SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 296
Descargar para leer sin conexión
DEAD SPACE™
                                     MARTYR
La criatura cargó y él se movió del camino. Se estrelló contra la cámara circular con un fuerte
crujido, abollando el panel de la pared. Él se incorporó, todo su cuerpo dolía, y cojeo hasta el otro
lado de la recamara.

Era del doble del tamaño de un hombre. Se adelantaba moviendo sus puntiagudos y quitinosos
brazos hacia sus piernas y viceversa, con una velocidad increíble. Él vio como giro, se orientó e
inicio nuevamente la carga, haciendo temblar el piso. Espero hasta el último segundo posible y
salto de nuevo, su brazo fue abierto esta vez por una de sus púas. La criatura gimió en ira o
frustración, mirando hacia todos lados, tratando de localizarlo. Cuando logro hacerlo, él se
encontraba en el otro extremo de la habitación, tan lejos como podía estar. Okay pensó,
agarrando su brazo lastimado, ahora es mi turno.

Cargo contra el nuevamente. Esta vez, en lugar de saltar hacia un costado, se deslizo entre sus
brazos, entrando en contacto con su suave abdomen. Saco su cuchillo y corto a través de su carne
muerta, abriéndola tanto como pudo, levantándose y alejándose rápidamente, tambaleándose a
lo largo del cuarto.

Antes de poder alejarse mucho, lo agarro del pie y lo sacudió como un muñeco, y soltándolo. Se
golpeó contra la pared, fuerte. Sintió el aire saliendo de su cuerpo por el golpe, pero era más que
eso. Tal vez su espalda estaba rota.

Esperaba que la criatura cargara nuevamente, pero no lo hizo. En cambio se acercó sin prisa, casi
curioso. Lo vio acercarse y su miedo comenzó a aumentar.

La grotesca criatura se alzaba sobre él. Lo golpeo una vez, brutalmente, empujándolo contra la
pared otra vez. Por un momento creyó que se desmayaría, pero repentinamente el cuarto tomo
una intensidad y frescura que antes no tenía.

La criatura lo levanto en el aire, emitió otra vez su gimiente rugido. Lo sacudió violentamente
antes de llevar su cabeza hacia su mandíbula. Un momento después partió su cuerpo al medio. Un
momento más tarde, estaba muerto.




                                                 1
PARTE UNO
PUERTO CHICXULUB




       2
1

Chava despertó más temprano de lo usual ese día, justo antes del amanecer. Su madre y su
hermana aún dormían. Su padre se había ido, viajando otra vez. Cuando el chico le preguntaba
dónde iba, él siempre se mostraba evasivo, y Chava había aprendido a no preguntar más. Tomo un
cucharon lleno con agua del balde y la bebió, con cuidado para no despertar a su hermana. Vertió
otro en un tazón y lavo su cara, manos y brazos antes de derramar silenciosamente el resto en el
suelo de tierra.

Seguía somnoliento. Miro a su hermana moverse un poco, emitiendo un leve gemido. Por qué se
había levantado temprano? Estaba en medio de un atemorizante sueño. Algo lo perseguía. Una
extraña, tambaleante criatura, algo que se movía de un lado a otro entre estrellas, algo que
parecía al mismo tiempo vivo y muerto. Sacudió su cabeza, preguntándose como algo podría estar
tanto vivo como muerto.

Se puso su ropa y salió de la choza, con cuidado para evitar que el trozo de aluminio que hacía las
veces de puerta golpeara tras él. Afuera, podía oler la sal en el aire, podía ver, unos cuantos
cientos de metros más allá, las grises olas. La marea se había retirado, las olas eran gentiles ahora,
difíciles de escuchar en la distancia.

Algo merodeaba en su cabeza, un ruido un extraño sonido: un susurro. Estaba diciendo palabras
pero en un lenguaje que él no podía entender, tan suavemente que no podía decir cuando una
palabra terminaba y otra comenzaba. Trato de eliminar el sonido, pero aunque disminuía, no
desaparecía. Simplemente se escondió en lo más profundo de su cráneo, molestándolo.

Su sueño se apresuró a llenar el espacio. La criatura era grande, apenas más grande que un
hombre. Él la veía de espaldas. En el sueño, primero pensó que era un hombre, pero cuando se dio
vuelta, vio que faltaba una parte de su cara, la mandíbula. También había algo mal con sus brazos,
pero el sueño era borroso y no podía distinguir que era exactamente. Lo vio con ojos tan blancos e
inhumanos como los ojos de un pez. Y entonces, en un solo segundo, silbando, estaba sobre él, su
babeante medía mandíbula, intentando hundir sus dientes rotos en su garganta.

Deambulaba, sin estar realmente seguro de donde iba, tratando de combatir esos fragmentos de
sueño que se repetían en su semi-consiente mente. Estaba sorprendido de encontrarse a sí mismo
en la costa. A la izquierda, la costa estaba vacía. Hacia la derecha, lejos en la distancia, había dos o
tres Pescadores, parados en la arena, tratando de sacar algo del agua. Lo que fuera, el chico lo
sabía, estaría casi deformado y sabría a combustible. Seria todo un reto comérselo. Ya no era
seguro pescar. El mar aquí está contaminado y comenzando a morir, y problemas similares se
adentraban también hacia el continente.




                                                   3
Había escuchado a su padre hablar enojado del tema. Cortes que hacía pocos años habían sido
fuertes y saludables, ahora venían mal desarrollados, si es que aparecían siquiera. La única comida
supuestamente segura era la comida patentada, crecida en ambientes controlados por Mega
Corporaciones, comida que pocos podían pagar. Así que la opción, decía su padre, era comer cosas
que lentamente los matarían o perder todo por comprar comida que no podías pagar, mientras el
resto seguía destruyendo el mundo.

Comenzó a caminar hacia los Pescadores, pero algo detuvo sus pasos, girándolo lentamente.
Empezó a dirigirse hacia la otra parte de la playa, donde estaba desierto. O casi desierto; había
algo ahí, algo rodando en la orilla. Un pez tal vez, pensó al principio, pero al acercarse, era muy
grande para tratarse de un pez. Y la forma no era la correcta. Un cuerpo tal vez, un hombre
ahogado? Pero cuando empezó a sacudirse en el oleaje supo que estaba equivocado. Que estaba
mal.

El aire comenzó a soplar en el cuello de Chava. Camino hacia esa cosa, tratando de no escuchar la
creciente cacofonía de susurros que invadían su cabeza.




                                                4
2

Michael Altman refregó sus ojos y aparto la Mirada de su holopantalla. Era un hombre alto en sus
cuarentas, con cabello oscuro apenas tornándose gris en las raíces y ojos de un vivo azul verdoso.
Normalmente tenía una mirada inteligente y aguda, pero hoy su cara estaba caída, algo cansada.
No había dormido bien la noche anterior. Había tenido pesadillas, cosas viscerales; todo muerte,
sangre y gore. Nada que quisiera recordar.

“Eso es raro,” dijo James Field, el geofísico con quien compartía el laboratorio. Field pasó sus
regordetes dedos a través de su fino cabello blanco tirándose hacia atrás, su silla chillo detrás
suyo, mientras él miraba a Altman al otro extremo del cuarto. “Altman, recibiste estas mismas
mediciones?”

“Que mediciones?” Pregunto Altman.

Field empujo una copia de su holopantalla hacia Altman. Mostraba un mapa gravitacional
Bouguer/Salvo de las 110 millas de diámetro del cráter Chicxulub. El cráter había sido creado
cuando un cuerpo de 10 kilómetros golpeo contra la tierra hace 65 millones de años.

James Field, ahora terminando sus cincuentas, había pasado la mayor parte de su Carrera micro
mapeando el cráter para la Central American Sector Resource Corporation (CASRC) propiedad del
estado. Se enfocó principalmente en el perímetro tierra adentro, donde pequeñas
concentraciones de minerales clave podían ser encontradas y rápidamente extraídas. Ya que la
gente hacia lo mismo desde hace cientos de años, esto significaba más que nada regresar por
cantidades mucho más pequeñas que equipos anteriores, antes de la crisis de recursos, no eran
considerados como fuentes útiles. Era un trabajo lento y tedioso, lo más cercano posible a ser un
contador, siendo aún un geofísico. El que a Field realmente le gustara ese trabajo, le decía a
Altman mucho más de lo que quería saber sobre él.

Altman, por otra parte, hacia solo un año que trabajaba en Chicxulub. Su novia, Ada Chávez, una
antropóloga, había conseguido fondos para estudiar el rol contemporáneo del folklore y los mitos
de los Mayas de Yucatán. El apenas logro mover las suficientes cuerdas y cobrar algunos favores
para seguirla a México. Se suponía que él se encargaría de la porción sumergida del cráter,
creando un mapa de las estructuras geológicas debajo de media milla de barro, interpretando los
datos enviados por el satélite y las sondas submarinas. Era, en teoría, un proyecto científico, pero
él sabía que cualquier información que obtuviera, seria vendida por la Universidad a una compañía
de extracción. Trataba de no pensar en eso. El trabajo era lento y no tenía grandes recompensas,
pero intentaba convencerse de que no era tan inútil como lo que Field hacía.

Miro hacia la holopantalla de Field. Se veía normal para él, lo típico en lecturas gravitacionales.

“Que estoy buscando?” preguntó Altman.



                                                   5
Field levanto su ceja. “Me olvido que eres nuevo,” dijo. “ampliare la imagen central.”

El centro del cráter estaba en aguas profundas, a una media docena de millas del laboratorio.
Altman se inclinó hacia el monitor, intrigado. Una obscuridad en el corazón del cráter revelo una
anormalidad gravitacional.

“Así es como se veía hace un mes,” dijo Field. “Ves?”

Abrió otro perfil. En este, Altman vio que la obscuridad en el centro no estaba. Volvió a mirar el
primer perfil. Las lecturas en todas partes menos en el centro estaban iguales.

“Como es posible?” pregunto.

“No tiene sentido, cierto?” dijo Field. “No cambiaria así como así.”

“Probably just an equipment malfunction,” said Altman.

“He trabajo aquí un largo tiempo,” dijo Field. “Reconozco una falla de equipo cuando la veo. Esto
no lo es. La anomalía está presente tanto en las imágenes satelitales como en los escaneos
submarinos, así que no puede ser.”

“Pero como podría cambiar?” preguntó Altman. “Una erupción volcánica tal vez?”

Field sacudió su cabeza. “Eso no provocaría ese tipo de anomalía. Además, los otros instrumentos
lo hubiesen registrado. No puedo explicarlo. Algo está mal,” dijo mientras buscaba su teléfono.




                                                  6
3

Mientras se acercaba, Chava se ponía más y más nervioso. No era un pez ni nada parecido. No era
una tortuga marina, o un perro o un jaguar. Pensó que quizás era un mono, pero era demasiado
grande para serlo. Hizo la señal de la cruz y cruzo dos dedos para protegerse, pero siguió
avanzando.

Incluso antes de poder verlo claramente, podía escucharlo respirando. Hacia un extraño sonido
sofocado, como alguien que intentaba expulsar algo con lo que se estaba ahogando. Una ola lo
golpeo y por un momento el quejido se detuvo, la criatura se vio envuelta por el agua y la espuma.
Entonces el agua se retiró y lo dejo jadeando en la pantanosa arena. Se dio vuelta en una sacudida
y dirigió algo similar a una cabeza en su dirección.

Era como la criatura en su sueño, pero mucho peor. No era humano, pero parecía haberlo sido
alguna vez. Su piel parecía haber sido arrancada de su cuello, la médula rojiza debajo, moteada
con manchas blancas, supurando lentamente. Lo que parecían ser ojos no eran más que bolsillos
vacíos llenos de membranas cubiertas de venas opacas. El hueso de la mandíbula parecía haber
desaparecido por completo, dejando solamente una aleta de tejido suelto y un agujero donde
debía estar la boca. El quejido provenía de esa apertura, junto con un olor amargo y agrio que hizo
toser a Chava.

La criatura estaba encorvada, sus dedos unidos, una fina membrana corría entre su hombro y su
cadera como el ala de un murciélago. Trato de pararse, pero cayó nuevamente en la arena
pantanosa. Había dos grandes ampollas rojas, más grandes que sus puños en su espalda. Estaban
creciendo.

Madre de Dios, pensó Chava.

La criatura emitió un sonido similar a un gruñido, los bultos en su espalda latían. Los huesos en sus
brazos se rompieron, haciéndolos girar sobre sí mismos, volviéndose menos humano. Tosió un
líquido lechoso que colgaba en hilos del hueco en su rostro. La espalda se abrió por completo con
un fuerte sonido, salpicando sangre, y exponiendo sacos grises y esponjosos que se inflaban y
desinflaban; inflaban y desinflaban.

Chava no podía moverse. La criatura repentinamente nivelo su cabeza, mirándolo con su rostro
carente de ojos. Sus músculos se tensionaron y el hueco se deformo en una pobre imitación de
una sonrisa. Chava giro sobre su talón y comenzó a correr.




                                                 7
4

Unos minutos más tarde, Field había hablado con Ramírez y Showalter, dos geofísicos trabajando
en el área. Ellos lo confirmaron: estaban recibiendo las mismas lecturas que Field. No era un
problema de equipo: algo había cambiado en el corazón mismo del cráter.

“Pero por qué?” preguntó Altman.

Field sacudió su cabeza. “Quién sabe?” dijo. “Showalter pensó que podría tener algo que ver con
actividad sísmica enfocada directamente a uno de los sensores, pero incluso sugirió estar poco
convencido de eso. Ramírez esta tan confundido como nosotros. Ha hablado con otros pocos,
ninguno parecía saber que está pasando. Algo cambio, algo es diferente, pero nadie sabe porque
cambio o inclusive, que puede ser. Nadie ha visto nada como esto.”

“Que deberíamos hacer?” preguntó Altman.

Field se encogió, pensando por un momento. “No lo sé”, dijo lentamente. Se sentó moviendo sus
dedos por su fino cabello, mirando a la nada. “No hay mucho que podamos hacer por nuestra
cuenta,” dijo finalmente. “Enviare un reporte al CASRC y veré que recomiendan. Hasta que
respondan supongo que seguiré las lecturas.”

Con un suspiro, Field volvió a mirar su pantalla. Altman solo lo miraba, disgustado.

“Que pasa contigo?” pregunto. “No te intriga por lo menos?”

“Que?” dijo Field, dándose vuelta. “Claro que sí, pero no sé qué hacer con esto. Tratamos de
entenderlo y todo el mundo esta tan confundido como nosotros.”

“Y eso es todo? Te vas a rendir.”

“Para nada,” dijo Field, elevando su voz. “Te dije: voy a llenar un reporte para el CASRC.
Seguramente tendrán algunas ideas. Esa parece ser la mejor manera de manejarlo.”

“Y entonces que, esperas unas pocas semanas a que alguien lea el reporte y luego otras más a
recibir una respuesta? Que pasa mientras tanto? Sigues tomando notas? Que eres, un hombre de
la compañía?”

La cara de Field se sonrojo. “No hay nada de malo en seguir protocolos,” dijo. “Solo hago mi
trabajo.”

“Esto podría ser inmenso,” dijo Altman. “Tú mismo lo dijiste, no es como nada que hayas visto
antes. Tenemos que tratar de descifrarlo!”




                                                 8
Field apunto un tembloroso dedo hacia él. “Haz lo que quieras,” dijo en un quebradizo y bajo tono.
“Ve y hazte el rebelde y ve donde te lleva. Esto es algo grande, y necesita ser tratado
apropiadamente. Hare mi trabajo como sé que debe hacerse.”

Altman se volteo, apretando sus labios. Voy a descubrir que está pasando, juro, incluso si muero
haciéndolo. Horas más tarde, Altman no había avanzado mucho más que Field. Llamo a cada
científico que conocía en los alrededores de Chicxulub, cualquiera con algún interés en el cráter.
Golpeando cada vez con la misma pared, preguntando a cada uno si conocía a alguien más a quien
debería llamar y luego llamándolos.

A quince minutos de las cinco de la tarde, no había conseguido nada y se estaba quedando sin
nombres. Corrió nuevamente los datos y los correlaciono con lo que pudo conseguir que sus
colegas le envíen. Si, definitivamente había una anomalía gravitacional. Algo había cambiado en el
campo electromagnético también, pero eso era todo lo que sabía.

Field, como buen burócrata abandono rápidamente a las cinco como cada día, comenzó a
transmitir sus datos y a empacar.

“Te vas?” preguntó Altman.

Field sonrió y alzo su cuerpo en forma de pera de la silla. “No hay nada más que hacer aquí por
hoy,” dijo. “No me pagan horas extra,” explico y entonces salió por la puerta.

Altman se quedó unas horas más, revisando los datos y mapas nuevamente, buscando
precedentes sobre cambios como este en los records del mismo cráter o sitios similares, records
que iban tan atrás como el siglo veinte. Nada.

Estaba a punto de atravesar la puerta cuando su teléfono sonó.

“Dr. Altman, por favor?” dijo una voz. Era apenas más alta que un susurro.

“Habla Altman,” dijo.

“Se dice que ha estado preguntando por el cráter,” dijo la voz.

“Así es,” dijo, “Hay una extraña anorm—”

“No por teléfono,” susurro la voz. “Ya ha dicho demasiado con eso. Ocho en punto, en el bar
cercano al muelle. Sabe dónde es?”

“Claro que lo sé,” dijo Altman. “Quien habla?”

Pero la llamada ya se había cortado.




                                                 9
5

Para el momento en que Chava regreso, arrastrando a su madre y otras pocas personas del barrio,
la criatura había cambiado nuevamente. Los húmedos sacos grises en su espalda eran más
grandes, cada uno del tamaño de un hombre cuando se inflaban. Sus brazos y piernas se habían
unido de alguna manera, fundiéndose entre ellos. La desollada calidad de su cuello había
cambiado, la carne ahora parecía estar cubierta de hormigas.

El aire a su alrededor había tomado un tono agrio y amarillento. Formaba una pesada nube, y
cuando alguien se acercaba mucho, encontraba difícil respirar. Un hombre, un pequeño viejo
borracho de aspecto digno, se aventuró dentro de la nube, luego de toser fuertemente, colapso.
Otros dos pueblerinos lo sacaron arrastrándolo por los pies y comenzaron a abofetearlo.

Chava miro hasta que el borracho recobro la conciencia y comenzó a buscar su botella, entonces
volteo a mirar a la criatura. “Que es eso?” pregunto Chava a su madre.

Su madre consultaba en susurros con sus vecinos, mirando a la criatura. Era difícil para Chava
escuchar todo lo que decían, pero escucho una palabra repetirse una y otra vez: Ixtab. Ixtab.
Finalmente su madre volteo hacia él. “Quien es Ixtab?” pregunto Chava nerviosamente.

“Ve a buscar a la vieja bruja,” le dijo. “Ella sabrá que hacer.”

La bruja ya estaba en camino a la playa cuando él la encontró. Se movía lentamente, apoyándose
en un bastón. Era vieja y frágil, mucho de su cabello ya no estaba y su cara estaba cubierta de
arrugas. Su madre decía que ella estaba viva cuando los españoles mataron a los mayas, mil años
atrás.

“Es como un libro perdido,” dijo su madre en otra ocasión. “Ella sabe todo lo que los demás han
olvidado.”

Ella cargaba un bolso colgando sobre su hombro. Él comenzó a explicar sobre la criatura, pero ella
lo silencio con un gesto. “Ya lo sé”, le dijo “Te esperaba más temprano.”

Él tomo su brazo y la ayudo a seguir. Otros del barrio se acercaban también a la playa, algunos
caminando como si estuviesen hipnotizados. Algunos lloraron, otros corrieron.

“Quien es Ixtab?” Pregunto Chava de repente.

“Ah, Ixtab,” dijo la bruja. Dejo de caminar y giro para verlo a la cara. “Ella es una diosa. Es la mujer
cuerda. Ella cuelga del árbol, con una cuerda en su cuello, sus ojos cerrados en la muerte y su
cuerpo comenzando a pudrirse. Pero aún es una diosa.”

“Pero está muerta?”



                                                   10
“La Diosa del suicidio”, murmuró la bruja. “Ella es la Diosa colgada, la Diosa del final. Y junta a su
alrededor a todos aquellos que están muertos con medios inciertos.” Ella miro al chico
intensamente. “Es una amante muy dura,” dijo.

Chava asintió.

“Dime,” dijo la bruja, “tuviste un sueño anoche?”

Chava asintió.

“Cuéntame tu sueño,” dijo la bruja, y entonces escucho con cuidado mientras él lo contaba
confusamente, en pequeñas porciones. Ella hizo un gesto a la gente que se encontraba frente a
ellos, a la muchedumbre que se abultaba alrededor de la criatura más adelante. “Ellos también,”
dijo, “ellos han compartido nuestro sueño.”

“Que significa?” pregunto Chava.

“Que significa?” pregunto, apuntando un tembloroso dedo hacia la criatura, sus sacos grises ahora
eran casi del doble del tamaño de un hombre, la nube de gas nocivo creciendo. “Aquí ves lo que
significa.”

“Lo soñamos y lo hicimos realidad?” pregunto Chava sorprendido.

Ella emitió una gran sonrisa sin dientes y rio. “Crees que eres tan poderoso?” pregunto, y comenzó
a avanzar nuevamente. “Crees que somos tan poderosos? No,” dijo. “No podríamos hacer esto.
Nuestro sueño es una advertencia.”

“Una advertencia?”

“El sueño nos dice que algo está mal,” dijo. “Debemos corregirlo.”

Por un tiempo caminaron por la arena sin hablar, la anciana mujer respiraba con dificultad. Chava
podía escuchar el silbido de la criatura, más fuerte que el chocar de las olas.

“Haz comenzado a soñar despierto?” pregunto la bruja.

“Que quiere decir?” pregunto asustado.

“Ah, sí,” dijo. “Puedo oír en tu voz que lo has hecho. Debes tener cuidado. Tú la encontraste
primero. Quiere llevarte. Chicxulub: sabes que significa esa palabra?”

El chico sacudió su cabeza.

“Aunque has vivido en este pueblo toda tu vida,” lo regaño. “haz vivido dentro de una palabra que
no conoces.”


                                                 11
Se quedó en silencio por un momento, luego pregunto, “eso está mal?”

Ella hizo un sonido con sus labios pero no respondió. Al parecer no era una pregunta digna de
respuesta.

“Que significa Chicxulub?” pregunto un momento después.

Ella se detuvo brevemente y con la punta de su bastón dibujo una figura en la arena. Eran dos
líneas enroscadas en sí mismas. El cruzo sus dedos imitándolo al hacer el símbolo de protección
que había aprendido de chico. Ella asintió.

“Que es esto?” pregunto.

Ella no dijo nada. Abrió ampliamente su boca sin dientes, que por un momento se parecía
desconcertantemente similar al rostro sin mandíbula de la criatura en la playa.

“Cola del Diablo,” respondió. “El Diablo ha comenzado a despertar y mueve su cola. Si no logramos
que regrese a dormir, este será nuestro fin.”




                                               12
6

No había razón para ir, pensaba Altman. Era tonto, probablemente alguien quería jugarle una
broma. Haces las suficientes preguntas y es inevitable que alguien quiera bromear contigo. Lo
último que necesitaba era comenzar a pensar en espionaje y conspiraciones. Necesitaba descifrar
esto de manera racional y científica.

Así que en lugar de ir al bar, se fue a casa. Cuando llego, Ada siempre estaba ahí. Estaba sentada
en la mesa, recostada en la silla, dormida, su largo cabello negro se acomodaba tras sus orejas y
caía sobre sus hombros. Altman beso su cuello y la despertó.

Ella sonrió y sus oscuros ojos brillaron. “Llegas más tarde de lo común Michael,” dijo. “No habrás
estado engañándome o sí?” bromeaba.

“Yo no soy el que esta exhausto,” contesto.

“No dormí bien anoche,” dijo. “Tuve el peor de los sueños.”

“Yo también,” contesto. Se sentó y respiro profundamente. “Algo raro está pasando,” dijo. Le
conto sobre lo que él y Field habían descubierto, las llamadas que había hecho, el sentimiento
general que tenía y que otros parecían compartir, que algo estaba mal.

“Es raro,” dijo Ada. “Y no de una Buena manera. Para mí fue igual hoy.”

“Descubriste una anomalía gravitacional, cierto?”

“Algo así,” contesto. “O por lo menos su equivalente antropológico. Las historias están
cambiando.”

“Que historias?”

“El folklore, están empezando a cambiar, y rápidamente también. Eso no sucede Michael. Jamás lo
hace.”

Altman se puso serio de repente. “Nunca?”

“Nunca.”

“Mierda.”

“Seguían hablando de la Cola del Diablo,” continuo, “una cosa alargada y retorcida. Cuando lo
mencionan, cruzan sus dedos, así.”




                                                13
Ella alzo su dedo medio y el índice, cruzándolos. “Pero cuando trato de hablar con ellos sobre el
tema, caían en silencio. Nunca antes se comportaron así conmigo. Es como si ya no confiaran en
mí.”

Ella limpio la mesa con su mano. “Quieres saber que es lo más raro de todo?”

“Que?”

“Sabes como dicen ‘Cola del Diablo’ en el idioma Maya? Igual que el nombre del cráter:
Chicxulub.”

Altman sintió que su garganta se secaba. Miro al reloj, faltaban quince minutos para las ocho. Aún
estaba a tiempo de llegar al bar después de todo.




                                               14
7

Por un tiempo, nadie hablaba. Solo se quedaron parados ahí, mirando a la bruja, quien en cambio,
apoyada en el hombro de Chava, solo miraba a la criatura.

“Lo ves,” dijo en un susurro que casi era ahogado por el silbido de la criatura. “Está creciendo
más.”

Busco en el fondo de su bolso y saco un puñado de algo. Comenzó a bailar, trazando un lento
circulo alrededor de la criatura, sobre el límite de la nube que la criatura creaba para sí misma. Ella
arrastro a Chava a su lado, salpicando algo en la arena frente a ella. Era una danza desorganizada,
sin ritmo, casi borracha. Al principio los otros solo miraban, pero al poco tiempo, uno o dos de
ellos comenzaron a seguirla, luego algunos más. Algunos sacudían su cabeza como si estuvieran
saliendo de algún trance.

Cuando se vio directamente frente a la cabeza de la criatura, se detuvo y comenzó a girar en el
lugar. Pronto todos estaban haciendo esto, mirando a la bruja, cayendo en el lugar, lentamente
formando un círculo completo. Ellos giraron alrededor de la criatura, algunos con el agua de la
costa hasta las rodillas.

Ella balanceo su bastón hacia el frente, retrocediendo y avanzando nuevamente. Los otros la
seguían. Chava se adentró demasiado y se vio tosiendo por respirar algo del gas que la criatura
emitía. Sus ojos y su garganta ardían.

La bruja alzo sus manos, sus dedos medio e índice cruzados. Chicxulub, murmuró, y giro
nuevamente. La palabra ascendió saliendo de la boca de los demás, como un gemido.

La bruja lentamente giro y se alejó, su espalda más derecha y su pulso más firme que en el camino
de regreso. Se alejó unas yardas del círculo y cavo en la arena hasta que desenterró un pedazo de
madera, entonces regreso al círculo. Hizo gestos y asintió hacia Chava, quien entonces también
abandono el circulo para regresar con madera. Uno por uno los otros siguieron, abandonando el
circulo y luego regresando.

La piel que formaba los sacos en la espalda de la criatura se volvía cada vez más fina. Ahora era
casi transparente. Los sacos lentamente se hinchaban hasta tensarse y luego se desinflaban, solo
por la mitad, para luego volver a hincharse. Era algo terrible para ver. Chava seguía esperando que
reventaran.

La bruja estaba bailando de Nuevo. Levanto su trozo de madera en lo alto, emitió una sonrisa sin
dientes, y lo arrojo hacia la criatura. Lo golpeo suavemente en la cara y cayó en la arena frente a
ella. La criatura no reacciono en lo más mínimo.

“Ahora tú,” dijo la bruja a Chava. “Más alto y más fuerte.”


                                                  15
Él tiro su trozo de madera alto y con fuerza, hacia el saco de la izquierda. Lo golpeo cerca del fondo
y lo rasgo levemente. El aire comenzó a salir. La bruja levanto sus manos mientras los demás
arrojaban sus maderos también. Uno o dos fallaron, uno o dos rebotaron, pero muchos otros
rompieron los sacos, algunos bastante profundos. El aire salía con fuerza de ellos; la agria nube
comenzó a dispersarse.

“Ahora, ve,” dijo la bruja a Chava, su voz se elevó. “Ves a ese hombre sin nombre allí,
tambaleándose y borracho como siempre. Corre hacia él, toma su botella y tráemela.”

El corrió rápidamente fuera del círculo hacia el pequeño hombre borracho de cabello oscuro que
se había acercado demasiado a la nube antes y casi murió. El hombre giro y le sonrió, antes de que
pudiera reaccionar, Chava agarro la botella que tenía agarrada con sus pies y huyo de regreso
hacia la bruja.

Ella tomo la botella y la destapo. Detrás el borracho estaba protestando, algunos otros lo
mantenían alejado. “mantén tu respiración,” dijo a Chava al darle la botella. “Debes rociar esto en
la madera y en la criatura misma.”

Su corazón palpitaba con fuerza, Chava respire hondo y se apresuró hacia adelante. La piel rasgada
de los sacos ya había comenzado a regenerarse. Aún estaban mayormente desinflados, pero
comenzaban a elevarse. Él abrió la botella, salpicando a la criatura y a la madera alrededor,
regresando luego apresurado hacia la bruja. Sus ojos estaban hinchados y picaban.

La bruja encendió la punta de su bastón y cuidadosamente se adelantó, tocando la cabeza de la
criatura con el fuego.

Ambos, la criatura y la madera encendieron inmediatamente. Ella soltó su bastón, dejando que se
queme también. La criatura gritaba y se movía, pero nunca intento alejarse de las llamas. Los sacos
grises en su espalda se volvieron cenizas y volaron con el viento. Eventualmente dejo de moverse
por completo.

La bruja, tambaleándose, los guio nuevamente en una lenta danza. Chava encontraba sus pies
siguiendo el ritmo naturalmente, adaptándose a él, casi como si alguien más guiara sus piernas. Se
preguntaba cuántos de sus compañeros sentían lo mismo. El borracho del pueblo no formaba
parte del círculo; él se mantenía apenas alejado, tambaleándose lentamente, mirando el fuego
con sus cejas fruncidas. Siguieron haciéndolo, marcando lentos movimientos curvos en el aire,
hasta que lo poco que quedaba de la criatura era un deformado esqueleto carbonizado.
Despojado de su carne y quemado, parecía casi humano.




                                                 16
8

Él ordeno una botella de cerveza y se aseguró de que la tapa aún estaba sellada. Mientras
esperaba su cambio, escaneo el bar, tratando de determinar quién podría haberlo llamado por
teléfono. Los únicos habitantes del pequeño bar eran una media docena de científicos del sector
Norte Americano—solo podría haber sido uno de ellos.

Se sentó en la mesa. Acababa de abrir la cerveza y tomado un sorbo cuando un hombre se
aproximó a él. El hombre era flaco y de piel pálida, vestía un sobretodo y tenía el cabello corto.
Altman supuso que se trataba de algún técnico de alguna clase.

“Tú eres Altman,” dijo el hombre. No fue una pregunta.

“Así es,” dijo Altman. “y tú eres..?”

“Solo digo mi nombre a amigos,” dijo. “Eres un amigo?”

Altman lo miro fijamente.

“De acuerdo,” dijo el hombre. “Tal vez no haces amigos enseguida. Okay, sea lo que sea que
pienses de lo que te diré, si cualquiera pregunta, no lo oíste de mí.”

Altman dudo solo un momento. “De acuerdo,” dijo.

“un apretón de manos?” sugirió el hombre.

El hombre extendió una mano. Altman la tomo y sacudió. “Hammond” dijo el hombre, “Charles
Hammond.” Corrió la otra silla de la mesa y se sentó.

“Un gusto conocerte,” dijo Altman. “Ahora supongo que me dirás que está pasando.”

Hammond se incline sobre la mesa. “Has notado ciertas cosas,” dijo. “No eres el único.”

“No?” dijo Altman.

“Estoy en comunicaciones. Independiente, más que nada instalaciones industriales.” Se estiro y
toco suavemente el pecho de Altman con un dedo. “Yo lo he notado también.”

“Okay...”

“Hay un pulso,” dijo Hammond. “Lento e irregular, y muy débil, pero lo suficientemente fuerte
para alterar otras señales un poco. Soy un perfeccionista. Cuando preparo algo, me gusta que sea
claro como el cristal. Las cosas que no molestan a la mayoría de la gente me molestan a mí. Es por
eso que lo note.”




                                               17
Se detuvo. Altman espero que siguiera. Cuando no lo hizo, Altman bebió un sorbo de su cerveza y
pregunto “Que notaste?”

Hammond asintió. “Exactamente,” dijo. “Al principio pensé que era un problema con la terminal
de comunicaciones que estaba instalando para DredgerCorp.”

“No sabía que DredgerCorp tenía un lugar aquí,” interrumpió Altman. Eso ya era suficiente
indicativo para él de que algo raro estaba pasando. DredgerCorp era una de las más sombrías
corporaciones de recuperación de recursos, el tipo de compañías dispuestas a volar rápidamente a
un área bajo el radar del gobierno, mina abandonada o yacimiento y tomar cuanto pudieran antes
de que los descubrieran, para luego volar rápidamente fuera del lugar.

“Oficialmente no lo tienen. Acabo de llegar. Muy apurado,” dijo Hammond. “no se supone que
sepa quiénes son. Eso no importa, al principio pensé que era una conexión suelta, algo lo
suficientemente fuera de lugar para causar una descarga eléctrica menor que daba a la línea un
leve silbido de vez en cuando. Así que lo desarme. No había nada mal en el equipo. Lo arme
nuevamente. El silbido continuaba. A veces cada uno o dos minutos, duraba unos segundos, a
veces ni siquiera eso. Tal vez te falto algo. Me dije a mi mismo. Estaba a punto de desarmar esa
porquería otra vez cuando pensé que sería mejor chequear con otra terminal en el mismo sistema.
El mismo problema. Estaba a punto de destrozar todo el sistema de DredgerCorp cuando me di
cuenta de algo: tal vez no estaba sucediendo solo en este sistema, sino también en otras partes.”

“Y?”

Hammond asintió. “Todo el mundo lo estaba recibiendo, pero nadie lo notaba. No es un problema
con un solo sistema. Es un pulso electromagnético, débil e irregular, siendo emitido desde alguna
parte.”

“Entonces, que es?”

“Hice una pequeña investigación,” dijo Hammond, ignorando la pregunta de Altman. “prepare
algunos receptor, triangule el pulso. Es lo suficientemente irregular para tomarme un buen tiempo
el descubrir de dónde provenía. Cuando lo hice, decidí que no podía estar bien. Moví los
receptores, triangule otra vez esta vez estaba seguro de dónde provenía.”

“Donde?”

Hammond se incline aún más sobre la mesa, rodeando con su brazo el hombro de Altman y
acercando sus labios a su oreja. “Recuerda” susurro.

“No lo escuchaste de mí.”

Altman asintió.



                                               18
“Desde el cráter,” susurro Hammond. “Desde el centro exacto del cráter Chicxulub, bajo un
kilómetro o dos de lodo y rocas. Exactamente donde tu encontraste tu anomalía.”

“Oh Dios mío,” dijo Altman. Explico a Hammond lo que Ada había estado escuchando. “Tres cosas
diferentes,” dijo. “Todas ellas llevan al cráter Chicxulub.”

Hammond se recostó, moviendo su cabeza. “Mis pensamientos exactos,” dijo. “Tal vez el pulso ha
estado ahí todo el tiempo pero nadie lo noto hasta ahora. Tal vez solo lo escuchamos ahora
porque nuestro equipo es más sensible. Pero creo que lo hubiera notado antes. No es el tipo de
cosas que dejo pasar. Pero he aquí mi pregunta: es un pulso o una señal?”

“Una señal?”

“Es algo irregular, pero aun así mantiene un patrón. No puedo jurarlo, pero creo que es algo que
está siendo hecho deliberadamente. Allá abajo, enterrado en millones de toneladas de rocas y
agua.”

“Eso no tiene sentido,” dijo Altman.

“No,” concordó Hammond. “Y se pone más extraño.” Se acercó nuevamente, y esta vez Altman vio
algo en sus ojos, una mirada temerosa. “Le dije a DredgerCorp sobre este pulso, pensé que era mi
trabajo hacerlo. No quiero que me culpen por ello, quería dejar perfectamente claro que es algo
que todos estaban experimentando aunque no lo notaran. Y que crees que me dijeron?”

“Que?”

“’Se lo has dicho a alguien más?’ Es una cita exacta. Antes de saberlo, estaba firmando una orden
de restricción. A cambio de ciertas consideraciones monetarias, no puedo hablar del pulso, a
nadie. No lo había hecho hasta ahora, contigo.”

“Que crees que significa?” preguntó Altman.

“Que creo que significa? Déjame preguntarte algo. Quien es la única persona de la que un sistema
de comunicación seguro no está seguro?”

“Quien?”

“El tipo que lo instala. De mí. Si estas instalando un sistema, eres capaz de ingresar en el de una
docena de formas diferentes sin que nadie lo note. Lo hago de vez en cuando para mantener mis
habilidades afiladas. Un hobby en realidad.” Su voz se tornó casi inaudible. “Lo hice con
DredgerCorp.”

“Y?”




                                                19
“No duro mucho,” dijo. “Diez días después de que instale el sistema, lo desarmaron. Trajeron
alguien del sector Norteamericano, alguien propio esta vez.”

“Deben haber sabido que el sistema no era seguro.”

“No había manera de que lo descubrieran,” dijo Hammond. “No podrían estar seguros. Están
tramando algo. Hay algo en el fondo del cráter, algo valioso, tal vez único. Mucho de esto es
especulación en base a las comunicaciones que pude intervenir. Pero después de unos tres días,
todo se volvió críptico; comenzaron a codificar todo.” Busco en su bolsillo sacando su holopod.
“Mira esto,” dijo. “Cerca, que nadie más vea.”

“Que es?” preguntó Altman.

“Tu dime.”

Altman cubrió el holopod con sus manos, miro la imagen que aparecía, rotando lentamente entre
sus palmas. Era solo una representación de una imagen digitalizada. Era imposible saber de qué
estaba hecha o a que se parecía exactamente, pero al menos podía darse una idea. Una figura
tridimensional, en dos partes, gruesa en la base y afinándose hacia dos puntas llegando al tope.
Era algo que parecía ser fabricado por el hombre más que una formación natural, no daba lugar a
dudas. O era solo el modelo digital que lo hacía pensar así? Le recordaba algo. Parecía tratarse de
dos filas distintas, unidas en la base, pero girando sobre sí mismas, aunque podía tratarse de una
sola estructura con una perforación en el centro. Lo miro un largo tiempo, viéndolo girar
lentamente. Entonces lo recordó. Era la figura que Ada había hecho con sus dedos, cruzándolos
sobre sí mismos, el signo que ella había visto a muchos pueblerinos hacer últimamente.

“Cola del Diablo,” murmuro, sin darse cuenta de haberlo dicho en voz alta hasta que vio la cara
sorprendida de Hammond.

Apago el holopod y se lo devolvió a Hammond.

“obtuve eso del sistema de comunicación antes de que lo desarmaran,” dijo Hammond. “De
acuerdo al mensaje adherido a él, contra indexaron toda la información que tenían—trabajando
con el pulso, a anomalía y probablemente varias otras cosas que ni tu ni yo sabemos todavía. Y
esto es lo que obtuvieron. Esto es lo que se encuentra en el centro del cráter.”

Se sentaron en silencio por un tiempo, mirando a sus lentes. “Entonces, un pulso inicia,” dice
Altman finalmente. “Tal vez algún tipo de señal. Algo en el centro del cráter, algo que no parece
ser una formación geológica natural, sino algo hecho por el hombre.”

“Construido, si,” dice Hammond, “pero quien puede decir que por el hombre?”




                                                20
“Si no es así, entonces... ,” dijo Altman. Y entonces de repente lo golpeo. “Mierda,” dijo, “crees
que es algo inhumano, algo alienígena?”

“No sé qué pensar,” dijo Hammond. “Pero si, eso es lo que algunos en DredgerCorp pensaron.”

Altman sacudió su cabeza. “No lo sé,” dijo. Miro nerviosamente a su alrededor en el bar. “Porque
me dices esto,” pregunto. “Por qué a mí?”

Hammond golpeo su pecho otra vez con su dedo. “Porque tú estabas preguntando. Esto ha estado
pasando hace un tiempo,” dijo. “Otros deben haberlo notado. Pero t u eres el único que contacto
a todos quienes creías que podrían saber algo. Sabes que me dice eso? Que no trabajas para
nadie. Que quieres saber por tu cuenta.”

“Seguramente otras personas están pensando en esto también.”

“Déjame plantearlo así,” dijo Hammond. “Alguien está tratando de ocultar esto. Tal vez
DredgerCorp, tal vez alguien más grande que ellos. Mucha gente sabe lo que está pasando, pero
nadie habla sobre ello. Por qué? Porque han sido comprados. Por qué hable contigo? Porque no
creo que hayas sido comprado.” Vacío su botella, entonces dio a Altman una sólida mirada. “Al
menos todavía no,” dijo.




                                               21
9

Fue solo cuando acompañaba a la bruja de regreso a su barrio que las cosas realmente dejaron de
tener sentido. En un momento ella estaba ahí, caminando a su lado, hablándole suavemente, y al
siguiente ya no estaba. No solo se había ido, sino que miro hacia atrás y en la arena solo estaban
sus huellas. Se adelantó, pensando que quizás ella siguió sin él. Tal vez no estaba prestando
atención.

Cuando llego, golpeo suavemente en el pedazo de latón que servía de puerta. Nadie contestaba.
Golpeo otra vez, esta vez más fuerte. Aún sin respuesta.

Golpeo otra vez. Y otra vez, no hubo respuesta.

Al final, la curiosidad gano sobre el miedo. Respiro hondo y cuidadosamente abrió la fina hoja de
latón lo suficiente para entrar. Estaba oscuro. Le tomo unos segundos acostumbrarse.

Al principio no podía ver nada excepto el halo de luz que entraba por la puerta. Pero olía algo, un
olor rico y punzante, casi metálico—no podía determinar que era. Entonces lentamente comenzó
a distinguir figuras borrosas. Una mesa, cubierta de variados objetos. Una vasija boca abajo en el
compacto piso de tierra. Allí al final del cuarto vio una cama de paja y pasto y en ella, debajo de
una derruida sabana, la forma de un cuerpo.

Él la llamo. “Bruja!” La forma en la cama no se movió.

Se movió lentamente a través del cuarto hasta que estuvo justo sobre la cama. Cuidadosamente
estiro su brazo y la toco sobre la sabana, moviéndola un poco.

“Soy yo,” dijo. “Chava.”

Ella estaba de costado. Él la movió, acostándola sobre su espalda. La sabana cayó para revelar los
ojos de la bruja abiertos de par en par y su garganta cortada.

Encontró una caja de fósforos y con dedos temblorosos encendió la lámpara que estaba en el piso,
al lado de la cama. Corrió la sabana del todo y vio el cuchillo que ella sostenía en su tiesa mano. La
hoja estaba marrón por su sangre. Cuidadosamente quito el cuchillo de su mano y lo poso sobre la
cama a su lado. En su otra mano, el vio severos cortes, largas heridas en cada uno de los dedos.

Ixtab, pensó.

Levanto la lámpara y la acerco a su cara. El corte era irregular y estaba incompleta, el blanco
azulado de su tráquea se asomaba. Había estado muerta un tiempo, horas por lo menos, tal vez
días. El olor en el cuarto, se dio cuenta, era el olor de su sangre. Como era posible? El acababa de
estar con ella.



                                                  22
O creyó estarlo. Sacudiendo su cabeza, el giro y se dirigió hacia la puerta, entonces se detuvo de
repente. Bajo la luz de la lámpara, vio algo más. Las paredes estaban cubiertas con crudos
símbolos, nada que hubiese visto antes, formas raras y retorcidas, escritas en sangre.

Shockeado, las miraba. Lentamente voces comenzaron a sonar en su cabeza, la bruja entre ellas.
Dio la vuelta y huyo




                                               23
10

Luego de que Altman se fuera, Hammond siguió bebiendo. Su cabeza dolía. Estuvo bien hablar con
Altman? Estaba en lo correcto con él? Tal vez era un agente libre, pero en caso de ser alguien
buscando información, no sería exactamente eso lo que querría que pensara? Que estaba
hablando con alguien seguro? Pero no podía estar seguro de eso, cualquiera podría estar
mirándolo en ese mismo momento. Siempre están vigilando, siempre mirando, cerca,
discretamente, en el momento en que pudieran implantarlo en tu cráneo.

Eso es lo que hicieron, implantaron un grabador en su cráneo. Su cabeza dolía, desde hacía días ya.
Por qué no lo había visto antes? Estaban grabando sus ondas cerebrales; entonces las transmitían
a algún tipo de neurolaboratorio súper secreto de alta tecnología en alguna parte y los insertaban
en alguien más, así sabían todo lo que pensaba. Lo único que quedaba por hacer era no pensar. Si
dejaba de pensar tal vez podía mantenerse un paso delante de ellos.

Alguien se acercaba por el cuarto hacia él. Un hombre grande con un abundante bigote y un rostro
arrugado y manchado. Debe ser uno de ellos. Tenso su cuerpo pero se mantuvo quieto. Era el
momento de buscar el cuchillo en su bolsillo, abrirlo y apuñalar al hombre? No, probablemente
no. Pero tenía una botella de cerveza en su mano. Tal vez podría arrojársela en la cabeza. Si la
tiraba lo suficientemente fuerte y en el momento justo podría noquearlo. O no, espera, podría
agarrar la botella por el cuello y romperla. Entonces tendría una verdadera arma. Nunca dejaría
que lo atraparan con vida.

“Señor?” dijo el hombre, con una mirada consternada en su cara. “Sucede algo malo?”

Que fue esa voz? Sonaba familiar: el dueño del bar. Cuál era su nombre? Méndez o algo así. Se
relajó. Que le estaba pasando? Era solo el barman. Sacudió la cabeza. Por qué estaba tan
paranoico? No solía ser así, o lo era?

“Estoy bien,” dijo. “me gustaría otra cerveza.”

“Lo siento,” dijo el dueño. “Estamos cerrando.”

Y ciertamente, cuando miro a su alrededor vio que era casi el único presente en el bar. Todos los
demás, excepto por un pueblerino, el borracho sin nombre del pueblo, que se encontraba hundido
en una esquina del cuarto, envuelto en una cubierta de obscuridad, mirándolo.

Hammond asintió. Se paró y fue hacia la puerta. El borracho lo siguió con sus ojos. No le prestes
atención, pensó Hammond. No es uno de ellos, es solo un borracho. No lo habían descubierto aún.
Probablemente. Respira hondo. Estarás bien.

Salió a la polvorienta calle sin problemas. Podía oír la holas golpeando en la costa, podía oler la sal
también. Ahora qué? Se preguntó. Qué más?


                                                  24
Luego pensó: Casa.

Estaba a mitad de camino del complejo donde vivía, caminando por una calle desierta, cuando
escucho algo. Al principio no estaba seguro de haber oído nada significante. Solo era un golpeteo,
probablemente de algún animal. Cuando se detuvo, no lo escucho. Pero cuando emprendió
marcha nuevamente, ahí estaba, pequeños rastros de él, como una voz que no podía dejar de oír
en su cabeza. Después de media cuadra estaba seguro: alguien estaba siguiendo sus pasos.

Se dio vuelta, pero no vio a nadie. Apresuro su paso un poco. Parecía haber susurros provenientes
de las sobras frente a él, pero al acercarse a ellos, desaparecían, continuando más adelante en el
camino. Sacudió su cabeza. Es una locura pensó. Estoy enloqueciendo. Escucho otra vez un sonido
detrás de él y giro nuevamente, esta vez vio a alguien, una forma obscura, a poca distancia

Se detuvo y quedo mirándola. Había dejado de moverse, y tan súbitamente como había aparecido,
dio un paso atrás en las sombras y desapareció.

“Hola?” No pudo evitar preguntar. “Hay alguien ahí?”

Su corazón empezó a subir a su garganta. Busco en su bolsillo y saco su navaja, abriéndola. Se veía
absurdamente pequeña, casi inútil en su mano. Miro hacia atrás, a las sombras, donde la figura
había desaparecido, entonces noto que probablemente eso era exactamente lo que querían que
hiciera. Giro rápidamente sobre sí mismo, para continuar en su camino.

Cuando se dio vuelta vio que la calle ya no estaba vacía. Había tres hombres, dos de ellos bastante
grandes, todas caras que reconocía de la instalación de DredgerCorp.

“Hammond?” dijo el más pequeño, el único que llevaba lentes. “Charles Hammond?”

“Quien quiere saber?” preguntó Hammond.

“Alguien quisiera hablar con usted,” dijo. “Venga con nosotros.”

“Quien?”

“No tengo la libertad de decirlo,” contestó el hombre.

“Estoy fuera de servicio,” exclamo Hammond. “Las horas de trabajo terminaron hace mucho.”

“Estas en servicio para esto,” dijo otro de los hombres.

Asintió. Pretendió relajarse, comenzando a moverse hacia ellos, entonces, de repente giro sobre
su talón y comenzó a correr tan rápido como podía en la dirección contraria.




                                                 25
Escuchaba gritos detrás suyo. Se agacho en un callejón y comenzó a arrastrarse, un pequeño y
desbaratado perro ladro durante la mitad del recorrido. Salto sobre una reja y cayó sobre una pila
de basura. Levantado y corriendo de nuevo, dejo las calles del pueblo para entrar en los barrios.

Su cabeza latía. Miro hacia atrás—aún estaban tras él, alcanzándolo. Siguió corriendo, un agudo
dolor subía por su costado. Más lento ahora, pero seguía corriendo.

Para cuando alcanzo el límite del barrio, estaban tan cerca que podía escuchar el sonido de su
pesada respiración. Van a atraparme, se dio cuenta, no hay nada que pueda hacer. Se detuvo de
golpe, giro en el lugar, con el pequeño cuchillo frente a él.

Los tres hombres rápidamente se dispersaron, formando un triángulo a su alrededor. Hammond,
agotado, seguía moviendo el cuchillo de una mano a la otra.

Los otros mantenían su distancia, con las manos alzadas.

“No hay necesidad de hacer esto,” dijo el hombre de anteojos. “Ellos solo quieren hablar contigo.”

“Quienes son ellos?” preguntó Hammond.

“Vamos,” dijo el hombre de anteojos. “Se un buen chico y deja el cuchillo.”

“Que le pasa Tom?” preguntó el primero de los otros dos.

“Está asustado Tim,” dijo el segundo.

“Yo también estaría asustado si fuera él,” dijo Tim. “A nadie le gustan los ladrones.”

“Ladrones? Realmente puedes robar secretos?” dijo Tom.

“Ya muchachos,” dijo el hombre de lentes. “No están mejorando la situación.”

Ahí estaban otra vez, las voces en su cabeza. Pero porque querrían enviar voces a su cabeza si
estaban justo frente a él? Y entonces un terrible pensamiento llego a Hammond: y si había dos
grupos diferentes buscándolo? DredgerCorp y otro más? O tal vez incluso tres. O cuatro. Que
querrían con él? Lo golpearían? Lo matarían? Sería peor que eso?

“Ahora, calmémonos,” dijo el hombre de lentes, un poco nervioso el mismo.

Alguien, se dio cuenta Hammond, estaba haciendo un ruido, un chillido agudo. Era algo terrible
para oír. Le tomo un largo tiempo dares cuenta de que ese alguien era él mismo.

“Te dije que algo sobre él no estaba bien,” escucho a Tim decir detrás suyo.

“Tienes razón en eso Tim,” dijo Tom.



                                                 26
Aún estaban ahí, los tres, parados de una manera que hacía imposible que pudiera verlos a todos
al mismo tiempo. Podía girar y girar pero no podía verlos al mismo tiempo sin importar lo que
hiciera. Y también estaban los que se metían en su cabeza, lentamente extrayendo sus
pensamientos. Dios como le dolía la cabeza. Tenía que detenerlos, sacarlos de su cabeza.

“Baja el cuchillo amigo,” dijo el hombre de lentes.

Pero esa era la última cosa que Hammond haría. En lugar de eso se adelantó y mostro su cuchillo
al hombre de lentes, quien salto levemente hacia atrás, pero no lo suficiente; el cuchillos abrió una
herida justo bajo su muñeca. Se quedó apretándola, la sangre corría por sus dedos, su cara se
tornó pálida en la tenue luz.Pero Hammond se olvidó de que los otros dos estaban ahí, no muy
lejos, y acercándose. Se alejaron rápidamente cuando vieron que los había notado.

Aún estaba rodeado, tanto dentro de su cabeza como fuera de ella. No había escapatoria. Nunca
escaparía. Entonces, al dar cuenta de esto, con el corazón en su boca, hizo lo único que podía
hacer.

“No esperaba eso Tim,” dijo Tom.

“Yo tampoco,” dijo Tim. “Este estaba lleno de sorpresas. Que querrían con él a todo esto?”
preguntó al hombre de lentes.

“Unas pocas preguntas,” contesto. “Nada serio. Solo unas preguntas.” Había envuelto su muñeca
con una de sus mangas. Lentamente se manchaba con sangre.

“Nunca vi algo como eso,” dijo Tom. “Y espero nunca verlo otra vez.”

“Lo mismo digo,” agrego Tim, sacudiendo su cabeza.

Tomo un paso atrás para evitar el charco de sangre que se expandía desde el cuello cortado de
Hammond. Nunca había visto a nadie cortarse tan profundo y tan rápido. Aún salía mucha sangre.
Tuvo que retroceder otra vez.

Como podría alguien hacerse eso a sí mismo? Se preguntaba Tim. Debe haber estado muy
asustado. O simplemente loco. O ambas. Pensaba, masajeando su cabeza.

“Estas bien Tim?” pregunto Tom.

“Mejor que él por lo menos,” dijo Tim. “Es solo un dolor de cabeza.”

“Yo también,” dijo Tom. “Terry?”

“También me duele la cabeza,” dijo el hombre de lentes. “Ha sido una de esas noches.
Reaccionemos muchachos. Vámonos de aquí antes de que llegue la ley.”



                                                 27
PARTE DOS
 ESPACIOS
CONFINADOS



    28
11

“Se suicidó, así de simple,” decía el hombre en la pantalla. Era casi una pregunta en lugar de una
afirmación. Tenía una mandíbula de corte cuadrado y cabello blanco peinado hacia atrás y
aplastado. Incluso en una pequeña pantalla era un hombre imponente. Vestía un uniforme, pero
su pantalla había sido configurada para distorsionar su insignia, para hacer imposible de
determinar de qué rama de servicio formaba parte.

“Eso es lo que me informan,” dijo Tanner.

William Tanner era el director de la recién establecida sede de DredgerCorp en Chicxulub, la semi
secreta rama de la organización que había sido montada rápidamente tras el primer indicio de que
algo pasaba en el centro del cráter.

Tanner tenía un trasfondo militar y se especializaba en operaciones encubiertas a través de
corporaciones falsas. Esta operación corría bajo el nombre de Ecodyne. Ingresando el comando
correcto en el sistema en el momento correcto y cualquier señal de una conexión con
DredgerCorp desaparecería instantáneamente de los archivos de la compañía.

Entonces Tanner desaparecería para resurgir con otro nombre. Hasta ahora, esta operación había
ido bien, en parte por suerte, en parte porque era realmente bueno en lo que hacía, la razón por la
que hacía diez años que trabajaba para DredgerCorp. No sabía el nombre del hombre en la
pantalla. Todo lo que sabía es que tres días antes había tenido una videoconferencia con Lenny
Small, el presidente de DredgerCorp, quien explico que traerían a alguien de afuera. Cuando
Tanner pregunto quién era, Small solo sonrió.

“No hacen falta nombres Tanner,” dijo. Abriendo una foto del hombre en la pantalla de Tanner.
“Este es tu hombre,” dijo. “Dile todo lo que quiera saber y haz todo lo que él diga.”

Una vez que Small se desconectó, Tanner sacudía su cabeza. Por qué traer a alguien de afuera?
Solo era otra posibilidad de que todo saliera mal. Solo otro hoyo que él tendría que tapar cuando
la operación terminara. Small se estaba ablandando en su vejez, bebiendo demasiado tal vez,
volviéndose descuidado. Lo que ponía a todos en riesgo. Lo ponía a él en riesgo. A Tanner no le
gustaba eso. Pero cuando vio al hombre en la pantalla, apenas lo escucho hablar, apenas escucho
la frialdad de su voz, se dio cuenta de que había juzgado mal a su jefe. No se trataba de cualquier
persona. Era un militar, alguien que claramente había visto mucho y sabia mejor que nadie lo que
estaba pasando. En privado, Tanner comenzó a pensar en él como el Coronel. Aunque no tenía
idea de cuál era el rango del hombre, o siquiera si había acertado en que rama de servicio
trabajaba.

No era posible adivinar donde podría estar be—el fondo había sido deliberadamente pixelado lo
que generaba un extraño temblor en los bordes de la figura del Coronel. Era él quien tenía la data



                                                29
interceptada de varios reportes científicos y había generado un modelo que les dio una idea de
que podía estar esperándolos en el centro del cráter. Fue el Coronel quien inmediatamente quiso
reemplazar el sistema de seguridad, quien había visto el potencial del técnico que lo instalo en
primer lugar dejando una puerta trasera para sí mismo. Y cuando ese joven geofísico llamado
Altman comenzó a preguntar sobre anomalías en el cráter, el coronel inmediatamente intervino su
teléfono.

Unos minutos más tarde, el Coronel estaba nuevamente en la pantalla, diciendo a Tanner que
Altman ya había llamado al técnico—Tocino era su nombre.

O no, era otro tipo de carne: Jamón. Hammond

“Muy tarde para rastrearlo,” dijo el Coronel, “pero traigamos a este Hammond y hablemos con él.”

Lo que trajo a Tanner de regreso a donde estaba ahora, impresionado por lo impasíva y
consternada que se veía la cara del Coronel después de haberle dicho que Hammond había
muerto.

“Hay alguna posibilidad de que estén mintiéndole?” preguntó el Coronel.

“Yo mismo he visto el cuerpo,” dijo Tanner. “Está bien muerto. Estaban tratando de traerlo,
hablando con él, y enloqueció y corto su garganta.”

“Hizo que?”

“Corto su propia garganta. Casi corta su cabeza por completo.”

“Solo hablando con él dices,” dijo el Coronel. “Que se supone que significa eso? Las personas no
cortan sus cuellos cuando solo hablas con ellas.”

Tanner trago saliva. Hablar con el Coronel lo ponía nervioso.

“Alguna chance de que lo presionaran demasiado?” preguntó el Coronel.

Tanner sacudió su cabeza. “He trabajado antes con estos hombres,” dijo. “Son completamente
confiables. Sabían cuáles eran sus órdenes. Confíe en mí, ellos estaban tan sorprendidos como
usted y yo.”

El Coronel asintió levemente. “Cree que Altman sea una amenaza?”

Tanner se encogió de hombros. “Esperaba determinar eso con Hammond.”

“Siga su instinto,” dijo el Coronel. “Amenaza o no?”




                                                30
Tanner miro hacia abajo, a los holoarchivos que había abierto frente a él, empujándolos hacia la
holopantalla. Copias de ellos, sabía que aparecían en el otro extremo de la comunicación, donde el
Coronel pudiera verlos. “No creo que haya mucho por lo que debamos preocuparnos por Altman,”
dijo. “no hay nada de especial en él. Es un científico común. Ningún Einstein, no es el tipo que
resalte en la manada.”

“En mi experiencia,” dijo el Coronel, “nadie deja la manada hasta que se les da una razón para
hacerlo. Es entonces cuando sabes si se doblaran o romperán.”

“Supongo,” dijo Tanner. “En mi experiencia, muy poca gente llega tan lejos.”

El Coronel asintió, apretando sus labios. “Pero si Altman lo hace?...”

Tanner pensó en ello. “No lo sé,” dijo. “No parece ser el tipo heroico. Es poco probable que sea un
espía industrial de otra corporación, y no creo que quiera convertirse en uno. Parece haber
tomado este trabajo exclusivamente para seguir a su novia a Chicxulub.”

“Podría ser una buena pantalla,” dijo el Coronel.

“Puede ser,” contestó Tanner. “Pero usted probablemente sabría mejor que yo si lo fuera, y en
caso de serlo, para qué. No creo que sea una pantalla.”

El Coronel reviso rápidamente los archivos. “No”, dijo una vez terminado. “Yo tampoco lo creo”. Se
quedó un momento mirando fijamente a la pantalla. Para Tanner se sintió como si el Coronel
estuviese mirando a través de él, no solo mirándolo.

Finalmente el Coronel dijo, “Avancemos rápidamente.” Giro hacia su propio holobanco y envió
una renderizacion a través de la pantalla a Tanner. Una imagen tridimensional. Algún tipo de nave.
Al principio Tanner pensó que era algún tipo de lanzadera espacial y sintió un leve golpe de miedo:
él había formado parte de las tropas que participaron en las guerrillas lunares. Había pasado duras
horas con su oxigeno agotándose, sifoneando desde los tanques de los muertos y moribundos a su
alrededor. Pero entonces noto los motores atornillados y comprendió que no se trataba de una
nave espacial en lo más mínimo: era algún tipo de submarino. Para aguas profundas
aparentemente

“Que es eso señor?” pregunto.

“El F/7,” dijo el Coronel. “Prototipo sumergible, no comercializado aún, incluso entre nuestra
gente. Lo enviare hacia allí. Encuentra dos hombres que puedan pilotarlo, gente en la que puedas
confiar. Y rápidamente. Tenemos que llegar allí primero.”




                                                 31
12

Escogió a Dantec, un ex-militar de su propia unidad que había traído con él diez años atrás, cuando
sirvió por primera vez, alguien en quien confiaba implícitamente y quien, además, sabia pilotar
prácticamente cualquier cosa. Dantec era bueno en pensar con sus pies, muy rápido. Tampoco
tenía problemas en hacer algo dudoso si era Tanner el que lo pedía. Pero también era conocido
por recurrir rápidamente a la violencia si algo iba mal. Algo paso con Dantec durante las
operaciones en la luna, algo que dejo sus ojos firmes pero inmóviles, como si no hubiese nadie en
casa. Tanner no estaba seguro de que era.

No es un mal tipo, Tanner se decía a si mismo las pocas veces que Dantec había hecho algo difícil
de aceptar, incluso con su buena falta de moral. Él solo no ve las cosas como yo. Y entonces, como
una reflexión, se encontraba frecuentemente pensando, yo tampoco soy un mal tipo.

Tanner suspiro. Malos tipos o no, ambos, él y Dantec harían lo que sintieran, a su manera,
correcto.

Tuvo que buscar un poco por el segundo hombre, sacándolo de la Central Norte Americana de
DredgerCorp. Su nombre era Hennessy y era un geólogo marino que también poseía una gran
experiencia con submarinos. Era calvo a pesar de ser relativamente joven, en la mitad de sus
treintas. También era muy respetado, y si ya se encontraba dentro de DredgerCorp, eso
probablemente significaba que no objetaría en hacer algo que estuviese un poco alejado de la ley.
Pero la pregunta del Coronel sobre Altman seguía molestándolo: si la presión terminara ganando a
Hennessy y se diera cuenta de la extensión total de lo que estaban haciendo; se doblaría o
quebraría? No había manera de decirlo, pensaba Tanner, pero creyó que era más probable que
siguiera la corriente en lugar de protestar o intentar detenerlos.

Tanner hizo los arreglos a través del Presidente Small, y puso a Hennessy en el siguiente vuelo al
sur. Para cuando el hombre llego a Puerto Chicxulub, el F/7 había llegado, estaba esperándolos
bajo una lona en la cubierta de un buque carguero sin nombre a unas quince millas del centro del
cráter. Aunque se veía viejo y oxidado en el exterior, el buque estaba equipado con equipos de
última tecnología en el interior. Estaba tripulado por personal militar y ex-militar—ellos no
llevaban uniformes regulares, pero su entrenamiento era evidente por lo eficiente de sus
movimientos, sus meticulosos cortes de cabellos y la manera en que actuaban por cumplir una
orden.

“Deberíamos tener cuidado con lo que decimos cerca de la tripulación?” pregunto Tanner al
Coronel a través de la video llamada.

“Debería tener cuidado con lo que dice cerca de cualquiera,” dijo el Coronel, y mostro sus dientes
de manera que Tanner asumió que se trataba de una sonrisa.




                                                32
Definitivamente un carnívoro, pensó Tanner. Entonces el Coronel cubrió sus dientes nuevamente y
dijo, “No diga más de lo que deba.”

El F/7 era un batiscafo. Un modelo excavador prototipo, algo hecho para descender grandes
profundidades y atravesar rápidamente roca sólida.

Hennessy respondió al verlo como un chico bajando las escaleras en navidad esperando encontrar
un poni junto al árbol. Caminaba junto a Tanner y Dantec alrededor de la nave, balbuceando sobre
la combinación de titanio del taladro y los pulverizadores moleculares destinados a abrir el
camino. Tanner y Dantec solo pretendían interés para seguirle la corriente.

“No me digan que bajaremos dentro de Chicxulub,” dijo Hennessy, excitado. “Siempre quise ir ahí.
Que estamos buscando?”

Pronto lo sabrás, pensó Tanner sombríamente. “Solo algunas inmersiones,” dijo tan casualmente
como pudo. “Solo algo para las pruebas del F/7 en su espacio. Rutina.”

En los próximos días Tanner los hizo hacer exactamente eso. Probaron el F/7 en ese espacio,
primero viendo cuan maniobrable era navegando en la superficie, luego probándolo en aguas
profundas, y finalmente probando el taladro y los pulverizadores. No era la nave más maniobrable
que Hennessy haya visto, pero ese no era el punto del batiscafo: tenía que ser sólido y capaz de
soportar la tremenda presión cuando se sumergía muy profundo. En la superficie flotaba
erráticamente, lentamente tomando la dirección en la que querían ir. Bajo el agua respondía
mucho mejor. Y era aún mejor cuando estaban atravesando barro o rocas. Incluso cuando el
taladro estaba trabajando a toda máquina, mordiendo roca sólida, la nave se mantenía estable,
apenas sacudiéndose. Los propulsores traseros los mantenían presionados contra las rocas y el
taladro los hacia avanzar si sus hojas encontraban algo en que aferrarse. Mientras tanto los
pulverizadores convertían la roca sobrante en fina grava que era absorbida por la corriente creada
por los propulsores y era removida del camino, o disuelta por completo. Hennessy aseguro nunca
haber visto nada como eso.

Se sumergieron con el F/7 unas siete u ocho veces, pruebas. Al principio Dantec solo miraba lo que
Hennessy hacía, lo escuchaba hablar, lo observaba. Y entonces, un día, Dantec informo
súbitamente a Hennessy que era su turno.

“Pero esta es una pieza delicada de equipo,” le advirtió Hennessy. “Necesitas tener meses y meses
de entrenamiento antes que—”

“Estas empeorando mi dolor de cabeza. Muévete,” dijo Dantec. Y Hennessy, alejándose del panel
de instrumentos y tomando noción de su compañero, tal vez por primera vez, vio su expresión
muerta y firmes ojos.




                                               33
Esa noche, tan pronto como se sentó en su cama y comenzó a sacarse sus zapatos, Tanner escucho
un golpe en la puerta.

“Adelante,” dijo, mientras continuaba desatando los cordones, hasta que vio un par de botas
familiares entrar. Miro hacia arriba. Porque seria, se preguntó, que Dantec siempre se veía como
un predador?

“Eres tú,” dijo a Dantec. “Todo está yendo bien?”

Dantec asintió. “Ya lo entendí todo,” dijo.

“Puedes pilotar la nave si necesitas hacerlo?”

“Comparado con un Moon Lander es algo sencillo,” dijo Dantec. “No será un problema.”

“Qué hay del taladro?”

Dantec se encogió de hombros. “Tampoco es algo complicado,” dijo. “Sé cómo taladrar un túnel y
probablemente pueda descifrar como hacer cualquier otra cosa que necesitemos. Hennessy ya no
es esencial. Si se arrepiente en algún momento de la misión, o si algo va mal. Puedo hacerme
cargo.”

“Que quieres decir con si algo va mal?” preguntó Tanner.

Dantec se encogió de hombros otra vez. “Solo me preparo,” contesto.

“Si algo saliera mal,” dijo Tanner lentamente. “Preferiría que no lo mataras.”

Dantec dudo, y luego asintió. “Tu preferencia es tomada con desgano,” dijo.

La mañana siguiente encontramos a Tanner hablando a una imagen del Coronel en la
Holopantalla. “Estamos listos,” dijo. “Cuando usted quiera podemos mover la nave al centro del
cráter y soltar el F/7. Ambos pilotos están entrenados y cómodos con el submarino. Ambos están
ansiosos por salir.”

“Muy bien,” dijo el Coronel. Parecía estar viendo a través de Tanner nuevamente, como si él no
estuviese ahí. “Muevan el carguero en posición esta noche,” dijo.

“Esta noche?”

“Suelten el ancla justo antes del ocaso. Los quiero en posición a las 2100 horas y listos para salir a
las 2200. No necesita decirle nada a sus dos pilotos ni hacerlos sospechar para que avisen a
alguien más en caso de que usted se haya equivocado y sean espías. Solo despiértelos y hágalos
abordar a tiempo para lanzar el F/7 antes de medianoche.”



                                                 34
“Sí Señor,” dijo Tanner

El Coronel se estiro para desconectar la llamada, pero se detuvo. “Se ve cansado Tanner,” dijo.
“Está todo bien?”

“Esto bien Señor,” contesto Tanner. “Es solo un pequeño dolor de cabeza. He tenido algunos
problemas de sueño. Pero nada de qué preocuparse.”

“Mañana podría ser un día histórico,” especulaba el Coronel.

“Si,” dijo Tanner.

“Que cree que haya allá abajo?”

Tanner había estado preguntándose lo mismo por días ya. Como podría algo aparentemente
fabricado por hombres, terminar enterrado bajo toneladas de roca en el centro de un cráter?

“No lo sé,” dijo. “Tal vez sea una formación natural que por alguna razón no parece serlo. O tal vez
es algo hecho por el hombre que ha terminado allí solo Dios sabe porque. O tal vez…,” dijo, pero
no pudo terminar la oración. Era demasiado grande para terminar de comprenderlo.

“Tal vez qué?” preguntó el Coronel.

Tanner sacudió su cabeza para aclararla, lo que solo empeoro el dolor de cabeza. “Realmente no lo
sé Señor,” dijo.

“Te diré en que estás pensando ya que no eres lo suficientemente hombre para decirlo tú mismo,”
dijo el Coronel. “Está pensando, ‘Seguro, puede ser construido, pero no por nosotros, no por
humanos.’”

Tanner no dijo nada.

“Créalo o no Tanner, es una posibilidad genuina. Es lo que estamos esperando. El primer contacto
con vida inteligente más allá de la nuestra.”

Tanner se mareo de solo pensarlo, incluso lo asustaba un poco. Si realmente se trataba de eso,
podría cambiar todo. “Con un poco de suerte, lo sabremos pronto,” dijo con la voz más estable
que pudo emitir. “Mantendré mis dedos cruzados Señor,” agrego, y entonces corto la llamada.




                                                35
13

Estaba tratando de correr, pero no llegaba a ningún lado. Sus brazos y piernas colgaban en el aire,
pero nada estaba pasando. No podía siquiera sentir el piso bajo sus pies. Y había algo mal en el
aire. Cada vez que intentaba respirar, terminaba tosiendo, ahogándose. Estaba sofocándose
lentamente.

Miraba frenéticamente a su alrededor, pero a cada lado era lo mismo—una interminable
extensión gris, nada sólido, nada definido, solo él mismo, flotando en el vacío, muriendo.

Sabía que estaba muerto, pero de alguna manera todavía “era”. Estaba flotando, sus ojos abiertos
pero no veían nada. Su cuerpo giraba y giraba lentamente. No había nada más allí que él, pero él
tampoco estaba allí exactamente. Escucho algo. Silencioso, como el sonido de un insecto
caminando sobre un papel. Lentamente fue aumentando, convirtiéndose en un fuerte susurro.
Una voz humana, hablándole.

Hennessy, dijo. Era una voz familiar. Deseaba que fuera más fuerte que un susurro así podría estar
seguro de quien era. Hennessy, dijo otra vez. La escuchaba cerca de su oído, y luego en dos
susurros ligeramente distintos al mismo tiempo. De repente se dio cuenta que no era solo una voz,
era una legión, todos ellos susurrando, todos ellos diciendo su nombre. Hennessy, Hennessy,
Hennessy.

Y entonces, girando, el espacio gris a su alrededor repentinamente ya no se veía tan gris. Estaba
cambiando. Transformándose. Convirtiéndose en algo más. Él sabía que estaba muerto, y no podía
moverse. Todo lo que podía hacer era permanecer ahí, flotando, con su cuerpo girando
lentamente, escuchando esas voces, mientras el vacío espacio gris que lo rodeaba se tornaba más
y más texturado. Por un momento se veía estriado, cubierto por rayas y líneas, entonces se
volvieron curvas y arrugadas, en una forma que le recordaron un cerebro humano. Y entonces,
también, se ajustó y cambio, comenzando a tomar vagas características. No era un vacío, se dio
cuenta, sino una apretada masa de cuerpos, unidos unos a otros, fundiéndose entre sí, todos ellos
muertos.

Quería cerrar sus ojos, pero no podía. Había miles de ellos, tal vez más, y mientras las caras se
diferenciaban más y más, comenzó a darse cuenta de que todos eran personas que él conocía,
todos ellos muertos. Su esposa estaba allí, su cuello roto por un accidente, su madre y padre,
ambos decrépitos y derruidos justo como estaban luego de que el cáncer los tomara, y otros,
muchos otros, a quienes no había olvidado, pero que al notarlos, sabía que habían muerto.

Hennessy. La palabra vino de una de esas bocas abiertas e inmóviles, como el eco de una profunda
cueva. Pero cuál? Hennessy, dijo otro. Y pronto, todos estaban diciéndolo, presionando más y más
cerca suyo, y no había nada que pudiera hacer para detenerlos. Entonces sus dedos comenzaron a
hundirse bajo su piel, tejiéndose entre sus huesos, insinuando su camino dentro de él.


                                                36
“Hennessy!” alguien estaba gritando. “Hennessy!”

Algo lo estaba agarrando, sacudiéndolo. Manos. Alguien estaba gritando, Hennessy lo noto, y
entonces se dio cuenta de que ese alguien era él.

Logro soltarse y fue despedido hacia atrás, fuera del agarre de lo que sea que fuese, hasta que
golpeo una pared. Fue entonces que fue capaz de dejar de gritar y considerar donde estaba. Un
cuarto normal, en el complejo de DredgerCorp, en Chicxulub. Ahí estaba su cama. Estaba su
cuarto. Estaba bien. Estaba de regreso en el mundo real. Había un hombre agachado junto a la
cama. Un hombre de apariencia normal, usando anteojos.

“Jesús,” dijo el hombre. Estaba cubriendo su nariz. Sangre goteaba a lo largo de sus dedos hasta el
suelo. “Por qué hiciste eso?”

Detrás suyo, Hennessy vio dos hombres más grandes. Parecían ser hermanos, o incluso gemelos.
Los había visto merodeando varias veces dentro del complejo, pero nunca supo exactamente que
hacían.

“Quieres que lo golpeemos un poco?” dijo uno de los hombres más grandes.

“Lo ablandamos un poco?” dijo el otro, golpeando su puño contra su otra mano.

“Saben que no podemos hacer eso,” dijo el hombre de lentes. “Solo se supone que vengamos a
buscarlo.”

“Lo siento,” dijo Hennessy al hombre de lentes, confundido por lo que decían. “Tuve un mal
sueño.”

“Las pesadillas se han vuelto comunes últimamente. Debe haber sido una realmente horrible,” dijo
el hombre de lentes. Movió su cabeza hacia atrás y retiro su mano. El sangrado parecía haberse
detenido. Lo comprobó aspirando para probar.

“Que están haciendo aquí?” preguntó Hennessy.

“Nos enviaron a buscarte,” contestó el hombre de lentes. “Vístete.”

Tal vez aún sigo soñando, pensó Hennessy. “Buscarme? Para qué?” pregunto.

“Te necesitan en otra parte. Solo vístete y vámonos. O quieres que permita a Tim y Tom que
liberen algo de su energía nerviosa en ti?”

Lo llevaron hacia el muelle, Tim y Tom a cada lado, el hombre con lentes guiando el camino. Había
un gran bote ahí, Dantec ya estaba adentro, aparentemente calmo, sentado muy derecho, con sus
brazos cruzados. A diferencia de él Dantec no tenía escolta. Uno de los vagamente militares



                                                37
hombres del buque carguero estaba parado a metros del muelle, el otro en la cubierta, listo para
partir.

“Donde nos llevan?” Pregunto Hennessy al hombre de lentes.

Aún masajeaba su nariz. “Nos dijeron que te subamos al bote. Eso es todo lo que se.”

“Sube,” dijo Tim detrás suyo.

“O quieres que te subamos?” pregunto Tom.

Hennessy subió al bote y se sentó junto a Dantec. El soldado también subió, empujando el bote
lejos del muelle y tomando el asiento del piloto. Un momento más tarde, el motor estaba sonando
y ellos estaban atravesando las negras aguas.

“Sabes que está pasando?” preguntó Hennessy a Dantec.

Él le dio una dura y fría mirada. “Hemos sido activados,” dijo.

Activado? Se preguntó Hennessy. Qué significa eso?

·                                                 ·                                            ·




                                                 38
Con el viento y el agua que salpicaba, Hennessy comenzó a sentir mucho frio. Al llegar al buque
carguero, temblaba tanto que se oían sus dientes golpeando. Subieron por una escalera para
encontrar a Tanner esperándolos en la cubierta.

“Llegaron realmente rápido,” dijo Tanner al piloto del bote. “Bien hecho hijo.”

“Gracias Señor,” dijo el hombre

Tanner giro hacia Hennessy y Dantec. “Bien,” dijo, “apuesto a que ambos se estarán preguntando
qué Diablos sucede. Vengan conmigo al puente y hablaremos.”

Luego de que Tanner terminara de explicar, Hennessy sentía que algo estaba mal. Seguro, estaba
excitado por descender al centro del cráter, excitado por descubrir que había allí y de donde venía.
Podría ser, como Tanner dijo, algo asombroso, incluso el primer indicio de vida extraterrestre
inteligente. Pero tal vez no era nada, solo una anomalía. Tenía que intentar no excitarse mucho.

Además, algo simplemente no encajaba. Ciertamente DredgerCorp no era la única en detectar el
objeto. E incluso si lo fuera, no tenían la obligación de reportarlo? No tenían que seguir los canales
apropiados, consultar con el gobierno mexicano? No debería haber un proyecto, algo en que
DredgerCorp participara pero el gobierno controlara, en lugar de una operación apurada y
repentina en el medio de la noche?

No, definitivamente no planeaban nada bueno, y de cierta manera, eso podría traer serias
consecuencias. Tal vez era un poco incrédulo, tal vez en el pasado miraba a otro lado cuando las
cosas se volvían cuestionables, pero no era tan incrédulo. Sabía que si algo salía mal, no sería lo
más probable que Tanner o DredgerCorp asumieran la culpa, sino él y Dantec. DredgerCorp los
dejaría tirados sin pensarlo dos veces

Miro a Dantec, quien giro y cruzo miradas. Parecía estar tan tranquilo como siempre, su mirada
muerta, sus ojos predador. No le importa, se dio cuenta Hennessy. Hará lo que sea que le pidan.
Así que Hennessy respire profundamente y giro hacia Tanner.

“Por qué de noche?” pregunto.

“Por qué no?” dijo Tanner. El F/7 tiene luces. Tendrán que usarlas de todas formas cuando bajen
lo suficiente y definitivamente deberán usarlas cuando comiencen a escavar.”

“No creo que sea eso lo que pregunta,” dijo Dantec tranquilamente.

“No?” dijo Tanner. “Que pregunta entonces?”

“Si es legal.”


                                                 39
“Es cierto eso?” dijo Tanner, girando hacia Hennessy. “Es eso lo que pregunta?”

Hennessy dudo un momento, y entonces asintió. “Solo me parece algo extraño,” dijo. “Acaso este
cráter no es enteramente propiedad de México? No tendría que ser explorado por una
organización de recuperación local? Y que sucede con la tripulación de este carguero? Son
militares o no? Si lo son, por que no usan sus uniformes? De qué lado están? Si no lo son,
entonces, que Diablos está pasando?”

“No necesitas pensar en todo eso,” dijo Tanner. “Yo manejo los detalles. No hay razón para que te
preocupes.”

“Pero somos nosotros los que quedaremos quemados si esto sale mal,” dijo Hennessy.

Tanner no dijo nada.

“Me equivoco?” pregunto Hennessy, apelando a Dantec. “No deberíamos estar preocupados? No
tienes un problema con esto?”

Dantec no dijo nada.

Hennessy giro nuevamente hacia Tanner. “No debería estar preocupado?” pregunto.

Tanner contesto, “Ya te he dado una respuesta.” Hennessy suspiro.

“Mira,” dijo Tanner. “No quieres formar parte de esto? Podría ser algo extremadamente
importante, pero eso no quiere decir que sea una operación sin riesgos. Tienes que decidirte
Hennessy. Si no quieres ir no tienes que hacerlo, pero tienes que decidirlo ahora..”

Hennessy dudo un largo tiempo. Ya sea legal o ilegal, era algo grande, importante. No podía
confiar en Tanner, pero, tampoco podía confiar en nadie en DredgerCorp. Sabía eso cuando firmo
su contrato. Pero siempre había logrado evitar meterse en problemas antes. Si lo que estaban
haciendo era legal o no, pensó para sí mismo, él podía asegurarse de que su participación fuera
legal. Además, si las cosas iban demasiado mal, podría abandonar después. Iría con ellos, pero no
confiaría a Tanner lo suficiente como para que pudiera joderlo. Finalmente asintió.

“Bien,”         dijo         Tanner.         “Vayan           entonces,           los      dos.”




                                               40
14

Nunca antes había estado dentro del batiscafo de noche. La luz fluorescente, con toda la
obscuridad alrededor, lo golpeo directamente, tan duro y sucio como la oficina de un dentista
desorganizado. Transformo tanto su cara como la de Dantec , dándoles tranquilidad.

Se ataron a sus asientos, Hennessy en los controles al frente, Dantec justo detrás suyo y a la
derecha, junto al liberador de lastre. La grúa los elevo sobre el agua. Colgaron sacudiéndose por
un momento, y luego, de repente fueron liberados.

Golpearon contra el agua, y la obscuridad se volvió total. Dantec encendió las luces exteriores, que
opacaron las interiores. Hennessy chequeo los controles. Se colocó su auricular y ajusto el
micrófono para que no rozara su mejilla. Testeo brevemente el F/7 moviéndolo hacia adelante y
hacia atrás, encendió el taladro y lo vio girar. Chequeo la señal del sonar. Chequeo el medidor de
presión y Dantec verifico el sello de las puertas. Todo parecía estar en orden.

“Este es Plotkin,” dijo Hennessy, hablando con su nombre clave por el micrófono. “Nave de
descarga? Me copian?”

La voz de Tanner resonó en su oído. El hombre estaba allí con una holopantalla también, su
imagen apareció, bien definida. “Escuchándolo y viéndolo fuerte y claro,” dijo Tanner. “Listos para
partir?”

“Roger,” dijo Hennessy. Dantec confirmo.

“Procedan cuando estén listos Plotkin,” dijo Tanner.

Hennessy permaneció un momento con sus manos en los controles, entonces corto el video y se
sumergió. Ahora es solo cuestión de tiempo, pensó Hennessy, cuatro o cinco horas. Se recostó y
estiro. Al principio bajaron lentamente, entonces un poco más rápido. Debían ser cuidadosos par
air ajustándose. El aire en el F/7 se había vuelto más denso y más cálido. Hizo que Dantec
chequeara el recirculador de oxígeno, aunque sabía que era el clima justo para mantener, afuera
hacia un frio mortal.

Ahí estaba, de tiempo en tiempo, el resplandor de un pez atravesando sus luces, aunque al
descender más y más profundo, se volvía más y más raro. Mayormente era solo ellos dos en la
apretada nave, cada uno respirando el aire del otro, esperando, solo esperando.

Su cabeza dolía. Parecía que dolía constantemente desde hace días. Giro ligeramente en su
asiento y miro brevemente hacia Dantec, quien estaba mirándolo, con sus ojos firmes

“Que sucede?” preguntó Hennessy.




                                                41
“Con que cosa?” preguntó Dantec.

Hennessy volvió su vista a los controles. Ese tipo asustaría a cualquiera, pensó. Parecía tornarse
cada vez más caluroso. El aire se volvía más opresivo y difícil de respirar.

Otros cien metros. Nunca consideró lo pequeño que era el interior del F/7. Pero ahora que
estaban descendiendo y los instrumentos no necesitaban mucha atención, era todo en lo que
podía pensar. Estaba sudando. Realmente chorreaba transpiración, baldes de ella. Sentía como si
fuera a ahogarse en su propio sudor. Rio fuertemente.

“Que?” preguntó Dantec.

Rio otra vez. No podía evitarlo; sabía que era absurdo pensar en ahogarse en su propio sudor, pero
que tal si sucedía? Era absurdo, pero todo esto lo era.

“Respira hondo y contrólate,” dijo Dantec.

Sabía que Dantec tenía razón. Lo último que quería hacer era disolverse en histeria aquí, en una
nave difícilmente más grande que un abrigo invernal, a millas de ayuda. No, no podía hacer eso,
no. Pero entonces, ahí vino, otra risa.

Escucho a Dantec levantarse y de repente ahí estaba, parado detrás suyo, inclinado sobre su panel
de instrumentos, el batiscafo inclinándose por un momento antes de corregir su rumbo.

Rio nuevamente y Dantec apretó su mano alrededor de su cuello. De repente no podía respirar.

“Escucha,” dijo Dantec. “Podemos hacer esto de dos maneras. Podemos hacerlo contigo vivo o
contigo muerto. No me importa cuál de las dos opciones sea.”

Se resistió, pero Dantec era muy fuerte. Nunca había sentido nada así, nunca había estado tan
asustado. Estaba comenzando a desmayarse, puntos rojos inundaban su visión. Seguía buscando
aire, pero obtenía nada.

Finalmente, cuando estaba al borde del desmayo, Dantec lo soltó, le dio una larga Mirada y
lentamente volvió a su asiento como si nada hubiese pasado. Hennessy respiro profundamente,
agitado, masajeando su garganta.

“Estas bien, ahora,” pregunto Dantec, con un tono firme. Era más una orden que una pregunta.

“Si,” dijo Hennessy, y estaba sorprendido de sentirse un poco mejor, más en control de sí mismo.
Aunque su cabeza dolía incluso peor que antes.

Hennessy chequeo los controles. Todo estaba en orden. Habían sido realmente necesarias las
acciones de Dantec? Solo era una pequeña risa después de todo, nada para enojarse.



                                               42
Pero Dantec sobre-reacciono, haciéndolo más importante de lo que era. Alguien podría haber
salido lastimado. En que pensaba Tanner al confinar a Hennessy en ese ataúd hundiéndose con un
loco? Tal vez Dantec era más fuerte, tal vez Hennessy no podía hacer nada ahora, pero una vez de
regreso en tierra sabría qué hacer. Llenaría una queja formal. Iría a Tanner y le diría sobre el
comportamiento de Dantec y demandaría que lo despidieran. Y si Tanner no estaba dispuesto a
hacerlo iría por sobre él. Seguiría llenando quejas hasta que llegara al tope de la cadena de mando,
al mismísimo Lenny Small. Seguramente el Presidente Small era un hombre razonable. E incluso si
el Sr. Small no lo escuchaba, entonces les mostraría a todos. Tomaría un arma y—“Mil Metros,”
dijo Dantec.

Hennessy sintió culpa, esos pensamientos se disolvieron. “Mil metros,” repitió. Noto un temblor
en su voz, pero no muy grave. Tal vez Tanner no lo notaria. Conecto el link de video.

“Nave madre,” dijo. “Responde madre.”

La voz de Tanner se escuchó, ahora más débil. Su imagen estaba presente pero menos clara,
carcomida en los bordes.

“Aquí, F/7,” dijo Tanner. “Aún los copiamos.”

“Mil metros,” dijo. “Los sellos están bien, los instrumentos responden correctamente, sin
problemas que reportar.”

“Muy bien,” dijo Tanner. “Procedan.”

Seguían descendiendo. Parecían ir más lento que antes.

“Todo bien en tu estación?” preguntó Hennessy a Dantec.

“Bien,” dijo Dantec. “Que hay de ti?”

Hennessy asintió. Cuando lo hizo, se sintió como si su cerebro estuviese rozando contra las
paredes de su cráneo, golpeándose un poco.

“El oxígeno está bien?” pregunto.

“Preguntaste si todo estaba bien y ya te dije que lo estaba,” dijo Dantec. “Todo, inclusive el
oxígeno.”

“Oh,” dijo Hennessy. “Cierto.”

Estuvo en silencio por un tiempo, mirando el agua iluminada por sus luces. Ya no había nada vivo
ahí afuera, o si lo había, no lo veía. Flotando en un mundo obscuro e imposible de diferenciar. De
repente noto que era como su sueño, lo que lo golpeo como algo muy malo.



                                                43
“Tengo una jaqueca,” dijo, más que nada para oír el sonido de su voz.

Dantec no dijo nada.

“A ti también te duele la cabeza?” preguntó Hennessy.

“De hecho, si,” dijo Dantec, girando hacia él. “He tenido dolores de cabezas hace días ya.”

“Yo también,” dijo Hennessy.

Dantec solo asintió. “Deja de hablar,” dijo.

Hennessy asintió. Se sentó ahí, mirando hacia la vacía expansión de agua que rodeaba tanto a ellos
como a su nave, escuchando el quejido del casco al ir incrementando la presión. Había algo más,
se escuchaba otro sonido. Que era eso? Casi nada en realidad, pero ahí estaba, cierto? Lo
suficientemente fuerte para escucharlo pero no lo suficiente para interpretarlo. Que podría ser?

“Escuchaste algo?” preguntó a Dantec.

“Te dije que dejaras de hablar,” dijo el otro.

Eso quiere decir que lo escucho o no? Por qué no podía responder la maldita pregunta? La hizo
civilizadamente, no?

“Por favor,” dijo Hennessy, “solo necesito saber si escuchaste—”

Dantec se estiro y lo golpeo en el costado de la cabeza.

No lo escucho, una parte de su mente le decía. Si lo hubiese escuchado, estaría pensando en ello
también. Lo que significa que está cerca mío, cerca del panel de instrumentos. Así que se incline
hacia adelante, acercando su oreja al panel de control, escuchando. Seguía esperando que Dantec
le preguntara que estaba haciendo, pero el hombre no decía nada. Tal vez no estaba mirándolo o
simplemente no le importaba. Pero en cualquier caso, no había nada, el sonido seguía allí, pero no
se hacía más fuerte.

Lo que significa, se dio cuenta, que el sonido estaba en su cabeza.

Tan pronto como pensó en ello, el sonido se convirtió en muchos sonidos, y rápidamente se
transformaron en voces susurrantes. Pero que estaban diciendo? Tenía miedo de saber. Intentó
no prestar atención, intentó no escuchar y— “Dos mil metros,” dijo Dantec.

Si, pensó Hennessy, presta atención a eso, a tu trabajo. No pienses en las voces en tu cabeza, haz
tu trabajo. Contrólate hombre, lo último que necesitas es— “Me escuchaste Hennessy?” preguntó
Dantec.



                                                 44
“Te escuche,” dijo Hennessy, sacudiendo su cabeza. “Dos mil metros. Contactare a Tanner.”

Conecto el link. Ahí estaba Tanner, muy pixelado ahora. “Dos mil metros,” dijo Hennessy.

Hubo una demora de unos tres segundos antes de que Tanner respondiera. “Repitan eso,” dijo
Tanner, solo se recibió como un golpe de estática y luego “—pitan eso.”

“Dos mil metros,” repitió Hennessy, esta vez más lento.

“Roger,” dijo Tanner, luego del delay. “Procedan.”

···




                                                45
Otros mil metros, pensó Hennessy. Tal vez un poco menos. Estaban más allá de la mitad del
camino. Una vez que llegaran al fondo, podría ocuparse de controlar el taladro. Tendría algo en lo
que mantenerse enfocado. Todo estaría bien. Todo lo que tenía que hacer era aguantar hasta
entonces. Una vez allí podrían taladrar su camino hacia el objeto lo más rápido posible. Harían lo
que Tanner había pedido: tomarían una pequeña muestra y subirían a la superficie
inmediatamente. Entonces—si fuese lo que fuese valía la pena ser recuperado—estaría fuera de
sus manos. Volaría de regreso al Sector Norte Americano, volvería a su vida, sacando todo esto de
su cabeza. Si Tanner y DredgerCorp querían formar un grupo completo y excavar el objeto por
completo antes de que otra organización se enterara de ello, ese era su problema: él ya estaría
lejos del lugar, muy lejos.

Tal vez si respiraba rápidamente, sería mejor. Entonces no agotaría el oxígeno tan rápido. Aún
transpiraba, el sudor chorreaba por su cuerpo, pero no se reía de ello ahora: tenía miedo. Tenía
miedo de lo que estaba pasando y miedo de Dantec.

Hennessy, contrólate, pensó. O mejor dicho, una parte de él pensó. Otra parte estaba gritando en
su cabeza, una y otra vez. Otra parte de él intentaba encerrar a esa parte bajo la cubierta y cerrar
la escotilla. Pero también había partes que hablaban, o mejor dicho, susurraban, todos los
susurros ocurrían dentro de su cabeza, ni siquiera estaba seguro de que fuese él. Hennessy,
susurraban las voces, Hennessy. Como si intentaran atraer su atención. Eran tanto una parte de él
como no lo eran.

Una ola de dolor atravesó su cabeza. Gruño y apretó sus pulgares con fuerza en sus temples y miro
hacia atrás, a Dantec, para ver si lo había notado. Vio que Dantec también apretaba su cabeza, su
cara estaba pálida y perlada con su sudor. Estaba sufriendo. Después de un momento, su cara
volvió a perder toda expresión y se enderezo, cruzando miradas con Hennessy.

“Que estas mirando?” dijo casi gruñendo.

Sin una palabra, Hennessy volvió a su panel de control esperando que haya pasado un tiempo,
pero no estaba seguro si el tiempo había pasado en absoluto. Tal vez aún les quedaban
novecientos metros más para bajar.

“Cuantos metros más?” pregunto con la voz más calmada y firme que pudo.

Miro el distorsionado, fantasmal reflejo de Dantec en la ventanilla de observación. El hombre se
veía deshecho.

“Te diré cuando sea el momento,” dijo Dantec. Se percibía un pequeño temblor en su voz ahora, a
menos que Hennessy lo estuviera imaginando. Tal vez, pensó Hennessy, es tan malo para él como
lo es para mí.




                                                46
En cierta forma, lo encontró reconfortante. En otra, hizo que se diera cuenta de que las cosas
podrían ser mucho peor de lo que pensaba.

Siguió mirando la ventanilla de observación, a veces observando la turbia agua, otras mirando el
reflejo de Dantec. Cuanto más, pensó, cuando más? Sacudió su cabeza. Hennessy, decían las
voces. Hennessy. Eran voces que él reconocía, pero no estaba seguro de donde, y entonces se dio
cuenta de que eran las voces de su sueño. Pero una en particular era aún más familiar. Sabía quién
era, estaba seguro, pero no podía asociar una cara a esa voz. Como podía escuchar una voz, saber
que era familiar y aun así no saber a quién pertenece? Se han metido en mi cabeza, pensó. Debo
haber hecho algo para permitir que entraran a mi cabeza. Hay algo mal conmigo.

Oh Dios—oh Dios, pensó. Por favor ayúdame.

Si empezaba a gritar nuevamente, Dantec lo mataría. Dijo que lo haría.

Había una imagen de algo fuera del batiscafo, justo debajo suyo. No, espera, pensó, solo es el
reflejo de Dantec. No es nada. Pero ahí estaba otra vez, saliendo de la nada, algo más claro,
apenas texturado. El suelo oceánico. Redujo la velocidad del batiscafo hasta que se movía a la
velocidad de un caracol.

“Tres mil metros,” dijo Dantec.

“Ya casi llegamos,” le dijo a Dantec, su voz repentinamente se tornó confiada otra vez. “Casi
estamos en el fondo.”

Lo vio aproximarse. Era tan desértico como la luna, una gruesa capa de lodo se extendía en todas
direcciones. Se posaron suavemente, casi sin levantar sedimentos. Una raya que estaba escondida
en el lodo se elevó y nado lentamente fuera del rango de las luces. En las pruebas existía el miedo
de que el batiscafo girara sobre sí mismo al llegar al fondo y debieran luchar por enderezarlo, pero
se posó suavemente y sin problemas.

“Lo hicimos,” dijo a Dantec. “Debería ser fácil de aquí en adelante.”

Dantec solo lo miro.

Hennessy contacto con Tanner. Extrañamente, la señal era mejor que cuando estaban mil metros
más arriba, tal vez por el nuevo ángulo de la nave, aunque había momentáneos pulsos de energía
que alteraban toda la señal.

“Llegamos,” dijo una vez que Tanner respondió.

“Como se ve?” preguntó Tanner.

“Suave y plano,” dijo. “La primer capa no debería ser difícil de atravesar.”


                                                 47
“Se ve como el fin del mundo,” murmuro Dantec detrás suyo.

Tanner asintió. “—dices?” pregunto.

“Lo siento Señor, no recibimos la primer parte,” dijo Hennessy.

“No importa,” dijo Tanner. “Procedan cuando estén listos. Y Buena suerte.”

Hennessy acciono los brazos mecánicos para estabilizar la nave y elevar su parte posterior. El
taladro ajusto su ángulo hasta que la punta toco el suelo oceánico. Preparo los controles.




                                                48
15

Sintió una mano sobre su hombro, giro para ver a Dantec allí, fuera de su asiento, sus ojos
desorbitados.

“Yo usare el taladro,” dijo.

“Pero yo soy el que—”

Dantec apretó y un agudo dolor azoto su hombro y cuello; uno de sus brazos se entumeció de
repente.

“Yo usare el taladro,” dijo Dantec otra vez, con una voz sólida como una roca. “Muévete.”

Fue una lucha el desatar el cinturón con Dantec apretando su hombro, peor al final logro hacerlo.
Se levantó. Dantec seguía agarrándolo, pero logro llegar al otro asiento. Solo cuando estuvo
sentado y con el cinturón ajustado Dantec lo soltó. Hennessy respire con un gran alivio y comenzó
a masajear su hombro con sus dedos. Lentamente sintiendo otra vez su brazo. Miraba con odio a
Dantec.

“Difícilmente sabes lo que estás haciendo,” dijo. “Nos vas a matar a ambos.”

“Cállate,” dijo Dantec, sin siquiera molestarse en girar para verlo. Encendió el taladro y comenzó a
descender. Toda la nave se sacudió. En unos segundos, comenzaron a hundirse en el lodo.

···




                                                49
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter
Martirizado en el Cráter

Más contenido relacionado

Similar a Martirizado en el Cráter

Todos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdf
Todos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdfTodos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdf
Todos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdfGABRIELAMILENKAABANT
 
El regalo de un hombre inutil
El regalo de un hombre inutilEl regalo de un hombre inutil
El regalo de un hombre inutilKlaudios
 
Alan Dean Foster El Regalo De Un Hombre Inutil
Alan Dean Foster   El Regalo De Un Hombre InutilAlan Dean Foster   El Regalo De Un Hombre Inutil
Alan Dean Foster El Regalo De Un Hombre InutilPalau Lax
 
Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010
Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010
Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010Lautaro Lavarello
 
Juan salvador gaviota richard bach
Juan salvador gaviota   richard bachJuan salvador gaviota   richard bach
Juan salvador gaviota richard bachBerli Onle
 
Edgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdf
Edgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdfEdgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdf
Edgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdfJOSE CARLOS VARGAS
 
Bach, richard juan salvador gaviota
Bach, richard   juan salvador gaviotaBach, richard   juan salvador gaviota
Bach, richard juan salvador gaviotaDavid Rodriguez
 
VENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridad
VENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridadVENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridad
VENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridadAnazoy Sterch
 
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviotaBach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviotaAlessandra Nascimento
 
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviotaBach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviotaAONASCIMENTO
 
Cienciay literatura
Cienciay literaturaCienciay literatura
Cienciay literaturajohnpgordon
 

Similar a Martirizado en el Cráter (20)

Carl sagan contacto
Carl sagan contactoCarl sagan contacto
Carl sagan contacto
 
Todos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdf
Todos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdfTodos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdf
Todos los cuentos - Gabriel García Márquez.pdf
 
El regalo de un hombre inutil
El regalo de un hombre inutilEl regalo de un hombre inutil
El regalo de un hombre inutil
 
Alan Dean Foster El Regalo De Un Hombre Inutil
Alan Dean Foster   El Regalo De Un Hombre InutilAlan Dean Foster   El Regalo De Un Hombre Inutil
Alan Dean Foster El Regalo De Un Hombre Inutil
 
Forsaken
ForsakenForsaken
Forsaken
 
Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010
Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010
Llamadme Joe(Poul Anderson 1957)Etnilumidad 2010
 
Ellison, harlan arde el cielo
Ellison, harlan   arde el cieloEllison, harlan   arde el cielo
Ellison, harlan arde el cielo
 
Juan salvador gaviota richard bach
Juan salvador gaviota   richard bachJuan salvador gaviota   richard bach
Juan salvador gaviota richard bach
 
Edgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdf
Edgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdfEdgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdf
Edgar_Allan_Poe-El_Escarabajo_de_oro.pdf
 
13. juan salvador gaviota
13. juan salvador gaviota13. juan salvador gaviota
13. juan salvador gaviota
 
Bach, richard juan salvador gaviota
Bach, richard   juan salvador gaviotaBach, richard   juan salvador gaviota
Bach, richard juan salvador gaviota
 
VENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridad
VENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridadVENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridad
VENGANZA Cap1 Que sientan la oscuridad
 
Cuentos de terror
Cuentos de terrorCuentos de terror
Cuentos de terror
 
Obras para trabajar
Obras para trabajarObras para trabajar
Obras para trabajar
 
Juan Salvador Gaviota
Juan Salvador GaviotaJuan Salvador Gaviota
Juan Salvador Gaviota
 
García márquez,-gabriel---ojos-de-perro-azul
García márquez,-gabriel---ojos-de-perro-azulGarcía márquez,-gabriel---ojos-de-perro-azul
García márquez,-gabriel---ojos-de-perro-azul
 
(6) definitivamente muerta
(6) definitivamente muerta(6) definitivamente muerta
(6) definitivamente muerta
 
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviotaBach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviota
 
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviotaBach+richard+ +juan+salvador+gaviota
Bach+richard+ +juan+salvador+gaviota
 
Cienciay literatura
Cienciay literaturaCienciay literatura
Cienciay literatura
 

Martirizado en el Cráter

  • 1. DEAD SPACE™ MARTYR La criatura cargó y él se movió del camino. Se estrelló contra la cámara circular con un fuerte crujido, abollando el panel de la pared. Él se incorporó, todo su cuerpo dolía, y cojeo hasta el otro lado de la recamara. Era del doble del tamaño de un hombre. Se adelantaba moviendo sus puntiagudos y quitinosos brazos hacia sus piernas y viceversa, con una velocidad increíble. Él vio como giro, se orientó e inicio nuevamente la carga, haciendo temblar el piso. Espero hasta el último segundo posible y salto de nuevo, su brazo fue abierto esta vez por una de sus púas. La criatura gimió en ira o frustración, mirando hacia todos lados, tratando de localizarlo. Cuando logro hacerlo, él se encontraba en el otro extremo de la habitación, tan lejos como podía estar. Okay pensó, agarrando su brazo lastimado, ahora es mi turno. Cargo contra el nuevamente. Esta vez, en lugar de saltar hacia un costado, se deslizo entre sus brazos, entrando en contacto con su suave abdomen. Saco su cuchillo y corto a través de su carne muerta, abriéndola tanto como pudo, levantándose y alejándose rápidamente, tambaleándose a lo largo del cuarto. Antes de poder alejarse mucho, lo agarro del pie y lo sacudió como un muñeco, y soltándolo. Se golpeó contra la pared, fuerte. Sintió el aire saliendo de su cuerpo por el golpe, pero era más que eso. Tal vez su espalda estaba rota. Esperaba que la criatura cargara nuevamente, pero no lo hizo. En cambio se acercó sin prisa, casi curioso. Lo vio acercarse y su miedo comenzó a aumentar. La grotesca criatura se alzaba sobre él. Lo golpeo una vez, brutalmente, empujándolo contra la pared otra vez. Por un momento creyó que se desmayaría, pero repentinamente el cuarto tomo una intensidad y frescura que antes no tenía. La criatura lo levanto en el aire, emitió otra vez su gimiente rugido. Lo sacudió violentamente antes de llevar su cabeza hacia su mandíbula. Un momento después partió su cuerpo al medio. Un momento más tarde, estaba muerto. 1
  • 3. 1 Chava despertó más temprano de lo usual ese día, justo antes del amanecer. Su madre y su hermana aún dormían. Su padre se había ido, viajando otra vez. Cuando el chico le preguntaba dónde iba, él siempre se mostraba evasivo, y Chava había aprendido a no preguntar más. Tomo un cucharon lleno con agua del balde y la bebió, con cuidado para no despertar a su hermana. Vertió otro en un tazón y lavo su cara, manos y brazos antes de derramar silenciosamente el resto en el suelo de tierra. Seguía somnoliento. Miro a su hermana moverse un poco, emitiendo un leve gemido. Por qué se había levantado temprano? Estaba en medio de un atemorizante sueño. Algo lo perseguía. Una extraña, tambaleante criatura, algo que se movía de un lado a otro entre estrellas, algo que parecía al mismo tiempo vivo y muerto. Sacudió su cabeza, preguntándose como algo podría estar tanto vivo como muerto. Se puso su ropa y salió de la choza, con cuidado para evitar que el trozo de aluminio que hacía las veces de puerta golpeara tras él. Afuera, podía oler la sal en el aire, podía ver, unos cuantos cientos de metros más allá, las grises olas. La marea se había retirado, las olas eran gentiles ahora, difíciles de escuchar en la distancia. Algo merodeaba en su cabeza, un ruido un extraño sonido: un susurro. Estaba diciendo palabras pero en un lenguaje que él no podía entender, tan suavemente que no podía decir cuando una palabra terminaba y otra comenzaba. Trato de eliminar el sonido, pero aunque disminuía, no desaparecía. Simplemente se escondió en lo más profundo de su cráneo, molestándolo. Su sueño se apresuró a llenar el espacio. La criatura era grande, apenas más grande que un hombre. Él la veía de espaldas. En el sueño, primero pensó que era un hombre, pero cuando se dio vuelta, vio que faltaba una parte de su cara, la mandíbula. También había algo mal con sus brazos, pero el sueño era borroso y no podía distinguir que era exactamente. Lo vio con ojos tan blancos e inhumanos como los ojos de un pez. Y entonces, en un solo segundo, silbando, estaba sobre él, su babeante medía mandíbula, intentando hundir sus dientes rotos en su garganta. Deambulaba, sin estar realmente seguro de donde iba, tratando de combatir esos fragmentos de sueño que se repetían en su semi-consiente mente. Estaba sorprendido de encontrarse a sí mismo en la costa. A la izquierda, la costa estaba vacía. Hacia la derecha, lejos en la distancia, había dos o tres Pescadores, parados en la arena, tratando de sacar algo del agua. Lo que fuera, el chico lo sabía, estaría casi deformado y sabría a combustible. Seria todo un reto comérselo. Ya no era seguro pescar. El mar aquí está contaminado y comenzando a morir, y problemas similares se adentraban también hacia el continente. 3
  • 4. Había escuchado a su padre hablar enojado del tema. Cortes que hacía pocos años habían sido fuertes y saludables, ahora venían mal desarrollados, si es que aparecían siquiera. La única comida supuestamente segura era la comida patentada, crecida en ambientes controlados por Mega Corporaciones, comida que pocos podían pagar. Así que la opción, decía su padre, era comer cosas que lentamente los matarían o perder todo por comprar comida que no podías pagar, mientras el resto seguía destruyendo el mundo. Comenzó a caminar hacia los Pescadores, pero algo detuvo sus pasos, girándolo lentamente. Empezó a dirigirse hacia la otra parte de la playa, donde estaba desierto. O casi desierto; había algo ahí, algo rodando en la orilla. Un pez tal vez, pensó al principio, pero al acercarse, era muy grande para tratarse de un pez. Y la forma no era la correcta. Un cuerpo tal vez, un hombre ahogado? Pero cuando empezó a sacudirse en el oleaje supo que estaba equivocado. Que estaba mal. El aire comenzó a soplar en el cuello de Chava. Camino hacia esa cosa, tratando de no escuchar la creciente cacofonía de susurros que invadían su cabeza. 4
  • 5. 2 Michael Altman refregó sus ojos y aparto la Mirada de su holopantalla. Era un hombre alto en sus cuarentas, con cabello oscuro apenas tornándose gris en las raíces y ojos de un vivo azul verdoso. Normalmente tenía una mirada inteligente y aguda, pero hoy su cara estaba caída, algo cansada. No había dormido bien la noche anterior. Había tenido pesadillas, cosas viscerales; todo muerte, sangre y gore. Nada que quisiera recordar. “Eso es raro,” dijo James Field, el geofísico con quien compartía el laboratorio. Field pasó sus regordetes dedos a través de su fino cabello blanco tirándose hacia atrás, su silla chillo detrás suyo, mientras él miraba a Altman al otro extremo del cuarto. “Altman, recibiste estas mismas mediciones?” “Que mediciones?” Pregunto Altman. Field empujo una copia de su holopantalla hacia Altman. Mostraba un mapa gravitacional Bouguer/Salvo de las 110 millas de diámetro del cráter Chicxulub. El cráter había sido creado cuando un cuerpo de 10 kilómetros golpeo contra la tierra hace 65 millones de años. James Field, ahora terminando sus cincuentas, había pasado la mayor parte de su Carrera micro mapeando el cráter para la Central American Sector Resource Corporation (CASRC) propiedad del estado. Se enfocó principalmente en el perímetro tierra adentro, donde pequeñas concentraciones de minerales clave podían ser encontradas y rápidamente extraídas. Ya que la gente hacia lo mismo desde hace cientos de años, esto significaba más que nada regresar por cantidades mucho más pequeñas que equipos anteriores, antes de la crisis de recursos, no eran considerados como fuentes útiles. Era un trabajo lento y tedioso, lo más cercano posible a ser un contador, siendo aún un geofísico. El que a Field realmente le gustara ese trabajo, le decía a Altman mucho más de lo que quería saber sobre él. Altman, por otra parte, hacia solo un año que trabajaba en Chicxulub. Su novia, Ada Chávez, una antropóloga, había conseguido fondos para estudiar el rol contemporáneo del folklore y los mitos de los Mayas de Yucatán. El apenas logro mover las suficientes cuerdas y cobrar algunos favores para seguirla a México. Se suponía que él se encargaría de la porción sumergida del cráter, creando un mapa de las estructuras geológicas debajo de media milla de barro, interpretando los datos enviados por el satélite y las sondas submarinas. Era, en teoría, un proyecto científico, pero él sabía que cualquier información que obtuviera, seria vendida por la Universidad a una compañía de extracción. Trataba de no pensar en eso. El trabajo era lento y no tenía grandes recompensas, pero intentaba convencerse de que no era tan inútil como lo que Field hacía. Miro hacia la holopantalla de Field. Se veía normal para él, lo típico en lecturas gravitacionales. “Que estoy buscando?” preguntó Altman. 5
  • 6. Field levanto su ceja. “Me olvido que eres nuevo,” dijo. “ampliare la imagen central.” El centro del cráter estaba en aguas profundas, a una media docena de millas del laboratorio. Altman se inclinó hacia el monitor, intrigado. Una obscuridad en el corazón del cráter revelo una anormalidad gravitacional. “Así es como se veía hace un mes,” dijo Field. “Ves?” Abrió otro perfil. En este, Altman vio que la obscuridad en el centro no estaba. Volvió a mirar el primer perfil. Las lecturas en todas partes menos en el centro estaban iguales. “Como es posible?” pregunto. “No tiene sentido, cierto?” dijo Field. “No cambiaria así como así.” “Probably just an equipment malfunction,” said Altman. “He trabajo aquí un largo tiempo,” dijo Field. “Reconozco una falla de equipo cuando la veo. Esto no lo es. La anomalía está presente tanto en las imágenes satelitales como en los escaneos submarinos, así que no puede ser.” “Pero como podría cambiar?” preguntó Altman. “Una erupción volcánica tal vez?” Field sacudió su cabeza. “Eso no provocaría ese tipo de anomalía. Además, los otros instrumentos lo hubiesen registrado. No puedo explicarlo. Algo está mal,” dijo mientras buscaba su teléfono. 6
  • 7. 3 Mientras se acercaba, Chava se ponía más y más nervioso. No era un pez ni nada parecido. No era una tortuga marina, o un perro o un jaguar. Pensó que quizás era un mono, pero era demasiado grande para serlo. Hizo la señal de la cruz y cruzo dos dedos para protegerse, pero siguió avanzando. Incluso antes de poder verlo claramente, podía escucharlo respirando. Hacia un extraño sonido sofocado, como alguien que intentaba expulsar algo con lo que se estaba ahogando. Una ola lo golpeo y por un momento el quejido se detuvo, la criatura se vio envuelta por el agua y la espuma. Entonces el agua se retiró y lo dejo jadeando en la pantanosa arena. Se dio vuelta en una sacudida y dirigió algo similar a una cabeza en su dirección. Era como la criatura en su sueño, pero mucho peor. No era humano, pero parecía haberlo sido alguna vez. Su piel parecía haber sido arrancada de su cuello, la médula rojiza debajo, moteada con manchas blancas, supurando lentamente. Lo que parecían ser ojos no eran más que bolsillos vacíos llenos de membranas cubiertas de venas opacas. El hueso de la mandíbula parecía haber desaparecido por completo, dejando solamente una aleta de tejido suelto y un agujero donde debía estar la boca. El quejido provenía de esa apertura, junto con un olor amargo y agrio que hizo toser a Chava. La criatura estaba encorvada, sus dedos unidos, una fina membrana corría entre su hombro y su cadera como el ala de un murciélago. Trato de pararse, pero cayó nuevamente en la arena pantanosa. Había dos grandes ampollas rojas, más grandes que sus puños en su espalda. Estaban creciendo. Madre de Dios, pensó Chava. La criatura emitió un sonido similar a un gruñido, los bultos en su espalda latían. Los huesos en sus brazos se rompieron, haciéndolos girar sobre sí mismos, volviéndose menos humano. Tosió un líquido lechoso que colgaba en hilos del hueco en su rostro. La espalda se abrió por completo con un fuerte sonido, salpicando sangre, y exponiendo sacos grises y esponjosos que se inflaban y desinflaban; inflaban y desinflaban. Chava no podía moverse. La criatura repentinamente nivelo su cabeza, mirándolo con su rostro carente de ojos. Sus músculos se tensionaron y el hueco se deformo en una pobre imitación de una sonrisa. Chava giro sobre su talón y comenzó a correr. 7
  • 8. 4 Unos minutos más tarde, Field había hablado con Ramírez y Showalter, dos geofísicos trabajando en el área. Ellos lo confirmaron: estaban recibiendo las mismas lecturas que Field. No era un problema de equipo: algo había cambiado en el corazón mismo del cráter. “Pero por qué?” preguntó Altman. Field sacudió su cabeza. “Quién sabe?” dijo. “Showalter pensó que podría tener algo que ver con actividad sísmica enfocada directamente a uno de los sensores, pero incluso sugirió estar poco convencido de eso. Ramírez esta tan confundido como nosotros. Ha hablado con otros pocos, ninguno parecía saber que está pasando. Algo cambio, algo es diferente, pero nadie sabe porque cambio o inclusive, que puede ser. Nadie ha visto nada como esto.” “Que deberíamos hacer?” preguntó Altman. Field se encogió, pensando por un momento. “No lo sé”, dijo lentamente. Se sentó moviendo sus dedos por su fino cabello, mirando a la nada. “No hay mucho que podamos hacer por nuestra cuenta,” dijo finalmente. “Enviare un reporte al CASRC y veré que recomiendan. Hasta que respondan supongo que seguiré las lecturas.” Con un suspiro, Field volvió a mirar su pantalla. Altman solo lo miraba, disgustado. “Que pasa contigo?” pregunto. “No te intriga por lo menos?” “Que?” dijo Field, dándose vuelta. “Claro que sí, pero no sé qué hacer con esto. Tratamos de entenderlo y todo el mundo esta tan confundido como nosotros.” “Y eso es todo? Te vas a rendir.” “Para nada,” dijo Field, elevando su voz. “Te dije: voy a llenar un reporte para el CASRC. Seguramente tendrán algunas ideas. Esa parece ser la mejor manera de manejarlo.” “Y entonces que, esperas unas pocas semanas a que alguien lea el reporte y luego otras más a recibir una respuesta? Que pasa mientras tanto? Sigues tomando notas? Que eres, un hombre de la compañía?” La cara de Field se sonrojo. “No hay nada de malo en seguir protocolos,” dijo. “Solo hago mi trabajo.” “Esto podría ser inmenso,” dijo Altman. “Tú mismo lo dijiste, no es como nada que hayas visto antes. Tenemos que tratar de descifrarlo!” 8
  • 9. Field apunto un tembloroso dedo hacia él. “Haz lo que quieras,” dijo en un quebradizo y bajo tono. “Ve y hazte el rebelde y ve donde te lleva. Esto es algo grande, y necesita ser tratado apropiadamente. Hare mi trabajo como sé que debe hacerse.” Altman se volteo, apretando sus labios. Voy a descubrir que está pasando, juro, incluso si muero haciéndolo. Horas más tarde, Altman no había avanzado mucho más que Field. Llamo a cada científico que conocía en los alrededores de Chicxulub, cualquiera con algún interés en el cráter. Golpeando cada vez con la misma pared, preguntando a cada uno si conocía a alguien más a quien debería llamar y luego llamándolos. A quince minutos de las cinco de la tarde, no había conseguido nada y se estaba quedando sin nombres. Corrió nuevamente los datos y los correlaciono con lo que pudo conseguir que sus colegas le envíen. Si, definitivamente había una anomalía gravitacional. Algo había cambiado en el campo electromagnético también, pero eso era todo lo que sabía. Field, como buen burócrata abandono rápidamente a las cinco como cada día, comenzó a transmitir sus datos y a empacar. “Te vas?” preguntó Altman. Field sonrió y alzo su cuerpo en forma de pera de la silla. “No hay nada más que hacer aquí por hoy,” dijo. “No me pagan horas extra,” explico y entonces salió por la puerta. Altman se quedó unas horas más, revisando los datos y mapas nuevamente, buscando precedentes sobre cambios como este en los records del mismo cráter o sitios similares, records que iban tan atrás como el siglo veinte. Nada. Estaba a punto de atravesar la puerta cuando su teléfono sonó. “Dr. Altman, por favor?” dijo una voz. Era apenas más alta que un susurro. “Habla Altman,” dijo. “Se dice que ha estado preguntando por el cráter,” dijo la voz. “Así es,” dijo, “Hay una extraña anorm—” “No por teléfono,” susurro la voz. “Ya ha dicho demasiado con eso. Ocho en punto, en el bar cercano al muelle. Sabe dónde es?” “Claro que lo sé,” dijo Altman. “Quien habla?” Pero la llamada ya se había cortado. 9
  • 10. 5 Para el momento en que Chava regreso, arrastrando a su madre y otras pocas personas del barrio, la criatura había cambiado nuevamente. Los húmedos sacos grises en su espalda eran más grandes, cada uno del tamaño de un hombre cuando se inflaban. Sus brazos y piernas se habían unido de alguna manera, fundiéndose entre ellos. La desollada calidad de su cuello había cambiado, la carne ahora parecía estar cubierta de hormigas. El aire a su alrededor había tomado un tono agrio y amarillento. Formaba una pesada nube, y cuando alguien se acercaba mucho, encontraba difícil respirar. Un hombre, un pequeño viejo borracho de aspecto digno, se aventuró dentro de la nube, luego de toser fuertemente, colapso. Otros dos pueblerinos lo sacaron arrastrándolo por los pies y comenzaron a abofetearlo. Chava miro hasta que el borracho recobro la conciencia y comenzó a buscar su botella, entonces volteo a mirar a la criatura. “Que es eso?” pregunto Chava a su madre. Su madre consultaba en susurros con sus vecinos, mirando a la criatura. Era difícil para Chava escuchar todo lo que decían, pero escucho una palabra repetirse una y otra vez: Ixtab. Ixtab. Finalmente su madre volteo hacia él. “Quien es Ixtab?” pregunto Chava nerviosamente. “Ve a buscar a la vieja bruja,” le dijo. “Ella sabrá que hacer.” La bruja ya estaba en camino a la playa cuando él la encontró. Se movía lentamente, apoyándose en un bastón. Era vieja y frágil, mucho de su cabello ya no estaba y su cara estaba cubierta de arrugas. Su madre decía que ella estaba viva cuando los españoles mataron a los mayas, mil años atrás. “Es como un libro perdido,” dijo su madre en otra ocasión. “Ella sabe todo lo que los demás han olvidado.” Ella cargaba un bolso colgando sobre su hombro. Él comenzó a explicar sobre la criatura, pero ella lo silencio con un gesto. “Ya lo sé”, le dijo “Te esperaba más temprano.” Él tomo su brazo y la ayudo a seguir. Otros del barrio se acercaban también a la playa, algunos caminando como si estuviesen hipnotizados. Algunos lloraron, otros corrieron. “Quien es Ixtab?” Pregunto Chava de repente. “Ah, Ixtab,” dijo la bruja. Dejo de caminar y giro para verlo a la cara. “Ella es una diosa. Es la mujer cuerda. Ella cuelga del árbol, con una cuerda en su cuello, sus ojos cerrados en la muerte y su cuerpo comenzando a pudrirse. Pero aún es una diosa.” “Pero está muerta?” 10
  • 11. “La Diosa del suicidio”, murmuró la bruja. “Ella es la Diosa colgada, la Diosa del final. Y junta a su alrededor a todos aquellos que están muertos con medios inciertos.” Ella miro al chico intensamente. “Es una amante muy dura,” dijo. Chava asintió. “Dime,” dijo la bruja, “tuviste un sueño anoche?” Chava asintió. “Cuéntame tu sueño,” dijo la bruja, y entonces escucho con cuidado mientras él lo contaba confusamente, en pequeñas porciones. Ella hizo un gesto a la gente que se encontraba frente a ellos, a la muchedumbre que se abultaba alrededor de la criatura más adelante. “Ellos también,” dijo, “ellos han compartido nuestro sueño.” “Que significa?” pregunto Chava. “Que significa?” pregunto, apuntando un tembloroso dedo hacia la criatura, sus sacos grises ahora eran casi del doble del tamaño de un hombre, la nube de gas nocivo creciendo. “Aquí ves lo que significa.” “Lo soñamos y lo hicimos realidad?” pregunto Chava sorprendido. Ella emitió una gran sonrisa sin dientes y rio. “Crees que eres tan poderoso?” pregunto, y comenzó a avanzar nuevamente. “Crees que somos tan poderosos? No,” dijo. “No podríamos hacer esto. Nuestro sueño es una advertencia.” “Una advertencia?” “El sueño nos dice que algo está mal,” dijo. “Debemos corregirlo.” Por un tiempo caminaron por la arena sin hablar, la anciana mujer respiraba con dificultad. Chava podía escuchar el silbido de la criatura, más fuerte que el chocar de las olas. “Haz comenzado a soñar despierto?” pregunto la bruja. “Que quiere decir?” pregunto asustado. “Ah, sí,” dijo. “Puedo oír en tu voz que lo has hecho. Debes tener cuidado. Tú la encontraste primero. Quiere llevarte. Chicxulub: sabes que significa esa palabra?” El chico sacudió su cabeza. “Aunque has vivido en este pueblo toda tu vida,” lo regaño. “haz vivido dentro de una palabra que no conoces.” 11
  • 12. Se quedó en silencio por un momento, luego pregunto, “eso está mal?” Ella hizo un sonido con sus labios pero no respondió. Al parecer no era una pregunta digna de respuesta. “Que significa Chicxulub?” pregunto un momento después. Ella se detuvo brevemente y con la punta de su bastón dibujo una figura en la arena. Eran dos líneas enroscadas en sí mismas. El cruzo sus dedos imitándolo al hacer el símbolo de protección que había aprendido de chico. Ella asintió. “Que es esto?” pregunto. Ella no dijo nada. Abrió ampliamente su boca sin dientes, que por un momento se parecía desconcertantemente similar al rostro sin mandíbula de la criatura en la playa. “Cola del Diablo,” respondió. “El Diablo ha comenzado a despertar y mueve su cola. Si no logramos que regrese a dormir, este será nuestro fin.” 12
  • 13. 6 No había razón para ir, pensaba Altman. Era tonto, probablemente alguien quería jugarle una broma. Haces las suficientes preguntas y es inevitable que alguien quiera bromear contigo. Lo último que necesitaba era comenzar a pensar en espionaje y conspiraciones. Necesitaba descifrar esto de manera racional y científica. Así que en lugar de ir al bar, se fue a casa. Cuando llego, Ada siempre estaba ahí. Estaba sentada en la mesa, recostada en la silla, dormida, su largo cabello negro se acomodaba tras sus orejas y caía sobre sus hombros. Altman beso su cuello y la despertó. Ella sonrió y sus oscuros ojos brillaron. “Llegas más tarde de lo común Michael,” dijo. “No habrás estado engañándome o sí?” bromeaba. “Yo no soy el que esta exhausto,” contesto. “No dormí bien anoche,” dijo. “Tuve el peor de los sueños.” “Yo también,” contesto. Se sentó y respiro profundamente. “Algo raro está pasando,” dijo. Le conto sobre lo que él y Field habían descubierto, las llamadas que había hecho, el sentimiento general que tenía y que otros parecían compartir, que algo estaba mal. “Es raro,” dijo Ada. “Y no de una Buena manera. Para mí fue igual hoy.” “Descubriste una anomalía gravitacional, cierto?” “Algo así,” contesto. “O por lo menos su equivalente antropológico. Las historias están cambiando.” “Que historias?” “El folklore, están empezando a cambiar, y rápidamente también. Eso no sucede Michael. Jamás lo hace.” Altman se puso serio de repente. “Nunca?” “Nunca.” “Mierda.” “Seguían hablando de la Cola del Diablo,” continuo, “una cosa alargada y retorcida. Cuando lo mencionan, cruzan sus dedos, así.” 13
  • 14. Ella alzo su dedo medio y el índice, cruzándolos. “Pero cuando trato de hablar con ellos sobre el tema, caían en silencio. Nunca antes se comportaron así conmigo. Es como si ya no confiaran en mí.” Ella limpio la mesa con su mano. “Quieres saber que es lo más raro de todo?” “Que?” “Sabes como dicen ‘Cola del Diablo’ en el idioma Maya? Igual que el nombre del cráter: Chicxulub.” Altman sintió que su garganta se secaba. Miro al reloj, faltaban quince minutos para las ocho. Aún estaba a tiempo de llegar al bar después de todo. 14
  • 15. 7 Por un tiempo, nadie hablaba. Solo se quedaron parados ahí, mirando a la bruja, quien en cambio, apoyada en el hombro de Chava, solo miraba a la criatura. “Lo ves,” dijo en un susurro que casi era ahogado por el silbido de la criatura. “Está creciendo más.” Busco en el fondo de su bolso y saco un puñado de algo. Comenzó a bailar, trazando un lento circulo alrededor de la criatura, sobre el límite de la nube que la criatura creaba para sí misma. Ella arrastro a Chava a su lado, salpicando algo en la arena frente a ella. Era una danza desorganizada, sin ritmo, casi borracha. Al principio los otros solo miraban, pero al poco tiempo, uno o dos de ellos comenzaron a seguirla, luego algunos más. Algunos sacudían su cabeza como si estuvieran saliendo de algún trance. Cuando se vio directamente frente a la cabeza de la criatura, se detuvo y comenzó a girar en el lugar. Pronto todos estaban haciendo esto, mirando a la bruja, cayendo en el lugar, lentamente formando un círculo completo. Ellos giraron alrededor de la criatura, algunos con el agua de la costa hasta las rodillas. Ella balanceo su bastón hacia el frente, retrocediendo y avanzando nuevamente. Los otros la seguían. Chava se adentró demasiado y se vio tosiendo por respirar algo del gas que la criatura emitía. Sus ojos y su garganta ardían. La bruja alzo sus manos, sus dedos medio e índice cruzados. Chicxulub, murmuró, y giro nuevamente. La palabra ascendió saliendo de la boca de los demás, como un gemido. La bruja lentamente giro y se alejó, su espalda más derecha y su pulso más firme que en el camino de regreso. Se alejó unas yardas del círculo y cavo en la arena hasta que desenterró un pedazo de madera, entonces regreso al círculo. Hizo gestos y asintió hacia Chava, quien entonces también abandono el circulo para regresar con madera. Uno por uno los otros siguieron, abandonando el circulo y luego regresando. La piel que formaba los sacos en la espalda de la criatura se volvía cada vez más fina. Ahora era casi transparente. Los sacos lentamente se hinchaban hasta tensarse y luego se desinflaban, solo por la mitad, para luego volver a hincharse. Era algo terrible para ver. Chava seguía esperando que reventaran. La bruja estaba bailando de Nuevo. Levanto su trozo de madera en lo alto, emitió una sonrisa sin dientes, y lo arrojo hacia la criatura. Lo golpeo suavemente en la cara y cayó en la arena frente a ella. La criatura no reacciono en lo más mínimo. “Ahora tú,” dijo la bruja a Chava. “Más alto y más fuerte.” 15
  • 16. Él tiro su trozo de madera alto y con fuerza, hacia el saco de la izquierda. Lo golpeo cerca del fondo y lo rasgo levemente. El aire comenzó a salir. La bruja levanto sus manos mientras los demás arrojaban sus maderos también. Uno o dos fallaron, uno o dos rebotaron, pero muchos otros rompieron los sacos, algunos bastante profundos. El aire salía con fuerza de ellos; la agria nube comenzó a dispersarse. “Ahora, ve,” dijo la bruja a Chava, su voz se elevó. “Ves a ese hombre sin nombre allí, tambaleándose y borracho como siempre. Corre hacia él, toma su botella y tráemela.” El corrió rápidamente fuera del círculo hacia el pequeño hombre borracho de cabello oscuro que se había acercado demasiado a la nube antes y casi murió. El hombre giro y le sonrió, antes de que pudiera reaccionar, Chava agarro la botella que tenía agarrada con sus pies y huyo de regreso hacia la bruja. Ella tomo la botella y la destapo. Detrás el borracho estaba protestando, algunos otros lo mantenían alejado. “mantén tu respiración,” dijo a Chava al darle la botella. “Debes rociar esto en la madera y en la criatura misma.” Su corazón palpitaba con fuerza, Chava respire hondo y se apresuró hacia adelante. La piel rasgada de los sacos ya había comenzado a regenerarse. Aún estaban mayormente desinflados, pero comenzaban a elevarse. Él abrió la botella, salpicando a la criatura y a la madera alrededor, regresando luego apresurado hacia la bruja. Sus ojos estaban hinchados y picaban. La bruja encendió la punta de su bastón y cuidadosamente se adelantó, tocando la cabeza de la criatura con el fuego. Ambos, la criatura y la madera encendieron inmediatamente. Ella soltó su bastón, dejando que se queme también. La criatura gritaba y se movía, pero nunca intento alejarse de las llamas. Los sacos grises en su espalda se volvieron cenizas y volaron con el viento. Eventualmente dejo de moverse por completo. La bruja, tambaleándose, los guio nuevamente en una lenta danza. Chava encontraba sus pies siguiendo el ritmo naturalmente, adaptándose a él, casi como si alguien más guiara sus piernas. Se preguntaba cuántos de sus compañeros sentían lo mismo. El borracho del pueblo no formaba parte del círculo; él se mantenía apenas alejado, tambaleándose lentamente, mirando el fuego con sus cejas fruncidas. Siguieron haciéndolo, marcando lentos movimientos curvos en el aire, hasta que lo poco que quedaba de la criatura era un deformado esqueleto carbonizado. Despojado de su carne y quemado, parecía casi humano. 16
  • 17. 8 Él ordeno una botella de cerveza y se aseguró de que la tapa aún estaba sellada. Mientras esperaba su cambio, escaneo el bar, tratando de determinar quién podría haberlo llamado por teléfono. Los únicos habitantes del pequeño bar eran una media docena de científicos del sector Norte Americano—solo podría haber sido uno de ellos. Se sentó en la mesa. Acababa de abrir la cerveza y tomado un sorbo cuando un hombre se aproximó a él. El hombre era flaco y de piel pálida, vestía un sobretodo y tenía el cabello corto. Altman supuso que se trataba de algún técnico de alguna clase. “Tú eres Altman,” dijo el hombre. No fue una pregunta. “Así es,” dijo Altman. “y tú eres..?” “Solo digo mi nombre a amigos,” dijo. “Eres un amigo?” Altman lo miro fijamente. “De acuerdo,” dijo el hombre. “Tal vez no haces amigos enseguida. Okay, sea lo que sea que pienses de lo que te diré, si cualquiera pregunta, no lo oíste de mí.” Altman dudo solo un momento. “De acuerdo,” dijo. “un apretón de manos?” sugirió el hombre. El hombre extendió una mano. Altman la tomo y sacudió. “Hammond” dijo el hombre, “Charles Hammond.” Corrió la otra silla de la mesa y se sentó. “Un gusto conocerte,” dijo Altman. “Ahora supongo que me dirás que está pasando.” Hammond se incline sobre la mesa. “Has notado ciertas cosas,” dijo. “No eres el único.” “No?” dijo Altman. “Estoy en comunicaciones. Independiente, más que nada instalaciones industriales.” Se estiro y toco suavemente el pecho de Altman con un dedo. “Yo lo he notado también.” “Okay...” “Hay un pulso,” dijo Hammond. “Lento e irregular, y muy débil, pero lo suficientemente fuerte para alterar otras señales un poco. Soy un perfeccionista. Cuando preparo algo, me gusta que sea claro como el cristal. Las cosas que no molestan a la mayoría de la gente me molestan a mí. Es por eso que lo note.” 17
  • 18. Se detuvo. Altman espero que siguiera. Cuando no lo hizo, Altman bebió un sorbo de su cerveza y pregunto “Que notaste?” Hammond asintió. “Exactamente,” dijo. “Al principio pensé que era un problema con la terminal de comunicaciones que estaba instalando para DredgerCorp.” “No sabía que DredgerCorp tenía un lugar aquí,” interrumpió Altman. Eso ya era suficiente indicativo para él de que algo raro estaba pasando. DredgerCorp era una de las más sombrías corporaciones de recuperación de recursos, el tipo de compañías dispuestas a volar rápidamente a un área bajo el radar del gobierno, mina abandonada o yacimiento y tomar cuanto pudieran antes de que los descubrieran, para luego volar rápidamente fuera del lugar. “Oficialmente no lo tienen. Acabo de llegar. Muy apurado,” dijo Hammond. “no se supone que sepa quiénes son. Eso no importa, al principio pensé que era una conexión suelta, algo lo suficientemente fuera de lugar para causar una descarga eléctrica menor que daba a la línea un leve silbido de vez en cuando. Así que lo desarme. No había nada mal en el equipo. Lo arme nuevamente. El silbido continuaba. A veces cada uno o dos minutos, duraba unos segundos, a veces ni siquiera eso. Tal vez te falto algo. Me dije a mi mismo. Estaba a punto de desarmar esa porquería otra vez cuando pensé que sería mejor chequear con otra terminal en el mismo sistema. El mismo problema. Estaba a punto de destrozar todo el sistema de DredgerCorp cuando me di cuenta de algo: tal vez no estaba sucediendo solo en este sistema, sino también en otras partes.” “Y?” Hammond asintió. “Todo el mundo lo estaba recibiendo, pero nadie lo notaba. No es un problema con un solo sistema. Es un pulso electromagnético, débil e irregular, siendo emitido desde alguna parte.” “Entonces, que es?” “Hice una pequeña investigación,” dijo Hammond, ignorando la pregunta de Altman. “prepare algunos receptor, triangule el pulso. Es lo suficientemente irregular para tomarme un buen tiempo el descubrir de dónde provenía. Cuando lo hice, decidí que no podía estar bien. Moví los receptores, triangule otra vez esta vez estaba seguro de dónde provenía.” “Donde?” Hammond se incline aún más sobre la mesa, rodeando con su brazo el hombro de Altman y acercando sus labios a su oreja. “Recuerda” susurro. “No lo escuchaste de mí.” Altman asintió. 18
  • 19. “Desde el cráter,” susurro Hammond. “Desde el centro exacto del cráter Chicxulub, bajo un kilómetro o dos de lodo y rocas. Exactamente donde tu encontraste tu anomalía.” “Oh Dios mío,” dijo Altman. Explico a Hammond lo que Ada había estado escuchando. “Tres cosas diferentes,” dijo. “Todas ellas llevan al cráter Chicxulub.” Hammond se recostó, moviendo su cabeza. “Mis pensamientos exactos,” dijo. “Tal vez el pulso ha estado ahí todo el tiempo pero nadie lo noto hasta ahora. Tal vez solo lo escuchamos ahora porque nuestro equipo es más sensible. Pero creo que lo hubiera notado antes. No es el tipo de cosas que dejo pasar. Pero he aquí mi pregunta: es un pulso o una señal?” “Una señal?” “Es algo irregular, pero aun así mantiene un patrón. No puedo jurarlo, pero creo que es algo que está siendo hecho deliberadamente. Allá abajo, enterrado en millones de toneladas de rocas y agua.” “Eso no tiene sentido,” dijo Altman. “No,” concordó Hammond. “Y se pone más extraño.” Se acercó nuevamente, y esta vez Altman vio algo en sus ojos, una mirada temerosa. “Le dije a DredgerCorp sobre este pulso, pensé que era mi trabajo hacerlo. No quiero que me culpen por ello, quería dejar perfectamente claro que es algo que todos estaban experimentando aunque no lo notaran. Y que crees que me dijeron?” “Que?” “’Se lo has dicho a alguien más?’ Es una cita exacta. Antes de saberlo, estaba firmando una orden de restricción. A cambio de ciertas consideraciones monetarias, no puedo hablar del pulso, a nadie. No lo había hecho hasta ahora, contigo.” “Que crees que significa?” preguntó Altman. “Que creo que significa? Déjame preguntarte algo. Quien es la única persona de la que un sistema de comunicación seguro no está seguro?” “Quien?” “El tipo que lo instala. De mí. Si estas instalando un sistema, eres capaz de ingresar en el de una docena de formas diferentes sin que nadie lo note. Lo hago de vez en cuando para mantener mis habilidades afiladas. Un hobby en realidad.” Su voz se tornó casi inaudible. “Lo hice con DredgerCorp.” “Y?” 19
  • 20. “No duro mucho,” dijo. “Diez días después de que instale el sistema, lo desarmaron. Trajeron alguien del sector Norteamericano, alguien propio esta vez.” “Deben haber sabido que el sistema no era seguro.” “No había manera de que lo descubrieran,” dijo Hammond. “No podrían estar seguros. Están tramando algo. Hay algo en el fondo del cráter, algo valioso, tal vez único. Mucho de esto es especulación en base a las comunicaciones que pude intervenir. Pero después de unos tres días, todo se volvió críptico; comenzaron a codificar todo.” Busco en su bolsillo sacando su holopod. “Mira esto,” dijo. “Cerca, que nadie más vea.” “Que es?” preguntó Altman. “Tu dime.” Altman cubrió el holopod con sus manos, miro la imagen que aparecía, rotando lentamente entre sus palmas. Era solo una representación de una imagen digitalizada. Era imposible saber de qué estaba hecha o a que se parecía exactamente, pero al menos podía darse una idea. Una figura tridimensional, en dos partes, gruesa en la base y afinándose hacia dos puntas llegando al tope. Era algo que parecía ser fabricado por el hombre más que una formación natural, no daba lugar a dudas. O era solo el modelo digital que lo hacía pensar así? Le recordaba algo. Parecía tratarse de dos filas distintas, unidas en la base, pero girando sobre sí mismas, aunque podía tratarse de una sola estructura con una perforación en el centro. Lo miro un largo tiempo, viéndolo girar lentamente. Entonces lo recordó. Era la figura que Ada había hecho con sus dedos, cruzándolos sobre sí mismos, el signo que ella había visto a muchos pueblerinos hacer últimamente. “Cola del Diablo,” murmuro, sin darse cuenta de haberlo dicho en voz alta hasta que vio la cara sorprendida de Hammond. Apago el holopod y se lo devolvió a Hammond. “obtuve eso del sistema de comunicación antes de que lo desarmaran,” dijo Hammond. “De acuerdo al mensaje adherido a él, contra indexaron toda la información que tenían—trabajando con el pulso, a anomalía y probablemente varias otras cosas que ni tu ni yo sabemos todavía. Y esto es lo que obtuvieron. Esto es lo que se encuentra en el centro del cráter.” Se sentaron en silencio por un tiempo, mirando a sus lentes. “Entonces, un pulso inicia,” dice Altman finalmente. “Tal vez algún tipo de señal. Algo en el centro del cráter, algo que no parece ser una formación geológica natural, sino algo hecho por el hombre.” “Construido, si,” dice Hammond, “pero quien puede decir que por el hombre?” 20
  • 21. “Si no es así, entonces... ,” dijo Altman. Y entonces de repente lo golpeo. “Mierda,” dijo, “crees que es algo inhumano, algo alienígena?” “No sé qué pensar,” dijo Hammond. “Pero si, eso es lo que algunos en DredgerCorp pensaron.” Altman sacudió su cabeza. “No lo sé,” dijo. Miro nerviosamente a su alrededor en el bar. “Porque me dices esto,” pregunto. “Por qué a mí?” Hammond golpeo su pecho otra vez con su dedo. “Porque tú estabas preguntando. Esto ha estado pasando hace un tiempo,” dijo. “Otros deben haberlo notado. Pero t u eres el único que contacto a todos quienes creías que podrían saber algo. Sabes que me dice eso? Que no trabajas para nadie. Que quieres saber por tu cuenta.” “Seguramente otras personas están pensando en esto también.” “Déjame plantearlo así,” dijo Hammond. “Alguien está tratando de ocultar esto. Tal vez DredgerCorp, tal vez alguien más grande que ellos. Mucha gente sabe lo que está pasando, pero nadie habla sobre ello. Por qué? Porque han sido comprados. Por qué hable contigo? Porque no creo que hayas sido comprado.” Vacío su botella, entonces dio a Altman una sólida mirada. “Al menos todavía no,” dijo. 21
  • 22. 9 Fue solo cuando acompañaba a la bruja de regreso a su barrio que las cosas realmente dejaron de tener sentido. En un momento ella estaba ahí, caminando a su lado, hablándole suavemente, y al siguiente ya no estaba. No solo se había ido, sino que miro hacia atrás y en la arena solo estaban sus huellas. Se adelantó, pensando que quizás ella siguió sin él. Tal vez no estaba prestando atención. Cuando llego, golpeo suavemente en el pedazo de latón que servía de puerta. Nadie contestaba. Golpeo otra vez, esta vez más fuerte. Aún sin respuesta. Golpeo otra vez. Y otra vez, no hubo respuesta. Al final, la curiosidad gano sobre el miedo. Respiro hondo y cuidadosamente abrió la fina hoja de latón lo suficiente para entrar. Estaba oscuro. Le tomo unos segundos acostumbrarse. Al principio no podía ver nada excepto el halo de luz que entraba por la puerta. Pero olía algo, un olor rico y punzante, casi metálico—no podía determinar que era. Entonces lentamente comenzó a distinguir figuras borrosas. Una mesa, cubierta de variados objetos. Una vasija boca abajo en el compacto piso de tierra. Allí al final del cuarto vio una cama de paja y pasto y en ella, debajo de una derruida sabana, la forma de un cuerpo. Él la llamo. “Bruja!” La forma en la cama no se movió. Se movió lentamente a través del cuarto hasta que estuvo justo sobre la cama. Cuidadosamente estiro su brazo y la toco sobre la sabana, moviéndola un poco. “Soy yo,” dijo. “Chava.” Ella estaba de costado. Él la movió, acostándola sobre su espalda. La sabana cayó para revelar los ojos de la bruja abiertos de par en par y su garganta cortada. Encontró una caja de fósforos y con dedos temblorosos encendió la lámpara que estaba en el piso, al lado de la cama. Corrió la sabana del todo y vio el cuchillo que ella sostenía en su tiesa mano. La hoja estaba marrón por su sangre. Cuidadosamente quito el cuchillo de su mano y lo poso sobre la cama a su lado. En su otra mano, el vio severos cortes, largas heridas en cada uno de los dedos. Ixtab, pensó. Levanto la lámpara y la acerco a su cara. El corte era irregular y estaba incompleta, el blanco azulado de su tráquea se asomaba. Había estado muerta un tiempo, horas por lo menos, tal vez días. El olor en el cuarto, se dio cuenta, era el olor de su sangre. Como era posible? El acababa de estar con ella. 22
  • 23. O creyó estarlo. Sacudiendo su cabeza, el giro y se dirigió hacia la puerta, entonces se detuvo de repente. Bajo la luz de la lámpara, vio algo más. Las paredes estaban cubiertas con crudos símbolos, nada que hubiese visto antes, formas raras y retorcidas, escritas en sangre. Shockeado, las miraba. Lentamente voces comenzaron a sonar en su cabeza, la bruja entre ellas. Dio la vuelta y huyo 23
  • 24. 10 Luego de que Altman se fuera, Hammond siguió bebiendo. Su cabeza dolía. Estuvo bien hablar con Altman? Estaba en lo correcto con él? Tal vez era un agente libre, pero en caso de ser alguien buscando información, no sería exactamente eso lo que querría que pensara? Que estaba hablando con alguien seguro? Pero no podía estar seguro de eso, cualquiera podría estar mirándolo en ese mismo momento. Siempre están vigilando, siempre mirando, cerca, discretamente, en el momento en que pudieran implantarlo en tu cráneo. Eso es lo que hicieron, implantaron un grabador en su cráneo. Su cabeza dolía, desde hacía días ya. Por qué no lo había visto antes? Estaban grabando sus ondas cerebrales; entonces las transmitían a algún tipo de neurolaboratorio súper secreto de alta tecnología en alguna parte y los insertaban en alguien más, así sabían todo lo que pensaba. Lo único que quedaba por hacer era no pensar. Si dejaba de pensar tal vez podía mantenerse un paso delante de ellos. Alguien se acercaba por el cuarto hacia él. Un hombre grande con un abundante bigote y un rostro arrugado y manchado. Debe ser uno de ellos. Tenso su cuerpo pero se mantuvo quieto. Era el momento de buscar el cuchillo en su bolsillo, abrirlo y apuñalar al hombre? No, probablemente no. Pero tenía una botella de cerveza en su mano. Tal vez podría arrojársela en la cabeza. Si la tiraba lo suficientemente fuerte y en el momento justo podría noquearlo. O no, espera, podría agarrar la botella por el cuello y romperla. Entonces tendría una verdadera arma. Nunca dejaría que lo atraparan con vida. “Señor?” dijo el hombre, con una mirada consternada en su cara. “Sucede algo malo?” Que fue esa voz? Sonaba familiar: el dueño del bar. Cuál era su nombre? Méndez o algo así. Se relajó. Que le estaba pasando? Era solo el barman. Sacudió la cabeza. Por qué estaba tan paranoico? No solía ser así, o lo era? “Estoy bien,” dijo. “me gustaría otra cerveza.” “Lo siento,” dijo el dueño. “Estamos cerrando.” Y ciertamente, cuando miro a su alrededor vio que era casi el único presente en el bar. Todos los demás, excepto por un pueblerino, el borracho sin nombre del pueblo, que se encontraba hundido en una esquina del cuarto, envuelto en una cubierta de obscuridad, mirándolo. Hammond asintió. Se paró y fue hacia la puerta. El borracho lo siguió con sus ojos. No le prestes atención, pensó Hammond. No es uno de ellos, es solo un borracho. No lo habían descubierto aún. Probablemente. Respira hondo. Estarás bien. Salió a la polvorienta calle sin problemas. Podía oír la holas golpeando en la costa, podía oler la sal también. Ahora qué? Se preguntó. Qué más? 24
  • 25. Luego pensó: Casa. Estaba a mitad de camino del complejo donde vivía, caminando por una calle desierta, cuando escucho algo. Al principio no estaba seguro de haber oído nada significante. Solo era un golpeteo, probablemente de algún animal. Cuando se detuvo, no lo escucho. Pero cuando emprendió marcha nuevamente, ahí estaba, pequeños rastros de él, como una voz que no podía dejar de oír en su cabeza. Después de media cuadra estaba seguro: alguien estaba siguiendo sus pasos. Se dio vuelta, pero no vio a nadie. Apresuro su paso un poco. Parecía haber susurros provenientes de las sobras frente a él, pero al acercarse a ellos, desaparecían, continuando más adelante en el camino. Sacudió su cabeza. Es una locura pensó. Estoy enloqueciendo. Escucho otra vez un sonido detrás de él y giro nuevamente, esta vez vio a alguien, una forma obscura, a poca distancia Se detuvo y quedo mirándola. Había dejado de moverse, y tan súbitamente como había aparecido, dio un paso atrás en las sombras y desapareció. “Hola?” No pudo evitar preguntar. “Hay alguien ahí?” Su corazón empezó a subir a su garganta. Busco en su bolsillo y saco su navaja, abriéndola. Se veía absurdamente pequeña, casi inútil en su mano. Miro hacia atrás, a las sombras, donde la figura había desaparecido, entonces noto que probablemente eso era exactamente lo que querían que hiciera. Giro rápidamente sobre sí mismo, para continuar en su camino. Cuando se dio vuelta vio que la calle ya no estaba vacía. Había tres hombres, dos de ellos bastante grandes, todas caras que reconocía de la instalación de DredgerCorp. “Hammond?” dijo el más pequeño, el único que llevaba lentes. “Charles Hammond?” “Quien quiere saber?” preguntó Hammond. “Alguien quisiera hablar con usted,” dijo. “Venga con nosotros.” “Quien?” “No tengo la libertad de decirlo,” contestó el hombre. “Estoy fuera de servicio,” exclamo Hammond. “Las horas de trabajo terminaron hace mucho.” “Estas en servicio para esto,” dijo otro de los hombres. Asintió. Pretendió relajarse, comenzando a moverse hacia ellos, entonces, de repente giro sobre su talón y comenzó a correr tan rápido como podía en la dirección contraria. 25
  • 26. Escuchaba gritos detrás suyo. Se agacho en un callejón y comenzó a arrastrarse, un pequeño y desbaratado perro ladro durante la mitad del recorrido. Salto sobre una reja y cayó sobre una pila de basura. Levantado y corriendo de nuevo, dejo las calles del pueblo para entrar en los barrios. Su cabeza latía. Miro hacia atrás—aún estaban tras él, alcanzándolo. Siguió corriendo, un agudo dolor subía por su costado. Más lento ahora, pero seguía corriendo. Para cuando alcanzo el límite del barrio, estaban tan cerca que podía escuchar el sonido de su pesada respiración. Van a atraparme, se dio cuenta, no hay nada que pueda hacer. Se detuvo de golpe, giro en el lugar, con el pequeño cuchillo frente a él. Los tres hombres rápidamente se dispersaron, formando un triángulo a su alrededor. Hammond, agotado, seguía moviendo el cuchillo de una mano a la otra. Los otros mantenían su distancia, con las manos alzadas. “No hay necesidad de hacer esto,” dijo el hombre de anteojos. “Ellos solo quieren hablar contigo.” “Quienes son ellos?” preguntó Hammond. “Vamos,” dijo el hombre de anteojos. “Se un buen chico y deja el cuchillo.” “Que le pasa Tom?” preguntó el primero de los otros dos. “Está asustado Tim,” dijo el segundo. “Yo también estaría asustado si fuera él,” dijo Tim. “A nadie le gustan los ladrones.” “Ladrones? Realmente puedes robar secretos?” dijo Tom. “Ya muchachos,” dijo el hombre de lentes. “No están mejorando la situación.” Ahí estaban otra vez, las voces en su cabeza. Pero porque querrían enviar voces a su cabeza si estaban justo frente a él? Y entonces un terrible pensamiento llego a Hammond: y si había dos grupos diferentes buscándolo? DredgerCorp y otro más? O tal vez incluso tres. O cuatro. Que querrían con él? Lo golpearían? Lo matarían? Sería peor que eso? “Ahora, calmémonos,” dijo el hombre de lentes, un poco nervioso el mismo. Alguien, se dio cuenta Hammond, estaba haciendo un ruido, un chillido agudo. Era algo terrible para oír. Le tomo un largo tiempo dares cuenta de que ese alguien era él mismo. “Te dije que algo sobre él no estaba bien,” escucho a Tim decir detrás suyo. “Tienes razón en eso Tim,” dijo Tom. 26
  • 27. Aún estaban ahí, los tres, parados de una manera que hacía imposible que pudiera verlos a todos al mismo tiempo. Podía girar y girar pero no podía verlos al mismo tiempo sin importar lo que hiciera. Y también estaban los que se metían en su cabeza, lentamente extrayendo sus pensamientos. Dios como le dolía la cabeza. Tenía que detenerlos, sacarlos de su cabeza. “Baja el cuchillo amigo,” dijo el hombre de lentes. Pero esa era la última cosa que Hammond haría. En lugar de eso se adelantó y mostro su cuchillo al hombre de lentes, quien salto levemente hacia atrás, pero no lo suficiente; el cuchillos abrió una herida justo bajo su muñeca. Se quedó apretándola, la sangre corría por sus dedos, su cara se tornó pálida en la tenue luz.Pero Hammond se olvidó de que los otros dos estaban ahí, no muy lejos, y acercándose. Se alejaron rápidamente cuando vieron que los había notado. Aún estaba rodeado, tanto dentro de su cabeza como fuera de ella. No había escapatoria. Nunca escaparía. Entonces, al dar cuenta de esto, con el corazón en su boca, hizo lo único que podía hacer. “No esperaba eso Tim,” dijo Tom. “Yo tampoco,” dijo Tim. “Este estaba lleno de sorpresas. Que querrían con él a todo esto?” preguntó al hombre de lentes. “Unas pocas preguntas,” contesto. “Nada serio. Solo unas preguntas.” Había envuelto su muñeca con una de sus mangas. Lentamente se manchaba con sangre. “Nunca vi algo como eso,” dijo Tom. “Y espero nunca verlo otra vez.” “Lo mismo digo,” agrego Tim, sacudiendo su cabeza. Tomo un paso atrás para evitar el charco de sangre que se expandía desde el cuello cortado de Hammond. Nunca había visto a nadie cortarse tan profundo y tan rápido. Aún salía mucha sangre. Tuvo que retroceder otra vez. Como podría alguien hacerse eso a sí mismo? Se preguntaba Tim. Debe haber estado muy asustado. O simplemente loco. O ambas. Pensaba, masajeando su cabeza. “Estas bien Tim?” pregunto Tom. “Mejor que él por lo menos,” dijo Tim. “Es solo un dolor de cabeza.” “Yo también,” dijo Tom. “Terry?” “También me duele la cabeza,” dijo el hombre de lentes. “Ha sido una de esas noches. Reaccionemos muchachos. Vámonos de aquí antes de que llegue la ley.” 27
  • 29. 11 “Se suicidó, así de simple,” decía el hombre en la pantalla. Era casi una pregunta en lugar de una afirmación. Tenía una mandíbula de corte cuadrado y cabello blanco peinado hacia atrás y aplastado. Incluso en una pequeña pantalla era un hombre imponente. Vestía un uniforme, pero su pantalla había sido configurada para distorsionar su insignia, para hacer imposible de determinar de qué rama de servicio formaba parte. “Eso es lo que me informan,” dijo Tanner. William Tanner era el director de la recién establecida sede de DredgerCorp en Chicxulub, la semi secreta rama de la organización que había sido montada rápidamente tras el primer indicio de que algo pasaba en el centro del cráter. Tanner tenía un trasfondo militar y se especializaba en operaciones encubiertas a través de corporaciones falsas. Esta operación corría bajo el nombre de Ecodyne. Ingresando el comando correcto en el sistema en el momento correcto y cualquier señal de una conexión con DredgerCorp desaparecería instantáneamente de los archivos de la compañía. Entonces Tanner desaparecería para resurgir con otro nombre. Hasta ahora, esta operación había ido bien, en parte por suerte, en parte porque era realmente bueno en lo que hacía, la razón por la que hacía diez años que trabajaba para DredgerCorp. No sabía el nombre del hombre en la pantalla. Todo lo que sabía es que tres días antes había tenido una videoconferencia con Lenny Small, el presidente de DredgerCorp, quien explico que traerían a alguien de afuera. Cuando Tanner pregunto quién era, Small solo sonrió. “No hacen falta nombres Tanner,” dijo. Abriendo una foto del hombre en la pantalla de Tanner. “Este es tu hombre,” dijo. “Dile todo lo que quiera saber y haz todo lo que él diga.” Una vez que Small se desconectó, Tanner sacudía su cabeza. Por qué traer a alguien de afuera? Solo era otra posibilidad de que todo saliera mal. Solo otro hoyo que él tendría que tapar cuando la operación terminara. Small se estaba ablandando en su vejez, bebiendo demasiado tal vez, volviéndose descuidado. Lo que ponía a todos en riesgo. Lo ponía a él en riesgo. A Tanner no le gustaba eso. Pero cuando vio al hombre en la pantalla, apenas lo escucho hablar, apenas escucho la frialdad de su voz, se dio cuenta de que había juzgado mal a su jefe. No se trataba de cualquier persona. Era un militar, alguien que claramente había visto mucho y sabia mejor que nadie lo que estaba pasando. En privado, Tanner comenzó a pensar en él como el Coronel. Aunque no tenía idea de cuál era el rango del hombre, o siquiera si había acertado en que rama de servicio trabajaba. No era posible adivinar donde podría estar be—el fondo había sido deliberadamente pixelado lo que generaba un extraño temblor en los bordes de la figura del Coronel. Era él quien tenía la data 29
  • 30. interceptada de varios reportes científicos y había generado un modelo que les dio una idea de que podía estar esperándolos en el centro del cráter. Fue el Coronel quien inmediatamente quiso reemplazar el sistema de seguridad, quien había visto el potencial del técnico que lo instalo en primer lugar dejando una puerta trasera para sí mismo. Y cuando ese joven geofísico llamado Altman comenzó a preguntar sobre anomalías en el cráter, el coronel inmediatamente intervino su teléfono. Unos minutos más tarde, el Coronel estaba nuevamente en la pantalla, diciendo a Tanner que Altman ya había llamado al técnico—Tocino era su nombre. O no, era otro tipo de carne: Jamón. Hammond “Muy tarde para rastrearlo,” dijo el Coronel, “pero traigamos a este Hammond y hablemos con él.” Lo que trajo a Tanner de regreso a donde estaba ahora, impresionado por lo impasíva y consternada que se veía la cara del Coronel después de haberle dicho que Hammond había muerto. “Hay alguna posibilidad de que estén mintiéndole?” preguntó el Coronel. “Yo mismo he visto el cuerpo,” dijo Tanner. “Está bien muerto. Estaban tratando de traerlo, hablando con él, y enloqueció y corto su garganta.” “Hizo que?” “Corto su propia garganta. Casi corta su cabeza por completo.” “Solo hablando con él dices,” dijo el Coronel. “Que se supone que significa eso? Las personas no cortan sus cuellos cuando solo hablas con ellas.” Tanner trago saliva. Hablar con el Coronel lo ponía nervioso. “Alguna chance de que lo presionaran demasiado?” preguntó el Coronel. Tanner sacudió su cabeza. “He trabajado antes con estos hombres,” dijo. “Son completamente confiables. Sabían cuáles eran sus órdenes. Confíe en mí, ellos estaban tan sorprendidos como usted y yo.” El Coronel asintió levemente. “Cree que Altman sea una amenaza?” Tanner se encogió de hombros. “Esperaba determinar eso con Hammond.” “Siga su instinto,” dijo el Coronel. “Amenaza o no?” 30
  • 31. Tanner miro hacia abajo, a los holoarchivos que había abierto frente a él, empujándolos hacia la holopantalla. Copias de ellos, sabía que aparecían en el otro extremo de la comunicación, donde el Coronel pudiera verlos. “No creo que haya mucho por lo que debamos preocuparnos por Altman,” dijo. “no hay nada de especial en él. Es un científico común. Ningún Einstein, no es el tipo que resalte en la manada.” “En mi experiencia,” dijo el Coronel, “nadie deja la manada hasta que se les da una razón para hacerlo. Es entonces cuando sabes si se doblaran o romperán.” “Supongo,” dijo Tanner. “En mi experiencia, muy poca gente llega tan lejos.” El Coronel asintió, apretando sus labios. “Pero si Altman lo hace?...” Tanner pensó en ello. “No lo sé,” dijo. “No parece ser el tipo heroico. Es poco probable que sea un espía industrial de otra corporación, y no creo que quiera convertirse en uno. Parece haber tomado este trabajo exclusivamente para seguir a su novia a Chicxulub.” “Podría ser una buena pantalla,” dijo el Coronel. “Puede ser,” contestó Tanner. “Pero usted probablemente sabría mejor que yo si lo fuera, y en caso de serlo, para qué. No creo que sea una pantalla.” El Coronel reviso rápidamente los archivos. “No”, dijo una vez terminado. “Yo tampoco lo creo”. Se quedó un momento mirando fijamente a la pantalla. Para Tanner se sintió como si el Coronel estuviese mirando a través de él, no solo mirándolo. Finalmente el Coronel dijo, “Avancemos rápidamente.” Giro hacia su propio holobanco y envió una renderizacion a través de la pantalla a Tanner. Una imagen tridimensional. Algún tipo de nave. Al principio Tanner pensó que era algún tipo de lanzadera espacial y sintió un leve golpe de miedo: él había formado parte de las tropas que participaron en las guerrillas lunares. Había pasado duras horas con su oxigeno agotándose, sifoneando desde los tanques de los muertos y moribundos a su alrededor. Pero entonces noto los motores atornillados y comprendió que no se trataba de una nave espacial en lo más mínimo: era algún tipo de submarino. Para aguas profundas aparentemente “Que es eso señor?” pregunto. “El F/7,” dijo el Coronel. “Prototipo sumergible, no comercializado aún, incluso entre nuestra gente. Lo enviare hacia allí. Encuentra dos hombres que puedan pilotarlo, gente en la que puedas confiar. Y rápidamente. Tenemos que llegar allí primero.” 31
  • 32. 12 Escogió a Dantec, un ex-militar de su propia unidad que había traído con él diez años atrás, cuando sirvió por primera vez, alguien en quien confiaba implícitamente y quien, además, sabia pilotar prácticamente cualquier cosa. Dantec era bueno en pensar con sus pies, muy rápido. Tampoco tenía problemas en hacer algo dudoso si era Tanner el que lo pedía. Pero también era conocido por recurrir rápidamente a la violencia si algo iba mal. Algo paso con Dantec durante las operaciones en la luna, algo que dejo sus ojos firmes pero inmóviles, como si no hubiese nadie en casa. Tanner no estaba seguro de que era. No es un mal tipo, Tanner se decía a si mismo las pocas veces que Dantec había hecho algo difícil de aceptar, incluso con su buena falta de moral. Él solo no ve las cosas como yo. Y entonces, como una reflexión, se encontraba frecuentemente pensando, yo tampoco soy un mal tipo. Tanner suspiro. Malos tipos o no, ambos, él y Dantec harían lo que sintieran, a su manera, correcto. Tuvo que buscar un poco por el segundo hombre, sacándolo de la Central Norte Americana de DredgerCorp. Su nombre era Hennessy y era un geólogo marino que también poseía una gran experiencia con submarinos. Era calvo a pesar de ser relativamente joven, en la mitad de sus treintas. También era muy respetado, y si ya se encontraba dentro de DredgerCorp, eso probablemente significaba que no objetaría en hacer algo que estuviese un poco alejado de la ley. Pero la pregunta del Coronel sobre Altman seguía molestándolo: si la presión terminara ganando a Hennessy y se diera cuenta de la extensión total de lo que estaban haciendo; se doblaría o quebraría? No había manera de decirlo, pensaba Tanner, pero creyó que era más probable que siguiera la corriente en lugar de protestar o intentar detenerlos. Tanner hizo los arreglos a través del Presidente Small, y puso a Hennessy en el siguiente vuelo al sur. Para cuando el hombre llego a Puerto Chicxulub, el F/7 había llegado, estaba esperándolos bajo una lona en la cubierta de un buque carguero sin nombre a unas quince millas del centro del cráter. Aunque se veía viejo y oxidado en el exterior, el buque estaba equipado con equipos de última tecnología en el interior. Estaba tripulado por personal militar y ex-militar—ellos no llevaban uniformes regulares, pero su entrenamiento era evidente por lo eficiente de sus movimientos, sus meticulosos cortes de cabellos y la manera en que actuaban por cumplir una orden. “Deberíamos tener cuidado con lo que decimos cerca de la tripulación?” pregunto Tanner al Coronel a través de la video llamada. “Debería tener cuidado con lo que dice cerca de cualquiera,” dijo el Coronel, y mostro sus dientes de manera que Tanner asumió que se trataba de una sonrisa. 32
  • 33. Definitivamente un carnívoro, pensó Tanner. Entonces el Coronel cubrió sus dientes nuevamente y dijo, “No diga más de lo que deba.” El F/7 era un batiscafo. Un modelo excavador prototipo, algo hecho para descender grandes profundidades y atravesar rápidamente roca sólida. Hennessy respondió al verlo como un chico bajando las escaleras en navidad esperando encontrar un poni junto al árbol. Caminaba junto a Tanner y Dantec alrededor de la nave, balbuceando sobre la combinación de titanio del taladro y los pulverizadores moleculares destinados a abrir el camino. Tanner y Dantec solo pretendían interés para seguirle la corriente. “No me digan que bajaremos dentro de Chicxulub,” dijo Hennessy, excitado. “Siempre quise ir ahí. Que estamos buscando?” Pronto lo sabrás, pensó Tanner sombríamente. “Solo algunas inmersiones,” dijo tan casualmente como pudo. “Solo algo para las pruebas del F/7 en su espacio. Rutina.” En los próximos días Tanner los hizo hacer exactamente eso. Probaron el F/7 en ese espacio, primero viendo cuan maniobrable era navegando en la superficie, luego probándolo en aguas profundas, y finalmente probando el taladro y los pulverizadores. No era la nave más maniobrable que Hennessy haya visto, pero ese no era el punto del batiscafo: tenía que ser sólido y capaz de soportar la tremenda presión cuando se sumergía muy profundo. En la superficie flotaba erráticamente, lentamente tomando la dirección en la que querían ir. Bajo el agua respondía mucho mejor. Y era aún mejor cuando estaban atravesando barro o rocas. Incluso cuando el taladro estaba trabajando a toda máquina, mordiendo roca sólida, la nave se mantenía estable, apenas sacudiéndose. Los propulsores traseros los mantenían presionados contra las rocas y el taladro los hacia avanzar si sus hojas encontraban algo en que aferrarse. Mientras tanto los pulverizadores convertían la roca sobrante en fina grava que era absorbida por la corriente creada por los propulsores y era removida del camino, o disuelta por completo. Hennessy aseguro nunca haber visto nada como eso. Se sumergieron con el F/7 unas siete u ocho veces, pruebas. Al principio Dantec solo miraba lo que Hennessy hacía, lo escuchaba hablar, lo observaba. Y entonces, un día, Dantec informo súbitamente a Hennessy que era su turno. “Pero esta es una pieza delicada de equipo,” le advirtió Hennessy. “Necesitas tener meses y meses de entrenamiento antes que—” “Estas empeorando mi dolor de cabeza. Muévete,” dijo Dantec. Y Hennessy, alejándose del panel de instrumentos y tomando noción de su compañero, tal vez por primera vez, vio su expresión muerta y firmes ojos. 33
  • 34. Esa noche, tan pronto como se sentó en su cama y comenzó a sacarse sus zapatos, Tanner escucho un golpe en la puerta. “Adelante,” dijo, mientras continuaba desatando los cordones, hasta que vio un par de botas familiares entrar. Miro hacia arriba. Porque seria, se preguntó, que Dantec siempre se veía como un predador? “Eres tú,” dijo a Dantec. “Todo está yendo bien?” Dantec asintió. “Ya lo entendí todo,” dijo. “Puedes pilotar la nave si necesitas hacerlo?” “Comparado con un Moon Lander es algo sencillo,” dijo Dantec. “No será un problema.” “Qué hay del taladro?” Dantec se encogió de hombros. “Tampoco es algo complicado,” dijo. “Sé cómo taladrar un túnel y probablemente pueda descifrar como hacer cualquier otra cosa que necesitemos. Hennessy ya no es esencial. Si se arrepiente en algún momento de la misión, o si algo va mal. Puedo hacerme cargo.” “Que quieres decir con si algo va mal?” preguntó Tanner. Dantec se encogió de hombros otra vez. “Solo me preparo,” contesto. “Si algo saliera mal,” dijo Tanner lentamente. “Preferiría que no lo mataras.” Dantec dudo, y luego asintió. “Tu preferencia es tomada con desgano,” dijo. La mañana siguiente encontramos a Tanner hablando a una imagen del Coronel en la Holopantalla. “Estamos listos,” dijo. “Cuando usted quiera podemos mover la nave al centro del cráter y soltar el F/7. Ambos pilotos están entrenados y cómodos con el submarino. Ambos están ansiosos por salir.” “Muy bien,” dijo el Coronel. Parecía estar viendo a través de Tanner nuevamente, como si él no estuviese ahí. “Muevan el carguero en posición esta noche,” dijo. “Esta noche?” “Suelten el ancla justo antes del ocaso. Los quiero en posición a las 2100 horas y listos para salir a las 2200. No necesita decirle nada a sus dos pilotos ni hacerlos sospechar para que avisen a alguien más en caso de que usted se haya equivocado y sean espías. Solo despiértelos y hágalos abordar a tiempo para lanzar el F/7 antes de medianoche.” 34
  • 35. “Sí Señor,” dijo Tanner El Coronel se estiro para desconectar la llamada, pero se detuvo. “Se ve cansado Tanner,” dijo. “Está todo bien?” “Esto bien Señor,” contesto Tanner. “Es solo un pequeño dolor de cabeza. He tenido algunos problemas de sueño. Pero nada de qué preocuparse.” “Mañana podría ser un día histórico,” especulaba el Coronel. “Si,” dijo Tanner. “Que cree que haya allá abajo?” Tanner había estado preguntándose lo mismo por días ya. Como podría algo aparentemente fabricado por hombres, terminar enterrado bajo toneladas de roca en el centro de un cráter? “No lo sé,” dijo. “Tal vez sea una formación natural que por alguna razón no parece serlo. O tal vez es algo hecho por el hombre que ha terminado allí solo Dios sabe porque. O tal vez…,” dijo, pero no pudo terminar la oración. Era demasiado grande para terminar de comprenderlo. “Tal vez qué?” preguntó el Coronel. Tanner sacudió su cabeza para aclararla, lo que solo empeoro el dolor de cabeza. “Realmente no lo sé Señor,” dijo. “Te diré en que estás pensando ya que no eres lo suficientemente hombre para decirlo tú mismo,” dijo el Coronel. “Está pensando, ‘Seguro, puede ser construido, pero no por nosotros, no por humanos.’” Tanner no dijo nada. “Créalo o no Tanner, es una posibilidad genuina. Es lo que estamos esperando. El primer contacto con vida inteligente más allá de la nuestra.” Tanner se mareo de solo pensarlo, incluso lo asustaba un poco. Si realmente se trataba de eso, podría cambiar todo. “Con un poco de suerte, lo sabremos pronto,” dijo con la voz más estable que pudo emitir. “Mantendré mis dedos cruzados Señor,” agrego, y entonces corto la llamada. 35
  • 36. 13 Estaba tratando de correr, pero no llegaba a ningún lado. Sus brazos y piernas colgaban en el aire, pero nada estaba pasando. No podía siquiera sentir el piso bajo sus pies. Y había algo mal en el aire. Cada vez que intentaba respirar, terminaba tosiendo, ahogándose. Estaba sofocándose lentamente. Miraba frenéticamente a su alrededor, pero a cada lado era lo mismo—una interminable extensión gris, nada sólido, nada definido, solo él mismo, flotando en el vacío, muriendo. Sabía que estaba muerto, pero de alguna manera todavía “era”. Estaba flotando, sus ojos abiertos pero no veían nada. Su cuerpo giraba y giraba lentamente. No había nada más allí que él, pero él tampoco estaba allí exactamente. Escucho algo. Silencioso, como el sonido de un insecto caminando sobre un papel. Lentamente fue aumentando, convirtiéndose en un fuerte susurro. Una voz humana, hablándole. Hennessy, dijo. Era una voz familiar. Deseaba que fuera más fuerte que un susurro así podría estar seguro de quien era. Hennessy, dijo otra vez. La escuchaba cerca de su oído, y luego en dos susurros ligeramente distintos al mismo tiempo. De repente se dio cuenta que no era solo una voz, era una legión, todos ellos susurrando, todos ellos diciendo su nombre. Hennessy, Hennessy, Hennessy. Y entonces, girando, el espacio gris a su alrededor repentinamente ya no se veía tan gris. Estaba cambiando. Transformándose. Convirtiéndose en algo más. Él sabía que estaba muerto, y no podía moverse. Todo lo que podía hacer era permanecer ahí, flotando, con su cuerpo girando lentamente, escuchando esas voces, mientras el vacío espacio gris que lo rodeaba se tornaba más y más texturado. Por un momento se veía estriado, cubierto por rayas y líneas, entonces se volvieron curvas y arrugadas, en una forma que le recordaron un cerebro humano. Y entonces, también, se ajustó y cambio, comenzando a tomar vagas características. No era un vacío, se dio cuenta, sino una apretada masa de cuerpos, unidos unos a otros, fundiéndose entre sí, todos ellos muertos. Quería cerrar sus ojos, pero no podía. Había miles de ellos, tal vez más, y mientras las caras se diferenciaban más y más, comenzó a darse cuenta de que todos eran personas que él conocía, todos ellos muertos. Su esposa estaba allí, su cuello roto por un accidente, su madre y padre, ambos decrépitos y derruidos justo como estaban luego de que el cáncer los tomara, y otros, muchos otros, a quienes no había olvidado, pero que al notarlos, sabía que habían muerto. Hennessy. La palabra vino de una de esas bocas abiertas e inmóviles, como el eco de una profunda cueva. Pero cuál? Hennessy, dijo otro. Y pronto, todos estaban diciéndolo, presionando más y más cerca suyo, y no había nada que pudiera hacer para detenerlos. Entonces sus dedos comenzaron a hundirse bajo su piel, tejiéndose entre sus huesos, insinuando su camino dentro de él. 36
  • 37. “Hennessy!” alguien estaba gritando. “Hennessy!” Algo lo estaba agarrando, sacudiéndolo. Manos. Alguien estaba gritando, Hennessy lo noto, y entonces se dio cuenta de que ese alguien era él. Logro soltarse y fue despedido hacia atrás, fuera del agarre de lo que sea que fuese, hasta que golpeo una pared. Fue entonces que fue capaz de dejar de gritar y considerar donde estaba. Un cuarto normal, en el complejo de DredgerCorp, en Chicxulub. Ahí estaba su cama. Estaba su cuarto. Estaba bien. Estaba de regreso en el mundo real. Había un hombre agachado junto a la cama. Un hombre de apariencia normal, usando anteojos. “Jesús,” dijo el hombre. Estaba cubriendo su nariz. Sangre goteaba a lo largo de sus dedos hasta el suelo. “Por qué hiciste eso?” Detrás suyo, Hennessy vio dos hombres más grandes. Parecían ser hermanos, o incluso gemelos. Los había visto merodeando varias veces dentro del complejo, pero nunca supo exactamente que hacían. “Quieres que lo golpeemos un poco?” dijo uno de los hombres más grandes. “Lo ablandamos un poco?” dijo el otro, golpeando su puño contra su otra mano. “Saben que no podemos hacer eso,” dijo el hombre de lentes. “Solo se supone que vengamos a buscarlo.” “Lo siento,” dijo Hennessy al hombre de lentes, confundido por lo que decían. “Tuve un mal sueño.” “Las pesadillas se han vuelto comunes últimamente. Debe haber sido una realmente horrible,” dijo el hombre de lentes. Movió su cabeza hacia atrás y retiro su mano. El sangrado parecía haberse detenido. Lo comprobó aspirando para probar. “Que están haciendo aquí?” preguntó Hennessy. “Nos enviaron a buscarte,” contestó el hombre de lentes. “Vístete.” Tal vez aún sigo soñando, pensó Hennessy. “Buscarme? Para qué?” pregunto. “Te necesitan en otra parte. Solo vístete y vámonos. O quieres que permita a Tim y Tom que liberen algo de su energía nerviosa en ti?” Lo llevaron hacia el muelle, Tim y Tom a cada lado, el hombre con lentes guiando el camino. Había un gran bote ahí, Dantec ya estaba adentro, aparentemente calmo, sentado muy derecho, con sus brazos cruzados. A diferencia de él Dantec no tenía escolta. Uno de los vagamente militares 37
  • 38. hombres del buque carguero estaba parado a metros del muelle, el otro en la cubierta, listo para partir. “Donde nos llevan?” Pregunto Hennessy al hombre de lentes. Aún masajeaba su nariz. “Nos dijeron que te subamos al bote. Eso es todo lo que se.” “Sube,” dijo Tim detrás suyo. “O quieres que te subamos?” pregunto Tom. Hennessy subió al bote y se sentó junto a Dantec. El soldado también subió, empujando el bote lejos del muelle y tomando el asiento del piloto. Un momento más tarde, el motor estaba sonando y ellos estaban atravesando las negras aguas. “Sabes que está pasando?” preguntó Hennessy a Dantec. Él le dio una dura y fría mirada. “Hemos sido activados,” dijo. Activado? Se preguntó Hennessy. Qué significa eso? · · · 38
  • 39. Con el viento y el agua que salpicaba, Hennessy comenzó a sentir mucho frio. Al llegar al buque carguero, temblaba tanto que se oían sus dientes golpeando. Subieron por una escalera para encontrar a Tanner esperándolos en la cubierta. “Llegaron realmente rápido,” dijo Tanner al piloto del bote. “Bien hecho hijo.” “Gracias Señor,” dijo el hombre Tanner giro hacia Hennessy y Dantec. “Bien,” dijo, “apuesto a que ambos se estarán preguntando qué Diablos sucede. Vengan conmigo al puente y hablaremos.” Luego de que Tanner terminara de explicar, Hennessy sentía que algo estaba mal. Seguro, estaba excitado por descender al centro del cráter, excitado por descubrir que había allí y de donde venía. Podría ser, como Tanner dijo, algo asombroso, incluso el primer indicio de vida extraterrestre inteligente. Pero tal vez no era nada, solo una anomalía. Tenía que intentar no excitarse mucho. Además, algo simplemente no encajaba. Ciertamente DredgerCorp no era la única en detectar el objeto. E incluso si lo fuera, no tenían la obligación de reportarlo? No tenían que seguir los canales apropiados, consultar con el gobierno mexicano? No debería haber un proyecto, algo en que DredgerCorp participara pero el gobierno controlara, en lugar de una operación apurada y repentina en el medio de la noche? No, definitivamente no planeaban nada bueno, y de cierta manera, eso podría traer serias consecuencias. Tal vez era un poco incrédulo, tal vez en el pasado miraba a otro lado cuando las cosas se volvían cuestionables, pero no era tan incrédulo. Sabía que si algo salía mal, no sería lo más probable que Tanner o DredgerCorp asumieran la culpa, sino él y Dantec. DredgerCorp los dejaría tirados sin pensarlo dos veces Miro a Dantec, quien giro y cruzo miradas. Parecía estar tan tranquilo como siempre, su mirada muerta, sus ojos predador. No le importa, se dio cuenta Hennessy. Hará lo que sea que le pidan. Así que Hennessy respire profundamente y giro hacia Tanner. “Por qué de noche?” pregunto. “Por qué no?” dijo Tanner. El F/7 tiene luces. Tendrán que usarlas de todas formas cuando bajen lo suficiente y definitivamente deberán usarlas cuando comiencen a escavar.” “No creo que sea eso lo que pregunta,” dijo Dantec tranquilamente. “No?” dijo Tanner. “Que pregunta entonces?” “Si es legal.” 39
  • 40. “Es cierto eso?” dijo Tanner, girando hacia Hennessy. “Es eso lo que pregunta?” Hennessy dudo un momento, y entonces asintió. “Solo me parece algo extraño,” dijo. “Acaso este cráter no es enteramente propiedad de México? No tendría que ser explorado por una organización de recuperación local? Y que sucede con la tripulación de este carguero? Son militares o no? Si lo son, por que no usan sus uniformes? De qué lado están? Si no lo son, entonces, que Diablos está pasando?” “No necesitas pensar en todo eso,” dijo Tanner. “Yo manejo los detalles. No hay razón para que te preocupes.” “Pero somos nosotros los que quedaremos quemados si esto sale mal,” dijo Hennessy. Tanner no dijo nada. “Me equivoco?” pregunto Hennessy, apelando a Dantec. “No deberíamos estar preocupados? No tienes un problema con esto?” Dantec no dijo nada. Hennessy giro nuevamente hacia Tanner. “No debería estar preocupado?” pregunto. Tanner contesto, “Ya te he dado una respuesta.” Hennessy suspiro. “Mira,” dijo Tanner. “No quieres formar parte de esto? Podría ser algo extremadamente importante, pero eso no quiere decir que sea una operación sin riesgos. Tienes que decidirte Hennessy. Si no quieres ir no tienes que hacerlo, pero tienes que decidirlo ahora..” Hennessy dudo un largo tiempo. Ya sea legal o ilegal, era algo grande, importante. No podía confiar en Tanner, pero, tampoco podía confiar en nadie en DredgerCorp. Sabía eso cuando firmo su contrato. Pero siempre había logrado evitar meterse en problemas antes. Si lo que estaban haciendo era legal o no, pensó para sí mismo, él podía asegurarse de que su participación fuera legal. Además, si las cosas iban demasiado mal, podría abandonar después. Iría con ellos, pero no confiaría a Tanner lo suficiente como para que pudiera joderlo. Finalmente asintió. “Bien,” dijo Tanner. “Vayan entonces, los dos.” 40
  • 41. 14 Nunca antes había estado dentro del batiscafo de noche. La luz fluorescente, con toda la obscuridad alrededor, lo golpeo directamente, tan duro y sucio como la oficina de un dentista desorganizado. Transformo tanto su cara como la de Dantec , dándoles tranquilidad. Se ataron a sus asientos, Hennessy en los controles al frente, Dantec justo detrás suyo y a la derecha, junto al liberador de lastre. La grúa los elevo sobre el agua. Colgaron sacudiéndose por un momento, y luego, de repente fueron liberados. Golpearon contra el agua, y la obscuridad se volvió total. Dantec encendió las luces exteriores, que opacaron las interiores. Hennessy chequeo los controles. Se colocó su auricular y ajusto el micrófono para que no rozara su mejilla. Testeo brevemente el F/7 moviéndolo hacia adelante y hacia atrás, encendió el taladro y lo vio girar. Chequeo la señal del sonar. Chequeo el medidor de presión y Dantec verifico el sello de las puertas. Todo parecía estar en orden. “Este es Plotkin,” dijo Hennessy, hablando con su nombre clave por el micrófono. “Nave de descarga? Me copian?” La voz de Tanner resonó en su oído. El hombre estaba allí con una holopantalla también, su imagen apareció, bien definida. “Escuchándolo y viéndolo fuerte y claro,” dijo Tanner. “Listos para partir?” “Roger,” dijo Hennessy. Dantec confirmo. “Procedan cuando estén listos Plotkin,” dijo Tanner. Hennessy permaneció un momento con sus manos en los controles, entonces corto el video y se sumergió. Ahora es solo cuestión de tiempo, pensó Hennessy, cuatro o cinco horas. Se recostó y estiro. Al principio bajaron lentamente, entonces un poco más rápido. Debían ser cuidadosos par air ajustándose. El aire en el F/7 se había vuelto más denso y más cálido. Hizo que Dantec chequeara el recirculador de oxígeno, aunque sabía que era el clima justo para mantener, afuera hacia un frio mortal. Ahí estaba, de tiempo en tiempo, el resplandor de un pez atravesando sus luces, aunque al descender más y más profundo, se volvía más y más raro. Mayormente era solo ellos dos en la apretada nave, cada uno respirando el aire del otro, esperando, solo esperando. Su cabeza dolía. Parecía que dolía constantemente desde hace días. Giro ligeramente en su asiento y miro brevemente hacia Dantec, quien estaba mirándolo, con sus ojos firmes “Que sucede?” preguntó Hennessy. 41
  • 42. “Con que cosa?” preguntó Dantec. Hennessy volvió su vista a los controles. Ese tipo asustaría a cualquiera, pensó. Parecía tornarse cada vez más caluroso. El aire se volvía más opresivo y difícil de respirar. Otros cien metros. Nunca consideró lo pequeño que era el interior del F/7. Pero ahora que estaban descendiendo y los instrumentos no necesitaban mucha atención, era todo en lo que podía pensar. Estaba sudando. Realmente chorreaba transpiración, baldes de ella. Sentía como si fuera a ahogarse en su propio sudor. Rio fuertemente. “Que?” preguntó Dantec. Rio otra vez. No podía evitarlo; sabía que era absurdo pensar en ahogarse en su propio sudor, pero que tal si sucedía? Era absurdo, pero todo esto lo era. “Respira hondo y contrólate,” dijo Dantec. Sabía que Dantec tenía razón. Lo último que quería hacer era disolverse en histeria aquí, en una nave difícilmente más grande que un abrigo invernal, a millas de ayuda. No, no podía hacer eso, no. Pero entonces, ahí vino, otra risa. Escucho a Dantec levantarse y de repente ahí estaba, parado detrás suyo, inclinado sobre su panel de instrumentos, el batiscafo inclinándose por un momento antes de corregir su rumbo. Rio nuevamente y Dantec apretó su mano alrededor de su cuello. De repente no podía respirar. “Escucha,” dijo Dantec. “Podemos hacer esto de dos maneras. Podemos hacerlo contigo vivo o contigo muerto. No me importa cuál de las dos opciones sea.” Se resistió, pero Dantec era muy fuerte. Nunca había sentido nada así, nunca había estado tan asustado. Estaba comenzando a desmayarse, puntos rojos inundaban su visión. Seguía buscando aire, pero obtenía nada. Finalmente, cuando estaba al borde del desmayo, Dantec lo soltó, le dio una larga Mirada y lentamente volvió a su asiento como si nada hubiese pasado. Hennessy respiro profundamente, agitado, masajeando su garganta. “Estas bien, ahora,” pregunto Dantec, con un tono firme. Era más una orden que una pregunta. “Si,” dijo Hennessy, y estaba sorprendido de sentirse un poco mejor, más en control de sí mismo. Aunque su cabeza dolía incluso peor que antes. Hennessy chequeo los controles. Todo estaba en orden. Habían sido realmente necesarias las acciones de Dantec? Solo era una pequeña risa después de todo, nada para enojarse. 42
  • 43. Pero Dantec sobre-reacciono, haciéndolo más importante de lo que era. Alguien podría haber salido lastimado. En que pensaba Tanner al confinar a Hennessy en ese ataúd hundiéndose con un loco? Tal vez Dantec era más fuerte, tal vez Hennessy no podía hacer nada ahora, pero una vez de regreso en tierra sabría qué hacer. Llenaría una queja formal. Iría a Tanner y le diría sobre el comportamiento de Dantec y demandaría que lo despidieran. Y si Tanner no estaba dispuesto a hacerlo iría por sobre él. Seguiría llenando quejas hasta que llegara al tope de la cadena de mando, al mismísimo Lenny Small. Seguramente el Presidente Small era un hombre razonable. E incluso si el Sr. Small no lo escuchaba, entonces les mostraría a todos. Tomaría un arma y—“Mil Metros,” dijo Dantec. Hennessy sintió culpa, esos pensamientos se disolvieron. “Mil metros,” repitió. Noto un temblor en su voz, pero no muy grave. Tal vez Tanner no lo notaria. Conecto el link de video. “Nave madre,” dijo. “Responde madre.” La voz de Tanner se escuchó, ahora más débil. Su imagen estaba presente pero menos clara, carcomida en los bordes. “Aquí, F/7,” dijo Tanner. “Aún los copiamos.” “Mil metros,” dijo. “Los sellos están bien, los instrumentos responden correctamente, sin problemas que reportar.” “Muy bien,” dijo Tanner. “Procedan.” Seguían descendiendo. Parecían ir más lento que antes. “Todo bien en tu estación?” preguntó Hennessy a Dantec. “Bien,” dijo Dantec. “Que hay de ti?” Hennessy asintió. Cuando lo hizo, se sintió como si su cerebro estuviese rozando contra las paredes de su cráneo, golpeándose un poco. “El oxígeno está bien?” pregunto. “Preguntaste si todo estaba bien y ya te dije que lo estaba,” dijo Dantec. “Todo, inclusive el oxígeno.” “Oh,” dijo Hennessy. “Cierto.” Estuvo en silencio por un tiempo, mirando el agua iluminada por sus luces. Ya no había nada vivo ahí afuera, o si lo había, no lo veía. Flotando en un mundo obscuro e imposible de diferenciar. De repente noto que era como su sueño, lo que lo golpeo como algo muy malo. 43
  • 44. “Tengo una jaqueca,” dijo, más que nada para oír el sonido de su voz. Dantec no dijo nada. “A ti también te duele la cabeza?” preguntó Hennessy. “De hecho, si,” dijo Dantec, girando hacia él. “He tenido dolores de cabezas hace días ya.” “Yo también,” dijo Hennessy. Dantec solo asintió. “Deja de hablar,” dijo. Hennessy asintió. Se sentó ahí, mirando hacia la vacía expansión de agua que rodeaba tanto a ellos como a su nave, escuchando el quejido del casco al ir incrementando la presión. Había algo más, se escuchaba otro sonido. Que era eso? Casi nada en realidad, pero ahí estaba, cierto? Lo suficientemente fuerte para escucharlo pero no lo suficiente para interpretarlo. Que podría ser? “Escuchaste algo?” preguntó a Dantec. “Te dije que dejaras de hablar,” dijo el otro. Eso quiere decir que lo escucho o no? Por qué no podía responder la maldita pregunta? La hizo civilizadamente, no? “Por favor,” dijo Hennessy, “solo necesito saber si escuchaste—” Dantec se estiro y lo golpeo en el costado de la cabeza. No lo escucho, una parte de su mente le decía. Si lo hubiese escuchado, estaría pensando en ello también. Lo que significa que está cerca mío, cerca del panel de instrumentos. Así que se incline hacia adelante, acercando su oreja al panel de control, escuchando. Seguía esperando que Dantec le preguntara que estaba haciendo, pero el hombre no decía nada. Tal vez no estaba mirándolo o simplemente no le importaba. Pero en cualquier caso, no había nada, el sonido seguía allí, pero no se hacía más fuerte. Lo que significa, se dio cuenta, que el sonido estaba en su cabeza. Tan pronto como pensó en ello, el sonido se convirtió en muchos sonidos, y rápidamente se transformaron en voces susurrantes. Pero que estaban diciendo? Tenía miedo de saber. Intentó no prestar atención, intentó no escuchar y— “Dos mil metros,” dijo Dantec. Si, pensó Hennessy, presta atención a eso, a tu trabajo. No pienses en las voces en tu cabeza, haz tu trabajo. Contrólate hombre, lo último que necesitas es— “Me escuchaste Hennessy?” preguntó Dantec. 44
  • 45. “Te escuche,” dijo Hennessy, sacudiendo su cabeza. “Dos mil metros. Contactare a Tanner.” Conecto el link. Ahí estaba Tanner, muy pixelado ahora. “Dos mil metros,” dijo Hennessy. Hubo una demora de unos tres segundos antes de que Tanner respondiera. “Repitan eso,” dijo Tanner, solo se recibió como un golpe de estática y luego “—pitan eso.” “Dos mil metros,” repitió Hennessy, esta vez más lento. “Roger,” dijo Tanner, luego del delay. “Procedan.” ··· 45
  • 46. Otros mil metros, pensó Hennessy. Tal vez un poco menos. Estaban más allá de la mitad del camino. Una vez que llegaran al fondo, podría ocuparse de controlar el taladro. Tendría algo en lo que mantenerse enfocado. Todo estaría bien. Todo lo que tenía que hacer era aguantar hasta entonces. Una vez allí podrían taladrar su camino hacia el objeto lo más rápido posible. Harían lo que Tanner había pedido: tomarían una pequeña muestra y subirían a la superficie inmediatamente. Entonces—si fuese lo que fuese valía la pena ser recuperado—estaría fuera de sus manos. Volaría de regreso al Sector Norte Americano, volvería a su vida, sacando todo esto de su cabeza. Si Tanner y DredgerCorp querían formar un grupo completo y excavar el objeto por completo antes de que otra organización se enterara de ello, ese era su problema: él ya estaría lejos del lugar, muy lejos. Tal vez si respiraba rápidamente, sería mejor. Entonces no agotaría el oxígeno tan rápido. Aún transpiraba, el sudor chorreaba por su cuerpo, pero no se reía de ello ahora: tenía miedo. Tenía miedo de lo que estaba pasando y miedo de Dantec. Hennessy, contrólate, pensó. O mejor dicho, una parte de él pensó. Otra parte estaba gritando en su cabeza, una y otra vez. Otra parte de él intentaba encerrar a esa parte bajo la cubierta y cerrar la escotilla. Pero también había partes que hablaban, o mejor dicho, susurraban, todos los susurros ocurrían dentro de su cabeza, ni siquiera estaba seguro de que fuese él. Hennessy, susurraban las voces, Hennessy. Como si intentaran atraer su atención. Eran tanto una parte de él como no lo eran. Una ola de dolor atravesó su cabeza. Gruño y apretó sus pulgares con fuerza en sus temples y miro hacia atrás, a Dantec, para ver si lo había notado. Vio que Dantec también apretaba su cabeza, su cara estaba pálida y perlada con su sudor. Estaba sufriendo. Después de un momento, su cara volvió a perder toda expresión y se enderezo, cruzando miradas con Hennessy. “Que estas mirando?” dijo casi gruñendo. Sin una palabra, Hennessy volvió a su panel de control esperando que haya pasado un tiempo, pero no estaba seguro si el tiempo había pasado en absoluto. Tal vez aún les quedaban novecientos metros más para bajar. “Cuantos metros más?” pregunto con la voz más calmada y firme que pudo. Miro el distorsionado, fantasmal reflejo de Dantec en la ventanilla de observación. El hombre se veía deshecho. “Te diré cuando sea el momento,” dijo Dantec. Se percibía un pequeño temblor en su voz ahora, a menos que Hennessy lo estuviera imaginando. Tal vez, pensó Hennessy, es tan malo para él como lo es para mí. 46
  • 47. En cierta forma, lo encontró reconfortante. En otra, hizo que se diera cuenta de que las cosas podrían ser mucho peor de lo que pensaba. Siguió mirando la ventanilla de observación, a veces observando la turbia agua, otras mirando el reflejo de Dantec. Cuanto más, pensó, cuando más? Sacudió su cabeza. Hennessy, decían las voces. Hennessy. Eran voces que él reconocía, pero no estaba seguro de donde, y entonces se dio cuenta de que eran las voces de su sueño. Pero una en particular era aún más familiar. Sabía quién era, estaba seguro, pero no podía asociar una cara a esa voz. Como podía escuchar una voz, saber que era familiar y aun así no saber a quién pertenece? Se han metido en mi cabeza, pensó. Debo haber hecho algo para permitir que entraran a mi cabeza. Hay algo mal conmigo. Oh Dios—oh Dios, pensó. Por favor ayúdame. Si empezaba a gritar nuevamente, Dantec lo mataría. Dijo que lo haría. Había una imagen de algo fuera del batiscafo, justo debajo suyo. No, espera, pensó, solo es el reflejo de Dantec. No es nada. Pero ahí estaba otra vez, saliendo de la nada, algo más claro, apenas texturado. El suelo oceánico. Redujo la velocidad del batiscafo hasta que se movía a la velocidad de un caracol. “Tres mil metros,” dijo Dantec. “Ya casi llegamos,” le dijo a Dantec, su voz repentinamente se tornó confiada otra vez. “Casi estamos en el fondo.” Lo vio aproximarse. Era tan desértico como la luna, una gruesa capa de lodo se extendía en todas direcciones. Se posaron suavemente, casi sin levantar sedimentos. Una raya que estaba escondida en el lodo se elevó y nado lentamente fuera del rango de las luces. En las pruebas existía el miedo de que el batiscafo girara sobre sí mismo al llegar al fondo y debieran luchar por enderezarlo, pero se posó suavemente y sin problemas. “Lo hicimos,” dijo a Dantec. “Debería ser fácil de aquí en adelante.” Dantec solo lo miro. Hennessy contacto con Tanner. Extrañamente, la señal era mejor que cuando estaban mil metros más arriba, tal vez por el nuevo ángulo de la nave, aunque había momentáneos pulsos de energía que alteraban toda la señal. “Llegamos,” dijo una vez que Tanner respondió. “Como se ve?” preguntó Tanner. “Suave y plano,” dijo. “La primer capa no debería ser difícil de atravesar.” 47
  • 48. “Se ve como el fin del mundo,” murmuro Dantec detrás suyo. Tanner asintió. “—dices?” pregunto. “Lo siento Señor, no recibimos la primer parte,” dijo Hennessy. “No importa,” dijo Tanner. “Procedan cuando estén listos. Y Buena suerte.” Hennessy acciono los brazos mecánicos para estabilizar la nave y elevar su parte posterior. El taladro ajusto su ángulo hasta que la punta toco el suelo oceánico. Preparo los controles. 48
  • 49. 15 Sintió una mano sobre su hombro, giro para ver a Dantec allí, fuera de su asiento, sus ojos desorbitados. “Yo usare el taladro,” dijo. “Pero yo soy el que—” Dantec apretó y un agudo dolor azoto su hombro y cuello; uno de sus brazos se entumeció de repente. “Yo usare el taladro,” dijo Dantec otra vez, con una voz sólida como una roca. “Muévete.” Fue una lucha el desatar el cinturón con Dantec apretando su hombro, peor al final logro hacerlo. Se levantó. Dantec seguía agarrándolo, pero logro llegar al otro asiento. Solo cuando estuvo sentado y con el cinturón ajustado Dantec lo soltó. Hennessy respire con un gran alivio y comenzó a masajear su hombro con sus dedos. Lentamente sintiendo otra vez su brazo. Miraba con odio a Dantec. “Difícilmente sabes lo que estás haciendo,” dijo. “Nos vas a matar a ambos.” “Cállate,” dijo Dantec, sin siquiera molestarse en girar para verlo. Encendió el taladro y comenzó a descender. Toda la nave se sacudió. En unos segundos, comenzaron a hundirse en el lodo. ··· 49