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Dedicatoria
A mi abuelo Juan por la enseñanza que me
brido desde pequeño, en la búsqueda de la verdad y
de la felicidad, el ser un buen amigo, un buen
extraño, un buen ser.
A mis amigos y familia por siempre apoyarme
en mis decisiones y cambios constantes.
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INTRODUCCION.
Hay momentos en nuestras vidas
en que nos es difícil aceptar, tanto
hechos como sentimientos que
pasamos a diario, simplemente
nos negamos a aceptar lo que
somos, o lo que fuimos, incluso
negamos las capacidades que
tenemos, para poder juzgarnos
críticamente de manera personal,
imposibilitando nuestras
capacidades de pensar en lo que
podríamos ser. El “Ser” humano
es realmente increíble, es capaz
de adaptarse desde el más ligero
cambio a los más grandes,
siempre y cuando no deje de
creer en sí mismo, y no rendirse
ante la búsqueda de la felicidad y
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DESPERTAR
No recuerdo que día es, ni que
soy ahora, tampoco podría definir
donde estoy, solo sé que es
oscuro y fresco, generando una
confusión enorme en mi cabeza,
acompañado de un vacío aún
más grande, no hay sonidos, ni
imágenes, solo esa voz ficticia
que se dirige a uno mismo cuando
se piensa. Ahí dentro de mí, me
sentía inquieto, incómodo, sentía
que olvidaba algo muy importante,
una promesa, un castigo, un
destino perdido.
Miles de imágenes llegaron a mi
recuerdo y como si de repente la
gravedad se activara, me sentía
caer en ese infinito espacio, sin
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miedo, las imágenes se repetían
de forma más rápida tanto que no
podía, analizar ninguna. Llego un
punto en que me sentí mareado,
débil y me desvanecí frente
aquella secuencia.
Desperté con un frío intenso, mi
cuerpo temblaba sin control,
sentía las finas hebras del
césped, me parecía todo muy
confuso, los olores, los colores,
los sonidos del viento y el efecto
que provoca al mover a los
árboles y sus ramas. Mi cabeza
daba vueltas dentro de la
confusión y la fatiga. Trate de
levantarme, y caí de espaldas al
terreno nuevamente. En esta
posición me permitía ver el cielo
estrellado en su inmensidad, y
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una luna enorme brillando con
mucha intensidad el brillo era tal
que mis ojos quedaron cegados
por un momento.
Después de un rato analizando mi
entorno, pude ponerme de pie,
camine un poco descubriendo que
estaba solo en un bosque lleno de
altos y ancianos árboles, así
como arbustos jóvenes y
rebeldes. De un momento a otro
comencé a sentir una sensación
de peligro, como si alguien me
observara , me quedé quieto un
momento, y luego comencé a
correr, descubrí que el sonido de
mis pies no era el único que
emitía ruido, alguien o algo me
perseguía. Sentí miedo y pánico y
comencé a correr frenéticamente
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sin rumbo definido, golpeándome
entre los duros y ásperos titanes
de madera, y aquellos arbustos
espinosos. Cubierto de rasguños
tropecé, en una planicie al
costado de un tronco hueco, en
aquel lugar al mirar el horizonte,
se veía en lo alto de forma directa
la luna. Que enorme, magna,
única y amarillenta como un
segundo sol. Su luz cubría mi
cuerpo, mi pecho comenzó a latir
de forma incontrolable, mi
respiración agitada por la carrera,
expelía un aire caliente, tanto
como para producir un vaho
espeso frente a mis narices, fue
cuando me di cuenta que mi
cuerpo estaba cambiando. En mi
piel se comenzaba a llenar de
vellos largos y espesos, mis
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extremidades se vuelven ásperas,
mis uñas crecían rápidamente y
engrosaban de manera
estrepitosa rasgando parte de mis
dedos, comenzaba a sentir una
fuerza y energía inagotable dentro
de mí, ahora me sentía casi
invencible, ya sin miedos ni
preocupaciones, excepto por un
agotamiento tan horrible e
intenso, dudo si pueda soportar
esto.
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DESTELLOS
Con aquel inmenso cansancio
que sentía en mi cuerpo, me
desvanecí en la densa hierba que
había bajo mis pies. Al despertar
ya no estaba en el bosque, estaba
encerrado en un lugar fresco y
rocoso con una abertura de la
cual emergió una gran luz, mi
cuerpo estaba en una forma
normal así como cuando desperté
aquella noche en primera
instancia, en aquel bosque, sin
embargo algo había cambiado en
mí, aquel hambre y agotamiento
no existían, así como tampoco la
sed. Salí y camine alrededor de lo
que parecía un hueco en la roca
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de la montaña de la cual emergió
temeroso, el sol se sentía fuerte y
ardía en mi cuerpo, desnudo corrí
a la sombra y alojo de un árbol.
Escuche ruidos a mi espalda
cuando recobre el aliento, me
adentre en el follaje y con mis
ojos pude observar a unas bestias
algo peludas, con pequeños
cuernos a los costados de sus
narices, que eran planas y de
forma circular. Jabalí fue el
nombre que se me vino a la
cabeza de manera sorpresiva.
Estas criaturas jugaban en un
charco de lodo para refrescarse al
parecer del calor obstante de
aquella tarde. Unos cuantos
metros más allá vi a otra criatura
con lo que parecían brazos planos
cubiertos de una especie de hoja
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hecha de pelo, su boca estaba
unida a su nariz, que a la vista se
distinguía dura y tosca, sus
sonidos eran como los que hace
el viento entre los árboles pero en
compases más cortos .Pájaro
nuevamente gritó una voz en mi
cabeza. Aunque confundidas
comprendía que de alguna forma
conocía mucho más de este
mundo, aunque no sabía, ni
podría describir bien que era yo.
El sol se estaba poniendo. Se
acercaba una nueva penumbra,
entre en un estado de alerta, algo
no iba a salir bien.
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EL ENCUENTRO
Lave mi cuerpo, bajo la caída
suave de una cascada cercana,
limpie mis heridas, y enjuague mi
rostro, era tosco y desconocido.
Llegó la noche junto con un
silencio profundo, así como si el
mundo hubiese quedado en
pausa. No se oía ni el más
mínimo ruido. Podía sentir como
mi corazón latía rápidamente,
tuve la sensación de que era
observado, de momento, mientras
estaba sumido en aquella,
obscuridad, llegó a mis sentidos
un aroma, un olor indescriptible y
ante todas las cosas,
incomparable. Sentía que debía
encontrar esa esencia, así que
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partí en búsqueda de ella, por
horas, vague por aquel bosque
misterioso en el que estaba
sumido. Cuando de pronto el olor
fue claro e intenso, con una
especie de alegría, seguí
rápidamente su rastro, hasta
llegar al borde de un risco, de
varias decenas de metros de
altura, aquel aroma se extendía
más allá. Estando en ese lugar,
comencé a sentir ruidos tenues a
mi alrededor, dentro del bosque
habitaba otro ser y algo me hacía
pensar que no era amistoso, sentí
miedo y pánico aún más en esta
forma tan frágil esa presencia
ejercía una sensación de horror
tal, que entre en pánico tome una
vara en modo de defensa y
gritaba en dirección a las
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sombras. Los ruidos aumentaban
y se escuchaban cada vez más
cercanos. Desesperado, mi
cuerpo erizado y tenso a ya más
no poder, tome una decisión
desesperada, así que sin pensarlo
tome algo de distancia, corrí lo
más rápido que pude. La
presencia ya había llegado, me
había encontrado, sin mirar atrás,
di un salto al vacío. La presencia
cesó su frenética carrera para no
caer en él, a centímetros de
alcanzarme. En ese momento
cuando acepte mi muerte, al
dejarme caer bajo mi decisión y
no a manos de Eso.
La luna se vio desprovista de las
nubes, que la opacaban. Su brillo
aumentó de forma tal que me
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sentí eclipsado. Mi cuerpo perdió
peso, me sentía flotando en el
aire, mi piel se volvió suave y mis
extremidades más flexibles, una
gran presión en mi espalda
generó un punzante dolor, y en un
grito ahogado emergieron de
manera explosiva, unas alas de
grueso calibre, pero tan livianas
como las hojas de los árboles al
caer, estas eran de distinto
contraste, blanca una, negra la
otra. La agonía y el miedo se
perdieron en un sentimiento de
calma sublime. Unos segundos
después recordé a mi persecutor,
este yacía en el borde del risco
quieto, con su respiración agitada,
su silueta se me hacía conocida.
Mis alas me mantenían en el aire,
a flote agitándose, de manera
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involuntaria, así como si lo
hubiese hecho toda la vida me
acerque lentamente a aquella
figura robusta, tenía el cabello
sobre el rostro, el agitar de mis
alas generaron una brisa y
descubrí una mirada, llena de
odio, y un rostro similar.
Benjamín, dijo mi cabeza, sentí
miedo y hui. La presencia se
convirtió en niebla y se
desvaneció en el viento. Aquel
rostro era el mío.
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OCASO
Mi búsqueda, se reanudó, ya no
existía sombra que me acosara.
Ahora en mi pecho solo existía el
deseo de averiguar sobre aquel
aroma que me tenía intrigado,
busque su estela como lo hace el
cerdo a una manzana, al
encontrarlo, perseguí su rastro,
mientras lo hacía este se volvía
un poco más intenso a cada
segundo que pasaba, cuando su
intensidad se hizo plenamente
reconocible, me di cuenta que se
extendía al horizonte,
poniéndome en posición
horizontal, agité mis alas de
manera frenética, ganando así
velocidad, pero aún quedaba
camino por recorrer. Viaje dos
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días y dos noches sin descanso,
en cuanto agotado al fin, llegue a
mi destino, encontré, al aroma y
su origen.
Aquel aroma algo especial uno
que me parecía, ya conocer. Algo
realmente conocido y familiar, la
impresión me dejó en shock unos
segundos, este salía de una
pequeña y artesanal animita de
madera. Con un nombre borroso
tallado en una tablilla, y a su lado
ya rosa marchita, de un color
sucio al parecer blanco, no
entendía nada, me encontraba
desorientada sin saber qué era lo
que sucedía. Estuve ahí por los
alrededores por semanas, me
alimentaba solo para mantenerme
de pie. Cuando de pronto siento
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acercarse una presencia al lugar,
aterrado, me dispuse a luchar, me
oculte entre la maleza y me puse
a escuchar atentamente, de
donde venía. Sus pasos eran
calmos y cortos, cuando ya
estaba lo suficientemente cerca.
Me dispuse a salir de mi
escondite, y de un salto quede
frente a frente a él, impactado
descubrí que aquella presencia no
era aterradora sino que era la de
un inocente y frágil niño, un
pequeño niño desconocido, que
llevaba una flor en sus manos y
un aroma similar al de aquella
tumba, dentro de la sorpresa me
oculte de nuevo, para poder
seguirlo, el niño sin entender
nada, ni siquiera advirtió de mi
presencia y continuo su camino.
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Para la claridad de mis
sospechas, el niño se acercó a la
pequeña tumba, y deposito
aquella flor renovada. Salí de
nuevo a su lado, a intentar
preguntarle de alguna forma, el de
quien era esta tumba. Salí algo
tarde el niño retomo el rumbo de
vuelta por un pequeño camino
cubierto por hojas crujientes, al
final del camino lo esperaba una
mujer. Que le dice. - Benjamín -
¿Ya le entregaste la flor a tu
padre?
Ahí lo entendí todo, entendí quién
era, en aquel momento supe que
estaría ahí para protegerlos, pues
ese padre era yo, y yo ya había
muerto.