El llamado a la primera cruzada segun guibert de nogent
Dia quinto Tierra Santa
1. EL SEÑOR ASCENDIÓ A LOS CIELOS Y LOS PEREGRINOS MIRAN AL SUELO...
Galileos… ¿Qué hacéis ahí plantados, mirando al cielo? (Hechos 1, 11)
La verdad es que la historia ha cambiado
mucho desde que los ángeles le echaron en
cara a los discípulos que se habían quedado,
“embobados” mirando al cielo al ver partir al
Señor en la Ascensión, ya que ahora, al
contrario, la pregunta que se ha de hacer a
los peregrinos es la contraria: “Peregrinos…
¿qué hacéis ahí plantados, mirando al
suelo?”…
La cosa es como sigue, si no me enteré mal,
resulta que la antigua iglesia de la Ascensión
del Señor estaba construida en planta
octogonal, sobre parte del monte en el que se
encuentra el Huerto de los Olivos, hasta la
invasión de Jerusalén por parte de los
musulmanes que, como ya sabemos,
arrasaron todo lo cristiano y todas las
edificaciones de los cruzados cristianos… de
esta forma, actualmente sólo queda de dicha
iglesia una traza de muro, octogonal, en cuyo
centro hay un pequeño “edículo”, o lo que es
lo mismo, una mini-construcción, que los
musulmanes edificaron para
preservar el resto, que además,
hoy día está anexo a una
mezquita, por lo que es de
propiedad privada y los cristianos
hemos de pagar “la
correspondiente entrada” para
poder verlo…
Verlo, verlo, lo que se dice ver no
hay mucho que ver, el edículo
propia
mente
dicho,
y la curiosidad de que en su interior se conserva,
protegido por un marco, un trozo de la roca madre del
monte, en el que se dice “se aprecian las huellas de
Jesucristo”...
He de reconocer que yo le eché la foto correspondiente
aunque sin saber muy bien cómo, ni dónde, ni en qué
manera se apreciaban las huellas de Cristo… por eso he
dicho que la gracia del lugar, ahora, es mirar al suelo, no
al cielo…
2. PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO...
Vosotros rezad así:
¡Padre nuestro del cielo!...
La visita a la Gruta del
Padrenuestro, lugar en el que el
Señor bien pudo, en la intimidad,
refugiarse con los apóstoles y
enseñarles a rezar el Padrenuestro
ha sido un lugar que nuevamente
nos ha tocado el corazón…
Y es que,
los
apóstole
s quizás
no
olvidaro
n nunca
la oración del padrenuestro cuando la escucharon, de labios
del Señor, por vez primera, en la intimidad de la gruta.
3. DOMINUS FLEVIT... POR LA PAZ EN TIERRA SANTA
¡Jerusalén, Jerusalén!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos,como una gallina con sus
polluelos bajo sus alas,y no has querido! (Mt 23, 37)
En el Monte de los Olivos, enfrente
de la ciudad de Jerusalén, hay una
pequeña iglesita, con forma de
lágrima, que se llama precisamente
“Dominus flevit” (“El Señor lloró”)
por la pena que le suscitaba al Señor,
contemplando la impresionante
panorámica de la ciudad desde esa
punto de vista, que el pueblo de
Israel fuera tan cerrado de mollera y
renunciara a su Señor y a todos los
intentos del Señor por congraciarse,
no sólo con Jerusalén o el pueblo
elegido, Israel, sino con la
humanidad entera.
Esta iglesia se caracteriza porque no
tiene retablo, ya le vale como
retablo la impresionante panorámica
de la ciudad de Jerusalén que se
aprecia desde el ventanal enorme
que hace de retablo… en aquel
silencio, aquel paraje, un poco más
elevado que el propio huerto de
Getsemaní, o de los olivos
propiamente dicho, ante aquella
impresionante vista, el sentimiento que me
abarcaba, con independencia de que el lugar
sea franciscano era el siguiente: “¡Dios mío,
qué lugar más maravilloso! ¡Qué vista tan
fantástica de la ciudad! Si por mi fuera,
establecería inmediatamente, en este lugar,
una pequeña comunidad religiosa de clausura,
de vida contemplativa, cuya única finalidad,
ante esta vista, fuera orar y consagrar
sus vidas a interceder sólo y exclusivamente
por la paz en oriente medio! Y yo, que me
vengo el primero, si hace falta…”
, a la inversa, es un lugar en el que uno siente
también esas mismas lágrimas, esa misma
intercesión, esa misma preocupación del Señor
sobre uno mismo, en ese pequeño, a la par que
simbólico, mosaico, de la gallina acurrucando,
como madre amorosa, a sus polluelos debajo de sus alas…