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Uma nayraw uñch’ukiskitu. Un ojo de agua me está mirando…

Mario Vilca, Incahuasi, Quebrada de Humahuaca, enero de 2010.

Rodolfo Kusch en su escrito “Un criollo en Ojo de Agua” nos cuenta de su
experiencia con una familia en la localidad del mismo nombre, en Santiago del
Estero, Argentina. En ese paraje el colectivo en que viajaba hace una parada.
Al frente de ella ve una pequeña casa, y al lado un corral de cabras:

“…nos entró el deseo de tomar leche de cabra (dice Kusch) y se lo pedimos a la mujer
que estaba junto al corral…Ya apremiaba la salida del ómnibus y quisimos pagar la
leche. Y la mujer nos rechazó el dinero. Apenas si nos pidió unos cigarrillos negros
que yo llevaba encima como pago por la leche ofrecida.” Al partir el ómnibus alcanza a
ver por la ventanilla una fugaz imagen: en el centro del patio estaba parado un anciano
erguido, de expresión noble. “Era alto, bigotes y cabello blanco, delgado, piel cetrina,
vestido de paisano, con sombrero de ala ancha.” Al verlo así, desposeído de todo,
mirando el horizonte, piensa: “no era un hombre, sino todo un símbolo… (Encarnaba,
para Kusch, el símbolo de Ojo de Agua)”[1]

Partiendo de esta experiencia Kusch la compara con su vida en la ciudad
rodeado de miles de personas y a su paradójica soledad. Entonces conversa
con su encendedor recién comprado. Lo esgrime para obligar a los otros a
hablar de él. Y se pregunta qué pasaría si se sintiera despojado de él. Y de
todos los objetos que dan sentido a su vida urbana. Y piensa en el viejo de Ojo
de Agua despojado de objetos, parado allí en el centro de un patio recién
barrido. Piensa que ese viejo encarna un significado que trasciende su
individualidad, su nombre y apellido, su color, su simple episodio de ser
humano.
Entonces recojo la intuición de Kusch, la de un ser humano que encarna el
mundo de Ojo de Agua. Me desplazo a los meandros, las opacidades, los
caminos, las sombras y claridades que para nuestras culturas andinas depara
esa parte generatriz del mundo que llamamos Ojo de Agua, manantial, o
laguna, ciénego...espacio sagrado en donde recibimos el agua que nos cría

Uma nayraw uñch’ukiskitu. Un ojo de agua me está mirando… [2]

Desde ese ópalo… me miro…
Habla desde su ojo
Me llama

Dicen los abuelos
Que “tiene boca”, que “hay que darle de comer”

Que “no quiere ser mirado”:
Indalecia Mamani de Tintilay se persigna cuando lo nombra, cuando nombra
al del Ojo de Agua del Abra de Santa Victoria:

“Diz que nadie, naide podía pasar cerca porque se descomponía el día. Y
corría un viento que voltiaba la gente y a los animalitos” (Indalecia Mamani de
Tintilay, 65 años. Yavi Chico. Yavi. Jujuy.1959) [3]

Y Felipe Choqui del Chañi:

“A la Laguna Brava (del Chañi) nu hay qui arrimarse, ni hay que dejar que si
arrime la hacienda. La laguna tiene un ojo bravo que come los gentes y los
animales. Se come los gentes y los animales que si arriman. Y al año tira las
osamentas. Y áhi se ven las osamentas de los gentes y los animales comidos.
Por ese peligro se llama Laguna Brava. Eso es misterio de la Pachamama.”
(Felipe Choqui, 15 años. El Chañi, capital. Jujuy. 1953)

O el Ojo que “quiere ser reconocido, saludado”:

En San José de Tilcara, la abuela María Cunchila nos recriminaba: “Porqué
están el cuerpo así, lleno de granos rojos. Seguro que han pasao por el Ojo y
no lo han saludao ¡Vayan a saludar al Ojo de agua!” Y nosotros sin entender a
quién saludar, porque no había humanos por donde habíamos pasado…


Uma nayraw uñch'ukitu, un ojo de agua me mira. El útero de mamapacha
Que está latiendo:

“En el Ojo del Huancar (de Abra Pampa) hay una aguada de aguas dulcitas y
claras. Sus orillitas tiene champitas verdes y tiernitas. Una vez se ha quedau un
hombre mozo a dormir allí (en el Huancar) A media noche ha visto salir unas
vaquitas de patas blanditas del Ojo, que casi pararse no podían y que comían
con dificultá de las champitas. Entonces ha agarrao una soga y ha pialau uno.
Pero era tan forzuda la vaquita, que lo ha arrastrau pa dentro y lo ha llevao a
una gran ciudad, muy hermosa…” (Antonio Quipildor, 50 años, Abra Pampa,
Cochinoca, Jujuy, 1959; Ib,p.143)

“Cuando va cerrando la noche, salen de (del Ojo de) la Laguna Negra muchos
gentes que tienen las manos negras. Se ven que van saliendo. Todos juntos
salen del agua, y siguen costiando los cerros que ‘tan áhi. Van caminando
despacito, despacito, costian los cerros y se pierden en el nublao. En el nublao
que sale de los cerro ya cuando ‘tá tarde. Y eso es todos los dias. En esa
laguna hay misterio y es muy peligrosa.”
(Felipe Choqui, 15 años. El Chañi. Jujuy. 1953)

Denise Arnold[4] refiere que el espacio andino puede ser “preñado”, y que los
animales que nacen del útero del espacio están asociados lo doméstico (uywa)
“Para la novia que se vá a casar, hay que ir al Ojo de agua a traer piedritas
para el aro y pulsera de la novia. Perlita del manantial tiene que traer. Para que
tengan hijos, y no se separen. Los padrinos tiene que ir a buscar.”
(Delia Chorolque, 60 años, Cieneguillas, Jujuy. Comunicación personal,
septiembre de 2009)

Uma nayraw manq'antaskitu, El ojo de agua me está comiendo…

Ojo ámbar, turquesa, cristal líquido. Ojo que mira el cielo.
Sacar agua de tu boca (de tu útero, del lloro de tu ojo).Con cántaro enflorado.
Con alegría, con baile. Con coca, con chicha, alcoholcito…
Uma nayraw uñch'ukitu, Un ojo de agua me mira…
Ojo de agua mallku, ojo de agua t’alla; qutamama, qutatata
Uma nayra jachiri, ojo de agua que llora
Uma jalsu, uma phuju, uma phuch’u

Y ahora yo aquí inmovilizado por esta mirada, cosificado. El ojo que me
determina, que invierte esta relación sujeto-objeto. Que la anula. Relación que
nuestros pueblos andinos han subvertido. Así el Ojo y yo, yo y el Ojo, somos la
abertura del mundo:
Un ojo de agua me está mirando…
 ------

Estas palabras señalan el descentramiento de la “dignidad” del ser individuo
humano[5], la despliegan hacia la (dignidad) de los seres con quienes
convivimos diariamente, a quienes saludamos, a quienes solicitamos permiso,
y agradecemos…En este caso al Ojo de Agua, que nos mira, pero que también
nos come, que hace parir animales para la chacra, pero que también nos
puede devorar,,,como “misterio de la pachamama”.
Tratan de reflejar la experiencia de interpelación del mundo, del espacio. Lejos
de un mundo objetivado, mero “recurso productivo” (desde la economía),
“medio ambiente” (desde la ecología), “paisaje” (desde la estética y el turismo).
Estamos inmersos en un espacio que reclama “dignidad”, que tiene ser,
hambre, que cura y que enferma, en suma ese Ojo y este espacio que nos
cría...día a día.

Mario Vilca, Jujuy




[1] R.Kusch, (2007) “Un criollo en Ojo de Agua” en Obras Completas, T.I; Rosario, Ed. Fundación Ross.
[2] Agradecimiento a Juan de Dios Yapita, lingüista aymara, por su traducción.
[3] Vidal de Battini, (1980), Cuentos y leyendas populares de Argentina, T.VII, Bs.As, Ed. ECA.
[4] Arnold, Denise, (1998), Río de vellón, río de canto. Cantar a los animales, una poética andina de la
creación, La Paz , Ed.ILCA-HISBOL
[5] En referencia a la “dignidad replegada” del hombre según Giovanni Pico de la Mirándola , en su texto
De Dignitate Hominis del siglo XV.

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  • 1. Uma nayraw uñch’ukiskitu. Un ojo de agua me está mirando… Mario Vilca, Incahuasi, Quebrada de Humahuaca, enero de 2010. Rodolfo Kusch en su escrito “Un criollo en Ojo de Agua” nos cuenta de su experiencia con una familia en la localidad del mismo nombre, en Santiago del Estero, Argentina. En ese paraje el colectivo en que viajaba hace una parada. Al frente de ella ve una pequeña casa, y al lado un corral de cabras: “…nos entró el deseo de tomar leche de cabra (dice Kusch) y se lo pedimos a la mujer que estaba junto al corral…Ya apremiaba la salida del ómnibus y quisimos pagar la leche. Y la mujer nos rechazó el dinero. Apenas si nos pidió unos cigarrillos negros que yo llevaba encima como pago por la leche ofrecida.” Al partir el ómnibus alcanza a ver por la ventanilla una fugaz imagen: en el centro del patio estaba parado un anciano erguido, de expresión noble. “Era alto, bigotes y cabello blanco, delgado, piel cetrina, vestido de paisano, con sombrero de ala ancha.” Al verlo así, desposeído de todo, mirando el horizonte, piensa: “no era un hombre, sino todo un símbolo… (Encarnaba, para Kusch, el símbolo de Ojo de Agua)”[1] Partiendo de esta experiencia Kusch la compara con su vida en la ciudad rodeado de miles de personas y a su paradójica soledad. Entonces conversa con su encendedor recién comprado. Lo esgrime para obligar a los otros a hablar de él. Y se pregunta qué pasaría si se sintiera despojado de él. Y de todos los objetos que dan sentido a su vida urbana. Y piensa en el viejo de Ojo de Agua despojado de objetos, parado allí en el centro de un patio recién barrido. Piensa que ese viejo encarna un significado que trasciende su individualidad, su nombre y apellido, su color, su simple episodio de ser humano. Entonces recojo la intuición de Kusch, la de un ser humano que encarna el mundo de Ojo de Agua. Me desplazo a los meandros, las opacidades, los caminos, las sombras y claridades que para nuestras culturas andinas depara esa parte generatriz del mundo que llamamos Ojo de Agua, manantial, o laguna, ciénego...espacio sagrado en donde recibimos el agua que nos cría Uma nayraw uñch’ukiskitu. Un ojo de agua me está mirando… [2] Desde ese ópalo… me miro… Habla desde su ojo Me llama Dicen los abuelos Que “tiene boca”, que “hay que darle de comer” Que “no quiere ser mirado”:
  • 2. Indalecia Mamani de Tintilay se persigna cuando lo nombra, cuando nombra al del Ojo de Agua del Abra de Santa Victoria: “Diz que nadie, naide podía pasar cerca porque se descomponía el día. Y corría un viento que voltiaba la gente y a los animalitos” (Indalecia Mamani de Tintilay, 65 años. Yavi Chico. Yavi. Jujuy.1959) [3] Y Felipe Choqui del Chañi: “A la Laguna Brava (del Chañi) nu hay qui arrimarse, ni hay que dejar que si arrime la hacienda. La laguna tiene un ojo bravo que come los gentes y los animales. Se come los gentes y los animales que si arriman. Y al año tira las osamentas. Y áhi se ven las osamentas de los gentes y los animales comidos. Por ese peligro se llama Laguna Brava. Eso es misterio de la Pachamama.” (Felipe Choqui, 15 años. El Chañi, capital. Jujuy. 1953) O el Ojo que “quiere ser reconocido, saludado”: En San José de Tilcara, la abuela María Cunchila nos recriminaba: “Porqué están el cuerpo así, lleno de granos rojos. Seguro que han pasao por el Ojo y no lo han saludao ¡Vayan a saludar al Ojo de agua!” Y nosotros sin entender a quién saludar, porque no había humanos por donde habíamos pasado… Uma nayraw uñch'ukitu, un ojo de agua me mira. El útero de mamapacha Que está latiendo: “En el Ojo del Huancar (de Abra Pampa) hay una aguada de aguas dulcitas y claras. Sus orillitas tiene champitas verdes y tiernitas. Una vez se ha quedau un hombre mozo a dormir allí (en el Huancar) A media noche ha visto salir unas vaquitas de patas blanditas del Ojo, que casi pararse no podían y que comían con dificultá de las champitas. Entonces ha agarrao una soga y ha pialau uno. Pero era tan forzuda la vaquita, que lo ha arrastrau pa dentro y lo ha llevao a una gran ciudad, muy hermosa…” (Antonio Quipildor, 50 años, Abra Pampa, Cochinoca, Jujuy, 1959; Ib,p.143) “Cuando va cerrando la noche, salen de (del Ojo de) la Laguna Negra muchos gentes que tienen las manos negras. Se ven que van saliendo. Todos juntos salen del agua, y siguen costiando los cerros que ‘tan áhi. Van caminando despacito, despacito, costian los cerros y se pierden en el nublao. En el nublao que sale de los cerro ya cuando ‘tá tarde. Y eso es todos los dias. En esa laguna hay misterio y es muy peligrosa.” (Felipe Choqui, 15 años. El Chañi. Jujuy. 1953) Denise Arnold[4] refiere que el espacio andino puede ser “preñado”, y que los animales que nacen del útero del espacio están asociados lo doméstico (uywa)
  • 3. “Para la novia que se vá a casar, hay que ir al Ojo de agua a traer piedritas para el aro y pulsera de la novia. Perlita del manantial tiene que traer. Para que tengan hijos, y no se separen. Los padrinos tiene que ir a buscar.” (Delia Chorolque, 60 años, Cieneguillas, Jujuy. Comunicación personal, septiembre de 2009) Uma nayraw manq'antaskitu, El ojo de agua me está comiendo… Ojo ámbar, turquesa, cristal líquido. Ojo que mira el cielo. Sacar agua de tu boca (de tu útero, del lloro de tu ojo).Con cántaro enflorado. Con alegría, con baile. Con coca, con chicha, alcoholcito… Uma nayraw uñch'ukitu, Un ojo de agua me mira… Ojo de agua mallku, ojo de agua t’alla; qutamama, qutatata Uma nayra jachiri, ojo de agua que llora Uma jalsu, uma phuju, uma phuch’u Y ahora yo aquí inmovilizado por esta mirada, cosificado. El ojo que me determina, que invierte esta relación sujeto-objeto. Que la anula. Relación que nuestros pueblos andinos han subvertido. Así el Ojo y yo, yo y el Ojo, somos la abertura del mundo: Un ojo de agua me está mirando… ------ Estas palabras señalan el descentramiento de la “dignidad” del ser individuo humano[5], la despliegan hacia la (dignidad) de los seres con quienes convivimos diariamente, a quienes saludamos, a quienes solicitamos permiso, y agradecemos…En este caso al Ojo de Agua, que nos mira, pero que también nos come, que hace parir animales para la chacra, pero que también nos puede devorar,,,como “misterio de la pachamama”. Tratan de reflejar la experiencia de interpelación del mundo, del espacio. Lejos de un mundo objetivado, mero “recurso productivo” (desde la economía), “medio ambiente” (desde la ecología), “paisaje” (desde la estética y el turismo). Estamos inmersos en un espacio que reclama “dignidad”, que tiene ser, hambre, que cura y que enferma, en suma ese Ojo y este espacio que nos cría...día a día. Mario Vilca, Jujuy [1] R.Kusch, (2007) “Un criollo en Ojo de Agua” en Obras Completas, T.I; Rosario, Ed. Fundación Ross. [2] Agradecimiento a Juan de Dios Yapita, lingüista aymara, por su traducción. [3] Vidal de Battini, (1980), Cuentos y leyendas populares de Argentina, T.VII, Bs.As, Ed. ECA. [4] Arnold, Denise, (1998), Río de vellón, río de canto. Cantar a los animales, una poética andina de la creación, La Paz , Ed.ILCA-HISBOL [5] En referencia a la “dignidad replegada” del hombre según Giovanni Pico de la Mirándola , en su texto De Dignitate Hominis del siglo XV.