1. EL BURRITO Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de sacarlo sin éxito. Finalmente el campesino decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco, y necesitaba ser tapado de todas formas y que realmente no valía la pena sacar el burro. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarlo. Todos tomaron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo. El burro se dió cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente. Luego, para sorpresa de todos, se tranquilizó.
2. Después de unas cuantas paladas de tierra, el campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio... Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble... Se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba. Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía y daba un paso hacia arriba.
3. Pronto todo el mundo vio sorprendido como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando. La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra. El truco para salirse del pozo es sacudírsela y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Finalmente el burrito resultó inteligente: Salvó su vida "reciclando" con creatividad el mismo material que los demás le arrojaban para que terminara de hundirse.
4. LAS DOS CABRITAS (Fábula de La Fontaine – Adaptación) Había una vez una cabrita blanca de pies a cabeza. Iba, camina, que te camina, por el medio del bosque. Después de andar un rato se encontró al borde de un barranco muy hondo. Encima del barranco había un puente muy estrecho, hecho con el tronco de un árbol. Sucedió también que al otro lado del barranco apareció una cabrita, negra de arriba abajo. Paseando, paseando, se acercó también al borde del barranco.
5. Pero las dos cabritas a la vez no cabían de ninguna manera, por más que se empeñasen. Entonces va y la cabrita blanca le dice a la cabrita negra: — Déjame pasar a mí primero. — No —contesta la negra—. Primero pasaré yo. Tu vuelve atrás, al borde del barranco, y así yo podré pasar mejor.
6. La cabrita blanca quiso atravesar el barranco, decidida se fue hacia el puente. La cabrita negra, que estaba del otro lado, quiso también atravesar el barranco en aquel preciso momento y se fue muy decidida hacia el puente. Y así fue como las dos cabritas se encontraron, una frente a otra, justo en mitad del puente. El puente, como ya hemos dicho, era muy estrecho... La cabrita blanca podía pasar bien, si pasaba sola. La cabrita negra también hubiera podido pasar, ella sola.
7. Pero la cabrita blanca no quería. Ella tenía que ser la primera en pasar. — Si no me dejas pasar antes a mí, llamaré a mi madre, que tiene unos cuernos muy fuertes, ¡y ya verás lo que es bueno! — ¡Muy bien! Y yo, si no me dejas pasar antes a mí, llamaré a mi padre, que tiene unos cuernos mucho más fuertes todavía, y embestirá a tu madre. — ¡Déjame pasar o te daré un trompazo! — ¡No, no y no! ¡Primero pasaré yo!
8. Y la cabrita negra agachó la cabeza y embistió a la cabrita blanca. La cabrita blanca bajó también la cabeza, y ¡pam! le dio un buen golpe a la cabrita negra. ¡Pim! ¡pam! ¡pum! las dos cabritas, torta va, torta viene. En uno de ésos se embistieron tan fuerte y las dos a la vez, que, ¡pataplam!, se cayeron de arriba abajo del puente. Se hicieron bastante daño, tanto la una como la otra, con las rocas del fondo. Sólo se las oía balar tristemente, be, be, be. A los tumbos subieron barranco arriba y volvieron con su rebaño, cada una por su lado.