El poema describe la llegada de los conquistadores españoles a México y la maldición que esto supuso para el pueblo mexicano. Los mexicanos, temerosos de lo desconocido, les dieron la bienvenida a los españoles y les entregaron su cultura, religión y riquezas. A cambio recibieron espejos y cuentas de vidrio. Aunque han pasado siglos, los mexicanos siguen siendo humillados en su propia tierra y recibiendo con hospitalidad a los extranjeros mientras desprecian a sus pro

1. Producciones
Gonpe
presenta
“La maLdición
de maLinche”
Amparo Ochoa y Gabino Palomares
Ratón, no, por favor.

5. Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados

6. Eran los hombres barbados
de la profecía esperada

7. Se oyó la voz del monarca
de que el dios había llegado.

8. Y les abrimos la puerta
por temor a lo ignorado.

9. Iban montados en bestias

10. Iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.

11. Sólo el valor de unos cuantos
les opuso resistencia

12. Y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.

13. Porque
los
dioses
ni comen
ni gozan
con lo
robado

14. Y cuando nos dimos cuenta
ya todo estaba acabado.

15. Y en ese error entregamos
la grandeza del pasado

16. Y en ese error nos quedamos
trescientos años esclavos.

17. Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero

18. Nuestra fe, nuestra cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.

19. Hoy les seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrio

20. Y damos nuestras riquezas
por sus espejos con brillo.

21. Hoy, en pleno
siglo veinte
nos siguen
llegando rubios

22. Y les abrimos la casa
y les llamamos amigos.

23. Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra

24. Lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra.

25. Tú, hipócrita
que te
muestras
humilde ante
el extranjero

26. Pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.

27. Oh, maldición de Malinche,
enfermedad del presente

28. ¿Cuándo dejarás mi tierra..?

29. ¿cuándo harás libre a mi gente?

31. Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados
Eran los hombres barbados
de la profecía esperada
Se oyó la voz del monarca
de que el dios había llegado.
Y les abrimos la puerta
por temor a lo ignorado.
Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
Nuestra fe, nuestra cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.
Y les seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrio
Y damos nuestras riquezas
por sus espejos con brillo.
Iban montados en bestias
como demonios del mal
Iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.
Sólo el valor de unos cuantos
les opuso resistencia
Y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.
Hoy, en pleno siglo veinte
nos siguen llegando rubios
Y les abrimos la casa
y les llamamos amigos.
Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra
Lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra.
Porque los dioses ni comen
ni gozan con lo robado
Y cuando nos dimos cuenta
ya todo estaba acabado.
Y en ese error entregamos
la grandeza del pasado
Y en ese error nos quedamos
trescientos años esclavos.
Tu, hipócrita que te muestras
humilde ante el extranjero
Pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.
Oh, maldición de Malinche,
enfermedad del presente
¿Cuándo dejarás mi tierra..?
¿cuándo harás libre a mi gente?
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