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Recursos para Pymes Cómo vencer la procrastinación
CÓMO VENCER LA
PROCRASTINACIÓN
La guía de 10 minutos con las técnicas prácticas que se han
demostrado que funcionan en el mundo real
Recursos para Pymes
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ÍNDICE DE CONTENIDO
Cómo vencer la procrastinación 1
Índice de contenido 2
Por qué este libro 3
Por qué procrastinamos 5
Somos víctimas de nuestro cerebro perezoso 7
Las estrategias prácticas que funcionan 9
1. La técnica más efectiva de todas, los 10 minutos 11
Dónde está el truco 11
2. Partir en pedazos muy pequeños y concretos la tarea 12
3. Controlar el entorno porque si no, nos controlará a nosotros 14
3.1. Controlar las distracciones 15
3.2. Controlar el calendario 16
4. La productividad forzada 18
5. Buscar compañía para el trabajo 20
6. Visualizarse haciendo el trabajo bien 20
7. Recordar por qué hacemos lo que hacemos (o cualquier otra motivación que nos
funcione) 21
8. Pensar en cómo puede aumentar la «nota» de la tarea 22
Los errores a evitar a toda costa 24
1. Evitar la “procastinación” estructurada 24
2. No, no necesitas ese descanso para el email 25
3. La pendiente peligrosa y resbaladiza 25
Conclusión 27
Otros libros de Recursos Para Pymes 28

POR QUÉ ESTE LIBRO
Procrastinar, esa palabra tan de moda para lo que toda la vida hemos
llamado «dejar para luego». Ha inspirado un montón de libros que
prometen enseñarte a vencerla, libros de cientos de páginas, lo cual no
me cabe en la cabeza, porque así en realidad estás ayudando al
enemigo. Si tengo que leerme, aprender y poner en práctica algo que
ocupa tanto espacio, en realidad estoy procrastinando y no haciendo el
trabajo importante.

De hecho, si usted es como yo y tiene interés por mejorar su
productividad, en hacer más y mejor, así como en sacar adelante sus
proyectos, entonces será aficionado a la literatura sobre el tema. Y eso
está bien, es necesario aprender las mejores formas y lo que se ha
comprobado que funciona, pero muchas veces una de las maneras
favoritas de procrastinar es leer material sobre cómo no
procrastinar y otros trucos de productividad. Da una falsa sensación
psicológica de logro, pero la realidad es que todas esas cosas
importantes que tenemos que hacer siguen ahí.

Otros optan por complejos sistemas de productividad que cuestan de
aprender y practicar. Francamente, a veces cuesta más aplicar el
sistema de productividad que realizar la tarea, lo cual es una
flaqueza de esos sistemas.


Por eso este material es breve, sólo muestra lo que funciona de
verdad y es 100% accionable, porque no quiere contribuir a la causa
del enemigo que intenta derrotar.

Procrastinar es un adversario duro. Muchas veces lo más peligroso no
es la dificultad de la tarea o los obstáculos que tenemos delante, sino
esa sensación psicológica que nos bloquea y nos impide ponernos
con lo que debemos hacer. ¿No le ha pasado que muchas veces
cuando se pone con la tarea en sí, ésta no era para tanto? Por eso
decimos que muchas veces el verdadero enemigo es la sensación
psicológica de la tarea.

Aquí vamos a aprender exactamente lo que se ha demostrado que
funciona para vencer a la procrastinación. Sin teorías no probadas ni
filosofías inútiles. Sólo aquellas pruebas y experimentos con
resultado real en el mundo real. Cuando termine este material, que
será pronto, sabrá exactamente lo que tiene que hacer para vencer
para siempre a la procrastinación y sacar adelante lo que se proponga.
Garantizado.


POR QUÉ PROCRASTINAMOS
Soy un firme creyente en que para derrotar a un enemigo, como bien
se dice en El arte de la guerra de Sun Tzu, es necesario conocerlo. Así
que, si bien vamos a ver las estrategias para vencer a dicho enemigo (y
no nos costará más que 10 minutos aprenderlas), vamos primero a
conocer por qué procrastinamos. Con esa comprensión profunda
abrazaremos y aplicaremos mejor las estrategias prácticas del próximo
apartado.

Sé lo que está pensando: «Tengo prisa, ¿me lo puedo saltar? Yo lo que
quiero son las técnicas». Puede saltárselo, ir al siguiente capítulo y
obtendrá resultados si lo aplica. Sin embargo, creo que es importante
conocer el porqué, ya sea ahora o luego.

La procrastinación es uno de los problemas más grandes de
productividad, de su negocio si lo tiene y en, general, de todo en la
vida. Yo trabajo con emprendedores principalmente y aunque usted no
lo sea, lo siguiente le va a interesar. Una de las principales cosas que
enseño es que, en ventas, mañana quiere decir nunca. Cambie una
palabra por otra y estaría escuchando la verdad.

Cuando te dicen: «Mañana me lo pienso, luego te llamo, etc», en
realidad casi siempre quiere decir nunca. Unas poquitas veces no, pero

serán la excepción. Igualmente, cuando nosotros decimos que algo
que tenemos que hacer lo dejaremos para mañana, también quiere
decir nunca la mayoría de las veces.

¿Por qué?

El motivo por el que dejamos las cosas para luego
Procrastinamos por dos motivos que están programados bien hondo en
nuestra forma de ser: somos optimistas y valoramos mucho más lo
presente que lo futuro.

1. Para empezar, somos optimistas porque sobrevaloramos nuestra
capacidad de hacer el trabajo en el futuro cuando pensamos en
ello. De esta manera, medimos mal la capacidad que tendremos al día
siguiente de hacer las cosas.

El viernes pensamos que ya cuando llegue el lunes nos pondremos, y
visualizamos ese lunes creyendo que sí, que desde primera hora
estaremos como máquinas con la tarea. Pero en realidad es muy
probable que no sea así.

2. Para seguir, valoramos mucho más las recompensas en el
presente que en el futuro. O lo que es lo mismo, valoramos mucho
más 5 euros hoy que la posibilidad de obtener 50 euros dentro de diez
días. Eso hace que valoremos más la pereza hoy que la posible
recompensa futura que nos vaya a traer trabajar en las cosas
importantes.

Esto no es un defecto que tenga usted, esta es la manera de ser de
los humanos. Hemos evolucionado para ser así, con lo que no significa

que usted sea débil ni mucho menos, sino que estamos luchando
contra un enemigo poderoso, programado bien hondo en la forma de
ser de las personas.

Los humanos, además, somos expertos en el autoengaño. Hemos
vivido mil veces que el día de mañana no es mejor que el de hoy para
hacer las cosas, pero cuando lo imaginamos, nos creemos de nuevo
que mañana sí, mañana nos ponemos seguro.

Somos víctimas de nuestro cerebro perezoso
Nuestra mente siempre intenta conservar energía. Cuando tenemos por
delante esa tarea que dejamos para mañana es porque nos resulta
ingrata o pesada.

Puede que no nos guste, puede que sea una tarea demasiado grande o
puede que, simplemente, tengamos un miedo oculto e inconsciente
que hace que nos repela. Este es el motivo real casi siempre, pero
difícilmente lo reconocemos.

Sea como sea, nuestro cerebro no quiere gastar energía mental y
siempre va a buscar conservarla, así que usará todos los trucos
mentales para descorazonarnos y seguir descansando.

El truco más habitual es el de hacer una montaña de un grano de arena.
La mayoría de tareas ingratas luego no son para tanto una vez te
pones, pero nuestro cerebro gusta de pintar escenarios terribles.
Pensamos en lo que tenemos que hacer y una ola de aburrimiento y
desgana nos invade. No pasa nada, la venceremos también.


Dejamos las cosas para mañana por una mezcla de optimismo,
valoración errónea, cerebro perezoso y repulsión psicológica de la
tarea. Pues bien, ahora toca vencer todo eso y, como comprobará, las
estrategias que se han comprobado que funcionan en el mundo real
están basadas en actuar sobre esto que hemos visto aquí.


LAS ESTRATEGIAS PRÁCTICAS
QUE FUNCIONAN
Al final, todo se resume en esto: en todo momento estamos haciendo
lo que queremos nosotros o estamos haciendo lo que otro quiere.
Parece extremo, pero esa la realidad. Constantes anuncios llaman
nuestra atención, el móvil vibra y miles de cosas empujan y estiran de
nosotros en todas direcciones. Ya sea el creador de esa app del móvil
con la que jugamos, el cliente que no deja de mandar emails exigentes
o la empresa que está tras el anuncio de la televisión, todos quieren
nuestro tiempo, energía y dinero.

¿Piensa que es una manera radical de verlo? Para nada, El tiempo que
tenemos para hacer las cosas que tengamos que hacer aquí es muy
limitado. Es más, en realidad, como veremos, esto no es una cuestión
de tiempo, sino de energía, y ésta es mucho más limitada aún en
nosotros que el tiempo. Si no la empleamos en lo que deseamos
construir, la emplearemos en lo que quieren construir otros.

Dejarse fluir es un mito, creer que el mundo conspira a nuestro favor es
un mito, de hecho es al contrario. Si fluimos, simplemente acabamos
siendo llevados hasta los sitios que otros quieren. No hay una

corriente benévola que nos transporta a una playa tranquila donde
están nuestros sueños cumplidos, estamos siendo influenciados
constantemente en mil direcciones distintas para hacer cosas que otros
quieren, comprar y gastar nuestro tiempo en las agendas de otros. Y
cada vez ocurre de manera más habitual, invasiva y agresiva.

¿Por qué explicar todo esto? Porque tenemos que entender bien dónde
estamos metidos, ya que si no lo entendemos, tampoco entenderemos
la importancia de lo que explicamos aquí.

Y también es importante porque todo profesional sabe que en el fondo
el problema no es saber qué tiene que hacer, sino ponerse cada día,
pase lo que pase, y hacer ese trabajo que ya sabe que hay que
hacer.

Con ese párrafo estoy parafraseando libremente al escritor Steven
Pressfield, pero es que es la realidad del emprendedor y del que no lo
es. Pasan los días y lo importante sigue sin hacer, ponemos mil
excusas y vamos ocupando las horas en cientos de cosas, pero lo que
es crítico se sigue quedando en el apartado de Pendientes. No
avanzamos y eso produce una enorme ansiedad.

Llegar a donde nos proponemos no es cuestión de genio, es cuestión
de tener la capacidad de hacer lo que hay que hacer cada día, nos
guste o no. Y la procrastinación es el enemigo que se interpone
intentando impedirlo.

Derribémoslo con esto.


1. La técnica más efectiva de todas, los 10
minutos
Lo que se ha mostrado más efectivo para vencer la procrastinación
está basado en los estudios del psicólogo Bluma Zeigarnik que
encontró que lo más efectivo para vencer eso es ponerse sólo 10
minutos con la tarea. Por eso es lo que recomiendo usar primero.

Así que, si la procrastinación ataca, en vez de decirse que tiene que
estar toda la mañana adelantando ese proyecto o escribiendo esos
materiales para la campaña de Marketing, póngase sólo 10 minutos o
un breve periodo de tiempo.

Eso elimina el principal golpe que la procrastinación nos arroja, y es la
ansiedad psicológica que nos produce mirar lo que tenemos que hacer
e imaginar lo duro que será ponernos con ello.

Sabiendo que sólo vamos a estar 10 minutos cronometrados reducimos
esa ansiedad en gran parte, pues dentro de nada habremos terminado
lo que tenemos que hacer.

Dónde está el truco
El truco de esta técnica radica en que nuestro cerebro es perezoso y
además funciona mucho con la inercia. Si está parado, como es el
caso antes de ponernos con la tarea importante, quiere seguir parado.
Pero si vencemos la inercia inicial entonces es muy probable que
quiera seguir moviéndose en la dirección que hemos marcado. Así
pues póngase 10 minutos, si lo hace, se disparará la inclinación natural

de que, cuando empezamos algo, nos vemos empujados a terminarlo,
a seguir más allá de los 10 minutos, con lo que aprovechamos un
fenómeno natural para vencer a otro.

Ahora, para que funcione es importante que no se ponga con la
intención de que en realidad va a estar una hora en vez de 10 minutos,
sino ponerse con un objetivo real de 10 minutos. Si luego de manera
natural quiero seguir, perfecto, si no, no pasa nada, me quito, me
pongo con otra cosa y más tarde intento otros 10 minutos, a ver si
esta vez me engancho y quiero seguir.

He descubierto que ésta es la mejor mentalidad para aplicar esto,
porque si nos ponemos 10 minutos sabiendo que el objetivo son
realmente 50, entonces la ansiedad psicológica de la tarea no se
reduce.

2. Partir en pedazos muy pequeños y concretos
la tarea
Muchas veces dejamos para luego porque no sabemos muy bien por
dónde tirar o qué hacer para avanzar en algo, todo es como una niebla
espesa que no sabemos bien por dónde coger. O bien la tarea es tan
grande que realmente la vemos como una montaña porque es una
montaña.

Para evitar eso tenemos que partirla en trozos diminutos y
concretos. Por ejemplo «Ponernos con el proyecto de web» se
convierte en:

+ Hacer un diseño de la página principal en papel.


+ Elegir los gráficos de la página principal.

+ Redactar el texto de la página principal.

Si es algo continuado como escribir un manual, hacer la contabilidad o
programar podemos partirlo en bloques de 1 página, 10 asientos
contables o 40 líneas de código. Así pues, escribir, contabilizar o
programar se convierte en.

+ Escribir 1 página del libro.

+ Introducir 10 asientos contables.

+ Programas 20 líneas de código.

Cuando estemos ante una tarea enorme saquemos el cuchillo y
empecemos a dividirla con ganas en trocitos muy pequeños.
Acometeremos esos diminutos pedazos mucho más fácilmente y con
menor ansiedad.

Esta táctica y la de los 10 minutos nos puede servir perfectamente
para resolver el 90% de situaciones de procrastinación.

Un estudio de la Universidad de Konstanz en Alemania respaldaba esta
técnica. Los que pensaban en tareas de manera abstracta tardaban
mucho más en ponerse y terminarlas que quienes pensaban en
términos concretos de «qué, cómo y cuándo».


3. Controlar el entorno porque si no, nos
controlará a nosotros
Si no estamos haciendo lo primero, está ocurriendo lo segundo, igual
que con la disyuntiva de que si no estamos avanzando nuestra agenda,
estamos avanzando la de otros.

Cito a Dan Ariely, uno de los mayores expertos en el tema:

«Una de las grandes lecciones de la ciencia social en los últimos 40
años es que el entorno importa. Si vas a un bufé y lo organizan de una
manera, comerás una cosa, si lo disponen de otra distinta, comerás
otras cosas. Creemos que somos nosotros los que tomamos las
decisiones, pero nuestro entorno nos influencia enormemente. Por eso
debemos pensar en cómo podemos cambiar nuestro entorno».

¿Cree que controla su entorno? Hay casos de estudio que demuestran
cómo tiendas nos pueden manipular en nuestras decisiones de compra
con la elección de la música o el aroma que flota en el aire. Y esa
persuasión es inconsciente, aunque usted crea que no sería así en su
caso, y no caería, en realidad lo haría.

Obviamente no podemos controlar todos entorno en el que nos
encontremos, pero sí podemos ejercer mucho más control sobre él del
que creemos, principalmente a través de dos herramientas.

1.- Controlar las distracciones.

2.- Controlar nuestro calendario.


3.1. Controlar las distracciones
La investigación en este campo ha enseñado cosas tan interesantes
como qué es lo que tienen en común los programadores informáticos
más productivos. Y no era la experiencia, ni el salario ni las horas
trabajadas en un proyecto. Era que sus empleadores creaban un
entorno libre de distracciones.

Los que trabajaban mejor lo hacían para compañías que daban a sus
trabajadores: más privacidad, espacio personal, control sobre el
entorno físico y les libraban de interrupciones.

Todos los estudios han demostrado que las interrupciones nos
hacen más tontos. Así como suena. De hecho alguno ha demostrado
que era más productivo trabajar bajo los efectos de la marihuana que
con distracciones.

Use y modifique su entorno a su favor. Observe lo que hizo Google.
En sus oficinas tienen M&M’s para que la gente coja y coma los que
quieran. Antes los tenían en unas cestas y tú agarrabas un puñado y los
comías. Pues bien, se les ocurrió ponerlos en unos recipientes con tapa
herméticos, diciendo que aquello era por una mejor conservación, etc.
La realidad era que el recipiente requería más esfuerzo por parte de la
gente para llegar hasta los M&M’s. Y sí, es un esfuerzo ridículo, pero el
resultado es que se comieron 3 millones menos de M&M’s. 3
millones menos, por poner una simple tapa que tampoco era difícil de
quitar.

Cada vez que piense que el entorno no influye o que no pasará nada
porque hagamos que el cliente se esfuerce un poco, recuerde esto.


La cuestión es esta, eliminar las distracciones es la técnica que más
diferencia marca en cuanto a aumento de productividad. Si este
material tratara el tema de la productividad en sí, sería la técnica por la
que empezar. Como en realidad tratamos la procrastinación
concretamente, los puestos 1 y 2 los ocupan ponernos sólo 10 minutos
y dividir la tarea en pedazos muy pequeños, pero las distracciones se
llevan también la medalla de bronce. Así de importante es este tema.

3.2. Controlar el calendario
Los descubrimientos del profesor Dan Ariely en este campo inciden en
que unas pocas cosas básicas son las que más marcaban la diferencia
a la hora de controlar el calendario.

Según sus investigaciones, lo primero era escribirlo todo. Puedo oír
cómo alguno resopla de lo obvio que parece esto, y yo mismo lo
hubiera hecho hace un tiempo, pero es que he visto, igual que vio el
profesor Ariely, que todo el mundo dice que eso es lógico pero casi
nadie lo pone en práctica. Ariely comprobó eso y que una vez lo
escribes, hay más probabilidades de que lo hagas, pero sobre todo,
descubrió otra cosa sencilla y muy poderosa.

No importa lo que haces, importa CUÁNDO lo haces.

Todos tenemos las mismas 24 horas cada día, pero no todas las horas
son iguales. A través de una extensa toma de datos con una aplicación
de su creación el resultado fue este: tenemos una ventana de
oportunidad de 2 a 2,5 horas de productividad superior cada día.
Ese intervalo de tiempo se da unas dos horas después de haber
despertado.


Esas son las horas en las que uno debería trabajar en las tareas que
más esfuerzo cognitivo requieren. Los grandes proyectos, el producto y
el Marketing cuando se trata de negocios, ese libro a medio hacer…

Pero, ¿qué reveló esa aplicación también durante la gran toma de
datos? Que la mayoría de gente la empleaba en Facebook y el email.

Si queremos ser productivos, tenemos que proteger esas primeras
2,5 horas como si fueran de oro.

Roy Baumeister, experto en productividad estudió que cuanto más
tiempo lleva despierto uno, más problemas de autocontrol tiene. La
mayoría de cosas se tuercen por la tarde. Las dietas se rompen
entonces, por ejemplo, y no en el desayuno o a media mañana. De
hecho, la mayoría de crímenes impulsivos se cometen después de
medianoche.

Nuestro objetivo es pues: proteger las horas clave de los principales
enemigos de la productividad. Esos enemigos hoy día son:

+ Reuniones.

+ Emails, o cualquier otra forma de aviso o mensaje.

+ La multitarea.

+ Lo que Ariely llama la «procrastinación estructurada» (y que en el
último apartado de este material explicaremos detalladamente qué es).

Todas esas actividades señaladas deben ser empujadas hasta
después del mediodía o a la tarde. Ahora mismo son las 10:30 de la
mañana, escribo en un programa que no me deja hacer otra cosa

excepto teclear palabras en una pantalla en blando, y mi móvil está
aproximadamente a unos 10 metros en otra estancia, tras dos puertas
cerradas como si fueran los M&M’s de Google.

¿Qué estoy haciendo? Controlar el entorno y modificarlo a mi favor
durante mis horas más productivas.

4. La productividad forzada
Esta es otra táctica que personalmente me ha resultado increíblemente
efectiva, es cierto que también es así por mi tipo particular de
personalidad, pero es muy posible que si está leyendo esto, se parezca
a la suya.

La productividad forzada supone colocarse en una situación donde
la única elección posible es hacer lo que tienes que hacer.

A veces, ser emprendedor o tener proyectos personales implica que no
hay un jefe que nos diga: trabaja, escribe, pinta o corre. Tenemos toda
la libertad del mundo y eso, aunque parezca lo contrario, es un
problema.

La paradoja de la elección es un fenómeno real que demuestra que:
cuanta más capacidad tenemos para elegir lo que haremos, más
ansiedad se genera y menos acabamos haciendo.

Esto es muy sencillo de ver. ¿Recuerda cuando teníamos todo un mes
para hacer un trabajo de clase? Tenía toda la libertad y, ¿cuando lo
hacía la mayoría de la gente? Durante los últimos días, los humanos
somos así y de nuevo es nuestra naturaleza. Hacemos cuando no
tenemos más remedio. Es lo mismo que cuando el plazo de Hacienda

cumple mañana o cuando nuestro mejor cliente espera el informe esta
tarde. En esos casos nos ponemos sí o sí y la energía con la que
actuamos parece inagotable. También nos quema en cuanto
acabamos, pero en el durante es inagotable.

Pues bien, la técnica de la productividad forzada se basa en reproducir
esas situaciones en las que no tenemos más remedio que hacer lo
que tenemos que hacer, como la de Hacienda o el cliente importante.
Así que manufacturamos nosotros dichas situaciones en las que no hay
más remedio y hay que forzarse a actuar.

Normalmente yo lo hago exponiéndome ante mis propios clientes a los
que les digo que: «Voy a hacer esto o aquello para tal fecha».

Si no lo cumplo perderán la confianza y sabrán que lo que digo y lo que
hago no es lo mismo, lo que supondrá menos ventas porque pierdo
parte de mi credibilidad.

En otras ocasiones utilizo amigos y compañeros de los que me importa
la opinión que tengan de mí. Es importante que sean amigos que no te
justifiquen demasiado si fallas. El miedo al fracaso tiene que ser
nuestro aliado aquí contra la procrastinación, en vez de ser otro
enemigo habitual.

Otra técnica cuando no tengo gente a mano es hacerme una promesa a
mí mismo y escribirla. Sé que suena bastante tonto, pero me funciona
bien ver el papel cerca y ver que tengo que hacer eso para hoy. Esto no
es lo mismo que anotar la tarea en un papel la tarea, lo que hago es
escribir la promesa de que voy a hacerlo en un determinado momento e
incluso la firmo.


Insisto en que esto encaja mucho con mi tipo particular de
personalidad, si se parece a la suya, entonces ha encontrado el grial de
la productividad. Y aunque no sea específicamente su manera de ser,
también funciona muy bien con la mayoría de la gente.

5. Buscar compañía para el trabajo
Es más difícil escamotearnos o ponernos excusas cuando trabajamos
con alguien, igual que por ejemplo es más fácil no faltar al gimnasio si
quedamos con alguien para ir habitualmente. El uno por el otro ayuda a
que no hagamos trampas.

Da igual que usted y su compañero no trabajen en lo mismo,
propónganse ir echando un vistazo al trabajo del otro. La cuestión es
que la procrastinación es muy vulnerable a la buena compañía.

Recalco lo de buena. No podemos ir con alguien que es un
procrastinador nato o una fábrica de excusas (ya sabe a qué tipo de
personas me refiero, seguro que le viene a la mente más de una), sino
con gente profesional, enfocada a resultados. Si no puede hacerlo
con este tipo de gente, no emplee esta técnica.

6. Visualizarse haciendo el trabajo bien
Creo que no hay nada más mal usado y entendido que la habilidad
de visualizar. Algunos la venden como la solución mágica que les va a
arreglar todo sin mover un dedo, lo que sólo implica una gran
capacidad de autoengaño.


Pero ciñéndonos a lo que funciona de verdad al respecto están los
estudios de Pham y Taylor, que descubrieron que el desempeño de
quienes hacían algo se veía afectado por la visualización previa.
Aunque no de la manera que espera.

Curiosamente, lo que funcionaba era justo lo contrario a lo que
suele decir el 99% de literatura de autoayuda al respecto, porque
resultó ser que los mayores efectos estaban en quienes se
visualizaban yendo a través de los pasos del trabajo, en
contraposición a los que se imaginaban con el trabajo ya terminado. De
hecho, aquellos que se visualizan teniendo éxito y en situaciones
idílicas, rinden peor que el resto.

Visualícese trabajando de una manera en la que rinde, visualice el
proceso y realizándolo bien, pero no fantasee con lo maravilloso que
es haber hecho todo o con qué productivo es usted.

Le invito a probar esta clase de visualización sin prejuicios, como otra
bala que disparar al monstruo de la procrastinación.

7. Recordar por qué hacemos lo que hacemos
(o cualquier otra motivación que nos funcione)
Es casi imposible eliminar cualquier ansiedad del tipo que sea, como la
de todo eso que tenemos que hacer, es casi imposible quedarnos en un
estado de no sentir o pensar en nada. No somos monjes zen, así que,
más efectivo que intentar eliminar una sensación es cambiarla por otra,
en este caso motivación.


Si nos llenamos con suficiente motivación la procrastinación no tiene
espacio dentro de nosotros. ¿Recuerda esas veces en las que estaba
tan motivado por algo nuevo que no podía esperar el momento de
levantarse y ponerse con ello? Todos hemos tenido algún momento así.
Pero con el día a día se pierde el norte de por qué quisimos empezar
con tanta pasión lo que tenemos ahora entre manos. Recordarlo nos
puede ayudar a motivarnos de nuevo.

¿Por qué empezó esa iniciativa de negocio que lleva entre manos?
Quizá fue por su ansia de libertad, de construir algo. Recuérdela. ¿Por
qué empezó ese libro? Quizá fue por dejar un legado, por ayudar a
otros. Recuerde ese motivo, recuerde por qué hace realmente lo que
hace para motivarse.

Si esto no le funciona, puede que otras técnicas de motivación sí. Ese
tema da para un libro completo en sí mismo, así que cómo motivarse,
más allá de recordar el motivo principal por el que hace las cosas, se
sale del alcance de este material. Sin embargo recuerde esto, si hay
suficiente motivación, no queda espacio para procrastinar, así que
puede aprender o usar los métodos para motivarse que mejor
funcionen en su caso.

8. Pensar en cómo puede aumentar la «nota»
de la tarea
Afrontemos la realidad, si tuviéramos que poner una nota del 1 al 10 a
la tarea que estamos dejando para luego esa nota podría ser
perfectamente un 1, un 3, o incluso un tremendo cero. Es indudable
que lo que evitamos hacer no es agradable, al menos al principio, pero

siempre podemos hacer algo para mejorarlo, aunque sea un poquito.
Con lo cual nos podemos preguntar:

«¿Qué puedo hacer para subir la nota de esa tarea y que sea al
menos un 5, un 7 o incluso más?»
Puede que la situación sea menos aversiva si trabajamos con buena
música, o si lo hacemos en un sitio más cómodo o incluso si salimos al
jardín, nos vamos a un parque o a esa cafetería tranquila que nos gusta.
O bien puede ser mucho mejor si al final de la tarea tenemos una
recompensa y nos vamos a tomar ese bollo o veinte minutos de siesta.

Añadiendo o modificando condiciones podemos subir la nota de la
situación y, lo que es más interesante, podemos hacerlo en
cualquier situación.

Algo podemos cambiar siempre de una situación que reduzca ansiedad
y aumente el atractivo de lo que tenemos que hacer. Simplemente es
cuestión de pensar un poco y esforzarse por vencer la pereza inicial de
cavilar, verá como se le ocurren cosas.

Y hasta aquí las técnicas prácticas principales que se han demostrado
que funcionan en el mundo real. Soy un firme creyente del principio del
80/20, por el cual siempre hay un 20% de cosas que nos van a dar el
80% de resultado. Aquí ocurre lo mismo. Lo ideal es que utilice todo el
abanico de técnicas, la realidad es que el mundo y las situaciones
distan de ser ideales, así que si se ha de concentrar en algo y aplicar
sólo unas pocas cosas de estas páginas, que sean las tres primeras
técnicas.

LOS ERRORES A EVITAR A
TODA COSTA
Una de las fases más importantes de todo aprendizaje es no caer en
los errores más habituales. Como siempre digo, a veces, antes de
intentar esforzarnos en correr más rápido es mejor dejar caer el saco de
piedras que llevamos a la espalda. Eso hará que aumentemos nuestra
velocidad con el mismo o menor esfuerzo que empleamos ahora.

En el caso de la procrastinación, estas son las tres cosas principales
que debemos tener en cuenta a este respecto.

1. Evitar la “procastinación” estructurada
¿Recuerda que ya habíamos nombrado este concepto? Este Acuñado
por el profesor Dan Ariely, se refiere al fenómeno cada vez más común
de hacer pequeñas cosas que nos dan la sensación de estar
progresando, en vez avanzar realmente en el trabajo importante, que
es el que queda para luego.

¿Un ejemplo que pone? Hacer listas de tareas y tachar cosas de
ellas. Como eso es algo medible y tangible, parece que estamos

consiguiendo hitos, pero todo lo importante sigue sin hacer. Las cosas
complejas no nos dan ese sentido del logro a corto plazo que tanto
ansiamos, pero serán las que nos den los beneficios reales cuando
transcurra un cierto tiempo y, oh, le aseguro que ese tiempo
transcurre muy rápido. De pronto pasa un año, miramos atrás y
pensamos: «Si me hubiera puesto con lo que siempre quise, ahora
tendría un año de experiencia y trabajo a mis espaldas».

No caigamos en la tentación de la procrastinación estructurada y
afrontemos los proyectos importantes, ya sea dividiendo bien en tareas
pequeñas o con las técnicas de time boxing (la de dedicar una cantidad
de tiempo determinada) que hemos visto.

2. No, no necesitas ese descanso para el email
A veces la tentación es fuerte y nos decimos: «Necesito un descanso.
Si me tomo diez minutos para contestar correos o esos whatsapps que
se están acumulando, desconectaré un poco, me relajará y volveré con
más fuerza».

No, nunca ocurre. Un estudio realizado en la Universidad de Londres
descubrió que los mensajes constantes reducían la capacidad
mental de un modo equivalente a 10 puntos de CI. Este es un efecto
similar a no haber dormido una noche (y de nuevo es menos que el
efecto de fumar cannabis).

3. La pendiente peligrosa y resbaladiza
Este problema se basa en creer que si nos ponemos sólo un poco,
cinco minutos apenas, con una distracción, esto no cambiará mucho

aunque hayamos visto en el punto anterior que no nos relaje ni dé
fuerzas. ¿Qué son cinco minutos? Realmente nada, pero la realidad es
que si cedemos a la tentación, nunca son sólo cinco minutos. En
cuanto echamos un vistazo a Twitter o Facebook, empezamos a
caminar por una pendiente peligrosa y resbaladiza. La distracción
nos absorberá y, cuando nos demos cuenta los cinco minutos se han
convertido en media hora y, lo que es peor, nos resulta muy difícil
parar.

Volver a la tarea principal resulta de nuevo una montaña, nuestro
cerebro se rebela, no tenemos ánimo, nos ponemos las excusas de
siempre. Hemos resbalado por la pendiente y hemos caído mucho más
hondo que esos cinco minutos. La procrastinación vuelve a estar ahí.
Así que la mejor manera de no caer en esta trampa es no acercarse.

En conclusión, la moraleja de todo esto no es ponerse a fumar
cannabis, obviamente. La moraleja es entender bien en qué campo de
juego estamos jugando y aplicar estas sencillas claves. No se acerque
a ellas y estará bien. Como decía Oscar Wilde: «Yo puedo resistirlo
todo, excepto la tentación». Así que lo mejor es no exponerse a dicha
tentación y no tendremos que utilizar nuestra valiosa fuerza de voluntad
en hacerle frente.


CONCLUSIÓN
No hay mucho más que decir ya, este material prometía ser conciso e ir
al grano. Las técnicas funcionan, pero no metidas en un cajón o
guardadas en el disco duro. Úselas, derrote a la procrastinación, es lo
que más se interpone entre lo que tiene ahora y lo que quiere conseguir.

Dicho eso, sólo me queda darle las gracias y desearle ese poco de
suerte que hace falta para todo. También que, si lo desea, puede echar
un vistazo a otros títulos sobre productividad, gestión y marketing de
Recursos para Pymes. En el apartado siguiente tiene algunos de ellos.


OTROS LIBROS DE RECURSOS
PARA PYMES
Si este material le ha sido útil y quiere más información práctica para el
camino de ser emprendedor, no dude en buscar los siguientes títulos:

☑ Cómo Conseguir Clientes

☑ Cómo poner sus precios (incluye herramienta profesional en formato
Excel)

☑ Marketing Avanzado I: El Marketing del “Lado Oscuro”

☑ Marketing Avanzado II: El uso de las historias en Marketing para
persuadir y vender

☑ Marketing de Guerrilla para Empresas y Emprendedores

☑ Marketing Viral.

☑ Persuasión Avanzada para Emprendedores

☑ Persuasión Instantánea para Emprendedores


☑ Manipulación: cómo defenderse de ella

☑ Publicidad Científica. El clásico incunable de Claude Hopkins

☑ Confesiones de un emprendedor. Lo que nadie le cuenta pero
debería conocer sobre el tema.

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