1. mach82|cultura
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"N
o tengo ni idea de arte”. La
primera frase es toda una de-
claración de intenciones de alguien
que, hace no tanto tiempo, decidió
hacer de su hobby un modo de vida.
Pablo Aznar tiene ya 50 años, y le hi-
zo falta una salida abrupta del mun-
do del “empresario triunfador” para
retomar pincel, espátula y lienzo y
ponerse manos a la obra.
Una no sabe hasta qué punto dar
veracidad a la pretendida ignorancia
de este artista que ha heredado de su
madre y de su abuelo el gusto por la
pintura. A la vista de la acumulación
de cuadros, del caos típico del estu-
dio de un pintor –atiborrado de las
obras que prepara para su segunda
exposición, en la T4 de Barajas-, pa-
rece que el desconocimiento del que
Pablo presume sea puramente acadé-
mico.
Porque Pablo sabe de colores. Sabe
cómo escupir emplasto en sus lien-
zos, cómo dar relieve a las fotos bidi-
mensionales que interpreta en sus
pinturas, colorear la plana realidad
con nuevas curvas y texturas. En sus
cuadros, Pablo transforma el asfalto
en lava y un jardín en selva tropical.
Él afirma constantemente carecer de
“estilo propio”, en un intento de qui-
tar importancia a lo que hace, quizás
❚❘ El madrileño Pablo Aznar Hercilla expone sus cuadros en la Terminal 2 de Barajas
durante el mes de mayo
Estallido
de color en Barajas
El nombre artístico y Nickane de Pablo
es Vidarius, que significa río de la vida.
MARÍA FERNÁNDEZ
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2. para alejarse de ese mundo académi-
co del arte, tan intoxicado de vani-
dad.
Sus intenciones son mucho más
sencillas, limitándose a retratar lo
que la naturaleza le muestra. Y lo ha-
ce con un filtro colorista, vivo y diná-
mico que delata a la perfección el ca-
rácter de alguien que ha aprendido a
reírse de todo, especialmente de sí
mismo. Pablo, que sabe cómo se
mastica el fracaso, lo regurgita en su
estómago y lo expulsa de nuevo en-
tre carcajadas, de la misma forma
que hace con los paisajes, ciudades
y jardines que protagonizan sus cua-
dros.
“Soy un hortera frustrado”, confie-
sa entre risas, como siempre que
busca caricaturizarse. “Me gusta me-
ter colores: me gusta el morado, el
amarillo, los colores chillones”. ¿Opti-
mismo? Tajantemente no, “ser opti-
mista es ser un cretino”, ironiza. Aun-
que sí, siempre, buen humor. Y, sobre
todo, disfrutar, algo que echa en fal-
ta desde que esta exposición de Ba-
rajas le obligó a la producción de
cuadros en masa. “Tengo ganas de
terminar y volver a hacer cuadros de
menor tamaño. Volver a pasarlo bien
pintando”.
Pero, por ahora, nos quedamos
con esta exhibición pictórica que an-
ticipa, en una instalación cerrada, los
sabores que se encuentran fuera, en
plena primavera.
La exposición “el Óleo y la Éspátu-
la” –ingredientes básicos de su obra-
ocupará los pasillos de la Terminal 2
de Barajas durante todo el mes de
mayo. ❖
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mach82|cultura
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