De los muchos valores fundamentales que los norteamericanos sostienen, ninguno está más imbuido en la cultura cívica de la nación que la protección de la libertad de expresión.
Es un derecho garantizado por la Primera Enmienda de la Constitución, basado en sucesos e ideas que se remontan a la época colonial, cuando John Peter Zenger fue absuelto del cargo de difamación criminal en 1734 por su comentario satírico sobre el gobernador de Nueva York.
Los norteamericanos honramos las instituciones públicas de la nación y a los hombres y mujeres que elegimos para los puestos públicos, pero nos reservamos el derecho de examinar y criticar su desempeño. El consejo de Harry Truman para los políticos adversos a las críticas se ha hecho legendario: “Si no puedes soportar el calor, sal de la cocina”.
2. De los muchos valores fundamentales que los
norteamericanos sostienen, ninguno está más
imbuido en la cultura cívica de la nación que la
protección de la libertad de expresión.
Es un derecho garantizado por la Primera Enmienda
de la Constitución, basado en sucesos e ideas que se
remontan a la época colonial, cuando John Peter
Zenger fue absuelto del cargo de difamación
criminal en 1734 por su comentario satírico sobre el
gobernador de Nueva York.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
3. Los norteamericanos honran las instituciones
públicas de la nación y a los hombres y mujeres que
elegimos para los puestos públicos, pero nos
reservamos el derecho de examinar y criticar su
desempeño. Lamentablemente, Donald Trump ha
dado muestras de que tal vez no entiende bien esta
tradición.
La semana pasada, sugirió que a las personas que
queman la bandera nacional se les debe despojar de
la ciudadanía. Este comentario del presidente electo
causó una alarma sobre su opinión acerca de la libre
expresión o de la ley, y también dio pie al temor de
que podría usar la presidencia para evitar las
críticas.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
4. Sobre la quema de la bandera, Trump debería
recordar que el Tribunal Supremo falló en 1958 que
el gobierno no puede revocar la ciudadanía de un
ciudadano estadounidense como forma de castigo.
Esa es la ley. En varios casos, años después, el
tribunal declaró que el gobierno no puede encausar
a una persona por quemar una bandera
estadounidense, porque hacerlo sería contradecir la
Primera Enmienda.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
5. Esa también es la ley, aunque varios jueces han
dicho que el acto en sí les parece reprensible.
Incluso el difunto magistrado Antonin Scalia —un
paladín conservador a quien Trump admira— apoyó la
idea, aunque con renuencia.
Es una forma de expresión protegida, dijo Scalia en
una entrevista, aunque agregó que personalmente la
prohibiría, “si fuera rey”.
Trump debe entender que es el presidente electo en
una democracia que defiende el derecho de la
libertad de expresión. No es un rey.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
6. Durante la campaña electoral, atacó diariamente a
los medios cuando la información no era de su
agrado. Dedicó insultos y tildó de “enemigos” a
reporteros que cubrían sus discursos y a los medios
noticiosos que lo disgustaban.
Esa actitud no es la que se espera en un presidente
electo, y mucho menos en un presidente. Los
reporteros están acostumbrados a que los insulten.
Pero cuando el presidente recurre a ese tipo de
discurso, rebaja la dignidad de la institución
presidencial y se rebaja como presidente.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
7. Trump también ha amenazado con utilizar “nuestras
leyes contra la difamación” para castigar a sus
críticos. Si lo dice en serio, corre el riesgo de socavar
un derecho fundamental de Estados Unidos. Y si no
lo dice en serio, aun así se equivoca: las amenazas
banales animan a los enemigos de la nación a
denigrar a los medios responsables.
Si Trump tiene el propósito de llevar su guerra contra
la prensa a la Casa Blanca, los medios noticiosos
deben estar alertas y renovar su compromiso con la
rendición de cuentas de los funcionarios públicos.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
8. John Peter Zenger ganó su caso estableciendo que la
verdad es una defensa contra las acusaciones de
difamación. Aun en la era de la “post-verdad”, la
confianza en el principio de la verdad debe
prevalecer.
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/en-
nuestra-opinion/article119044843.html
En Conclusión, el Nuevo Presidente Trump, no conoce
de leyes, políticas y diplomacia, no tiene filtro para
lo que dice, y no le importa dañar a comunidades,
razas o naciones.
TRUMP Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN