2. 12.1 EL ESPACIO CELEBRATIVO
El espacio es creado y definido por el hombre, ejerce una
gran influencia en el comportamiento humano de manera que lo
envuelve y condiciona, y la celebración no se sustrae a esta
realidad y características del espacio.
La fe y la religiosidad de una comunidad, el nivel de
participación de una asamblea está condicionados de alguna
manera por el marco en que se desarrolla la celebración.
Si nos ponemos a pensar, no es lo mismo realizar una
celebración en una catedral gótica que, en una iglesia románica,
en una ermita del campo o en una plaza pública donde se
improvisa una celebración multitudinaria.
3. Cada uno de esos lugares, aunque compartan en algún momento
un fin común (la celebración), tienen sus propias características que
los identifican con un estilo artístico o época; pero no sólo eso, sino
también en que la noción de espacio es diferente, por lo que
tendrán sus propios condicionamientos que influirán, en la manera
como se realice una celebración en cada una de ellas.
Ese espacio permitirá al que participe en una celebración tener
una visión diferente, condicionada por el recinto que lo rodee;
dependerá de la manera en como el espacio esté ordenado,
iluminado, o decorado, para que pueda encontrar la intimidad con
Dios, se distraiga o se concentre lleno de fervor.
4. La constitución sobre liturgia, habla expresamente sobre
la necesidad de adaptar los espacios celebrativos a las
exigencias nuevas, de cara a responder a una nueva expresión
teológico- litúrgica en que debe moverse la comunidad
cristiana, que se reúne para celebrar su fe:
“… Al edificar los templos, procúrese con diligencia que sean aptos
para la celebración de las acciones litúrgicas y para conseguir la
participación activa de los fieles”.
Sacrosanctum Concilum No 124
5. “Revísense cuanto antes, junto con los libros litúrgicos, los cánones y
prescripciones eclesiásticas que se refieren a la disposición de las
cosas externas del culto sagrado, sobre todo en lo referente a la apta y
digna edificación de los tiempos, a la forma y construcción de los
altares, a la nobleza, colocación y seguridad del sagrario, así como
también a la funcionalidad y dignidad del baptisterio, al orden
conveniente de las imágenes sagradas, de la decoración y del ornato.
Corríjase o suprímase lo que parezca ser menos conforme con la
Liturgia reformada y consérvese o introdúzcase lo que la favorezca…”
Sacrosanctum Concilum No 128
6. 12.2 LA HERENCIA JUDEO-HELENISTICO-BIZANTINA
La arquitectura destinada al culto cristiano quedo
configurada prácticamente en los primeros siglos.
De tal forma que, para la Edad Media, el desarrollo
fue puramente accidental, aún dentro de las épocas del
románico, gótico, renacimiento y barroco.
El templo cristiano es resultado de la herencia
cultural judía, helenístico-romana, y bizantina.
7. a. Herencia Judía.
Su influencia la encontramos sobre todo en los
elementos de la Sinagoga y la sala alta de las casas,
que era un lugar de honor donde se desarrollaba la
liturgia doméstica, especialmente durante la cena
pascual.
En el judaísmo, la lectura de la Palabra de Dios y la
explicación que se hacía de esta, así como el canto de
los salmos y las plegarias que se elevaban, requieren
un lugar especial desde donde se puedan realizar, y
permitan la participación de la asamblea.
8. Al principio los cristianos acudían a la Sinagoga, pero poco a
poco fueron siendo rechazados, hasta que empezaron a tener
sus lugares propios donde reunirse, un ejemplo lo tenemos en
Doura Europos (Siria).
En Doura Europos se ha localizado una Sinagoga
Judeo-cristiana, donde se puede notar la
necesidad que hay de ampliar el espacio de la sala
grande, rectangular; esto se resuelve tirando
paredes y eliminando estancias.
La asamblea si colocaba en bancos pegados a la
pared, mientras que el que presidia (apóstol o
profeta) estaba situado en un pequeño estrado.
9. b. Herencia helenístico-romana.
Su máximo exponente es la basílica, un edificio que nunca
tuvo un uso de culto pagano. Se trataba de un edificio de uso
civil, que tenía una función social, para los tratos mercantiles
o incluso parea el paseo o descanso.
Su construcción resaltaba por su altura y muros anchos y
de grandes volúmenes, el ábside era de gran colorido, y sus
ventanas daban paso a la luz del sol, lo que hacía que se
resaltara la belleza de su construcción.
10. Después de la llamada paz de Constantino (313), el
cristianismo tomó como modelo arquitectónico la Basílica,
añadiéndole un atrio con pórtico como era común en las casas
romanas.
El resultado fue un gran edificio, que permitía el
desarrollo de una liturgia caracterizada por la intervención de
varios ministros, además de las procesiones que se realizaban
durante la celebración.
11. c. Herencia bizantina.
Parte de la construcción de iglesias de tipo basilical, a
las que se les van a agregar ahora grandes cúpulas, que
armonizan entre sí para dar una imagen del universo.
La cúpula central es comparable al cielo, y bajo a ella se
desarrollan unas celebraciones que reproducen el esplendor
y la fastuosidad de la corte imperial.
12. La liturgia de la tierra se ve
transportada a la liturgia del cielo, y el oro
de los mosaicos, de los vasos sagrados, así
como de las vestiduras litúrgicas, evocan la
visión que da el Apocalipsis sobre el culto,
que tiene lugar delante del trono de Dios y
del cordero (Ap 4,1-5,14).
La arquitectura va entonces a adoptar un
carácter teológico, en el que los diversos
elementos arquitectónicos y decorativos van
a expresar un profundo contenido simbólico-
celeste.
13. Tenemos entonces que el espacio celebrativo de la
liturgia cristiana, va a quedar definido durante estos
siglos, bajo la influencia de esta triple herencia.
Las iglesias posteriores a los S. V-VI van a
permanecer fieles en lo substancial a la basílica romana
y bizantina.
La nave central va a ser el elemento más
característico del templo cristiano, como el lugar propio
de la asamblea, que está orientado hacia el altar y siglos
después (XIII), también hacia el tabernáculo (Sagrario).
14. 12.3 SU FUNCIONALIDAD
Con la reforma litúrgica promulgada por el Concilio Vaticano II,
podemos mencionar algunas de las funciones que tiene la arquitectura
en relación con los espacios celebrativos.
La arquitectura debe hacer posible:
a. La comunicación en el interior de la asamblea que celebra:
• para propiciar el encuentro interpersonal de los que asisten a la
celebración
• para proporcionar una relativa comodidad y tranquilidad, que
alienten la participación
• Para poder escuchar bien la Palabra que se proclama o se canta,
además de al ministro que lo realiza.
15. • Para que sea fácil la comunicación visual con los ministros,
que realizan las acciones, ritos y gestos
• Para que realicen bien sus tareas, quien preside la
celebración y quienes participan en la animación de la
asamblea
• Para que se noten los diferentes ministerios y oficios
litúrgicos que se ejercen.
• Para que la schola cantorum realice bien su función, y se
logre una buena comunicación entre esta y la asamblea.
16. • Para que haya una buena distribución y orden entre los
lugares litúrgicos, en el interior de la iglesia: presbiterio,
capilla del Santísimo, bautisterio, capilla penitencial o
confesionario, sacristía etc.
• Para que haya una jerarquización en el orden y colocación
de las imágenes de Cristo, de la Virgen y de los Santos.
• Para que estén bien dispuestos junto al altar, la cruz, los
candelabros y demás objetos que se necesitan.
17. b. La experiencia religiosa y la comunicación con Dios,
durante las acciones litúrgicas:
• Deben cumplirse con las normas actuales dadas por los
libros litúrgicos, para que se puedan conjugar el mirar y el
contemplar, el escuchar y meditar, el cantar y el recitar, el
aclamar y el guardar silencio etc.
• Debe ayudar a que se dé la armonía entre las dimensiones
esenciales del hombre: corporeidad, espíritu, libertad,
respeto, belleza, recogimiento, comunión, paz etc.
• Debe expresar de manera simbólica, su relación y referencia
a lo trascendente, hacia lo invisible, hacia la interioridad, la
conversión y la fe.
• Debe reflejar la sencillez, la nobleza, la dignidad en los
materiales, en la decoración, en la ambientación etc.
18. c. La relación entre la liturgia y la vida
• Para que no exista ruptura total entre la calle y el lugar de
la celebración
• El tránsito de la vida ordinaria a la celebración, no se dé
como una ruptura sino como una invitación a percibir otra
realidad.
• Haya zonas intermedias, espacios de encuentro antes de la
celebración (atrio, pórtico, claustro, jardín etc.)
19. • El fácil acceso a el lugar de la celebración, con una salida que no
permita la aglomeración ni las prisas.
• Eliminar las puertas estrechas, las escaleras para facilitar un
ambiente agradable y acogedor.
• La importancia de los ritos iniciales que facilitan la formación de la
asamblea, creando un ambiente festivo: la procesión de entrada, rito
del fuego nuevo, procesión con el cirio, la aspersión del agua etc.
• También la imagen exterior de la iglesia en relación con el conjunto
de la arquitectura de la ciudad; que no parezca que sobresale como
signo de prepotencia u ostentosidad, pero sí que sea una referencia
clara y testimonial de la comunidad cristiana que allí se reúne.