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Carmen Fernández Ochoa
Almudena Orejas Saco del Valle
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Fernando Gil Sendino
Edición científica:
La Fábrica deTabacos de Gijón Arqueología e Historia
de un espacio milenario
La Fábrica de Tabacos de Gijón.
Arqueología e Historia de un espacio
milenario
Edición científica:
Carmen Fernández Ochoa [et.al]
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Ayuntamiento de Gijón, 2015
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Fernández Ochoa, Carmen
Fábrica de Tabacos de Gijón-Restos
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Fábrica de Tabacos de Gijón-Historia
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Historia del edificio de la
Fábrica de Tabacos de Gijón
Cigarreras de Gijón. La vida
en torno a la Fábrica de Tabacos
en clave de Historia Social
	
La Casa del Forno:
Un "convento" provisional para
las Agustinas Recoletas
	
El Convento de religiosas
Agustinas Recoletas de Gijón.
Sobriedad fundacional
y continuidad clasicista
	
Los restos arqueológicos
del Convento
La lucha por la supervivencia.
Cimadevilla entre los
siglos XV y XVII
	
El registro arqueológico.
Excavaciones en el
Sector 20
Estudio de los materiales
arqueológicos
Arquitectura y función del
pozo-depósito de Tabacalera
Paz García Quirós
Nuria Vila Álvarez
Paz García Quirós
Nuria Vila Álvarez
Carmen Fernández Ochoa
Vidal de la Madrid Álvarez
Carmen Fernández Ochoa
Paloma García Díaz
Fernando Gil Sendino
Yolanda Álvarez González
Laura Sampedro Redondo
Carmen Fernández Ochoa
Paloma García Díaz
Fernando Gil Sendino
Almudena Orejas Saco del Valle
Carmen Fernández Ochoa
Fernando Gil Sendino
Javier Salido Domínguez
Carmen Fernández Ochoa
Almudena Orejas Saco del Valle
Fernando Gil Sendino
22
44
70
74
86
98
114
126
158
20
68
112
17
18
pág.
pág.
pág.
pág.
Presentación
Introducción
Paisaje urbano,historia
y sociedad.
La Fábrica deTabacos
de Gijón
I
II
III
La génesis de un nuevo
espacio urbano.
El Convento de las monjas
Agustinas Recoletas
Bajo el suelo de
la Fábrica deTabacos
3
2
1
4
5
6
7
8
9
Índice
El relleno sedimentario del
pozo-depósito de la antigua
Fábrica de Tabacos de Gijón:
un archivo geológico de los
siglos VI-VIII
Análisis sedimentológico
del pozo-depósito de agua
de la Tabacalera de Gijón.
Interpretación de los resultados
Estudio palinológico del
pozo-depósito de la Fábrica
de Tabacos de Gijón
	
Las plantas enterradas:
historia del uso y abandono
del pozo-depósito de la
Tabacalera de Gijón
La fauna del pozo-depósito roma-
no de la Fábrica de Tabacos de
Gijón. Aspectos generales de las
unidades estratigráficas 25 y 26
Caracterización morfométrica
de los perros de la unidad
estratigráfica 26 del pozo-
depósito de la Tabacalera
(Canis familiaris)
¿Nativo o foráneo? El meloncillo
de Tabacalera y su aportación a
la historia de la especie
Los peces del pozo-depósito
de Tabacalera
(Unidad estratigráfica 26)
	
Los moluscos del pozo-depósito
de Tabacalera
	
Los ácaros oribátidos
subfósiles del pozo-depósito
de la Tabacalera de Gijón.
Aproximación a la reconstrucción
del paleoambiente
	
Un ácaro confirma la presencia
histórica de Microtus arvalis
en la costa asturiana
Montserrat Jiménez-Sánchez
Belén Naves-Ramos
Daniel Ballesteros
Santiago Giralt
Ana Moreno
Blas Valero-Garcés
Vicente Jiménez Muñoz
Juan Sánchez Díaz
Sabina Asins Velis
Juan Bautista Marco Segura
Sebastián Pérez Díaz
José Antonio López Sáez
Yolanda Carrión Marco
Leonor Peña-Chocarro
Diego Sabato
Esther Checa Gómez
Elena López-Romero González de la Aleja
Laura Llorente Rodríguez
Carlos Nores Quesada
Antonio Sánchez Marco
Arturo Morales Muñiz
Arturo Morales Muñiz
Jimena López Arrabé
Sara Casado Violat
Laura Llorente Rodríguez
Laura Llorente Rodríguez
Carlos Nores Quesada
Philippe Gaubert
Arturo Morales Muñiz
Eufrasia Roselló Izquierdo
Arturo Morales Muñiz
Laura Llorente Rodríguez
Arturo Morales Muñiz
Andrea González Ibáñez
Andrea González Ibáñez
Carlos Nores Quesada
IV
Archivos bajo el barro 184
194
200
210
226
238
246
252
260
266
276
pág.
10
11
12
14
16
18
13
15
17
19
20
182
Carmen Fernández Ochoa
Avelino Gutiérrez González
Almudena Orejas Saco del Valle
José Antonio Suárez García
Pelayo González-Pumariega Solís
Ramón Jesús Argüelles Fraga
Beatriz Rodríguez Fernández
Fernando Gil Sendino
Yolanda Álvarez González
Luis Francisco López González
Miguel Ángel López Marcos
Miguel Ángel López Marcos
Josefina Rascón Pérez
Guillermo Pimentel de Francisco
Manuel Campo Martín
Óscar Cambra-Moo
Armando González Martín
Rafael Alonso Ojeda
Epílogo
Gijón entre laAntigüedad
y la Edad Media
Anexos
Gijón entre a Antigüedad y
la Edad Media
Anexo I
Documentación del edificio de
la Fábrica de Tabacos y su
contexto.Topometría láser 3D
y cartografía inversa
Anexo II
Excavaciones en la antigua
Fábrica de Tabacos.
Naves y patios exteriores
Anexo III
Uso y abandono del pozo-depósito
romano de la antigua Fábrica de
Tabacos de Gijón a través de sus
materiales y estado de
conservación
Anexo IV
Estudio de dos enterramientos
hallados en la antigua Fábrica
de Tabacos de Gijón
Anexo V
El acuífero del Cerro de
Santa Catalina
	
282
298
315
322
332
343
349
350
pág.
pág.
pág.
The Tobacco Factory of Gijón.
Archaeology and History of a millenary space
SUMMARY
280
297
322
Miguel Ángel López Marcos1
ANEXO III
Uso y abandono del
pozo-depósito romano de
la antigua Fábrica
de Tabacos de Gijón a través
de sus materiales
y estado de conservación
>
323
1 –––
INTRODUCCIÓN
Este capítulo se centra específicamente en el estudio
de las condiciones de conservación del pozo-depósito
romano de la Tabacalera y de los restos encontrados
en los sedimentos que lo colmataron. Las particulares
características de este depósito arqueológico obli-
garon a adoptar medidas para su tratamiento y con-
servación. El objetivo básico de estas páginas es pre-
sentar una serie de conclusiones a través de los datos
obtenidos del material ergológico y de construcción,
durante y después del proceso de excavación2
. Los
resultados derivados del análisis permiten lanzar al-
gunas propuestas sobre la reconstrucción hipotética
del pozo-depósito, durante su uso y tras su abandono,
incluyendo posibles utilizaciones de carácter residual.
Todo ello es resultado de trabajos efectuados en las
campañas desarrolladas entre 2007 y 2009 y del estu-
dio y tratamiento de las piezas que se prolonga hasta
el día de hoy.
	 Como ya se ha indicado en anteriores capítulos,
entre los hallazgos más destacables cabe reseñar una
construcción de planta cuadrangular pero irregular,
de época romana. Se ha identificado como una es-
tructura de gran potencia subterránea que lo asocia
directamente con funciones de captación y almacena-
miento de agua y que en origen tuvo cierto desarrollo
en altura.
	 La ubicación y construcción del pozo-depósito de
la Antigua Fábrica de Tabacos se explica por la nece-
sidad de encontrar un manadero de agua y, a la vez,
poder retener una cantidad apreciable en un depósito,
para su posterior extracción o distribución. Recorde-
mos que el sustrato rocoso del subsuelo, está consti-
tuido mayoritariamente por calizas y dolomías per-
tenecientes al Triásico Superior y Jurásico Inferior. El
carácter estratificado de esta facies, alternando niveles
de arcillas y margas, facilita la absorción y circulación
de agua (vid. capítulo El relleno sedimentario del pozo-
depósito de la antigua Fábrica de Tabacos). Sobre este
sustrato, existe un recubrimiento cuaternario, desapa-
recido prácticamente en Cimadevilla, por las diferen-
tes etapas constructivas y aterrazamientos de carácter
antrópico.
	 En síntesis, la estructura presenta unas dimensio-
nes de unos 20 pies romanos (cerca de 6 m de lado)
de lado. Se conservan 4 m de estructura subterránea,
y todo el desarrollo sobre el nivel del terreno está per-
dido tras un derrumbe intencionado producido en la
Baja Edad Media. La amortización del espacio acabó
definitivamente con el soterramiento definitivo de los
restos. Considerando la cota superficial como límite
de la capacidad real de almacenamiento, el depósito
podría albergar más de 150 metros cúbicos de agua,
filtrada y limpia (figura 1)3
.
	 Los contrafuertes al interior tenían como función
evitar el empuje lateral del terreno. La estructura
arranca a más de 4 metros de profundidad en terreno
cuaternario y sobre todo en el sustrato rocoso. Una vez
realizada la excavación para abrir la caja del pozo-
depósito, tras alcanzar la cota deseada, se levantó un
muro de aparejo concertado (opus incertum) a doble
cara, recibido a hueso en las zonas bajas para facilitar
la filtración de agua y recibido con mortero de cal a
partir de 1.5 m de altura aproximadamente, en pro-
porción 1:44
. El aparejo de sillarejo se distribuye en
hiladas regulares enripiadas y las piezas están talladas
básicamente en piedra caliza, combinada en ocasio-
nes con arenisca o cuarcita armoricana de la zona.
2 –––
ESTADO DE CONSERVACIÓN
El hecho de tratarse de una estructura subterránea, al
menos en parte, ya que sin duda tenía un desarrollo en
altura, ha posibilitado que el estado de conservación
sea mejor de lo habitual en este tipo de construccio-
nes. Igualmente es preciso subrayar que los últimos
derrumbes de paramentos sobre el pozo-depósito
Figura 1
Vista general del pozo-
depósito, una vez finalizada
la excavación de 2008, con
reactivación del proceso de
filtrado de agua del acuífero.
Foto de Benedicto Santos. Archivo
fotográfico. Museos Arqueológicos
de Gijón
324
han sellado el conjunto, facilitando la conservación de
todos los materiales contenidos en el interior (figura 2).
	 Con respecto al estado de conservación, se debe
diferenciar claramente entre el continente y el conteni-
do5
. La estructura muraria con contrafuertes al interior,
presenta un buen estado de conservación, a pesar del
entorno de elevada humedad de saturación en el que
se encuentra. El grado de preservación de la estructu-
ra y sobre todo del contenido orgánico se ve muy con-
dicionado por la presencia de un ambiente anaeróbico
y el desarrollo de un continuado proceso adiabático, al
menos, desde la demolición de lo que quedaba en pie
de los muros en la Baja Edad Media, como se verá más
adelante6
(Mantteini, 2001).
	 Las zonas más profundas de los muros, que arran-
can sobre la roca madre, se encuentran más afectadas
por el nivel freático y se hallan algo más descarbonata-
das que las superficiales. En cualquier caso, todos los
muros presentan una aceptable consistencia, al menos
para sujetarse a sí mismos. Esta condición es impor-
tante ya que, tras la excavación, los muros deberán
mantenerse embutidos en el terreno.
	 Por otra parte, en lo referente al material ergológi-
co, cabe destacar la mayoritaria presencia de material
orgánico, ausente en los registros convencionales de
yacimientos arqueológicos. Se obtiene aquí una ima-
gen real de las proporciones de cada tipo de material
al conservarse todos ellos en un ambiente anaeróbi-
co7
. En relación con la conservación de los restos más
significativos, los materiales orgánicos se presentan
muy dañados y fragmentados, debido a los periodos
alternos de inundación y sequía que sufrió el pozo du-
rante a lo largo de unos tres siglos. Sin embargo, res-
pecto al estado de conservación de este material, hay
que establecer matices: el material orgánico presen-
ta un estado bueno, ya que hecho de encontrarse en
un ambiente saturado de humedad ha permitido que
haya llegado hasta hoy. Sin embargo, este aparente
buen estado es profundamente inestable, por lo que
debe ser tratado desde el momento de la extracción
para no perder su aparente solidez.
	 Por su parte, el material inorgánico no se ve es-
pecialmente afectado en un entorno de saturación de
humedad, aunque se observa una mayor presencia de
cloruros en elementos de hierro.
3 –––
PROPUESTA DE TRATAMIENTO
3.1. La estructura del pozo-depósito
Como ya se ha señalado anteriormente, se ha dis-
tinguido entre el contenido y continente a la hora de
valorar una propuesta de tratamiento adecuada, que
se ha llevado a cabo tras de acuerdo con el equipo
científico-técnico. En cualquier caso, las propuestas
expuestas son de carácter general, sin contemplar in-
dividualidades, debido sobre todo a que los tratamien-
tos se han practicado a la totalidad del material extraí-
do y los únicos factores que cambian son los tiempos
dedicados a cada material.
	 En lo que se refiere a las estructuras murarias, el
tratamiento se realizó entre las campañas de 2008 y
2009. Como se ha indicado repetidamente, los niveles
superiores se correspondían a un potente derrumbe.
Aunque el cálculo del volumen de los paños de muros
y las piedras demolidas no se ajusta al cubicaje total
de la edificación, sí permite obtener algunos datos
para una reconstrucción parcial en altura. Los tramos
de muros dispuestos en el norte de la estructura (des-
plomados del muro norte) eran de mayor envergadura,
por lo que se excavó primero (en 2008) la mitad sur,
ante la imposibilidad de poder realizar aquí una anas-
tilosis fiable de los fragmentos de paramento de esta
zona (figura 3).
	 Al contrario, en la reserva dejada al norte para la
siguiente campaña, se disponían de manera un tanto
irregular, pero dispuestos con cierto orden, varios blo-
ques de muro de entre 400 kg y 2 toneladas de peso,
que permitían la identificación y posterior colocación
in situ. Estos fragmentos habían sido arrojados al inte-
rior del pozo-depósito de manera intencionada en un
momento avanzado del abandono total de la estructura.
En los muros no queda rastro de ningún fallo estructu-
ral que pudiera ocasionar el derrumbe. Además, si así
hubiese sido, los fragmentos caídos estarían desechos
y sus restos habrían quedado mucho más cerca del
muro residual. Es decir, se habrían desplomado literal-
mente sobre él. Los trozos identificados corresponden
al muro este y al norte del depósito y al exterior no se
registran apenas restos de mampostería. La propuesta
se redujo a ejecutar la anastilosis de los bloques en
los muros norte y este, mientras que el resto se cubrió
únicamente con una hilada de protección8
.
	 Los paramentos y contrafuertes recrecidos se re-
cibieron con morteros hidrofugados de cal y tintados
con pigmentos naturales, utilizando como capa de in-
tervención pequeñas lajas de pizarra serrada dispuestas
Figura 2
Derrumbes de los muros
sobre sedimentos tras la
primera fase de excavación.
Fotografía de Miguel Ángel López
Marcos
325
cada 50-60 cm para diferenciar el original de lo restau-
rado (López Marcos, 2014)9
.
3.2. Los materiales orgánicos
El material orgánico, comúnmente ausente o presen-
te en pequeñas proporciones en los yacimientos ar-
queológicos, aquí toma un claro protagonismo, al re-
presentar más del 85% del registro material. Como en
los materiales inorgánicos, hay un gran número de los
denominados amorfos, es decir, restos orgánicos que
no son útiles y representan, como es habitual, la gran
mayoría. En este gran grupo se incluyen los restos de
poda o tala (vid. capítulo Las plantas enterradas).
	 Se llevó a cabo la recogida y procesado de todo el
material aparecido, debido a la peculiaridad del con-
tenido del pozo-depósito. Se trata de varios miles de
fragmentos que van desde ramas de pequeño porte
a excepcionales piezas trabajadas. Con respecto a los
útiles, cabe destacar la presencia de suelas de sanda-
lia, cubos, mangos de hoz, serones o espuertas, una
silla, un calabozo para la poda, platos o fuentes y un
cargadero entre otros (vid. capítulo Estudio de los ma-
teriales).
	 Las propuestas de tratamiento han sido similares
para todos los materiales, pero antes de describirlas,
es necesario hacer algunas precisiones sobre el ma-
terial orgánico, en especial, la madera. La ventaja de
este tipo de hallazgos, afectados intermitentemente
por el nivel freático, al igual que los encontrados en
contextos subacuáticos o en ambientes de extrema
sequedad, radica en que los procesos de alteración,
químicos y biológicos, se ralentizan enormemente,
hasta alcanzar un equilibrio con el medio, que sólo
se puede romper tras la extracción. El material leñoso
de la madera o xilema es el más sensible a cualquier
cambio ambiental10
.
	 Esta sensibilidad y extrema delicadeza de los ma-
teriales vienen derivadas de importantes y decisivos
comportamientos físico-mecánicos, como la higros-
copicidad, la densidad o la capacidad de contracción
e hinchamiento. Una vez ha quedado la madera a la
intemperie, con alta humedad relativa o directamente
sumergida, el proceso de alteración comienza con la
destrucción de almidones, azúcares y celulosas. La
lignina resiste y debe soportar las estructuras de las
células. La desaparición de estos elementos deja un
vacío que pronto es ocupado por agua. Es necesario
diferenciar el agua “estructural” del agua “libre”: la
primera circula por los vasos, mientras que la segunda
es el agua que ha rellenado a posteriori las células y el
vacío generado por el deterioro.
	 Se debe eliminar el agua libre, que ocasiona el
hinchamiento y distorsiona el volumen original de la
madera, pero no conviene extraer el agua estructural
de los materiales orgánicos.
	 Por todo ello, los tratamientos propuestas se resu-
men en la alternancia de la resina de colofonia y las ce-
ras PEG. El tratamiento de la resina de colofonia consis-
te en reemplazar el agua de la madera por una resina
natural extraída del pino. Al ser el agua incompatible
con la colofonia, se deshidrata la madera completa-
mente en sucesivos baños de acetona. Se introduce
la madera en una disolución saturada de colofonia en
acetona a 50º C. El tiempo de inmersión varía según
necesidades de cada pieza.
	 Hay varias opciones de tratamiento con ceras PEG
(polietilenglicolas). En este caso se escogieron las
ceras PEG 400 por su bajo peso molecular. Como es
sabido, estas ceras son solubles en agua y tienen la ca-
pacidad de sustituir y ocupar el espacio del agua libre
existente en las células. De igual modo, la duración de
los procedimientos depende de cada objeto tratado.
4 –––
TRATAMIENTOS REALIZADOS
4.1. La estructura del pozo-depósito. Tratamien-
to de los muros
Es necesario, una vez más, diferenciar entre la estruc-
tura de construcción y el material ergológico para
describir el tratamiento llevado a cabo. Con respecto
a la estructura, se optó por la intervención mínima,
realizando la anastilosis (colocación in situ de los blo-
ques) de los fragmentos de muro localizados sobre los
muros norte y este. El resto de los paramentos se ha
cubierto con una hilada de protección. La selección
de los morteros hidrofugados, garantizan la reversibi-
lidad mecánica-manual del añadido, al no superar los
50 Kg/ cm2
de resistencia. La anastilosis se ha llevado
a cabo con dos polipastos de 5 toneladas y eslingas
Figura 3
Proceso de anastilosis de
uno de los fragmentos de 1,5
toneladas.
Fotografía de Miguel Ángel López
Marcos
326
de 8 toneladas. Todo el material ha sido recibido con
el mismo mortero hidrofugado (figura 4).
4.2. El material ergológico
4.2.1. Materiales inorgánicos
El material ergológico inorgánico ha sido tratado de
manera independiente, desalando en los casos nece-
sarios con baños en agua desmineralizada para ex-
traer las sales solubles. La limpieza mecánico-manual
ha sido el tratamiento más común. Especial mención
merecen los objetos metálicos recuperados. Los de
bronce o cobre, han sido tratados para extraer sales
solubles e insolubles11
. Los tratamientos de inhibición
y protección se han realizado con resinas acrílicas
para garantizar su reversibilidad.
	 Los materiales de hierro recuperados han sido tra-
tados para extraer los cloruros y óxidos. Los principa-
les productos de corrosión son los más deformantes
en superficie y provocan la mineralización del metal12
.
La corrosión química viene determinada por el exceso
de humedad y la formación de cloruros13
. Los objetos
de hierro se han desalado superficialmente y limpia-
do mecánicamente. Para la extracción de cloruros se
ha utilizado la reducción alcalina con sulfito sódico14
.
Estos tratamientos se suelen prolongar durante largos
períodos de tiempo, al igual que los procesos realiza-
dos sobre materiales orgánicos.
4.2.2. Materiales orgánicos
El material ergológico orgánico, se ha sumergido en
tanques de agua desmineralizada tras la extracción y
limpieza de limos, con el fin de proceder a su desala-
ción (figura 5). Los materiales orgánicos sumergidos
son especialmente sensibles a la proliferación y ataque
de hongos y bacterias. La adición de un fungicida15
adecuado fue necesaria para evitar el crecimiento de
microorganismos.
5 –––
CONCLUSIONES
Sin duda alguna, se trata de un edificio de gran impor-
tancia, tanto por su contenido como por su grado de
conservación. De igual modo, conviene destacar la
singularidad de la parte subterránea conservada de la
estructura, por la combinación de funciones de capta-
ción y acumulación de agua, y las dudas que persisten
respecto al aspecto original de su desarrollo aéreo.
Incluso el hecho de que quedase cubierto por un de-
rrumbe intencionado que selló los sedimentos acumu-
lados en el interior, confiere a todo lo recuperado un
valor especial.
	 La estructura presenta una conservación ópti-
ma en el tramo subterráneo. Sobre la cota de suelo
original, sin embargo, la destrucción de los muros,
quizás en la época de asedios documentada en el
siglo16
XIV, y las sucesivas transformaciones han im-
pedido que se conservase en altura. No obstante,
los restos documentados permiten señalar algunas
características.
Arriba:
Figura 4
Vista general del pozo-
depósito una vez finalizado
el proceso de anastilosis y
restauración de la estructura.
Fotografía de Miguel Ángel López
Marcos
Derecha:
Figura 5
Inmersión de una de las
suelas de cuero en agua
desmineralizada y agente
fungicida.
Fotografía de Miguel Ángel López
Marcos
Figura 6
Recreación hipotética en
perspectiva isométrica y
sección del pozo-depósito.
Como máximo la parte aérea
constaría de dos pisos; la
cubierta probablemente sería
a cuatro aguas. Igualmente
la existencia de una salida de
agua es hipotética.
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
327
	 Por una parte, la ausencia de derrumbes de cu-
biertas tanto en el interior como hacia el exterior del
depósito, indica con claridad que, tras un primer de-
rrumbe o colapso de la cubierta, se realizó una ope-
ración de desescombro y limpieza total. La presencia
de algunos fragmentos de tégulas y la ausencia total
de cualquier viga, pilar o elemento estructural per-
miten considerar esa posibilidad. La existencia de
contrafuertes al interior resulta necesaria, al recibir
a hueso las primeras hiladas de los paramentos. No
obstante, no se puede determinar si dichos contra-
fuertes se desarrollaron en altura o si remataban en la
cota de suelo.
	 Gracias a la existencia de estos machones, los
mampuestos de los muros se reciben a hueso en las
zonas bajas y se facilita la transpiración y la absorción
de agua. La base del pozo-depósito, que buza ligera-
mente hacia la esquina sudoeste, en la dirección de la
pendiente natural del terreno, impide que haya filtra-
ciones o escapes, puesto que al existir una prepara-
ción sobre una base impermeable (o poco permea-
ble), cualquier filtración vuelve al depósito.
	 En las zonas superiores, donde no se hace necesa-
ria la captación por exudación del agua, la mamposte-
ría se recibe con mortero de cal, en proporción de 1:4,
como se ha señalado anteriormente. Según los análi-
sis de resistencia mecánica realizados a pie de obra,
dicha argamasa soporta 6 Kg/cm2 17
. El mortero de
cal no se encuentra descarbonatado (López Marcos,
2013)18,
por lo que se puede considerar que conserva
todas sus cualidades físico-químicas. El grosor de los
muros, la consistencia del mortero y la propia fábrica
evidencian que la altura máxima posible de la cons-
trucción aérea sería de dos pisos y, en total, las pare-
des podrían alcanzar una máximo de 15 m, desde la
base de los muros de la estructura subterránea, hasta
la coronación de la cubierta.
	 También respecto a la cubierta es posible hacer
algunas consideraciones. En primer lugar, se ha de su-
poner su existencia como elemento protector sanitario
básico. La calidad del agua es directamente propor-
cional a su grado de limpieza. Lo lógico sería imaginar
una techumbre en la que el encabriado, cabios, pares,
vigas, etc. fueran de madera, el material constructivo
fundamental de la época.
	 En segundo lugar, el gran peso que soportaría la
estructura desaconseja pensar en una cubierta a un
agua. Habría que pensar en un tejado a 2 o 4 aguas y
las dimensiones de la superficie a cubrir (como míni-
mo 36 m2
) indican que sería más factible la cubierta a
cuatro vertientes (figura 6).
	 Respecto a la función de la estructura, se puede
asumir que a pleno rendimiento podría asegurar el
abastecimiento de agua con rapidez, debido a la gran
capacidad de absorción a través del tramo inferior de
sus paredes y mechinales19
(figura 7). La capacidad de
almacenamiento es de 150 m³.
	 A partir del registro que ha sobrevivido, poco más
se puede destacar sobre la primera concepción y uso
del edificio. En una segunda fase, se produciría el co-
lapso y derrumbe de la estructura; perdería entonces
desarrollo en altura y la cubierta. Como ya se ha seña-
lado, fue desescombrado y limpiado y ese trabajo sólo
es explicable por la necesidad de recuperar su primi-
tiva función. Evidentemente, no se puede aventurar el
tiempo que estuvo en funcionamiento como pozo-de-
pósito descubierto limpio, ya que la misma acción de
limpieza elimina cualquier testimonio que lo acredite.
	 En una tercera etapa, seguramente asociada a un
período de abandono, se comienzan a acumular estra-
tos de limos y restos orgánicos (figura 8). La ausencia
de mantenimiento deja pronto un sustrato evidente-
mente rico y abonado que permite la gran prolifera-
ción de todo tipo de briofitos. Esto apoya la idea de
que la estructura no tuviese cubierta y la luz facilitase
el crecimiento de la vegetación20
. A la vez, se empie-
za a utiliza como basurero y quedan abandonados en
Figura 7
Desarrollo en alzado de los
paramentos conservados.
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
Figura 8
Proyección isométrica de los
restos en una primera fase de
abandono.
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
328
Derecha:
Figura 9
Cubo de madera de roble y
abrazadera tras la desalación
y montaje final de los restos.
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
Abajo izda. y dcha:
Figura 10
Silla de castaño con respaldo
en el proceso de excavación
y montaje de los restos
conservados
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
Abajo:
Figura 11
Recipiente de madera de
aliso tras el proceso de
desalación.
Fotografía de Miguel Ángel López
Marcos
329
Figura 14
Herramienta de poda o
calabozo de hierro con
mango roto.
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
él diversos útiles y herramientas, entre las que cabe
destacar varias suelas de calzado, diversos útiles re-
lacionados con el agua (cubos, calderos, etc.) o algún
destacado elemento mueble como parte de una silla
sin asiento (figuras 9 y 10). Uno de los de los objetos
más significativos es un recipiente de madera de aliso
con tapa (figura 11), probablemente destinado a con-
tener cloruro sódico, por la presencia de gran cantidad
de restos de sales solubles en su interior (vid. capítulos
Estudio de los materiales y Las plantas enterradas).
	 Durante éste período, las épocas de sequía-inun-
dación se alternaban con frecuencia. La conservación
y la propia estructura de la madera así lo demuestran.
Más del 80% de los restos orgánicos, especialmente
de madera, se encuentran multifragmentados, pero
conservan su posición original. La razón está en la pér-
dida de agua estructural y de agua libre de la madera.
Como se ha señalado anteriormente, los elementos or-
gánicos poseen la capacidad de hincharse y contraer-
se, como consecuencia de su propia higroscopicidad.
Si el periodo de sequía es prolongado, la degradación
y la propia merma es tal, que provoca la rotura longi-
tudinal en tramos más o menos equidistantes21..
A los
momentos de sequía se asocia la ausencia de aluvio-
nes que pudiesen aportar los limos necesarios para
cubrir los objetos y proteger la integridad de los restos
orgánicos. Cuando los períodos de sequía son cortos,
o vienen seguidos de una fuerte inundación con gran
aporte de sedimentos, los restos se conservan sin frag-
mentar, al cubrirse rápidamente.
	 Es posible pensar que la última fase de uso resi-
dual quede reflejada en el registro del nivel inferior de
colmatación del pozo-depósito, la UE 26 (figura 12),
en un momento en el que se observa una relativa ac-
tividad antrópica asociada de nuevo a la búsqueda de
agua. La presencia de un cargadero de roble (figura
13), gran cantidad de restos de poda, hoces etc. (fi-
gura 14), evidencian dicha función. Progresivamente,
la incesante acumulación de limos y depósitos sólidos
fue deteriorando las condiciones del pozo y anuló la
capacidad de la estructura de captar agua del acuífero;
entonces se abandona definitivamente. Por último, se
produce el arrasamiento total, con el derrumbe inten-
cionado de la escasa potencia muraria aún existente
y el definitivo sellado de la parte subterránea de la
estructura y su contenido, que tan valiosa información
está brindando, dando lugar a un estudio enriquecido
por multitud de disciplinas y que ha abierto en abanico
las líneas de investigación en geo-arqueología, sedi-
mentología, arqueobotánica o arqueozoología.
 
Figura 12
Hipotética recreación en
proyección isométrica del
pozo-depósito en su última
etapa de abandono con
posible uso residual.
Dibujo de Miguel Ángel López
Marcos
Figura 13
Cargadero de roble con
rebaje central durante el
proceso de secado.
Fotografía de Miguel Ángel López
Marcos
330
BIBLIOGRAFÍA
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de fábrica”, Pátina, 12, pp. 29-39.
331
1. Arqueólogo y restaurador: mlopezmarcos@yahoo.es
2. No es objeto de este estudio el desarrollar una correspondencia
entre un listado de materiales y sus tratamientos. Esa información que-
da reflejada en los informes entregados en la Fundación Municipal de
Cultura de Gijón. Se trata sobre todo de recoger, a través de algunos
ejemplos de materiales y estructuras, las conclusiones y resultados
obtenidos del proceso de recuperación y posterior conservación (vid.
capítulo Estudio de los materiales).
3. Una vez finalizada la primera fase de excavación, se reactivó el pro-
ceso de filtrado en el depósito y en poco tiempo se colmató de agua
limpia, quedando en evidencia la renovación funcional del depósito y
el potencial hídrico del acuífero.
4. La argamasa de cal fue tratada a pie de obra para determinar su
resistencia y su composición básica de cal y arena. La utilización de
reactivos facilita la separación de cal y áridos silíceos (Martinez, 1995).
5. Por una parte, el continente alberga una gran estructura inorgánica
con problemas y propuestas de conservación específicas. Por otra
parte los contenidos fundamentalmente orgánicos presentan una
problemática singular y muy particular.
6. En los procesos adiabáticos se impide la transferencia de calor con
el entorno, lo que influye en la conservación del material orgánico
especialmente. De igual forma, en un ambiente anaeróbico se dificulta
que las moléculas de oxígeno se enlacen entre sí para formar O2 y las
pocas moléculas que quedan solo se combinan para formar nitratos y
sulfuros (Coremans, 1968).
7. Cabe destacar que el ambiente anaeróbico facilita la conservación
de material orgánico, al detenerse el desarrollo de microorganismos
y bacterias, que normalmente se alimentan de él destruyendo su
estructura. Sin embargo, por otra parte, se posibilita el desarrollo de
sulfuros, que son nocivos para este tipo de material, y se hace necesa-
ria una actuación preventiva inmediata tras la extracción para evitar la
proliferación de hongos y bacterias (Cáneva, 1993).
8. Las hiladas de protección son fundamentales para lograr la conser-
vación total del original. De esta manera, cualquier agresión o desgas-
te natural, será amortiguada por el añadido. En este caso, además, se
hace necesaria por la debilidad de los paramentos en un ambiente
subacuático. La cohesión de las últimas hiladas sirve de zuncho de
atado de todo el conjunto (López Marcos, 2011).
9. En este caso fue necesario elaborar un mortero específico com-
puesto de cal hidráulica, metacaolín como puzzolana y una pequeña
dosis de cemento blanco, para facilitar la carbonatación, especialmen-
te en este ambiente de elevada humedad relativa. De otra manera,
tanto la adhesión mecánica, como especialmente la química, sería
extremadamente lenta y pondría en peligro la integridad del conjunto
y posterior conservación (Sepulcre, 2003).
10. De los tres tipos de células, que posee la madera, en cuanto a
su estructura macroscópica se refiere, traqueidas, vasos y fibras, las
primeras son las que soportan la estructura, mientras que los vasos
pueden cambiar de volumen sensiblemente, dependiendo del exceso
de humedad o la falta de ella (Cáneva, 1993). En cuanto a la estructura
microscópica, cabe destacar la presencia de celulosa (50%) y lignina
(25%). Ésta última es la que aumenta la resistencia de las paredes de
traqueidas y vasos y hace que las microfibrillas de celulosa aguanten
sin que se doblen (Cáneva, 1993).
11. Los tratamientos más comunes han sido los métodos Rossemberg
y Thouvenin (Kaye, 2000).
12. En presencia de oxígeno y humedad se produce oxihidróxido
férrico: 2Fe+2H2
O+O2
=Fe2
O3
H2
O (López Marcos, 1987).
13. En las reacciones catódicas se aumenta el pH por la producción
de OH- o por la disminución de iones H+. En las zonas anódicas el pH
disminuye, sin embargo, por hidrólisis del ión ferroso (López Marcos,
1987).
14. Se realiza la inmersión del objeto en una disolución de
NaOH/Na2
SO3
(López Marcos, 1987).
15. El fungicida utilizado fue el timol por sus propiedades específicas
como desinfectante y fungicida. De apariencia transparente, (C10
H14
O)
pertenece al grupo de los terpenos y su carácter natural lo hace
idóneo en este tipo de tratamientos (Pearson, 1987).
16. El asedio por parte de Enrique III en 1395 culminó en otoño con el
incendio de la ciudad y la destrucción de sus murallas y edificios.
17. A pie de obra se realizaron diversos análisis de composición y
resistencia mecánica de los morteros, especialmente los mejor con-
servados, sin procesos de descarbonatación, que pudieran alterar los
resultados (Monjo Carrió, 1994).
18. Los morteros de cal hidráulica Ca(OH)2
alcanzan la reacción de
carbonatación por el CO2
atmosférico. A la vez que se hidratan los
silicatos y aluminatos en contacto con el agua. El proceso real de car-
bonatación se produce, pues, tras la reacción endotérmica (Sepulcre,
2000).
19. Se han documentado dos clases de mechinales: los de construc-
ción, para andamiaje, que se sitúan sobre todo en la parte superior de
los muros y que en ningún caso atraviesan el muro, y los de filtración,
que son pasantes y permiten captar agua del nivel freático; éstos
últimos se han identificado sobre todo en las parte inferior de las
paredes.
20. De igual modo, la presencia de todo tipo de macrofauna y micro-
fauna, analizada en los correspondientes capítulos, evidencia que la
ausencia de paramentos facilitaban arrojar cadáveres de animales.
21. En sentido radial, la merma es acusada pero no se produce la
rotura debido a la mayor elasticidad tangencial de las células traquei-
das (Rowell, 1990). En sentido longitudinal, sin embargo, la tensión es
mayor y, por ejemplo, en un resto de poda de 2 metros de largo se
pueden diferenciar hasta 18 roturas separadas entre sí hasta cerca de
un centímetro.
NOTAS
Uso y abandono del pozo romano de la antigua Tabacalera de Gijón a través de sus materiales (Miguel Angel López Marcos)

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  • 2.
  • 3. Carmen Fernández Ochoa Almudena Orejas Saco del Valle Paloma García Díaz Fernando Gil Sendino Edición científica: La Fábrica deTabacos de Gijón Arqueología e Historia de un espacio milenario
  • 4. La Fábrica de Tabacos de Gijón. Arqueología e Historia de un espacio milenario Edición científica: Carmen Fernández Ochoa [et.al] 1.ª ed. Gijón: Ayuntamiento de Gijón, 2015 356 p: il. col. y n. 28 cm En portada: Almudena Orejas Saco del Valle, Paloma García Díaz y Fernando Gil Sendino ISBN: 978-84-89466-71-5 D.L.: AS 03929-2015 Fernández Ochoa, Carmen Fábrica de Tabacos de Gijón-Restos Arqueológicos Fábrica de Tabacos de Gijón-Historia 904(460.12 Gijón) 663.97(460.12 Gijón) © de los textos e ilustraciones interiores: los autores © de las fotos interiores: los autores © Ayuntamiento de Gijón © de esta edición: Ayuntamiento de Gijón Plaza Mayor, 1. 33201 Gijón Diseño: Manuel Fernández (MF) Impresión: Cízero Digital, S.L. Depósito legal: AS 03929-2015 ISBN: 978-84-89466-71-5 Impreso en España. Printed in Spain
  • 5. Historia del edificio de la Fábrica de Tabacos de Gijón Cigarreras de Gijón. La vida en torno a la Fábrica de Tabacos en clave de Historia Social La Casa del Forno: Un "convento" provisional para las Agustinas Recoletas El Convento de religiosas Agustinas Recoletas de Gijón. Sobriedad fundacional y continuidad clasicista Los restos arqueológicos del Convento La lucha por la supervivencia. Cimadevilla entre los siglos XV y XVII El registro arqueológico. Excavaciones en el Sector 20 Estudio de los materiales arqueológicos Arquitectura y función del pozo-depósito de Tabacalera Paz García Quirós Nuria Vila Álvarez Paz García Quirós Nuria Vila Álvarez Carmen Fernández Ochoa Vidal de la Madrid Álvarez Carmen Fernández Ochoa Paloma García Díaz Fernando Gil Sendino Yolanda Álvarez González Laura Sampedro Redondo Carmen Fernández Ochoa Paloma García Díaz Fernando Gil Sendino Almudena Orejas Saco del Valle Carmen Fernández Ochoa Fernando Gil Sendino Javier Salido Domínguez Carmen Fernández Ochoa Almudena Orejas Saco del Valle Fernando Gil Sendino 22 44 70 74 86 98 114 126 158 20 68 112 17 18 pág. pág. pág. pág. Presentación Introducción Paisaje urbano,historia y sociedad. La Fábrica deTabacos de Gijón I II III La génesis de un nuevo espacio urbano. El Convento de las monjas Agustinas Recoletas Bajo el suelo de la Fábrica deTabacos 3 2 1 4 5 6 7 8 9 Índice
  • 6. El relleno sedimentario del pozo-depósito de la antigua Fábrica de Tabacos de Gijón: un archivo geológico de los siglos VI-VIII Análisis sedimentológico del pozo-depósito de agua de la Tabacalera de Gijón. Interpretación de los resultados Estudio palinológico del pozo-depósito de la Fábrica de Tabacos de Gijón Las plantas enterradas: historia del uso y abandono del pozo-depósito de la Tabacalera de Gijón La fauna del pozo-depósito roma- no de la Fábrica de Tabacos de Gijón. Aspectos generales de las unidades estratigráficas 25 y 26 Caracterización morfométrica de los perros de la unidad estratigráfica 26 del pozo- depósito de la Tabacalera (Canis familiaris) ¿Nativo o foráneo? El meloncillo de Tabacalera y su aportación a la historia de la especie Los peces del pozo-depósito de Tabacalera (Unidad estratigráfica 26) Los moluscos del pozo-depósito de Tabacalera Los ácaros oribátidos subfósiles del pozo-depósito de la Tabacalera de Gijón. Aproximación a la reconstrucción del paleoambiente Un ácaro confirma la presencia histórica de Microtus arvalis en la costa asturiana Montserrat Jiménez-Sánchez Belén Naves-Ramos Daniel Ballesteros Santiago Giralt Ana Moreno Blas Valero-Garcés Vicente Jiménez Muñoz Juan Sánchez Díaz Sabina Asins Velis Juan Bautista Marco Segura Sebastián Pérez Díaz José Antonio López Sáez Yolanda Carrión Marco Leonor Peña-Chocarro Diego Sabato Esther Checa Gómez Elena López-Romero González de la Aleja Laura Llorente Rodríguez Carlos Nores Quesada Antonio Sánchez Marco Arturo Morales Muñiz Arturo Morales Muñiz Jimena López Arrabé Sara Casado Violat Laura Llorente Rodríguez Laura Llorente Rodríguez Carlos Nores Quesada Philippe Gaubert Arturo Morales Muñiz Eufrasia Roselló Izquierdo Arturo Morales Muñiz Laura Llorente Rodríguez Arturo Morales Muñiz Andrea González Ibáñez Andrea González Ibáñez Carlos Nores Quesada IV Archivos bajo el barro 184 194 200 210 226 238 246 252 260 266 276 pág. 10 11 12 14 16 18 13 15 17 19 20 182
  • 7. Carmen Fernández Ochoa Avelino Gutiérrez González Almudena Orejas Saco del Valle José Antonio Suárez García Pelayo González-Pumariega Solís Ramón Jesús Argüelles Fraga Beatriz Rodríguez Fernández Fernando Gil Sendino Yolanda Álvarez González Luis Francisco López González Miguel Ángel López Marcos Miguel Ángel López Marcos Josefina Rascón Pérez Guillermo Pimentel de Francisco Manuel Campo Martín Óscar Cambra-Moo Armando González Martín Rafael Alonso Ojeda Epílogo Gijón entre laAntigüedad y la Edad Media Anexos Gijón entre a Antigüedad y la Edad Media Anexo I Documentación del edificio de la Fábrica de Tabacos y su contexto.Topometría láser 3D y cartografía inversa Anexo II Excavaciones en la antigua Fábrica de Tabacos. Naves y patios exteriores Anexo III Uso y abandono del pozo-depósito romano de la antigua Fábrica de Tabacos de Gijón a través de sus materiales y estado de conservación Anexo IV Estudio de dos enterramientos hallados en la antigua Fábrica de Tabacos de Gijón Anexo V El acuífero del Cerro de Santa Catalina 282 298 315 322 332 343 349 350 pág. pág. pág. The Tobacco Factory of Gijón. Archaeology and History of a millenary space SUMMARY 280 297
  • 8. 322 Miguel Ángel López Marcos1 ANEXO III Uso y abandono del pozo-depósito romano de la antigua Fábrica de Tabacos de Gijón a través de sus materiales y estado de conservación >
  • 9. 323 1 ––– INTRODUCCIÓN Este capítulo se centra específicamente en el estudio de las condiciones de conservación del pozo-depósito romano de la Tabacalera y de los restos encontrados en los sedimentos que lo colmataron. Las particulares características de este depósito arqueológico obli- garon a adoptar medidas para su tratamiento y con- servación. El objetivo básico de estas páginas es pre- sentar una serie de conclusiones a través de los datos obtenidos del material ergológico y de construcción, durante y después del proceso de excavación2 . Los resultados derivados del análisis permiten lanzar al- gunas propuestas sobre la reconstrucción hipotética del pozo-depósito, durante su uso y tras su abandono, incluyendo posibles utilizaciones de carácter residual. Todo ello es resultado de trabajos efectuados en las campañas desarrolladas entre 2007 y 2009 y del estu- dio y tratamiento de las piezas que se prolonga hasta el día de hoy. Como ya se ha indicado en anteriores capítulos, entre los hallazgos más destacables cabe reseñar una construcción de planta cuadrangular pero irregular, de época romana. Se ha identificado como una es- tructura de gran potencia subterránea que lo asocia directamente con funciones de captación y almacena- miento de agua y que en origen tuvo cierto desarrollo en altura. La ubicación y construcción del pozo-depósito de la Antigua Fábrica de Tabacos se explica por la nece- sidad de encontrar un manadero de agua y, a la vez, poder retener una cantidad apreciable en un depósito, para su posterior extracción o distribución. Recorde- mos que el sustrato rocoso del subsuelo, está consti- tuido mayoritariamente por calizas y dolomías per- tenecientes al Triásico Superior y Jurásico Inferior. El carácter estratificado de esta facies, alternando niveles de arcillas y margas, facilita la absorción y circulación de agua (vid. capítulo El relleno sedimentario del pozo- depósito de la antigua Fábrica de Tabacos). Sobre este sustrato, existe un recubrimiento cuaternario, desapa- recido prácticamente en Cimadevilla, por las diferen- tes etapas constructivas y aterrazamientos de carácter antrópico. En síntesis, la estructura presenta unas dimensio- nes de unos 20 pies romanos (cerca de 6 m de lado) de lado. Se conservan 4 m de estructura subterránea, y todo el desarrollo sobre el nivel del terreno está per- dido tras un derrumbe intencionado producido en la Baja Edad Media. La amortización del espacio acabó definitivamente con el soterramiento definitivo de los restos. Considerando la cota superficial como límite de la capacidad real de almacenamiento, el depósito podría albergar más de 150 metros cúbicos de agua, filtrada y limpia (figura 1)3 . Los contrafuertes al interior tenían como función evitar el empuje lateral del terreno. La estructura arranca a más de 4 metros de profundidad en terreno cuaternario y sobre todo en el sustrato rocoso. Una vez realizada la excavación para abrir la caja del pozo- depósito, tras alcanzar la cota deseada, se levantó un muro de aparejo concertado (opus incertum) a doble cara, recibido a hueso en las zonas bajas para facilitar la filtración de agua y recibido con mortero de cal a partir de 1.5 m de altura aproximadamente, en pro- porción 1:44 . El aparejo de sillarejo se distribuye en hiladas regulares enripiadas y las piezas están talladas básicamente en piedra caliza, combinada en ocasio- nes con arenisca o cuarcita armoricana de la zona. 2 ––– ESTADO DE CONSERVACIÓN El hecho de tratarse de una estructura subterránea, al menos en parte, ya que sin duda tenía un desarrollo en altura, ha posibilitado que el estado de conservación sea mejor de lo habitual en este tipo de construccio- nes. Igualmente es preciso subrayar que los últimos derrumbes de paramentos sobre el pozo-depósito Figura 1 Vista general del pozo- depósito, una vez finalizada la excavación de 2008, con reactivación del proceso de filtrado de agua del acuífero. Foto de Benedicto Santos. Archivo fotográfico. Museos Arqueológicos de Gijón
  • 10. 324 han sellado el conjunto, facilitando la conservación de todos los materiales contenidos en el interior (figura 2). Con respecto al estado de conservación, se debe diferenciar claramente entre el continente y el conteni- do5 . La estructura muraria con contrafuertes al interior, presenta un buen estado de conservación, a pesar del entorno de elevada humedad de saturación en el que se encuentra. El grado de preservación de la estructu- ra y sobre todo del contenido orgánico se ve muy con- dicionado por la presencia de un ambiente anaeróbico y el desarrollo de un continuado proceso adiabático, al menos, desde la demolición de lo que quedaba en pie de los muros en la Baja Edad Media, como se verá más adelante6 (Mantteini, 2001). Las zonas más profundas de los muros, que arran- can sobre la roca madre, se encuentran más afectadas por el nivel freático y se hallan algo más descarbonata- das que las superficiales. En cualquier caso, todos los muros presentan una aceptable consistencia, al menos para sujetarse a sí mismos. Esta condición es impor- tante ya que, tras la excavación, los muros deberán mantenerse embutidos en el terreno. Por otra parte, en lo referente al material ergológi- co, cabe destacar la mayoritaria presencia de material orgánico, ausente en los registros convencionales de yacimientos arqueológicos. Se obtiene aquí una ima- gen real de las proporciones de cada tipo de material al conservarse todos ellos en un ambiente anaeróbi- co7 . En relación con la conservación de los restos más significativos, los materiales orgánicos se presentan muy dañados y fragmentados, debido a los periodos alternos de inundación y sequía que sufrió el pozo du- rante a lo largo de unos tres siglos. Sin embargo, res- pecto al estado de conservación de este material, hay que establecer matices: el material orgánico presen- ta un estado bueno, ya que hecho de encontrarse en un ambiente saturado de humedad ha permitido que haya llegado hasta hoy. Sin embargo, este aparente buen estado es profundamente inestable, por lo que debe ser tratado desde el momento de la extracción para no perder su aparente solidez. Por su parte, el material inorgánico no se ve es- pecialmente afectado en un entorno de saturación de humedad, aunque se observa una mayor presencia de cloruros en elementos de hierro. 3 ––– PROPUESTA DE TRATAMIENTO 3.1. La estructura del pozo-depósito Como ya se ha señalado anteriormente, se ha dis- tinguido entre el contenido y continente a la hora de valorar una propuesta de tratamiento adecuada, que se ha llevado a cabo tras de acuerdo con el equipo científico-técnico. En cualquier caso, las propuestas expuestas son de carácter general, sin contemplar in- dividualidades, debido sobre todo a que los tratamien- tos se han practicado a la totalidad del material extraí- do y los únicos factores que cambian son los tiempos dedicados a cada material. En lo que se refiere a las estructuras murarias, el tratamiento se realizó entre las campañas de 2008 y 2009. Como se ha indicado repetidamente, los niveles superiores se correspondían a un potente derrumbe. Aunque el cálculo del volumen de los paños de muros y las piedras demolidas no se ajusta al cubicaje total de la edificación, sí permite obtener algunos datos para una reconstrucción parcial en altura. Los tramos de muros dispuestos en el norte de la estructura (des- plomados del muro norte) eran de mayor envergadura, por lo que se excavó primero (en 2008) la mitad sur, ante la imposibilidad de poder realizar aquí una anas- tilosis fiable de los fragmentos de paramento de esta zona (figura 3). Al contrario, en la reserva dejada al norte para la siguiente campaña, se disponían de manera un tanto irregular, pero dispuestos con cierto orden, varios blo- ques de muro de entre 400 kg y 2 toneladas de peso, que permitían la identificación y posterior colocación in situ. Estos fragmentos habían sido arrojados al inte- rior del pozo-depósito de manera intencionada en un momento avanzado del abandono total de la estructura. En los muros no queda rastro de ningún fallo estructu- ral que pudiera ocasionar el derrumbe. Además, si así hubiese sido, los fragmentos caídos estarían desechos y sus restos habrían quedado mucho más cerca del muro residual. Es decir, se habrían desplomado literal- mente sobre él. Los trozos identificados corresponden al muro este y al norte del depósito y al exterior no se registran apenas restos de mampostería. La propuesta se redujo a ejecutar la anastilosis de los bloques en los muros norte y este, mientras que el resto se cubrió únicamente con una hilada de protección8 . Los paramentos y contrafuertes recrecidos se re- cibieron con morteros hidrofugados de cal y tintados con pigmentos naturales, utilizando como capa de in- tervención pequeñas lajas de pizarra serrada dispuestas Figura 2 Derrumbes de los muros sobre sedimentos tras la primera fase de excavación. Fotografía de Miguel Ángel López Marcos
  • 11. 325 cada 50-60 cm para diferenciar el original de lo restau- rado (López Marcos, 2014)9 . 3.2. Los materiales orgánicos El material orgánico, comúnmente ausente o presen- te en pequeñas proporciones en los yacimientos ar- queológicos, aquí toma un claro protagonismo, al re- presentar más del 85% del registro material. Como en los materiales inorgánicos, hay un gran número de los denominados amorfos, es decir, restos orgánicos que no son útiles y representan, como es habitual, la gran mayoría. En este gran grupo se incluyen los restos de poda o tala (vid. capítulo Las plantas enterradas). Se llevó a cabo la recogida y procesado de todo el material aparecido, debido a la peculiaridad del con- tenido del pozo-depósito. Se trata de varios miles de fragmentos que van desde ramas de pequeño porte a excepcionales piezas trabajadas. Con respecto a los útiles, cabe destacar la presencia de suelas de sanda- lia, cubos, mangos de hoz, serones o espuertas, una silla, un calabozo para la poda, platos o fuentes y un cargadero entre otros (vid. capítulo Estudio de los ma- teriales). Las propuestas de tratamiento han sido similares para todos los materiales, pero antes de describirlas, es necesario hacer algunas precisiones sobre el ma- terial orgánico, en especial, la madera. La ventaja de este tipo de hallazgos, afectados intermitentemente por el nivel freático, al igual que los encontrados en contextos subacuáticos o en ambientes de extrema sequedad, radica en que los procesos de alteración, químicos y biológicos, se ralentizan enormemente, hasta alcanzar un equilibrio con el medio, que sólo se puede romper tras la extracción. El material leñoso de la madera o xilema es el más sensible a cualquier cambio ambiental10 . Esta sensibilidad y extrema delicadeza de los ma- teriales vienen derivadas de importantes y decisivos comportamientos físico-mecánicos, como la higros- copicidad, la densidad o la capacidad de contracción e hinchamiento. Una vez ha quedado la madera a la intemperie, con alta humedad relativa o directamente sumergida, el proceso de alteración comienza con la destrucción de almidones, azúcares y celulosas. La lignina resiste y debe soportar las estructuras de las células. La desaparición de estos elementos deja un vacío que pronto es ocupado por agua. Es necesario diferenciar el agua “estructural” del agua “libre”: la primera circula por los vasos, mientras que la segunda es el agua que ha rellenado a posteriori las células y el vacío generado por el deterioro. Se debe eliminar el agua libre, que ocasiona el hinchamiento y distorsiona el volumen original de la madera, pero no conviene extraer el agua estructural de los materiales orgánicos. Por todo ello, los tratamientos propuestas se resu- men en la alternancia de la resina de colofonia y las ce- ras PEG. El tratamiento de la resina de colofonia consis- te en reemplazar el agua de la madera por una resina natural extraída del pino. Al ser el agua incompatible con la colofonia, se deshidrata la madera completa- mente en sucesivos baños de acetona. Se introduce la madera en una disolución saturada de colofonia en acetona a 50º C. El tiempo de inmersión varía según necesidades de cada pieza. Hay varias opciones de tratamiento con ceras PEG (polietilenglicolas). En este caso se escogieron las ceras PEG 400 por su bajo peso molecular. Como es sabido, estas ceras son solubles en agua y tienen la ca- pacidad de sustituir y ocupar el espacio del agua libre existente en las células. De igual modo, la duración de los procedimientos depende de cada objeto tratado. 4 ––– TRATAMIENTOS REALIZADOS 4.1. La estructura del pozo-depósito. Tratamien- to de los muros Es necesario, una vez más, diferenciar entre la estruc- tura de construcción y el material ergológico para describir el tratamiento llevado a cabo. Con respecto a la estructura, se optó por la intervención mínima, realizando la anastilosis (colocación in situ de los blo- ques) de los fragmentos de muro localizados sobre los muros norte y este. El resto de los paramentos se ha cubierto con una hilada de protección. La selección de los morteros hidrofugados, garantizan la reversibi- lidad mecánica-manual del añadido, al no superar los 50 Kg/ cm2 de resistencia. La anastilosis se ha llevado a cabo con dos polipastos de 5 toneladas y eslingas Figura 3 Proceso de anastilosis de uno de los fragmentos de 1,5 toneladas. Fotografía de Miguel Ángel López Marcos
  • 12. 326 de 8 toneladas. Todo el material ha sido recibido con el mismo mortero hidrofugado (figura 4). 4.2. El material ergológico 4.2.1. Materiales inorgánicos El material ergológico inorgánico ha sido tratado de manera independiente, desalando en los casos nece- sarios con baños en agua desmineralizada para ex- traer las sales solubles. La limpieza mecánico-manual ha sido el tratamiento más común. Especial mención merecen los objetos metálicos recuperados. Los de bronce o cobre, han sido tratados para extraer sales solubles e insolubles11 . Los tratamientos de inhibición y protección se han realizado con resinas acrílicas para garantizar su reversibilidad. Los materiales de hierro recuperados han sido tra- tados para extraer los cloruros y óxidos. Los principa- les productos de corrosión son los más deformantes en superficie y provocan la mineralización del metal12 . La corrosión química viene determinada por el exceso de humedad y la formación de cloruros13 . Los objetos de hierro se han desalado superficialmente y limpia- do mecánicamente. Para la extracción de cloruros se ha utilizado la reducción alcalina con sulfito sódico14 . Estos tratamientos se suelen prolongar durante largos períodos de tiempo, al igual que los procesos realiza- dos sobre materiales orgánicos. 4.2.2. Materiales orgánicos El material ergológico orgánico, se ha sumergido en tanques de agua desmineralizada tras la extracción y limpieza de limos, con el fin de proceder a su desala- ción (figura 5). Los materiales orgánicos sumergidos son especialmente sensibles a la proliferación y ataque de hongos y bacterias. La adición de un fungicida15 adecuado fue necesaria para evitar el crecimiento de microorganismos. 5 ––– CONCLUSIONES Sin duda alguna, se trata de un edificio de gran impor- tancia, tanto por su contenido como por su grado de conservación. De igual modo, conviene destacar la singularidad de la parte subterránea conservada de la estructura, por la combinación de funciones de capta- ción y acumulación de agua, y las dudas que persisten respecto al aspecto original de su desarrollo aéreo. Incluso el hecho de que quedase cubierto por un de- rrumbe intencionado que selló los sedimentos acumu- lados en el interior, confiere a todo lo recuperado un valor especial. La estructura presenta una conservación ópti- ma en el tramo subterráneo. Sobre la cota de suelo original, sin embargo, la destrucción de los muros, quizás en la época de asedios documentada en el siglo16 XIV, y las sucesivas transformaciones han im- pedido que se conservase en altura. No obstante, los restos documentados permiten señalar algunas características. Arriba: Figura 4 Vista general del pozo- depósito una vez finalizado el proceso de anastilosis y restauración de la estructura. Fotografía de Miguel Ángel López Marcos Derecha: Figura 5 Inmersión de una de las suelas de cuero en agua desmineralizada y agente fungicida. Fotografía de Miguel Ángel López Marcos Figura 6 Recreación hipotética en perspectiva isométrica y sección del pozo-depósito. Como máximo la parte aérea constaría de dos pisos; la cubierta probablemente sería a cuatro aguas. Igualmente la existencia de una salida de agua es hipotética. Dibujo de Miguel Ángel López Marcos
  • 13. 327 Por una parte, la ausencia de derrumbes de cu- biertas tanto en el interior como hacia el exterior del depósito, indica con claridad que, tras un primer de- rrumbe o colapso de la cubierta, se realizó una ope- ración de desescombro y limpieza total. La presencia de algunos fragmentos de tégulas y la ausencia total de cualquier viga, pilar o elemento estructural per- miten considerar esa posibilidad. La existencia de contrafuertes al interior resulta necesaria, al recibir a hueso las primeras hiladas de los paramentos. No obstante, no se puede determinar si dichos contra- fuertes se desarrollaron en altura o si remataban en la cota de suelo. Gracias a la existencia de estos machones, los mampuestos de los muros se reciben a hueso en las zonas bajas y se facilita la transpiración y la absorción de agua. La base del pozo-depósito, que buza ligera- mente hacia la esquina sudoeste, en la dirección de la pendiente natural del terreno, impide que haya filtra- ciones o escapes, puesto que al existir una prepara- ción sobre una base impermeable (o poco permea- ble), cualquier filtración vuelve al depósito. En las zonas superiores, donde no se hace necesa- ria la captación por exudación del agua, la mamposte- ría se recibe con mortero de cal, en proporción de 1:4, como se ha señalado anteriormente. Según los análi- sis de resistencia mecánica realizados a pie de obra, dicha argamasa soporta 6 Kg/cm2 17 . El mortero de cal no se encuentra descarbonatado (López Marcos, 2013)18, por lo que se puede considerar que conserva todas sus cualidades físico-químicas. El grosor de los muros, la consistencia del mortero y la propia fábrica evidencian que la altura máxima posible de la cons- trucción aérea sería de dos pisos y, en total, las pare- des podrían alcanzar una máximo de 15 m, desde la base de los muros de la estructura subterránea, hasta la coronación de la cubierta. También respecto a la cubierta es posible hacer algunas consideraciones. En primer lugar, se ha de su- poner su existencia como elemento protector sanitario básico. La calidad del agua es directamente propor- cional a su grado de limpieza. Lo lógico sería imaginar una techumbre en la que el encabriado, cabios, pares, vigas, etc. fueran de madera, el material constructivo fundamental de la época. En segundo lugar, el gran peso que soportaría la estructura desaconseja pensar en una cubierta a un agua. Habría que pensar en un tejado a 2 o 4 aguas y las dimensiones de la superficie a cubrir (como míni- mo 36 m2 ) indican que sería más factible la cubierta a cuatro vertientes (figura 6). Respecto a la función de la estructura, se puede asumir que a pleno rendimiento podría asegurar el abastecimiento de agua con rapidez, debido a la gran capacidad de absorción a través del tramo inferior de sus paredes y mechinales19 (figura 7). La capacidad de almacenamiento es de 150 m³. A partir del registro que ha sobrevivido, poco más se puede destacar sobre la primera concepción y uso del edificio. En una segunda fase, se produciría el co- lapso y derrumbe de la estructura; perdería entonces desarrollo en altura y la cubierta. Como ya se ha seña- lado, fue desescombrado y limpiado y ese trabajo sólo es explicable por la necesidad de recuperar su primi- tiva función. Evidentemente, no se puede aventurar el tiempo que estuvo en funcionamiento como pozo-de- pósito descubierto limpio, ya que la misma acción de limpieza elimina cualquier testimonio que lo acredite. En una tercera etapa, seguramente asociada a un período de abandono, se comienzan a acumular estra- tos de limos y restos orgánicos (figura 8). La ausencia de mantenimiento deja pronto un sustrato evidente- mente rico y abonado que permite la gran prolifera- ción de todo tipo de briofitos. Esto apoya la idea de que la estructura no tuviese cubierta y la luz facilitase el crecimiento de la vegetación20 . A la vez, se empie- za a utiliza como basurero y quedan abandonados en Figura 7 Desarrollo en alzado de los paramentos conservados. Dibujo de Miguel Ángel López Marcos Figura 8 Proyección isométrica de los restos en una primera fase de abandono. Dibujo de Miguel Ángel López Marcos
  • 14. 328 Derecha: Figura 9 Cubo de madera de roble y abrazadera tras la desalación y montaje final de los restos. Dibujo de Miguel Ángel López Marcos Abajo izda. y dcha: Figura 10 Silla de castaño con respaldo en el proceso de excavación y montaje de los restos conservados Dibujo de Miguel Ángel López Marcos Abajo: Figura 11 Recipiente de madera de aliso tras el proceso de desalación. Fotografía de Miguel Ángel López Marcos
  • 15. 329 Figura 14 Herramienta de poda o calabozo de hierro con mango roto. Dibujo de Miguel Ángel López Marcos él diversos útiles y herramientas, entre las que cabe destacar varias suelas de calzado, diversos útiles re- lacionados con el agua (cubos, calderos, etc.) o algún destacado elemento mueble como parte de una silla sin asiento (figuras 9 y 10). Uno de los de los objetos más significativos es un recipiente de madera de aliso con tapa (figura 11), probablemente destinado a con- tener cloruro sódico, por la presencia de gran cantidad de restos de sales solubles en su interior (vid. capítulos Estudio de los materiales y Las plantas enterradas). Durante éste período, las épocas de sequía-inun- dación se alternaban con frecuencia. La conservación y la propia estructura de la madera así lo demuestran. Más del 80% de los restos orgánicos, especialmente de madera, se encuentran multifragmentados, pero conservan su posición original. La razón está en la pér- dida de agua estructural y de agua libre de la madera. Como se ha señalado anteriormente, los elementos or- gánicos poseen la capacidad de hincharse y contraer- se, como consecuencia de su propia higroscopicidad. Si el periodo de sequía es prolongado, la degradación y la propia merma es tal, que provoca la rotura longi- tudinal en tramos más o menos equidistantes21.. A los momentos de sequía se asocia la ausencia de aluvio- nes que pudiesen aportar los limos necesarios para cubrir los objetos y proteger la integridad de los restos orgánicos. Cuando los períodos de sequía son cortos, o vienen seguidos de una fuerte inundación con gran aporte de sedimentos, los restos se conservan sin frag- mentar, al cubrirse rápidamente. Es posible pensar que la última fase de uso resi- dual quede reflejada en el registro del nivel inferior de colmatación del pozo-depósito, la UE 26 (figura 12), en un momento en el que se observa una relativa ac- tividad antrópica asociada de nuevo a la búsqueda de agua. La presencia de un cargadero de roble (figura 13), gran cantidad de restos de poda, hoces etc. (fi- gura 14), evidencian dicha función. Progresivamente, la incesante acumulación de limos y depósitos sólidos fue deteriorando las condiciones del pozo y anuló la capacidad de la estructura de captar agua del acuífero; entonces se abandona definitivamente. Por último, se produce el arrasamiento total, con el derrumbe inten- cionado de la escasa potencia muraria aún existente y el definitivo sellado de la parte subterránea de la estructura y su contenido, que tan valiosa información está brindando, dando lugar a un estudio enriquecido por multitud de disciplinas y que ha abierto en abanico las líneas de investigación en geo-arqueología, sedi- mentología, arqueobotánica o arqueozoología.   Figura 12 Hipotética recreación en proyección isométrica del pozo-depósito en su última etapa de abandono con posible uso residual. Dibujo de Miguel Ángel López Marcos Figura 13 Cargadero de roble con rebaje central durante el proceso de secado. Fotografía de Miguel Ángel López Marcos
  • 16. 330 BIBLIOGRAFÍA Caneva G.; De Marco G. y Pontrandolfi M. A. (1993): “Plant communities on the walls of Venosa Castle (Basilicata, Italy) as biodeteriogens and bioindicators”, en Conservation of stone and other materials.Vol. 1: causes of disorders and diagnosis. Proceedings of the international RILEM/UNESCO congress. Paris, June 29-July 1 1993, pp. 263-270. Coremans, P. (1968): “Climate and microclimate”, en The conservation of cultural property (= Museums and Monuments XI), Paris (UNESCO), pp. 27-40. Kaye, B.; Cole-Hamilton, D. J. y Morphet, K. (2000): “Supercritical drying. A new method for conserving water logged archaeological materials”, Studies in Conservation, 45 (4): 233-252. López Marcos, M. A. (1987): “Los condicionantes de la corrosión de los metales sumergidos”, Pátina, 2. pp. 30-37. López Marcos, M. A.; López González, L. F.; Álvarez González,Y. (2011): “Arquitectura defensiva en el castro de Castromaior (Lugo)”, Arqueología de la Arquitectura, 8, pp. 47-63. López Marcos, M. A.; Presas, M.; Serrano, E. y Torra, M. (2013): “La fortaleza de Qal’at Abd as-Salam. La recuperación de una dignidad perdida”, Arqueología de la Arquitectura, 10: e003. doi: http:// dx.doi.org/10.3989/arq.arqt.2013.017. López Marcos, M. A. (2014): “Criterios de conservación en la musealización de yacimientos arqueológicos”, Pátina, 17-18, pp. 353-368. Mantteini, M y Moles, A. (2001). La química en la restauración, Donostia (Nerea). Martínez Ramírez, S.; Puertas Maroto, F. y Blanco Varela, M. T. (1995): “Carbonation process and properties of new lime mortars with added sepiolite”, Cement and Concrete Research, 25 (1): pp. 39-50. Monjo Carrió, J. (1994): Patología de cerramientos y acabados arquitectónicos, Madrid (Munillalería) pp. 126-145. Pearson, C. (1987): Conservation of Marine Archaeological Objects Londres-Boston (Butterworths). Rowell, R. y Barbour, J., eds. (1990): Archaeological Wood, Properties, Chemistry and Preservation (= Advances in Chemistry, 125), Washington, DC (American Chemical Society). Sepulcre, A. y Hernández, F. (2000): “Análisis histórico del uso de las puzolanas tradicionales”, VI Jornada nacional sobre aplicaciones arquitec- tónicas de los materiales compuestos y aditivados, Madrid (Universidad Politécnica de Madrid). Sepulcre, A. (2003): “Tópicos comunes en la elaboración y uso de los morteros de restauración de fábrica”, Pátina, 12, pp. 29-39.
  • 17. 331 1. Arqueólogo y restaurador: mlopezmarcos@yahoo.es 2. No es objeto de este estudio el desarrollar una correspondencia entre un listado de materiales y sus tratamientos. Esa información que- da reflejada en los informes entregados en la Fundación Municipal de Cultura de Gijón. Se trata sobre todo de recoger, a través de algunos ejemplos de materiales y estructuras, las conclusiones y resultados obtenidos del proceso de recuperación y posterior conservación (vid. capítulo Estudio de los materiales). 3. Una vez finalizada la primera fase de excavación, se reactivó el pro- ceso de filtrado en el depósito y en poco tiempo se colmató de agua limpia, quedando en evidencia la renovación funcional del depósito y el potencial hídrico del acuífero. 4. La argamasa de cal fue tratada a pie de obra para determinar su resistencia y su composición básica de cal y arena. La utilización de reactivos facilita la separación de cal y áridos silíceos (Martinez, 1995). 5. Por una parte, el continente alberga una gran estructura inorgánica con problemas y propuestas de conservación específicas. Por otra parte los contenidos fundamentalmente orgánicos presentan una problemática singular y muy particular. 6. En los procesos adiabáticos se impide la transferencia de calor con el entorno, lo que influye en la conservación del material orgánico especialmente. De igual forma, en un ambiente anaeróbico se dificulta que las moléculas de oxígeno se enlacen entre sí para formar O2 y las pocas moléculas que quedan solo se combinan para formar nitratos y sulfuros (Coremans, 1968). 7. Cabe destacar que el ambiente anaeróbico facilita la conservación de material orgánico, al detenerse el desarrollo de microorganismos y bacterias, que normalmente se alimentan de él destruyendo su estructura. Sin embargo, por otra parte, se posibilita el desarrollo de sulfuros, que son nocivos para este tipo de material, y se hace necesa- ria una actuación preventiva inmediata tras la extracción para evitar la proliferación de hongos y bacterias (Cáneva, 1993). 8. Las hiladas de protección son fundamentales para lograr la conser- vación total del original. De esta manera, cualquier agresión o desgas- te natural, será amortiguada por el añadido. En este caso, además, se hace necesaria por la debilidad de los paramentos en un ambiente subacuático. La cohesión de las últimas hiladas sirve de zuncho de atado de todo el conjunto (López Marcos, 2011). 9. En este caso fue necesario elaborar un mortero específico com- puesto de cal hidráulica, metacaolín como puzzolana y una pequeña dosis de cemento blanco, para facilitar la carbonatación, especialmen- te en este ambiente de elevada humedad relativa. De otra manera, tanto la adhesión mecánica, como especialmente la química, sería extremadamente lenta y pondría en peligro la integridad del conjunto y posterior conservación (Sepulcre, 2003). 10. De los tres tipos de células, que posee la madera, en cuanto a su estructura macroscópica se refiere, traqueidas, vasos y fibras, las primeras son las que soportan la estructura, mientras que los vasos pueden cambiar de volumen sensiblemente, dependiendo del exceso de humedad o la falta de ella (Cáneva, 1993). En cuanto a la estructura microscópica, cabe destacar la presencia de celulosa (50%) y lignina (25%). Ésta última es la que aumenta la resistencia de las paredes de traqueidas y vasos y hace que las microfibrillas de celulosa aguanten sin que se doblen (Cáneva, 1993). 11. Los tratamientos más comunes han sido los métodos Rossemberg y Thouvenin (Kaye, 2000). 12. En presencia de oxígeno y humedad se produce oxihidróxido férrico: 2Fe+2H2 O+O2 =Fe2 O3 H2 O (López Marcos, 1987). 13. En las reacciones catódicas se aumenta el pH por la producción de OH- o por la disminución de iones H+. En las zonas anódicas el pH disminuye, sin embargo, por hidrólisis del ión ferroso (López Marcos, 1987). 14. Se realiza la inmersión del objeto en una disolución de NaOH/Na2 SO3 (López Marcos, 1987). 15. El fungicida utilizado fue el timol por sus propiedades específicas como desinfectante y fungicida. De apariencia transparente, (C10 H14 O) pertenece al grupo de los terpenos y su carácter natural lo hace idóneo en este tipo de tratamientos (Pearson, 1987). 16. El asedio por parte de Enrique III en 1395 culminó en otoño con el incendio de la ciudad y la destrucción de sus murallas y edificios. 17. A pie de obra se realizaron diversos análisis de composición y resistencia mecánica de los morteros, especialmente los mejor con- servados, sin procesos de descarbonatación, que pudieran alterar los resultados (Monjo Carrió, 1994). 18. Los morteros de cal hidráulica Ca(OH)2 alcanzan la reacción de carbonatación por el CO2 atmosférico. A la vez que se hidratan los silicatos y aluminatos en contacto con el agua. El proceso real de car- bonatación se produce, pues, tras la reacción endotérmica (Sepulcre, 2000). 19. Se han documentado dos clases de mechinales: los de construc- ción, para andamiaje, que se sitúan sobre todo en la parte superior de los muros y que en ningún caso atraviesan el muro, y los de filtración, que son pasantes y permiten captar agua del nivel freático; éstos últimos se han identificado sobre todo en las parte inferior de las paredes. 20. De igual modo, la presencia de todo tipo de macrofauna y micro- fauna, analizada en los correspondientes capítulos, evidencia que la ausencia de paramentos facilitaban arrojar cadáveres de animales. 21. En sentido radial, la merma es acusada pero no se produce la rotura debido a la mayor elasticidad tangencial de las células traquei- das (Rowell, 1990). En sentido longitudinal, sin embargo, la tensión es mayor y, por ejemplo, en un resto de poda de 2 metros de largo se pueden diferenciar hasta 18 roturas separadas entre sí hasta cerca de un centímetro. NOTAS