2. Las primeras observaciones de las células fueron realizadas en 1665 por
el científico inglés Robert Hooke, que utilizó un microscopio de su
propia invención para examinar distintos objetos, como una lámina
fina de corcho. Al observar las filas de las celdas diminutas que forman
el tejido muerto de la madera, Hooke acuñó el término célula porque le
recordaban a las pequeñas celdas ocupadas por los monjes en los
monasterios. Aunque Hooke fue el primero en observar y describir las
células, no llegó a comprender su relevancia. Unos años más tarde, el
holandés Antoni van Leeuwenhoek, fabricante de microscopios,
construyó uno de los mejores de la época. Gracias a su invento,
Leeuwenhoek fue el primero en observar, dibujar y describir una
amplia variedad de organismos vivos, como bacterias que se deslizaban
en la saliva, organismos unicelulares que se movían en el agua de las
charcas y espermatozoides nadando en el semen. Sin embargo, hubo
que esperar algo más de un siglo para que los científicos fueran
conscientes de la verdadera importancia de las células.
3. Antoni van
Leeuwenhoek fue un
inventor holandés
que, con la ayuda de un
microscopio construido
por él mismo, fue capaz
de observar y describir
una amplia variedad de
organismos.
4. Célula, unidad básica de la vida. La célula es la estructura
más pequeña capaz de realizar por sí misma las tres
funciones vitales: nutrición, relación y reproducción. Todos
los organismos vivos están formados por células. Algunos
organismos microscópicos, como las bacterias y los
protozoos, son unicelulares, lo que significa que están
formados por una sola célula. Las plantas, los animales y los
hongos son organismos pluricelulares, es decir, están
formados por numerosas células que actúan de forma
coordinada. La célula representa un diseño extraordinario y
eficaz con independencia de si es la única célula que forma
una bacteria o si es una de los billones de células que
componen el cuerpo humano. La célula lleva a cabo miles
de reacciones bioquímicas cada minuto y origina células
nuevas que perpetúan la
5. Las células pertenecen a una de estas dos categorías: procariota o
eucariota. En las células procariotas, propias de bacterias y
arquebacterias, todos los componentes, incluyendo el ADN, se
disponen libremente en el interior de la célula, en un compartimento
único. Las células eucariotas que forman las plantas, los animales, los
hongos y las restantes formas de vida, contienen numerosos
compartimentos, u orgánulos, en su interior. El ADN de las células
eucariotas está contenido dentro de un orgánulo especial denominado
núcleo, que funciona como centro de mando de la célula y biblioteca
donde se almacena la información. El término procariota procede de
palabras
griegas
que
significan
‘antes
del
núcleo’
o
‘prenúcleo’, mientras que eucariota significa ‘núcleo verdadero.
.
6. Las células procariotas están entre las de menor tamaño de todas las células;
por lo general miden entre 1 y 10 µ, aunque algunas solo alcanzan menos de una
micra de diámetro. Alrededor de 100 células procariotas típicas alineadas en fila
tienen el mismo grosor que la página de un libro. Estas células, que pueden
tener forma de bastón, esfera o espiral, están rodeadas por una pared celular
protectora. Igual que la mayoría de las células, las células procariotas viven en
un medio acuoso. La presencia de poros diminutos en la pared celular permite
que el agua y las sustancias disueltas en ella, como el oxígeno, entren en la
célula. Esos poros permiten también la salida de los desechos
7. Las células eucariotas tienen, por lo general, un tamaño diez veces mayor que
las procariotas. No tienen pared celular y la membrana plasmática forma, en las
células animales, el límite externo de la célula. Con un diseño similar al de la
membrana plasmática de las células procariotas, esta membrana separa la
célula de su ambiente exterior y regula el paso de sustancias a través de ella.
8. Las células vegetales tienen todos los orgánulos presentes en las células
animales y poseen además algunos adicionales, como los cloroplastos, una
vacuola central y una pared celular. Los cloroplastos tienen forma alargada y su
estructura es aún más compleja que la mitocondrial: además de las dos
membranas de la envoltura, que no se repliegan formando crestas, los
cloroplastos tienen numerosos sacos internos aplanados en forma de disco
(denominados tilacoides), interconectados entre sí, que están formados por
una membrana que encierra el pigmento verde llamado clorofila. En los
cloroplastos tiene lugar la fotosíntesis, un proceso que utiliza la energía solar
para producir moléculas ricas en energía (ATP) y moléculas reductoras
(NADPH) que se utilizan para sintetizar hidratos de carbono a partir de dióxido
de carbono, liberando oxígeno. La fotosíntesis es un proceso vital ya que
constituye una fuente importante del oxígeno fotosintético que necesitan la
mayor parte de los organismos, incluidas las plantas, para vivir. Al igual que las
mitocondrias, los cloroplastos también poseen un cromosoma circular y
ribosomas de tipo procariota, que se encargan de sintetizar las proteínas que
estos orgánulos necesitan.