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Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans
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Contenido
At Your Service ..............................................................................3
Sinopsis...........................................................................................4
Capítulo 1.......................................................................................5
Capítulo 2.....................................................................................19
Capítulo 3.....................................................................................27
Capítulo 4.....................................................................................33
Capítulo 5.....................................................................................44
Capítulo 6.....................................................................................55
Del autor.......................................................................................68
.......................................................................................69
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At Your Service
Libro # 0.5
La Saga de Masters:
Libro #1: Prince's Master (Libro #4 de La Saga
de Calluvia’s Royalty)
Alessandra Hazard
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4
Sinopsis
Él es un hombre poderoso que toma decisiones que dan forma al
mundo.
Troy es solo un sirviente del placer. Algo para usar. Un juguete.
No tienen nada en común, dos hombres de mundos diferentes.
Se suponía que el acuerdo entre ellos nunca se convertiría en algo
más que en alfo conveniente para su cliente y un simple trabajo para
Troy. La atracción y los sentimientos no deberían haber nacido.
Pero, ¿qué sucede si se rompen las reglas y Troy se vuelve
irremediablemente adicto a su cliente?
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Capítulo 1
La mansión era hermosa, enorme y algo intimidante.
Troy miró fijamente sus altas puertas, respiró hondo y luego
presionó el timbre. Aquí no pasa nada.
—Diga su nombre y el motivo de su visita —dijo una agradable
voz femenina a través del intercomunicador.
—Troy —dijo, secándose las manos sudorosas en los
pantalones. —Soy el sirviente de placer que el maestro Andreas ha
pedido.
Las puertas se abrieron con un clic.
—El Maestro está en su oficina. Primer piso, segunda puerta a
la izquierda.
Troy siguió las instrucciones. Apenas notó el lujoso entorno,
todos sus esfuerzos se centraron en mantener la calma.
Podía hacerlo.
Él podía.
Era un sirviente de placer experimentado. Había estudiado para
esto. Era solo un trabajo. Como cualquier otro.
Está bien, no como cualquier otro. Su nuevo empleador era un
hombre. El género del empleador no era un problema en sí mismo:
como la mayoría de los calluvianos, Troy era bisexual.
El problema era... que nunca había asumido el papel pasivo con
los hombres. La idea simplemente no le atraía. Siempre fue el
activo, ya fuera con mujeres o con hombres. Por eso siempre
rechazaba las ofertas de trabajo de los empleadores masculinos.
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Hasta ahora.
Joder, qué lío. No se había metido en un lío tan grande en los
veintiséis años de su vida.
La cuestión era que, normalmente, Troy habría rechazado el
trabajo en cuanto se enteró que su posible empleador era un
hombre. Pero sería extremadamente tonto rechazar una oferta de
trabajo cuando el posible empleador era miembro del Consejo. No
podía insultar exactamente a un Gran Maestro del Consejo. Eso
sería más que estúpido. Suicida, si creía en los rumores.
Los amigos de Troy dijeron que debería sentirse halagado de que
un hombre tan poderoso lo hubiese elegido. Porque aparentemente
es un honor. Claro. Es un honor tener la polla de un hombre
poderoso en el culo.
Una risa cosquilleó en la garganta de Troy, extremadamente
inapropiada considerando que no encontraba esta situación para
nada divertida. Joder, solo podía esperar ser un sirviente de placer
tan horrible que lo despedirían en un día. Ese era el plan actual de
Troy. Tenía que funcionar. No quería ser el juguete sexual de otro
hombre, sin importar lo poderoso que fuera ese hombre. No era un
pasivo. No tenía un hueso sumiso en su cuerpo. Era un activo, y
uno excelente, se decía a sí mismo.
Se detuvo frente a la segunda puerta a la izquierda, respiró hondo
de nuevo y llamó.
—Entra —dijo una profunda voz masculina.
Troy hizo lo que se le dijo.
Cerró la puerta y luego se arrodilló, con los ojos fijos en el suelo.
—Maestro —dijo respetuosamente. Al menos esperaba que sonara
respetuoso en lugar de arrogante. Troy sabía que tendía a sobre
compensar cuando estaba nervioso.
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Escuchó pasos. Entonces, un par de zapatos negros brillantes
aparecieron en su línea de visión. Pantalones grises. Túnicas negras
pesadas. Troy no podía ver nada más, porque se suponía que no
debía mirar hacia arriba sin que le dieran permiso. Los sirvientes
de placer ocupaban un lugar tan bajo en la jerarquía del Alto
Hronthar que no se les permitía mirar a un Gran Maestro sin tener
permiso explícito.
Una mano grande y cálida tocó su barbilla y levantó su cara. —
Puedes mirarme.
Troy exhaló y levantó la mirada.
Se encontró mirando a un hombre alto, de edad no identificable.
El hombre era bastante joven para ser un maestro. ¿Treinta y cinco
o cuarenta tal vez? No era de ninguna manera fornido, pero sus
hombros eran amplios y había indicios de un cuerpo en forma
debajo de esa túnica negra. El maestro Andreas no era un hombre
poco atractivo, aunque su rostro era demasiado afilado y anguloso
para ser considerado guapo. Su cabello rojo era tan oscuro que
parecía casi negro en la tenue luz, un rastrojo de barba oscura cubría
su fuerte mandíbula. Los agudos ojos marrones estudiaban a Troy
con detenimiento. Era un hombre sorprendente, para ser honesto.
Obviamente, no era el tipo que solía buscar Troy –emitía un aire de
mando que prácticamente gritaba que era un activo– pero aun así le
encendía. Troy tenía ojos y sexy es sexy.
—Levántate— dijo el Maestro.
Troy se puso de pie.
— Desnúdate.
Troy se humedeció los labios. Obligándose a mantener sus dedos
firmes, hizo lo que le dijo y se quitó la túnica. Estaba desnudo
debajo, por supuesto. Los sirvientes de placer siempre lo estaban.
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Los ojos oscuros del Maestro lo recorrieron
desapasionadamente.
—Date la vuelta.
Troy se volvió.
Había una pintura en la pared. Representaba algo abstracto y feo.
Troy no estaba seguro qué se suponía que debía estar mirando. El
arte podía ser así de extraño.
—¿Por qué estás tan nervioso?
Reprimiendo el impulso de negarlo, sabía que no tenía ninguna
esperanza de engañar a un telépata tan poderoso, Troy dijo: —
Usted es mi primer empleador masculino. —pero el hombre
probablemente ya lo sabía. Los Maestros podían acceder a toda la
información sobre los sirvientes de placer, incluido su historial
laboral. El Maestro Andreas no pudo haber pasado por alto que
Troy no había tenido un solo Maestro masculino en los cinco años
desde que se había convertido en un sirviente de placer.
—Date la vuelta.
Troy se volteó.
El maestro Andreas lo estudió, su mirada calculadora.
—¿Por qué elegiste ser un sirviente de placer si tienes miedo de
tu trabajo?
Troy casi se echó a reír. Los Iniciados que no eran reclamados
por un Maestro, con su apariencia no tenían muchas opciones sobre
la carrera que desean seguir. O más bien, se les animó
encarecidamente a elegir esta carrera. Y, francamente, hasta ahora,
a Troy no le había importado su trabajo. Es muy bien pagado y el
sexo era divertido; por lo general, no le importaba complacer a las
Maestras que lo habían empleado.
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Pero esto era diferente.
—No tengo miedo de mi trabajo, —dijo —Estoy un poco
nervioso por mi falta de experiencia con los hombres— Como
pasivo con los hombres, añadió mentalmente. Se había acostado
con bastantes hombres en el pasado, pero eso había sido bajo sus
términos.
Los labios del Maestro se tensaron. —Acabo de hojear tu
expediente… no sabía acerca de tu falta de experiencia. Eso
complica las cosas.
La esperanza estalló en su interior.
—Todavía puede elegir otro sirviente, —dijo Troy, tratando de
no parecer demasiado esperanzado. —Alguien con más experiencia
con los hombres.
La mirada del Maestro Andreas lo recorrió desde la cabeza hasta
los pies.
Troy se humedeció los labios, tan consciente de su desnudez
como nunca lo había estado en su vida. A los sirvientes de placer
se les enseñó a no avergonzarse de sus cuerpos. A Troy
generalmente no le importaba que la gente lo mirara. Sabía que era
objetivamente guapo. Todos los sirvientes de placer lo eran, y él no
era la excepción. Era bastante alto y estaba en muy buena forma, su
cuerpo tonificado. A la gente parecía gustarle la combinación de
ojos verdes sensuales y cabello castaño desordenado con reflejos
dorados. Sus labios rojo cereza de forma fina también atrajeron la
atención: a las mujeres les encantaba cuando se las comía y a los
hombres les encantaba tener los labios de Troy alrededor de sus
pollas antes de que los follara. Pero ahora Troy no podía dejar de
preguntarse en qué medida su aspecto sería capaz de atraer a un
hombre que quería follarlo.
Por primera vez en su vida, deseó ser feo.
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—Eso no será necesario, —dijo finalmente el Maestro Andreas.
—Tú servirás.
Qué bien.
—Solo me preocupa no poder brindarle un servicio a la altura de
sus estándares habituales. —dijo Troy, eligiendo sus palabras con
cuidado. No podía permitirse ofender a este hombre.
Los labios del maestro Andreas se curvaron. —Mis estándares
son bajos. Todo lo que necesito es un agujero apretado alrededor
de mi polla.
Troy se habría atragantado si hubiese estado bebiendo.
Tal como estaba, se quedó mirando el rostro impasible de ese
hombre, incapaz de creer que esas palabras realmente habían salido
de su boca.
¿Qué se suponía que tenía que decir a eso?
—¿Sabes cómo prepararte? —dijo el Maestro, —Esa es la única
habilidad relevante que necesitarás.
Troy odiaba el calor que le subía a la cara. Joder, ni siquiera era
del tipo que se sonrojaba, pero se sentía tan mal ubicado aquí. Él
era un hombre. Él era el que cogía. No estaba acostumbrado a que
lo trataran como un agujero.
—Se cómo hacerlo, —dijo con voz rígida, cruzando los brazos
sobre el pecho. —Pero han pasado años desde mi formación y no
pude practicar exactamente con mis antiguos empleadores.
—Entonces tendrás que practicar. Te necesitaré a mi entera
disposición en todo momento, siempre listo para mí. No quiero
perder el tiempo preparándote.
Troy se mordió el interior de la mejilla, luchando por mantener
una expresión impasible.
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—No lo entiendo, Maestro. ¿Cuál es la urgencia?
El maestro Andreas apartó la mirada. —Soy un Absorbedor.
Troy frunció el ceño, tratando de recordar el conocimiento
medio olvidado que le habían inculcado cuando era un Iniciado.
Correcto, muchos de los Maestros tenían dones especiales. Los
Absorbedores eran telépatas que podían sentir y experimentar los
impulsos sexuales de otras personas. El don era considerado uno de
los dones más inconvenientes que podría tener un telépata. Rara
vez era útil, y los Maestros que tenían este talento normalmente no
lo anunciaban.
Pero ahora tenía sentido por qué el Maestro Andreas necesitaría
un sirviente de placer a su entera disposición: probablemente estaba
sexualmente frustrado todo el tiempo debido a su don.
—Mi don es inconveniente, —dijo el Maestro, como si leyera
sus pensamientos —Me distrae de mi trabajo; por eso necesito los
servicios de un sirviente de placer. Soy un hombre ocupado. No
tengo ni la paciencia ni el tiempo para perder con el sexo. Te usaré
a menudo, pero debe tomarme la menor cantidad de tiempo posible.
Necesito eficiencia. Para eso, tendrás que estar preparado en todo
momento. ¿Está claro?
Troy asintió entrecortadamente. Todavía le asombraba cómo
este hombre podía hablar de sexo, sexo muy frecuente, en términos
tan secos, como si estuviera hablando de una tarea desagradable.
Pero, de nuevo, si el Maestro Andreas era un Absorbedor,
probablemente lo había visto todo y el sexo simplemente lo había
cansado y aburrido.
—Se te dará libre acceso a mi casa, —Andreas continuó
diciendo. —Me acompañarás en mis viajes de trabajo si dejo el Alto
Hronthar por más de unos días. Mantén tu comunicador contigo en
todo momento. Si llamo, corre.
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Qué hijo de puta más mandón.
—Sí, Maestro— dijo Troy con una voz cuidadosamente
uniforme.
—Se te pagará el triple de la tarifa estándar que reciben los
sirvientes de placer.
Troy se animó. ¿Triple? A los sirvientes de placer se les pagaba
muy bien, y el triple de la tarifa significaría que finalmente podría
comprar el aerocoche por el que había estado babeando durante un
tiempo. De alguna manera lo hizo reconsiderar su plan para ser
despedido.
—Creo que es justo, considerando la frecuencia con la que
necesitaré tus servicios, es probable que esté más adolorido de lo
habitual. Pero estoy seguro de que te sentirás aliviado al saber que
no tendrás que hacer nada fuera de tu zona de confort. Soy un
hombre de deseos simples.
Troy casi se echó a reír. ¿Nada fuera de su zona de confort? Ser
jodido por el culo no estaba exactamente dentro de su zona de
confort. Pero racionalmente, sabía que el Maestro Andreas estaba
siendo completamente razonable. Algunos Maestros eran bastardos
retorcidos que se divertían humillando y lastimando a sus
sirvientes. Demonios, el anterior Maestro de Troy era uno de ellos.
Troy se estremeció un poco al recordar a la Maestra Thena. Ella
estaba metida en una mierda realmente inquietante de la que ni
siquiera le había advertido antes de firmar el contrato. El Maestro
Andreas no podía ser peor de lo que había sido ella, a pesar del sexo
anal. Lo que pedía el Maestro Andreas parecía bastante sencillo.
Podía aguantar un incómodo sexo anal antes de que el Maestro
Andreas inevitablemente se diera cuenta de que Troy apestaba en
eso y lo despidiera.
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En realidad, no era gran cosa. En lo que respecta a los
empleadores masculinos, parecía que Troy había tenido suerte.
Andreas regresó a su escritorio.
—Lee el contrato y fírmalo. —dijo, señalando con la cabeza el
datapad sobre la mesa.
Troy se acercó al escritorio, tomó el datapad y hojeó el contrato.
Podía sentir la impaciencia y la agitación irradiando del otro
hombre. También podía sentir su mirada pesada sobre su cuerpo
desnudo.
Nunca había sido tan consciente de su cuerpo en toda su vida.
No seas idiota, se dijo Troy, exasperado con su inusual timidez.
El hombre probablemente ni siquiera lo estaba mirando. Lo estaba
imaginando.
Troy firmó el contrato electrónicamente.
—Está hecho. —dijo y se dio la vuelta.
El maestro Andreas estaba junto a la ventana, de espaldas a Troy.
—El lubricante está en el cajón superior de mi escritorio, —dijo.
—Prepárate.
Troy miró fijamente su espalda.
Solo... ¿Solo así? No es que hubiera estado esperando flores y
besos, pero la total falta de interés de este hombre por él era extraña.
Y bastante insultante, para ser honesto.
Pero no dijo nada.
El maestro Andreas era el empleador. Troy era solo un sirviente.
Troy probablemente ni siquiera se registró como persona para un
Maestro de tan alto rango. A veces ese hecho hizo que Troy se
sintiera frustrado y enojado, pero no era un idiota. Claro, apestaba
que no hubiera sido considerado lo suficientemente bueno como
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para convertirse en aprendiz de Maestro, pero no era como si fuera
un esclavo impotente. Siempre podía romper el contrato con su
empleador si se sentía incómodo, si existía una razón seria para
ello. No ser tratado como un igual no se consideraba una razón
seria. Los miembros de la rama de servicio de la Orden
simplemente no eran iguales a los Maestros. Ellos eran ciudadanos
de segunda clase. Así era como era.
Troy sacó el lubricante del cajón y miró a su alrededor. Había
un gran sofá de cuero en un rincón junto a la chimenea. Caminó
hasta allí y se preparó apresuradamente, su rostro cálido por la
vergüenza y la humillación. Joder, esto era tan degradante. Era un
hombre que se preparaba para la polla de otro hombre. Su propia
polla era mayormente suave, no había nada remotamente excitante
en la situación. El maestro Andreas era un hombre objetivamente
atractivo, pero a Troy no le gustaba que lo follaran en absoluto. No
esperaba disfrutar de esto para nada. Era solo un trabajo. Cuanto
antes terminara, antes le pagarían. Si el Maestro Andreas trataba
esto como una tarea desagradable, no había ninguna razón por la
que Troy no pudiera hacer lo mismo. Unos pocos minutos de sexo
terrible no eran nada que temer. No iba a doler físicamente. Lo
único que dolería sería su orgullo y masculinidad.
—Estoy listo— dijo, sacando los dedos de sí mismo. Se inclinó
sobre el reposabrazos del sofá y esperó, mirando el fuego que
bailaba alegremente en la chimenea.
Piensa en otra cosa. Cierra los ojos y piensa en el dulce
aerocoche que vas a comprar.
Se oyeron pasos detrás de él.
Luego se oyó el sonido de una cremallera al abrirse.
Troy se mordió el labio inferior.
Dedos firmes agarraron su cadera.
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Troy cerró los ojos cuando un objeto grueso y contundente
presionó contra su abertura resbaladiza. Una polla. Con un lento
empujón, el hombre estaba dentro de él. Completamente dentro de
él. Y luego se quedó quieto, dejándolo adaptarse.
Troy respiró. Dentro y fuera.
Maldito infierno. Había tenido consoladores por supuesto, todos
los sirvientes de placer los usaban durante el entrenamiento. Pero o
había olvidado cómo se habían sentido o la polla del maestro
Andreas era mucho más grande que los consoladores.
Tenía una polla dentro de él. La polla de otro hombre.
Está bien. Estaba bien. Solo necesitaba disociarse y tratarlo
como el pequeño inconveniente que era. No era gran cosa. Era solo
un acto físico. Como una lucha de brazos. De verdad, ¿cuál era la
diferencia entre una polla moviéndose dentro de un agujero y una
lucha de brazos? Muy poca. No significaba nada…
Los ojos de Troy se abrieron cuando el maestro Andreas
comenzó a moverse.
Mierda. De acuerdo, era un poco diferente a la lucha de brazos.
Era... Era una polla moviéndose en su culo. Empujando. Follando
en él. No dolía. Cualquier pequeña incomodidad que había sentido
al principio ahora se había ido. Los sonidos húmedos eran algo
mortificantes, aunque racionalmente Troy sabía que era el
lubricante natural que exudaba la polla del Maestro Andreas.
Todavía sonaba como si él estuviera mojado. Como un retroceso,
un hombre calluviano cuyos genes se parecían más a sus primitivos
antepasados. O una mujer.
—Te estás excitando. —señaló el maestro Andreas, moviéndose
dentro de él metódicamente.
—¿Qué? —Troy se rió a medias, porque era ridículo…
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Excepto que se estaba excitando. Sin ninguna maldita razón.
—Es una reacción natural al estímulo, —dijo el maestro
Andreas. Ni siquiera sonaba sin aliento, el bastardo. —Tu canal
anal es una zona erógena. Las terminaciones nerviosas en su
interior están conectadas para dar placer si se estimulan
adecuadamente.
—¿Podemos por favor no hablar de esto? —Troy gruñó, con la
cara caliente. —Solo sigue adelante.
—Cuidado con tu tono —dijo el Maestro Andreas, de alguna
manera sin sonar impresionado a pesar de que su polla estaba
enterrada en el culo de Troy.
—Sólo siga adelante, Maestro.
Casi había esperado ser castigado por su insolencia, pero podía
sentir algo parecido a diversión emanando del hombre detrás de él.
—Muy bien. —dijo el Maestro Andreas, agarrando su cadera
con más fuerza. Sus embestidas se volvieron más rápidas, más
profundas, su polla taladrándolo.
Troy jadeó, con los ojos muy abiertos mientras miraba sin ver la
chimenea. Pronto, el sonido de piel golpeando contra piel fue el
único sonido en la habitación. La polla en él parecía volverse más
dura con cada minuto, provocando una extraña sensación de
insatisfacción cada vez que salía. Joder, se sentía... Se sentía...
Oh dioses.
Troy se sintió traicionado por su propio cuerpo. No le gustaba
ser jodido en absoluto; le gustaba follar, maldita sea. No le gustaba
que lo follaran hombres extraños. Y, sin embargo, aquí estaba,
apenas reprimiendo los decepcionados gemidos cada vez que la
polla se le escapaba. Era extraño, nunca le había gustado mucho el
juego anal cuando fue follado por un consolador durante su
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entrenamiento. Pero parecía que una verdadera polla unida a un
hombre que sabía lo que estaba haciendo marcaba la diferencia.
De repente, se le ocurrió a Troy que el talento de Absorción del
Maestro Andreas probablemente lo ayudó a sentir lo que era
agradable para Troy. Bueno, eso era hacer trampa.
—No tienes que hacerlo bueno para mí. —refunfuñó Troy.
—¿Quieres sufrir por esto?
—Bueno, no… ah… pero no necesito disfrutar esto… ah… para
que me paguen por ello.
El Maestro Andreas abrió sus nalgas con los dedos y sacó la
polla, dejando solo la cabeza adentro.
Troy se tragó un ruido de protesta. Joder, ¿por qué se sentía tan
vacío? Había estado bien sin una polla en él toda su vida.
—No lo hago por tu bien. —dijo el Maestro, provocando la
entrada resbaladiza de Troy con su polla. —Soy un Absorbedor.
Cuanto más agradable sea el acto para ti, más agradable será para
mí y menos tiempo me llevará llegar. Es más eficiente de esa
manera.
Eficiente. Muy bien, eso tenía sentido.
—Bien. —dijo Troy, tratando de mantener las caderas quietas y
no empujar hacia atrás en la polla. Tenía su orgullo, maldita sea. El
hecho de que su empleador lo obligara a disfrutar de esto
físicamente no significaba que de repente se volviera una puta. Esto
era solo un trabajo.
—Tan terco. —murmuró el Maestro Andreas, y finalmente
empujó hacia él.
Un gemido salió de los labios de Troy antes de que pudiera
detenerlo. Joder, ¿cómo se siente esto tan bien?
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El hombre finalmente comenzó a follarlo de verdad, su ritmo
aumentaba, cada vez más rápido, el sonido húmedo inconfundible
de una polla moviéndose dentro de un agujero. Troy nunca se había
sentido más avergonzado y excitado en su vida.
—Toca tu pene. —ordenó el Maestro, su voz un poco sin aliento,
pero por lo demás perfectamente en control.
Troy hizo lo que le dijo, acariciándolo con fuerza y rapidez al
compás de las embestidas del hombre. Oh mierda, ahí. Joder, muy
bien. Ah ...
Se corrió con un pequeño gemido estrangulado, apretando
alrededor de la polla dentro de él. Su placer pareció empujar al
Maestro al límite, quien se estremeció y se derramó profundamente
dentro de Troy.
Mierda.
Maldito infierno.
Otro hombre acababa de correrse en su trasero. Dentro de él.
Troy miró la chimenea con los ojos muy abiertos y aturdidos,
incapaz de creer que realmente hubiera sucedido. Incapaz de creer
cuánto lo había disfrutado.
El Maestro Andreas dejó escapar un suspiro de satisfacción y se
retiró.
Troy se estremeció, la sensación era extraña. Su agujero se sentía
adolorido y ardiente, pero también vagamente vacío, lo cual no era
una sensación cómoda.
—Puedes retirarte.
Troy se vistió apresuradamente y salió de la habitación, con las
piernas temblorosas y la cara muy cálida.
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Capítulo 2
Diez días después, Troy estaba sentado en la cama de su
habitación en la casa del maestro Andreas, tratando de concentrarse
en el video chat con Gemma, la hermosa aprendiz con la que había
estado coqueteando durante un tiempo.
Pero no importaba lo hermosa que fuera Gemma o lo interesante
que fuera la historia que le estaba contando, él simplemente no
podía concentrarse.
El tapón en su culo lo distraía mucho, casi tanto como la idea de
que habían pasado horas desde la última vez que atendió a su
Maestro. Probablemente lo llamarían pronto. No quería que
Gemma escuchara eso. Aunque ella sabía que él era un sirviente de
placer, Troy no le había dicho que había estado sirviendo a un
Maestro masculino. No estaba seguro de lo bien que se lo tomaría.
Tal vez no sería un problema para ella, pero joder, sería tan
humillante si la mujer que le gustaba se enterara de que Troy estaba
hablando con ella con un tapón en el culo porque su empleador le
ordenó que lo usara para mantenerse preparado en todo momento
para su polla.
El maestro Andreas no había exagerado cuando le dijo que
usaría los servicios de Troy con frecuencia. Su segunda vez había
ocurrido cinco horas después de su primera vez teniendo sexo.
Aunque llamar al eficiente e impersonal acto “sexo” parecía en gran
medida inexacto. El maestro Andreas simplemente lo inclinó sobre
su escritorio y lo usó de la misma manera sensata, apenas tocando
el cuerpo de Troy. A su Maestro le gustaba la eficiencia. Y la
frecuencia. El “sexo” generalmente ocurría tres veces al día, a veces
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más a menudo si el Maestro Andreas estaba más cerca de otras
personas.
La peor parte fue que, a pesar de la manera impersonal que
adoptó su Maestro, de alguna manera logró hacer que Troy
disfrutara el acto, el acto de tomar una polla por el culo.
Troy sintió que su rostro se calentaba, su agujero se cerraba
alrededor del tapón involuntariamente. Hizo una mueca ante la
sensación. El tapón no estaba tan mal, solo un poco incómodo, a
veces en el buen sentido. No lo odiaba, pero tampoco lo amaba, al
menos no de la forma en que su cuerpo traidor parecía amar de
manera extraña la gruesa polla de su Maestro. La polla del Maestro
Andreas era dura pero la textura era suave y cómoda y ...
De todos modos. Habían pasado tres horas y media desde la
última vez. Probablemente debería terminar su conversación con
Gemma antes de que lo convocaran. Eso haría las cosas incómodas.
—Uh, tengo que irme. —dijo Troy distraídamente.
El rostro de Gemma decayó.
Hace diez días, la confirmación de que una mujer tan hermosa
estaba interesada en él habría enviado a Troy a la luna, pero ahora
parecía que no podía apreciarlo adecuadamente, demasiado
distraído por la perspectiva de ser follado pronto.
Troy suspiró y se dejó caer en su cama una vez que se
despidieron.
No le gustó. No le gustaba que su cuerpo se hubiera
acostumbrado tanto a ser follado que ahora en realidad… lo
esperaba un poco. Troy deseaba poder separarse del acto, tratarlo
como solo un trabajo; era un trabajo, después de todo. Pero no
pudo. Por mucho que lo intentara, parecía que no podía separarse e
ignorar la polla que le metían dentro cada pocas horas. Ya estaba
acostumbrado. Acostumbrado al punto de que no tener una polla en
Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans
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él había comenzado a sentirse raro. Troy supuso que era cierto que
uno podía acostumbrarse a cualquier cosa, incluso a ser el juguete
de un hombre frío e insensible.
Considerando todo, podría haber sido peor. Mucho peor. Noel,
un compañero sirviente de placer de su edad, estaba actualmente
sirviendo a un viejo Maestro que parecía lo suficientemente mayor
para ser su abuelo. Puaj. Teniendo en cuenta cuánto tiempo vivían
los Calluvians y cuán lentamente envejecían, Troy ni siquiera
quería pensar en la edad del Maestro de Noel. Al menos el Maestro
de Troy era relativamente joven y viril y… no estaba mal a la vista.
No es que Troy hubiera visto mucho al Maestro Andreas: el hombre
ni siquiera se desnudó, simplemente lo inclinaba y sacaba su polla.
Realmente trataba el sexo como una tarea desagradable que estaba
impaciente por terminar.
Como si fuera una señal, sonó su comunicador.
Troy se sentó de un tirón y respondió.
—Mi oficina. —dijo el Maestro Andreas antes de
desconectarse.
Troy se puso de pie y bajó las escaleras, tratando de ignorar el
hecho de que su polla ya estaba un poco dura. Llamó a la puerta de
la oficina del Maestro antes de entrar.
—¿Me querías, Maestro? —dijo, mirando al hombre sentado
detrás del escritorio. El Maestro Andreas parecía estar trabajando,
con la mirada fija en los holodatos que tenía delante.
—Sí. —dijo el Maestro, sin siquiera mirarlo. —Ven aquí. Usa
tu boca.
A Troy le dio un vuelco el estómago. Hasta ahora, su empleador
nunca le había pedido esto, prefiriendo simplemente follarlo por
detrás. Troy había chupado bastantes pollas cuando se enganchó
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con hombres, y no tenía reparos en hacer una mamada. Así que esto
debería haber sido un alivio.
Entonces, ¿por qué no lo fue? ¿De dónde venía esta...
decepción? No podía estar decepcionado porque no iba a ser jodido
esta vez, ¿verdad? ¿Verdad?
Sacudiendo el inquietante pensamiento, Troy se acercó al
hombre mayor y se arrodilló frente a él.
Desabrochó los pantalones del Maestro Andreas y sacó su ya
dura polla.
Oh.
Troy se humedeció los labios. Nunca la había visto tan de cerca.
Era una gran polla, si era honesto. Deseó tener una polla así de
bonita. No es que su propia polla fuera pequeña, no lo era, pero esta
era...
—Sigue adelante. —dijo una voz tranquila.
Troy siguió adelante. Comenzó lamiendo la polla como una
paleta gigante, acostumbrándose a su sabor y tacto.
Miraba al Maestro Andreas de vez en cuando, pero el bastardo
frío ni siquiera había dejado de leer algo en su datapad mientras
Troy le chupaba la polla, lo cual era... un poco insultante. Cabreó a
Troy, así que él redobló sus esfuerzos, decidido a obtener una
reacción.
La parte de chupar la polla al menos estaba bien. La polla del
maestro Andreas sabía bien. Era bonita y grande, pero no
intimidante. Era de un tamaño perfecto, muy bien formada también.
Troy tarareó alrededor de la polla en su boca, moviendo su cabeza
arriba y abajo a lo largo del Maestro, sus ruidos eran el único sonido
en la habitación. Miró hacia arriba y vio que el Maestro Andreas lo
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estaba mirando ahora, aunque volvió a mirar su datapad tan pronto
como Troy miró hacia arriba.
Antes de que Troy pudiera pensar en ello, alguien llamó a la
puerta.
—Entra. —dijo el Maestro Andreas.
Los ojos de Troy se agrandaron. Trató de soltar la polla, pero
una pesada mano en su cabeza se lo impidió. —Sigue chupando. —
murmuró Andreas, su atención en el recién llegado.
Troy lo miró indignado, su cuerpo se puso caliente por la
vergüenza y por algún otro sentimiento que no podía nombrar. Pero
hizo lo que le dijo y volvió a chupar, tratando de desconectarse de
la conversación entre el Maestro Andreas y el otro Maestro, el
Maestro Zaid.
Joder, ¿cómo debe verse, de rodillas frente a la silla del Maestro
Andreas, chupándole la polla en presencia de otro hombre? Nunca
se había sentido tan cosificado. Se sintió como un objeto. Un
calentador de pollas.
—Lindo. —comentó el Maestro Zaid distraídamente, y Troy
tardó un momento en darse cuenta de que estaba hablando de él. —
¿Quieres compartir, Andreas? Me vendría bien una boca alrededor
de mi polla, también.
Troy se tensó. Estrictamente hablando, un Maestro podía
compartir los servicios de su sirviente con otro: no estaba prohibido
por el contrato.
Estaba bien. Todo estaría bien. No había ninguna razón para que
su estómago se revolviera así. ¿Qué diferencia hacia realmente?
Una polla era una polla.
Pero no importaba lo que se dijera a sí mismo, la pequeña y
estúpida parte de él que alguna vez había soñado con ser elegido
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por un Maestro como Aprendiz rehuía a la idea de ser una cosa tan
insignificante que su Maestro podría simplemente prestársela a
otro. Fue jodidamente estúpido e irracional; Troy lo sabía. Pero eso
no cambió cómo se sentía.
El Maestro Andreas enterró los dedos en el cabello de Troy y
tiró ligeramente, haciéndolo mirar hacia arriba. Los ojos oscuros lo
estudiaron intensamente, los dedos acariciando el bulto de su
propia polla a través de la mejilla de Troy.
—¿Debería prestarte al Maestro Zaid? —Andreas dijo con voz
tranquila y casual, como si estuviera debatiéndolo, pero su
expresión era aguda. Había algo en esos ojos marrones que le hizo
pensar a Troy que no era tan indiferente ante la idea como parecía.
Troy quería decir que no. Quería hacerlo, pero sabía que en
realidad no era una pregunta. Había renunciado a su derecho a decir
sí o no. Además, si decía eso, el Maestro Zaid probablemente se
ofendería, y era infame en el Alto Hronthar por su crueldad y
malvado sentido del humor. No lo querrías como tu enemigo.
Así que permitió que sus instintos lo guiaran: dejó que la polla
de Andreas se deslizara fuera de su boca y presionó su mejilla
contra ella, mirando a su Maestro por debajo de sus pestañas bajas.
Arrastró sus labios contra la longitud que goteaba. Quiero tu polla,
Maestro, pensó tan fuerte como pudo, esperando que pudiera ser
capaz de captar sus pensamientos. Solo la tuya.
Las fosas nasales del maestro Andreas se ensancharon.
Empujó su polla de nuevo en la boca de espera de Troy.
—Yo mismo necesito sus servicios, Zaid. —dijo, enterrando los
dedos en el cabello de Troy y empujándolo sobre su polla. Su
oscura mirada permaneció en Troy, sin dedicar ni una sola mirada
al Maestro Zaid.
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El Maestro Zaid dijo algo, pero Troy ya ni siquiera podía oírlo,
sus ojos se encontraron impotentes con los de su Maestro mientras
usaban su boca a fondo. Joder, había algo tan descarado, tan sucio
en esto.
Troy cerró los ojos, perdiéndose en la sensación de una polla
moviéndose dentro de su boca, estirando sus labios ampliamente.
Se desconectó por completo de la conversación en la habitación,
concentrándose solo en los dedos del Maestro Andreas acariciando
ociosamente su cabello mientras le follaba la boca. Se sintió... Se
sintió bien. No recordaba la última vez que alguien lo tocó con tanta
dulzura. Como todo el mundo en el Alto Hronthar, era un huérfano
sin familia, y aunque tenía algunos amigos, en realidad no eran del
tipo que acariciaban. Ser tocado de esta manera... sentir dedos
fuertes rastrillar su cuero cabelludo... se sentía tan malditamente
agradable. Tan placentero. Tan diferente de las Maestras –querían
que él las tocara a ellas, y rara vez eran muy cariñosas.
Troy apenas notó que el Maestro Zaid se iba, todos sus sentidos
se concentraron en los dedos en su cabello y la polla en su boca. Se
sintió cálido. Muy cálido.
—Sube aquí. —dijo el maestro Andreas. —Quiero correrme en
tu culo.
Asquerosamente ansioso, Troy se quitó la túnica y se subió al
regazo del hombre.
Ojos oscuros recorrieron su cuerpo desnudo, ilegibles pero
intensos, deteniéndose en su dura polla. A su Maestro sólo le tomó
un momento sacar el tapón de su culo y reemplazarlo con su polla.
La boca de Troy se abrió en un gemido silencioso mientras se
llenaba hasta el borde, la polla en él lo estiraba tan malditamente
bien.
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Tal vez ser el sirviente del placer de este hombre no era tan malo,
después de todo.
Fue su último pensamiento durante mucho tiempo.
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Capítulo 3
Troy no estaba seguro de lo que decía sobre él que no recordaba
la última vez que había dormido en su apartamento. Había pasado
un mes desde que comenzó a atender al Maestro Andreas, y
honestamente luchó por recordar la última vez que había pasado
más de unas pocas horas al día en su apartamento en el Distrito
Uno. La mansión del Maestro Andreas en el distrito de los Maestros
era el lugar donde pasaba la mayor parte de su tiempo ahora, por lo
que tenía sentido trasladar algunas de sus cosas a su habitación allí.
Por conveniencia, por supuesto. Simplemente no era práctico dejar
sus cosas en su apartamento y volver constantemente si necesitaba
algo.
Además, al maestro Andreas no parecía que le importara o
importarle un carajo lo que estaba haciendo Troy, siempre que lo
atendiera bien y con frecuencia. Y Troy definitivamente lo atendió
bien y con frecuencia.
Su plan para conseguir que lo despidieran estaba olvidado hace
mucho tiempo. El trabajo estaba... bien. Esa fue la palabra, sí.
—Ah, ah, ahí. —gimió en la alfombra mientras la polla del
Maestro Andreas entraba y salía de él.
Estaban en el suelo de la sala de estar. No llegaron al dormitorio;
el Maestro Andreas lo había reclamado en el momento en que llegó
a casa, luciendo visiblemente agitado. Era algo bueno que Troy
todavía estuviera lubricado y estirado por su follada anterior, ni
siquiera necesitaba usar el tapón en estos días, así que todo lo que
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había necesitado era que su Maestro sacara su polla y le levantara
la túnica.
Una mano firme le apretó la nuca, presionando el rostro de Troy
con más fuerza contra la alfombra exuberante. La dura polla dentro
de él empujaba hacia adentro y hacia afuera, el cuerpo del Maestro
Andreas era sólido y pesado encima de él. Se sentía, dioses,
indescriptible. El grosor en él, la firmeza de esa polla estirándolo,
el peso de este hombre encima de él. Se sentía tan cosificado, pero
tan, tan bueno. Los gemidos agudos salían de su boca con cada
embestida, le dolía la polla, las bolas le pesaban entre las piernas
mientras el Maestro Andreas lo follaba con fuerza.
—Te encanta esto. —dijo el Maestro en una voz tan baja que
sonó como un gruñido. Apretó el cuello de Troy y dejó de empujar.
—Admítelo.
—Me encanta. —balbuceó Troy, incoherente con la necesidad
de ser jodido, más profundo, más. —Muévete, vamos.
—Ruégame.
Hace un mes, se habría resistido. Se habría burlado. Hace un mes
no había sido tan adicto a este sentimiento.
—Por favor, —dijo Troy, tratando de empalarse en la polla. —
Por favor dámelo, Maestro. Por favor, por favor, por favor.
Y el Maestro Andreas se lo dio.
Su peso estaba completamente encima de Troy ahora, empujó
hacia su agujero descuidado y comenzó a follarlo fuerte y rápido.
Y Troy lo perdió por completo, gimiendo de pura felicidad. Sí,
sí, sí…
Se corrió con tanta fuerza que vio estrellas, y luego se corrió de
nuevo cuando sintió a su Maestro correrse también, o al menos así
lo sintió. Suspiró de felicidad, el bucle de placer telepático casi
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demasiado. Últimamente había estado sucediendo con más
frecuencia, el placer del Maestro Andreas sangraba a través de sus
escudos mentales.
O tal vez eran los escudos mentales de Troy los que se estaban
comprometiendo. Tal vez se había comenzado a sentir demasiado
cómodo con este hombre y había bajado la guardia.
El pensamiento fue un poco alarmante, pero no lo suficiente
como para penetrar a través de la niebla de felicidad en la mente de
Troy.
Apenas detuvo un gemido cuando el Maestro Andreas comenzó
a salir de él. Siempre odió esa parte. Lo dejó sintiéndose vagamente
vacío y equivocado. Sin mencionar que tan pronto como el Maestro
le sacó la polla, las funciones cerebrales superiores de Troy
regresaron y comenzó a sentirse avergonzado por la forma en que
se había comportado. Como la peor puta de pollas. Joder, ¿qué le
estaba pasando?
—No sé por qué te haces esto. —dijo el maestro Andreas
rodando fuera de él, quedando sobre su espalda y suspirando de
satisfacción.
Troy también rodó sobre su espalda y miró al techo.
—¿Hacer qué?
—Sentirte avergonzado por la respuesta natural de tu cuerpo
hacia mí.
Troy hizo una mueca, sus mejillas estaban calientes. No había
nada jodidamente natural en la forma en que se convirtió en una
puta por la polla de su empleador.
—Es simplemente extraño. —dijo, pasando una mano por su
cabello desordenado. —No solía gustarme que me follaran. Hasta
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ti. Pero ahora estoy todo... —se encogió de hombros, incapaz de
decirlo. —Es raro.
El maestro Andreas se apoyó en un codo y puso una mano en la
barbilla de Troy, obligándolo a volver la cabeza hacia él.
Troy lo hizo, de mala gana.
Los ojos marrones oscuros lo estaban estudiando de una manera
que hizo que Troy se sintiera incómodo. Transparente.
—¿Por qué encuentras degradante estar en el extremo receptor
del sexo con penetración? Es solo sexo. No te hace menos solo
porque no juegas un papel dominante.
Troy se burló, incapaz de sostener su mirada. —Fácil para ti
decirlo. ¿Por qué no me dejas follarte entonces?
El maestro Andreas se encogió de hombros.
—Lo probé cuando era joven y no lo encontré tan agradable.
Pero tú sí lo haces. Mucho.
Troy lo miró con desgana y se mordió el interior de la mejilla.
—No soy... —se calló, odiándose un poco a sí mismo por su
incapacidad para mentirle a este hombre. —Siempre quise ser
elegido por un Maestro —dijo en voz baja, fijando sus ojos en el
hombro del Maestro Andreas. —Como Aprendiz, obviamente. Soy
un telépata de clase 4, bastante fuerte. Mis instructores dijeron que
los Iniciados como yo generalmente eran elegidos. Pensé que era
lo suficientemente bueno —sonrió, esperando que no pareciera
demasiado amargo. —Pero no lo era. Ningún maestro me eligió
como Aprendiz, así que terminé en el departamento de servicio. —
volvió a mirar al techo. —Cuando el Coordinador sugirió que me
iría bien como sirviente de placer, me pareció una broma, ¿sabes?
Pasar de mis ambiciones de ser un Maestro algún día a ser un
juguete para varios Maestros. Fue muy... descorazonador, supongo
—Troy rió entre dientes. —No quería ser un sirviente de placer.
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Pero resultó que mis talentos eran limitados incluso como sirviente.
No tenía aptitud para ningún otro trabajo en el departamento de
servicios. Así que al final no tuve más remedio que convertirme en
un sirviente de placer.
También existía la opción de dejar el Alto Hronthar por
completo e irse a vivir con los forasteros, pero esa opción había
sido demasiado abrumadora. Los Iniciados no reclamados no se
vieron obligados a permanecer en la Orden, pero irse significaba
cortar todos los lazos con su antigua vida. A Troy no le agradaba la
perspectiva de que le borraran los recuerdos y no volver a ver a sus
amigos de aquí nunca más.
—Así que sí. —dijo Troy con una sonrisa torcida. —No es como
si tuviera muchas otras opciones. Y el trabajo no es tan malo. Es
solo sexo. Soy bueno en el sexo. Pero me hice la promesa de que
mantendría cierto grado de control, incluso si es una ilusión, que
nunca… —se interrumpió, sintiéndose profundamente incómodo.
Ya había dicho más de lo que jamás le había dicho a nadie.
—Ya veo.
Cuando Troy finalmente encontró el coraje para mirarlo, la
mirada del Maestro Andreas estaba fija en él con una expresión
extraña y suave que Troy no podía leer del todo.
—No deberías ser un sirviente de placer si no quieres serlo. —
dijo al fin.
Troy soltó una carcajada. —Hablando como miembro
privilegiado del Consejo. No es tan simple, Maestro.
—Andreas.
Cuando Troy lo miró sin comprender, el Maestro aclaró:
—Puedes llamarme Andreas.
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Troy solo pudo mirarlo, aturdido e inseguro de cómo responder
a eso. Era inaudito que un sirviente de placer llamara a un Maestro,
y mucho menos a un Gran Maestro del Consejo, por su nombre.
Diablos, a los sirvientes de placer no se les permitía levantar la vista
hacia un Maestro sin un permiso explícito. Esto fue completamente
sin precedentes.
Le hacía sentir... como una persona. No solo un sirviente sin
talento que solo era lo suficientemente bueno para ser un juguete
sexual. Una persona.
Antes de que Troy pudiera detenerse, se inclinó y presionó sus
labios contra los de su Maestro. Sintió que Andreas se tensaba un
poco, y luego una mano se enterró en el cabello de Troy y Andreas
le devolvió el beso.
Oh.
Troy nunca había sido muy aficionado a los besos. Vio poco
sentido en eso. ¿Qué tenía de sexy intercambiar saliva y probar lo
que fuera que la otra persona había comido recientemente?
Pero dioses, la forma segura y serena en que Andreas besó fue
increíblemente satisfactoria. Fue directo a la polla de Troy. Le hizo
gimotear y abrir más la boca, deseando que la lengua fuera más
profunda. Mierda…
Envolviendo sus brazos alrededor de su Maestro, Troy lo colocó
encima de él y abrió las piernas. Parecía lo más natural del mundo
encontrar la polla endurecida de Andreas y alinearla con su entrada.
Troy estaba un poco dolorido y ni siquiera estaba completamente
duro todavía, pero no le importaba: quería a este hombre dentro de
él, ahora.
Gimió en la boca de Andreas cuando consiguió lo que quería.
Sí, sí, por favor.
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Capítulo 4
Besar era una cosa pequeña. No debería haber cambiado nada.
Pero lo hizo.
Hizo que el sexo fuera menos impersonal. Más íntimo. Hizo que
Troy se diera cuenta de que la lujuria y el deseo no eran lo mismo.
Cuando miró a Andreas, quería. Quería tocar y ser tocado. Besar y
ser besado. El deseo lo hizo ansioso por el regreso de Andreas. El
deseo le hizo sentir un hormigueo en el interior cuando los labios
de Andreas se curvaron en una sonrisa, y Troy solo podía besarlo
de nuevo. Una y otra vez y otra vez y otra vez. Y una vez más.
El deseo era un pequeño monstruo horrible dentro de él que
parecía anhelar más cuanto más Troy lo alimentaba.
Así que siguió alimentándolo. Porque no estaba seguro de qué
pasaría si se detenía.
***
Había una regla según la cual los instructores de Troy siempre
le advirtieron: No apegarse a su empleador. Todo sirviente del
placer sabía lo importante que era esa regla. Troy también lo hizo.
Siempre se había burlado cuando escuchó historias de sirvientes de
placer que se enamoraban de sus empleadores. Idiotas, había
pensado de ellos.
Y ahora…
Troy era lo suficientemente consciente de sí mismo como para
darse cuenta de que se estaba obsesionando un poco. Un poco
apegado. Era consciente de que Andreas le agradaba más de lo que
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le habían gustado todos sus empleadores anteriores juntos. Andreas
simplemente lo hizo sentir… bien. Andreas no lo trataba como una
cosa. A Troy le gustó la forma en que Andreas lo miraba, sus ojos
oscuros atentos y concentrados. Le gustó la forma en que Andreas
lo tocó: asertivo pero gentil. A Troy le gustaba pasar tiempo con él,
le gustaba compartir comidas con él, le gustaba despedirse de él
con un beso y esperarlo en casa. Incluso le gustaba verlo trabajar.
Sabía que estaba pisando aguas peligrosas, pero aún confiaba en
que lo tenía bajo control. Lo hizo totalmente.
Realmente.
***
Troy miró su reloj y frunció los labios. Ya era medianoche.
Estrictamente hablando, Andreas no le había dicho que lo
esperara, porque era muy probable que esta sesión del Consejo
fuera larga, pero Troy había decidido esperarlo de todos modos. Su
Maestro generalmente estaba excitado después de pasar horas en
lugares cerrados con varias docenas de personas, lo que
inevitablemente lo hizo absorber algunos de sus impulsos sexuales.
Andreas lo iba a necesitar.
Troy bostezó y miró con nostalgia la cama.
La cama de Andreas.
Rara vez tenían sexo en la cama y, en las raras ocasiones en que
lo hacían, Troy nunca se había quedado en esa cama después del
sexo. Pero sabía que el colchón era suave y cómodo. Acostarse solo
por un momento no estaría de más, ¿verdad?
Troy se estiró en la cama con un suspiro de satisfacción.
Las frías sábanas se sentían increíbles contra su piel desnuda.
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Se puso boca abajo y apretó la cara contra la almohada. Olía muy
bien. Troy respiró profundamente, y luego una y otra vez, antes de
darse cuenta de que lo que estaba inhalando con tanta avidez era el
aroma de Andreas. Su loción para después del afeitado.
Troy hizo una pausa y luego tomó otra respiración culpable. Solo
olía bien, ¿de acuerdo?
—Pensé que ya te habrías ido.
Troy se ruborizó, se volvió de espaldas y se sentó rápidamente.
—¿Quieres que me vaya? Pensé que me necesitarías… mis
servicios esta noche, pero si estás cansado, me iré.
Andreas dejó caer su túnica negra sobre la silla y negó con la
cabeza. —Estoy cansado, pero esta noche estaba sentado al lado del
Maestro Ervis y... —hizo una mueca. —Digamos que el hombre
piensa en el sexo con demasiada frecuencia para una persona de
127 años.
Riendo, Troy se puso de pie. —Ven aquí, déjame ayudarte a
desnudarte. —desabotonó la camisa de Andreas sin prisa mientras
Andreas solo lo miraba con ojos oscuros.
—¿Qué? —Troy dijo, una sonrisa tirando de sus labios. Andreas
se encogió de hombros y no dijo nada, todavía mirándolo.
Sintiéndose extrañamente nervioso, Troy terminó de desnudarlo
y lo empujó hacia la cama.
Era la primera vez que Troy veía a su Maestro completamente
desnudo.
Era hermoso: todo músculo liso sin ser demasiado fornido.
Andreas se recostó contra las almohadas, mirándolo con los ojos
entrecerrados mientras Troy deslizaba sus labios por su cuerpo,
besando sus pectorales, sus duros abdominales, antes de finalmente
llevarse su rígida polla a la boca.
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—Mírame. —ordenó Andreas. —Mantén tus ojos en mí.
Troy hizo lo que le dijo, sosteniendo la mirada de su Maestro
mientras chupaba su polla. Se sentía insoportablemente íntimo. E
increíblemente excitante. Troy se encontró empujando su polla
contra el colchón mientras Andreas disfrutaba de su boca.
Después, se quedó dormido allí mismo, saciado y contento, con
el sabor de su Maestro aún en sus labios.
Se despertó de costado, sintiéndose muy cálido y bien. Le tomó
un momento darse cuenta de que el peso en su cintura era el brazo
de Andreas. La dureza familiar estaba presionada contra su trasero,
pero Andreas parecía lo suficientemente contento como para
abrazarlo.
Troy tarareó, disfrutando de lo bueno que era sentir esa piel
desnuda contra su piel desnuda. —Deberíamos hacer esto en la
cama más a menudo. —murmuró, entrelazando sus dedos con los
de Andreas.
—Deberíamos. —coincidió Andreas, chupando moretones en su
cuello.
Troy sonrió, volvió la cabeza y frotó los labios contra la mejilla
sin afeitar de Andreas. Andreas unió sus bocas y Troy le devolvió
el beso con avidez, sin importarle el aliento matutino. Joder, este
hombre.
Era la mejor mañana que había tenido en mucho tiempo.
***
No fue la última.
Troy no estaba seguro de cómo había sucedido, pero después de
esa noche, pasó la mayoría de las noches en la cama de Andreas.
Realmente nunca hablaron de eso, pero seguía sucediendo una y
otra vez. Andreas no parecía tener prisa por echarlo de la cama
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después del sexo, y Troy se sentía demasiado perezoso para irse
cuando podía quedarse en los brazos de Andreas e intercambiar
besos perezosos hasta que ambos se durmieron.
A veces se despertaba en medio de la noche y simplemente
disfrutaba de cómo los brazos de Andreas se sentían a su alrededor,
sólidos y cálidos. A él le gustó. Le gustaba escuchar la respiración
uniforme de Andreas. Le gustaba quedarse dormido con el sonido.
Fue como la mejor canción de cuna del mundo.
Las campanas de advertencia estaban comenzando a sonar en el
fondo de su mente, pero Troy las ignoró, enterrando su rostro contra
el pecho de Andreas y dejando que los latidos constantes de
Andreas le volvieran a dormir.
***
El tiempo pasó de forma extraña. A veces, los meses parecían
pasar a la velocidad de la luz y, a veces, el tiempo parecía
arrastrarse al paso de un caracol. El tiempo tendía a retrasarse
cuando Andreas estaba lejos del Alto Hronthar, aunque
últimamente se llevaba a Troy con él en todos sus viajes fuera del
planeta, sin importar lo corto que fuera el viaje.
A Troy le encantó. Sabía que estos viajes eran por negocios, pero
aun así se sentían como vacaciones, especialmente cuando Andreas
lo llevó al paradisíaco planeta Neone. Después de que el negocio
de Andreas concluyó, pasaron varios días holgazaneando en la
hermosa playa y teniendo sexo todo el tiempo.
La arena era molesta, pero a Troy no le importaba.
Se sentía como si estuviera sonriendo todo el tiempo.
***
Troy llevaba siete meses trabajando para Andreas cuando el
tema surgió por primera vez.
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—¿Qué opinas sobre una fusión? —Andreas murmuró,
rompiendo el cordial silencio que se había apoderado de ellos
después del sexo.
Troy abrió los ojos, aunque no pudo ver mucho, ya que su rostro
estaba enterrado contra el costado de su Maestro. Él se rió entre
dientes.
—¿Es una pregunta hipotética?
Andreas guardó silencio y pasó los dedos por el brazo desnudo
de Troy flojamente.
—¿Quieres que lo sea? —dijo al fin.
Troy se humedeció los labios secos y se apartó un poco para
mirarlo a los ojos. —¿Hablas en serio? —él susurró.
La mirada de Andreas se mantuvo firme. —No te estoy
presionando. —dijo. —No está en nuestro contrato. Puedes, y
debes, decir que no si no quieres hacerlo. Los riesgos no son
pequeños. Soy un telépata de clase 5, y eso significa...
—Quiero intentarlo. —espetó Troy, un poco avergonzado por su
propio entusiasmo, pero demasiado asustado de que Andreas se
retractara de su oferta antes de que pudiera acceder. Una fusión
telepática era el acto más íntimo en el que podía participar su
especie. La gente decía que era más íntimo y más agradable que el
sexo. Troy no estaba seguro de creerlo, pero siempre había sentido
curiosidad por ello. El problema era que las fusiones telepáticas
solo podían ser practicadas por un Maestro capacitado. Los
sirvientes de placer no entrenados como él tenían estrictamente
prohibido practicarlas, por una buena razón.
Una fusión telepática era básicamente un acto de desnudar tu
mente a la de otro. Un telépata de alto nivel con malas intenciones
podría hacerte cualquier cosa durante la fusión, incluso hacer que
tu corazón se detenga. No ayudó que se supiera que las fusiones
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telepáticas eran altamente adictivas si había una alta compatibilidad
mental. Supuestamente se sentían muy, muy bien.
—¿Está seguro? —Andreas dijo, poniendo sus dedos justo
debajo de la oreja izquierda de Troy, donde estaba ubicado su punto
telepático. Aunque su rostro estaba casi impasible, había hambre en
sus ojos ahora, profunda y depredadora. Era obvio que lo deseaba
desesperadamente. Era un poco conmovedor que todavía quisiera
asegurarse de que Troy realmente lo quisiera.
Troy asintió. —Estoy seguro. —dijo con una leve sonrisa, su
estómago lleno de mariposas. Joder, la mera idea de tener a este
hombre tan profundamente dentro de él que podría sentirlo dentro
de su mente era ... tan aterradora como estimulante.
Andreas lo miró un momento antes de negar con la cabeza y
apartar la mano. —No estás listo todavía.
Troy frunció el ceño. —¿Por qué no?
Sonriendo un poco, Andreas tocó el labio inferior de Troy con
el pulgar. —No te pongas de mal humor. Es por tu propio bien.
Piensa en ello al menos durante unos días. No quiero presionarte
para que lo hagas. —algo cambió en su expresión. —Francamente,
está muy mal visto hacerlo con un sirviente del placer que no está
certificado en placer mental. Se supone que debo contratar a otro
sirviente para algo como esto.
El estómago de Troy se revolvió. —Puedo hacerlo. —dijo
rápidamente, apretando su brazo alrededor de la cintura de
Andreas. —¡Quiero hacerlo!
Andreas negó con la cabeza. —Tres días. Te lo volveré a
preguntar en tres días, y si aún lo quieres, lo haremos.
—No veo ningún sentido en esperar. —dijo Troy, sintiéndose
mucho más decepcionado de lo que probablemente debería haberse
sentido. —Mi respuesta no cambiará. Nada cambiará en tres días.
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—Troy.
Suspirando, Troy se acurrucó en su bíceps. —Bien. —dijo,
tratando de no fruncir el ceño visiblemente. No estaba de mal
humor, maldita sea. Era un hombre adulto. —Tres días.
Parecía que el tiempo se arrastraba para siempre, y al final del
tercer día, Troy sintió ganas de golpear a alguien. Preferiblemente
a sí mismo, para poner algo de sentido en su cabeza.
Había terminado estando tanto en lo correcto como en lo
horriblemente equivocado: su opinión no había cambiado, pero
sería incorrecto decir que nada había cambiado. Con cada día que
pasaba, se sentía más nervioso e impaciente, irracionalmente
paranoico de que Andreas cambiara de opinión y decidiera emplear
los servicios de un sirviente profesional del placer mental en lugar
de decidirse por él.
No es que fuera de su incumbencia si su Maestro decidiera
hacerlo. Por supuesto que no lo era. Troy lo entendía. Lo hacía
totalmente. Pero no hizo nada para borrar el feroz y feo impulso de
envolver a Andreas y gruñir ...
Joder, estos pensamientos posesivos lo asustaban. Era una suerte
que Troy, en general, no pensara demasiado en las cosas o perdiera
el sueño por ello. Su forma favorita de lidiar con las emociones
inconvenientes era generalmente ignorarlas hasta que se iban. Así
que hizo todo lo posible por ignorar esos pensamientos estúpidos.
No querían decir nada. Lo único que querían decir era que podría
haberse encariñado un poco. Un poquito. Un poquito muy
pequeñito. Tan pequeñito que no valía la pena estresarse.
Claro.
Al caer la tarde del tercer día, Troy estaba preparado. Algunos
dirían incluso que estaba demasiado preparado. Literalmente estaba
temblando de impaciencia. Aunque había dejado de usar tapones
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hace meses, se había puesto uno dentro esa tarde. No creía que
pudiera esperar un solo momento después de la llegada de Andreas
a casa.
Quería a su Maestro dentro de él. Quería que tocara su núcleo
telepático, lo acariciara con el suyo, hasta que estaba en todas
partes. En cada una de sus células. Dentro de él.
Joder, ¿por qué pensar en eso lo excitaba? Ni siquiera había
experimentado una fusión telepática; ¿por qué estaba tan
convencido de que se sentiría increíble? Era la forma más invasiva
de contacto telepático. Debería haber estado asustado. O al menos
aprensivo. No excitado de forma inapropiada.
Y, sin embargo, Troy lucía una erección completa cuando llegó
Andreas. Su Maestro se detuvo en la puerta de su dormitorio, su
mirada se agudizó al ver la forma agitada y sonrojada de Troy en
su cama. Su forma muy desnuda.
Con la mirada fija en él, Andreas dejó caer su túnica negra al
suelo, quedándose solo con su camisa y pantalones negros.
Joder, estaba tan caliente. Su cuerpo alto y en forma, su rostro
anguloso y sus intensos ojos marrones.
La polla de Troy palpitaba, dolorosamente dura.
—Es una cálida bienvenida. —murmuró Andreas.
Troy ni siquiera podía obligarse a coquetear. Mirándolo a los
ojos, abrió las piernas de forma desenfrenada y lentamente sacó el
tapón de su agujero. Joder, una parte de él, una parte muy distante
de él, no podía creer su comportamiento desvergonzado. Si alguien
le hubiera dicho hace siete meses que estaría abriendo las piernas
con tanto entusiasmo por otro hombre como el peor tipo de zorra
por polla, los habría golpeado.
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Sin embargo, aquí estaba. Excitado y ansioso por la polla de otro
hombre, encontrándolo con un tapón en su trasero como una puta
bien entrenada.
Troy se estremeció, abriendo más los muslos, perversamente
disfrutando de lo cachondo que se sentía, disfrutando del deseo que
podía leer en los ojos de Andreas. Se sentía sexy. Deseable. Fue
una sensación embriagadora.
—Entra en mí. —dijo, mirando de los ojos de Andreas al bulto
notable en la parte delantera de sus pantalones. —Te quiero dentro
de mí cuando nos fusiones.
La garganta de Andreas se movió. —No creo que sea una buena
idea. —dijo. —Podría perder el control de esa manera. Podría
lastimarte.
No importa.
Troy se tragó las estúpidas palabras y dijo algo sólo un poco
menos estúpido. —Confío en ti.
La mirada de Andreas pareció oscurecerse. —No seas tonto. —
dijo, pero ya estaba avanzando.
Cuando el cuerpo desnudo de Andreas se posó sobre él, Troy
gimió de felicidad. Su gemido se volvió agudo cuando la polla de
Andreas entró en él con un fuerte empujón. Sí, sí, por favor. Dioses,
era la mejor maldita sensación del mundo: la forma en que estaba
estirado hasta su límite, la forma en que la polla de Andreas se
frotaba contra las sensibles paredes de su agujero. No podía tener
suficiente. Seguramente nada podría sentirse mejor que esto.
Él estaba equivocado.
Sus ojos se abrieron de golpe cuando la mente de Andreas se
deslizó dentro de la suya. No había palabras para describir este
sentimiento. Gimió cuando sintió a Andreas profundizando cada
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vez más, frotándose contra su propio núcleo, amplificando el placer
que sentía. De repente pudo verse a sí mismo a través de los ojos
de Andreas: su rostro enrojecido, sus labios rojos abiertos en un
gemido silencioso, sus ojos vidriosos, sus caderas moviéndose
hacia atrás enfrentarse a las embestidas de Andreas, empalándose
con avidez en su polla. Se veía obsceno. Parecía algo salido de una
porno. También podía sentir lo bien que se sentía follar en su
estrecho y resbaladizo agujero, lo borracho que se sentía al ver a
Troy desmoronarse sobre su polla, bajo su toque, debajo de él,
hermoso, un niño tan hermoso.
Troy lo miró débilmente, deseando sentirse ofendido. —No soy
un niño. —se las arregló para decir antes de tirar de Andreas hacia
abajo, arrastrándolo a un beso codicioso. Joder, él quería
consumirlo, tenerlo dentro de él en cada una de las posibles
maneras. Cuanto más profundo lo tenía, más insaciable se sintió.
Honestamente, estaba empezando a asustarlo.
Incluso cuando se corrió, todavía quería más, a pesar de tener el
mejor y más intenso orgasmo de su vida.
—Quédate en mí. —exigió, jadeando, con las piernas envueltas
con fuerza alrededor de las caderas de Andreas y su núcleo
telepático latiendo de satisfacción.
Andreas se quedó.
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Capítulo 5
—¡Deja de mirar tu reloj! Vamos, ¿qué te pasa?
Troy apartó la mirada de su reloj y le dio a Yulia una sonrisa
lánguida. —Estoy bien. —dijo, obligándose a parecer
comprometido e interesado en lo que sea que sus amigos estuvieran
discutiendo.
Era su día libre. Realmente necesitaba deshacerse del hábito de
mirar el tiempo. Andreas había dicho que hoy no lo necesitaría.
Pero en lugar de tranquilizarlo, la idea hizo que se le encogiera
el estómago.
¿Andreas se estaba cansando de él?
—Oye, Troy —dijo Noel, sacándolo de sus pensamientos.
Fue un alivio. No le gustaba la dirección de sus pensamientos
últimamente, no le gustaba lo obsesivos que se habían vuelto. Lo
necesitado que se había vuelto.
—¿Qué? —dijo, cambiando su mirada hacia el otro sirviente de
placer.
Noel tenía una expresión curiosa en su rostro. —Entonces, ¿ya
encontraste un nuevo trabajo?
Troy parpadeó. —¿Qué?
Noel le lanzó una mirada de desconcierto y frunció el ceño. —
¿Un nuevo trabajo? ¿No ha pasado casi un año desde que
empezaste a trabajar para el Maestro Andreas? Tu contrato debería
terminar pronto, ¿verdad?
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Troy lo miró fijamente.
Cierto.
Contrato.
¿Cómo pudo haberlo olvidado? Para ser justos, no había
trabajado para el mismo empleador tanto tiempo antes; los
Maestros tendía a aburrirse fácilmente con los sirvientes de placer
y la mayoría de los contratos terminaban después de unos meses.
El tiempo más largo que Troy había estado empleado antes era de
seis meses. Nunca había durado un año, por lo que la regla de que
un sirviente de placer debe cambiar de Maestro después de un año
no había sido relevante para él. Se había olvidado por completo,
para ser honesto.
Hasta ahora.
Con el estómago retorciéndose en un nudo tenso e incómodo,
Troy se lamió los labios secos.
—Todavía no. —se escuchó decir, su tono inexpresivo.
Pero, afortunadamente, Noel no parecía haber notado nada
extraño.
—El Maestro Sawn está rescindiendo mi contrato, así que
también estoy buscando un nuevo empleador —dijo Noel. —
¿Quizás puedas presentarme en buenos términos con el maestro
Andreas?
Troy apretó los puños debajo de la mesa. Él tuvo que sofocar
activamente el impulso de mostrarle los dientes a Noel como un
animal salvaje y decirle que se fuera a la mierda.
Mierda, ¿qué le pasaba? Su amigo no había dicho nada malo.
Noel tenía razón. Había pasado un año. Troy debería estar
buscando un nuevo empleador y Andreas debería estar buscando
un nuevo sirviente. De hecho, era muy posible que su Maestro ya
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hubiera encontrado un nuevo sirviente. ¿Por qué Andreas le daría
un día libre hoy de repente? Tal vez quería entrevistar a un posible
sirviente de placer sin que Troy estuviera allí. Tal vez incluso
quería probar con otro sirviente de placer.
—Hombre, ¿qué te pasa? —dijo Noel, mirándolo con recelo. —
Tu aura telepática es una especie de...
—Estoy bien. —Troy soltó, golpeando sus escudos mentales y
tratando de desenredar el nudo venenoso en su estómago.
Respira. Respira, maldita sea. No eres dueño de él. Es solo tu
empleador. Empleador. Quien pronto ni siquiera será tu
empleador.
Troy repitió ese mantra de camino a casa, de camino a la casa de
su empleador.
Repitió ese mantra mientras entraba a la casa, odiándose a sí
mismo por siquiera tener que repetirlo.
Era solo un hábito, se dijo. Simplemente se había acostumbrado
a Andreas, a sus besos, a su cuerpo encima de él, a su polla dentro
de él. Se había acostumbrado a sentirse cómodo y relajado. Era
natural que la intimidad física frecuente y los orgasmos alucinantes,
junto con las frecuentes fusiones telepáticas, hubieran creado una
especie de apego. Sabía que se había vuelto un poco apegado
durante el año pasado. No era gran cosa. Podría superarlo.
Lo superaría.
No era un problema. Se negó a ser uno de esos cuentos de
advertencia que todos escucharon como aprendices.
—¿Troy?
Troy se detuvo en seco antes de que su cabeza girara hacia el
sonido de la voz de Andreas.
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Barrió su mirada sobre su alta figura, odiándose a sí mismo por
buscar cualquier signo de sexo.
No encontró ninguno. Andreas parecía su yo normal y seguro de
sí mismo. No estaba usando su túnica, vestido solo con pantalones
negros y un suéter gris oscuro de aspecto suave que abrazó sus
anchos hombros y su cuerpo delgado y musculoso. Los ojos
marrones lo miraban con algo inidentificable en ellos.
—Pareces perturbado. —dijo Andreas, acercándose.
Antes de que Troy pudiera detenerse, su presencia telepática ya
se extendía con avidez y tocaba la de su Maestro.
La expresión de Andreas no cambió, pero su aura telepática se
agudizó, volviéndose inquisitiva. Envolvió a Troy, casi tan familiar
como la suya después de meses de intimidad.
Troy apenas pudo detener un gemido, su polla ya se estaba
endureciendo y sus dedos se movían nerviosamente mientras
extendía la mano para tocarlo, pasarlas por el cabello de Andreas,
sobre ese pecho musculoso, luego deslizarse debajo del suéter.
Involuntariamente, sus labios se separaron, queriendo besos y
luego una lengua entre ellos, algo para chupar, para encontrar una
salida para el deseo que palpitaba bajo su piel. Quería consumir a
este hombre. O más bien, quería ser consumido por él.
Solo tu empleador, se recordó a sí mismo bruscamente, molesto.
Molesto y muy perturbado. Aunque había sido muy consciente del
deseo cada vez más fuerte que había comenzado a sentir por su
Maestro, este borde desesperado y necesitado nunca había sido más
perturbador. Se acabó el año.
Se acabó el año.
—Ha pasado un año. —espetó Troy cuando su Maestro puso sus
manos en la cintura de Troy y lo acercó a él. Sus pensamientos ya
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se estaban nublando, sus labios temblaban de impaciencia. Besos.
Quería besos. Quería la boca de Andreas sobre él.
Andreas le dirigió una mirada fija que Troy no pudo leer.
—Así es. —dijo, su tono neutral.
—¿Has encontrado ya otro sirviente de placer? —Troy dijo,
tratando de mantener su voz igual de neutral, y en absoluto como si
el ácido se comiera su carne desde adentro.
Los ojos marrones lo miraron de una manera que parecía
evaluadora. —¿Quieres que encuentre uno?
Troy parpadeó un par de veces, perdido. —¿Importa lo que
quiero? Es la regla. Los Maestros no pueden tener el mismo
sirviente de placer durante más de un año. —ni siquiera estaba
seguro de por qué existía esta regla en el Alto Hronthar… aunque,
lo recordaba ahora que lo pensaba. Podía recordar vagamente una
historia de hace unos siglos sobre una sirvienta de placer que se
enamoró de su Maestro y luego mató al aprendiz del Maestro por
celos. La regla se había implementado para desalentar a los
sirvientes de placer de apegarse demasiado a sus Maestros.
—La regla. —repitió Andreas, sin dejar de mirarlo con
extrañeza. —No estoy preguntando por la regla. Te pregunto si
quieres que encuentre un nuevo sirviente.
—Yo... no entiendo. —dijo Troy.
¿Fue esto algún tipo de prueba?
Andreas suspiró y dio un paso atrás, un destello de emoción
cruzó sus ojos oscuros. Juntó los brazos a la espalda y miró a Troy
con una expresión indescifrable.
—Las reglas existen por una razón. Pero pueden romperse. De
hecho, se rompen todo el tiempo sin ninguna consecuencia por
parte de ciertos Maestros.
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—¿De verdad? —Troy dijo, sus cejas juntas. —¿Por quién?
Nunca antes lo había escuchado.
—Castien había mantenido el mismo sirviente de placer durante
años antes de finalmente despedirlo hace algún tiempo.
—¿Castien? —Troy repitió, aturdido. —¿Te refieres al Gran
Maestro Idhron? —cuando Andreas asintió, Troy lo miró
fijamente. —¿Por qué? ¿Se... se encariñó con su sirviente de
placer? —era repugnante lo mucho que quería que Andreas lo
confirmara, para confirmar que a veces los Maestros también se
apegaba a los sirvientes de placer humildes.
Pero para su decepción, Andreas negó con la cabeza y curvó los
labios.
—Para nada. Sospecho firmemente que la única razón por la que
Castien mantuvo a ese sirviente durante tanto tiempo fue por el gran
parecido del sirviente con su Aprendiz. Se lo folló porque no podía
follar con su aprendiz.
—No puedes saber eso. —refunfuñó Troy, tratando de esconder
su decepción.
La sonrisa de Andreas se volvió irónica. —Créeme, lo hago. He
estado en la misma habitación con Castien y su Aprendiz con la
suficiente frecuencia como para saber exactamente lo que el Gran
Maestro Supremo de la Orden siente por su Aprendiz.
Troy se rió. —Tu don debe ser muy extraño cuando interactúas
con otros Maestros. ¿Cómo puedes mirarlos a los ojos cuando
puedes sentir todos sus pensamientos e impulsos sucios?
Andreas se encogió de hombros, pero sus ojos se reían. —A
veces puede ser un desafío mantener la cara seria. —admitió antes
de que su mirada se volviera seria de nuevo. —Como puedes ver,
hay precedentes de Maestros que rompen esa regla.
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El corazón de Troy dio un brinco. ¿Andreas realmente estaba
ofreciendo…?
Abrió la boca para decir que, por supuesto, quería quedarse, pero
no quería parecer demasiado ansioso. Demasiado apegado.
Demasiado patético.
Cuando el silencio se prolongó, Andreas volvió a hablar.
—También hay otra opción —dijo. —Una mejor opción para ti.
Puedo asignarte otro trabajo.
Por un momento, Troy estuvo seguro de que lo había oído mal.
¿Qué?
Debe haberlo dicho en voz alta, porque Andreas respondió: —
Es muy inusual, sí. Normalmente, los sirvientes no pueden cambiar
su campo de trabajo una vez que se les asigna. De hecho, sería una
infracción más grave de las reglas que mantenerte como mi
sirviente. Pero puede hacerse.
Troy negó con la cabeza, aturdido. —No soy... no soy bueno en
nada más. Fallé mis pruebas de aptitud. —Hubiera sido humillante
decirle eso a cualquier otra persona, pero Andreas ya lo sabía.
Los ojos de su Maestro se suavizaron un poco. —Es posible que
no tengas aptitud para campos especializados, pero aún puedes
trabajar en algunos trabajos de oficina que no requieren una aptitud
en particular. De hecho, el antiguo monasterio del Alto Hronthar
necesita un empleado de oficina en este momento. Le he
preguntado hoy. El trabajo es tuyo si lo quieres.
¿Así de simple era todo?
Troy no podía razonarlo objetivamente. Los sirvientes no solo
cambiaban su campo de trabajo de esa manera. No era posible
hacerlo. Los sirvientes de placer no se convirtieron en empleados
respetables en el monasterio. Era... Era...
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Con la visión repentinamente borrosa, Troy le dio la espalda a
Andreas y parpadeó para eliminar la humedad.
—Estás molesto. —dijo Andreas.
Troy lo sintió acercarse y poner sus manos sobre sus hombros.
La necesidad de hundirse en este hombre y sentir sus brazos
alrededor de él era tan fuerte que Troy tuvo que usar toda su fuerza
de voluntad para no hacerlo.
—No. —se atragantó con una risa. Aunque no estaba siendo del
todo sincero. Fue perturbador saber que todo lo que se necesitaba
para cambiar la vida de uno de manera tan drástica eran las
conexiones correctas. El hombre correcto.
No fue culpa de Andreas, por supuesto. Fue el sistema corrupto.
Lo que Andreas le estaba ofreciendo estaba más allá de lo
maravilloso. Andreas había sido maravilloso con él.
Había sido tan maravilloso que Troy no podía imaginar dejarlo.
Troy se mordió el labio con fuerza, el pensamiento hizo que sus
entrañas dolieran. Ese era el centro del problema, ¿no?
A pesar de la increíble oportunidad que le estaba ofreciendo
Andreas, parte de él, la parte estúpida, se sintió presa del pánico y
opresión en el pecho ante la idea de no ser su sirviente de placer
nunca más. Al pensar en Andreas reemplazándolo por alguien más.
Tenía tantas ganas de quedarse que estaba desafiando toda razón
y lógica. Él sabía que era muy tonto. Sabía que se le estaba
ofreciendo la oportunidad de su vida.
Sin embargo, no cambió el hecho de que quería darse la vuelta,
hundir la cara en el cuello de Andreas y no soltarlo nunca.
Idiota. ¿Cuándo exactamente había caído tan mal por él?
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Fue solo un enamoramiento. Tenía que serlo. No podía ser otra
cosa, porque los altos y poderosos Grandes Maestros del Consejo
no se enamoraban de sus sirvientes de placer. Como mostró el
ejemplo del Maestro Castien, los sirvientes de placer eran solo
herramientas para satisfacer los deseos de los Maestros cuando no
podían tener a alguien a quien realmente querían.
—Gracias. —dijo Troy. Su voz ni siquiera sonaba como la suya.
—¿Cuando empiezo? ¿Debo ir primero con el Coordinador?
Detrás de él, Andreas guardó silencio por un momento antes de
decir: —Puedes irte ahora mismo, si quieres. Llamaré al
Coordinador.
Troy cerró los ojos, su corazón en algún lugar de su estómago.
—Gracias. —dijo de nuevo, dándose la vuelta. Di que quieres que
me quede, suplicó algo en él mientras miraba a Andreas a los ojos.
Una palabra y me quedaré.
La mirada de Andreas era ilegible. Él no dijo nada.
Más tarde, Troy se lo agradecería.
Pero eso sería más tarde.
***
Andreas ni siquiera vino a despedirlo.
Troy empacó sus cosas lo más lentamente que pudo, esperando
contra toda esperanza que Andreas apareciera. Pero no se lo veía
por ninguna parte, y Troy ya no podía holgazanear sin parecer
ridículo y patético.
—Vaya, no me extraña que necesitaras ayuda. —dijo Noel,
mirando sus maletas.
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Troy miró sus maletas y se encogió. Hasta ese día, no se había
dado cuenta de la cantidad de cosas que había trasladado a la casa
de Andreas. Fue una especie de revelación. Y una deprimente.
—Me sorprende que el Maestro Andreas te haya permitido
mover tantas cosas a su casa. —dijo Noel, agarrando algunas bolsas
y dirigiéndose a la cámara de teletransportación más cercana.
Troy no dijo nada. Agarró el resto de las bolsas y siguió a Noel
lentamente, reprimiendo violentamente el impulso de mirar hacia
atrás, a la casa.
Noel siguió parloteando, sin inmutarse por su silencio.
—Todavía no puedo creer que el maestro Andreas te esté
consiguiendo otro trabajo. —se rió entre dientes y le dio una
palmada en el hombro a Troy —¿Le chupaste la polla tan bien? O
tal vez…
—Cállate. —dijo Troy, sin mirarlo. —Por favor.
Noel se calló.
Troy podía sentir su mirada inquisitiva sobre él, pero
afortunadamente permaneció callado.
Todavía guardaron silencio cuando llegaron al antiguo
apartamento de Troy. Luego, Troy pasó unos buenos veinte
minutos buscando las llaves de su apartamento mientras Noel
esperaba pacientemente. Probablemente era dolorosamente obvio
que había dejado de regresar al apartamento hacía mucho tiempo.
Por fin, Troy logró encontrar las llaves en el fondo de una de sus
maletas.
—¡Aquí están! —dijo demasiado alto, evitando la mirada de
Noel, y abrió la puerta.
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Entró y miró a su alrededor, sintiendo... no estaba seguro qué.
Se sentía entumecido, y había una cualidad surrealista en todo el
asunto, como si no pudiera ser real que estaba mudándose de
regreso a este lugar. El hecho de vivir aquí. No parecía real que
nunca… que nunca ...
—Eh, ¿estás bien, hombre? —Noel dijo, su voz incómoda.
Troy nunca pensó que sonreír pudiera ser doloroso. Hizo que le
dolieran los músculos de la cara. —Claro —dijo.
A juzgar por la mirada dudosa de Noel, no se lo creía.
Troy se volvió.
—Hogar, dulce hogar. —dijo, odiando lo falso que era su tono
de voz, odiándose a sí mismo por ser un patético tonto que quería
darse la vuelta y correr de regreso a la casa de Andreas y rogarle
que lo dejara quedarse, como un cachorro pateado pidiendo
atención y afecto a su dueño. Algo en él anhelaba hacerlo, al diablo
con su orgullo.
Suficiente. Se había encariñado un poco.
Pasaría.
Tenía que hacerlo.
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Capítulo 6
Trabajar como oficinista en el monasterio fue
sorprendentemente interesante. A Troy le gustó el trabajo. Fue
reconfortante ver a tantos forasteros todo el tiempo, y fue un desafío
interesante mantener la pretensión de que el monasterio era todo lo
que había en el Alto Hronthar, como si el asentamiento principal de
la Orden no estuviera ubicado en las Montañas Kavalchi.
Trabajó en estrecha colaboración con Irrene, la secretaria del
Gran Maestro, y ella fue muy amable y solidaria, lo que realmente
ayudó a Troy a adaptarse rápidamente al nuevo entorno.
Veía muchos Maestros y Maestros Mayores todo el tiempo en
su nuevo lugar de trabajo.
Sin embargo, no todos. Algunos.
Así que sí, el trabajo estuvo bien. Todo estuvo bien. Él tenía una
ocupación bastante interesante y respetable. Ya no tenía que tener
sexo con gente si no quería. Lo cual era genial en teoría, excepto
que no había sentido la menor inclinación a salir y echar un polvo.
Fue probablemente bueno también. Probablemente tenía sentido
que, con todos los cambios recientes en su vida, la perspectiva de
salir a echar un polvo se sintiera como una tarea. Tan pronto como
conociera a alguien atractivo, su libido volvería, Troy estaba seguro
de ello.
—¿Está el Maestro en su oficina?
La voz lo sobresaltó tanto que Troy se estremeció.
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Levantando la mirada, se encontró mirando a un joven
sorprendentemente hermoso con una túnica azul de aprendiz. El
cabello dorado oscuro enmarcaba un rostro exquisito con bonitos
ojos violetas. Los labios rosados impecables se doblaron en una
sonrisa educada. —Entonces, ¿el Maestro ya ha regresado?
Troy frunció el ceño. —¿Maestro? ¿Te refieres al Gran Maestro
Idhron?
El joven asintió, exudando leve impaciencia. —¿Eres nuevo?
Soy Eridan. —dijo, tocando el dethrenyte púrpura en su garganta.
La joya preciosa brillaba tenuemente, emanando una marca
telepática familiar. La marca del Gran Maestro.
¡Ah! Así que este era el infame Aprendiz del Gran Maestro de
la Orden. Con quien se rumoreaba mucho que el Gran Maestro
mantenía una relación sexual a pesar de que estaba muy en contra
de las reglas.
Troy casi resopla ante sus propios pensamientos. En teoría, un
Gran Maestro generalmente no estaba por encima de la ley, pero en
la práctica, él era la ley. El Maestro Castien Idhron se había
convertido recientemente en Gran Maestro, y el más joven de la
historia, pero había ejercido un enorme poder en la Orden mucho
antes de eso. El hombre asustaba a Troy, para ser honesto. Había
todo tipo de rumores sobre él, uno más salvaje que otro, y Troy no
estaba seguro de a cuál de ellos creer.
Al mirar el rostro deslumbrante de Eridan, Troy se inclinó a
creer el rumor de que el estimado Gran Maestro se estaba tirando a
su propio Aprendiz. Este rostro tentaría a un santo.
O un monje.
Las cejas de Troy se fruncieron cuando se dio cuenta de repente
que Eridan no provocaba nada en él. Si bien encontró a Eridan
hermoso objetivamente, no sintió ningún deseo real de follarlo.
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Fue... extraño. Eridan era exactamente su tipo, a Troy siempre le
había gustado ver a alguien joven y bonito debajo de él. Pero ahora
le costaba imaginar follándose a este tipo, sin importar lo
increíblemente atractivo que fuera.
Troy dijo con retraso: —Su Excelencia aún no ha regresado de
su viaje.
Eridan suspiró, se dejó caer en la silla y sacó un cuaderno de
datos de su bolsillo, claramente con la intención de esperar a su
Maestro.
Troy desvió la mirada hacia su computadora y la miró sin
comprender.
Hace un año, habría hecho todo lo posible por meterse en los
pantalones de Eridan. ¿Por qué no sintió ni un ápice de interés
ahora?
Tal vez simplemente no tenía ganas de echar un polvo. Además,
habría sido estúpido intentar coquetear con el… lo que sea que
Eridan fuera para el Gran Maestro.
Hace un año, no te habría importado, dijo una voz en el fondo
de su mente. Tu negación está envejeciendo, maldito cobarde.
Eridan se aclaró la garganta. —¿Estás bien?
Troy lo miró y trató de sonreír. —Seguro. ¿Por qué lo preguntas?
Eridan fijó sus ojos violetas en él para evaluarlo y se encogió de
hombros. —Tengo una fuerte empatía y no pude evitar sentir
algunas de tus emociones. En mi defensa, los estás proyectando con
mucha fuerza.
Mierda.
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—Lo siento. —murmuró Troy, haciendo todo lo posible por
reforzar sus escudos mentales, pero nunca había sido
particularmente bueno para proteger sus emociones.
—No te disculpes. —dijo Eridan, mirándolo con curiosidad. —
¿Estás realmente bien? Pareces… —se interrumpió, algo parecido
a una incomodidad apareciendo en su rostro. —Pareces... eres
infeliz. Anhelas algo, algo que crees que no puedes tener.
Troy abrió la boca para decirle que se ocupara de sus propios
asuntos, pero la cerró cuando vio la mirada de Eridan. Había
simpatía en ello, y también comprensión.
Eridan bajó los ojos y sonrió con tristeza, mirándose las manos.
—Definitivamente puedo relacionarme... ¿Al menos le dijiste
cómo te sientes?
Troy tenía la garganta apretada. —No. —dijo con voz áspera.
―¿Tú qué tal?
Eridan soltó una carcajada sin mirarlo. —Algo así. Le dije que
lo quiero. Sé que me quiere de vuelta. Pero dijo que no será “un
esclavo de sus impulsos básicos” o alguna mierda como esa. Y ese
fue el final. —levantó la mirada, sus ojos violetas llenos de fuego.
—Lo odio, pero al menos sé que me quiere. Si no lo confrontaba,
no sabría ni siquiera eso. Y eso es algo. —le dio a Troy una mirada
fija. —Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo
sabrías. Es mejor que la incertidumbre.
Troy solo lo miró, sintiéndose perdido.
Pero antes de que pudiera decir algo, la cabeza de Eridan se giró
hacia la cámara-T cercana. Una sonrisa tiró de sus labios, tan
hermosa que casi dolía mirarlo. Era difícil de creer que la sonrisa
estuviera dirigida al hombre severo y sin emociones que se dirigía
hacia ellos.
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—Su Excelencia. —dijo Troy, incorporándose
apresuradamente. Pero no debería haberse molestado: el Gran
Maestro ni siquiera lo miró, sus profundos ojos azules fijos en su
Aprendiz.
—Maestro. —murmuró Eridan. El término respetuoso sonaba
extrañamente como un término cariñoso.
El Gran Maestro no dijo nada, su rostro en blanco no traicionó
ninguna emoción, pero Troy realmente podía sentir la presencia
telepática del Maestro Idhron extendiéndose y rozando la de su
Aprendiz, envolviéndolo de una manera bastante propietaria.
Eridan se sonrojó y sus ojos se pusieron vidriosos.
Sintiéndose fuera de lugar e incómodo, como si hubiera
presenciado algo que no debería haber visto, Troy volvió a mirar su
computadora. No volvió a levantar los ojos hasta que el Gran
Maestro y su Aprendiz se marcharon juntos.
Las marcas telepáticas residuales que permanecieron en la
habitación incluso después de que se fueron, la innegable intimidad
entre el Maestro y su Aprendiz, hicieron que algo en su interior le
doliera. Troy se estremeció y se rodeó con los brazos. Sintió frío.
Hacía frío en el antiguo monasterio. Probablemente haya que
ajustar de nuevo el aire acondicionado.
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías.
Es mejor que la incertidumbre.
Troy suspiró, pasando una mano por su cabello. Se estaba
haciendo demasiado largo, casi tocando su cuello. Él debería
probablemente cortarlo. Había sido un poco vago en cortarse el
pelo el año pasado porque... porque...
El recuerdo de unos dedos largos y fuertes que se enhebraban en
su cabello pasó a la vanguardia de su mente.
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Troy apretó los dientes y gimió silenciosamente de frustración.
No importa cuánto trató de no pensar en eso... sobre él… fracasó.
No importaba lo ocupado que estuviera en su nuevo lugar de
trabajo, no importaba cuántos nuevos conocidos hiciera, esos
pensamientos seguían regresando y su respiración se atascaba en su
garganta cada vez que veía las túnicas negras de Maestros en su
visión periférica.
Joder, ¿por qué no podía seguir adelante? Se suponía que ya
había seguido adelante con su vida. Al principio había tratado de
decirse a sí mismo que se había encaprichado un poco. Luego se
había convencido a medias de que simplemente era adicto a las
fusiones telepáticas y por eso estaba tan obsesionado. Pero el
sanador mental que había visto discretamente hace unos días lo
había desengañado de esa noción. No le pasaba nada, ni física ni
mentalmente. No debería haberse sentido tan… tan insatisfecho
con su vida. Tenía un buen trabajo que no implicaba poner su boca
en los genitales de alguien, un bonito apartamento pequeño, y de
hecho tenía tiempo por las noches para pasar el rato con sus amigos.
La vida era buena.
Corrección: la vida debería haberse sentido bien. Se sentía... no
deprimido exactamente, pero sentía que faltaba algo. Algo esencial
que estaba esperando.
Algo que completaría su vida. Ese algo obstinadamente seguía
tomando la forma de cierto hombre en su mente, sin importar
cuánto tratara Troy de no pensar en él. El anhelo en su pecho que
había seguido llamando obstinadamente “querer” durante el año
pasado era como un vacío, pozo hambriento ahora, ansioso de ser
llenado.
Ya no podía negarlo: lo extrañaba. Lo extrañaba. Maldita sea.
Era más que solo querer. Se había estado engañando a sí mismo
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durante meses. Echaba de menos a Andreas. Estos sentimientos...
no iban a pasar.
Y no tenía ni puta idea de qué hacer al respecto.
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías.
Es mejor que la incertidumbre.
—Ya ni siquiera te reconozco. —se quejó Noel esa noche
mientras pasaban el rato en su pub favorito. —¿Qué te ha puesto
tan deprimido?
—No estoy deprimido. —dijo Troy a medias, mirando alrededor
del pub sin mucho interés. —Sólo estoy pensando.
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías.
Es mejor que la incertidumbre.
—Bien. —dijo Noel. —Has estado raro desde que dejaste de
trabajar para el Maestro Andreas.
Yulia resopló desde el otro lado de Troy. —Lo has entendido
todo mal. Ha sido extraño desde que comenzó a trabajar para el
Maestro Andreas.
—No lo he hecho. —dijo Troy con indiferencia.
—Sí, no estas totalmente deprimido. —dijo Noel,
intercambiando una mirada con Yulia antes de volver a mirar a
Troy. —Vamos, derrámalo. ¿No somos tus amigos?
—¿Puede un sirviente tener una relación con un Maestro? —
Troy soltó antes de que pudiera detenerse.
Esperaba miradas de desconcierto, pero Noel dio un puñetazo
al aire. —¡Por fin! —dijo con una sonrisa antes de volverse hacia
Yulia. —Paga. Perdiste.
Gimiendo, Yulia tocó su chip contra el de Noel, claramente
transfiriendo créditos.
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Troy los miró confundido. —¿Qué carajos?
Poniendo los ojos en blanco, Yulia suspiró. —¿No pudiste tener
esta epifanía hace cinco días? Me acabas de hacer perder dos mil
créditos.
Cuando Troy continuó mirándolos confundido, su expresión se
suavizó. —Hemos estado esperando que hables con nosotros al
respecto.
—¿Sobre qué?
Noel resopló. —Sobre el hecho de que estás suspirando por tu
ex-empleador. Vamos, ¿pensaste que éramos tan ciegos? No fue
difícil sumar dos más dos. Parecía que alguien murió cuando te
mudaste de su casa.
—Hemos estado tratando de insinuarlo delicadamente por un
tiempo. —dijo Yulia, ignorando el bufido de Noel y murmuro
'¿delicadamente?'. —Pero parecía que no estabas listo para hablar
de eso, así que esperamos. Algunos de nosotros somos buenos
amigos. —lo último fue dicho con una mirada penetrante a Noel,
quien solo sonrió y se encogió de hombros.
Troy miró fijamente la superficie marrón de su cerveza, sin saber
qué decir.
—En cuanto a tu pregunta, —dijo Yulia. —Investigué un poco...
—Te refieres a chismes. —interrumpió Noel.
—Investigué un poco. —dijo Yulia con énfasis en la palabra.
―Y sí, hay sirvientes en relación con Maestros. Es bastante raro y
no se anuncia, pero en realidad no está prohibido por las reglas de
la Orden. —ella sonrió. —Así que puedes follarte totalmente a tu
Maestro o incluso tener hijos con él si quieres.
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Troy casi se echó a reír. No era exactamente una cuestión de lo
que quería. ¿Andreas quería lo mismo? Lo dudaba. Si lo hiciera, no
lo habría dejado ir tan fácilmente. ¿O lo haría?
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías.
Es mejor que la incertidumbre.
Troy se bebió la cerveza de un trago.
Que se joda. Estaba tan harto de esto. Harto de su propia
indecisión, inseguridad y sí, harto de su abatimiento. Este no era él.
Siempre se había enorgullecido de tener confianza y ser decidido.
¿Y qué si se sintiera completamente fuera de su alcance en esta
situación? ¿Qué era lo peor que podía ocurrir? Le romperían el
corazón y estaría completamente humillado, pero Eridan tenía
razón: al menos lo haría tener un cierre real en lugar de esta
incertidumbre. Él lo soportaría y eventualmente se repondría.
Siempre lo hizo.
Sintiéndose mucho mejor ahora que había tomado la decisión,
Troy se puso de pie.
—¿A dónde vas? —dijeron sus amigos.
Troy soltó una risita. —A hacer el ridículo, probablemente.
Y antes de que sus amigos pudieran hacerle más preguntas, se
marchó.
Era una noche fría, pero apenas podía sentirlo.
Ni siquiera recordaba cómo había llegado al distrito de
Maestros. Antes de darse cuenta, se encontró de pie frente a la
familiar mansión. Observó su majestuosa fachada, sintiendo una
fuerte sensación de deja vú. Hace poco más de un año, se había
parado frente a esta casa, sintiéndose nervioso e inseguro así,
aunque por razones completamente diferentes. Se sentía como si
hubiera sido una vida diferente. Un él diferente.
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Quizás lo había sido.
Troy respiró hondo y apretó el timbre.
—Diga su nombre y el motivo de su presencia. —dijo la IA.
Troy tragó. —Troy. —dijo —Por favor, dígale al Maestro
Andreas que me gustaría hablar con él, si está solo.
La idea repentina de que Andreas no estuviera solo le hizo sentir
náuseas. No estaba seguro de cómo reaccionaría si veía a Andreas
con otro sirviente de placer. Aunque sabía cómo reaccionaría: se
daría la vuelta y se iría, porque esa sería la respuesta a la pregunta
que quería hacer. Si Troy era tan fácil de reemplazar, ni siquiera
valía la pena hacer la pregunta.
—Un momento, por favor. —dijo la IA antes de quedarse en
silencio.
Los segundos se arrastraron, insoportablemente lento.
Por fin, la puerta se abrió con un clic.
—El maestro Andreas está en su oficina. —dijo la IA.
Troy se dirigió hacia él, algo de la tensión disminuyó en él
cuando entró en la familiar casa. Todavía podía sentir su propia
marca telepática por todas partes, mezclada con la de Andreas, y
era increíblemente reconfortante. Se sintió muy hogareño, a pesar
de que sabía que no debía permitirse sentirse así.
Empujó la puerta de la oficina de Andreas para abrirla.
Andreas no estaba sentado en su silla habitual. Estaba parado
junto a su escritorio, apoyado casualmente contra él. Pero su
postura casual era una extraña contradicción con la tensión que
exudaba. Llevaba un suéter gris y pantalones negros, le faltaba la
túnica. Su cabello rojo oscuro brillaba a la luz del fuego, sus ojos
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oscuros eran difíciles de leer en la habitación tenuemente
iluminada.
Troy bebió de él: el poder, la virilidad, el absoluto Andreas.
Apenas podía evitar que su telepatía se acercara a él con avidez, por
miedo a que la rechazaran.
No debería haberlo hecho.
Un momento después, sintió la presencia telepática de Andreas
tocarlo, suavemente al principio, luego más intensamente,
deslizándose dentro de él. Troy abrió la boca y lo dejó entrar. Joder,
se sentía tan bien. Lo extrañaba.
Te extrañé, pensó con fuerza. Tan malditamente tanto.
Andreas debió haber captado el pensamiento, porque se estaba
moviendo, y luego estaba allí, frente a él. Troy cayó en sus brazos,
escondiendo su rostro contra el hombro de Andreas con un suspiro
de felicidad, y lo abrazó con fuerza, su cuerpo tratando de
fusionarse con el de Andreas, enterarse en él y nunca separarse.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? —Andreas dijo, acariciando su
sien.
Troy frunció el ceño y abrió los ojos de golpe. —¿Qué? —él
dijo, retrocediendo un poco para ver el rostro de Andreas.
Andreas había arqueado las cejas y ¿había diversión en sus ojos?
—¿De verdad pensaste que habíamos terminado solo porque
dejaste de trabajar para mí?
Troy solo pudo abrir la boca y cerrarla. Probablemente lucía
estúpido. Ciertamente se sentía estúpido.
La expresión de Andreas se suavizó. Acunó la cara de Troy con
sus manos, haciendo que Troy se estremeciera y se inclinara hacia
su toque.
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—Me dijiste que aceptaste mi oferta de trabajo porque tenías
demasiado miedo de rechazar a un Maestro Mayor del Consejo —
dijo Andreas, mirándolo intensamente. —Te dejé ir porque tenías
que volver a mí por tu propia voluntad. El desequilibrio de poder
en nuestra relación no habría funcionado a largo plazo. Necesitaba
estar seguro de que realmente quieres estar aquí. Tenías que elegir
ser mío. —un brillo de satisfacción apareció en sus ojos. —Sabía
que lo harías.
—Maldito arrogante. —gruñó Troy, pero su corazón no estaba
realmente en ello. Estaba demasiado feliz para estar enojado. Pero
necesitaba saber algo. —No contrataste a otro sirviente de placer,
¿verdad? —sus brazos se apretaron alrededor de Andreas. —
Porque no estoy compartiendo.
—¿Por qué iba a pagar por una mascota sexual cara cuando
puedo tenerte gratis?
Troy miró hacia abajo y le dio un puñetazo en el costado sin
entusiasmo. Sabía que Andreas estaba bromeando. Obviamente.
No debió haber logrado ocultar su incertidumbre, porque
Andreas hizo una pausa. Inclinó la cara de Troy hacia arriba y le
hizo mirarlo con ojos oscuros serios. —Eres la única persona que
quiero en mi cama, en mi casa y en mi vida. A nadie más.
La visión de Troy se volvió un poco borrosa de repente.
—Bien— dijo con fiereza y aplastó sus bocas, incapaz de luchar
más contra el hambre en él, su cuerpo lanzándose hacia Andreas,
cada fibra, cada parte. Quería fusionarse, treparlo, sentir su piel.
Troy gimió alrededor de la lengua de Andreas, agarrándose a sus
anchos hombros.
Tuvieron sexo allí mismo, en el escritorio de Andreas, follando
en seco como adolescentes, incapaces de besarse lo suficientemente
profundo o lo suficientemente fuerte. Troy ya no era capaz de
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  • 1. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 1
  • 2. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 2 Contenido At Your Service ..............................................................................3 Sinopsis...........................................................................................4 Capítulo 1.......................................................................................5 Capítulo 2.....................................................................................19 Capítulo 3.....................................................................................27 Capítulo 4.....................................................................................33 Capítulo 5.....................................................................................44 Capítulo 6.....................................................................................55 Del autor.......................................................................................68 .......................................................................................69
  • 3. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 3 At Your Service Libro # 0.5 La Saga de Masters: Libro #1: Prince's Master (Libro #4 de La Saga de Calluvia’s Royalty) Alessandra Hazard
  • 4. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 4 Sinopsis Él es un hombre poderoso que toma decisiones que dan forma al mundo. Troy es solo un sirviente del placer. Algo para usar. Un juguete. No tienen nada en común, dos hombres de mundos diferentes. Se suponía que el acuerdo entre ellos nunca se convertiría en algo más que en alfo conveniente para su cliente y un simple trabajo para Troy. La atracción y los sentimientos no deberían haber nacido. Pero, ¿qué sucede si se rompen las reglas y Troy se vuelve irremediablemente adicto a su cliente?
  • 5. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 5 Capítulo 1 La mansión era hermosa, enorme y algo intimidante. Troy miró fijamente sus altas puertas, respiró hondo y luego presionó el timbre. Aquí no pasa nada. —Diga su nombre y el motivo de su visita —dijo una agradable voz femenina a través del intercomunicador. —Troy —dijo, secándose las manos sudorosas en los pantalones. —Soy el sirviente de placer que el maestro Andreas ha pedido. Las puertas se abrieron con un clic. —El Maestro está en su oficina. Primer piso, segunda puerta a la izquierda. Troy siguió las instrucciones. Apenas notó el lujoso entorno, todos sus esfuerzos se centraron en mantener la calma. Podía hacerlo. Él podía. Era un sirviente de placer experimentado. Había estudiado para esto. Era solo un trabajo. Como cualquier otro. Está bien, no como cualquier otro. Su nuevo empleador era un hombre. El género del empleador no era un problema en sí mismo: como la mayoría de los calluvianos, Troy era bisexual. El problema era... que nunca había asumido el papel pasivo con los hombres. La idea simplemente no le atraía. Siempre fue el activo, ya fuera con mujeres o con hombres. Por eso siempre rechazaba las ofertas de trabajo de los empleadores masculinos.
  • 6. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 6 Hasta ahora. Joder, qué lío. No se había metido en un lío tan grande en los veintiséis años de su vida. La cuestión era que, normalmente, Troy habría rechazado el trabajo en cuanto se enteró que su posible empleador era un hombre. Pero sería extremadamente tonto rechazar una oferta de trabajo cuando el posible empleador era miembro del Consejo. No podía insultar exactamente a un Gran Maestro del Consejo. Eso sería más que estúpido. Suicida, si creía en los rumores. Los amigos de Troy dijeron que debería sentirse halagado de que un hombre tan poderoso lo hubiese elegido. Porque aparentemente es un honor. Claro. Es un honor tener la polla de un hombre poderoso en el culo. Una risa cosquilleó en la garganta de Troy, extremadamente inapropiada considerando que no encontraba esta situación para nada divertida. Joder, solo podía esperar ser un sirviente de placer tan horrible que lo despedirían en un día. Ese era el plan actual de Troy. Tenía que funcionar. No quería ser el juguete sexual de otro hombre, sin importar lo poderoso que fuera ese hombre. No era un pasivo. No tenía un hueso sumiso en su cuerpo. Era un activo, y uno excelente, se decía a sí mismo. Se detuvo frente a la segunda puerta a la izquierda, respiró hondo de nuevo y llamó. —Entra —dijo una profunda voz masculina. Troy hizo lo que se le dijo. Cerró la puerta y luego se arrodilló, con los ojos fijos en el suelo. —Maestro —dijo respetuosamente. Al menos esperaba que sonara respetuoso en lugar de arrogante. Troy sabía que tendía a sobre compensar cuando estaba nervioso.
  • 7. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 7 Escuchó pasos. Entonces, un par de zapatos negros brillantes aparecieron en su línea de visión. Pantalones grises. Túnicas negras pesadas. Troy no podía ver nada más, porque se suponía que no debía mirar hacia arriba sin que le dieran permiso. Los sirvientes de placer ocupaban un lugar tan bajo en la jerarquía del Alto Hronthar que no se les permitía mirar a un Gran Maestro sin tener permiso explícito. Una mano grande y cálida tocó su barbilla y levantó su cara. — Puedes mirarme. Troy exhaló y levantó la mirada. Se encontró mirando a un hombre alto, de edad no identificable. El hombre era bastante joven para ser un maestro. ¿Treinta y cinco o cuarenta tal vez? No era de ninguna manera fornido, pero sus hombros eran amplios y había indicios de un cuerpo en forma debajo de esa túnica negra. El maestro Andreas no era un hombre poco atractivo, aunque su rostro era demasiado afilado y anguloso para ser considerado guapo. Su cabello rojo era tan oscuro que parecía casi negro en la tenue luz, un rastrojo de barba oscura cubría su fuerte mandíbula. Los agudos ojos marrones estudiaban a Troy con detenimiento. Era un hombre sorprendente, para ser honesto. Obviamente, no era el tipo que solía buscar Troy –emitía un aire de mando que prácticamente gritaba que era un activo– pero aun así le encendía. Troy tenía ojos y sexy es sexy. —Levántate— dijo el Maestro. Troy se puso de pie. — Desnúdate. Troy se humedeció los labios. Obligándose a mantener sus dedos firmes, hizo lo que le dijo y se quitó la túnica. Estaba desnudo debajo, por supuesto. Los sirvientes de placer siempre lo estaban.
  • 8. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 8 Los ojos oscuros del Maestro lo recorrieron desapasionadamente. —Date la vuelta. Troy se volvió. Había una pintura en la pared. Representaba algo abstracto y feo. Troy no estaba seguro qué se suponía que debía estar mirando. El arte podía ser así de extraño. —¿Por qué estás tan nervioso? Reprimiendo el impulso de negarlo, sabía que no tenía ninguna esperanza de engañar a un telépata tan poderoso, Troy dijo: — Usted es mi primer empleador masculino. —pero el hombre probablemente ya lo sabía. Los Maestros podían acceder a toda la información sobre los sirvientes de placer, incluido su historial laboral. El Maestro Andreas no pudo haber pasado por alto que Troy no había tenido un solo Maestro masculino en los cinco años desde que se había convertido en un sirviente de placer. —Date la vuelta. Troy se volteó. El maestro Andreas lo estudió, su mirada calculadora. —¿Por qué elegiste ser un sirviente de placer si tienes miedo de tu trabajo? Troy casi se echó a reír. Los Iniciados que no eran reclamados por un Maestro, con su apariencia no tenían muchas opciones sobre la carrera que desean seguir. O más bien, se les animó encarecidamente a elegir esta carrera. Y, francamente, hasta ahora, a Troy no le había importado su trabajo. Es muy bien pagado y el sexo era divertido; por lo general, no le importaba complacer a las Maestras que lo habían empleado.
  • 9. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 9 Pero esto era diferente. —No tengo miedo de mi trabajo, —dijo —Estoy un poco nervioso por mi falta de experiencia con los hombres— Como pasivo con los hombres, añadió mentalmente. Se había acostado con bastantes hombres en el pasado, pero eso había sido bajo sus términos. Los labios del Maestro se tensaron. —Acabo de hojear tu expediente… no sabía acerca de tu falta de experiencia. Eso complica las cosas. La esperanza estalló en su interior. —Todavía puede elegir otro sirviente, —dijo Troy, tratando de no parecer demasiado esperanzado. —Alguien con más experiencia con los hombres. La mirada del Maestro Andreas lo recorrió desde la cabeza hasta los pies. Troy se humedeció los labios, tan consciente de su desnudez como nunca lo había estado en su vida. A los sirvientes de placer se les enseñó a no avergonzarse de sus cuerpos. A Troy generalmente no le importaba que la gente lo mirara. Sabía que era objetivamente guapo. Todos los sirvientes de placer lo eran, y él no era la excepción. Era bastante alto y estaba en muy buena forma, su cuerpo tonificado. A la gente parecía gustarle la combinación de ojos verdes sensuales y cabello castaño desordenado con reflejos dorados. Sus labios rojo cereza de forma fina también atrajeron la atención: a las mujeres les encantaba cuando se las comía y a los hombres les encantaba tener los labios de Troy alrededor de sus pollas antes de que los follara. Pero ahora Troy no podía dejar de preguntarse en qué medida su aspecto sería capaz de atraer a un hombre que quería follarlo. Por primera vez en su vida, deseó ser feo.
  • 10. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 10 —Eso no será necesario, —dijo finalmente el Maestro Andreas. —Tú servirás. Qué bien. —Solo me preocupa no poder brindarle un servicio a la altura de sus estándares habituales. —dijo Troy, eligiendo sus palabras con cuidado. No podía permitirse ofender a este hombre. Los labios del maestro Andreas se curvaron. —Mis estándares son bajos. Todo lo que necesito es un agujero apretado alrededor de mi polla. Troy se habría atragantado si hubiese estado bebiendo. Tal como estaba, se quedó mirando el rostro impasible de ese hombre, incapaz de creer que esas palabras realmente habían salido de su boca. ¿Qué se suponía que tenía que decir a eso? —¿Sabes cómo prepararte? —dijo el Maestro, —Esa es la única habilidad relevante que necesitarás. Troy odiaba el calor que le subía a la cara. Joder, ni siquiera era del tipo que se sonrojaba, pero se sentía tan mal ubicado aquí. Él era un hombre. Él era el que cogía. No estaba acostumbrado a que lo trataran como un agujero. —Se cómo hacerlo, —dijo con voz rígida, cruzando los brazos sobre el pecho. —Pero han pasado años desde mi formación y no pude practicar exactamente con mis antiguos empleadores. —Entonces tendrás que practicar. Te necesitaré a mi entera disposición en todo momento, siempre listo para mí. No quiero perder el tiempo preparándote. Troy se mordió el interior de la mejilla, luchando por mantener una expresión impasible.
  • 11. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 11 —No lo entiendo, Maestro. ¿Cuál es la urgencia? El maestro Andreas apartó la mirada. —Soy un Absorbedor. Troy frunció el ceño, tratando de recordar el conocimiento medio olvidado que le habían inculcado cuando era un Iniciado. Correcto, muchos de los Maestros tenían dones especiales. Los Absorbedores eran telépatas que podían sentir y experimentar los impulsos sexuales de otras personas. El don era considerado uno de los dones más inconvenientes que podría tener un telépata. Rara vez era útil, y los Maestros que tenían este talento normalmente no lo anunciaban. Pero ahora tenía sentido por qué el Maestro Andreas necesitaría un sirviente de placer a su entera disposición: probablemente estaba sexualmente frustrado todo el tiempo debido a su don. —Mi don es inconveniente, —dijo el Maestro, como si leyera sus pensamientos —Me distrae de mi trabajo; por eso necesito los servicios de un sirviente de placer. Soy un hombre ocupado. No tengo ni la paciencia ni el tiempo para perder con el sexo. Te usaré a menudo, pero debe tomarme la menor cantidad de tiempo posible. Necesito eficiencia. Para eso, tendrás que estar preparado en todo momento. ¿Está claro? Troy asintió entrecortadamente. Todavía le asombraba cómo este hombre podía hablar de sexo, sexo muy frecuente, en términos tan secos, como si estuviera hablando de una tarea desagradable. Pero, de nuevo, si el Maestro Andreas era un Absorbedor, probablemente lo había visto todo y el sexo simplemente lo había cansado y aburrido. —Se te dará libre acceso a mi casa, —Andreas continuó diciendo. —Me acompañarás en mis viajes de trabajo si dejo el Alto Hronthar por más de unos días. Mantén tu comunicador contigo en todo momento. Si llamo, corre.
  • 12. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 12 Qué hijo de puta más mandón. —Sí, Maestro— dijo Troy con una voz cuidadosamente uniforme. —Se te pagará el triple de la tarifa estándar que reciben los sirvientes de placer. Troy se animó. ¿Triple? A los sirvientes de placer se les pagaba muy bien, y el triple de la tarifa significaría que finalmente podría comprar el aerocoche por el que había estado babeando durante un tiempo. De alguna manera lo hizo reconsiderar su plan para ser despedido. —Creo que es justo, considerando la frecuencia con la que necesitaré tus servicios, es probable que esté más adolorido de lo habitual. Pero estoy seguro de que te sentirás aliviado al saber que no tendrás que hacer nada fuera de tu zona de confort. Soy un hombre de deseos simples. Troy casi se echó a reír. ¿Nada fuera de su zona de confort? Ser jodido por el culo no estaba exactamente dentro de su zona de confort. Pero racionalmente, sabía que el Maestro Andreas estaba siendo completamente razonable. Algunos Maestros eran bastardos retorcidos que se divertían humillando y lastimando a sus sirvientes. Demonios, el anterior Maestro de Troy era uno de ellos. Troy se estremeció un poco al recordar a la Maestra Thena. Ella estaba metida en una mierda realmente inquietante de la que ni siquiera le había advertido antes de firmar el contrato. El Maestro Andreas no podía ser peor de lo que había sido ella, a pesar del sexo anal. Lo que pedía el Maestro Andreas parecía bastante sencillo. Podía aguantar un incómodo sexo anal antes de que el Maestro Andreas inevitablemente se diera cuenta de que Troy apestaba en eso y lo despidiera.
  • 13. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 13 En realidad, no era gran cosa. En lo que respecta a los empleadores masculinos, parecía que Troy había tenido suerte. Andreas regresó a su escritorio. —Lee el contrato y fírmalo. —dijo, señalando con la cabeza el datapad sobre la mesa. Troy se acercó al escritorio, tomó el datapad y hojeó el contrato. Podía sentir la impaciencia y la agitación irradiando del otro hombre. También podía sentir su mirada pesada sobre su cuerpo desnudo. Nunca había sido tan consciente de su cuerpo en toda su vida. No seas idiota, se dijo Troy, exasperado con su inusual timidez. El hombre probablemente ni siquiera lo estaba mirando. Lo estaba imaginando. Troy firmó el contrato electrónicamente. —Está hecho. —dijo y se dio la vuelta. El maestro Andreas estaba junto a la ventana, de espaldas a Troy. —El lubricante está en el cajón superior de mi escritorio, —dijo. —Prepárate. Troy miró fijamente su espalda. Solo... ¿Solo así? No es que hubiera estado esperando flores y besos, pero la total falta de interés de este hombre por él era extraña. Y bastante insultante, para ser honesto. Pero no dijo nada. El maestro Andreas era el empleador. Troy era solo un sirviente. Troy probablemente ni siquiera se registró como persona para un Maestro de tan alto rango. A veces ese hecho hizo que Troy se sintiera frustrado y enojado, pero no era un idiota. Claro, apestaba que no hubiera sido considerado lo suficientemente bueno como
  • 14. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 14 para convertirse en aprendiz de Maestro, pero no era como si fuera un esclavo impotente. Siempre podía romper el contrato con su empleador si se sentía incómodo, si existía una razón seria para ello. No ser tratado como un igual no se consideraba una razón seria. Los miembros de la rama de servicio de la Orden simplemente no eran iguales a los Maestros. Ellos eran ciudadanos de segunda clase. Así era como era. Troy sacó el lubricante del cajón y miró a su alrededor. Había un gran sofá de cuero en un rincón junto a la chimenea. Caminó hasta allí y se preparó apresuradamente, su rostro cálido por la vergüenza y la humillación. Joder, esto era tan degradante. Era un hombre que se preparaba para la polla de otro hombre. Su propia polla era mayormente suave, no había nada remotamente excitante en la situación. El maestro Andreas era un hombre objetivamente atractivo, pero a Troy no le gustaba que lo follaran en absoluto. No esperaba disfrutar de esto para nada. Era solo un trabajo. Cuanto antes terminara, antes le pagarían. Si el Maestro Andreas trataba esto como una tarea desagradable, no había ninguna razón por la que Troy no pudiera hacer lo mismo. Unos pocos minutos de sexo terrible no eran nada que temer. No iba a doler físicamente. Lo único que dolería sería su orgullo y masculinidad. —Estoy listo— dijo, sacando los dedos de sí mismo. Se inclinó sobre el reposabrazos del sofá y esperó, mirando el fuego que bailaba alegremente en la chimenea. Piensa en otra cosa. Cierra los ojos y piensa en el dulce aerocoche que vas a comprar. Se oyeron pasos detrás de él. Luego se oyó el sonido de una cremallera al abrirse. Troy se mordió el labio inferior. Dedos firmes agarraron su cadera.
  • 15. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 15 Troy cerró los ojos cuando un objeto grueso y contundente presionó contra su abertura resbaladiza. Una polla. Con un lento empujón, el hombre estaba dentro de él. Completamente dentro de él. Y luego se quedó quieto, dejándolo adaptarse. Troy respiró. Dentro y fuera. Maldito infierno. Había tenido consoladores por supuesto, todos los sirvientes de placer los usaban durante el entrenamiento. Pero o había olvidado cómo se habían sentido o la polla del maestro Andreas era mucho más grande que los consoladores. Tenía una polla dentro de él. La polla de otro hombre. Está bien. Estaba bien. Solo necesitaba disociarse y tratarlo como el pequeño inconveniente que era. No era gran cosa. Era solo un acto físico. Como una lucha de brazos. De verdad, ¿cuál era la diferencia entre una polla moviéndose dentro de un agujero y una lucha de brazos? Muy poca. No significaba nada… Los ojos de Troy se abrieron cuando el maestro Andreas comenzó a moverse. Mierda. De acuerdo, era un poco diferente a la lucha de brazos. Era... Era una polla moviéndose en su culo. Empujando. Follando en él. No dolía. Cualquier pequeña incomodidad que había sentido al principio ahora se había ido. Los sonidos húmedos eran algo mortificantes, aunque racionalmente Troy sabía que era el lubricante natural que exudaba la polla del Maestro Andreas. Todavía sonaba como si él estuviera mojado. Como un retroceso, un hombre calluviano cuyos genes se parecían más a sus primitivos antepasados. O una mujer. —Te estás excitando. —señaló el maestro Andreas, moviéndose dentro de él metódicamente. —¿Qué? —Troy se rió a medias, porque era ridículo…
  • 16. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 16 Excepto que se estaba excitando. Sin ninguna maldita razón. —Es una reacción natural al estímulo, —dijo el maestro Andreas. Ni siquiera sonaba sin aliento, el bastardo. —Tu canal anal es una zona erógena. Las terminaciones nerviosas en su interior están conectadas para dar placer si se estimulan adecuadamente. —¿Podemos por favor no hablar de esto? —Troy gruñó, con la cara caliente. —Solo sigue adelante. —Cuidado con tu tono —dijo el Maestro Andreas, de alguna manera sin sonar impresionado a pesar de que su polla estaba enterrada en el culo de Troy. —Sólo siga adelante, Maestro. Casi había esperado ser castigado por su insolencia, pero podía sentir algo parecido a diversión emanando del hombre detrás de él. —Muy bien. —dijo el Maestro Andreas, agarrando su cadera con más fuerza. Sus embestidas se volvieron más rápidas, más profundas, su polla taladrándolo. Troy jadeó, con los ojos muy abiertos mientras miraba sin ver la chimenea. Pronto, el sonido de piel golpeando contra piel fue el único sonido en la habitación. La polla en él parecía volverse más dura con cada minuto, provocando una extraña sensación de insatisfacción cada vez que salía. Joder, se sentía... Se sentía... Oh dioses. Troy se sintió traicionado por su propio cuerpo. No le gustaba ser jodido en absoluto; le gustaba follar, maldita sea. No le gustaba que lo follaran hombres extraños. Y, sin embargo, aquí estaba, apenas reprimiendo los decepcionados gemidos cada vez que la polla se le escapaba. Era extraño, nunca le había gustado mucho el juego anal cuando fue follado por un consolador durante su
  • 17. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 17 entrenamiento. Pero parecía que una verdadera polla unida a un hombre que sabía lo que estaba haciendo marcaba la diferencia. De repente, se le ocurrió a Troy que el talento de Absorción del Maestro Andreas probablemente lo ayudó a sentir lo que era agradable para Troy. Bueno, eso era hacer trampa. —No tienes que hacerlo bueno para mí. —refunfuñó Troy. —¿Quieres sufrir por esto? —Bueno, no… ah… pero no necesito disfrutar esto… ah… para que me paguen por ello. El Maestro Andreas abrió sus nalgas con los dedos y sacó la polla, dejando solo la cabeza adentro. Troy se tragó un ruido de protesta. Joder, ¿por qué se sentía tan vacío? Había estado bien sin una polla en él toda su vida. —No lo hago por tu bien. —dijo el Maestro, provocando la entrada resbaladiza de Troy con su polla. —Soy un Absorbedor. Cuanto más agradable sea el acto para ti, más agradable será para mí y menos tiempo me llevará llegar. Es más eficiente de esa manera. Eficiente. Muy bien, eso tenía sentido. —Bien. —dijo Troy, tratando de mantener las caderas quietas y no empujar hacia atrás en la polla. Tenía su orgullo, maldita sea. El hecho de que su empleador lo obligara a disfrutar de esto físicamente no significaba que de repente se volviera una puta. Esto era solo un trabajo. —Tan terco. —murmuró el Maestro Andreas, y finalmente empujó hacia él. Un gemido salió de los labios de Troy antes de que pudiera detenerlo. Joder, ¿cómo se siente esto tan bien?
  • 18. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 18 El hombre finalmente comenzó a follarlo de verdad, su ritmo aumentaba, cada vez más rápido, el sonido húmedo inconfundible de una polla moviéndose dentro de un agujero. Troy nunca se había sentido más avergonzado y excitado en su vida. —Toca tu pene. —ordenó el Maestro, su voz un poco sin aliento, pero por lo demás perfectamente en control. Troy hizo lo que le dijo, acariciándolo con fuerza y rapidez al compás de las embestidas del hombre. Oh mierda, ahí. Joder, muy bien. Ah ... Se corrió con un pequeño gemido estrangulado, apretando alrededor de la polla dentro de él. Su placer pareció empujar al Maestro al límite, quien se estremeció y se derramó profundamente dentro de Troy. Mierda. Maldito infierno. Otro hombre acababa de correrse en su trasero. Dentro de él. Troy miró la chimenea con los ojos muy abiertos y aturdidos, incapaz de creer que realmente hubiera sucedido. Incapaz de creer cuánto lo había disfrutado. El Maestro Andreas dejó escapar un suspiro de satisfacción y se retiró. Troy se estremeció, la sensación era extraña. Su agujero se sentía adolorido y ardiente, pero también vagamente vacío, lo cual no era una sensación cómoda. —Puedes retirarte. Troy se vistió apresuradamente y salió de la habitación, con las piernas temblorosas y la cara muy cálida.
  • 19. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 19 Capítulo 2 Diez días después, Troy estaba sentado en la cama de su habitación en la casa del maestro Andreas, tratando de concentrarse en el video chat con Gemma, la hermosa aprendiz con la que había estado coqueteando durante un tiempo. Pero no importaba lo hermosa que fuera Gemma o lo interesante que fuera la historia que le estaba contando, él simplemente no podía concentrarse. El tapón en su culo lo distraía mucho, casi tanto como la idea de que habían pasado horas desde la última vez que atendió a su Maestro. Probablemente lo llamarían pronto. No quería que Gemma escuchara eso. Aunque ella sabía que él era un sirviente de placer, Troy no le había dicho que había estado sirviendo a un Maestro masculino. No estaba seguro de lo bien que se lo tomaría. Tal vez no sería un problema para ella, pero joder, sería tan humillante si la mujer que le gustaba se enterara de que Troy estaba hablando con ella con un tapón en el culo porque su empleador le ordenó que lo usara para mantenerse preparado en todo momento para su polla. El maestro Andreas no había exagerado cuando le dijo que usaría los servicios de Troy con frecuencia. Su segunda vez había ocurrido cinco horas después de su primera vez teniendo sexo. Aunque llamar al eficiente e impersonal acto “sexo” parecía en gran medida inexacto. El maestro Andreas simplemente lo inclinó sobre su escritorio y lo usó de la misma manera sensata, apenas tocando el cuerpo de Troy. A su Maestro le gustaba la eficiencia. Y la frecuencia. El “sexo” generalmente ocurría tres veces al día, a veces
  • 20. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 20 más a menudo si el Maestro Andreas estaba más cerca de otras personas. La peor parte fue que, a pesar de la manera impersonal que adoptó su Maestro, de alguna manera logró hacer que Troy disfrutara el acto, el acto de tomar una polla por el culo. Troy sintió que su rostro se calentaba, su agujero se cerraba alrededor del tapón involuntariamente. Hizo una mueca ante la sensación. El tapón no estaba tan mal, solo un poco incómodo, a veces en el buen sentido. No lo odiaba, pero tampoco lo amaba, al menos no de la forma en que su cuerpo traidor parecía amar de manera extraña la gruesa polla de su Maestro. La polla del Maestro Andreas era dura pero la textura era suave y cómoda y ... De todos modos. Habían pasado tres horas y media desde la última vez. Probablemente debería terminar su conversación con Gemma antes de que lo convocaran. Eso haría las cosas incómodas. —Uh, tengo que irme. —dijo Troy distraídamente. El rostro de Gemma decayó. Hace diez días, la confirmación de que una mujer tan hermosa estaba interesada en él habría enviado a Troy a la luna, pero ahora parecía que no podía apreciarlo adecuadamente, demasiado distraído por la perspectiva de ser follado pronto. Troy suspiró y se dejó caer en su cama una vez que se despidieron. No le gustó. No le gustaba que su cuerpo se hubiera acostumbrado tanto a ser follado que ahora en realidad… lo esperaba un poco. Troy deseaba poder separarse del acto, tratarlo como solo un trabajo; era un trabajo, después de todo. Pero no pudo. Por mucho que lo intentara, parecía que no podía separarse e ignorar la polla que le metían dentro cada pocas horas. Ya estaba acostumbrado. Acostumbrado al punto de que no tener una polla en
  • 21. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 21 él había comenzado a sentirse raro. Troy supuso que era cierto que uno podía acostumbrarse a cualquier cosa, incluso a ser el juguete de un hombre frío e insensible. Considerando todo, podría haber sido peor. Mucho peor. Noel, un compañero sirviente de placer de su edad, estaba actualmente sirviendo a un viejo Maestro que parecía lo suficientemente mayor para ser su abuelo. Puaj. Teniendo en cuenta cuánto tiempo vivían los Calluvians y cuán lentamente envejecían, Troy ni siquiera quería pensar en la edad del Maestro de Noel. Al menos el Maestro de Troy era relativamente joven y viril y… no estaba mal a la vista. No es que Troy hubiera visto mucho al Maestro Andreas: el hombre ni siquiera se desnudó, simplemente lo inclinaba y sacaba su polla. Realmente trataba el sexo como una tarea desagradable que estaba impaciente por terminar. Como si fuera una señal, sonó su comunicador. Troy se sentó de un tirón y respondió. —Mi oficina. —dijo el Maestro Andreas antes de desconectarse. Troy se puso de pie y bajó las escaleras, tratando de ignorar el hecho de que su polla ya estaba un poco dura. Llamó a la puerta de la oficina del Maestro antes de entrar. —¿Me querías, Maestro? —dijo, mirando al hombre sentado detrás del escritorio. El Maestro Andreas parecía estar trabajando, con la mirada fija en los holodatos que tenía delante. —Sí. —dijo el Maestro, sin siquiera mirarlo. —Ven aquí. Usa tu boca. A Troy le dio un vuelco el estómago. Hasta ahora, su empleador nunca le había pedido esto, prefiriendo simplemente follarlo por detrás. Troy había chupado bastantes pollas cuando se enganchó
  • 22. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 22 con hombres, y no tenía reparos en hacer una mamada. Así que esto debería haber sido un alivio. Entonces, ¿por qué no lo fue? ¿De dónde venía esta... decepción? No podía estar decepcionado porque no iba a ser jodido esta vez, ¿verdad? ¿Verdad? Sacudiendo el inquietante pensamiento, Troy se acercó al hombre mayor y se arrodilló frente a él. Desabrochó los pantalones del Maestro Andreas y sacó su ya dura polla. Oh. Troy se humedeció los labios. Nunca la había visto tan de cerca. Era una gran polla, si era honesto. Deseó tener una polla así de bonita. No es que su propia polla fuera pequeña, no lo era, pero esta era... —Sigue adelante. —dijo una voz tranquila. Troy siguió adelante. Comenzó lamiendo la polla como una paleta gigante, acostumbrándose a su sabor y tacto. Miraba al Maestro Andreas de vez en cuando, pero el bastardo frío ni siquiera había dejado de leer algo en su datapad mientras Troy le chupaba la polla, lo cual era... un poco insultante. Cabreó a Troy, así que él redobló sus esfuerzos, decidido a obtener una reacción. La parte de chupar la polla al menos estaba bien. La polla del maestro Andreas sabía bien. Era bonita y grande, pero no intimidante. Era de un tamaño perfecto, muy bien formada también. Troy tarareó alrededor de la polla en su boca, moviendo su cabeza arriba y abajo a lo largo del Maestro, sus ruidos eran el único sonido en la habitación. Miró hacia arriba y vio que el Maestro Andreas lo
  • 23. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 23 estaba mirando ahora, aunque volvió a mirar su datapad tan pronto como Troy miró hacia arriba. Antes de que Troy pudiera pensar en ello, alguien llamó a la puerta. —Entra. —dijo el Maestro Andreas. Los ojos de Troy se agrandaron. Trató de soltar la polla, pero una pesada mano en su cabeza se lo impidió. —Sigue chupando. — murmuró Andreas, su atención en el recién llegado. Troy lo miró indignado, su cuerpo se puso caliente por la vergüenza y por algún otro sentimiento que no podía nombrar. Pero hizo lo que le dijo y volvió a chupar, tratando de desconectarse de la conversación entre el Maestro Andreas y el otro Maestro, el Maestro Zaid. Joder, ¿cómo debe verse, de rodillas frente a la silla del Maestro Andreas, chupándole la polla en presencia de otro hombre? Nunca se había sentido tan cosificado. Se sintió como un objeto. Un calentador de pollas. —Lindo. —comentó el Maestro Zaid distraídamente, y Troy tardó un momento en darse cuenta de que estaba hablando de él. — ¿Quieres compartir, Andreas? Me vendría bien una boca alrededor de mi polla, también. Troy se tensó. Estrictamente hablando, un Maestro podía compartir los servicios de su sirviente con otro: no estaba prohibido por el contrato. Estaba bien. Todo estaría bien. No había ninguna razón para que su estómago se revolviera así. ¿Qué diferencia hacia realmente? Una polla era una polla. Pero no importaba lo que se dijera a sí mismo, la pequeña y estúpida parte de él que alguna vez había soñado con ser elegido
  • 24. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 24 por un Maestro como Aprendiz rehuía a la idea de ser una cosa tan insignificante que su Maestro podría simplemente prestársela a otro. Fue jodidamente estúpido e irracional; Troy lo sabía. Pero eso no cambió cómo se sentía. El Maestro Andreas enterró los dedos en el cabello de Troy y tiró ligeramente, haciéndolo mirar hacia arriba. Los ojos oscuros lo estudiaron intensamente, los dedos acariciando el bulto de su propia polla a través de la mejilla de Troy. —¿Debería prestarte al Maestro Zaid? —Andreas dijo con voz tranquila y casual, como si estuviera debatiéndolo, pero su expresión era aguda. Había algo en esos ojos marrones que le hizo pensar a Troy que no era tan indiferente ante la idea como parecía. Troy quería decir que no. Quería hacerlo, pero sabía que en realidad no era una pregunta. Había renunciado a su derecho a decir sí o no. Además, si decía eso, el Maestro Zaid probablemente se ofendería, y era infame en el Alto Hronthar por su crueldad y malvado sentido del humor. No lo querrías como tu enemigo. Así que permitió que sus instintos lo guiaran: dejó que la polla de Andreas se deslizara fuera de su boca y presionó su mejilla contra ella, mirando a su Maestro por debajo de sus pestañas bajas. Arrastró sus labios contra la longitud que goteaba. Quiero tu polla, Maestro, pensó tan fuerte como pudo, esperando que pudiera ser capaz de captar sus pensamientos. Solo la tuya. Las fosas nasales del maestro Andreas se ensancharon. Empujó su polla de nuevo en la boca de espera de Troy. —Yo mismo necesito sus servicios, Zaid. —dijo, enterrando los dedos en el cabello de Troy y empujándolo sobre su polla. Su oscura mirada permaneció en Troy, sin dedicar ni una sola mirada al Maestro Zaid.
  • 25. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 25 El Maestro Zaid dijo algo, pero Troy ya ni siquiera podía oírlo, sus ojos se encontraron impotentes con los de su Maestro mientras usaban su boca a fondo. Joder, había algo tan descarado, tan sucio en esto. Troy cerró los ojos, perdiéndose en la sensación de una polla moviéndose dentro de su boca, estirando sus labios ampliamente. Se desconectó por completo de la conversación en la habitación, concentrándose solo en los dedos del Maestro Andreas acariciando ociosamente su cabello mientras le follaba la boca. Se sintió... Se sintió bien. No recordaba la última vez que alguien lo tocó con tanta dulzura. Como todo el mundo en el Alto Hronthar, era un huérfano sin familia, y aunque tenía algunos amigos, en realidad no eran del tipo que acariciaban. Ser tocado de esta manera... sentir dedos fuertes rastrillar su cuero cabelludo... se sentía tan malditamente agradable. Tan placentero. Tan diferente de las Maestras –querían que él las tocara a ellas, y rara vez eran muy cariñosas. Troy apenas notó que el Maestro Zaid se iba, todos sus sentidos se concentraron en los dedos en su cabello y la polla en su boca. Se sintió cálido. Muy cálido. —Sube aquí. —dijo el maestro Andreas. —Quiero correrme en tu culo. Asquerosamente ansioso, Troy se quitó la túnica y se subió al regazo del hombre. Ojos oscuros recorrieron su cuerpo desnudo, ilegibles pero intensos, deteniéndose en su dura polla. A su Maestro sólo le tomó un momento sacar el tapón de su culo y reemplazarlo con su polla. La boca de Troy se abrió en un gemido silencioso mientras se llenaba hasta el borde, la polla en él lo estiraba tan malditamente bien.
  • 26. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 26 Tal vez ser el sirviente del placer de este hombre no era tan malo, después de todo. Fue su último pensamiento durante mucho tiempo.
  • 27. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 27 Capítulo 3 Troy no estaba seguro de lo que decía sobre él que no recordaba la última vez que había dormido en su apartamento. Había pasado un mes desde que comenzó a atender al Maestro Andreas, y honestamente luchó por recordar la última vez que había pasado más de unas pocas horas al día en su apartamento en el Distrito Uno. La mansión del Maestro Andreas en el distrito de los Maestros era el lugar donde pasaba la mayor parte de su tiempo ahora, por lo que tenía sentido trasladar algunas de sus cosas a su habitación allí. Por conveniencia, por supuesto. Simplemente no era práctico dejar sus cosas en su apartamento y volver constantemente si necesitaba algo. Además, al maestro Andreas no parecía que le importara o importarle un carajo lo que estaba haciendo Troy, siempre que lo atendiera bien y con frecuencia. Y Troy definitivamente lo atendió bien y con frecuencia. Su plan para conseguir que lo despidieran estaba olvidado hace mucho tiempo. El trabajo estaba... bien. Esa fue la palabra, sí. —Ah, ah, ahí. —gimió en la alfombra mientras la polla del Maestro Andreas entraba y salía de él. Estaban en el suelo de la sala de estar. No llegaron al dormitorio; el Maestro Andreas lo había reclamado en el momento en que llegó a casa, luciendo visiblemente agitado. Era algo bueno que Troy todavía estuviera lubricado y estirado por su follada anterior, ni siquiera necesitaba usar el tapón en estos días, así que todo lo que
  • 28. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 28 había necesitado era que su Maestro sacara su polla y le levantara la túnica. Una mano firme le apretó la nuca, presionando el rostro de Troy con más fuerza contra la alfombra exuberante. La dura polla dentro de él empujaba hacia adentro y hacia afuera, el cuerpo del Maestro Andreas era sólido y pesado encima de él. Se sentía, dioses, indescriptible. El grosor en él, la firmeza de esa polla estirándolo, el peso de este hombre encima de él. Se sentía tan cosificado, pero tan, tan bueno. Los gemidos agudos salían de su boca con cada embestida, le dolía la polla, las bolas le pesaban entre las piernas mientras el Maestro Andreas lo follaba con fuerza. —Te encanta esto. —dijo el Maestro en una voz tan baja que sonó como un gruñido. Apretó el cuello de Troy y dejó de empujar. —Admítelo. —Me encanta. —balbuceó Troy, incoherente con la necesidad de ser jodido, más profundo, más. —Muévete, vamos. —Ruégame. Hace un mes, se habría resistido. Se habría burlado. Hace un mes no había sido tan adicto a este sentimiento. —Por favor, —dijo Troy, tratando de empalarse en la polla. — Por favor dámelo, Maestro. Por favor, por favor, por favor. Y el Maestro Andreas se lo dio. Su peso estaba completamente encima de Troy ahora, empujó hacia su agujero descuidado y comenzó a follarlo fuerte y rápido. Y Troy lo perdió por completo, gimiendo de pura felicidad. Sí, sí, sí… Se corrió con tanta fuerza que vio estrellas, y luego se corrió de nuevo cuando sintió a su Maestro correrse también, o al menos así lo sintió. Suspiró de felicidad, el bucle de placer telepático casi
  • 29. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 29 demasiado. Últimamente había estado sucediendo con más frecuencia, el placer del Maestro Andreas sangraba a través de sus escudos mentales. O tal vez eran los escudos mentales de Troy los que se estaban comprometiendo. Tal vez se había comenzado a sentir demasiado cómodo con este hombre y había bajado la guardia. El pensamiento fue un poco alarmante, pero no lo suficiente como para penetrar a través de la niebla de felicidad en la mente de Troy. Apenas detuvo un gemido cuando el Maestro Andreas comenzó a salir de él. Siempre odió esa parte. Lo dejó sintiéndose vagamente vacío y equivocado. Sin mencionar que tan pronto como el Maestro le sacó la polla, las funciones cerebrales superiores de Troy regresaron y comenzó a sentirse avergonzado por la forma en que se había comportado. Como la peor puta de pollas. Joder, ¿qué le estaba pasando? —No sé por qué te haces esto. —dijo el maestro Andreas rodando fuera de él, quedando sobre su espalda y suspirando de satisfacción. Troy también rodó sobre su espalda y miró al techo. —¿Hacer qué? —Sentirte avergonzado por la respuesta natural de tu cuerpo hacia mí. Troy hizo una mueca, sus mejillas estaban calientes. No había nada jodidamente natural en la forma en que se convirtió en una puta por la polla de su empleador. —Es simplemente extraño. —dijo, pasando una mano por su cabello desordenado. —No solía gustarme que me follaran. Hasta
  • 30. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 30 ti. Pero ahora estoy todo... —se encogió de hombros, incapaz de decirlo. —Es raro. El maestro Andreas se apoyó en un codo y puso una mano en la barbilla de Troy, obligándolo a volver la cabeza hacia él. Troy lo hizo, de mala gana. Los ojos marrones oscuros lo estaban estudiando de una manera que hizo que Troy se sintiera incómodo. Transparente. —¿Por qué encuentras degradante estar en el extremo receptor del sexo con penetración? Es solo sexo. No te hace menos solo porque no juegas un papel dominante. Troy se burló, incapaz de sostener su mirada. —Fácil para ti decirlo. ¿Por qué no me dejas follarte entonces? El maestro Andreas se encogió de hombros. —Lo probé cuando era joven y no lo encontré tan agradable. Pero tú sí lo haces. Mucho. Troy lo miró con desgana y se mordió el interior de la mejilla. —No soy... —se calló, odiándose un poco a sí mismo por su incapacidad para mentirle a este hombre. —Siempre quise ser elegido por un Maestro —dijo en voz baja, fijando sus ojos en el hombro del Maestro Andreas. —Como Aprendiz, obviamente. Soy un telépata de clase 4, bastante fuerte. Mis instructores dijeron que los Iniciados como yo generalmente eran elegidos. Pensé que era lo suficientemente bueno —sonrió, esperando que no pareciera demasiado amargo. —Pero no lo era. Ningún maestro me eligió como Aprendiz, así que terminé en el departamento de servicio. — volvió a mirar al techo. —Cuando el Coordinador sugirió que me iría bien como sirviente de placer, me pareció una broma, ¿sabes? Pasar de mis ambiciones de ser un Maestro algún día a ser un juguete para varios Maestros. Fue muy... descorazonador, supongo —Troy rió entre dientes. —No quería ser un sirviente de placer.
  • 31. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 31 Pero resultó que mis talentos eran limitados incluso como sirviente. No tenía aptitud para ningún otro trabajo en el departamento de servicios. Así que al final no tuve más remedio que convertirme en un sirviente de placer. También existía la opción de dejar el Alto Hronthar por completo e irse a vivir con los forasteros, pero esa opción había sido demasiado abrumadora. Los Iniciados no reclamados no se vieron obligados a permanecer en la Orden, pero irse significaba cortar todos los lazos con su antigua vida. A Troy no le agradaba la perspectiva de que le borraran los recuerdos y no volver a ver a sus amigos de aquí nunca más. —Así que sí. —dijo Troy con una sonrisa torcida. —No es como si tuviera muchas otras opciones. Y el trabajo no es tan malo. Es solo sexo. Soy bueno en el sexo. Pero me hice la promesa de que mantendría cierto grado de control, incluso si es una ilusión, que nunca… —se interrumpió, sintiéndose profundamente incómodo. Ya había dicho más de lo que jamás le había dicho a nadie. —Ya veo. Cuando Troy finalmente encontró el coraje para mirarlo, la mirada del Maestro Andreas estaba fija en él con una expresión extraña y suave que Troy no podía leer del todo. —No deberías ser un sirviente de placer si no quieres serlo. — dijo al fin. Troy soltó una carcajada. —Hablando como miembro privilegiado del Consejo. No es tan simple, Maestro. —Andreas. Cuando Troy lo miró sin comprender, el Maestro aclaró: —Puedes llamarme Andreas.
  • 32. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 32 Troy solo pudo mirarlo, aturdido e inseguro de cómo responder a eso. Era inaudito que un sirviente de placer llamara a un Maestro, y mucho menos a un Gran Maestro del Consejo, por su nombre. Diablos, a los sirvientes de placer no se les permitía levantar la vista hacia un Maestro sin un permiso explícito. Esto fue completamente sin precedentes. Le hacía sentir... como una persona. No solo un sirviente sin talento que solo era lo suficientemente bueno para ser un juguete sexual. Una persona. Antes de que Troy pudiera detenerse, se inclinó y presionó sus labios contra los de su Maestro. Sintió que Andreas se tensaba un poco, y luego una mano se enterró en el cabello de Troy y Andreas le devolvió el beso. Oh. Troy nunca había sido muy aficionado a los besos. Vio poco sentido en eso. ¿Qué tenía de sexy intercambiar saliva y probar lo que fuera que la otra persona había comido recientemente? Pero dioses, la forma segura y serena en que Andreas besó fue increíblemente satisfactoria. Fue directo a la polla de Troy. Le hizo gimotear y abrir más la boca, deseando que la lengua fuera más profunda. Mierda… Envolviendo sus brazos alrededor de su Maestro, Troy lo colocó encima de él y abrió las piernas. Parecía lo más natural del mundo encontrar la polla endurecida de Andreas y alinearla con su entrada. Troy estaba un poco dolorido y ni siquiera estaba completamente duro todavía, pero no le importaba: quería a este hombre dentro de él, ahora. Gimió en la boca de Andreas cuando consiguió lo que quería. Sí, sí, por favor.
  • 33. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 33 Capítulo 4 Besar era una cosa pequeña. No debería haber cambiado nada. Pero lo hizo. Hizo que el sexo fuera menos impersonal. Más íntimo. Hizo que Troy se diera cuenta de que la lujuria y el deseo no eran lo mismo. Cuando miró a Andreas, quería. Quería tocar y ser tocado. Besar y ser besado. El deseo lo hizo ansioso por el regreso de Andreas. El deseo le hizo sentir un hormigueo en el interior cuando los labios de Andreas se curvaron en una sonrisa, y Troy solo podía besarlo de nuevo. Una y otra vez y otra vez y otra vez. Y una vez más. El deseo era un pequeño monstruo horrible dentro de él que parecía anhelar más cuanto más Troy lo alimentaba. Así que siguió alimentándolo. Porque no estaba seguro de qué pasaría si se detenía. *** Había una regla según la cual los instructores de Troy siempre le advirtieron: No apegarse a su empleador. Todo sirviente del placer sabía lo importante que era esa regla. Troy también lo hizo. Siempre se había burlado cuando escuchó historias de sirvientes de placer que se enamoraban de sus empleadores. Idiotas, había pensado de ellos. Y ahora… Troy era lo suficientemente consciente de sí mismo como para darse cuenta de que se estaba obsesionando un poco. Un poco apegado. Era consciente de que Andreas le agradaba más de lo que
  • 34. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 34 le habían gustado todos sus empleadores anteriores juntos. Andreas simplemente lo hizo sentir… bien. Andreas no lo trataba como una cosa. A Troy le gustó la forma en que Andreas lo miraba, sus ojos oscuros atentos y concentrados. Le gustó la forma en que Andreas lo tocó: asertivo pero gentil. A Troy le gustaba pasar tiempo con él, le gustaba compartir comidas con él, le gustaba despedirse de él con un beso y esperarlo en casa. Incluso le gustaba verlo trabajar. Sabía que estaba pisando aguas peligrosas, pero aún confiaba en que lo tenía bajo control. Lo hizo totalmente. Realmente. *** Troy miró su reloj y frunció los labios. Ya era medianoche. Estrictamente hablando, Andreas no le había dicho que lo esperara, porque era muy probable que esta sesión del Consejo fuera larga, pero Troy había decidido esperarlo de todos modos. Su Maestro generalmente estaba excitado después de pasar horas en lugares cerrados con varias docenas de personas, lo que inevitablemente lo hizo absorber algunos de sus impulsos sexuales. Andreas lo iba a necesitar. Troy bostezó y miró con nostalgia la cama. La cama de Andreas. Rara vez tenían sexo en la cama y, en las raras ocasiones en que lo hacían, Troy nunca se había quedado en esa cama después del sexo. Pero sabía que el colchón era suave y cómodo. Acostarse solo por un momento no estaría de más, ¿verdad? Troy se estiró en la cama con un suspiro de satisfacción. Las frías sábanas se sentían increíbles contra su piel desnuda.
  • 35. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 35 Se puso boca abajo y apretó la cara contra la almohada. Olía muy bien. Troy respiró profundamente, y luego una y otra vez, antes de darse cuenta de que lo que estaba inhalando con tanta avidez era el aroma de Andreas. Su loción para después del afeitado. Troy hizo una pausa y luego tomó otra respiración culpable. Solo olía bien, ¿de acuerdo? —Pensé que ya te habrías ido. Troy se ruborizó, se volvió de espaldas y se sentó rápidamente. —¿Quieres que me vaya? Pensé que me necesitarías… mis servicios esta noche, pero si estás cansado, me iré. Andreas dejó caer su túnica negra sobre la silla y negó con la cabeza. —Estoy cansado, pero esta noche estaba sentado al lado del Maestro Ervis y... —hizo una mueca. —Digamos que el hombre piensa en el sexo con demasiada frecuencia para una persona de 127 años. Riendo, Troy se puso de pie. —Ven aquí, déjame ayudarte a desnudarte. —desabotonó la camisa de Andreas sin prisa mientras Andreas solo lo miraba con ojos oscuros. —¿Qué? —Troy dijo, una sonrisa tirando de sus labios. Andreas se encogió de hombros y no dijo nada, todavía mirándolo. Sintiéndose extrañamente nervioso, Troy terminó de desnudarlo y lo empujó hacia la cama. Era la primera vez que Troy veía a su Maestro completamente desnudo. Era hermoso: todo músculo liso sin ser demasiado fornido. Andreas se recostó contra las almohadas, mirándolo con los ojos entrecerrados mientras Troy deslizaba sus labios por su cuerpo, besando sus pectorales, sus duros abdominales, antes de finalmente llevarse su rígida polla a la boca.
  • 36. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 36 —Mírame. —ordenó Andreas. —Mantén tus ojos en mí. Troy hizo lo que le dijo, sosteniendo la mirada de su Maestro mientras chupaba su polla. Se sentía insoportablemente íntimo. E increíblemente excitante. Troy se encontró empujando su polla contra el colchón mientras Andreas disfrutaba de su boca. Después, se quedó dormido allí mismo, saciado y contento, con el sabor de su Maestro aún en sus labios. Se despertó de costado, sintiéndose muy cálido y bien. Le tomó un momento darse cuenta de que el peso en su cintura era el brazo de Andreas. La dureza familiar estaba presionada contra su trasero, pero Andreas parecía lo suficientemente contento como para abrazarlo. Troy tarareó, disfrutando de lo bueno que era sentir esa piel desnuda contra su piel desnuda. —Deberíamos hacer esto en la cama más a menudo. —murmuró, entrelazando sus dedos con los de Andreas. —Deberíamos. —coincidió Andreas, chupando moretones en su cuello. Troy sonrió, volvió la cabeza y frotó los labios contra la mejilla sin afeitar de Andreas. Andreas unió sus bocas y Troy le devolvió el beso con avidez, sin importarle el aliento matutino. Joder, este hombre. Era la mejor mañana que había tenido en mucho tiempo. *** No fue la última. Troy no estaba seguro de cómo había sucedido, pero después de esa noche, pasó la mayoría de las noches en la cama de Andreas. Realmente nunca hablaron de eso, pero seguía sucediendo una y otra vez. Andreas no parecía tener prisa por echarlo de la cama
  • 37. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 37 después del sexo, y Troy se sentía demasiado perezoso para irse cuando podía quedarse en los brazos de Andreas e intercambiar besos perezosos hasta que ambos se durmieron. A veces se despertaba en medio de la noche y simplemente disfrutaba de cómo los brazos de Andreas se sentían a su alrededor, sólidos y cálidos. A él le gustó. Le gustaba escuchar la respiración uniforme de Andreas. Le gustaba quedarse dormido con el sonido. Fue como la mejor canción de cuna del mundo. Las campanas de advertencia estaban comenzando a sonar en el fondo de su mente, pero Troy las ignoró, enterrando su rostro contra el pecho de Andreas y dejando que los latidos constantes de Andreas le volvieran a dormir. *** El tiempo pasó de forma extraña. A veces, los meses parecían pasar a la velocidad de la luz y, a veces, el tiempo parecía arrastrarse al paso de un caracol. El tiempo tendía a retrasarse cuando Andreas estaba lejos del Alto Hronthar, aunque últimamente se llevaba a Troy con él en todos sus viajes fuera del planeta, sin importar lo corto que fuera el viaje. A Troy le encantó. Sabía que estos viajes eran por negocios, pero aun así se sentían como vacaciones, especialmente cuando Andreas lo llevó al paradisíaco planeta Neone. Después de que el negocio de Andreas concluyó, pasaron varios días holgazaneando en la hermosa playa y teniendo sexo todo el tiempo. La arena era molesta, pero a Troy no le importaba. Se sentía como si estuviera sonriendo todo el tiempo. *** Troy llevaba siete meses trabajando para Andreas cuando el tema surgió por primera vez.
  • 38. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 38 —¿Qué opinas sobre una fusión? —Andreas murmuró, rompiendo el cordial silencio que se había apoderado de ellos después del sexo. Troy abrió los ojos, aunque no pudo ver mucho, ya que su rostro estaba enterrado contra el costado de su Maestro. Él se rió entre dientes. —¿Es una pregunta hipotética? Andreas guardó silencio y pasó los dedos por el brazo desnudo de Troy flojamente. —¿Quieres que lo sea? —dijo al fin. Troy se humedeció los labios secos y se apartó un poco para mirarlo a los ojos. —¿Hablas en serio? —él susurró. La mirada de Andreas se mantuvo firme. —No te estoy presionando. —dijo. —No está en nuestro contrato. Puedes, y debes, decir que no si no quieres hacerlo. Los riesgos no son pequeños. Soy un telépata de clase 5, y eso significa... —Quiero intentarlo. —espetó Troy, un poco avergonzado por su propio entusiasmo, pero demasiado asustado de que Andreas se retractara de su oferta antes de que pudiera acceder. Una fusión telepática era el acto más íntimo en el que podía participar su especie. La gente decía que era más íntimo y más agradable que el sexo. Troy no estaba seguro de creerlo, pero siempre había sentido curiosidad por ello. El problema era que las fusiones telepáticas solo podían ser practicadas por un Maestro capacitado. Los sirvientes de placer no entrenados como él tenían estrictamente prohibido practicarlas, por una buena razón. Una fusión telepática era básicamente un acto de desnudar tu mente a la de otro. Un telépata de alto nivel con malas intenciones podría hacerte cualquier cosa durante la fusión, incluso hacer que tu corazón se detenga. No ayudó que se supiera que las fusiones
  • 39. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 39 telepáticas eran altamente adictivas si había una alta compatibilidad mental. Supuestamente se sentían muy, muy bien. —¿Está seguro? —Andreas dijo, poniendo sus dedos justo debajo de la oreja izquierda de Troy, donde estaba ubicado su punto telepático. Aunque su rostro estaba casi impasible, había hambre en sus ojos ahora, profunda y depredadora. Era obvio que lo deseaba desesperadamente. Era un poco conmovedor que todavía quisiera asegurarse de que Troy realmente lo quisiera. Troy asintió. —Estoy seguro. —dijo con una leve sonrisa, su estómago lleno de mariposas. Joder, la mera idea de tener a este hombre tan profundamente dentro de él que podría sentirlo dentro de su mente era ... tan aterradora como estimulante. Andreas lo miró un momento antes de negar con la cabeza y apartar la mano. —No estás listo todavía. Troy frunció el ceño. —¿Por qué no? Sonriendo un poco, Andreas tocó el labio inferior de Troy con el pulgar. —No te pongas de mal humor. Es por tu propio bien. Piensa en ello al menos durante unos días. No quiero presionarte para que lo hagas. —algo cambió en su expresión. —Francamente, está muy mal visto hacerlo con un sirviente del placer que no está certificado en placer mental. Se supone que debo contratar a otro sirviente para algo como esto. El estómago de Troy se revolvió. —Puedo hacerlo. —dijo rápidamente, apretando su brazo alrededor de la cintura de Andreas. —¡Quiero hacerlo! Andreas negó con la cabeza. —Tres días. Te lo volveré a preguntar en tres días, y si aún lo quieres, lo haremos. —No veo ningún sentido en esperar. —dijo Troy, sintiéndose mucho más decepcionado de lo que probablemente debería haberse sentido. —Mi respuesta no cambiará. Nada cambiará en tres días.
  • 40. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 40 —Troy. Suspirando, Troy se acurrucó en su bíceps. —Bien. —dijo, tratando de no fruncir el ceño visiblemente. No estaba de mal humor, maldita sea. Era un hombre adulto. —Tres días. Parecía que el tiempo se arrastraba para siempre, y al final del tercer día, Troy sintió ganas de golpear a alguien. Preferiblemente a sí mismo, para poner algo de sentido en su cabeza. Había terminado estando tanto en lo correcto como en lo horriblemente equivocado: su opinión no había cambiado, pero sería incorrecto decir que nada había cambiado. Con cada día que pasaba, se sentía más nervioso e impaciente, irracionalmente paranoico de que Andreas cambiara de opinión y decidiera emplear los servicios de un sirviente profesional del placer mental en lugar de decidirse por él. No es que fuera de su incumbencia si su Maestro decidiera hacerlo. Por supuesto que no lo era. Troy lo entendía. Lo hacía totalmente. Pero no hizo nada para borrar el feroz y feo impulso de envolver a Andreas y gruñir ... Joder, estos pensamientos posesivos lo asustaban. Era una suerte que Troy, en general, no pensara demasiado en las cosas o perdiera el sueño por ello. Su forma favorita de lidiar con las emociones inconvenientes era generalmente ignorarlas hasta que se iban. Así que hizo todo lo posible por ignorar esos pensamientos estúpidos. No querían decir nada. Lo único que querían decir era que podría haberse encariñado un poco. Un poquito. Un poquito muy pequeñito. Tan pequeñito que no valía la pena estresarse. Claro. Al caer la tarde del tercer día, Troy estaba preparado. Algunos dirían incluso que estaba demasiado preparado. Literalmente estaba temblando de impaciencia. Aunque había dejado de usar tapones
  • 41. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 41 hace meses, se había puesto uno dentro esa tarde. No creía que pudiera esperar un solo momento después de la llegada de Andreas a casa. Quería a su Maestro dentro de él. Quería que tocara su núcleo telepático, lo acariciara con el suyo, hasta que estaba en todas partes. En cada una de sus células. Dentro de él. Joder, ¿por qué pensar en eso lo excitaba? Ni siquiera había experimentado una fusión telepática; ¿por qué estaba tan convencido de que se sentiría increíble? Era la forma más invasiva de contacto telepático. Debería haber estado asustado. O al menos aprensivo. No excitado de forma inapropiada. Y, sin embargo, Troy lucía una erección completa cuando llegó Andreas. Su Maestro se detuvo en la puerta de su dormitorio, su mirada se agudizó al ver la forma agitada y sonrojada de Troy en su cama. Su forma muy desnuda. Con la mirada fija en él, Andreas dejó caer su túnica negra al suelo, quedándose solo con su camisa y pantalones negros. Joder, estaba tan caliente. Su cuerpo alto y en forma, su rostro anguloso y sus intensos ojos marrones. La polla de Troy palpitaba, dolorosamente dura. —Es una cálida bienvenida. —murmuró Andreas. Troy ni siquiera podía obligarse a coquetear. Mirándolo a los ojos, abrió las piernas de forma desenfrenada y lentamente sacó el tapón de su agujero. Joder, una parte de él, una parte muy distante de él, no podía creer su comportamiento desvergonzado. Si alguien le hubiera dicho hace siete meses que estaría abriendo las piernas con tanto entusiasmo por otro hombre como el peor tipo de zorra por polla, los habría golpeado.
  • 42. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 42 Sin embargo, aquí estaba. Excitado y ansioso por la polla de otro hombre, encontrándolo con un tapón en su trasero como una puta bien entrenada. Troy se estremeció, abriendo más los muslos, perversamente disfrutando de lo cachondo que se sentía, disfrutando del deseo que podía leer en los ojos de Andreas. Se sentía sexy. Deseable. Fue una sensación embriagadora. —Entra en mí. —dijo, mirando de los ojos de Andreas al bulto notable en la parte delantera de sus pantalones. —Te quiero dentro de mí cuando nos fusiones. La garganta de Andreas se movió. —No creo que sea una buena idea. —dijo. —Podría perder el control de esa manera. Podría lastimarte. No importa. Troy se tragó las estúpidas palabras y dijo algo sólo un poco menos estúpido. —Confío en ti. La mirada de Andreas pareció oscurecerse. —No seas tonto. — dijo, pero ya estaba avanzando. Cuando el cuerpo desnudo de Andreas se posó sobre él, Troy gimió de felicidad. Su gemido se volvió agudo cuando la polla de Andreas entró en él con un fuerte empujón. Sí, sí, por favor. Dioses, era la mejor maldita sensación del mundo: la forma en que estaba estirado hasta su límite, la forma en que la polla de Andreas se frotaba contra las sensibles paredes de su agujero. No podía tener suficiente. Seguramente nada podría sentirse mejor que esto. Él estaba equivocado. Sus ojos se abrieron de golpe cuando la mente de Andreas se deslizó dentro de la suya. No había palabras para describir este sentimiento. Gimió cuando sintió a Andreas profundizando cada
  • 43. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 43 vez más, frotándose contra su propio núcleo, amplificando el placer que sentía. De repente pudo verse a sí mismo a través de los ojos de Andreas: su rostro enrojecido, sus labios rojos abiertos en un gemido silencioso, sus ojos vidriosos, sus caderas moviéndose hacia atrás enfrentarse a las embestidas de Andreas, empalándose con avidez en su polla. Se veía obsceno. Parecía algo salido de una porno. También podía sentir lo bien que se sentía follar en su estrecho y resbaladizo agujero, lo borracho que se sentía al ver a Troy desmoronarse sobre su polla, bajo su toque, debajo de él, hermoso, un niño tan hermoso. Troy lo miró débilmente, deseando sentirse ofendido. —No soy un niño. —se las arregló para decir antes de tirar de Andreas hacia abajo, arrastrándolo a un beso codicioso. Joder, él quería consumirlo, tenerlo dentro de él en cada una de las posibles maneras. Cuanto más profundo lo tenía, más insaciable se sintió. Honestamente, estaba empezando a asustarlo. Incluso cuando se corrió, todavía quería más, a pesar de tener el mejor y más intenso orgasmo de su vida. —Quédate en mí. —exigió, jadeando, con las piernas envueltas con fuerza alrededor de las caderas de Andreas y su núcleo telepático latiendo de satisfacción. Andreas se quedó.
  • 44. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 44 Capítulo 5 —¡Deja de mirar tu reloj! Vamos, ¿qué te pasa? Troy apartó la mirada de su reloj y le dio a Yulia una sonrisa lánguida. —Estoy bien. —dijo, obligándose a parecer comprometido e interesado en lo que sea que sus amigos estuvieran discutiendo. Era su día libre. Realmente necesitaba deshacerse del hábito de mirar el tiempo. Andreas había dicho que hoy no lo necesitaría. Pero en lugar de tranquilizarlo, la idea hizo que se le encogiera el estómago. ¿Andreas se estaba cansando de él? —Oye, Troy —dijo Noel, sacándolo de sus pensamientos. Fue un alivio. No le gustaba la dirección de sus pensamientos últimamente, no le gustaba lo obsesivos que se habían vuelto. Lo necesitado que se había vuelto. —¿Qué? —dijo, cambiando su mirada hacia el otro sirviente de placer. Noel tenía una expresión curiosa en su rostro. —Entonces, ¿ya encontraste un nuevo trabajo? Troy parpadeó. —¿Qué? Noel le lanzó una mirada de desconcierto y frunció el ceño. — ¿Un nuevo trabajo? ¿No ha pasado casi un año desde que empezaste a trabajar para el Maestro Andreas? Tu contrato debería terminar pronto, ¿verdad?
  • 45. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 45 Troy lo miró fijamente. Cierto. Contrato. ¿Cómo pudo haberlo olvidado? Para ser justos, no había trabajado para el mismo empleador tanto tiempo antes; los Maestros tendía a aburrirse fácilmente con los sirvientes de placer y la mayoría de los contratos terminaban después de unos meses. El tiempo más largo que Troy había estado empleado antes era de seis meses. Nunca había durado un año, por lo que la regla de que un sirviente de placer debe cambiar de Maestro después de un año no había sido relevante para él. Se había olvidado por completo, para ser honesto. Hasta ahora. Con el estómago retorciéndose en un nudo tenso e incómodo, Troy se lamió los labios secos. —Todavía no. —se escuchó decir, su tono inexpresivo. Pero, afortunadamente, Noel no parecía haber notado nada extraño. —El Maestro Sawn está rescindiendo mi contrato, así que también estoy buscando un nuevo empleador —dijo Noel. — ¿Quizás puedas presentarme en buenos términos con el maestro Andreas? Troy apretó los puños debajo de la mesa. Él tuvo que sofocar activamente el impulso de mostrarle los dientes a Noel como un animal salvaje y decirle que se fuera a la mierda. Mierda, ¿qué le pasaba? Su amigo no había dicho nada malo. Noel tenía razón. Había pasado un año. Troy debería estar buscando un nuevo empleador y Andreas debería estar buscando un nuevo sirviente. De hecho, era muy posible que su Maestro ya
  • 46. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 46 hubiera encontrado un nuevo sirviente. ¿Por qué Andreas le daría un día libre hoy de repente? Tal vez quería entrevistar a un posible sirviente de placer sin que Troy estuviera allí. Tal vez incluso quería probar con otro sirviente de placer. —Hombre, ¿qué te pasa? —dijo Noel, mirándolo con recelo. — Tu aura telepática es una especie de... —Estoy bien. —Troy soltó, golpeando sus escudos mentales y tratando de desenredar el nudo venenoso en su estómago. Respira. Respira, maldita sea. No eres dueño de él. Es solo tu empleador. Empleador. Quien pronto ni siquiera será tu empleador. Troy repitió ese mantra de camino a casa, de camino a la casa de su empleador. Repitió ese mantra mientras entraba a la casa, odiándose a sí mismo por siquiera tener que repetirlo. Era solo un hábito, se dijo. Simplemente se había acostumbrado a Andreas, a sus besos, a su cuerpo encima de él, a su polla dentro de él. Se había acostumbrado a sentirse cómodo y relajado. Era natural que la intimidad física frecuente y los orgasmos alucinantes, junto con las frecuentes fusiones telepáticas, hubieran creado una especie de apego. Sabía que se había vuelto un poco apegado durante el año pasado. No era gran cosa. Podría superarlo. Lo superaría. No era un problema. Se negó a ser uno de esos cuentos de advertencia que todos escucharon como aprendices. —¿Troy? Troy se detuvo en seco antes de que su cabeza girara hacia el sonido de la voz de Andreas.
  • 47. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 47 Barrió su mirada sobre su alta figura, odiándose a sí mismo por buscar cualquier signo de sexo. No encontró ninguno. Andreas parecía su yo normal y seguro de sí mismo. No estaba usando su túnica, vestido solo con pantalones negros y un suéter gris oscuro de aspecto suave que abrazó sus anchos hombros y su cuerpo delgado y musculoso. Los ojos marrones lo miraban con algo inidentificable en ellos. —Pareces perturbado. —dijo Andreas, acercándose. Antes de que Troy pudiera detenerse, su presencia telepática ya se extendía con avidez y tocaba la de su Maestro. La expresión de Andreas no cambió, pero su aura telepática se agudizó, volviéndose inquisitiva. Envolvió a Troy, casi tan familiar como la suya después de meses de intimidad. Troy apenas pudo detener un gemido, su polla ya se estaba endureciendo y sus dedos se movían nerviosamente mientras extendía la mano para tocarlo, pasarlas por el cabello de Andreas, sobre ese pecho musculoso, luego deslizarse debajo del suéter. Involuntariamente, sus labios se separaron, queriendo besos y luego una lengua entre ellos, algo para chupar, para encontrar una salida para el deseo que palpitaba bajo su piel. Quería consumir a este hombre. O más bien, quería ser consumido por él. Solo tu empleador, se recordó a sí mismo bruscamente, molesto. Molesto y muy perturbado. Aunque había sido muy consciente del deseo cada vez más fuerte que había comenzado a sentir por su Maestro, este borde desesperado y necesitado nunca había sido más perturbador. Se acabó el año. Se acabó el año. —Ha pasado un año. —espetó Troy cuando su Maestro puso sus manos en la cintura de Troy y lo acercó a él. Sus pensamientos ya
  • 48. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 48 se estaban nublando, sus labios temblaban de impaciencia. Besos. Quería besos. Quería la boca de Andreas sobre él. Andreas le dirigió una mirada fija que Troy no pudo leer. —Así es. —dijo, su tono neutral. —¿Has encontrado ya otro sirviente de placer? —Troy dijo, tratando de mantener su voz igual de neutral, y en absoluto como si el ácido se comiera su carne desde adentro. Los ojos marrones lo miraron de una manera que parecía evaluadora. —¿Quieres que encuentre uno? Troy parpadeó un par de veces, perdido. —¿Importa lo que quiero? Es la regla. Los Maestros no pueden tener el mismo sirviente de placer durante más de un año. —ni siquiera estaba seguro de por qué existía esta regla en el Alto Hronthar… aunque, lo recordaba ahora que lo pensaba. Podía recordar vagamente una historia de hace unos siglos sobre una sirvienta de placer que se enamoró de su Maestro y luego mató al aprendiz del Maestro por celos. La regla se había implementado para desalentar a los sirvientes de placer de apegarse demasiado a sus Maestros. —La regla. —repitió Andreas, sin dejar de mirarlo con extrañeza. —No estoy preguntando por la regla. Te pregunto si quieres que encuentre un nuevo sirviente. —Yo... no entiendo. —dijo Troy. ¿Fue esto algún tipo de prueba? Andreas suspiró y dio un paso atrás, un destello de emoción cruzó sus ojos oscuros. Juntó los brazos a la espalda y miró a Troy con una expresión indescifrable. —Las reglas existen por una razón. Pero pueden romperse. De hecho, se rompen todo el tiempo sin ninguna consecuencia por parte de ciertos Maestros.
  • 49. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 49 —¿De verdad? —Troy dijo, sus cejas juntas. —¿Por quién? Nunca antes lo había escuchado. —Castien había mantenido el mismo sirviente de placer durante años antes de finalmente despedirlo hace algún tiempo. —¿Castien? —Troy repitió, aturdido. —¿Te refieres al Gran Maestro Idhron? —cuando Andreas asintió, Troy lo miró fijamente. —¿Por qué? ¿Se... se encariñó con su sirviente de placer? —era repugnante lo mucho que quería que Andreas lo confirmara, para confirmar que a veces los Maestros también se apegaba a los sirvientes de placer humildes. Pero para su decepción, Andreas negó con la cabeza y curvó los labios. —Para nada. Sospecho firmemente que la única razón por la que Castien mantuvo a ese sirviente durante tanto tiempo fue por el gran parecido del sirviente con su Aprendiz. Se lo folló porque no podía follar con su aprendiz. —No puedes saber eso. —refunfuñó Troy, tratando de esconder su decepción. La sonrisa de Andreas se volvió irónica. —Créeme, lo hago. He estado en la misma habitación con Castien y su Aprendiz con la suficiente frecuencia como para saber exactamente lo que el Gran Maestro Supremo de la Orden siente por su Aprendiz. Troy se rió. —Tu don debe ser muy extraño cuando interactúas con otros Maestros. ¿Cómo puedes mirarlos a los ojos cuando puedes sentir todos sus pensamientos e impulsos sucios? Andreas se encogió de hombros, pero sus ojos se reían. —A veces puede ser un desafío mantener la cara seria. —admitió antes de que su mirada se volviera seria de nuevo. —Como puedes ver, hay precedentes de Maestros que rompen esa regla.
  • 50. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 50 El corazón de Troy dio un brinco. ¿Andreas realmente estaba ofreciendo…? Abrió la boca para decir que, por supuesto, quería quedarse, pero no quería parecer demasiado ansioso. Demasiado apegado. Demasiado patético. Cuando el silencio se prolongó, Andreas volvió a hablar. —También hay otra opción —dijo. —Una mejor opción para ti. Puedo asignarte otro trabajo. Por un momento, Troy estuvo seguro de que lo había oído mal. ¿Qué? Debe haberlo dicho en voz alta, porque Andreas respondió: — Es muy inusual, sí. Normalmente, los sirvientes no pueden cambiar su campo de trabajo una vez que se les asigna. De hecho, sería una infracción más grave de las reglas que mantenerte como mi sirviente. Pero puede hacerse. Troy negó con la cabeza, aturdido. —No soy... no soy bueno en nada más. Fallé mis pruebas de aptitud. —Hubiera sido humillante decirle eso a cualquier otra persona, pero Andreas ya lo sabía. Los ojos de su Maestro se suavizaron un poco. —Es posible que no tengas aptitud para campos especializados, pero aún puedes trabajar en algunos trabajos de oficina que no requieren una aptitud en particular. De hecho, el antiguo monasterio del Alto Hronthar necesita un empleado de oficina en este momento. Le he preguntado hoy. El trabajo es tuyo si lo quieres. ¿Así de simple era todo? Troy no podía razonarlo objetivamente. Los sirvientes no solo cambiaban su campo de trabajo de esa manera. No era posible hacerlo. Los sirvientes de placer no se convirtieron en empleados respetables en el monasterio. Era... Era...
  • 51. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 51 Con la visión repentinamente borrosa, Troy le dio la espalda a Andreas y parpadeó para eliminar la humedad. —Estás molesto. —dijo Andreas. Troy lo sintió acercarse y poner sus manos sobre sus hombros. La necesidad de hundirse en este hombre y sentir sus brazos alrededor de él era tan fuerte que Troy tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no hacerlo. —No. —se atragantó con una risa. Aunque no estaba siendo del todo sincero. Fue perturbador saber que todo lo que se necesitaba para cambiar la vida de uno de manera tan drástica eran las conexiones correctas. El hombre correcto. No fue culpa de Andreas, por supuesto. Fue el sistema corrupto. Lo que Andreas le estaba ofreciendo estaba más allá de lo maravilloso. Andreas había sido maravilloso con él. Había sido tan maravilloso que Troy no podía imaginar dejarlo. Troy se mordió el labio con fuerza, el pensamiento hizo que sus entrañas dolieran. Ese era el centro del problema, ¿no? A pesar de la increíble oportunidad que le estaba ofreciendo Andreas, parte de él, la parte estúpida, se sintió presa del pánico y opresión en el pecho ante la idea de no ser su sirviente de placer nunca más. Al pensar en Andreas reemplazándolo por alguien más. Tenía tantas ganas de quedarse que estaba desafiando toda razón y lógica. Él sabía que era muy tonto. Sabía que se le estaba ofreciendo la oportunidad de su vida. Sin embargo, no cambió el hecho de que quería darse la vuelta, hundir la cara en el cuello de Andreas y no soltarlo nunca. Idiota. ¿Cuándo exactamente había caído tan mal por él?
  • 52. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 52 Fue solo un enamoramiento. Tenía que serlo. No podía ser otra cosa, porque los altos y poderosos Grandes Maestros del Consejo no se enamoraban de sus sirvientes de placer. Como mostró el ejemplo del Maestro Castien, los sirvientes de placer eran solo herramientas para satisfacer los deseos de los Maestros cuando no podían tener a alguien a quien realmente querían. —Gracias. —dijo Troy. Su voz ni siquiera sonaba como la suya. —¿Cuando empiezo? ¿Debo ir primero con el Coordinador? Detrás de él, Andreas guardó silencio por un momento antes de decir: —Puedes irte ahora mismo, si quieres. Llamaré al Coordinador. Troy cerró los ojos, su corazón en algún lugar de su estómago. —Gracias. —dijo de nuevo, dándose la vuelta. Di que quieres que me quede, suplicó algo en él mientras miraba a Andreas a los ojos. Una palabra y me quedaré. La mirada de Andreas era ilegible. Él no dijo nada. Más tarde, Troy se lo agradecería. Pero eso sería más tarde. *** Andreas ni siquiera vino a despedirlo. Troy empacó sus cosas lo más lentamente que pudo, esperando contra toda esperanza que Andreas apareciera. Pero no se lo veía por ninguna parte, y Troy ya no podía holgazanear sin parecer ridículo y patético. —Vaya, no me extraña que necesitaras ayuda. —dijo Noel, mirando sus maletas.
  • 53. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 53 Troy miró sus maletas y se encogió. Hasta ese día, no se había dado cuenta de la cantidad de cosas que había trasladado a la casa de Andreas. Fue una especie de revelación. Y una deprimente. —Me sorprende que el Maestro Andreas te haya permitido mover tantas cosas a su casa. —dijo Noel, agarrando algunas bolsas y dirigiéndose a la cámara de teletransportación más cercana. Troy no dijo nada. Agarró el resto de las bolsas y siguió a Noel lentamente, reprimiendo violentamente el impulso de mirar hacia atrás, a la casa. Noel siguió parloteando, sin inmutarse por su silencio. —Todavía no puedo creer que el maestro Andreas te esté consiguiendo otro trabajo. —se rió entre dientes y le dio una palmada en el hombro a Troy —¿Le chupaste la polla tan bien? O tal vez… —Cállate. —dijo Troy, sin mirarlo. —Por favor. Noel se calló. Troy podía sentir su mirada inquisitiva sobre él, pero afortunadamente permaneció callado. Todavía guardaron silencio cuando llegaron al antiguo apartamento de Troy. Luego, Troy pasó unos buenos veinte minutos buscando las llaves de su apartamento mientras Noel esperaba pacientemente. Probablemente era dolorosamente obvio que había dejado de regresar al apartamento hacía mucho tiempo. Por fin, Troy logró encontrar las llaves en el fondo de una de sus maletas. —¡Aquí están! —dijo demasiado alto, evitando la mirada de Noel, y abrió la puerta.
  • 54. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 54 Entró y miró a su alrededor, sintiendo... no estaba seguro qué. Se sentía entumecido, y había una cualidad surrealista en todo el asunto, como si no pudiera ser real que estaba mudándose de regreso a este lugar. El hecho de vivir aquí. No parecía real que nunca… que nunca ... —Eh, ¿estás bien, hombre? —Noel dijo, su voz incómoda. Troy nunca pensó que sonreír pudiera ser doloroso. Hizo que le dolieran los músculos de la cara. —Claro —dijo. A juzgar por la mirada dudosa de Noel, no se lo creía. Troy se volvió. —Hogar, dulce hogar. —dijo, odiando lo falso que era su tono de voz, odiándose a sí mismo por ser un patético tonto que quería darse la vuelta y correr de regreso a la casa de Andreas y rogarle que lo dejara quedarse, como un cachorro pateado pidiendo atención y afecto a su dueño. Algo en él anhelaba hacerlo, al diablo con su orgullo. Suficiente. Se había encariñado un poco. Pasaría. Tenía que hacerlo.
  • 55. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 55 Capítulo 6 Trabajar como oficinista en el monasterio fue sorprendentemente interesante. A Troy le gustó el trabajo. Fue reconfortante ver a tantos forasteros todo el tiempo, y fue un desafío interesante mantener la pretensión de que el monasterio era todo lo que había en el Alto Hronthar, como si el asentamiento principal de la Orden no estuviera ubicado en las Montañas Kavalchi. Trabajó en estrecha colaboración con Irrene, la secretaria del Gran Maestro, y ella fue muy amable y solidaria, lo que realmente ayudó a Troy a adaptarse rápidamente al nuevo entorno. Veía muchos Maestros y Maestros Mayores todo el tiempo en su nuevo lugar de trabajo. Sin embargo, no todos. Algunos. Así que sí, el trabajo estuvo bien. Todo estuvo bien. Él tenía una ocupación bastante interesante y respetable. Ya no tenía que tener sexo con gente si no quería. Lo cual era genial en teoría, excepto que no había sentido la menor inclinación a salir y echar un polvo. Fue probablemente bueno también. Probablemente tenía sentido que, con todos los cambios recientes en su vida, la perspectiva de salir a echar un polvo se sintiera como una tarea. Tan pronto como conociera a alguien atractivo, su libido volvería, Troy estaba seguro de ello. —¿Está el Maestro en su oficina? La voz lo sobresaltó tanto que Troy se estremeció.
  • 56. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 56 Levantando la mirada, se encontró mirando a un joven sorprendentemente hermoso con una túnica azul de aprendiz. El cabello dorado oscuro enmarcaba un rostro exquisito con bonitos ojos violetas. Los labios rosados impecables se doblaron en una sonrisa educada. —Entonces, ¿el Maestro ya ha regresado? Troy frunció el ceño. —¿Maestro? ¿Te refieres al Gran Maestro Idhron? El joven asintió, exudando leve impaciencia. —¿Eres nuevo? Soy Eridan. —dijo, tocando el dethrenyte púrpura en su garganta. La joya preciosa brillaba tenuemente, emanando una marca telepática familiar. La marca del Gran Maestro. ¡Ah! Así que este era el infame Aprendiz del Gran Maestro de la Orden. Con quien se rumoreaba mucho que el Gran Maestro mantenía una relación sexual a pesar de que estaba muy en contra de las reglas. Troy casi resopla ante sus propios pensamientos. En teoría, un Gran Maestro generalmente no estaba por encima de la ley, pero en la práctica, él era la ley. El Maestro Castien Idhron se había convertido recientemente en Gran Maestro, y el más joven de la historia, pero había ejercido un enorme poder en la Orden mucho antes de eso. El hombre asustaba a Troy, para ser honesto. Había todo tipo de rumores sobre él, uno más salvaje que otro, y Troy no estaba seguro de a cuál de ellos creer. Al mirar el rostro deslumbrante de Eridan, Troy se inclinó a creer el rumor de que el estimado Gran Maestro se estaba tirando a su propio Aprendiz. Este rostro tentaría a un santo. O un monje. Las cejas de Troy se fruncieron cuando se dio cuenta de repente que Eridan no provocaba nada en él. Si bien encontró a Eridan hermoso objetivamente, no sintió ningún deseo real de follarlo.
  • 57. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 57 Fue... extraño. Eridan era exactamente su tipo, a Troy siempre le había gustado ver a alguien joven y bonito debajo de él. Pero ahora le costaba imaginar follándose a este tipo, sin importar lo increíblemente atractivo que fuera. Troy dijo con retraso: —Su Excelencia aún no ha regresado de su viaje. Eridan suspiró, se dejó caer en la silla y sacó un cuaderno de datos de su bolsillo, claramente con la intención de esperar a su Maestro. Troy desvió la mirada hacia su computadora y la miró sin comprender. Hace un año, habría hecho todo lo posible por meterse en los pantalones de Eridan. ¿Por qué no sintió ni un ápice de interés ahora? Tal vez simplemente no tenía ganas de echar un polvo. Además, habría sido estúpido intentar coquetear con el… lo que sea que Eridan fuera para el Gran Maestro. Hace un año, no te habría importado, dijo una voz en el fondo de su mente. Tu negación está envejeciendo, maldito cobarde. Eridan se aclaró la garganta. —¿Estás bien? Troy lo miró y trató de sonreír. —Seguro. ¿Por qué lo preguntas? Eridan fijó sus ojos violetas en él para evaluarlo y se encogió de hombros. —Tengo una fuerte empatía y no pude evitar sentir algunas de tus emociones. En mi defensa, los estás proyectando con mucha fuerza. Mierda.
  • 58. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 58 —Lo siento. —murmuró Troy, haciendo todo lo posible por reforzar sus escudos mentales, pero nunca había sido particularmente bueno para proteger sus emociones. —No te disculpes. —dijo Eridan, mirándolo con curiosidad. — ¿Estás realmente bien? Pareces… —se interrumpió, algo parecido a una incomodidad apareciendo en su rostro. —Pareces... eres infeliz. Anhelas algo, algo que crees que no puedes tener. Troy abrió la boca para decirle que se ocupara de sus propios asuntos, pero la cerró cuando vio la mirada de Eridan. Había simpatía en ello, y también comprensión. Eridan bajó los ojos y sonrió con tristeza, mirándose las manos. —Definitivamente puedo relacionarme... ¿Al menos le dijiste cómo te sientes? Troy tenía la garganta apretada. —No. —dijo con voz áspera. ―¿Tú qué tal? Eridan soltó una carcajada sin mirarlo. —Algo así. Le dije que lo quiero. Sé que me quiere de vuelta. Pero dijo que no será “un esclavo de sus impulsos básicos” o alguna mierda como esa. Y ese fue el final. —levantó la mirada, sus ojos violetas llenos de fuego. —Lo odio, pero al menos sé que me quiere. Si no lo confrontaba, no sabría ni siquiera eso. Y eso es algo. —le dio a Troy una mirada fija. —Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que la incertidumbre. Troy solo lo miró, sintiéndose perdido. Pero antes de que pudiera decir algo, la cabeza de Eridan se giró hacia la cámara-T cercana. Una sonrisa tiró de sus labios, tan hermosa que casi dolía mirarlo. Era difícil de creer que la sonrisa estuviera dirigida al hombre severo y sin emociones que se dirigía hacia ellos.
  • 59. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 59 —Su Excelencia. —dijo Troy, incorporándose apresuradamente. Pero no debería haberse molestado: el Gran Maestro ni siquiera lo miró, sus profundos ojos azules fijos en su Aprendiz. —Maestro. —murmuró Eridan. El término respetuoso sonaba extrañamente como un término cariñoso. El Gran Maestro no dijo nada, su rostro en blanco no traicionó ninguna emoción, pero Troy realmente podía sentir la presencia telepática del Maestro Idhron extendiéndose y rozando la de su Aprendiz, envolviéndolo de una manera bastante propietaria. Eridan se sonrojó y sus ojos se pusieron vidriosos. Sintiéndose fuera de lugar e incómodo, como si hubiera presenciado algo que no debería haber visto, Troy volvió a mirar su computadora. No volvió a levantar los ojos hasta que el Gran Maestro y su Aprendiz se marcharon juntos. Las marcas telepáticas residuales que permanecieron en la habitación incluso después de que se fueron, la innegable intimidad entre el Maestro y su Aprendiz, hicieron que algo en su interior le doliera. Troy se estremeció y se rodeó con los brazos. Sintió frío. Hacía frío en el antiguo monasterio. Probablemente haya que ajustar de nuevo el aire acondicionado. Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que la incertidumbre. Troy suspiró, pasando una mano por su cabello. Se estaba haciendo demasiado largo, casi tocando su cuello. Él debería probablemente cortarlo. Había sido un poco vago en cortarse el pelo el año pasado porque... porque... El recuerdo de unos dedos largos y fuertes que se enhebraban en su cabello pasó a la vanguardia de su mente.
  • 60. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 60 Troy apretó los dientes y gimió silenciosamente de frustración. No importa cuánto trató de no pensar en eso... sobre él… fracasó. No importaba lo ocupado que estuviera en su nuevo lugar de trabajo, no importaba cuántos nuevos conocidos hiciera, esos pensamientos seguían regresando y su respiración se atascaba en su garganta cada vez que veía las túnicas negras de Maestros en su visión periférica. Joder, ¿por qué no podía seguir adelante? Se suponía que ya había seguido adelante con su vida. Al principio había tratado de decirse a sí mismo que se había encaprichado un poco. Luego se había convencido a medias de que simplemente era adicto a las fusiones telepáticas y por eso estaba tan obsesionado. Pero el sanador mental que había visto discretamente hace unos días lo había desengañado de esa noción. No le pasaba nada, ni física ni mentalmente. No debería haberse sentido tan… tan insatisfecho con su vida. Tenía un buen trabajo que no implicaba poner su boca en los genitales de alguien, un bonito apartamento pequeño, y de hecho tenía tiempo por las noches para pasar el rato con sus amigos. La vida era buena. Corrección: la vida debería haberse sentido bien. Se sentía... no deprimido exactamente, pero sentía que faltaba algo. Algo esencial que estaba esperando. Algo que completaría su vida. Ese algo obstinadamente seguía tomando la forma de cierto hombre en su mente, sin importar cuánto tratara Troy de no pensar en él. El anhelo en su pecho que había seguido llamando obstinadamente “querer” durante el año pasado era como un vacío, pozo hambriento ahora, ansioso de ser llenado. Ya no podía negarlo: lo extrañaba. Lo extrañaba. Maldita sea. Era más que solo querer. Se había estado engañando a sí mismo
  • 61. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 61 durante meses. Echaba de menos a Andreas. Estos sentimientos... no iban a pasar. Y no tenía ni puta idea de qué hacer al respecto. Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que la incertidumbre. —Ya ni siquiera te reconozco. —se quejó Noel esa noche mientras pasaban el rato en su pub favorito. —¿Qué te ha puesto tan deprimido? —No estoy deprimido. —dijo Troy a medias, mirando alrededor del pub sin mucho interés. —Sólo estoy pensando. Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que la incertidumbre. —Bien. —dijo Noel. —Has estado raro desde que dejaste de trabajar para el Maestro Andreas. Yulia resopló desde el otro lado de Troy. —Lo has entendido todo mal. Ha sido extraño desde que comenzó a trabajar para el Maestro Andreas. —No lo he hecho. —dijo Troy con indiferencia. —Sí, no estas totalmente deprimido. —dijo Noel, intercambiando una mirada con Yulia antes de volver a mirar a Troy. —Vamos, derrámalo. ¿No somos tus amigos? —¿Puede un sirviente tener una relación con un Maestro? — Troy soltó antes de que pudiera detenerse. Esperaba miradas de desconcierto, pero Noel dio un puñetazo al aire. —¡Por fin! —dijo con una sonrisa antes de volverse hacia Yulia. —Paga. Perdiste. Gimiendo, Yulia tocó su chip contra el de Noel, claramente transfiriendo créditos.
  • 62. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 62 Troy los miró confundido. —¿Qué carajos? Poniendo los ojos en blanco, Yulia suspiró. —¿No pudiste tener esta epifanía hace cinco días? Me acabas de hacer perder dos mil créditos. Cuando Troy continuó mirándolos confundido, su expresión se suavizó. —Hemos estado esperando que hables con nosotros al respecto. —¿Sobre qué? Noel resopló. —Sobre el hecho de que estás suspirando por tu ex-empleador. Vamos, ¿pensaste que éramos tan ciegos? No fue difícil sumar dos más dos. Parecía que alguien murió cuando te mudaste de su casa. —Hemos estado tratando de insinuarlo delicadamente por un tiempo. —dijo Yulia, ignorando el bufido de Noel y murmuro '¿delicadamente?'. —Pero parecía que no estabas listo para hablar de eso, así que esperamos. Algunos de nosotros somos buenos amigos. —lo último fue dicho con una mirada penetrante a Noel, quien solo sonrió y se encogió de hombros. Troy miró fijamente la superficie marrón de su cerveza, sin saber qué decir. —En cuanto a tu pregunta, —dijo Yulia. —Investigué un poco... —Te refieres a chismes. —interrumpió Noel. —Investigué un poco. —dijo Yulia con énfasis en la palabra. ―Y sí, hay sirvientes en relación con Maestros. Es bastante raro y no se anuncia, pero en realidad no está prohibido por las reglas de la Orden. —ella sonrió. —Así que puedes follarte totalmente a tu Maestro o incluso tener hijos con él si quieres.
  • 63. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 63 Troy casi se echó a reír. No era exactamente una cuestión de lo que quería. ¿Andreas quería lo mismo? Lo dudaba. Si lo hiciera, no lo habría dejado ir tan fácilmente. ¿O lo haría? Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que la incertidumbre. Troy se bebió la cerveza de un trago. Que se joda. Estaba tan harto de esto. Harto de su propia indecisión, inseguridad y sí, harto de su abatimiento. Este no era él. Siempre se había enorgullecido de tener confianza y ser decidido. ¿Y qué si se sintiera completamente fuera de su alcance en esta situación? ¿Qué era lo peor que podía ocurrir? Le romperían el corazón y estaría completamente humillado, pero Eridan tenía razón: al menos lo haría tener un cierre real en lugar de esta incertidumbre. Él lo soportaría y eventualmente se repondría. Siempre lo hizo. Sintiéndose mucho mejor ahora que había tomado la decisión, Troy se puso de pie. —¿A dónde vas? —dijeron sus amigos. Troy soltó una risita. —A hacer el ridículo, probablemente. Y antes de que sus amigos pudieran hacerle más preguntas, se marchó. Era una noche fría, pero apenas podía sentirlo. Ni siquiera recordaba cómo había llegado al distrito de Maestros. Antes de darse cuenta, se encontró de pie frente a la familiar mansión. Observó su majestuosa fachada, sintiendo una fuerte sensación de deja vú. Hace poco más de un año, se había parado frente a esta casa, sintiéndose nervioso e inseguro así, aunque por razones completamente diferentes. Se sentía como si hubiera sido una vida diferente. Un él diferente.
  • 64. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 64 Quizás lo había sido. Troy respiró hondo y apretó el timbre. —Diga su nombre y el motivo de su presencia. —dijo la IA. Troy tragó. —Troy. —dijo —Por favor, dígale al Maestro Andreas que me gustaría hablar con él, si está solo. La idea repentina de que Andreas no estuviera solo le hizo sentir náuseas. No estaba seguro de cómo reaccionaría si veía a Andreas con otro sirviente de placer. Aunque sabía cómo reaccionaría: se daría la vuelta y se iría, porque esa sería la respuesta a la pregunta que quería hacer. Si Troy era tan fácil de reemplazar, ni siquiera valía la pena hacer la pregunta. —Un momento, por favor. —dijo la IA antes de quedarse en silencio. Los segundos se arrastraron, insoportablemente lento. Por fin, la puerta se abrió con un clic. —El maestro Andreas está en su oficina. —dijo la IA. Troy se dirigió hacia él, algo de la tensión disminuyó en él cuando entró en la familiar casa. Todavía podía sentir su propia marca telepática por todas partes, mezclada con la de Andreas, y era increíblemente reconfortante. Se sintió muy hogareño, a pesar de que sabía que no debía permitirse sentirse así. Empujó la puerta de la oficina de Andreas para abrirla. Andreas no estaba sentado en su silla habitual. Estaba parado junto a su escritorio, apoyado casualmente contra él. Pero su postura casual era una extraña contradicción con la tensión que exudaba. Llevaba un suéter gris y pantalones negros, le faltaba la túnica. Su cabello rojo oscuro brillaba a la luz del fuego, sus ojos
  • 65. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 65 oscuros eran difíciles de leer en la habitación tenuemente iluminada. Troy bebió de él: el poder, la virilidad, el absoluto Andreas. Apenas podía evitar que su telepatía se acercara a él con avidez, por miedo a que la rechazaran. No debería haberlo hecho. Un momento después, sintió la presencia telepática de Andreas tocarlo, suavemente al principio, luego más intensamente, deslizándose dentro de él. Troy abrió la boca y lo dejó entrar. Joder, se sentía tan bien. Lo extrañaba. Te extrañé, pensó con fuerza. Tan malditamente tanto. Andreas debió haber captado el pensamiento, porque se estaba moviendo, y luego estaba allí, frente a él. Troy cayó en sus brazos, escondiendo su rostro contra el hombro de Andreas con un suspiro de felicidad, y lo abrazó con fuerza, su cuerpo tratando de fusionarse con el de Andreas, enterarse en él y nunca separarse. —¿Qué te tomó tanto tiempo? —Andreas dijo, acariciando su sien. Troy frunció el ceño y abrió los ojos de golpe. —¿Qué? —él dijo, retrocediendo un poco para ver el rostro de Andreas. Andreas había arqueado las cejas y ¿había diversión en sus ojos? —¿De verdad pensaste que habíamos terminado solo porque dejaste de trabajar para mí? Troy solo pudo abrir la boca y cerrarla. Probablemente lucía estúpido. Ciertamente se sentía estúpido. La expresión de Andreas se suavizó. Acunó la cara de Troy con sus manos, haciendo que Troy se estremeciera y se inclinara hacia su toque.
  • 66. Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans 66 —Me dijiste que aceptaste mi oferta de trabajo porque tenías demasiado miedo de rechazar a un Maestro Mayor del Consejo — dijo Andreas, mirándolo intensamente. —Te dejé ir porque tenías que volver a mí por tu propia voluntad. El desequilibrio de poder en nuestra relación no habría funcionado a largo plazo. Necesitaba estar seguro de que realmente quieres estar aquí. Tenías que elegir ser mío. —un brillo de satisfacción apareció en sus ojos. —Sabía que lo harías. —Maldito arrogante. —gruñó Troy, pero su corazón no estaba realmente en ello. Estaba demasiado feliz para estar enojado. Pero necesitaba saber algo. —No contrataste a otro sirviente de placer, ¿verdad? —sus brazos se apretaron alrededor de Andreas. — Porque no estoy compartiendo. —¿Por qué iba a pagar por una mascota sexual cara cuando puedo tenerte gratis? Troy miró hacia abajo y le dio un puñetazo en el costado sin entusiasmo. Sabía que Andreas estaba bromeando. Obviamente. No debió haber logrado ocultar su incertidumbre, porque Andreas hizo una pausa. Inclinó la cara de Troy hacia arriba y le hizo mirarlo con ojos oscuros serios. —Eres la única persona que quiero en mi cama, en mi casa y en mi vida. A nadie más. La visión de Troy se volvió un poco borrosa de repente. —Bien— dijo con fiereza y aplastó sus bocas, incapaz de luchar más contra el hambre en él, su cuerpo lanzándose hacia Andreas, cada fibra, cada parte. Quería fusionarse, treparlo, sentir su piel. Troy gimió alrededor de la lengua de Andreas, agarrándose a sus anchos hombros. Tuvieron sexo allí mismo, en el escritorio de Andreas, follando en seco como adolescentes, incapaces de besarse lo suficientemente profundo o lo suficientemente fuerte. Troy ya no era capaz de