2. Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de
hacer para tener en herencia vida eterna?» El le dijo: «¿Qué está escrito
en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a
tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz
eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi
prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y
cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se
fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino
un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que
pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba
de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose,
vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su
propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente,
sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si
gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te
parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» El
dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú
lo mismo». Palabra del Señor.
3. CASO DE LA VIDA REAL
Una Jovencita de 13 años llamada Edith Zirer cuenta este
testimonio. Dice como fue liberada del campo de concentración de
por allá de Polonia; dice que llegó a una pequeña estación de
ferrocarril, dice que se quedó en un rincón y que un Joven fue y le
llevo una taza de té caliente y un bocadillo, ella estaba por mucho
tiempo sin comer y estaba tan cansada, que no quería comer, él la
obligo, y le dijo que tenían que caminar para poder subir el
tren, ella no pudo porque estaba muy débil. El la tomó en sus
brazos y la llevo por kilómetros, a cuestas, mientras caía nieve. El
le iba platicando de la muerte de sus padres y hermano y le decía
que también El sufría, pero que era necesario no dejarse vencer
por el dolor y combatir para vivir con esperanza. Su nombre se le
quedó muy grabado: KAROL WOJTYLA El Papa Juan Pablo II.
4. “La parábola del buen samaritano, tan humana
y tan llena de misericordia”.
“No sólo un tesoro cristiano,
pertenece a la riqueza de la humanidad”.
Hoy Jesús nos dice a cada cristiano: “Haz tú lo mismo, en tú casa…
Haz tú lo mismo cuando vas por la calle…
Quiere que seamos como el samaritano que
ve, se compadece y actúa.
5. Todo cristiano está llamado a
revivir, en contextos distintos
y siempre nuevos, la
parábola del buen
Samaritano.
Al final de la parábola,
Jesús dice: "Ve y haz tú lo
mismo" (Lc 10, 37). Con estas
palabras se dirige también a
nosotros.
6. Nos exhorta a inclinarnos
sobre
las
heridas
del
cuerpo y del espíritu de
tantos hermanos nuestros
que encontramos por los
caminos del mundo.
Nos ayuda a comprender
que, con la gracia de Dios
acogida y vivida en la vida
de cada día, la experiencia
de la enfermedad y del
sufrimiento puede llegar a
ser escuela de esperanza.
7. “Lo que cura al hombre
no es esquivar el
sufrimiento y huir ante
el
dolor,
sino
la
capacidad de aceptar la
tribulación, madurar en
ella y encontrar en ella
un sentido mediante la
unión con Cristo, que
sufrió con amor infinito"
(Spe Salvi n. 37).
8. Ya el Concilio Ecuménico
Vaticano II recordaba la
importante tarea de la Iglesia
de ocuparse del sufrimiento
humano.
En la Constitución
Dogmática Lumen gentium leemos
que como "Cristo fue enviado por
el Padre ´para anunciar a los
pobres la Buena Nueva, para
sanar a los de corazón
destrozado´ (Lc 4, 18), ´a
buscar y salvar lo que estaba
perdido´ (Lc 19, 10)”.
9. El Concilio Vaticano II
daba su mensaje a los
enfermos con estas palabras.
“Sois los preferidos del
reino de Dios, el reino de la
esperanza, de la bondad y de
la vida; vosotros sois los
hermanos de Cristo paciente,
y con El, si queréis, salváis al
mundo”.
(Mensaje a los pobres, a los
enfermos, a todos los que
sufren, 1965)
10. “Uno de los puntos claves
de toda la antropología
cristiana: El hombre no
puede encontrarse
plenamente si no a través
de un don sincero de sí
mismo, Buen Samaritano
es precisamente el hombre
capaz de este don de sí
mismo"
(Carta ap. Salvifici doloris, n. 28)
11. Después de escuchar el
relato de Jesús, su interlocutor ya
no encuentra ningún obstáculo para
indicar quién era el que se había
comportado como verdadero prójimo.
Evidentemente
es
el
samaritano, aquel que ha tenido
compasión de otro hombre en la
desgracia, aunque fuera un extraño
y desconocido. Jesús le dice
entonces: “Anda, haz tú lo mismo”.
Con otras palabras el Apóstol
Santiago
pone
de
relieve
la
necesidad de la actitud del buen
samaritano cuando escribe en su
epístola: “¿De qué le sirve a uno
decir que tiene fe, si no tiene
obras?..., la fe, si no tiene obras,
está muerta por dentro..., es inútil”
(St 2, 14. 17. 20).
12. Sin duda alguna, los
dos que pasaron de largo
conocían los libros sagrados
y se consideraban no sólo
creyentes, sino también
profundos “conocedores” de
las verdades de fe.
Sin
embargo,
no
fueron
ellos
sino
el
samaritano quien dio una
prueba ejemplar de su fe.
La fe dio fruto en él
mediante una buena obra.
13.
14. La Palabra de Dios
nos plantea a nosotros, los
creyentes, una pregunta
fundamental:
¿Es fructuosa de veras
nuestra fe?
Es decir:
¿Fructifica realmente en
obras buenas?
¿Está viva o, tal vez está
muerta?
15. Esta pregunta
deberíamos hacérnosla todos
los días de nuestra vida; hoy
y cada día, porque sabemos
que Dios nos juzgará por las
obras cumplidas en espíritu
de fe.
Sabemos que Cristo
dirá a cada uno en el día del
juicio: Cada vez que hicisteis
estas cosas a otro, al
prójimo, a mi me lo hicisteis;
cada vez que dejasteis de
hacer estas cosas con el
prójimo, conmigo las
dejasteis de hacer
(cf. Mt 25, 40-45).
16. Una cosa es el tiempo en que
se pueda leer un texto y otra
el tiempo real que tuvo que
pasar para que se realizaran
aquellas acciones.
Las
acciones
del
samaritano pueden leerse en
menos de 15 segundos; sin
embargo ¿cuánto tiempo
supone el narrador que
estuvo con aquella persona?
17. En ciertos ambientes judíos
del tiempo de Jesús
excluían del círculo de
prójimos a extranjeros,
samaritanos o residentes
en Israel que, tras un año
de convivencia, no se
hubieran convertido al
judaísmo.
Incluso
los
fariseos no consideraban
prójimos a la gente del
pueblo…
18. Sin embargo, el
evangelio modifica
este concepto de
prójimo: prójimo no
es primeramente el
próximo sino
primeramente el
necesitado.
Prójimo no es sólo el que está a mi lado,
sino soy Yo mismo en la medida que salgo
de mí y me aproximo al otro.
19. Pero el evangelio va
más allá todavía, pareciera
que desea presentar un
itinerario
para
la
misericordia.
No es casualidad que
las tres ocasiones en que
Lucas
habla
de
la
misericordia la relacione
con el verbo ver
(7,13;
10,33;
15,20).
La
misericordia tiene detrás
una buena vista; ver –no
divisar- implica la cercanía.
20. Por eso la pregunta con la
que cierra el evangelio no es
quién es mi prójimo sino
quién se comportó como
prójimo.
Al final, se hace una
catequesis finísima para dar a
entender que el que practica
la misericordia, sea quien
sea, se asemeja a Dios, se
comporta como el mismo
Dios lo hubiera hecho.
21. Y el final: “vete y
haz tu lo mismo” (v. 37)
podría mal entenderse
si no se recuerda lo que
hizo el samaritano.
Se es prójimo no
sólo si se ayuda a otro
sino si se hace de esta
manera.
22. Cristo –el Buen Samaritano
por excelencia, que cargó
sobre Sí nuestros dolores–
(cf. Is 53, 4) seguirá
actuando así no sólo a través
de unos pocos, sino a través
de todos, porque todos
estamos llamados a una
vocación de servicio.
A todos nos ha dicho el
Señor: “Amarás... a tu
prójimo como a ti mismo”
(Lc 10, 27).
23. El hombre, creado a
imagen y semejanza de Dios, no
sufre sólo por causas físicas: la
principal causa del dolor es el mal
moral.
Son muchos los que
acuden al Señor para pedirle los
cure de sus enfermedades, pero
acaso son pocos los que le
preguntan, como el letrado del
Evangelio de hoy: “Maestro, ¿qué
tengo que hacer para heredar la
vida eterna?” (Lc 10, 25).
También en las almas hay
hambre de verdad, como en los
cuerpos hay hambre de pan.
24. En el contexto de la Nueva
evangelización es claro que:
“La caridad es el
lenguaje que en la nueva
evangelización, más que con
palabras se expresa en las
obras de fraternidad, de
cercanía y de ayuda a las
personas en necesidades
espirituales y materiales”
(Instrumentum laboris, Sinodo de la NE, n. 124).
25. El
camino
del
buen
samaritano nos induce a
inclinarnos sobre el hombre
que sufre.
Y
haciendo
esto, nuestro corazón se
eleva hacia Dios; porque, en
efecto, el amor que se
demuestra al hombre halla
siempre su fuente definitiva
en Dios, que es Amor (cf.
1 Jn 4, 16).
26. El Papa Benedicto XVI afirmó:
La Fe no seria Fe sin
Obediencia A Cristo que Obra
en nosotros según su Amor.
No nos es lícito “pasar de largo”,
con indiferencia sino que debemos
detenernos al lado del que sufre.
“Nunca dejemos que alguien se acerque
a nosotros y no se vaya mejor y más feliz”.
27. Diálogo con Cristo
Señor, aumenta mi fe para que te
pueda ver en cada persona que
conozco. Fortalece mi esperanza
para que pueda confiar firmemente
en que Tú me darás todo lo que
necesito para amar. Incrementa mi
caridad para que pueda
experimentar la alegría que viene de