Usos y desusos de la inteligencia artificial en revistas científicas
francisco-y-su-camino-formativo-180125143807.pdf
1. INSPECTORIA SAN PEDRO CLAVER
CENTRO INSPECTORIAL DE ESPIRITUALIDAD SALESIANA
FRANCISCO DE SALES Y SU
CAMINO FORMATIVO
2. 1. Importancia de San Francisco de Sales
Para nosotros, como Familia Salesiana y Movimiento
Salesiano, el acercamiento a San Francisco de Sales tiene un
significado particular:
• por lo que el Santo representa en la historia de la
espiritualidad de la Iglesia,
• porque es justamente el modelo de acción pastoral, de celo por
la salvación de las almas, es decir, el modelo de Pastor Santo en
quien don Bosco se inspira para la vivencia personal de su
ministerio sacerdotal,
• porque don Bosco pone bajo su patrocinio la experiencia
Oratoriana de Valdocco, como también la Congregación
Religiosa por él fundada al servicio de “la juventud más pobre,
abandonada y en peligro de caer en pecado y de perderse
eternamente”.
3. La opción de don Bosco por San Francisco
de Sales como modelo y Patrono, está
determinada en aquellos propósitos que él
formula al concluir los ejercicios espirituales
que lo preparan para su ordenación
sacerdotal; dentro de estos, el cuarto
propósito dice: “La caridad y la dulzura de
San Francisco de Sales serán mi norma”;
pero es un estilo que quiere no sólo para sí,
sino para que sea vivido por todos sus
colaboradores, según lo expresa en el
Reglamento del Oratorio:
4. “Éste Oratorio
• está colocado bajo la protección de
San Francisco de Sales,
•porque los que pretendan dedicarse
a éste género de ocupación
•deben proponerse a este Santo como
modelo de caridad y buenos modales,
•que son las fuentes de las que brotan
los frutos que se esperan de la Obra
de los Oratorios”.
5. Lo anterior nos permite comprender el por qué del
nombre asignado a los Religiosos de la naciente
Congregación, a partir de aquella propuesta hecha por
don Bosco en la cercanía de la fiesta de San Francisco de
Sales, reportada en la crónica del Clérigo Rúa y recogida,
a su vez, por don Lemoyne así:
6. El 26 de enero de 1854 por la noche nos
reunimos en el aposento de Don Bosco: el
mismo don Bosco, Rocchietti, Artiglia,
Cagliero y Rúa; se nos propuso hacer, con la
ayuda del Señor y de San Francisco de Sales,
una experiencia de ejercicio práctico de la
caridad con el prójimo, para llegar más tarde
a una promesa y, después, si se veía posible y
conveniente, convertirla en voto al Señor.
Desde aquella noche se llamó Salesianos a los
que se propusieron y se propongan tal
ejercicio.
7. Don Bosco, en Las Memorias del Oratorio de San
Francisco de Sales, dedicada de manera particular
“a sus hijos muy amados”, expone con claridad las
razones por las cuales elige el nombre de San
Francisco de Sales:
“Este era el sitio elegido por la Divina Providencia para
que nuestro Oratorio tuviese su primera iglesia. Aquí éste
comenzó a llamarse Oratorio de San Francisco de Sales
por tres razones:
1ª, porque la Marquesa de Barolo tenía intención de
fundar una congregación sacerdotal bajo este título. Ésta
es también la razón de por qué había hecho pintar una
imagen del santo, que todavía puede verse, a la entrada
del local;
8. 2ª, porque como nuestro ministerio entre
jóvenes exige mucha serenidad y mansedumbre,
nos habíamos puesto bajo la protección de este
santo a fin de que nos obtuviese de Dios la
gracia de poder imitarle en su bondad
extraordinaria y en su celo pastoral...
Otra razón era la de tenerlo como patrón
para que nos ayudase desde el cielo a imitarlo
en la manera como combatió los errores contra
la fe, especialmente el protestantismo que
comenzaba, insidiosamente a propagarse en los
pueblos de nuestros alrededores y, ante todo, en
la ciudad de Turín”
9. De otra parte, en la variada correspondencia de Don Bosco dando
a conocer el Oratorio y buscando recursos para su sostenimiento,
lo presenta como Oratorio de San Francisco de Sales.
En San Francisco, don Bosco nos ofrece:
• un modelo claro en el cual inspirarnos para realizar
adecuadamente la misión en favor de los jóvenes con la caridad,
la dulzura, los buenos modales, es decir, con la bondad del Buen
Pastor y
• un auténtico camino de santidad;
Por eso es importante el compromiso de conocerlo, amarlo,
estudiarlo, apropiarlo para poder imitarlo, como lo debemos
hacer con don Bosco, siguiendo las indicaciones de don Pascual
Chávez Villanueva.
10. 2. Breve acercamiento al contexto
histórico donde nace, se forma y ejerce
Francisco
Procuramos acercarnos, aunque de
manera breve, al contexto en el cual
nace, crece y se forma Francisco, de
tal modo que podamos comprender
mejor su pensamiento; esto nos
permitirá darnos cuenta del método
utilizado por él en la dirección o
acompañamiento espiritual, el cual se
ve reflejado en sus escritos.
11. “Su vida se desarrolla en Centroeuropa,
teniendo como núcleo fundamental la
región sur del lago de Ginebra y
desplazándose hasta París, Dijon o
Avignon, por tierras francesas, y Turín,
Padua o Roma por parte italiana.
En aquella época, habiendo nacido en el
castillo de Sales, su nacionalidad es
saboyana. Saboya era un ducado
soberano, cuya capital era Turín y cuyo
territorio ocupaba regiones que hoy
pertenecen a Suiza, Francia e Italia”.
12. Ya no era posible seguir por más tiempo sometidos
indefinidamente a indeterminadas jerarquías superiores:
el sometimiento medieval del esclavo al amo, del
escudero a su caballero, del vasallaje de los nobles a sus
reyes, de reyes a emperadores, de emperadores al Papa,
era insostenible. La pirámide no se acababa nunca.
Todo este sometimiento del hombre y de las
instituciones a instancias superiores, a ideas abstractas
(nobleza, honor, dignidad, cristiandad, etc.) o, en última
instancia a Dios, había conseguido un ordenamiento
social, cultural y religioso que había proporcionado a la
humanidad siglos de estabilidad, pero que resultaba
insoportable para la mentalidad del hombre que acababa
de nacer.
13. En ese nuevo ordenamiento social, son de
gran influjo la caída del imperio Bizantino
con la toma de Constantinopla el 29 de mayo
de 1453, en el oriente, como también el
descubrimiento del nuevo mundo el 12 de
octubre de 1492, en el occidente; además, es
el tiempo de los diversos avances científicos,
pues “entra en juego una tercera dimensión
espacial con los descubrimientos de
Copérnico y Galileo, al reconsiderar a la
tierra, no como centro del universo, sino
como un punto perdido que gira en torno al
sol.
14. El heliocentrismo es un eslabón más
de esta cadena que afloja
paulatinamente el cerco que oprime al
hombre medieval”, dando paso a un
ambiente social en el que se da “todo
un descubrimiento del hombre”, al
constatar que “la humanidad no ha
vivido siempre en el sometimiento
medieval: hubo otras formas de vivir,
otras maneras de expresar la vida”.
15. Es el paso del teocentrismo y del geocentrismo al
antropocentrismo en el que, no obstante los
descubrimientos y avances mencionados, puede
caracterizarse, además porque “el hombre va
tomando conciencia de sí mismo, de una
humanidad que no es objeto, sino sujeto
protagonista de la historia: la humanidad descubre
el humanismo. Y ahora cuenta, incluso, con un
prodigioso invento para difundir estas ideas: la
imprenta de Gutemberg. El gusto nuevo de viajar y
la posibilidad de multiplicar la palabra escrita
difunden en poco tiempo las nuevas ideas”.
16. Son diversas las manifestaciones que
permiten percibir un nuevo estilo de
vida y, por tanto, de costumbres en la
sociedad de la época.
En Europa se vive la euforia de los nuevos tiempos:
desde el vestir hasta el pensar están cambiando. La
arquitectura, la música, la literatura y el mismo
género de vida de los hombres, así como sus
estructuras sociales van entrando por unas formas
que se han llamado renacentistas. De alguna manera,
se está idealizando el pasado y el hombre sueña con
nuevas grandezas.
17. Ravier, uno de los más destacados
estudiosos del santo, dice que “Francisco
de Sales vive en una época de cambio:
entre el catolicismo europeo de ayer y las
recientes fracturas del protestantismo,
entre el renacimiento y el clasismo, entre
la Iglesia del Medioevo y la Iglesia del
Concilio de Trento”.
Las nuevas tendencias de la sociedad también
están marcadas a nivel eclesial, de manera
particular, por la celebración del Decimonono
Concilio Ecuménico que “se inauguró en Trento
el 13 de diciembre de 1545 y se clausuró allí el 4
de diciembre de 1563.
Su objetivo principal fue la determinación
definitiva de las doctrinas de la Iglesia en
respuesta a las herejías de los protestantes; un
objetivo ulterior fue la ejecución de una reforma
a fondo de la vida interior de la Iglesia,
erradicando numerosos abusos que se habían
desarrollado en ella”.
18. La misión de Francisco está orientada y
comprometida en el cumplimiento de los
grandes objetivos del Concilio de Trento.
Habiendo nacido cuatro años después de la
conclusión de éste Concilio, Francisco, será
considerado en su ejercicio ministerial, un
obispo “tridentino”, “promotor de la reforma
católica inspirada por el Concilio, siguiendo el
ejemplo del cardenal Carlos Borromeo,
arzobispo de Milán”; a quien admiraba, por ser
el artífice de la renovación de la Iglesia de su
tiempo, lo que no significa que lo imitara en
todo, pues el Cardenal era de un espíritu exacto,
rígido y austero
19. No hay que olvidar que, según el objetivo mismo
del Concilio, en el centro de sus preocupaciones
pastorales y disciplinares estaba la reforma de
costumbres y la instrucción cristiana:
En esta línea se inscribían las numerosas iniciativas de Carlos
Borromeo, que instituyó la “Compañía y las Escuelas de la
Doctrina Cristiana” para la formación cristiana de los niños,
favoreció el desarrollo de las escuelas y colegios, alentó la
fundación de la congregación de los Barnabitas, futuros
educadores de la juventud masculina, llamó a Milán a las
Ursulinas para la educación de las jóvenes, promovió las
disputas literarias y teológicas, fundó en su seminario una
tipografía para la difusión de la prensa cristiana.
20. Todavía, por influjo de Carlos
Borromeo, “el prelado Silvio
Antoniano publicó en 1584 su tratado
Dell’educatione christiana dei
figliuoli, considerada como la obra de
pedagogía más importante de la
Contrarreforma, una síntesis de
pedagogía humanista cristiana, una
especie de manifiesto que refleja la
seriedad con la que la reforma católica
pretendía educar a la juventud”.
21. Conviene anotar que es justo en ésta
época, cuando se da lo que “Phileppe
Ariès ha llamado ‘el descubrimiento de la
infancia’ (y de la juventud), considerada
como una etapa de la vida distinta de la
de los adultos.
Mientras en la sociedad medieval el niño
no significaba apenas nada, o se le trataba
rápidamente como un pequeño adulto, se
comienza a considerar cada vez más esta
etapa de la vida en sí misma”.
22. En dicho contexto pos-tridentino, tenemos que “uno de
los efectos de la reforma católica fue la creación y el
desarrollo de los colegios jesuitas en los países
católicos”.
La Compañía de Jesús, fundada en 1534 por Ignacio de
Loyola, se compromete en el campo de la educación por
la necesidad de combatir las nuevas herejías; fueron los
jesuitas quienes “renovaron profundamente la enseñanza
y la pedagogía de su tiempo, respecto a las antiguas
universidades medievales”, y se dieron a la tarea de
fundar colegios, “procedieron con la formación y
elección de rectores, prefectos de estudio y maestros, y en
la puesta en práctica de la enseñanza según un plan de
estudios llamado Ratio Studiorum, que se redactó en
1586 y se publicó en 1599”.
23. Es éste, a grandes rasgos, el contexto en el
que nace y crece Francisco de Sales. Al
respecto, dice Morand Wirth que “la
personalidad de Francisco de Sales, su acción
y su pensamiento en los campos de la
educación y de la formación humana no se
pueden comprender adecuadamente más que
en este contexto histórico marcado por el
humanismo, el desafío protestante y la
reforma católica, sin olvidar el enraizamiento
geográfico de la Saboya de su tiempo”
24. 1.La formación de Francisco en familia
Como se indicaba anteriormente, los señores de Boisy se
habían establecido en el castillo de Sales, ubicado en el
Ducado de Saboya; allí, “la primitiva casa de campo se
había transformado en un verdadero castillo, de seis torres
y tres torreoncillos, situado a la entrada del estrecho valle
de Usillon, en una pequeña planicie al pie de un monte
abrupto y rocoso. Albergaba holgadamente unas cuarenta
personas entre la servidumbre, obreros, mozos de labranza,
pastores y pequeños mandaderos”.
Es allí donde nace Francisco el 21 de agosto de 1567.
“Debido a la delicada salud del recién nacido— recibió las
aguas bautismales al día siguiente de su nacimiento, es
decir, el 22 de agosto”. Sus padrinos fueron Francisco de
la Fléchére, religioso benedictino, y Buenaventura de
Chevron, su abuela.
25. “Al morir la abuela, su madre se establece
con el niño en el castillo de Brens en 1570.
De esta manera, entre los 3 y 5 años,
Francisco vive en el territorio protestante
del Chablais, aprendiendo de su madre el
abc de la vida cristiana”.
Puede decirse que los padres de Francisco
son verdaderos maestros de vida cristiana,
centrada en la devoción, la cual se
manifiesta en el ejercicio práctico de la
caridad para con el prójimo más necesitado,
por quienes siempre velaban sin reparos.
26. La formación católica de aquella sociedad
reposaba por entero en el catecismo del santo
jesuita Pedro Canisio, publicado en 1572.
Era un buen arsenal de argumentaciones, basadas
en las Escrituras y en los Padres de la Iglesia, que
más que combatir la herejía, exponía con claridad,
la doctrina católica. La claridad en su exposición,
la densidad de su doctrina y su estilo conciso y
sereno —lejos de toda polémica— hicieron que
este catecismo fuera leído con fervor por todos
los católicos que afianzaban, de esta manera, su
ley se impuso en todas las escuelas del estado
para la formación de los niños.
27. En este ambiente familiar y
profundamente cristiano crecía
Francisco de Sales, allí aprende
a ser sensible ante las
necesidades de los más pobres,
como también a ser muy
fervoroso en sus oraciones,
contando siempre con el cariño
de sus padres; pues “ambos
colaboraron en la formación de
la conciencia del niño”.
28. 2. Francisco y su vida de estudiante
La experiencia educativa y formativa de Francisco
inicia, en primer lugar, en familia; sin desconocer el gran
cuidado de su padre, se percibe como determinante la
influencia de su joven madre, pues lo educó cuando ella
tenía entre quince y veinte años, lo que permite que se
establezca una gran intimidad con su hijo.
Con estas bases educativas y formativas, Francisco va a
la escuela de la Roche, en compañía de sus primos
Aimé, Louis y Gaspard; “esta institución se había hecho
famosa en el siglo precedente por Guillaume Ficht, el
célebre rector de la Sorbona”. Allí permanece por un
periodo de dos años estudiando la gramática. Dos años
más tarde irá, siempre en compañía de sus primos, al
colegio de Annecy.
29. Contaba Annecy con un colegio fundado en 1549 por el canónigo Eustaquio Chapuis, edificado junto
al convento de los dominicos. En él se impartía —además de la gramática básica— otros dos cursos
de humanidades y uno de retórica.
Los Sales, una vez concluidos sus estudios en La Roche, ingresaron en el colegio chapuisiano.
Francisco permanecería en él tres años, desde los 8 a los 11 años. En octubre de 1575 Francisco entra
en tercero de gramática. Sus maestros son pequeños humanistas. Probablemente su libro de texto
sería «Principia grammaticae» publicado en Annecy en 1566. Pero sobre todo eran los textos latinos,
la declamación y la composición lo que constituía el núcleo de la enseñanza. El magisterio seguía las
pautas de Ronsard y de la Pléiade: la Saboya culta era una sociedad humanista. La presencia de
Margarita de Francia —duquesa de Saboya— había influido para que el humanismo parisino se
implantara en la región.
30. En el colegio de Annecy Francisco
estudia por tres años, al cabo de los
cuales “ya sabía todo lo que la Saboya
era capaz de enseñarle. Su padre decidió
enviarlo a París, la capital del saber, para
hacer de él un ‘docto’. Pero ¿a qué
colegio enviar un hijo tan dotado? Al
principio, había escogido el colegio de
Navarre, frecuentado por los nobles.
Pero Francisco intervino hábilmente, con
la ayuda de su madre. A petición de su
hijo, le dio preferencia al colegio de los
jesuitas”.
31. Los colegios de La Roche y de Annecy y el ambiente
en que iba creciendo forjaron en él un temple varonil
lleno de rectitud y de bondad. Jamás se mofaba de un
tonto o rehusaba la amistad de un campesino. Su porte
digno y correcto —cual convenía a su posición
social— no le impedía prestarse para auxiliar a quien
pidiera una ayuda. Se dice que nunca profirió una
mentira. Su franqueza y rectitud le habían ganado
incluso el respeto de los mayores.
No era de extrañar, pues, que a los once años pidiera la
tonsura clerical. La oposición del padre fue neta. Sin
embargo el 20 de septiembre de 1578 Mons. Gallois
de Regard, gran amigo del señor de Boisy, confirió la
tonsura a Francisco en Clermont-en-Genevois
32. La formación de los Jesuitas será de gran
influjo en la persona de Francisco, de hecho,
“pasará diez años en el colegio de Clermont,
de 1578 a 1588, recorriendo todo el ciclo de
estudios previsto, desde la gramática y las
humanidades hasta la retórica y la filosofía”.
Así, por el estudio de la gramática se
familiariza cada vez más con la prosa y la
poesía latinas; “en humanidades aprendió el
arte de la poesía épica y lírica. En clase de
retórica, se estudiaba el arte de la oratoria,
sobre todo en las obras de Cicerón y en la
Institutio oratoria de Quintiliano”.
33. En el aspecto religioso, como es propio de los
Jesuitas, se orientaba, sobre todo, en la
búsqueda de la mayor gloria de Dios (ad
maiorem Dei gloriam).
Conviene tener presente que la principal
motivación para que eligiera el colegio de
Clermont es porque en los otros colegios no se
dedicaban tanto a la piedad como en éste; allí,
Francisco “entró ciertamente con fervor en el
espíritu de las prescripciones religiosas de la
Ratio Studiorum: misa cotidiana, confesión y
comunión al menos una vez al mes”.
34. Ravier nos ofrece, a partir de la Ratio Studiorum de
los jesuitas y de los reglamentos de la Universidad de
París, una reconstrucción del currículo formativo de
Francisco, como sigue:
Desde octubre de 1578 hasta agosto de 1581
frecuenta las tres clases del ciclo de gramática.
Desde octubre de 1581 hasta agosto de 1584, sigue
los cursos de Humanidades y de Retórica. (Los
estudiantes que deseaban perfeccionarse en griego
podían libremente repetir la Retórica). Al finalizar
estos dos cursos, Francisco obtiene el diploma de
“Bachillerato”.
35. Desde octubre de 1584 al 1 de enero de
1588, sigue los cursos de artes (es decir,
filosofía, que comprende la enseñanza de
la matemática, de la cosmografía, de la
historia natural, de la música, etc.)
Del 1 de enero de 1588 en adelante,
prepara y obtiene la “licencia” y después
el “doctorado en artes”, el cual le servirá
para ingresar en la facultad de derecho.
36. Los jesuitas de Clermont participaban de la
fuerte influencia humanista, pero trataban
de reconciliarla con la fe cristiana.
Despertaban, entre sus alumnos, el interés
por otros escritores latinos de pensamiento
cristiano: los Padres de la Iglesia, tanto
griegos como latinos.
Francisco conoce las obras de Plinio,
Epicteto, Platón, Plutarco o Cicerón, pero
también ha tomado contacto con Agustín,
Jerónimo, Juan Crisóstomo o Cipriano.
37. Al concluir sus estudios de humanidades
en 1583, desorientado por el humanismo
pagano, por el estilo de vida estudiantil y
por la vanidad de la vida cortesana, busca
algo definitivo que le dé sosiego a su
espíritu.
Dialoga con su preceptor, el abate Déage, y
le ruega que le deje estudiar teología.
Déage, mientras que sus pupilos atienden a
sus estudios en Clermont, aprovecha su
tiempo estudiando teología en la Sorbonne.
38. El mandato del señor de Boisy era definitivo: había
que hacer de su primogénito un gentilhombre, no un
eclesiástico. El buen Déage permanecerá firme a la
orden recibida, pero permitirá a Francisco que conozca
sus apuntes y participe de las «disputaciones» de la
Sorbonne.
De esta manera irá adquiriendo un conocimiento
teológico y un doble método de enseñanza:
especulativo en la universidad y positivo en Clermont.
Más tarde podrá decir: «En París he aprendido
muchas cosas para complacer a mi padre, y la
teología para complacerme a mí mismo».
39. En este periodo, “junto al latín, al
griego y al francés, Francisco de Sales
estudia también hebreo. Se apasiona
por las Escrituras, que estudia en textos
originales, lee los comentarios de los
Padres de la Iglesia y va aprendiendo
el método impuesto en Clermont por
Maldonado”.
En ésta época, Francisco
experimentará una fuerte crisis, que
logra afrontar y resolver recurriendo al
auxilio de la Virgen María.
40. De esta crisis nace, de manera definitiva, la doctrina salesiana
del amor de Dios.
•Ha sufrido su noche obscura, pero ha triunfado su entrega total
al amor divino.
•Ha intuido la centralidad de Dios en su vida
• Ha penetrado en el misterio de su amor. Un amor, por cierto,
que no le apartará de los afanes de este mundo, sino que le hará
dedicarse por entero a los hombres, a quienes descubrirá la
caridad que se hace todo para todos. El amor de Dios le
impulsará a entregarse al servicio del mundo para llevarlo a
Cristo y a su Iglesia. No es amor egoísta y cerrado que le aparta
de los afanes terrestres, sino difusivo y comprometido.
Dice Ravier que Francisco “conoce a los veinte años la prueba
a través de la cual Dios permite que pasen de una u otra forma,
las almas más grandes”. De dicha crisis, él sale más enamorado
de Dios.
41. París no ofrecía la serenidad y seguridad
propias del estudio. El Sr. de Boisy escribe al
abate Déage indicándole que regresara a
Saboya, una vez concluido el curso. En otoño
de 1588 Francisco abandona París para volver a
su casa, después de diez años de ausencia. Se
fue niño y volvió hombre; se fue provinciano y
volvió cortesano gentilhombre; se fue delicado
y tierno y volvió fuerte y probado en la lucha;
se fue deseoso de ser bueno y volvió
convencido de que la bondad era el camino que
Dios le trazaba para pasar a la historia. Diez
años atrás salió del castillo de Sales para volver,
en plena juventud, enteramente salesiano.
42. Francisco estudiante en Padua
Francisco regresa, pues a su familia que se encuentra en Brens, allí conoce y reconoce
a sus hermanos; sin embargo, es una corta estadía, ya que a mediados del mes de
noviembre de 1588 va a Padua, ubicada en el estado de Venecia; “era una ciudad muy
agradable donde se respiraban libremente el aire y el arte del Renacimiento italiano. Su
universidad atraía estudiantes de toda Europa”. En este “ambiente, propicio para los
estudios por la competencia de los profesores, pero hostil por la disipación y la
frivolidad de los estudiantes, Francisco iba a madurar y descubrir su auténtica
vocación”
43. Apenas llegado a Padua buscó un director espiritual. Nadie mejor que el jesuita Antonio
Possevino, gran teólogo y hábil interlocutor, que llegaría a ser más tarde Nuncio de la Santa
Sede. Francisco le explica el deseo de su padre de hacer de él un senador de Saboya y su
verdadera vocación personal de consagrarse al servicio de la Iglesia.
Possevino le aconseja que mantenga viva la doble formación de jurista y teólogo; le anima en
el estudio de los Padres de la Iglesia, ya comenzado en los años de París. La teología la
estudiará ahora a partir de la «Suma teológica» de Santo Tomás de Aquino. Dedicará algún
tiempo a la lectura espiritual, particularmente a la obra publicada en Venecia en 1589 por
Lorenzo Scupoli, «Il combattimento spirituale».
44. Francisco obtiene este libro del
combate Espiritual¸ directamente
del autor y se sirve del
“reglamento espiritual” que había
estudiado junto con el padre
Possevino. El así llamado
combate espiritual “era el método
por el que el discípulo de Jesús
va tomando conciencia de su
pequeñez para que crezca en él la
gracia de Cristo: ya no soy yo,
sino Cristo quien vive en mí”.
45. Pequeños programas de vida de Francisco bajo la
influencia del Combate Espiritual.
Ejercicio de preparación (O I 21 – 26), se trata de un
ejercicio mental para realizar en la mañana: “Trataré, por
este medio, escribía, de disponerme a realizar en la forma
más conveniente, mis ocupaciones”. Consistía en
representarse en la imaginación todo lo que podía suceder a
lo largo de la jornada.
Conducta para pasar bien el día (O I 27 – 33), el
estudiante indicaba los principales ejercicios de piedad que
quería practicar: oración de la mañana, Misa cotidiana,
tiempo de “reposo espiritual”, oración e invocaciones
durante la noche.
46. Ejercicio del sueño o del reposo espiritual (O I 33 –
37), precisaba los temas sobre los cuales quería meditar.
Junto con los temas clásicos de la vanidad de este
mundo, el rechazo del pecado o la justicia divina, había
espacio para consideraciones de corte humanista sobre
“la excelencia de la virtud”, que “hace al hombre
interiormente e incluso exteriormente bello”, sobre la
belleza de la razón humana, esa “antorcha divina” que
difunde un “maravilloso resplandor”, así como sobre la
“sabiduría infinita, la omnipotencia y la incomprensible
bondad” de Dios.
Comunión frecuente (O I 43 – 44), es otro ejercicio de
piedad que comprende la preparación para recibir el
Sacramento y la acción de gracias.
47. Como los anteriores, Francisco formulará otros reglamentos para
su vida personal, como aquel que tendrá presente para las
conversaciones y encuentros, en las que buscará ser amigo de
todos, siempre fiel a la única regla que no tenía ninguna
excepción: “Nada contra Dios”; trata de “acomodarse a la
diversidad de las compañías sin perjudicar, de ninguna manera, la
virtud”.
Lo anterior nos permite apreciar “a qué grado de madurez humana y
espiritual ha llegado el estudiante de derecho. Prudencia, sabiduría,
modestia, discernimiento y caridad, son las cualidades que saltan a
la vista en su programa de vida, pero se encuentra también una
‘honesta libertad’, un a priori de benevolencia hacia todos, y un
fervor espiritual fuera de lo común”. Puede decirse, también,
teniendo en cuenta el contexto en el cual debe estudiar que, a pesar
de ser un “ambiente violento y disipado, Francisco supo madurar
hasta hacerse un hombre dueño de sí mismo, profundo en su
espiritualidad, docto en el saber”.
48. De ese modo, “el 5 de septiembre de
1591 Francisco de Sales, a la edad
de 24 años, obtenía el doctorado «in
utroque iure», cumpliendo así la
voluntad de su padre.
Para su patrimonio personal, sin
diplomas académicos, había
alcanzado unos conocimientos
profundos en teología, guiado por
los prudentes consejos de su director
espiritual el P. Possevino”
49. Francisco contaba ya con toda la
preparación necesaria para acceder al
sacerdocio, dados los estudios de teología
que había realizado en secreto. En pocos
meses recibió todas las órdenes
necesarias… Celebró su Primera Misa el
21 de diciembre de 1593, a los veintiséis
años. «Durante aquel primer sacrificio —
confesará después— Dios tomó posesión
de mi alma de manera indecible».
50. Francisco entra en contacto con diversos
autores dejando enriquecer su
pensamiento; él es un hombre de amplia
cultura que se ha cultivado bajo la
influencia del humanismo renacentista
que busca beber de las fuentes de los
clásicos, lo que le permite entrar en
contacto con Cicerón, Séneca, Plutarco,
Virgilio, Terencio y Epicuro, que eran los
autores más estudiados en Paris en esta
época.
51. Un balance del proceso formativo de Francisco y de sus futuras
responsabilidades nos lo presenta Morand Wirth:
Preboste de la catedral en 1593 a la edad de veintiséis años, jefe de
la misión del Chablais al año siguiente, Francisco de Sales recibió
una formación excepcionalmente rica y armoniosa: cuidadosa
educación familiar, formación moral y religiosa de calidad,
estudios literarios, filosóficos, teológicos, científicos y jurídicos de
alto nivel.
Es verdad que se benefició de posibilidades inaccesibles a la
mayor parte de sus contemporáneos, pero el esfuerzo personal, la
correspondencia a las llamadas recibidas y la tenacidad de la que
dio prueba siguiendo su vocación son en él algo extraordinario, sin
hablar de la fuerte espiritualidad que inspiró todo su
comportamiento.
52. Ahora se convertirá en un hombre público, cargado
de responsabilidades cada vez más amplias, que
permitirán a los demás enriquecerse con los dones
de la naturaleza y de la gracia que él había recibido.
Preconizado para ser obispo coadjutor de Ginebra
desde 1596, nombrado en 1599, llegará a ser obispo
de Ginebra, a la muerte de su predecesor, en 1602.
Hombre de Iglesia por encima de todo, pero
también muy implicado en la vida social, lo
veremos no sólo preocupado de la administración
de su diócesis, sino también de la formación de
todo el pueblo encomendado a su ministerio
pastoral.