El Arzobispo de Arequipa describe cómo la Fiesta Juvenil de la Fe y de la Vida en el Santuario de Chapi ha atraído a más de 6,000 jóvenes este año, el doble que el año anterior, a pesar de las incomodidades. Esto demuestra la sed de Dios en los corazones de los jóvenes, que sólo Él puede saciar. Es responsabilidad de los padres y la Iglesia transmitir la fe a los jóvenes y guiarlos al encuentro con el Señor a través de actividades adec
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 09
Noviembre
2014
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba
SACIAR LA SED DE LOS JÓVENES
Por tercer año consecutivo, desde la noche del
31 de octubre hasta el mediodía del 1 de
noviembre hemos celebrado, en el Santuario de
Chapi, la Fiesta Juvenil de la Fe y de la Vida. El
primer año asistieron unos mil quinientos
jóvenes, el año pasado fueron tres mil y este año
han ido alrededor de seis mil. ¿Qué hace que
cada año se duplique el número de asistentes? El
Santuario de Chapi queda lejos y para llegar
hasta allá los jóvenes deben organizarse por
grupos, pagar un ómnibus que los lleve, etc.
Además, las celebraciones son en la explanada
del Santuario y en Chapi hace mucho frío en la
noche y mucho calor durante el día. Los jóvenes
duermen en carpas, sobre el suelo, con la
incomodidad que eso significa, y deben llevar sus
propios alimentos. ¿Qué es, entonces, lo que los
anima a pasar por toda esa precariedad, en lugar
de quedarse en la ciudad a celebrar el Halloween
como lo hacen muchos otros jóvenes? Nadie los
obliga a ir a Chapi a pasar una vigilia que, si bien
tiene muchos ratos de entretenimiento y
diversión, es una celebración marcada por la
oración, la predicación del Evangelio y la
reflexión. Pese a eso, cada año van más jóvenes,
y no sólo desde Arequipa sino también desde
Caylloma e Islay. Este año, además, han ido
algunos jóvenes de otras religiones. ¿Por qué
van?
Después de la Fiesta numerosos jóvenes me han
escrito para agradecerme por haberla
organizado y celebrado con ellos. Todos me
dicen que han pasado una noche estupenda y
que han vuelto contentísimos a sus casas porque
han tenido una fuerte experiencia de Dios no sólo
durante los ratos de oración sino también durante
el concierto musical, los ratos de baile y de
esparcimiento que han disfrutado en compañía
de otros jóvenes como ellos y de su obispo.
Esto pone de manifiesto, en primer lugar, la sed
de Dios que habita en el corazón de todo hombre
y que se manifiesta con más facilidad en los
jóvenes. Es la sed de felicidad que Dios ha
puesto en nosotros al momento de crearnos y
que sólo Él puede saciar. Cada año van más
jóvenes a la Fiesta en Chapi porque saben que
volverán con esa sed saciada por Dios. Es una
verdad que los padres de familia deben tener
muy en cuenta. La responsabilidad de un padre
de familia cristiano no se limita a pagar los gastos
de estudios de su hijos, sus alimentos, su vestido
y medios de esparcimiento. Eso no sacia a los
jóvenes. Es también responsabilidad de los
padres transmitirles la fe y custodiar que vayan
creciendo en gracia de Dios. Por eso, deben
ayudar a sus hijos a participar en la vida de la
Iglesia; y la mejor manera es ir junto con ellos a
Misa, animarlos a participar en algún grupo de su
parroquia y brindar atención a su vida cristiana.
Es fundamental también que los sacerdotes y
obispos sepamos acoger a los jóvenes y llevarlos
al encuentro del Señor. Debemos brindarles
nuestro tiempo y atención en los horarios en que
ellos pueden acudir a nosotros. Las parroquias y
movimientos deben ofrecerles itinerarios de
formación en la fe adecuados a su edad y a su
estilo. Las homilías deben ser de fácil
comprensión y tocar temas que incidan en su
vida y que respondan a las múltiples
interrogantes que se les presentan en su
quehacer cotidiano. En síntesis, los jóvenes
necesitan quien los guíe, ejemplos a seguir,
amigos incondicionales que les sepan escuchar
y aconsejar bien. Por eso, en Arequipa estamos
preparando un Plan de Pastoral Juvenil para los
próximos tres años, a través del cual confío en
que muchísimos jóvenes más puedan
encontrarse con Dios y saciar la sed de felicidad
que habita en sus corazones.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa