Había una gata llamada Chamil que salió a pasear por el bosque y se tropezó con un árbol lastimándose. Su dueña Hala estaba preocupada y llorando hasta que salió al bosque y encontró a Chamil, llevándola a casa donde descubrió que sólo estaba mareada. Después Chamil se quedó jugando con su dueña Hala.