1. Como el sastre caso
a suhija casadera, una
Un sastre tenía una
hija
negrita guapísima. Dos rivales se
presentaron un día delante de la muchacha
y, al pretenderla, le dijeron: - Por ti
venimos. - ¿Y qué pretendéis? - exclamó la
bella negrita, sonriendo. - Los dos te
amamos - contestaron los jóvenes negritos
- y ambos deseamos casarnos contigo.
Como la linda negrita era una chica harto
bien educada, llamó a su padre, quien,
después de escuchar a los pretendientes,
les dijo: - Retiraos ahora, porque es tarde;
pero volved mañana; lo pensaré, y
entonces os indicaré cuál de los dos se
llevará a mi bella hija por esposa.
Autor: Ed Moreno 57
Origen: Barcelona
2. Al día siguiente, al amanecer, los dos
opuestos y gallardos negritos se
presentaron nuevamente en casa del sastre
y así hablaron: - Aquí nos tenéis para
recordaros vuestra promesa de ayer y saber
cuál de los dos llevará vuestra hija por
esposa. - Esperad un momento -
contestóles el padre; he de llegarme al
mercado para comprar una pieza de paño,
y, en cuanto regrese, que será enseguida,
sabréis mi respuesta. Efectivamente,
estando de vuelta el sastre, llamó a su hija y
habló en estos términos a los
pretendientes: - Sois dos y yo no tengo más
que una hija.
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3. • ¿A quién se la doy? ¿A quién se la
niego? En mi incertidumbre y
deseando ser imparcial, vamos a
hacer una cosa: de esta pieza de
paño cortaré dos vestidos
enteramente iguales para que la
labor sea la misma en su
confección. Cada uno de vosotros
coserá uno, y el que primero
concluya la tarea, será mi yerno.
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4. Los negritos rivales aceptaron la idea feliz y
tomaron su labor respectiva, disponiéndose
a coser en presencia del maestro.
El padre llamó a su hija y le ordenó:
- Aquí tienes hilo; prepáralo para esos dos
obreros. La muchacha obedeció a su padre;
tomó el hilo y se sentó junto a sus rivales.
Pero la linda negrita era muy astuta. El
padre no sabía a quién amaba, ni los
pretendientes sabían cuál de los dos era el
preferido. Ella guardaba su secreto en el
fondo de su corazón. Se fúe el sastre y ella
preparó el hilo con el cual los mozos habían
de coser. La pícara negrita daba hebras
cortas al negro que amaba, mientras que se
las ofrecía muy largas al rival que su
corazón desechaba.
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5. Los obreros cosían con idéntico afán, pues
su pasión era grande. A las once de la
mañana, no obstante el incesante trabajo,
apenas la labor llegaba a la mitad; pero, a
eso de las tres de la tarde, el negrito de las
hebras cortas tanto había adelantado, que
tenía su obra terminada. Cuando regresó el
sastre, el vencedor le mostró el vestido
terminado, en tanto que su rival seguía
dando puntadas. - Hijos míos - exclamó el
padre -: no quise favorecer a ninguno de los
dos y por eso corté mi pieza de paño en dos
porciones iguales, para que mi hija fuese el
premio del que más se afanara en la obra.
"El que primero concluya, éste será mi
yerno." Así lo comprendisteis y así lo
aceptasteis, ¿verdad? - Padre -
respondieron los dos apuestos negritos -,
comprendimos tus palabras y aceptamos la
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prueba. Lo hecho, bien hecho está.
6. El raciocinio del padre había sido éste: el
que primero acabe, será el más diestro y
por tanto el más indicado para sostener la
casa con prosperidad y decoro; pero no
había podido sospechar que la picaruela de
su hija daría hebras cortas al que amaba y
largas al negro que no quería. Así, con su
malicia, decidió la prueba, y ella fue quien
se eligió el esposo y la suerte de su hogar.
AUTOR: Amy Brown
"Cuentos Populares Africanos." Hadaluna. Bruce
Deboer, 2000. Web.
<http://www.hadaluna.com/indices/africaindex.
htm>.
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7. REFLEXION
Al final de cuento puedes darte cuenta
como ella estaba enamorada solo de
uno de ellos, aunque ella no quería
decírselo a su padre. Puedes darte
cuenta de que el amor es muy fuerte
y solo tu como persona decides a
quien amar, al principio a ella le dio
miedo pero el padre entendió que
solo era uno el que ella realmente
amaba. También puedes ver la
valentía de los dos hombres, porque
los dos estaban dispuestos a luchar
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por el amor de su amada, incluso
aceptaron el reto de hacer un vestido.