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C 56
ENTRADA
Octubre 16 / 19
México
Un mal día en la vida de Ana
Es lunes y ya se ha hecho tarde para la escuela. Ana amaneció con
cólicos y obviamente de mal humor. Su madre Sofía ya le ha gritado
en dos ocasiones para que se levante y para que aliste a su hermano
menor. A la tercera ya no sólo le ha gritado: ha entrado al cuarto y
la ha levantado con un jalón de cabellos. En fin, hay que asumir
estas cosas, pues “me tocan”, pensó Ana. Caminó hacia la cama de
su hermano para levantarlo y éste comenzó a decirle groserías y a
patearla para que se alejara de su cama y lo dejara dormir.
Sofía sigue gritándole a Ana para que se apure; incluso, cuando Ana
le pregunta a su mamá por el suéter escolar que necesita, su madre
se molesta más y comienza a gritarle que es una “estúpida” porque
no se ha dado cuenta de que no tienen dinero para comprar un
“cochino suéter”. También le dice que es una inútil, que no sabe
hacer nada y que así nunca será nadie. Ha sido una mañana difícil
para Ana, y entre jaloneos y malas palabras, Sofía, Ana y su
hermano Miguel salen de casa corriendo porque se ha hecho tarde.
Al llegar a la secundaria, Ana busca a su mejor amiga para contarle
de su amarga mañana, y cuando la maestra las ve platicando a media
clase, decide que un buen castigo es dejarlas paradas en el sol
durante toda la mañana, sosteniendo un par de libros por encima de
sus cabezas. “¡Uf, que asco de día!”, piensa Ana.
Mientras están ahí, Ana y su amiga Karla, varias compañeras y
compañeros de clase pasan burlándose de ellas; las critican
diciéndoles, entre otras cosas, que las han castigado por ser
“viejas chismosas”. Una y otra vez, quienes pasan por ahí,
molestan a Ana y a Karla sin que nadie diga nada.
Así que Ana, ya enfadada y en un momento de ira, decide aventar
los libros que lleva sobre la cabeza y arrojarse a los golpes contra
una de sus compañeras. La maestra logra separarlas y después de
tremendo regaño y gritos, manda a Ana a Orientación por un
merecido castigo y un citatorio para su mamá. Ana intenta explicar
lo que ha pasado, las burlas, su mal día, su situación, pero ni la
maestra ni la orientadora le permiten una sola palabra. La han
tachado de mal educada, de agresiva, de punk, de rebelde, inmadura
y un montón de adjetivos más. La orientadora le dice que debería
darle vergüenza su comportamiento y que eso que hace no va con la
forma de ser de una “señorita”.
Ana se ha quedado sola en la oficina de Orientación y ha encontrado
la caja de objetos perdidos; al asomar su cabeza dentro ha visto un
suéter escolar, “Justo el suéter que necesito para ya no pasar
fríos”, piensa. Así que, sin mucho pensarlo, lo ha tomado y lo ha
amarrado a su cintura, esperando no ser descubierta; “De cualquier
manera ya estoy castigada, nada peor puede pasar”, dice.
Al llegar a casa por la tarde, Ana, temerosa, le confiesa a su mamá
que deberá ir al siguiente día por el citatorio que le han puesto.
Sofía, iracunda, comienza a golpear a Ana. “¡Encima de todo, te has
robado un suéter! ¿Qué no piensas? Eres una mala hija, eres una
decepción”, le dice mientras sigue manoteando sobre su cara.
Aunque Ana intenta explicar lo que ha pasado, su madre no la
escucha y cuando termina de golpearla la corre directo a su cuarto,
en donde su hermano la espera para burlarse de ella.
Así, Ana termina su día sintiéndose la peor persona del mundo; le
duelen los golpes, pero aún no sabe cuáles le han dolido más, si los
que ha recibido su cuerpo o si las palabras que le han dicho y la
situación de impotencia que siente. Es una pena que esto sea sólo
un día más de los muchos días iguales que vive y que la han llevado
a pensar en hacerse daño.
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