2. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y
su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854
se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo,
el éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los
templos de Españafue un fracaso, y sólo consiguió publicar un tomo, años
más tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer
adaptaciones de obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en
colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el
seudónimo de «Adolfo García».
Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en cama a causa
de una enfermedad; probablemente se trataba de tuberculosis, aunque
algunos biográfos se decantan por la sífilis. Durante la convalecencia, en la
que fue cuidado por su hermano Valeriano, publicó su primera leyenda, El
caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según ciertos críticos la
musa de algunas de sus Rimas, aunque durante mucho tiempo se creyó
erróneamente que se trataba de Elisa Guillén, con quien el poeta habría
mantenido relaciones hasta que ella lo abandonó en 1860, y que habría
inspirado las composiciones más amargas del poeta.
3.
4. (Almendralejo, España, 1808 - Madrid, 1842) Poeta español. Hijo de
una familia hidalga de fuerte raigambre militar, estudió con Alberto
Lista, de quien se convirtió en aventajado discípulo. Desde muy
joven se sintió atraído por la literatura y por la actividad política,
aficiones ambas que definirían su carrera futura.
José de Espronceda
En 1823, y a raíz de la ejecución del general Riego, fundó, junto a
Patricio de la Escosura, una sociedad secreta en pro de la libertad
cuyos jóvenes miembros se hacían llamar los Numantinos. La
represión política que siguió al trienio liberal motivó su encierro en
un convento de Guadalajara, donde emprendió la redacción
de Don Pelayo, poema épico de corte neoclásico que dejó
inacabado.
Tras recobrar la libertad, regresó a Madrid, pero los acontecimientos
políticos del país lo impulsaron a marchar al extranjero. Partió
hacia Gibraltar, y de allí pasó a Lisboa, de donde fue expulsado,
por lo que hubo de refugiarse en Londres, por aquel entonces
punto de reunión de los liberales españoles, en cuyas reuniones
participó. En Londres conoció a Teresa Mancha, con quien
mantuvo una accidentada relación sentimental.