En los tiempos que corren, es vital poseer una visión globalizada del mundo. No debemos olvidarnos de los peligros inminentes de una pandemia: las desunión y la limitación de nuestras libertades.
El escritor e historiador Yuval N. Harari sobre la pandemia del coronavirus covid-19
1. 22/3/2020 Yuval Noah Harari: the world after coronavirus | Financial Times
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Yuval Noah Harari: El mundo después del coronavirus
La tormenta pasará. Pero las decisiones que tomemos ahora podrían cambiar los próximos años de nuestras vidas
Yuval Noah Harari 20 de marzo de 2020
La humanidad se enfrenta a una crisis global. Probablemente la crisis más grande
de nuestra generación. Las decisiones que las personas y los gobiernos tomen en
las próximas semanas posiblemente moldeen el nuevo mundo en el que viviremos
los próximos años. No solo afectarán nuestro sistema de salud sino también
nuestra economía, política y cultura. Debemos actuar de forma rápida y decisiva.
También deberíamos tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de nuestras
acciones. Cuando elegimos entre diferentes alternativas, debemos preguntarnos
dos cosas: cómo superar la amenaza inmediata y qué mundo habitaremos una vez
que la tormenta haya pasado.
Sí, esa es la buena noticia, la humanidad va a sobrevivir, la mayoría de nosotros
seguiremos vivos, pero seguramente habitemos un mundo diferente al de algunos
meses atrás.
Muchas medidas de emergencia "provisorias" se volverán parte de nuestra vida
cotidiana. Esa es la esencia de las emergencias. Las emergencias apuran los
procesos históricos de un empujón. En cuestión de horas, se toman decisiones que
en épocas normales llevarían años de debate.
El mayor riesgo es no hacer nada, por esa razón, tecnologías subdesarrolladas e
incluso peligrosas son insertadas al servicio de la sociedad. Países enteros sirven
de conejillos de india para experimentos sociales de gran escala: ¿Qué pasa cuando
todos trabajan desde casa y se comunican solo a la distancia? ¿Qué pasa cuando
escuelas y universidades solo ofrecen educación online? En tiempos normales, los
gobiernos, las empresas y el Ministerio de Educación nunca se pondrían de
acuerdo para hacer tal experimento. Pero ya no corren los tiempos normales.
En esta época de crisis nos enfrentamos a dos elecciones importantes. La primera
disyuntiva radica entre la vigilancia totalitarista y el empoderamiento ciudadano.
La segunda tiene que ver con el aislamiento nacionalista y la solidaridad global.
2. Vigilancia en piel propia
Para frenar la pandemia, poblaciones enteras deben seguir ciertas directrices. Hay
dos maneras posibles de lograr esa obediencia. Un método es que el gobierno
monitoree a las personas y castigue a quienes rompan las reglas. Hoy, por primera
vez en la historia de la humanidad, la tecnología nos permite monitorear a todas
las personas, todo el tiempo. Hace cincuenta años, el KGB no podía seguir lo que
hacían 130.000.000 ciudadanos soviéticos las 24 horas del día, mucho menos
procesar efectivamente toda la información que recolectaba. El KGB contaba con
agentes y analistas humanos, era imposible asignar un agente para cada
ciudadano, la vigilancia uno a uno no era una opción. Pero ahora, en vez de espías
de carne y hueso, los gobiernos cuentan con sensores omnipresentes y algoritmos
poderosos.
El Coliseo en Roma
[Sobre las fotografías]
Las imágenes que acompañan este artículo son de cámaras webs que apuntan a las calles desiertas de Italia. Las imágenes
fueron encontradas y editadas por Graziano Panfili, un fotografo viviendo en cuarentena.
4. de la práctica de la vigilancia. No solo porque podría normalizar el uso de
herramientas de vigilancia masivas en países que solían rechazarlas, sino que
también podría significar una transición dramática de la vigilancia "superficial" a
la vigilancia "orgánica".
Hasta ahora, cuando uno apretaba un link en la pantalla del celular, algún
organismo detrás de la pantalla estaba atento a ver qué era lo que captaba tu
atención en la web. Con el coronavirus, el foco de interés ciertamente cambió.
Ahora lo que se quiere saber es la temperatura del dedo que estás usando para
apretar el link y cuál es la presión sanguínea debajo de la epidermis.
Emergencia de postres
Uno de los problemas que enfrentamos a la hora de decidir qué opinamos sobre la
vigilancia es que ninguno de nosotros sabe exactamente cómo es que somos
vigilados ni cómo es que esa tecnología podría evolucionar en los próximos años.
La tecnología de vigilancia está siendo desarrollada a una velocidad sin límites, lo
que hace 10 años nos parecía salido de una película de ciencia ficción, hoy es
tecnología de uso cotidiano. Por ejemplo, piensen en un gobierno que dicta que
cada ciudadano debe usar un brazalete biométrico que monitoree la temperatura
corporal y el ritmo cardíaco las 24 horas. La información recolectada será
administrada y analizada por algoritmos del gobierno. Los algoritmos van a saber
antes que vos mismo si estás enfermo, también van a saber dónde estuviste y con
quién. Entonces, la cadena de infección podría reducirse drásticamente y hasta se
podría frenar el contagio en su totalidad. Un sistema de tal envergadura podría
frenar la pandemia en cuestión de días. Maravilloso, ¿no?
Lo malo es que, claro, esto legitimaría un nuevo sistema de vigilancia un poco
horrorizante. Pensemos en la actualidad: si yo doy click a un artículo de Clarín en
vez de a uno de Página 12, eso indica algo sobre mis creencias políticas y
posiblemente también sobre mi personalidad. Pero si en vez de eso, se
monitoreara mi temperatura corporal, mi presión sanguínea y mi frecuencia
cardíaca mientras miro un video en Youtube, se podría saber qué me hace reír, qué
me hace llorar y qué me hace enfurecer y llenarme de bronca.
Es crucial que recordemos que el enojo, la felicidad, el aburrimiento y el amor son
un fenómeno biológico... tal como lo son la fiebre y la tos. La misma tecnología que
detecta las tos puede detectar la risa. Si las corporaciones y gobiernos empiezan a
recolectar nuestra información biométrica en escala masiva, pueden llegar a
conocernos mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. No solo podrán
7. En los últimos años se ha peleado una gran batalla por tu privacidad, aunque tal
vez no lo sepas. Lo que sí es cierto es que la crisis del coronavirus podría ser el
punto de inflexión de esa batalla. Cuando a las personas se les dé a elegir entre
privacidad y salud, generalmente elegirán su salud.
La Policía del Jabón
Para ser sincero, la elección entre privacidad o salud es la verdadera raíz del
problema. Principalmente porque es una elección falsa. Podemos y deberíamos
poder disfrutar de nuestra privacidad y nuestra salud. Podemos elegir proteger
nuestra salud y frenar la pandemia, no por medio de una institución de vigilancia
totalitarista, sino a través del empoderamiento de los ciudadanos. En las últimas
semanas, Corea del Sur, Taiwán y Singapur orquestaron unos de los esfuerzos más
exitosos por contener el coronavirus. Estos países han hecho uso de aplicaciones
de seguimiento, pero principalmente se apoyaron en testeos, en informes
honestos, y en la buena disposición y cooperación de una población bien
informada.
El monitoreo centralizado y los castigos duros no son la única manera de hacer que
la gente cumpla las reglas. Cuando a la gente se le brinda información científica y
cuando las personas confían en las autoridades públicas que brindan esa
información, los ciudadanos pueden hacer lo correcto incluso si no tienen a Gran
Hermano vigilándolos todo el tiempo. Una población motivada y bien informada
suele ser más poderosa y efectiva que una población ignorante, controlada por
agentes policiales.
Piensen, por ejemplo, en el acto de lavarse las manos con jabón. Uno de los
mayores avances en la historia de la higiene humana. Esta acción tan simple salva
millones de vidas por año. Aunque hoy en día lo demos por sentado, no fue hasta el
Siglo 19 que los científicos descubrieron la importancia de utilizar agua y jabón
para lavarse las manos. Antes de eso, hasta los doctores y las enfermeras procedían
de una cirugía a otra sin lavarse las manos. Hoy, miles de millones de personas se
lavan las manos a diario, no porque le tengan miedo a la Policía del Jabón, sino
porque entienden su importancia. Me lavo las manos con jabón porque he
escuchado y aprendido sobre los virus y las bacterias, ahora entiendo que estos
pequeños organismos causan enfermedades y sé que el jabón puede deshacerse de
ellos.
8. El Palacio Real de Caserta
Costanera de Forte dei Marmi, en Versilia
9. Para alcanzar tal nivel de cumplimiento y cooperación, tiene que haber confianza.
Las personas tienen que poder confiar en la ciencia, en las autoridades públicas y
en los medios de comunicación. A lo largo de los últimos años, muchos políticos
irresponsables han ocasionado que disminuya la confianza de la gente en la
ciencia, las autoridades y los medios. Estos mismos irresponsables ahora podrían
verse tentados a tomar un atajo hacia el autoritarismo, argumentando que no se
puede confiar en que la gente va a hacer lo correcto.
Normalmente, una relación de confianza que viene en decadencia hace años no
puede reconstruirse de la noche a la mañana. Pero no estamos atravesando
tiempos normales. En momentos de crisis, las opiniones suelen cambiar. Podemos
discutir y estar enfrentados con algún familiar por años; pero cuando sucede una
emergencia, de repente descubrimos un reservorio de esperanza y cordialidad, y
nos apresuramos a brindar ayuda. En lugar de construir un régimen de vigilancia,
podríamos reconstruir la confianza de la gente en la ciencia, los medios y las
autoridades. Por supuesto que deberíamos hacer uso de las nuevas tecnologías,
pero estas tecnologías deberían contribuir al progreso y la mejora de los
ciudadanos. Estoy a favor de que se monitoree mi temperatura corporal y mi
presión sanguínea, siempre y cuando esa información no sea usada para crear un
régimen totalitario. Esa información debería darme la posibilidad de tomar
mejores decisiones para mí mismo.
Si yo pudiese monitorear mi condición médica las 24 horas del día, podría saber si
soy una amenaza para otras personas y también qué hábitos contribuyen a mi
salud. Si pudiese tener acceso y analizar estadísticas confiables sobre la expansión
del coronavirus, podría juzgar si el gobierno está diciendo la verdad y si está
adoptando las políticas correctas para combatir la pandemia. Cuando hablamos de
vigilancia, tenemos que recordar que la misma tecnología de vigilancia que los
gobiernos usan sobre los ciudadanos, también puede ser usada por los ciudadanos
para vigilar al gobierno.
Por ende, el coronavirus es un examen que nos pone a prueba a los ciudadanos. En
los días que vienen, cada uno de nosotros deberá tomar la decisión de confiar en la
información científica y los expertos de la salud en vez de dejarnos llevar por
teorías conspirativas insostenibles y políticos que solo buscan sacar provecho de la
situación. Si no tomamos la decisión correcta, podríamos terminar aceptando los
Términos y Condiciones para renunciar a nuestras libertades más preciadas,
pensando ingenuamente que esa es la única manera de salir de la emergencia.
10. Necesitamos un plan global
La segunda elección importante que debemos hacer es decidir entre el asilamiento
nacionalista o la solidaridad global. Estamos frente a dos problemas globales: una
es la pandemia y la otra es la crisis económica que se generó a raíz del mismo
coronavirus. La única manera de resolver estos problemas es mediante la
cooperación global.
Primero y principal, para vencer al virus necesitamos compartir información
globalmente. Esa es la ventaja que tenemos los humanos con respecto al virus. Un
coronavirus de China no le puede pasar información a un coronavirus de Estados
Unidos y explicarle cuál es el mejor método para infectar humanos. Pero en
nuestro caso, China puede enseñarle a Estados Unidos algunas lecciones valiosas
para enfrentar al virus. Lo que un doctor italiano descubre a la mañana en Milán
puede salvar vidas en Irán esa misma noche. Cuando el gobierno del Reino Unido
duda en la toma de decisiones, los gobernadores coreanos podrían aconsejarlo ya
que ellos se han enfrentado a un dilema similar hace no más de un mes. Pero para
que esto suceda necesitamos un espíritu de cooperación global y confianza.
“En los días que vienen, cada uno de nosotros deberá tomar la decisión
de confiar en la información científica y los expertos de la salud en vez de
dejarnos llevar por teorías conspirativas insostenibles y políticos que solo
buscan sacar provecho de la situación”.
Los países deberían estar dispuestos a compartir información abiertamente y tener
la humildad necesaria para pedir consejos. Y, por supuesto, poder confiar en la
información y las sugerencias que reciben. También necesitamos del esfuerzo
global para producir y distribuir equipo médico, en especial kits de testeo para
coronavirus y respiradores. En vez de que cada país trate de saciar sus propias
necesidades aferrándose a todo el equipamiento y los recursos que pueda acaparar,
se podría optar por un esfuerzo global colectivo que sin dudas aceleraría la
producción y lograría que el equipamiento necesario para salvar vidas se
distribuya de manera más justa.
En períodos de guerra, los países nacionalizan las industrias que son claves. En
este panorama, en vez de nacionalizar, los países deberían "humanizar" las
cadenas de producción cruciales. Un país rico que tenga pocos casos de infectados
debería estar dispuesto a enviar equipamiento valioso a un país más pobre con
muchos más casos; pudiendo confiar en que si las cosas empeoran para el país que
brindó ayuda, los demás países estarán dispuestos a ayudar y devolver el favor.
11. Hasta podríamos considerar un esfuerzo global similar para acomodar personal
médico. Los países menos afectados podrían enviar cuerpo médico a las regiones más
afectadas por la pandemia. Los médicos dispuestos a viajar no solo estarían brindando
ayuda para salvar miles de vidas, sin dudas también adquirirían experiencia invaluable
para el resto de sus trayectorias. Si más tarde el foco de la pandemia cambia, la ayuda
empezaría a fluir en dirección hacia la nueva zona de mayor riesgo.
La cooperación global también es de vital importancia para enfrentar la crisis
económica. Teniendo en cuenta la naturaleza global del sistema económico y las
cadenas de producción, si cada gobierno decide “hacer de las suyas” sin importarle
lo que esté pasando en el resto del mundo, solo obtendremos caos y una crisis aún
más aguda. Necesitamos un plan de acción global, y lo necesitamos rápido.
Otro requerimiento es llegar a un acuerdo global sobre la problemática de viajar.
Suspender todos los viajes internacionales por meses causará grandes
complicaciones, y probablemente estorbará la lucha contra el coronavirus. Los
países necesitan cooperar para habilitar, aunque sea, un número mínimo de
viajeros esenciales que puedan cruzar fronteras: científicos, doctores, periodistas,
políticos, empresarios. Esto se puede lograr si llegamos a un acuerdo global sobre
el análisis previo de quienes viajan. Si se puede otorgar la seguridad de que la
salud de los viajeros que están a bordo del avión fue minuciosamente
inspeccionada antes de que ellos emprendan el viaje, sería más fácil que los países
admitan la entrada de vuelos internacionales
El Duomo en Florencia