1. Isla de Yáquil, tierra de fe mística.
Amanda Zavalla Sánchez.
Licenciada en Historia, mención Gestión y Administración Sociocultural.
Diplomado en Patrimonio Cultural, Ciudadanía y Desarrollo Local.
“De la lsla de yáquil le traigo la uva
El vino asoleado que hicieron los curas
Y Fray Chunchurreta fue quién lo probó
Y todo el convento también se tentó”1
En los significativos versos del famoso folclorista colchagüino Raúl de Ramón, se rememora en cada
Misa a la Chilena celebrada en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, los elementos que
envuelven la historia fundante de la comunidad de Isla de Yáquil. Esta mística historia local
complementa lo más puro de la vida tradicional campesina y los valores religiosos heredados por
más de un centenar deaños.
Es durante la segunda mitad del siglo XIX que el sacerdote Marcelino León Trincado asume
la imperiosa labor de ejercer la misión evangelizadora en la zona y cultivar la fe, tarea que los llevará
a forjar el carácter de una comunidad. El crecimiento y la vida en comunidad de Isla de Yáquil, se
remonta permanentemente al desarrollo de esta Parroquia. Este sacerdote dio inicio a la llamada
Obra Pía, lamentablemente en devastada por los efectos del terremoto del 2010, pero
posteriormente reconstruida procurando conservar su arquitectura. La antigua construcción llevó a
Marcelino León a erigir la imponente Iglesia que vigilaba y nuevamente vigila el pequeño valle,
también lo que fuera la Casa de Retiros y Ejercicios, además de las instalaciones y viñas destinadas
a la producción artesanal del vino de misa.
Es así como de esta, la llamada Obra Pía, se desprenden recuerdos y nostalgias que aún
permanecen en el recuerdo colectivo.
La Casa de Retiros y Ejercicios, se convirtió en un lugar de recogimiento y purificación de los
pecados de aquellos hombres que habían consagrado su vida al servicio de Dios. No es inusual que
hoy en la memoria de los yaquilinos de más avanzada edad, surja el recordado rumor de que en las
habitaciones de los penitentes se escucharan extraños ruidos por los latigazos y golpes que se
inferían estos hombres. A través de la auto laceración del cuerpo, buscaban la forma de borrar los
1
Villancico de Yáquil. Autor y Compositor, Raúl de Ramón. Disco Lo mejor de los de Ramón.
2. pecados que los atormentaban o aplacar las faltas cometidas.
Pero sin duda el orgullo más trascendental es que Yáquil ponga en los altares el mejor vino
de misa, proveniente de las uvas de los primeros sarmientos que dieron origen a la tradición
vitivinícola de Colchagua. Hoy su vino más emblemático es el Vino Cocido Marcelino León Trincado,
en memoria al presbítero fundador de esta antigua parroquia. Con los años esta producción
artesanal se ha mantenido, y el sabor de sus vinos asoleado y cocido, trae a la memoria el valor de
lo que esta comunidad ha heredado.
El vino de misa es el testimonio material de cómo la comunidad de Isla de Yáquil, resignifica
una identidad cultural construida sobre la base de la fe y la producción de la tierra, una identidad
campesina que se hace en la cotidianidad del esforzado trabajo del campo, que es donde se
construye el patrimonio que porta este labrador de la tierra, en la siembra, en la cosecha, en la trilla,
en el ambiente festivo que surge de cada uno de estos momentos, en la relación que se tienen con
los lugares y los paisajes, como el potrero, la viña y las pequeñas huertas familiares. Lugares que
han sido testigos de diversas historias campesinas, con personajes puntuales y recordados y que
han provocado sentimientos particulares.
Lugares en los cuales cada año se pone en marcha cada etapa del proceso productivo de la
tierra, como parte normal de la vida en el campo, no como la puesta en escena de un evento
folclórico. Una identidad aun asociada a elementos característicos de lo que fuera el antiguo sistema
de la Hacienda y las dinámicas sociales que surgían de la relación con esta unidad productiva, a
cuya cabeza precisamente estaba esta gran Iglesia y en la cual año a año mediante una Misa de
Acción de Gracias, se agradece a Dios por la bendición de las cosechas, la fertilidad y la abundancia,
con la inquebrantable fe de que el proveerá.
Y el recuerdo de esta comunidad también pasa por el realismo mágico tan característico,
pues a no mucho hurguetear en la memoria de los vecinos, surgen de inmediato las enigmáticas
historias vinculadas a uno de los lugares más recurrentes de Isla de Yáquil, el Salto de Agua.
Cuentan que durante una actividad de recreación en este lugar de un grupo de jóvenes
provenientes de la Casa de Retiro, uno de ellos es visto caer desde la poza más alta de este
balneario de Yáquil. El hecho real habría sido un suicidio. Según las interpretaciones populares,
cuando el cauce de agua aumenta con la abundancia de las lluvias, se puede ver a este monje en la
cascada principal, con sus manos en posición de oración, con su cabeza reclinada y cubierta con la
capucha de su atuendo religioso. Quizás las exigencias de una férrea doctrina o sus graves pecados
lo orillaron a tomar tan fatal decisión y desprenderse de su existencia.
Debe ser lo apartado y de dificultoso acceso, que estas pozas se han convertido en un lugar
persuasivo para elucubrar historias relacionadas a la tragedia, pues no sólo este monje ha sido
protagonista de representativas historias de Yáquil, sino también cuentan los antiguos, que una
3. novia inducida por una decepción amorosa, puso fin a su vida lanzándose de desde la misma más
alta poza de este salto de agua. La tradición oral de esta comunidad le ha agregado elementos
místicos para hacerla más atractiva, pues según las interpretaciones populares, cuando la cascada
aumenta su volumen, se puede ver a esta desdichada novia llorando bajo la cascada, siendo esta
columna de agua, el majestuoso y largo velo, a la vez que peina tenuemente sus largos cabellos con
un peine dorado.
Todo estos elementos de complementan para que este sector rural de la comuna de Santa
Cruz, sea reconocido por ser uno de los lugares que conserva con mayor autenticidad su vida
tradicional, arraigada al cultivo de la tierra, las formas de convivencia particulares del campo y los
valores religiosos que aun definen la identidad de su gente.