7. Tras la muerte de Trajano, en 117, el Senado romano votó que sus cenizas recibieran sepultura, dentro de una urna de oro, en la base de la columna. Actualmente las cenizas ya no se encuentran allí. Se construyó una preciosa urna de alabastro recubierta de oro y marfil para contener las cenizas del emperador y la caja se depositó en la base de la magnifica columna de Trajano. Pasados los siglos y después de las destrucciones sobrevenidas por las invasiones de los bárbaros, se perdió la pista de la urna. Hacia 1620 un anticuario romano ofreció al duque de Alcalá, embajador de Felipe IV, una urna que le aseguró era la misma que contenía las cenizas del emperador español. El duque, gran coleccionista, sin dudarlo la compró y la envió a su palacio de Sevilla, donde instaló el preciado objeto en un estante que presidía la biblioteca.