Este documento presenta dos historias de terror cortas. La primera historia trata sobre una mujer que se obsesiona con un hombre que conoció recientemente y va a su casa mientras él duerme, donde lo encuentra brutalmente mutilado. La segunda historia es sobre una joven española que emigró a Alemania y experimentó fenómenos paranormales en su nueva casa, incluido un ataque físico por luces brillantes que salieron de debajo de su cama.
3. LAS LUCES
Esta historia me la contó una chica de unos 16 años, y no le sucedió a ella, sino a su madre, una española que
emigró a Alemania para buscarse la vida, teniendo que alquilarse una casa con su joven esposo que apenas
tenía comodidades.
Eso sí, tenía visitantes misteriosos.
Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que mantenía abrazada mientras trataba de
descansar después de tantas horas de trabajo. Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que era su
propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. Los rasguños en la cama no son tan
inhabituales ¿no?. Muchos los hemos oído. Son visitantes que quieren comunicarnos que "están ahí también,
que no estamos solos".
La joven vivió con esa extraña experiencia unos días y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió algo
terrible. Estaba tumbada en la cama, descansando, su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño, y de
pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes,
comenzaron a salir de debajo de la cama.
Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella, y bailaron.
La chica las miró estupefacta, tragó saliva yrespiró profundamente. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué
las producía?
Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas. La
4. chica notó esa fuerza en puñetazos y patadas invisibles que la golpeaban y estampaban contra las paredes...
Gritó, y su marido se cortó con la Gillette. Cuando él iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe.
La joven española emigrante sufrió una paliza que la dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia, porque
en qué comisaría de policía iban a escuchar semejante historia sin echarse a reir.
No volvió a ocurrirle porque volvió a España entre lágrimas yterrores.
Durante años jamás contó la historia, y cuando lo hizo, fue para contárselo a su hija -mi confidente-, quien me
confesó que su madre no podía hablar del tema sin echarse a llorar y a temblar.
No es para menos. Su hija también lloró al contármelo.