El buho que tenia miedo de la oscuridad de jill tomlinson (fragmento)
1. 1. LA OSCURIDAD ES EMOCIONANTE
Plop era un mochuelo, y vivía con su mamá y su papá en la copa de un árbol
enorme que había en medio de un prado.
Plop era gordo y blandito.
Tenía un rostro en forma de corazón.
Tenía unos enormes ojos redondos.
Tenía unas patas fuertes y seguras.
En realidad era exactamente igual que cualquier otro mochuelo de los
muchísimos que han existido... excepto por una sola cosa: a Plop le daba un
miedo terrible la oscuridad.
—¡No puedes tener miedo a la oscuridad! —le decía su madre—. Los
mochuelos nunca tienen miedo a la oscuridad.
—Este mochuelo sí —decía Plop.
—¡Los mochuelos son aves nocturnas! —le respondía ella.
Plop bajaba la cabeza y se miraba las patitas.
—Yo no quiero ser un ave nocturna. Quiero ser un ave diurna.
—Tú eres lo que eres —le decía firmemente doña Mochuelo.
—Ya lo sé —respondía Plop—; y lo que soy es un mochuelo al que le da
miedo la oscuridad.
—¡Oh, cielos! —exclamaba doña Mochuelo. Estaba claro que iba a
necesitar muchísima paciencia. Cerró los ojos y trató de imaginar cómo
podría ayudar a Plop a perder el miedo a la oscuridad. Plop esperó.
Su madre abrió los ojos.
—Plop, tienes miedo a la oscuridad porque no la conoces. Vamos a ver,
¿qué sabes tú de la oscuridad?
—Es negra —contestó Plop.
—Pues, para empezar, eso no es cierto. Puede ser plateada, o azul, o gris o
de muchas otras tonalidades, pero nunca negra. ¿Qué más sabes de ella?
—Que no me gusta —dijo Plop—. Que no me gusta nada de NADA .
—Eso no es saber —dijo su madre—. Eso es sentir. Me parece que no sabes
nada acerca de la oscuridad...
—¡La oscuridad es horrible! —exclamó Plop.
—Eso no lo sabes. Nunca has sacado el pico fuera del nido después del
atardecer. Creo que deberías salir al mundo y aprender más cosas acerca de
la oscuridad antes de opinar tan rotundamente sobre ella.
—¿Ahora? —preguntó Plop.
—Ahora —sentenció su madre.
Plop salió del hueco en el que estaba el nido y caminó indeciso por la rama
más cercana. Se colocó al borde y se asomó. El mundo parecía estar muy
muy abajo.
—No sé aterrizar bien —dijo—. A lo peor me doy un trastazo.
2. —Tus aterrizajes mejorarán con la práctica —dijo su madre—. ¡Mira! Hay un
chiquillo ahí abajo, en el lindero del bosque, recogiendo leña. Baja y habla
con él.
—¿Ahora? —preguntó Plop.
—Ahora —respondió su madre.
Plop cerró los ojos, respiró hondo y saltó de la rama. Sus pequeñas alas le
llevaron hacia abajo, pero como él había dicho, no sabía aterrizar bien. Dio
hasta siete vueltas de campana antes de acercarse al chico.
—¡Oh! —exclamó el chico—, ¡una rueda giratoria!
—En realidad —dijo la rueda giratoria mientras se enderezaba—, soy un
mochuelo.
—¡Anda, pues es verdad! —dijo el chico bastante decepcionado—. Claro,
no podías ser una rueda giratoria de fuegos artificiales. Mi padre dice que no
podemos empezar con los fuegos hasta que no oscurezca. Me gustaría que la
oscuridad se diese prisa en llegar...
—¿De verdad quieres que llegue la oscuridad? —preguntó sorprendido
Plop.
—Pues claro —dijo el chico—. La oscuridad es EMOCIONANTE . Y, esta
noche, especialmente emocionante porque vamos a tener fuegos artificiales.
—¿Qué son fuegos artificiales? —preguntó Plop—. Me parece que nosotros,
los mochuelos, no tenemos de eso.
—¿No tenéis? —dijo el chico—. ¡Pobrecitos! Verás, hay cohetes y carretillas
y volcanes y fuentes y bengalas que echan chispas de colores y...