1. Milagro de vida
Se puede elegir quien ser en la vida, sin embargo, se puede aprender a reír y
alegrarse por lo que Dios nos entregue. Se puede ser feliz teniendo poco y
agradecido por lo que aún no se tiene. Se puede vivir en plenitud simplemente
hablando con nuestro Padre, agradeciéndole y pidiéndole con fe, pues es una
necesidad diaria. Todo esto es posible de aprender, de sentir, más aún cuando se
comprende que la vida es un milagro que se nos entrega por parte de Dios y que va
transcurriendo de la mejor manera cuando se está guiado bajo su palabra.
Hace diez meses comprendí que la capacidad de Dios para bendecir no tiene
límites, pues una prueba de sangre dio como resultado el “positivo” más
emocionante que he recibido. Desde ese entonces mi vida dio un cambio radical.
Percibí que realmente nací cuando una nueva vida comenzó a palpitar dentro de
mí.
A mi edad era algo difícil de aceptar, más cuando no se tenía planeado, pero cuando
observé esa semillita que estaba comenzando a crecer dentro de mí, me armé de
valor, me llené de fuerzas y de ganas de vivir. Descubrí nuevos sentimientos y
conocí virtudes que no sabía que tenía. Fue justamente en ese momento, cuando
comprendí que el amor que habíamos cosechado Ricardo y yo, había dado un
maravilloso fruto.
Mi historia comienza, cuando en un aparente día normal me di cuenta de que las
cuentas de mi ciclo menstrual no cuadraban; era lunes, comienzo de semana. Ante
la duda estar embarazada o no, decidí plantearle a mi novio la idea de hacerme un
examen de sangre, para lo que él no dudo un segundo en acompañarme. Asistimos
al laboratorio más confiable, y mientras tomaban la muestra, nuestras caras no
demostraban otra cosa que miedo e incertidumbre. Para hacer amena la espera del
resultado, Ricardo hacia hasta lo imposible por sacarme una sonrisa, pero los
nervios eran evidentes y hacían que todo se sintiera tenso. Decidimos tomarnos de
manos y orar, solo así podíamos sentirnos confiados. Las horas transcurrieron y
2. finalmente llegó el momento de conocer que respuesta había dentro de ese sobre,
y… pues sí, mis sospechas fueron acertadas.
-¿Y ahora? ¿Qué haremos?- Le pregunté con lágrimas en los ojos a Ricardo.
-Marlina, debemos agradecerle a Dios, confiar en Él y salir adelante- Me respondió,
con un tono dulce pero nervioso.
-Creo que esto era lo que nos faltaba para ser más felices- Le dije.
Nos dimos un largo abrazo y nos sentamos a pensar en todo lo que nos vendría
desde ese momento. Ricardo estaba pasando por un mal momento económico y yo
sentía miedo de que mi familia me rechazara.
Los días pasaron y juntos fuimos afrontando nuestra responsabilidad con la cara en
alto. Orábamos día y noche, nos arrodillábamos, agradecíamos y pedíamos con FE.
Poco a poco fuimos viendo como el sol resplandecía y como Dios nos escuchaba y
cumplía su promesa en nosotros. Nos casamos, nuestras familias fueron nuestro
mejor apoyo, Ricardo fue haciendo grandes negocios y así todo lo que esperábamos
fue llegando.
Los meses transcurrieron y finalmente el mejor día de nuestras vidas llegó, el 11 de
julio nació de mí un hermoso bebé sano y fuerte, al que llamamos orgullosamente
Ricardo Emanuel, nuestro ángel, nuestra alegría, nuestro principal motivo para
luchar y sonreír. Tenemos cosas que hace diez meses atrás no imaginábamos
tener, nuestro hogar está consolidado y todo gracias a la grandeza de nuestro Padre
Celestial, quien me ha enseñado que cada quien tiene lo que cree que puede
tener… ¡todo es cuestión de FE!
Marlina Peña
C.I.: 22.194.300