Un mundo donde la luz agoniza y el día y la noche no existen, una humanidad sombría y sin esperanza. Una señal guía a tres chicos y un perro a una experiencia que impactará sus vidas, un camino lleno de adversidades y una serie de cambios melancólicos... Tráiler del texto: https://cutt.ly/ivwQqs2

1. Antes de comenzar a leer te recomendamos ver el tráiler: https://cutt.ly/ivwQqs2
UN DESTELLO ENTRE LA NOCHE…
No nos pregunten el por qué… Por qué al despertar parece como si todo estuviera
en blanco y negro, por qué los vientos fríos llegan a desgarrar tu piel, por qué el día
y la noche prácticamente se hicieron uno solo, por qué las estrellas parecen eternas,
por qué el único calor en el mundo es el que emite tu cuerpo… Porque simplemente
no lo sabemos…
Después de un largo sueño, Oliver despertó como si nada, se frotó los ojos y estiró
los brazos, antes de levantarse de la cama, se quedó mirando a través de la
ventana, ya estaba abierta, él toleraba muy bien el frío así que no le importó,
mientras miraba el cielo gris y nublado, intentó recordar el sueño en el que estaba,
le fue imposible, bajó a la sala y se encontró con su padre, el calor de su hogar era
realmente confortante, habían pequeñas lámparas en las esquinas de las
habitaciones que guardaban una flama en su interior, menos en su cuarto, fue
decisión suya, prefería estar con frío al dormir, le bastaba con una buena manta
para no resfriarse, el padre fue el primero en percatarse de él, dejó de leer un libro
que tenía entre sus manos, tal parece que era la pequeña biblia del abuelo, Oliver
tenía varios conflictos en cuanto a religión, prefería evadir el tema siempre que
pudiese.
- Bien despertaste, ¿oye, no te cansas de dormir tanto? – Dijo su padre mientras
tomaba un sorbo de chocolate caliente- ¿Quieres? - Le preguntó a su hijo
extendiéndole su vieja taza.
Oliver tomó la taza que estaba casi llena y contestó:
- No es que me canse de hacerlo, entreno por si algún día crean un deporte de ver
quien duerme más, si no lo hacen tarde o temprano tendré que crearlo yo- empezó
a beber de la taza.
- No creí que fueses de los que dejan que los otros creen las cosas por ti.
- Es un caso especial, si lo hiciese yo, se quejarían y dirían que soy el mejor porque
es mi propio deporte y nadie quisiera competir conmigo, aquí la gente es muy rara
en ese aspecto.
- Quizá tengas razón, pero, aun así, deberías crearlo tú, talvez algún día forma parte
de las olimpiadas.
- Si así fuese, estoy seguro de que la final sería entre mi abuelo y yo.
- Apostaría todo lo que tenemos en el banco a que gana ese viejo.
- ¿Y yo qué?
- Será tu deporte, pero no me negarás que es imposible ganarle a él, se tomaría mil
pastillas para dormir con tal de ganarte.

2. - Creo que ni siquiera necesitaría las pastillas.
Los dos se quedaron viendo por un momento mientras sonreían y soltaban una que
otra risa, Oliver y su padre se llevaban muy bien, siempre hacían locuras y tenían
conversaciones disparatadas porque les divertía, a su madre le daba risa y siempre
reía con ellos y los miraba con cariño, su abuelo, era el viejo más joven que
existiese, hacía que los niños parecieran viejos, siempre iba de arriba a abajo
haciendo todo tipo de cosas, de ahí heredaron esa forma de ser Oliver y su padre,
además una vez se le metía una idea en la cabeza se le enterraba hasta lo más
profundo, en especial cuando se trataba de competir con su nieto.
- Oye, necesito que vayas a devolverle este libro a tu abuelo, lo haría yo mismo,
pero creo que te haría bien salir- dijo su padre mientras se levantaba de su sillón.
- Claro, talvez le gustaría averiguar quién puede dormir más y zanjamos este asunto
de una vez por todas.
- Me contarás quien gana como dentro de una semana, a no ser que alguno tenga
una pesadilla y despierte antes.
- Yo que tu no diría una semana, sino un mes.
- Bueno, los esperaré un año por si acaso, debo ir a ver a tu madre a la biblioteca,
olvidó el almuerzo, o quizá no le gusta mi sopa de verduras.
Oliver sintió nauseas de tan solo escuchar eso, la sopa de papá a diferencia de la
del abuelo, era horrible, nadie tenía el valor de decirle, estaba muy orgulloso de ella,
todos menos el abuelo, él un día hasta enfermó por la sopa y prometió nunca volver
a tomarla… Hizo tomar a papá un vaso entero de leche rancia como venganza.
Papá dejó la casa y Oliver se dispuso a ir donde el abuelo, tomó su abrigo y se puso
en marcha, los alrededores estaban cubiertos de escarcha, el viento helado hacía
que su cabello ondulara, el sol tal parece que se había ido de vacaciones para
siempre, al fondo en un parque habían unos niños jugando a pesar de todo, él
recordaba cuando solía jugar así, bajo el calor del sol, escuchando la música que
sonaba en la radio de aquellos ancianos que jugaban damas en el parque, y viendo
partidos de futbol en las televisiones de los comedores, de verdad había pasado
tiempo, él ya era un adolescente y el parque estaba casi desolado, los árboles
estaban casi muertos y congelados, los comedores ya no tenían televisiones para
ver los partidos.
Entre caminar y pensar, llegó a la casa del abuelo, era una cabaña algo apartada
de la ciudad, tenía un pequeño estanque en la parte trasera, antes ese estanque
tenía patos, la cabaña del abuelo era hermosa, y era tan vieja como él. Oliver tocó
la puerta, pero no atendía nadie, se quedó un tiempo mirando alrededor cuando de
pronto Toby, el perro del abuelo, se le abalanzó y empezó a lamerle la cara, Oliver
empezó a acariciarlo, le encantaban los animales, además Toby era muy inteligente,

3. después de darle la bienvenida hizo que lo siguiera al riachuelo de la parte trasera,
de pronto escucharon un grito exageradamente potente, corrieron a toda prisa.
El grito provenía de un viejo que aparentemente se había caído de la copa de un
árbol, fueron a ver si el señor se había roto la espalda.
- ¡Ahg demonios! – Gruñía el viejo.
Tal parece que estaba bien, hacía falta más que una caída del cielo para romperle
algo a ese hombre.
- ¿Qué rayos haces?
El abuelo dio otro grito del susto, Oliver soltó una risa y dijo:
- No sabía que te gustase gritar tanto.
- Oye, si ves un oso que de pronto aparece en frente tuyo hasta yo me asustaría,
por lo que veo terminaste de hibernar- contestó mientras se levantaba y Toby daba
vueltas olfateándolo.
- Vine a devolverte esto- le mostró el libro.
- Ya veo, sabes, esta biblia no es mía.
- Siempre creí que era tuya, se me hacía raro, nunca has sido devoto.
- Dios y yo tenemos un trato, si de verdad existe y no le caigo tan mal, quizá vaya
al cielo junto a ella, esta biblia era de tu abuela, ella era devota.
La abuela de Oliver había muerto cuando él era más pequeño, era la mujer más
maravillosa y amable del mundo, ni su propio padre entendía como terminó con el
abuelo, diferenciaban en muchas cosas, cuando ella partió, fue la única vez que vio
triste a su abuelo, más nunca lo ha visto llorar, aquel día decía “No tengo porque
llorar, ella odiaba ver a las personas hacerlo” era una situación que Oliver no
acababa de entender, pero así es el abuelo, no había que entenderlo, solo reír con
él.
- Y veo, con razón está tan cuidada- contestó Oliver.
- Hago mi mejor esfuerzo, les hubiera cortado un dedo a las manoplas de tu padre
si la dañaba- se puso a sonreír mientras dirigía una mirada extraña y tierna al libro,
como si recordase algo con mucho aprecio.
- ¿Qué es eso? - dijo Oliver al darse cuenta de una pequeña cosa de madera que
estaba tirada en el suelo junto a un martillo.
- Esta cosa es la razón de mi migraña- la levantó del piso y se la mostró, era una
pajarera que por lo visto él mismo había hecho- intentaba colocarla en el árbol, pero
me martillé el dedo y también tropecé con Toby.

4. - ¿Por qué una pajarera? Aquí hace demasiado frío, me sorprendería ver una
paloma.
-No siempre hará tanto frío chico, tenlo por seguro- tomó un largo suspiro y con una
mirada melancólica prosiguió- ahora ayúdame, no solo te quedes ahí parado.
Colocaron la pajarera entre los dos y caminaron hacia la cabaña, antes de entrar
Oliver se quedó viéndola desde lejos, recordando, la mirada de aquel chico alegre
se había tornado seria y triste…
No siempre el mundo fue así, el calor, las luces, los sonidos, los teléfonos, la
electricidad, todo tipo de tecnología y comodidades, nadie puede explicar el por qué,
y tampoco nadie puede explicar las consecuencias, hace tiempo el día y la noche
no eran uno solo, pasó de repente, sin previo aviso, la luz y la electricidad se fueron,
al principio todos pensaron que era un apagón masivo, cuando pasó un mes el
pánico terminó de explotar, no solo fue la electricidad sino todo tipo de aparato pasó
a ser inservible, la única luz que se podía ver aparte de las pocas estrellas que
quedaban en el cielo, era la del fuego que creaban las personas para no caerse en
la oscuridad, la luz del sol poco a poco fue palideciendo más y más, el mundo
empezó a congelarse poco a poco, las plantas empezaron a adaptarse, tenían que,
pero muchas de ella no pudieron, aun así, no es de sorprenderse ver a un árbol
congelado, en algún punto se hizo imposible distinguir entre día y noche, todo el
cielo se tornó gris, el agua se sentía más pura y el aire más fresco a pesar de gélido,
los animales también empezaron a adaptarse, claro que con algunos no se sabe lo
que pasó, nadie termina de entenderlo, se supone que el planeta debería haber
muerto con solo la falta de sol, las personas, se tornaron igual, frías, sin esperanza,
era de esperarse, niños nacían sin saber cómo era el mundo antes, prácticamente
nadie salía de casa, había un silencio absurdo en todo lugar, el concepto de noche
se quedaba un poco atrás, aunque no se veía la luna, parecía que todo el tiempo
era noche…
Oliver entró a la cabaña junto con Toby, su abuelo estaba preparando dos tazas de
café y le dio una a él, se sentaron juntos frente a una pequeña mesa con un viejo
tablero de ajedrez, el abuelo empezó a acomodar las piezas.
- ¿Quién ganó la última vez?- Preguntó Oliver.
- No hagas como si no lo recordases, me debes diez dólares.
- Si gano no será así.
Oliver se acomodó al lado contrario del tablero, las partidas entre ellos eran rápidas
o a veces podían durar horas, mientras movían las piezas hablaban.
- ¿No piensas en el futuro? Preguntó el viejo mientras capturaba un peón del
chico.
- Sabes que sí, nadie puede evitarlo.
- ¿Y qué hay en ese futuro?

5. - Aparte de nieve por todos lados, no lo sé.
El viejo le dirigió una mirada como si supiese que había algo más.
- Dilo…
- No paro de pensar en cómo era todo antes, mientras más tiempo pasa, más
difícil se vuelve recordar todo con nitidez, quizás es por eso que no puedo
recordar lo que sueño al despertar.
- Los sueños son extraños chico, puede que tengas razón, o simplemente es que
sueñas en blanco… Creería que es lo primero- capturó un caballo.
- No sabría decirlo, sabes que quiero ser escritor, es que desde pequeño lo he
hecho junto con mamá, pero no es lo mismo escribir cosas en este mundo tan
sombrío, ella se pasa el día cuidando la biblioteca para que los libros no se llenen
de polvo-. La mirada de Oliver empezó a perder color-, quizá no valga la pena en
soñar con fantasías.
- Que tonterías dices, hablas como los demás- Oliver se quedó callado, no se
esperaba que el viejo dijese algo así.
- Al tiempo, tienes que aprender que no le importas, así que piérdelo como te dé la
gana, más aún si es soñando y escribiendo, la vida, ella probablemente tampoco
te espere, así que haz lo que quieras con ella, ¿por qué demonios crees que sigo
vivo?
- Yo…- Lo interrumpieron.
- Y si sigues diciendo que soñar por el mundo que deseas es un desperdicio-, su
mirada se volvió seria- nos decepcionarías a todos-. El abuelo hizo Jaque mate.
Oliver miró a su abuelo, de alguna forma había jugado mejor de lo habitual, pero
más importante, le había dado esperanza. Hablaron un rato más y luego Oliver se
marchó, pensaba visitar a Amadeo, era su mejor amigo, luego iría a casa.
La familia de Amadeo siempre se había llevado bien con la suya, claro que como
estaban las cosas, se habían distanciado un poco, pero aquellos dos seguían siendo
totalmente los mismos, la familia de Amadeo era muy amorosa, y su tatarabuelo
había plantado un árbol que desde ese entonces siguió creciendo hasta ser el más
fuerte de los alrededores, en un pedazo de su corteza estaban grabados los
nombres de toda su familia.
Cuando Oliver llegó a la casa de Amadeo también se encontró con su amiga Elicia,
una chica risueña e inteligente, le gustaba ser positiva ante la situación, aunque por
dentro sentía tristeza como reflejo de los rostros que frecuentemente veía; quería
poder ayudar pues ella deseaba que llegara el día en que por fin la luz regresara.
Vestía con un gran abrigo y un gorro, su rostro rosáceo y sobre todo en su nariz.
Cuando vieron a Oliver a través de la ventana se alegraron y salieron a recibirlo, él
también se alegró.

6. - Tonto, deberías de dormir menos- dijo Amadeo.
- No prometo nada-. Elicia sonrió.
- Es bueno verte- Amadeo abrazó a Oliver y le dio un pequeño golpe en el
hombro.
Elicia se acercó a ellos y también se unió al reencuentro y dirigió la palabra a
Amadeo.
- No vale la pena intentarlo, siempre será el mismo flojo de siempre-. Dijo con una
sonrisa mientras le revolvía el pelo con cariño a Oliver y este intentaba zafarse de
su agarre entre risas.
Entraron en la casa y charlaron por bastante tiempo mientras soltaban carcajadas,
tal parece que el aroma a felicidad atrajo a la hermanita de Amadeo quién no dudó
en abalanzarse en abrazar a Oliver ni un segundo, solo avivó más las risas.
- Hola Cassie- dijo Oliver con la pequeña entre sus brazos.
- ¡Oli!- Dijo la niña con ternura mientras se aferraba a él, los conocía a los dos
desde siempre y les tenía un cariño increíble.
- ¿Cómo está Toby?- Preguntó la niña con ilusión.
- Justo acabo de verlo, extraña jugar contigo.
- Dile que iré a jugar con él en cuanto pueda, yo también lo extraño.
- Se lo diré, lo prometo.
- ¿De verdad?
- De verdad- Cassie sonrió.
La mamá de Cassie la comenzó a llamar.
- Espera me llama mi mami-. Salió corriendo hacia la cocina a ayudar a su madre.
Cassie reía y corría. La sonrisa de Oliver empezó a desaparecer y su cara se tornó
triste al ver a sus amigos que tenían una cara incluso peor.
- ¿Qu…Qué ocurre? -. Tan terrible era la atmósfera que no pudo decir bien la
pregunta.
Elicia miró a Amadeo, él se frotó los ojos y luego vio a Oliver, nunca había visto una
mirada parecida y luego de un largo silencio Amadeo habla.
-…Desde la última vez que viniste, días posteriores empezó a empeorar
repentinamente… Lo único que hacen es decirnos que es un milagro que haya
sobrevivido todo este tiempo sin el tratamiento adecuado, no pueden hacer nada
más, al fin y al cabo, sin energía no pueden usar el equipo que necesitan para
tratarla, prácticamente han llevado su caso a ciegas, pero recientemente duerme
casi tanto como tú, no logra comer prácticamente nada porque si lo hace no para
de vomitar, y luego están sus dolores de cabeza, la verdad es que viniste en el
momento en que de casualidad está bien, pero no fue hasta hoy en la mañana que
pudo salir de la cama, lo más probable es que en poco tiempo se vuelva a sentir

7. mal… Y no creemos que le quede mucho, no nos explicamos cómo es que siempre
mantiene una sonrisa a pesar de todo.
Oliver ni siquiera podía decir una palabra o mover un dedo, todo su cuerpo
temblaba, él conocía y jugaba con Cassie desde que ella había nacido…
Esa tarde no hacían falta palabras para despedirse, bastó con unas miradas tristes
y un abrazo entre los tres frente al mundo gris que se dejaba ver en su totalidad
ante ellos.
Cuando Oliver regresó a casa no se sentía muy bien, tenía mareos y su conciencia
estaba fuera de sí, se fue directamente a dormir, cuando sus padres llegaron a casa
hicieron lo mismo después de un rato, era el momento en que todo mundo dormía,
un momento en que todo está en silencio, Oliver se despertó y se quedó tendido
mirando hacia el techo, pensando, pensando en cómo las personas como Cassie
necesitaban ese mundo que antes existió, un mundo con la calidez del sol y lleno
de avances, pensaba en el por qué ese mundo dejó de existir de repente, todo lo
que se llevó consigo ese hecho, lo que se llevó de las personas, no solo dejó
inservibles tantos avances en las ciencias, dejó grises las vidas de muchas
personas, Oliver estaba a punto de dormirse con ese pensamiento, cuando
repentinamente una luz extremadamente brillante entró por su ventana que
mantenía abierta y llenó toda su habitación, fue algo tan rápido y tan potente que
cegó a Oliver temporalmente, cuando el chico recuperó la visión se puso en pie y
corrió hacia la ventana, a lo lejos en dirección a la cabaña del abuelo había un
destello tan brillante que por unos segundos Oliver recordó cómo se sentía mirar
hacia el sol directamente, la luz se fue atenuando poco a poco, el corazón del chico
latía fuerte y rápido, estaba atónito, en ese momento acababa de pasar algo
increíble…
La respiración de Oliver estaba tan apresurada como él, corría y chocaba contra las
paredes mientras buscaba su abrigo y zapatos, es un milagro que aquel escándalo
no despertase a sus padres, todos los pensamientos de su cabeza estaban
alborotados, apenas podía creer lo que había sucedido, lo único que tenía claro es
que quería perseguir aquel destello, no dudó en absoluto en correr tanto como su
cuerpo le permitiera, mientras más asimilaba lo sucedido, más se emocionaba, sus
ojos y su piel recordaban como era sentir la luz, mientras se ahogaba entre
transpiraciones y sus pies dolían, Oliver sonreía…
Cuando llegó a la cabaña decidió tomar un descanso, sabía que aún quedaba para
llegar al origen de aquella luz, le costaba recuperar el aliento, se acostó mirando
hacia el cielo, cerró los ojos y se aferró a la sensación que había recordado antes,
de pronto escuchó a personas igual de agotadas que él, eran Amadeo y Elicia, nadie
podía hablar porque apenas tenían aliento pero su sonrisa y mirada lo decían todo,
aquellos dos también cayeron al suelo tratando de que sus piernas se mantuvieran
pegadas al resto de su cuerpo, estaban ahí por el mismo motivo, cuando por fin
pudieron recuperarse Elicia fue la primera en hablar:

8. - Tenemos que seguir, ya descansamos suficiente- dijo mientras se levantaban
poco a poco.
- ¡En marcha!- Gritó Oliver poniéndose de pie con un salto.
- Hay que tener cuidado de no perdernos- siguió Amadeo.
- No hace falta, conocemos el bosque como si fuera nuestro hogar- dijo Oliver con
determinación.
-Tiene razón- siguió Elicia- hemos jugado en él desde muy pequeños-.
Escucharon un golpe que los asustó.
Era Toby, al parecer Oliver lo despertó con su grito y estaba saludándolos desde
dentro de la cabaña saltando frente una ventana.
- Lo lamento amigo, tenemos prisa- le dijo Oliver desde el otro lado del cristal, Toby
solo inclinó la cabeza y levantó una oreja, mientras empezaban a correr de nuevo
escucharon un aullido y se detuvieron por lástima.
- De verdad quiere venir- dijo Amadeo mientras veía a los otros dos.
- Bien, voy por él - dijo Oliver.
Justo cuando se disponía a regresar por él, todos se quedaron con la boca abierta
al ver como el perro saltaba por la ventana rompiendo el cristal, luego cayó al suelo,
y se levantó, se sacudió moviendo la cola y enseguida corría hacia ellos mientras
soltaba un ladrido.
- ¡Ese perro está loco!- Dijo Elicia mientras Toby saltaba sobre Oliver y le lamía el
rostro.
- Es el resultado de vivir con el abuelo- respondía Oliver mientras Amadeo trataba
de quitarse a Toby de encima para que se levantara y Oliver reía-. Buen chico-
acarició la cabeza del perro.
- Tenemos que seguir, hay que llegar lo antes posible- dijo Amadeo.
Todos empezaron a correr nuevamente ahora con Toby detrás de ellos, mientras
más se adentraban en el bosque, la niebla era mayor, pero solo tenían que seguir
de frente, se apegaron a eso… Después de correr un buen rato se dieron cuenta de
que se habían separado.
La preocupación invadió a los chicos, Oliver gritaba sus nombres con
desesperación, pero no se veía nada ni escuchaba nada más que los sonidos del
bosque, estuvo deambulando por un montón de horas, tenía hambre y mucha sed,
el dolor de sus piernas lo estaban matando finalmente… Se recostó al pie de un
árbol y mientras miraba la niebla que lo cubría todo alrededor, quedó dormido.
Cuando despertó, la sed había empeorado y el hambre también, sus pies ya no
dolían tanto, empezó a caminar de nuevo, pasó el tiempo y llegó a un estanque
parecido al que había atrás de la cabaña del abuelo, empezó a beber agua, estaba
bastante helada, Oliver se sentó mirando el estanque, la niebla poco a poco se
empezó a disipar, luego de un rato, vio una silueta que caía de rodillas y bebía del

9. estanque igual que él, intentaba articular palabras pero no podía, luego llenó de aire
sus cansados pulmones y gritó:
- ¡Hey!, ¡Estoy aquí! - La silueta se puso de pie y comenzó a correr hacia él.
Amadeo abrazó a su amigo mientras caía rendido del cansancio:
- Dios, que alivio- decía.
Oliver no tuvo tiempo para contestar, en ese instante se dio cuenta de que al otro
lado del estanque apareció Elicia junto a Toby y estaban bebiendo también,
cuando terminaron corrieron a reunirse con ellos.
- Menos mal- dijo Elicia casi entre lágrimas abrazando a los dos chicos mientras el
perro daba vueltas alrededor de ellos.
Como si nunca hubiese existido, la niebla se fue, y cuando Oliver comenzó a ver
alrededor en el centro del estanque había una pequeña luz, en ese instante la luz
se expandió y un destello igual de fuerte que el que había visto antes los cegó a
todos, cuando empezaron a recuperar la visión, vieron el cielo, las nubes sobre ellos
se apartaron y el cielo gris se tornó de un celeste fuerte, como si fuese pintado con
acuarela, la luz del sol brilló como no lo había hecho en años sobre aquel estanque,
en cuanto tocaba algo, lo llenaba de vida, crecían flores y hierbas, los árboles se
miraban mejor que nunca, no estaban cubiertos de escarcha, su piel, pálida por
pasar tanto tiempo en la oscuridad, desde la última vez, sentía la calidez de la luz,
aquel lugar se llenó de aves que llegaban a posarse sobre los árboles, los chicos
se miraban entre sí llorando de felicidad y se quedaron mirando al cielo, acostados
en el suelo sintiendo a como aquel paisaje los abrazaba, pasó el tiempo y
nuevamente Oliver cayó dormido.
Cuando despertó, Amadeo y Elicia jugaban junto a Toby en el estanque, él se unió
de inmediato, aquel momento fue el que marcaría su vida para siempre, donde
comprendería un que un sueño es algo que brilla igual que la luz del sol, y él había
encontrado esa luz.
Decidieron que tenían que regresar a casa, y lo hicieron, pues tenían que traer a
Cassie y al resto de sus familias, el reto era como encontrar el camino de regreso,
curiosamente solo les llevó un par de minutos salir del bosque, todo el resto del
mundo seguía igual de gélido, incluyendo la cabaña del abuelo, Amadeo y Elicia
siguieron su camino y el entró a la cabaña, el abuelo estaba despierto, estaba
haciendo una taza de chocolate y al verlo entrar junto a Toby les dijo:
- ¡Oh! Me preguntaba dónde estaba ese perro, es la tercera vez que rompe la
ventana.
- ¿Tercera? - dijo Oliver mirando a Toby.
- Larga historia, gracias por traerlo de vuelta.

10. Oliver comenzó a contarle cada detalle de lo sucedido al viejo, y lo convenció de ir
a buscar aquel estanque, pero no encontraron nada tras buscar arduamente, y
regresaron a la cabaña.
- Te juro que es verdad, pregúntale a Amadeo y a Elicia.
- Te creo, pero es muy extraño, el estanque de la cabaña es el único por estos
lugares, y…-Se abrió la puerta, era el padre de Oliver, lucía mal.
- Oliver, con que aquí estabas…- El viejo fue hacia su hijo y lo miró extrañado por
la cara que tenía.
- ¿Estás bien?- El padre de Oliver bajó la mirada y luego la dirigió a su padre y a
su hijo con tristeza…
Cassie había fallecido hace una hora, el padre de Oliver había ido para llevar la
noticia, cuando fueron a la casa de Amadeo todo mundo estaba llorando, la madre
de Oliver consolaba a los padres de Amadeo, no veía a sus amigos por ninguna
parte y nuevamente su cabeza era un desorden, todo mundo lloraba a mares,
vecinos que conocían a Cassie, familiares, todos querían mucho a esa pequeña,
Elicia apareció llorando frente a Oliver, tenía los ojos rojos de tanto llorar, se miraron
y Oliver hizo un esfuerzo para hablar:
- Yo… No…- Al ver que le era imposible, Elicia dijo.
- Nunca dejó de sonreír… A pesar de lo mal que se sentía- Oliver seguía sin poder
decir nada-, fue poco después de que Amadeo y yo regresamos- Oliver comenzó
a temblar- lo último que dijo fue…” Quisiera volver a jugar con Toby”.
Al oír eso, Oliver estalló entre gritos y lágrimas, calló nuevamente al suelo y Elicia
también, aquella niña inocente y alegre se había ido, aquella niña que ellos habían
visto crecer, con la que habían jugado y reído cada vez que se veían… Elicia y
Oliver lloraron hasta que los ojos les ardieron hasta que su garganta no pudo gritar
más, hasta que el dolor de cabeza que sentían los hizo quedar inconscientes…
Cassiefue enterrada frente al árbol que tenía la familia de Amadeo en un lugar cerca
de la cabaña del abuelo, los nombres de todos los familiares estaban grabados
sobre su corteza, incluidos los de Cassie y su hermano, todos estaban vestidos de
negro, la atmosfera era horrible, el cielo gris era el reflejo de la tristeza que sentían
todos, nuevamente todo mundo empezó a llorar menos Amadeo, nadie le dijo
nada…
Cuando terminó todo, los tres fueron a la cabaña y se sentaron a observar el
estanque, Toby estaba recostado sobre la pierna de Amadeo, Toby también
estaba triste, Elicia fue la primera en hablar:
- Oye… ¿Por qué?- le dijo a Amadeo.
- ¿Qué?- le dijo extrañado.
- ¿Por qué no lloras?- le dijo Oliver a su amigo aún más extrañado.

11. - Yo…- Decía Amadeo mientras Oliver y Elicia lo veían- no tengo porque llorar,
además ella odiaba ver a las personas hacerlo-. Amadeo sonrió.
Oliver no lo podía creer, eran las mismas palabras del abuelo de Oliver, es lo mismo
que decía cuando su abuela falleció… Miró nuevamente al estanque, recordando a
su abuela, le gustaba entrar en la orilla a sentir el agua en los pies, a relajarse, a
veces él la acompañaba, luego recordó como Cassie jugaba con Toby en el mismo
estanque, riendo y haciendo que el agua saliera disparada por todas partes, a pesar
de que cuando Cassie jugaba ahí el agua y el mundo ya se habían tornado fríos, la
felicidad que emanaban aquella pequeña y la abuela de Oliver eran igual de
efímeras… No pudo evitar derramar una lágrima, pero se la quitó de la mejilla
porque Amadeo tenía razón, ellas odiaban ver a las personas llorar, las ponía igual
de tristes…
Cuando Oliver regresaba a casa, caminando con su traje negro bajo el cielo gris,
comprendió muchas cosas, un mundo sin luz es algo imposible, hay luz en cada
persona y en cada sueño, claro que extrañaba la luz del sol, la energía eléctrica,
pero extrañaría mucho más a Cassie, hay personas que dicen que es imposible
cambiar al mundo, pero las hay y son aquellas que persiguen un sueño, hay cosas
que a los ojos de los demás parecen insignificantes, pero para otras, son tan
valiosas como su propia vida, como aquel árbol donde descansa la pequeña, si la
energía eléctrica hubiese permitido a los médicos tratar adecuadamente a los
enfermos, no solo Cassie seguiría sonriendo, sino miles de personas, si la luz del
sol no se hubiese ocultado tanto, los niños jugarían bajo ella como él solía hacerlo
de pequeño, puede que el mundo se haya tornado gris por como las personas lo
matamos, cazamos animales, contaminamos mares, aire, tierra, nos liquidamos
entre nosotros mismos, como nos convencemos de que no es posible hacer nada
por él, como nos convencemos de que muchas cosas posibles no lo son, este
mundo es un reflejo de todo eso y muchas cosas más… Solo bastó con que Oliver
se diese cuenta de ello, solo bastó con que una persona entre millones lo hiciera…
Justo cuando tenía todo eso en la cabeza, me dio por mirar al cielo, notaba algo
extraño, cuando estaba aún más cerca de casa, no podía creer lo que escuchaba,
las radios volvían a funcionar, escuchaba la música que solía escuchar de niño, y
cuando miré otra vez al cielo, las nubes se estaban apartando y el cielo, el calor, la
luz, estaban regresando… Aquel día fue el primero después de mucho tiempo…
Cumplí mi sueño, parte de él es también escribir esta historia, mi abuelo murió
tiempo después de lo sucedido y la única vez que lo vi llorar fue cuando se dio
cuenta de que lo que le dije aquel día era totalmente verdad, cuando mi sueño, se
volvió realidad, hacer de mi un soñador era la promesa que lo reuniría con mi
abuela, y aquella pajarera que construyó, se llenó de pájaros…
FIN.