Aportes de la mujeres en la construcción de una cultura de paz
1. “Aportes de la mujeres en la construcción de una cultura de paz”
Jimena Esquivel Leáutaud
Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación, Fe y Política
El tema de la paz no es un tema fácil ni cómodo de trabajar, no hay recetas específicas y sin
embargo es un tema que a todos nos convoca y que en estos momentos que vive nuestro país,
exige generar espacios de diálogo, reflexión y análisis sobre el mismo.
Nosotros como Iglesia no podemos permanecer indiferentes y ajenos, tenemos la obligación, cada
quien desde sus espacios y trincheras, de contribuir y poner nuestro granito de arena
precisamente en la construcción de la paz.
I. Las mujeres ¿pacíficas por naturaleza?
Generalmente las mujeres somos tomadas, junto con los niños, como un emblema natural de la
paz y como símbolo de todo aquello que hay que proteger y por lo que hay que luchar. Existe la
imagen estereotipada de los hombres perpetradores de violencia y de las mujeres como víctimas
pasivas de la misma. 1
De acuerdo con algunos especialistas,2
esta identificación de la mujer con la paz se apoya
principalmente en dos bases: la primera es la exclusión tradicional de la mujer de los aparatos del
poder y de los ámbitos de toma de decisiones a todos los niveles, política, económica, eclesial,
militar, diplomáticamente hablando y la segunda base es la experiencia de la maternidad para la
mayoría de las mujeres, existe la idea de que las mujeres por el hecho de ser capaces de dar vida,
son más pacíficas que los hombres.
Sin embargo, hay que señalar que por naturaleza las mujeres ni son más pacíficas ni menos
violentas que los hombres, existen claros ejemplos que confirman lo contrario, por ejemplo la
participación de las mujeres en las guerrillas, en los ejércitos, mujeres vinculadas al nazismo…Este
binomio o asociación de mujer con paz, es una construcción social, vinculada y relacionada
precisamente con la discriminación social de la mujer, se trata de roles culturales asignados en los
que se educa desde el nacimiento.
Por ejemplo históricamente en muchos momentos se habló de la mujer como alma bella y el
hombre como guerrero justo, también está la vinculación de que los varones por su cuerpo son los
únicos que pueden hacer el servicio de las armas y ser, en consecuencia, auténticos ciudadanos.
Esta característica del sexo-varón ligado a la fuerza bruta, es definida como fundamento de la
política y concede a los hombres, por tanto, una posición de poder que se niega a las mujeres. Así
el ciudadano es varón por naturaleza y la mujer, del mismo modo, madre. Las madres son también
una figura central en el planteamiento cívico, no como ciudadanas, sino como madres de futuros
ciudadanos y de futuras madres de ciudadanos.
1
Mendia, Azkue Irantzu, Aportes sobre el activismo de las mujeres por la paz, Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación
Internacional (HEGOA), Barcelona, España 2008.
2
Magallón Carmen, Las mujeres como sujeto colectivo de construcción de paz, Cuadernos Bakeaz # 611, febrero 2004.
2. Derivado de lo anterior, es preciso entonces destacar que la tarea civilizatoria puede y debe ser
responsabilidad tanto de hombres como de mujeres, lo cual implica tratar de eliminar la idea tan
arraigada que se tiene de que a las mujeres les corresponde por naturaleza, el mantenimiento de
la paz y el que, en contraposición, sean los varones, también por naturaleza, los encargados de la
lucha y del ejercicio de la violencia. Todos hombres y mujeres, somos agentes de violencia, pero
también todos podemos ser agentes de paz.
¿Cómo entonces las mujeres hacen su aportación en la construcción de la paz? Debemos
reconocer y destacar que la causa de la paz es uno de los movimientos políticos que ha movilizado
a más mujeres en el siglo pasado, ahí están por ejemplo el mismo Gandhi, quien reconoció haber
aprendido de las mujeres sufragistas británicas las técnicas de la no violencia y la desobediencia
civil, no es coincidencia que más del 60% de los integrantes de la famosa “Marcha de la Sal” en
1930 en la India, estuviera compuesta de mujeres.
En muchos países, después de la guerra o el genocidio, son las mujeres las que continúan la lucha
contra la impunidad y por la recuperación de la verdad y la justicia, ahí están por ejemplo las
Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, el Comité de Madres y Familiares de Presos,
Desaparecidos y Asesinados Políticos de El Salvador Monseñor Oscar Arnulfo Romero, la
Asociación de viudas del genocidio de Ruanda, entre muchos otros.
Más recientemente, en 2011 el premio nobel de la paz, fue otorgado a tres mujeres: la presidenta
de Liberia: Ellen Johnson Sirleaf, su compatriota y militante por la paz Leymah Gbowee y la yemení
Tawakkul Karman, activista de la llamada primavera árabe. Los organizadores del Comité Nobel
noruego declararon que las tres galardonadas fueron “recompensadas por su lucha no violenta
por la seguridad de las mujeres y de sus derechos a participar en los procesos de paz”.
II. Evolución histórica de la construcción de paz
Se pueden distinguir tres tipos de violencia, siempre relacionados entre sí:
a) Violencia directa la que está presente en los conflictos armados, en las guerras, en las
dictaduras.
b) Violencia estructural la cual se da en sociedades que son inequitativas e injustas, se trata de
una violencia menos visible pero mucho más lastimosa y
c) Violencia cultural sistemas de creencias, comportamientos, actitudes que legitiman el uso de la
violencia, e s la más difícil de trabajar y requiere mucho tiempo para cambiarla
El trabajo de construcción de paz ha buscado incidir en los tres tipos de violencia y lo ha hecho de
manera paulatina y diferenciada; en los años 30 después de la I Guerra Mundial, se inicia el trabajo
formal de construcción de paz para hacer frente únicamente a la violencia directa. En aquel
3. entonces se entiende la paz como la ausencia de guerra (paz negativa) hay paz cuando no hay
conflicto armado.
A partir de los 60´s se empieza a hablar de un nuevo concepto de paz, lo que se conoce como paz
positiva, es en este momento en el que se busca ir más allá de solo la violencia directa y se asume
la necesidad de “combatir” la violencia estructural, es decir, la paz no es solo ausencia de guerra,
sino también la presencia de estructuras violentas que general injusticia y desigualdad.
En los años 70´s surgen fuertes movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil que
trabajan el tema de la paz, incluyendo o realizando diversos estudios y análisis sobre el tema y que
más adelante a partir de los 80´s incorporan e introducen conceptos y perspectivas nuevas en el
debate del tema, tales como el de la violencia cultural y una perspectiva de género en la
construcción de la paz.
Este nuevo enfoque recupera la historia de muchas mujeres y grupos de mujeres que trabajaron a
lo largo del siglo XX por la construcción de la paz, pero entendiendo que el “construir paz” no solo
ha consistido en resolver conflictos armados sino en incorporar las paces cotidianas, es decir, que
la construcción de la paz no ha sido solo aquella que realizan los grandes líderes y jefes de estado,
la que se percibe muchas veces como espectacular y heroica.
En realidad, la construcción de la paz, se hace con acciones del día a día, que exigen grandes dosis
de resistencia y coraje para afrontar los conflictos cotidianos sin utilizar la violencia y esto obliga
necesariamente a poner en el centro de cualquier acción a las personas, su dignidad y sus
necesidades.
Como se trata de relaciones humanas, resulta inevitable la presencia de los conflictos, estos
siempre van a existir, más bien, se trata de construir paces cotidianas, planteándose cómo resolver
los conflictos sin utilizar violencia y tratando de evitar que se enquisten y se produzcan espirales
de violencia agudos, por eso se hable de que la construcción de la paz es un proceso imperfecto e
inacabado, pues siempre hay conflictos.
La existencia de la violencia a pequeña escala, la micro violencia a la que están vinculados y
vinculadas sobre todo las mujeres, la que generamos, vivimos, aceptamos e incluso muchas veces
convalidamos todos los días, es precisamente a la que hay que hacer frente y para lo que las
mujeres se deben organizar y volver agentes de paz.
III. Las mujeres como agentes de paz
La paz se construye también construyendo paces desde lo cotidiano. Por eso es necesario hacer las
paces con el entorno más cercano y afrontar las violencias cotidianas, que afectan a todos pero
especialmente a las mujeres y que van desde la violencia física, sexual, verbal, económica, en el
hogar, en el trabajo, en el transporte público, con la pareja, con los compañeros, con los colegas…
Existe una urgente necesidad de reconocer que la mujer puede y debe cumplir un rol
extraordinario como protagonista en la construcción de la paz, por eso resulta fundamental
4. visibilizar y reconocer la experiencia de las mujeres tanto como víctimas de la violencia, pero
también dimensionar y tener en cuenta su actuación en tanto que agentes capaces de generar y
apoyar la violencia, así como agentes de construcción de paz.
Es una realidad que las mujeres hacen una aportación muy particular en la construcción de la paz
porque la identidad femenina se asocia más frecuentemente con cualidades como la preferencia
de métodos diferentes a la confrontación, la resolución de conflictos y por la voluntad de una
mayor disposición al trabajo por el bien comunitario y de la colectividad. Esto hace que muchos
autores reconozcan que las mujeres pueden ser “más creativas y efectivas para hacer la paz”.
Los aportes de las mujeres en la construcción de una cultura de paz se pueden clasificar en varios
niveles:
1. Un primer nivel que inicia o está vinculado con la posibilidad de generar paces cotidianas
desde los entornos familiares, ya que es la familia donde se desarrolla la concepción del
otro en positivo, no como un enemigo, sino reconociendo que a pesar de las diferencias, o
más allá de ellas, podemos convivir con quienes nos rodean, respetando sus diferencias y
aceptando precisamente lo valioso de esa diversidad. Esto significa entender que la
construcción de la paz es un proceso que se inicia en la familia y de ahí va a otros espacios.
2. Un segundo nivel de aporte de las mujeres en la construcción de la paz tienen que ver con
disposición para generar movimientos sociales u organizaciones específicas en donde el
común denominador es la capacidad de construir redes, diálogos, puentes y entre quienes
teóricamente son enemigos irreconciliables. Porque las mujeres tienen una gran facilidad
para aprovechar sus propias redes familiares y cotidianas, para tejer otras estructuras y
formas de trabajo más sofisticadas. Importante destacar aquí el sentido de restaurar la
fraternidad que tiene la mujer.
3. Acercamiento holístico a la paz (integralidad) la rica experiencia de las mujeres es
invalorable a la hora de asegurar un futuro sostenible y justo para todos.
Derivado de lo anterior es que se proponen varios retos específicos que tienen las mujeres que
trabajan en la construcción de una cultura de paz:
1. Visibilización de su trabajo y acciones. Es indispensable trabajar en la visibilización de la
tarea desempeñada por las mujeres, que sus esfuerzos sean reconocidos y logren un
apoyo global más amplio.
2. Apertura al diálogo con otros actores. Resulta importante mejorar las conexiones entre
mujeres de paz del país, de la región e incluso del mundo, se trata de facilitar el contacto
entre ellas para así fortalecer sus esfuerzos por la paz en todo el planeta.
3. Fortalecer la articulación de redes. Es indispensable organizarse y desarrollar estrategias
comunitarias de construcción de paz, porque en general las mujeres continúan siendo
5. marginadas y excluidas de los procesos de toma de decisión, especialmente allí donde hay
violencia y pobreza.
4. Posicionar los temas estratégicos en la agenda pública del país. Las mujeres constructoras
de paz deben tener mayor influencia en las negociaciones de paz, en las políticas para el
desarrollo, así como en todos los procesos de toma de decisiones formales.
5. Continuar con una visión de que la construcción de la paz es un proceso de largo plazo y
que requiere testigos de esperanza en la sociedad.
6. marginadas y excluidas de los procesos de toma de decisión, especialmente allí donde hay
violencia y pobreza.
4. Posicionar los temas estratégicos en la agenda pública del país. Las mujeres constructoras
de paz deben tener mayor influencia en las negociaciones de paz, en las políticas para el
desarrollo, así como en todos los procesos de toma de decisiones formales.
5. Continuar con una visión de que la construcción de la paz es un proceso de largo plazo y
que requiere testigos de esperanza en la sociedad.