3. • La esposa de John Gebhardt, Mindy, dijo que la
familia de esta niña fue ejecutada.Los insurrectos
querían matarla también y le pegaron un tiro en la
cabeza... Pero por suerte fallaron y no murió.
Cuidaron a la niña en el hospital donde John estaba y
ella se recupera poco a poco, aunque llora y se
queja. Las enfermeras dijeron que John es el único
que lograba calmarla, por lo que John pasaba las
noches con ella en sus brazos y los dos dormían en
esa silla.
Esta foto apareció en el
2006 y sigue dándole vueltas
al mundo. Una nota completa
aparece en la página de
la Fuerza Aérea.
5. Cuando los desafíos de una minoría cambiaban
los derechos civiles de la mayoría
Lunes 1 de febrero de 1960. Carolina del Norte. EEUU. Cuando las castas se
construían por el color de la piel y los derechos de los afroamericanos
todavía se equiparaban a los de los animales; cuatro estudiantes negros del
liceo agrícola de la ciudad se amotinaron contra su destino. Entraron en
una cafetería en Greensboro y se sentaron en la barra. Un gesto
absolutamente prohibido a los de piel oscura, obligados a consumir de pie.
La acción supuso un punto de partida en la restructuración final de los
derechos civiles de todo el país.
El dueño del establecimiento se negó entonces
a servir a “los cuatro de Greensboro” sus
consumiciones, alegando el derecho de
segregación vigente en el restaurante
franquiciado de la conocida cadena Woolworth.
6. Los estudiantes no reaccionaron de ninguna forma a la negativa y
permanecieron impávidos en sus ‘taburetes para blancos’ hasta que una
camarera de raza negra les espetó:
“Se están comportando como ignorantes. ¡Márchense!”
Joseph McNeil, Franklin McCain, Ezell Blair, Jr. y David Richmond ni se
inmutaron con el grito de su semejante e hicieron la estatua hasta que el
local echó el cierre una hora más tarde.
Fue entonces cuando se levantaron con el
sigilo de la caída del sol y abandonaron el
restaurante por la puerta de servicio. No sin
antes romper la tensión de aquel silencio:
“Volveremos mañana con toda la universidad”
7. La amenaza se cumplió. Al día siguiente se presentaron 25 afroamericanos en
la ‘barra para blancos’ de la cafetería, tomaron asiento y pidieron sus
consumiciones. Misma respuesta, mayor miedo. A la puerta del local un
tumulto de estudiantes, curiosos y periodistas esperaban ya el inicio de
otra gran revuelta. Pero no hubo batalla. Los estudiantes sacaron sus
libros y apuntes y empezaron a trabajar en el mismo mostrador que les
negaba el servicio. Los dueños no reaccionaron. Hubo más tensión que
silencios.
Al día siguiente fueron ya 80 los alumnos que
se unieron a la protesta. Con la novedad de la
adhesión a la causa de cuatro estudiantes
blancas de la misma universidad. En pocos días
el gesto se contagió, boca a boca, sin twitter
ni redes sociales por nueve estados del sur de
los Estados Unidos. 15 ciudades boicotearon a
la cadena Woolworth. La imagen y las pérdidas
ocasionadas por los acontecimientos obligaron a
la franquicia a suspender su reglamento
segregacionista en muchos centros.
Eso solo fue el principio.
8. Pero no siempre fue así. Quizás la imagen más significativa de las
revueltas de la cadena Woolworth se produjo tres años más tarde. Mismas
circunstancias, distinto resultado. El 28 de mayo de 1963, en Jackson;
Missisipi, un grupo de estudiantes realizaba una de las cientos de sentadas
protesta que contra la misma cadena circulaban ya por todo el país. La
diferencia es que, en esta, el departamento de policía local pertenecía al
lobby segregacionista e hicieron la vista gorda a las violentas reacciones
del respetable. En la imagen se ve a cuatro estudiantes -tres blancos y
solo uno de color- siendo humillados y vejados por la facción racista con
azúcar, ketchup, sal e incluso trozos de vidrio. Al fondo, agentes del FBI
con gafas de sol oscuras, observan permisivos la reacción de los acosados
para intervenir solo en caso de réplica.
La foto dio la vuelta al mundo y ha sido
incluida en decenas de manuales de historia y
pro derechos civiles. Tres años de movimiento
“Sit-in” fueron necesarios para obligar al
entonces presidente Lyndon Johnson a modificar
la constitución para abolir la discriminación
racial.
Y todo comenzó por el pequeño desafío de
cuatro hombres.