El documento habla sobre la juventud y su papel en la Iglesia. Menciona que en los años 80 los jóvenes perdieron sus valores y los países se separaron de Dios. Afirma que los jóvenes son el futuro de la Iglesia y la humanidad y deben ser los apóstoles de otros jóvenes, ayudándose mutuamente a vivir su fe y ser testigos de Cristo.