Un psicólogo le enseñó a Juanjo una lección sobre el impacto de las palabras a través de un ejercicio con un papel. Le pidió que arrugara el papel y luego intentara dejarlo liso de nuevo, lo que resultó imposible. Esto representaba cómo las palabras hirientes dejan marcas imborrables en el corazón de las personas, como las arrugas en el papel, a pesar de los intentos posteriores de enmendar los errores. Juanjo aprendió a ser más compasivo y paciente para evitar estallidos de ira