2. Dentro de la Liturgia de la Eucaristía, todo lo
que sigue después de la Plegaria Eucarística
es una preparación para recibir a Cristo
debidamente dispuestos.
3. Padre Nuestro
Se llama también oración dominical (de dominus= Señor),
la oración del Señor, porque Él mismo la enseñó como
ejemplo de oración.
En ella se pide el pan de cada día, con lo que se
evoca, para los cristianos, principalmente el pan
eucarístico, y se implora la purificación de los pecados,
de modo que, verdaderamente, “las cosas santas se
den a los santos”.
El sacerdote invita a orar a los fieles y todos, con él,
hacen la oración.
Debe ayudarse a que todos la digan, cantando y recitando.
4. Padre Nuestro
Después el sacerdote añade el embolismo (palabra
proveniente del griego que significa añadir), que
desarrolla la última petición, pide para toda la
comunidad de los fieles la liberación del poder del
mal. “Líbranos de todos los males…”
El embolismo no debe cambiarse ni alterarse, porque es
continuación de la oración dominical. Con algunos padre
nuestros cantados, esto no se respeta.
Sólo hay un caso en que no se hace: la bendición nupcial.
Inmediatamente, la asamblea proclama la gloria de Cristo,
respondiendo: “Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre,
5. Rito de la Paz
Con el rito de la paz, la Iglesia implora la paz y la unidad
para sí misma y para toda la familia humana, al mismo
tiempo que los fieles expresan la comunión eclesial y la
mutua caridad, antes de recibir la comunión.
Después de “La paz del Señor esté siempre con vosotros”,
si se juzga oportuno, el sacerdote añade: “Daos
fraternalmente la paz” (OGMR, 154). La expresión “si se juzga
oportuno” quiere decir que no es un gesto obligatorio.
“Conviene que cada uno exprese la paz sólo a quienes tiene
más cerca” (OGMR, 82)
El sacerdote puede dar la paz a los ministros, pero siempre
permaneciendo dentro del presbiterio para no perturbar la
celebración.
Mientras se da la paz puede decirse: “La paz del Señor esté
siempre contigo”, a lo que se responde: “Amén”.
6. Fracción del Pan
El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo
en la última Cena, y que en los tiempos apostólicos
fue el que sirvió para denominar la íntegra acción
eucarística, significa que los fieles, siendo muchos,
en la Comunión de un solo pan de vida, que es Cristo
muerto y resucitado para la vida del mundo, se hacen
un solo cuerpo.
La fracción se inicia tras el intercambio del signo de
la paz y se realiza con la debida reverencia, sin
alargarla de modo innecesario ni que parezca de una
importancia inmoderada. Este rito está reservado al
sacerdote y al diácono.
7. Fracción del Pan
El sacerdote realiza la fracción del pan y deposita
una partícula de la hostia en el cáliz, para significar
la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la
obra salvadora, es decir, del Cuerpo de Cristo
Jesús viviente y glorioso. (OGMR, 83) En este momento
el sacerdote dice en secreto: “El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor
Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida
eterna”.
La súplica “Cordero de Dios, que quitas…” acompaña
este gesto. Se canta o se recita, con la respuesta del
pueblo. Se puede repetir mientras dure la fracción del
Pan, terminando, la última vez que se dice con las
palabras: danos la paz.
No debe cantarse o decirse mientras todavía se esté
8. Comunión
El sacerdote se prepara con una oración en
secreto: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por
voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con
tu muerte la vida al mundo; líbrame, por la recepción de tu
Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal,
concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás
permitas que me separe de ti”.
Los fieles hacen lo mismo orando en silencio.
El sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico y
juntamente con ellos hace un acto de humildad: Señor,
no soy digno…
9. Comunión
Mientras el sacerdote comulga, comienza el canto de
comunión, canto que debe expresar, por la unión de
voces, la unión espiritual de quienes comulgan,
demostrar la alegría del corazón y manifestar
claramente la índole “comunitaria” de la procesión
para recibir la Eucaristía.
Cuando se ha terminado de distribuir la Comunión, el
sacerdote y los fieles, si se juzga oportuno, pueden
orar un espacio de tiempo en secreto. Si se prefiere,
toda la asamblea puede también cantar un salmo o
algún otro canto de alabanza o un himno.
Todo el rito termina cuando el sacerdote pronuncia la
oración para después de la Comunión, en la que se
ruega por los frutos del misterio celebrado.
10. Comunión (algunos detalles interesantes)
Comunión en la mano
De la Congregación para el Culto Divino
Notificación acerca de la Comunión en la mano
La Santa Sede, a partir de 1969, aunque manteniendo en vigor
para toda la Iglesia la manera tradicional de distribuir la
Comunión, acuerda a las Conferencias Episcopales que lo
pidan y con determinadas condiciones, la facultad de distribuir
la Comunión dejando la Hostia en la mano de los fieles.
Esta facultad está regulada por las Instrucciones Mernoriale
Domini e immensae caritatis (29 de mayo de 1968: AAS 61, 1969,
541-546; 29 de enero de 1973: AAS 65, 1973, 264-271), así
como por el Ritual De sacra Communione publicado el 21 de
junio de 1973, n. 21. De todos modos parece útil llamar la
atención sobre los siguientes puntos:
11. Comunión (algunos detalles interesantes)
Comunión en la mano
De la Congregación para el Culto Divino
Notificación acerca de la Comunión en la mano
1. La Comunión en la mano debe manifestar, tanto como la
Comunión recibida en la boca, el respeto a la presencia real
de Cristo en la Eucaristía. Por esto se insistirá, tal como lo
hacían los Padres de la Iglesia, acerca de la nobleza que
debe tener en sí el gesto del comulgante. Así ocurría con los
recién bautizados del siglo IV, que recibían la consigna de
tender las dos manos haciendo "de la mano izquierda un
trono para la mano derecha, puesto que ésta debe recibir al
Rey" (6ª catequesis mistagógica de Jerusalén, n. 21: PG 33,
col. 1125, o también Sources chréet., 126, p. 171; S. Juan
Crisóstomo, Homilia 47: PG 63, col. 898, etc.).*
12. Comunión (algunos detalles interesantes)
Comunión en la mano
2. De acuerdo igualmente con las enseñanzas de los Padres, se
insistirá en el Amén que pronuncia el fiel, como respuesta a la
fórmula del ministro: "El Cuerpo de Cristo"; este Amén debe ser la
afirmación de la fe
3. El fiel que ha recibido la Eucaristía en su mano, la llevará a la
boca, antes de regresar a su lugar, retirándose lo suficiente para
dejar pasar a quien le sigue, permaneciendo siempre de cara al
altar.
4. Es tradición y norma de la Iglesia que el fiel cristiano recibe la
Eucaristía, que es comunión en el Cuerpo de Cristo y en la Iglesia;
por esta razón no se ha de tomar el pan consagrado directamente
de la patena o de un cesto, como se haría con el pan ordinario o
con pan simplemente bendito, sino que se extienden las manos
para recibirlo del ministro de la comunión.
13. Comunión (algunos detalles interesantes)
Comunión en la mano
5. Se recomendará a todos, y en particular a los niños, la
limpieza de las manos, como signo de respeto hacia la
Eucaristía.
6. Conviene ofrecer a los fieles una catequesis del rito,
insistiendo sobre los sentimientos de adoración y la
actividad de respeto que merece el sacramento (cf.
Dominicae cenae, n. 11). Se recomendará vigilar para que
posibles fragmentos del pan consagrado no se pierdan (cf.
5. Congre. para la Doctrina de la Fe, 2 de mayo de 1972:
Prot. n. 89/71, en Notitiae 1972, p. 227).
7. No se obligará jamás a los fieles a adoptar la práctica de la
comunión en la mano, dejando a cada persona la
necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o
en la boca.