Las aventuras de Mercurita, la traviesa aprendiz de hada
1. Las Las aventuras del hada Mercurita Mercurita la aprendíz de hada
2. Nuestra pequeña amiga, es una aprendiz de hada, llamada Mercurita. Es muy inquieta, y traviesa. Pero también es buena estudiante y pone interés en aprender.
3. Después de comer, Mercurita se aburre. Para matar el aburrimiento, se va a columpiarse. De pronto escuchó unas risitas detrás de la tapia. Eran las alumnas mayores. Entonces, sonríe maléficamente. Acaba de tener una idea. Cogió un globo, y lo llenó de agua. Sus intenciones, son evidentes. Aunque la tapia es un poco alta, no es obstáculo para alguien de agilidad felina como ella.
4. Abajo, 3 hadas adolescentes, hablan de sus cosas. Mercurita, que aún es una niña, las encuentre absurdas. “Esas muchachas, solo dicen tonterías. Bueno, no importa. No hay nada mejor que un globo de agua, para refrescarles las ideas, y hacerles volver al presente”. Una de las chicas, subió a la tapia, para ver quién había tirado el globo, y encontró a Mercurita, muerta de risa. “¿Te parece divertido, niñita? Como yo baje a por ti, te vas a enterar”.
5. Un día, durante el recreo Mercurita va al servicio, y se cruza con el portero, Herdo. Este es un hombre arisco y serio, muy impopular, al que algunos llaman “lerdo” por sus modales, e incluso “cerdo”, por su miserable forma de vestir. En el interior, descubre que el portero, se ha dejado la escoba olvidada. Una vez más, tiene una idea.
6. Con un papel de colores, Mercurita hace un cucurucho, y con sus poderes de hada, vuela con la escoba. Al pasar cerca de las mayores, les dice: “Eh, mirad, me he vuelto una brujita”. Estas, se ríen de su ocurrencia. No le guardan rencor, por la broma del globo. Al que no le hace gracia, es a Herdo. Mercurita, ha roto sin querer, la vieja escoba, mientras aterrizaba. Este, coge un palo, y sale detrás. Al verlo, las mayores, se lo toman a mal, y se enfadan. “Herdo ¿No pensará golpear a esa niña, verdad?” Este, no responde.
7. Al ver la actitud de Herdo, se forma un tumulto. Las alumnas, le gritan e insultan, pero no por ello, deja de perseguir a Mercurita. Por suerte, Fando Tesan, el administrador, y profesor de Matemáticas pasa por allí, y se indigna, al saber lo que ha ocurrido. No duda en plantarle cara al agresivo Herdo. Este, se tranquiliza, al verlo. “Herdo, suelte ese palo y nos hará un gran favor. Mañana, le entregaré el dinero, para que se compre otra escoba. La anterior estaba vieja, y ya era hora de cambiarla. Y tú, niña, ve de inmediato a bañarte, no vayas a enfermar. Esa escoba, estaba muy sucia.” Mercurita avergonzada, le da las gracias por defenderla, y obedece.
8. Mercurita, está muy contenta. Una amiga de la clase de las chicas mayores le dijo una vez, que en su pueblo, se aburren mucho, durante las fiestas. Nuestra hada pensó, que unos petarditos ruidosos, era lo que necesitaban, y se puso con sus artes mágicas, a hacer unos de su invención. Los hizo, en un desván en desuso del colegio. Ella entra allí con frecuencia. Es su laboratorio particular, y rodeada de trastos de todo tipo, realiza sus experimentos.
9. En una cajita de lata ha guardado varios de esos petardos, a los que ha bautizado como “kanguritos”, ya que en teoría, deberían botar un par de veces, tras explotar. Pero tiene que probarlos, para ver si han salido bien. Después de comer se aburre, y no hay clases. Así que piensa, que es el mejor momento para probarlos, sin que le llamen la atención. Desde la ventana de su habitación, nuestra impaciente hada, se asegura de que no pasa nadie en esos momentos, y lanza su primer kangurito, con éxito rotundo. Se entusiasma, y lanza el 2º…y el 3º….. Y no lanza mil, porque solo ha hecho 15. Su entusiasmo juvenil, le hace creer, que no le van a llamar la atención. “Esto funciona. Los venderé en los pueblos y me ganaré unas moneditas con ellos.”
10. Pero hace mal en ser tan entusiasta. El administrador, al escuchar las explosiones, está a punto de perder los nervios. “¡Otra vez, esa inquieta niña del demonio! ¿Es que no va a parar nunca?” Sin haberla visto, sabe muy bien que ha sido ella. Por lo tanto, grita sin dudar: “¡Mercurita! ¡Baja ahora mismo, y deja las bombitas!”
11. Los razonamientos de Mercurita, no son suficientes para convencer a Fando, de que no la castigue. “Aquí no se tiran petardos, tanto si hay clase por la tarde, como si no”. En castigo, le manda hacer unos ejercicios complicados. Para su sorpresa, ella los termina antes de lo previsto. Así que le manda más. “¡Esto no es justo, ya los he terminado!” “Claro, claro. Tu lo que quieres, es seguir haciendo travesuras. De aquí no sales, hasta que se ponga el Sol. Poco después, Mercurita en sus ratos libres se puso a hacer pompas de vivos y variados colores, que causaban admiración. Pero Fando no creía que fuera a eso durar mucho. Ella, se lo confirmó: “Yo no renuncio a lanzar mis kanguritos. Son algo ruidosos, pero los lanzo solo para divertirme, y no hago daño a nadie”. “No, nada de kanguritos, sigue con tus pompas que están prohibidos. Cuando haya fiesta en el pueblo, úsalos, o véndelos, pero aquí, no.
12. Su profesora de lengua e historia de la magia, que además era su tutora, se llamaba Jantia. “Qué cosas tienes “Mercu” ¿Cómo se te ocurre tirar petarditos en el cole?” “Cosas mía Jantia. Los inventé yo, y me aburría. Además, quería probarlos”. Jantia le dijo, que más le valía olvidarse de ellos. Ese día, tocaba leer. Al final de la clase, llamó a 3 alumnas, que eran muy tímidas, y leían con poca soltura. Eran Anasti, Poly, y Cleo. Les dijo, que a partir de ese día, tendrían clases de lectura, todas las tardes en la vieja biblioteca. Ellas protestaron, pero fue en vano. Jantia, era educada, pero si se le metía algo en la cabeza, no daba su brazo a torcer.
13. “Por ser hoy vuestro primer día, os dejo que escojáis, lo que vais a leer. Bajadlos a la biblioteca, en un momento, y luego no tendréis que subir a buscarlos”. Dijo Jantia, mostrándoles la estantería. La rubia Poly, al ver que Mercurita la mira, le dice tímidamente: “adios”. A lo que ella respondió burlona: “Adios, burrita”. Jantia, le llama la atención, por llamar de esa forma a su compañera.
14. Esa tarde, Mercurita, se tumba a la sombra de unos árboles de un bosque cercano a la escuela de hadas. “Tengo la boca seca como un estropajo, de hacer pompas, y Fendo dice que la prohibición de los petardos, no es cosa suya, sino de una norma de hace más de 20 años ¡Vaya fastidio! No se si debería preguntarle a la directora, pero esa es más rigurosa que Fendo.” Un murmullo, llama su atención. Son las 3 niñas, que tienen que ir a la vieja biblioteca, a leer con Jantia. “¡Bah qué agobio, tener que ir a leer ahora con lo bien que se está jugando!” Protesta, Anasti.” “Ir a clase por la tarde es agobiante pero a éstas chicas, les hace falta”. Piensa, Mercurita.
15. Mercurita, no es mala persona pero al ver a sus compañeras, quiere hacerse la graciosa. “Hola, burritas ¿Ya vais de camino a las clases para aprender a rebuznar? Si queréis, os enseño yo”. Dijo, mientras se ponía a trotar alegremente, al tiempo que rebuznaba. “Ji ja, ji ja, ji ja. Somos 3 burritas que queremos rebuznar”. Dice, canturreando una canción improvisada. “Solo nos faltaba la pesada ésta”. Dice la pelirojaAnasti, malhumorada. “Oye, déjanos en paz ¿Vale?”. Exclama, Cleo con enfado. Pero Mercurita, va a lo suyo, sin dejar de trotar, y rebuznar alrededor de ellas. Ninguna, ve al omnipresente Fando, que observa la escena con atención.
16. “Ya me extrañaba a mí, que no tuvieras alguna travesura en mente ¿Te parece bien, burlarte de tus compañeras?” Dijo Fando muy serio. “¡Eh! Yo no me burlo de nadie. Solo estoy jugando. Lo que pasa, es que eres muy pesimista, y todo te parece malo”. “¿Pesimista yo? Anda, sígueme”. Fando explica a Jantia la situación. Piensa que si castiga haciendo asistir a Mercurita a las clases de lectura por las tardes, aprenderá a apreciar a sus compañeras. De todas formas, se aburre, y ya ha cometido varias gamberradas, por lo que le sentará bien estar ocupada. A menos, que la profesora, tenga inconveniente. “Huy que va, no hay problema. Siéntate”. Esta toma asiento con seriedad, mientras sus compañeras, aguantan la risita.
17. Al principio, va de mala gana, pero no tarda en acostumbrarse, y acaba aficionándose a la lectura. Poly, es la compañera con la que se lleva mejor. Aunque Mercurita, tiene más amigas, éstas no superan a Poly en amistad y confianza.
18. Mercurita, aprovecha para citar en la biblioteca a los profesores, para consultar sus dudas con ellos. Después de todo, no cree que a Jantia le importe, ya que la cuestión es que las 3 chicas, sean más participativas. Fando, está encantado de ayudar.
19. “Bueno Poly, admito que al principio me costaba trabajo ir a las clases de lectura, pero ya me está gustando”. “Yo me alegro, Mercu. De camino, también podrías enseñarnos a estudiar, si no te importa”. “Claro que no. Lo que quieras.”
20. El tiempo pasó, y Mercurita aprendió mucho, ayudó a sus amigas a estudiar, pasó de curso, y se hizo mayor. Aquí la tenemos, con su vestido de hada de color amarillo.
21. “Chicas, estoy tan acostumbrada a estar al otro lado de la tapia, que me siento rara”. Dice Mercurita. “Ya, claro. Echas de menos tus globos de agua y tus kanguritos ¿Verdad?” Exclama Poly. Sus amigas, se echan a reir. FIN
22. Esta historia es una adaptación libre del libro: “Mercurita la aprendíz de hada”. Escrito por Antonio Pedro Grande Rey durante El año 2.009