“Lo que no ha cambiado” es una serie de monográficos donde reflexionar y reivindicar algunas verdades que se han manifestado ahora pero existían antes del Covid19. Verdades que nos definen el potencial humano que ciertos territorios pueden llegar a tener para la construcción tu marca.
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LO QUE EL COVID19 NO HA CAMBIADO. Territorio nº6 "La comunicación"_Por Traver Pacheco
1. Llegó a nuestras vidas.
Nadie lo esperaba.
No sabíamos lo que era.
Ni lo que podía provocar.
Estamos más en casa, más que nunca.
Nuestra vida está aquí, sólo aquí.
Estamos limitados.
Pero ¿hemos cambiado?
No estrictamente.
O al menos no en lo esencial, en lo importante.
Tal vez lo hemos rescatado, recuperado.
Pero seguimos siendo lo que somos y hemos sido siempre.
LO QUE EL
COVID19 NO HA
CAMBIADO
“Lo que no ha cambiado” son una serie de reflexiones con las
que reivindicar algunas verdades que se han manifestado en el
contexto actual pero existían antes del Covid19. Verdades que
demuestran el potencial humano que ciertos territorios pueden
llegar a tener para la construcción de una marca.
TERRITORIO Nº6 – LA COMUNICACIÓN
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2. ¿Qué filtro le pongo a esta foto? ¿Cómo te vas a arreglar
hoy? ¿Salgo bien así? Preguntas que todos estamos
acostumbrados a hacer o escuchar y que, sin darnos
cuenta, están continuamente poniendo capas encima
que dificultan ver lo que hay debajo, aquello que
verdaderamente somos.
En algún momento hemos dado por hecho que la única
forma válida de presentar una mejor imagen de
nosotros mismos es mostrándonos perfectos. Como
superhéroes dotados de poderes sobrehumanos. Y nos
lo hemos creído.
Pero ha tenido que llegar una pandemia para
demostrarnos que estábamos equivocados. Ahora,
desde casa, nos conectamos con el resto del mundo a
través de videollamadas. Una forma de comunicarnos
que no es que hayamos redescubierto, sino que ella nos
ha redescubierto a nosotros. Y menos mal.
Nuestros planes con amigos y familiares son ahora
videoquedadas en las que nos hemos acostumbrado a
aparecer delante de la cámara en pijama y
despeinados, con el salón patas arriba y con los niños o
el perro saliendo a saludar.
Ha sido una simple cámara apuntando de frente a la
intimidad de nuestro hogar la que nos ha recordado
lo que era mostrarnos auténticos. La que nos ha
vuelto a unir a los demás porque ha quitado de en
medio los añadidos y nos ha dejado desnudos. Nos
presenta como hace tiempo no nos presentaba:
como iguales.
Y también nuestras reuniones de trabajo, ahora
desde el salón o la habitación, dicen mucho más que
lo que plasman las diapositivas en pantalla
compartida. Lo que tenemos detrás, y a nuestro
alrededor, enseña nuestros gustos y aficiones,
estilos e intereses, y también con quién y cómo
compartimos nuestra vida.
Cuando todo esto pase volveremos a quedar con los
nuestros en calle, y también a tapar nuestra cámara
con cinta adhesiva, pero para entonces ya habremos
aprendido que no hay por qué esconder lo que nos
hace humanos.
_Photo by Renee on Rhythmsandgraceblog _Traver Pacheco
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LAS CÁMARAS
NOS MUESTRAN
AUTÉNTICOS
_Lo que no ha cambiado Nº6
La comunicación que nos hace sentir
como humanos y nos presenta como
iguales nos hace ser percibidos como
más auténticos
3. Somos el país con mayor densidad de restaurantes y
bares de todo el mundo, y también con uno de los
mejores climas. Es probable que no exista otro país tan
social como el nuestro. Aquí somos, sobre todo, de salir
y de hablar.
Pero la vida ha echado el freno de golpe, sin pedirnos
permiso. Y, a medida que pasan los días, además de
estar cada vez más preocupados, tenemos también
menos cosas de las que hablar. Porque ya no hay cafés
con compañeros de trabajo, ni terrazas para la caña de
después. No hay partidos de fútbol, ni conciertos, ni
planes improvisados de calle. Nada.
No hay nada ni nadie que nos dé conversación ahí fuera
porque ahora todo nos pasa dentro. Pero necesitamos
seguir diciéndonos cosas y hemos vuelto a hablar sobre
nosotros, nuestras emociones y sensaciones. Aquello
que desde hace un tiempo evitábamos que fuese tema
de conversación.
Y no solo lo estamos haciendo a través de aplicaciones,
sino que hemos vuelto a usar antiguas formas de
mandar un mensaje al resto que decían mucho más de
nosotros.
Y pocas cosas dicen más que una carta escrita de
nuestro puño y letra. Esas cartas, las de toda la vida,
que antes llegaban a nuestro buzón, han vuelto
ahora como notas pegadas en las paredes del portal
que ofrecen ayuda a vecinos a los que antes ni
saludábamos. También las encontramos en la nevera
cuando nuestra pareja nos quiere mandar ánimos. O
en los balcones, donde los niños nos han dejado
escrito que todo va a ir bien.
Y lo estamos diciendo también en entornos en los
que a veces se nos olvidaba que detrás había
personas. Los e-mails que enviamos por trabajo
vuelven a nuestra bandeja de entrada dando
respuesta a un “¿qué tal?” y acaban con un “ánimo”.
Y las marcas han dejado de hablar sobre los
beneficios de sus productos y promociones para
recordarnos el valor de las cosas cotidianas y
ofrecernos su ayuda.
Suena paradójico que ahora que la distancia social
nos ha alejado, nos esté acercando más que nunca.
_Photo by Green Chamaleon on Unsplash _Traver Pacheco
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LA DISTANCIA
SOCIAL NOS ESTÁ
ACERCANDO
_Lo que no ha cambiado Nº6
La comunicación real son mensajes de
verdad, no juegos de palabras sino
palabras con un trasfondo y sentido
profundo hacia quien va dirigida
4. La televisión ha muerto. Hace ya bastante tiempo que lo
afirmamos con rotundidad. La caja tonta es algo que ha
quedado anticuado y que ya no nos sirve para nada.
Nos sentimos incluso satisfechos de decir que la hemos
apagado porque nuestra nueva vida moderna ya no
está dispuesta a someterse a la dictadura de la
programación lineal. Nuestro tiempo libre vive hoy
inmerso entre series que se vuelcan enteras en Netflix
para que las devoremos, grupos y notificaciones de
Whatsapp que se multiplican, y un sinfín de pantallas
que hacen que las opciones a nuestro alcance parezcan
infinitas. ¿Para qué queremos entonces a la vieja
televisión?
Visto así, parece que no para mucho, y es cierto que
cada vez le estamos haciendo menos caso, pero esta es
solo nuestra versión de la realidad. Para nuestros
mayores, la televisión no solo resiste, sino que sigue
siendo su única ventana al mundo. La única verdad al
alcance de su mano y la que no se pone en duda. Pase
lo que pase, siempre ocupará en sus casas un lugar
privilegiado enfrente de su sofá llenando cada minuto
de historias.
Pero esas historias, que hasta hace unas semanas
trascurrían entre tertulias de mañana, concursos y
reportajes de tarde y programas de entretenimiento
de noche, han empezado a desaparecer. La
producción audiovisual y los profesionales del medio
también han parado. Y la parrilla se ha reducido a un
solo tema: el coronavirus.
La gran pandemia de nuestro tiempo está siendo
contada desde todos los ángulos, pero sin apenas
contar con ellos, los mayores, sus más fieles
seguidores. Así, por la pantalla desfilan testimonios
que aseguran que no hay sanidad para todos y los
jóvenes son la prioridad, conexiones en directo en la
puerta de residencias de ancianos con brotes de
contagios y, lo que es peor, mensajes de tranquilidad
al conjunto de la sociedad matizando que “solo”
están muriendo las personas mayores.
Se nos ha olvidado que la forma en la que
comunicamos también es importante y que mientras
nosotros nos defendemos armados con pantallas
conectadas a WiFi con las que analizamos y
contrastamos, ellos se enfrentan a una única realidad
que les acecha desde su salón y les apunta de frente.
Por ellos, replanteémonos llenar más horas contando
cómo las personas también estamos mostrando
nuestra mejor cara y, de paso, hagamos que detrás
de su pantalla se sientan orgullosos.
_Photo by Lucrezia Carnelos on Unsplash _Traver Pacheco
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LAS PANTALLAS
CONFIGURAN
NUESTRA REALIDAD
_Lo que no ha cambiado Nº6
La realidad es única, puesto que se trata
de lo verdadero, pero las versiones de la
misma dependen de la(s) pantalla(s) por
la(s) que la(s) recibamos