Sonetos de Candás

1. “Playa de Rebolleres”
Soneto I
Busqué en la luz del puerto ese paseo
que premia al melancólico que llora,
gustando de la espera de la aurora,
si es cierto que nos gusta su trofeo.
Busqué el silencio claro donde veo
el alma que en el alma se enamora,
la luz del sol, inviernos y demora,
la nueva primavera que no creo.
Tus ojos encontré y, en tu mirada,
lució la luz del día como un rayo,
palabra condenada por la noche.
Soñé que tú eras luz con la alborada,
la lluvia que dejaba en mi el "orbayo"
y el brillo que enjoyaba su derroche.
Soneto II
Querrá septiembre un algo de tristeza,
un baño de nostalgias y de hechizo
después del Cristo, cuando se deshizo
la magia del verano y su belleza.
Entonces ha de ser, con su dureza,
anuncio del octubre primerizo,
la lluvia de Galicia como el rizo
que riega con su beso la maleza.
Candás, sin sus jolgorios, ese día,
amigo del dolor de la derrota,
dirá su canto gris y lastimero.
Y, oyendo su febril melancolía,
será mirar el cielo que se agota
mirarse en el ocaso traicionero.
Soneto III
La torre duerme en Yavio y la vereda
alcanza a dormitar, pues ya no corre,
descansa al pie callado de la torre,
no lejos del nogal, en donde queda.
Y así será silencio mientras pueda
la vieja Nozaleda, aunque lo borre
el trino de las aves, que recorre
del alba clara el lazo de su seda.
Detrás de la neblina, la mañana
se enciende con colores encendidos,
abriendo la cortina para el día.
La espuma llora, gime, se engalana,
sabiendo que, tras ecos contenidos,
Perán ve ya llenarse la bahía.
2018 © José Ramón Muñiz Álvarez