Los roles del docente en espacios educativos mediados por TIC incluyen facilitador y moderador. Un moderador promueve la interacción entre estudiantes para construir conocimiento colectivo, a diferencia de un expositor tradicional. La motivación, como retroalimentación constructiva a los estudiantes, es fundamental para promover la participación. La evaluación formativa potencia la autonomía de los estudiantes al evaluar su progreso a lo largo del curso en lugar de limitarlos.

1. EXPERIENCIAS Y APRENDIZAJES PREVIOS DE MODERACIÓN
EN ESPACIOS EDUCATIVOS MEDIADOS POR TIC
De las experiencias previas en espacios educativos mediados por TIC puedo afirmar, sin duda alguna, que los
docentes que orientaron dichos procesos tomaron un rol de facilitadores, que desde mi perspectiva lo entiendo
como un rol en el cual el docente pone a disposición de sus estudiantes recursos, material bibliográfico,
herramientas y espacios útiles para la solución de tareas especificas; en fin, dispone espacios, tiempos y
recursos para que cada participante pueda sacar provecho del curso en el logro de competencias y propósitos de
aprendizaje.
Por otra parte, y distinto a dicha descripción, comprendo que un moderador posee unas características que lo
convierten en un elemento fundamental de los procesos educativos en ambientes mediados por TIC, ya que este
promueve el acceso a los espacios que componen el escenario de aprendizaje, y a la vez motiva a los
participantes a interactuar y tomar parte del proceso. Es decir, el moderador sabe que socializar e intercambiar
información entre pares académicos es fundamental para fortalecer las comprensiones y construir
conocimiento, teniendo en cuenta que cada sujeto aporta desde su posición como aprendiz, desde sus
comprensiones y desde la reflexión conducida por el moderador desde el desarrollo de las actividades
planteadas en el curso. Esto pone en tela de juicio ‘el rol de expositor’ que aún está presente en algunas
prácticas pedagógicas de algunos educadores, quienes no han podido desarraigar esas tendencias
tradicionalistas, que no se han percatado de la importancia de promover la participación y la interacción de sus
aprendices para llegar a acuerdos y construir comunidad académica.
Entonces, desde esa perspectiva de educadores facilitadores, y algunas veces moderadores, puedo resaltar una
palabra que fue fundamental para promover mi participación e integración a los espacios educativos mediados
por TIC… MOTIVACIÓN! El solo hecho de recibir comentarios (positivos, negativos), sugerencias, aportes
en general constructivos, me motivaron a continuar arriesgándome en la escritura, en las interacciones con mis
pares académicos, y en la búsqueda de formas menos convencionales para compartir mis reflexiones y puntos
de vista acerca de temas específicos. Es decir, la motivación es un detonante para la integración, la
participación, el intercambio de ideas y la apropiación de los espacios de aprendizaje. En consecuencia, podría
decir que esa fue una de las actitudes que pude moldear de mis facilitadores. Un motivador, asumir una actitud
permanente de interés por lo construye ‘el otro’, por sus aportes y sus reflexiones, tratando de realizar
retroalimentaciones puntuales, coherentes y constructivas, con el propósito de estimular a cada estudiante, y
motivarlos a continuar en dicha tarea de aprendizaje. Y por supuesto, algo esencial en cuanto al manejo de la
tecnología: explorar permanentemente la cantidad de dispositivos digitales y virtuales disponibles en la red, con
la idea de ampliar el horizonte didáctico y las posibilidades de apropiación de las herramientas tecnológicas a
favor de los procesos de enseñanza y aprendizaje… ‘cacharreo’ permanente.
De alguna manera, estos espacios educativos mediados por TIC permiten cierta flexibilidad, personalización del
proceso de aprendizaje, autonomía en las interacciones y participaciones en general, y cierta libertad para el
manejo de tiempos y espacios. Por lo tanto, la relación evaluación – moderación estará supeditada a la
responsabilidad asumida por parte de los participantes en cuanto a la realización de las tareas planteadas en el
curso; es decir, los resultados nunca están limitados por dicha relación, más bien desde esa concepción de
evaluación procesual, de evaluación permanente, de evaluación formativa, se potencia la autonomía y la auto-
regulación. En lo personal, esa relación me permitió modelar mi participación, y recíprocamente en la labor de
evaluación y moderación de mis educadores, quienes de manera estratégica articularon ambos roles sin limitar o
empobrecer su tarea pedagógica, y mi propio proceso de aprendizaje.
Andrés Felipe Muñoz C.
Febrero 27, 2012
DocTic3y4 / UPB