que una parte importante de la población extranjera carecía de permiso de trabajo, sino al 27,3% de 2014. Por su parte, el 5,4% de 2018 supera claramente, entre la población nacional, las cifras cercanas al 2% de 2006 y 2010 pero también muestra una línea de reducción significativa respecto al máximo del 7,2% que se alcanzó en 2014. Aunque la línea de reducción en la incidencia de los problemas especiales de inserción laboral es algo mayor en la población nacional entre 2014 y 2018, el peso de esta población dentro de la distribución de los problemas analizados sigue siendo muy mayoritario: un 75,1%. Inferior al 78,8% que llegó a representar en 2014, se mantiene claramente por encima del 51,5% de 2006 y del 60,9% de 2010. Siguen resultando muy elevados los indicadores de exclusión del mundo del trabajo normalizado en la población afectada. Dentro de ella, aumenta la parte que se sitúa en los bordes del mercado de trabajo Aunque se reduce el volumen de personas con problemas especiales de inserción laboral entre 2014 y 2018, la línea de empeoramiento de la posición de este grupo de población en el mercado de trabajo, que se vislumbraba en parte entre 2010 y 2014, se prolonga en gran medida en 2018, tal y como puede observarse en los indicadores presentados en el gráfico 12.
  • 28. 28 Gráfico 12 57,9 40,0 35,9 18,1 24,3 52,4 79,4 10,5 10,1 26,1 24,7 67,2 13,5 30,3 47,4 75,5 8,4 16,1 10,8 9,4 84,1 11,5 39,2 28,6 83,2 4,6 12,2 19,5 17,3 75,8 19,8 39,5 42,3 70,3 9,5 20,2 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0 % ocupada en la actualidad % ocupada al menos 6 meses en último año % que no ha trabajado nada en el último año % no ocupada que ya no busca empleo % con experiencia hace más de 3 años (emp.regularizado) % sin experiencia o hace más de 5 años (emp.regularizado) % con demanda activa de empleo % desanimada o demanda no activa de empleo % sin demanda real Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral. Indicadores de insercion en el mercado de trabajo y en el sistema productivo. C.A. de Euskadi. 2006-2018 2006 2010 2014 2018
  • 29. 29 En el colectivo afectado por los problemas especiales de inserción laboral, las condiciones del mercado de trabajo se tradujeron tras la crisis de 2008 en una significativa caída de la parte que seguía teniendo posibilidad de acceder a alguna ocupación, por muy marginal que pudiera ser. La proporción de estas personas con contacto con el empleo en el momento de la encuestación se reducía así de 57,9% en 2006 a 26,1% en 2010 y a un mínimo del 10,8% en 2014. Aunque la proporción repunta al alza entre 2016 y 2018, la mejora sólo permite situarla en un 19,5% en 2018. Se trata de una cifra muy alejada de la existente en 2006 y que resulta también inferior al nivel de 2010. En la misma línea, la proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral que han trabajado al menos 6 meses en el último año remonta del 9,4 al 17,3% entre 2014 y 2018 pero el indicador queda lejos tanto del 40% de 2006 como del 24,7% de 2010. En el cuatrienio 2014-2018 se reduce en paralelo, de 84,1 a 75,8%, la parte del colectivo que no ha tenido contacto alguno con el empleo en los últimos doce meses. Sin embargo, la proporción de 2018 supera tanto el 35,9% de 2006 como el 67,2% de 2010. En 2018, las situaciones de total alejamiento del sistema productivo en el último año siguen por tanto afectando a tres cuartas partes de las personas analizadas. Ni siquiera la línea de mejora del periodo 2014-2018 se traslada a todas las dimensiones consideradas en la EDSS-ENS. Así, sigue empeorando el indicador relativo a la proporción de personas que han tenido su última experiencia en un empleo regularizado hace tres o más años. En este caso, el porcentaje aumentaba de un 24,3% en 2006 a un 30,3% en 2010 y un 39,2% en 2014. Aunque de forma leve, la línea de incremento se prolonga hasta llegar al 39,5% en 2018. Repunta al alza además entre 2014 y 2018 el peso relativo de la población considerada que, estando realmente disponible para el empleo, se encuentra en una situación de extremo alejamiento del sistema productivo, ya sea por su falta total de experiencia laboral o por haber trabajado en un empleo regularizado hace más de 5 años. Esta proporción había caído de niveles de 52,4% en 2006 y 47,4% en 2010 al 28,6% en 2014 pero remonta hasta el 42,3% en 2018. En el colectivo analizado, se alcanza de hecho en 2018 la proporción más reducida de personas con una demanda activa de empleo, situada en el 70,3%, por debajo de las cifras cercanas o superiores al 80% de 2006 y 2014 pero también del 75,5% de 2010. Después de haber caído de forma continuada hasta 2014 (de 10,5% en 2006 a 8,4% en 2010 y 4,6% en 2014), el peso relativo de las situaciones de desánimo o demás formas no activas de demanda de empleo remonta al 9,5%. También llama la atención el repunte de la falta de demanda, o formas en realidad ficticias de la misma, que llega a caracterizar en 2018 a un 20,2% del colectivo, la cifra más alta desde el 10,1% de 2006 o el 12,2% de 2014 y que supera también el 16,1% de 2010. Los datos reflejan por tanto las grandes dificultades de acceso al empleo en un colectivo que carece mayoritariamente de una experiencia previa en un empleo regularizado (apenas un 37,8% hace menos de 5 años) y que en un 29,7% de los casos, la cifra más elevada desde 2010, no mantiene una demanda activa de acceso al empleo.
  • 30. 30 La exclusión laboral estructural mantiene una estrecha relación con la privación económica Como puede observarse en los gráficos 13 y 14, los datos disponibles siguen poniendo de manifiesto la fuerte asociación existente en 2018 entre la cronificación en el desempleo u otras formas de precariedad laboral extrema y la privación económica. De esta forma, mientras un 3,4% de las personas de 16 a 64 años en hogares sin privación básica tienen problemas especiales de inserción laboral, la proporción alcanza el 28,3% en los hogares en los que están presentes este tipo de situación de privación. En 2018, de hecho, un 54,1% del total de problemas especiales detectados en los procesos de inserción laboral se vinculan a personas en hogares afectados por situaciones de privación básica (por encima del 49,6% de 2014). Los datos muestran, por otra parte, que en 2018 una parte de los problemas especiales de inserción laboral se desarrollan en hogares con cierta estabilidad ocupacional, con un 33,2% de personas con este tipo de problemas integradas en hogares con presencia de al menos una persona con ocupación estable (por encima del 29,6% de 2014). Sin embargo, la gran mayoría de los casos considerados se vincula a hogares con situaciones generalizadas de inestabilidad laboral o con una salida de facto del ámbito de la actividad. Así, un 48,3% de los problemas especiales de inserción laboral considerados en 2018 se dan en hogares en los que ninguna de las personas activas accede a una ocupación estable (o simplemente a la ocupación) y un 18,5% en hogares en los que ya nadie puede considerarse en situación de actividad. Mientras aumenta el peso relativo de estos últimos hogares respecto a 2014 (apenas un 10,6% en aquel año), se reduce la parte asociada a formas de empleo no estable o desempleo (59,8% en 2014). Gráfico 13 28,3 3,4 2,8 21,7 19,2 6,6 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 30,0 35,0 Privación básica Sin privación Alguna ocupada estable Alguna activa, ninguna ocupada estable Sin personas activas Privación Relación con la actividad Total Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por presencia de situaciones de privación y relación con la actividad de las personas del hogar C.A. de Euskadi. 2018 (En % de cada grupo)
  • 31. 31 Gráfico 14 54,1 45,9 33,2 48,3 18,5 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 Privación básica Sin privación Alguna ocupada estable Alguna activa, ninguna ocupada estable Sin personas activas Privación Relación con la actividad Distribucion de la población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por presencia de situaciones de privación y relación con la actividad de las personas del hogar C.A. de Euskadi. 2018 (En %) La probabilidad de que, en hogares en los que ninguna persona activa consigue acceder a una ocupación estable, se den problemas especiales de inserción laboral es todavía alta en 2018. Un 21,7% de las personas de 16 a 64 años en este tipo de hogares plantean esta problemática en 2018, una cifra que revela con claridad el riesgo de exclusión laboral al que se enfrenta la población residente en este tipo de hogares. Aunque se reduce sustancialmente respecto al 30,5% de 2014, sigue resultando claramente superior tanto al 13% de personas de este grupo afectadas por problemas especiales de inserción laboral en 2010 como al 19,5% de 2010. El riesgo diferencial considerado es además evidente respecto a las personas en hogares con alguna persona ocupada estable, con apenas un 2,8% de población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral en este tipo de hogares (3,3% en 2014). La mayor presencia de personas que de facto renuncian a la actividad en el colectivo considerado resulta otro elemento a destacar, un aspecto que se traduce en un incremento continuado del vínculo entre inactividad real y problemas especiales de inserción laboral. En este sentido, la presencia de este tipo de problemas en la población de 16 a 64 años no deja de crecer en hogares con todos sus miembros inactivos. Se situaba en apenas un 0,8-1,2% en 2006 y 2010 para alcanzar un 12,7% en 2014 y un máximo del 19,2% en 2018. De esta forma, en 2018, prácticamente una quinta parte de las situaciones de inactividad en hogares con todos sus miembros de 16 a 64 años inactivos se vincula a la presencia de los problemas especiales de inserción laboral considerados en la EDSS-ENS.
  • 32. 32 3.LAS PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA El impacto de la limitación y la dependencia muestra en general una línea descendente, salvo en lo relativo a la dependencia al menos moderada, en especial en grupos mayores de 75 años En 2018, un 9,5% de las personas residentes en la CAE tiene alguna limitación funcional ligada a un problema de salud o de edad avanzada, lo que supone una evidente reducción respecto a lo observado en años anteriores. El impacto de estas limitaciones tendía previamente a aumentar ligeramente, con un 10,5% en 2006, un 10,8% en 2010 y un 10,9% en 2014. Las 205.071 personas afectadas en 2018, la cifra más baja desde 2006, suponen una reducción de -13,1% respecto a las 235.862 de 2014. En un 53,5% de los casos, la cifra más alta desde 2006, las limitaciones consideradas dan lugar a una situación de dependencia especial en 2014. Las personas en esta situación son 109.677 en 2018. El peso de este colectivo en la población total de la CAE es del 5,1%, un nivel cercano pero también en línea descendente respecto a las cifras de 5,4 a 5,7% del periodo 2006-2014. Mientras las formas leves de dependencia especial tienden claramente a reducirse (de 2,6 a 1,8% entre 2006 y 2018), las que implican una dependencia moderada, grave o total se caracterizan por una tendencia ligeramente alcista, con un 3,3% en 2018 que supera tanto el 2,8% de 2006 como las cifras de 3-3,2% de 2010 y 20142 . Gráfico 15 5,5 2,8 2,6 5,0 10,5 5,7 3,2 2,5 5,1 10,8 5,4 3,0 2,4 5,5 10,9 5,1 3,3 1,8 4,4 9,5 0,0 2,0 4,0 6,0 8,0 10,0 12,0 Dependencia especial (DE) DE al menos moderada DE Leve Limitación sin dep.especial Alguna limitación/ dependencia Población de 16 a 64 años por presencia de situaciones de limitación y/o dependencia especial C.A. de Euskadi. 2006-2018 (% de la población total) 2006 2010 2014 2018 2 Respecto a la caída del impacto general de la limitación/dependencia, debe tenerse en cuenta que en el volumen de personas afectadas influyen varios factores. Uno de los más relevantes es el peso de los ingresos en instituciones puesto que la EDSS-ENS se limita a la población no ingresada en centros residenciales. En la medida en que la dimensión social de las limitaciones, y en especial la existencia de situaciones de dependencia especial, está condicionada por las mejoras organizativas y tecnológicas que contribuyen a incrementar el nivel de autonomía de las personas, éste constituye un segundo factor clave, en especial en un periodo de rápido avance de las tecnologías aplicadas a la mejora de las condiciones de vida de las personas con limitaciones funcionales (un avance que explica la fuerte caída entre 2014 y 2018 de las formas de limitación sin dependencia especial, con un impacto mínimo del 4,4% en 2018). Un tercer factor a considerar es el retorno a sus comunidades de origen de personas mayores tras la jubilación.
  • 33. 33 El análisis de la evolución entre 2006 y 2018 del impacto de las situaciones de dependencia especial por edad muestra algunas variaciones relevantes. Destaca, en todo caso, el hecho de que en 2018 se observen los niveles más bajos de impacto de las situaciones de dependencia especial entre los distintos grupos de personas mayores de 55 años. En el caso de la población mayor de 75 años, después del aumento del 31,3 al 34,6% del periodo 2006- 2010, se inicia una línea de caída en 2014 que sitúa el impacto de la dependencia especial a estas edades en un 32,4%, mejora que se prolonga en 2018, con un 30,5% que resulta ya inferior al registro de 2006. Esta línea de mejora se extiende de forma aún más llamativa a las personas entre 65 y 74 años. En este caso, el impacto de la dependencia especial aumentaba de 8,3 a 8,6% entre 2006 y 2010 para caer al 6,7% en 2014 y a un 4,4% en 2018. De forma más moderada, la tendencia puede igualmente observarse en personas entre 55 y 64 años, con niveles de dependencia especial entre el 3,9 y el 4,1% durante los años 2006-2014 que se reducen al 3,1% en 2018. También cae el impacto de la dependencia especial entre 2014 y 2018 en el caso de las personas de 35 a 54 años (de 2,8 a 2,2%). En este grupo, el nivel de 2018 es muy ligeramente superior, sin embargo, al 1,9% de 2010. En las personas menores de 35 años, el impacto de la dependencia especial repunta levemente, del 0,9 al 1,2%, entre 2014 y 2018. En este grupo, las cifras muestran en cualquier caso una línea de gran estabilidad a largo plazo, con un impacto de la dependencia que se sitúa en un intervalo del 0,9 al 1,4%. Gráfico 16 1,3 2,6 4,1 8,3 31,3 1,4 1,9 3,9 8,6 34,6 ,9 2,8 4,1 6,7 32,4 1,2 2,2 3,1 4,4 30,5 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 30,0 35,0 40,0 < 35 años 35-54 años 55-64 años 65-74 años > 75 años Población con presencia de situaciones de dependencia especial por edad C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 Al centrar en exclusiva el análisis en el impacto de la dependencia especial total, grave o moderada, los datos de 2018 muestran sin embargo dos dinámicas algo diferentes.
  • 34. 34 Por una parte, en el caso de las personas menores de 75 años, tiende a observarse en general una línea de caída del impacto de las formas de dependencia más graves señaladas. La caída más significativa es la que corresponde a las personas entre 65 y 74 años. En este grupo de edad, el impacto de la dependencia al menos moderada se mantenía muy estable, en torno a cifras de 3,6-3,7%, en el periodo 2006-2014 pero se reduce de forma llamativa en 2018, con un 2,6%. Esta dinámica positiva puede igualmente observarse en las personas menores de 35 años donde la línea de mejora se adelanta a 2014 (0,4% por cifras de 0,6 a 0,8% en 2006 y 2010) pero se mantiene en 2018, año en el que se alcanza un registro mínimo del 0,3%. En el caso de la población de 35 a 54 años, el impacto de la dependencia especial total, grave o moderada cae del 1,2 al 0,7% entre 2014 y 2018, volviendo al nivel mínimo observado en 2010. Aunque aumenta levemente, del 1,0 al 1,2% entre 2014 y 2018, también se mantienen niveles bajos entre la población de 55 a 64 años, inferiores al 1,4-1,5% de 2006-2010. Por otra parte, y en contraste con la línea en general favorable observada en los grupos menores de 75 años, en las personas mayores de esa edad se observa un incremento del impacto de las formas más relevantes de dependencia especial. Así, tras la ligera caída del periodo 2010-2014 (de 22,5 a 22%), la incidencia de la dependencia total, grave o moderada repunta hasta el 24,5%, 5,4 puntos porcentuales por encima del 19,1% de 2006. Gráfico 17 ,6 ,9 1,4 3,7 19,1 ,8 ,7 1,5 3,6 22,5 ,4 1,2 1,0 3,6 22,0 ,3 0,7 1,2 2,6 24,5 ,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 < 35 años 35-54 años 55-64 años 65-74 años > 75 años Población con presencia de situaciones de dependencia total, grave o moderada por edad C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 Se recuperan los niveles de acceso a la atención externa en la población con dependencia especial aunque sin llegar a los niveles de 2010, apoyada sobre todo en la atención privada o particular Un 56,5% de las personas con dependencia especial se beneficia en 2018 de apoyos o servicios externos al hogar, ya sea accediendo a centros fuera del domicilio o recibiendo dentro de él ayuda de
  • 35. 35 terceras personas, incluida la de familiares, vecinos o amigos3 . Se recuperan con ello al alza los niveles de atención tras la caída que había situado el indicador en un 47,6% en 2014. El porcentaje de población atendida en 2018 supera también el 53,7% de 2006 y sólo queda por debajo del máximo alcanzado en 2010, con un 58,9%, porcentaje alcanzado tras la puesta en marcha de los programas de ayuda a la dependencia. Entre 2010 y 2014, la disminución más relevante del recurso a los servicios de apoyo externo se constataba tanto entre las personas con dependencia leve o con autonomía suficiente como entre las personas con dependencia total o grave. Y es precisamente en estos dos grupos en los que se percibe de forma más intensa la recuperación de los niveles de atención en el periodo 2014-2018. Esta recuperación no permite sin embargo alcanzar los niveles de cobertura del periodo 2006-2010. En la línea señalada, en personas con dependencia leve o autónomas, entre 2014 y 2014 los niveles de atención repuntan del 33,6% al 43%, una cifra que se mantiene sin embargo por debajo no sólo del máximo del 47,8% de 2010 sino también del 45,3% de 2014. En los casos de mayor dependencia, total o grave, después de aumentar el recurso a los servicios externos de un 69,4% a un 71,7% entre 2006 y 2010, la proporción se reducía en 2014 al 57,4%. El 66% de 2018 marca una línea de fuerte recuperación de los niveles de atención pero, de nuevo, en niveles inferiores a los del periodo 2006-2010, con cifras respectivas de un 69,4% y un 71,7% de personas atendidas. Gráfico 18 69,4 48,3 45,3 53,7 71,7 57,1 47,8 58,957,9 59,6 33,6 47,6 66,0 57,2 43,0 56,5 0 10 20 30 40 50 60 70 80 Total o grave Moderada Leve-autónoma Total Población con dependencia especial que accede a ayuda externa por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 3 Debe recordarse en este apartado que todos los datos de la EDSS-ENS se refieren a la población no institucionalizada, residente en viviendas particulares.
  • 36. 36 Entre 2010 y 2014, el único colectivo en el que se mantenía la tendencia expansiva de la atención era el de las personas con dependencia moderada. En este caso, el recurso a servicios externos aumentaba de 48,3% en 2006 a 57,1% en 2010 y 59,6% en 2014. En aquel año, este grupo superaba de hecho al de las personas con dependencia total o grave en el acceso a recursos externos, públicos, privados o familiares. Entre 2014 y 2018 la atención se reduce sin embargo al 57,2% de la población de este grupo y vuelve a quedar en niveles claramente inferiores a los de las personas con dependencia total o grave (66% en 2018). Parte de la recuperación de los niveles de atención se vincula a un incremento en el recurso al sistema de servicios públicos (directos o concertados) por parte de la población con dependencia especial, una circunstancia que refleja sin duda un cambio en la dinámica que se había venido observado desde 2006. En este, sentido, en el caso de la atención pública o concertada, se observaba una disminución continuada del recurso a los servicios desde el 20,7% de 2006 al 15,4% de 2010 y el 13,4% de 2014. El 15% de 2018 supone por tanto el primer periodo de recuperación de los niveles de atención pública o concertada desde 2006. Sin embargo, la recuperación no es general y no llega a las formas más graves, caracterizadas por un tipo de dependencia total o grave. En este caso, la proporción de personas que recurren a los servicios públicos o concertados mostraba una muy fuerte caída entre 2006 y 2010, desde el 31,6% al 20,1%. Aunque de forma más moderada, esta caída se prolonga con el 18,6% de 2014 y el 16,4% de 2018, el nivel de cobertura más bajo desde 2006. Gráfico 19 31,6 19,8 13,7 20,720,1 16,9 10,4 15,4 18,6 15,5 8,2 13,4 16,4 21,4 10,6 15,0 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 30,0 35,0 Total o grave Moderada Leve-autónomo Total Población con dependencia especial que accede a servicios públicos o concertados por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 Esta línea descendente contrasta con la recuperación de los niveles de atención en el caso de las personas con dependencia moderada. Después de la caída continuada del 19,8% de 2006 al 15,5% de 2014, el 21,4% de 2018 no sólo supone un fuerte relanzamiento de la atención sino la consecución de los
  • 37. 37 máximos niveles desde 2006. En una línea similar, entre la población con dependencia especial leve o autónoma, después de reducirse del 13,7% al 8,2% entre 2006 y 2014, la atención llega al 10,6% en 2018, por encima del 10,4% de 2010 y sólo por debajo del registro de 2006. La línea de recuperación de la atención externa es más nítida en lo relativo al recurso a la atención estrictamente privada, incluyendo en este último caso no sólo los servicios privados sino también la contratación de personal de apoyo externo en el domicilio. El acceso a este tipo de servicios aumentaba de 19,3 a 26,9% entre 2006 y 2010 para caer de forma brusca hasta el 17,5% en 2014, en niveles inferiores a los de 2006. El periodo 2014-2018 supone una muy llamativa recuperación de la línea alcista, con un 29,2% de población con dependencia especial atendida en 2018, la proporción más elevada desde 2006. Después de que en 2006 todavía predominara la atención pública o concertada (20,7% de personas atendidas por 19,3% en el ámbito privado o particular), el predominio de los servicios de tipo privado o particular, dominantes a partir de 2010, alcanza su mayor expresión en 2018 (29,2% de personas atendidas por 15% en los servicios públicos o concertados). Gráfico 20 26,6 18,3 14,8 19,3 32,7 27,9 21,1 26,9 21,3 19,2 13,7 17,5 38,1 14,4 22,3 29,2 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 30,0 35,0 40,0 Total o grave Moderada Leve-autónomo Total Población con dependencia especial que accede a servicios privados o de particulares por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 El proceso de recuperación de la atención privada o particular puede observarse en la mayor parte de situaciones de dependencia pero no resulta generalizada. Entre los grupos en los que sobresale la línea de recuperación destaca el de la población con dependencia total o grave. Se trataba del único grupo en el que en 2014 el indicador de acceso a servicios resultaba muy inferior al de 2006 (21,3% por 26,6% en 2006 y un máximo de 32,7% en 2010). 2018 supone sin embargo una muy notable recuperación de los niveles de atención y se alcanza un nivel máximo desde 2006, con un 38,1%. Lejos queda el bajo nivel comparado de 2014, con el 21,3% ya mencionado. Una tendencia similar puede observarse en el recurso a servicios privados por la población con dependencia leve o autónoma. En este grupo, los niveles de atención habían aumentado del 14,8 al
  • 38. 38 21,1% entre 2006 y 2010. Después de caer al 13,7% en 2014, por debajo de los niveles de 2006, la atención repunta claramente al alza en 2018 para alcanzar la cobertura más elevada, con un 22,3%. En la población con dependencia moderada, el 19,2% de 2014 se mantenía por encima del 18,3% de 2006 pero muy por debajo del 27,9% de 2010. En este caso, sin embargo, la línea descendente de la atención se prolonga, con un mínimo del 14,4% en 2018. Esta diferente evolución se vincula sin embargo con el notable repunte en este grupo, durante el periodo 2014-2018, de los niveles de acceso a servicios públicos o concertados (del 15,5% al 21,4%), lo que convierte en 2018 a la población con dependencia especial moderada en el único grupo en el que vuelve a predominar la atención pública o concertada respecto a la privada o particular. Se vuelve con ello, aunque sólo en este colectivo, a la situación de predominio de la atención pública que se observaba en general en 2006 entre la población con dependencia especial al menos moderada. La recuperación al alza de la atención en servicios, públicos, concertados o privados/particulares, contribuye, en cualquier caso, a una caída del recurso a familiares externos. Este tipo de recurso había caracterizado a un 16,8-16,9% de las personas con dependencia en 2006 y 2014 y había llegado a un máximo del 18,3% en 2010. En 2018, la proporción de personas con dependencia que recurren a este tipo de apoyos alcanza una cobertura mínima, con un 13,5%. Gráfico 21 19,1 13,0 16,8 16,8 20,9 14,8 17,2 18,3 19,4 25,2 11,0 16,9 13,4 21,3 10,6 13,5 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 30,0 Total o grave Moderada Leve-autónomo Total Población con dependencia especial que accede a la ayuda de familiares externos a la vivienda por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 En 2018, los niveles más bajos de recurso a familiares externos corresponden tanto a las personas con dependencia total o grave como a las que tienen problemas leves de dependencia o disponen de un nivel de autonomía suficiente. En el primer caso, después de haber caracterizado este recurso a entre un 19,1 y un 20,9% de la población con dependencia total o grave en el periodo 2006-2014, la proporción se reduce bruscamente al 13,4% en 2018. En lo relativo a las personas con dependencia leve o autónomas, el recurso a los familiares externos muestra igualmente niveles mínimos en 2018, con un 10,6% de
  • 39. 39 personas en esta situación asistencial. En este caso, el proceso de caída de la relevancia de la atención a través de familiares externos se adelantaba no obstante a 2014. Después de aumentar de un 16,8 a un 17,2% entre 2006 y 2010, la proporción caía al 11%, en niveles ya muy cercanos al 10,6% de 2018. El comportamiento más atípico es el que se observa entre la población con dependencia moderada, grupo en el que se detectaba un incremento continuado del recurso a familiares externos hasta 2014. Mientras el crecimiento del periodo 2006-2010 fue más limitado, con un aumento del 13 al 14,8%, la proporción aumentaba bruscamente hasta el 25,2% en 2014. Aunque también se observa la línea de caída de la atención a través de familiares externos en el último cuatrienio, con un 21,3% en 2018, la cobertura se mantiene en cualquier caso muy por encima de los registros de 2006 y 2010. El bajo recurso comparado a los servicios privados y particulares en este colectivo con dependencia moderada se asocia no sólo, por tanto, a la mayor relevancia comparada de los servicios públicos y concertados sino también a la mayor importancia de la atención a través de familiares externos. Además de la atención a través de servicios públicos, concertados o privados, de personal contratado de forma particular o de familiares externos, otra forma de atención habitual es la que se presta en el hogar a través de una persona cuidadora residente, una cuestión que se analiza con más detalle en el apartado 4.2 del informe. Descontando todas estas modalidades de atención, el gráfico 22 muestra la proporción de personas que, a pesar de tener una dependencia relevante, total, grave o moderada, carecen de apoyo directo, personal o a través de servicios específicos. Gráfico 22 2,7 11,7 6,1 2,6 8,0 4,1 12,1 8,5 10,8 7,9 12,3 8,8 0,0 2,0 4,0 6,0 8,0 10,0 12,0 14,0 Total o grave Moderada Total Población con dependencia especial total, grave o moderada que no cuenta con ningún apoyo directo (personal o de servicios) por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018 La proporción de personas con dependencia al menos moderada que carece de cualquier apoyo se sitúa en un 8,8% en 2018. Esta proporción se reduce del 10,8% que había llegado a alcanzar en 2014 pero se mantiene en niveles superiores al 6,1% de 2006 y al mínimo del 4,1% de 2010.
  • 40. 40 La tendencia es similar en lo relativo a la población con dependencia total o grave, con una caída del 12,1% de 2014 al 7,9% de 2018 en la proporción de personas sin ninguna atención personal o de servicios. La proporción de 2018 se mantiene claramente por encima, en cualquier caso, de los niveles de 2,6-2,7% de 2006 y 2010. La dinámica es más compleja en presencia de dependencia moderada. En este caso, después de caer de un 11,7% a un 8% entre 2006 y 2010, el impacto de las situaciones caracterizadas por una falta de atención remonta al 8,5% en 2014 y al 12,3% en 2018. Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos sigue reflejando una línea alcista de las horas de atención, particularmente llamativa en presencia de dependencia total o grave La recuperación entre 2014 y 2018 de la proporción de personas que acceden a servicios y recursos externos sigue acompañada en este periodo del repunte en el número medio de horas semanales de atención que ya se vislumbraba entre 2010 y 2014, aunque en forma mucho más intensificada. Así, después de mantenerse en torno a 32,5 horas semanales en 2006 y 2010, el número de horas de atención repuntaba de forma moderada hasta 35 horas en 2014. El incremento es mucho más intenso en 2018, con 53,0 horas de atención media a las personas con dependencia especial que acceden a dicha atención. Sin embargo, el fuerte incremento del periodo 2014-2018 se asocia prácticamente en exclusiva a la dinámica observada en las personas con dependencia total o grave. En este caso, después de caer de 50,7 horas semanales/media en 2006 a 46,5 en 2010, la atención volvía a repuntar a 51,2 horas en 2014. A partir de 2014 esta recuperación se acentúa y se llega a 77,4 horas de atención semanal media en 2018. Gráfico 23 50,7 34,5 13,3 32,6 46,5 29,2 14,1 32,3 51,2 26,0 19,6 35,0 77,4 26,8 12,9 53,0 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 Total o grave Moderada Leve-autónomo Total Población con dependencia especial que recibe atención: Número medio de horas semanales de atención por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) 2006 2010 2014 2018
  • 41. 41 Hasta 2014, en la población con dependencia moderada, el número medio de horas semanales de atención no dejaba de caer, desde las 34,5 horas de atención semanal media de 2006 a las 29,2 de 2010 y las 26 de 2014. La atención se muestra sólo levemente al alza a partir de entonces, con 26,8 horas de atención semanal media en 2018. En el caso de las personas con dependencia leve o autónoma, se rompe incluso la línea alcista de las horas de atención que se observaba hasta 2014 (13,3 horas en 2006 por 14,1 en 2010 y 19,6 en 2014). Las 12,9 horas de atención semanal media de 2018 suponen el registro más bajo desde 2006. Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia Los avances en la atención externa del periodo 2014-2018 se producen en paralelo a la aceleración del proceso de aumento en la proporción de personas con dependencia especial integradas en hogares que acceden a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia. Esta proporción pasa de un 20,7% en 2010 a un 25,6% en 2014 y un 36,5% en 2018. Entre 2010 y 2018, el incremento es particularmente llamativo, del 36,6 al 57,4%, en personas con dependencia total o grave. El aumento resulta igualmente perceptible, aunque en niveles más moderados, del 8,8 al 13,5%, en personas con dependencia leve o autónomas. En cambio, en presencia de dependencia moderada, la proporción de personas en hogares que acceden a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia, que había aumentado del 13,6 al 20,7% entre 2010 y 2014, se reduce al 18,8% en 2018. Gráfico 24 36,6 13,6 8,8 20,7 47,1 20,7 10,6 25,6 57,4 18,8 13,5 36,5 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 Total o grave Moderada Leve-autónomo Total Población con dependencia especial en hogares que reciben ayudas económicas vinculadas al sistema SAAD de protección a la dependencia por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2010-2018 (En % de cada grupo) 2010 2014 2018
  • 42. 42 Los niveles de insatisfacción con la cobertura de las necesidades de la vida diaria de la población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018 aunque, en sus formas más graves, sólo en el caso de la población con dependencia total o grave En la población con dependencia especial tienden a aumentar ligeramente, entre 2014 y 2018, los indicadores de insatisfacción con la atención recibida para la cobertura de las necesidades de la vida diaria. La proporción de personas que señalan alguna insatisfacción, incluida la de tipo leve, pasa de 14,2% en 2014 a 16,2% en 2018. Este porcentaje resulta sin embargo cercano al 15,8% de 2010 y sólo resulta claramente superior al mínimo del 11,6% de 2006. El registro de 2018 se sitúa en cualquier caso en el nivel más elevado desde 2006. El impacto de las formas graves o muy graves de insatisfacción sigue una dirección similar, con un aumento del 4,5% al 5,2% entre 2014 y 2018, también en niveles superiores al 2,9% de 2006. En este caso, no obstante, el registro de 2018 se sitúa por debajo del máximo del 6,4% del año 2010. La insatisfacción grave o muy grave se mantiene, en cualquier caso, en niveles bajos, cercanos o inferiores al 5% de la población con dependencia especial. Las tendencias señaladas tienden a mantenerse en los distintos grupos de personas con dependencia, en particular en lo relativo al conjunto de situaciones de insatisfacción (leve, grave o muy grave). Únicamente puede hablarse en este contexto de una ligera mejora en el caso de las personas con dependencia moderada, con un 16,4% en 2018 que mantiene la línea de caída respecto al 21,3% de 2010 y el 16,9% de 2014. El indicador de 2018 sólo se sitúa por encima del mínimo del 10,4% de 2006. Aunque la insatisfacción aumenta del 13,9 al 16% en el cuatrienio 2014-2018 entre las personas con dependencia total o grave, las cifras se mantienen entre este colectivo en niveles cercanos a los de 2006 y 2010 (15,9 y 17,4%, respectivamente). En términos generales, el mayor aumento de la insatisfacción corresponde, en realidad, a las personas con dependencia leve o con autonomía. En este caso, la proporción de personas insatisfechas no deja de crecer desde el 9,1% de 2006 al 16,3% de 20184 . En lo relativo a las formas de insatisfacción grave o muy grave, éstas tienden a una clara reducción entre las personas con dependencia moderada. En este grupo, la proporción de población gravemente insatisfecha se reduce desde el 5,4% de 2010 al 2,4% en 2018, apenas algo por encima del mínimo del 1,5% de 2006. En la misma línea, entre las personas con dependencia leve o autónomas, también se observa una caída del 3,8% de 2010 y 2014 al 3,5% de 2018, de nuevo únicamente por encima del 1,5% de 2006. 4 Aunque no se profundiza en esta cuestión en el informe, conviene señalar que los datos sugieren una asociación entre el aumento de las formas generales de insatisfacción en las personas con dependencia total o grave (así como en aquellas con dependencia leve o autónomos/as) y algunas variaciones significativas entre 2014 y 2018 en la demanda de apoyos en estos colectivos de personas dependientes. Estas variaciones se relacionan con un aumento relevante y diferencial de las demandas de apoyo en tres dimensiones: apoyo económico; apoyo de acompañamiento/supervisión y, en menor medida, dado su menor impacto relativo, acceso a un servicio residencial especializado.
  • 43. 43 La línea alcista de los problemas de insatisfacción, en sus formas más graves, sólo se observa en realidad entre las personas con dependencia total o grave. En este caso, después de caer de 9,5% a 5% entre 2010 y 2014, por debajo entonces del 5,3% de 2006, la insatisfacción grave o muy grave repunta ligeramente hasta el 7,2% en 2018. Gráfico 25 5,3 9,5 5,0 7,2 1,5 5,4 5,0 2,4 1,8 3,8 3,8 3,5 2,9 6,4 4,5 5,2 15,9 17,4 13,9 16,0 10,4 21,3 16,9 16,4 9,1 12,2 13,3 16,3 11,6 15,8 14,2 16,2 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 Total o grave Moderada Leve-autónomo Total Población con dependencia especial que muestra insatisfacción respecto a la cobertura de las necesidades de la vida diaria y grado de dependencia. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) Insatisfacción grave Insatisfacción Nota: La insatisfacción grave incluye casos de insatisfacción grave o muy grave. La insatisfacción en general incluye también casos de insatisfacción leve. Teniendo en cuenta el origen de la atención, la tendencia al aumento entre 2014 y 2018 de los niveles generales de insatisfacción (incluidos los de tipo leve) se vincula a la evolución de la percepción observada entre las personas que no tienen ningún tipo de apoyo personal externo o de servicios o que son atendidas por servicios públicos y concertados. En el primer caso, la insatisfacción general no deja de aumentar desde el 12,6% de 2006 y llega a un máximo del 18,2% en 2018. En el segundo, después del fuerte aumento observado entre el 7,3% de 2006 y el 20,1% de 2010, el porcentaje de personas insatisfechas se reducía al 12% antes de volver a repuntar al 23,9% en 2018, el máximo nivel observado desde 2006. En estos dos grupos de personas, las formas de insatisfacción graves también aumentan entre 2014 y 2018. En el caso de las personas sin ninguna asistencia externa, incluida la familiar, la insatisfacción grave llega a un 5,5% en 2018, el nivel más alto desde 2006. La proporción es del 8,9% en el caso de las personas atendidas por los servicios públicos y concertados, claramente por encima del 2,1% de 2006 y del 4,8% de 2014 pero por debajo del máximo del 10,1% que se registró en 2010. En fuerte contraste, entre 2014 y 2018 se rompe en cambio la línea de aumento de la insatisfacción, tanto en general como en sus formas graves, entre las personas que acceden a formas de atención de tipo
  • 44. 44 privado o particular. En este caso, la insatisfacción en general aumentaba de forma continuada desde el 8,9% de 2006 al 17,2% de 2014 pero la proporción de personas insatisfechas cae al 12,3% en 2018. En lo relativo a las formas más graves, el incremento era del 3,6 al 8,2% entre 2006 y 2014. Cae sin embargo al 2,8% en 2018, el nivel más bajo desde que se realiza la EDSS-ENS. Por su parte, después de aumentar del 17 al 18,7% entre 2006 y 2010, la insatisfacción general con la atención se reduce entre 2010 y 2018 en lo relativo a las personas que cuentan con un apoyo familiar externo. La proporción cae así al 13,2% en 2014 y a un mínimo del 12% en 2018. La evolución es algo menos favorable en lo relativo a las formas graves de insatisfacción. Así, después de aumentar de 2,6 a 6,8% entre 2006 y 2010, la proporción se reducía al 3,4% en 2014 para volver a remontar hasta el 5,6% en 2018, algo por debajo no obstante del máximo observado en 2010. Gráfico 26 2,8 4,6 3,6 5,5 2,1 10,1 4,8 8,9 3,6 7,1 8,2 2,8 2,6 6,8 3,4 5,6 12,6 13,1 14,0 18,2 7,3 20,1 12,0 23,9 8,9 15,3 17,2 12,3 17,0 18,7 13,2 12,0 0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 Ninguna Pública/concertada Particular Familiares (ext) Población con dependencia especial que muestra insatisfacción respecto a la cobertura de las necesidades de la vida diaria y origen de la atención. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo) Insatisfacción grave Insatisfacción Nota: La insatisfacción grave incluye casos de insatisfacción grave o muy grave. La insatisfacción en general incluye también casos de insatisfacción leve. Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre las personas con dependencia especial total o grave pero se percibe más intensamente en otros casos Entre 2014 y 2018 se acentúa la línea de reducción del impacto de la presencia de barreras arquitectónicas en las viviendas de las personas con dependencia especial total o grave. La caída de la proporción de personas afectadas, que había sido del 28,9% al 24,4% entre 2010 y 2014, se acentúa en este colectivo en 2018 con una reducción que sitúa la proporción analizada en el 14,6%.