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“La armadura completa de Dios”. — Efesios 6:13.
Una parte importante de la armadura espiritual es
“el escudo grande de la fe”. Como un escudo grande que
cubre la mayor parte del cuerpo, la fe en Jehová Dios y
en su poder de cumplir sus promesas le permitirá al
cristiano “apagar todos los proyectiles encendidos del
inicuo”. (Ef 6:16; compárese con Sl 91:4.) La fe le
ayudará a aguantar los ataques de los espíritus inicuos, a
resistir las tentaciones que inducen a la inmoralidad, a
despreciar deseos materialistas y a no ceder al temor, la
duda o el pesar excesivo. (Gé 39:7-12; Heb 11:15; 13:6;
Snt 1:6; 1Te 4:13.)
Parte de la armadura espiritual es tener
“calzados los pies con el equipo de las buenas
nuevas de la paz”. (Ef 6:15.) La palabra griega
he·toi·ma·sí·a, traducida “equipo”, tiene el
significado básico de “apresto” (Besson, BAS,
NTI) o “preparación” (Val, 1989). El que un
cristiano esté siempre listo y equipado para
declarar las “buenas nuevas” a otros, y lo haga
a pesar de las dificultades, puede ayudarle a
perseverar con fidelidad.
Tal como el yelmo protege la cabeza del soldado,
así “el yelmo de la salvación” salvaguarda las
facultades mentales del cristiano de las
influencias impías. (Ef 6:17.) El llevar puesta
“como yelmo la esperanza de la salvación”
significa mirar “atentamente hacia el pago del
galardón”, como hizo Moisés. (1Te 5:8; Heb
11:26.)
El cristiano también ha de ponerse “la coraza de la
justicia”. (Ef 6:14.) La coraza literal servía para
proteger los órganos vitales, en especial el corazón. La
justicia como coraza protectora es esencial para
salvaguardar el corazón figurado debido a la
inclinación pecaminosa de este. (Gé 8:21; Jer 17:9.)
Pablo aconseja a los cristianos que
tengan “los lomos ceñidos con la
verdad”. (Ef 6:14.) Tal como un
cinturón sostiene y protege los
lomos, una adherencia
inquebrantable a la verdad divina
fortalece al cristiano en su
determinación de permanecer firme
cuando se enfrenta a pruebas.
“La espada del espíritu, es decir, la
palabra de Dios”, le es indispensable al
cristiano para evitar las enseñanzas falsas
y las tradiciones humanas, y para enseñar
la verdad y “derrumbar cosas fuertemente
atrincheradas”. (Ef 6:17; 2Co 10:4, 5.)
2
Necesitamos “la armadura completa que proviene de Dios” si queremos estar
debidamente protegidos. Por lo tanto, examinemos cada pieza de esta armadura
que el apóstol Pablo describe y evaluémonos con honradez para determinar si
estamos completamente equipados para el guerrear espiritual. (Efesios 6:14-17.)
Adonde no indicado el material fuè tomado de:
w04 15/9 15-20 “Póngase la armadura completa que proviene de Dios”
w92 15/5 21-23 “Póngase la armadura completa que proviene de Dios”
w99 15/4 18-21 Cómo vencer y reconocer cualquier debilidad
it-1 187
“Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la
verdad.”
(Efesios 6:14a.)
En tiempos bíblicos los soldados usaban un cinturón de cuero que medía hasta
15 centímetros (6 pulgadas) de
ancho. Este cinturón ayudaba a
proteger los lomos. El que el
soldado se ajustara el cinturón significaba que estaba
listo para la batalla.
Por eso, ¡qué apropiado es que se compare la verdad divina
con el cinturón del soldado! Esto ilustra bien que debemos
mantener muy cerca de nosotros la Palabra de verdad de
Dios, como si estuviéramos ceñidos con ella. Debemos
reflexionar profundamente sobre los pensamientos que
contiene la Palabra de Dios. Esto nos protege de que mentiras
y engaños nos descarríen. Además, los dichos de la boca de Jehová nos apoyan y
fortalecen en sentido espiritual y refuerzan nuestra integridad.
w07 15/3 pág. 28 párr. 12 El soldado debía ceñirse bien el cinturón para que le
protegiera los lomos (caderas y bajo vientre) y soportara el peso de la espada. De modo
parecido, la verdad bíblica debe rodearnos apretadamente, por decirlo así, a fin de que
vivamos en armonía con ella. ¿Tenemos un horario para leer la Biblia todos los días? ¿Lo
sigue toda la familia? ¿Es nuestra costumbre analizar el texto diario en familia? Además,
¿nos mantenemos al día con las explicaciones que publica “el esclavo fiel y discreto”?
(Mateo 24:45.) Si así es, nos estamos esforzando por aplicar el consejo de Pablo. También
disponemos de videocintas y programas en DVD que nos proporcionan pautas bíblicas.
Aferrarnos a la verdad nos ayuda a tomar buenas decisiones y nos protege de emprender
un mal proceder.
w04 15/9 pág. 16 párr. 4,5 Algunos traductores opinan que el versículo debería
decir “con la verdad como cinturón ceñido a su cintura”. El cinturón del soldado le
protegía los lomos, o las caderas, y le proporcionaba un apoyo del que colgar la espada.
Ajustárselo significaba aprestarse para la batalla. Pablo lo empleó para mostrar cuánto
han de influir las Escrituras en nuestra vida. Podría decirse que deben rodearnos
3
apretadamente, a fin de que vivamos en consonancia con la verdad y la defendamos en
toda ocasión (Salmo 43:3; 1 Pedro 3:15). Para ello hemos de aplicarnos al estudio
meditativo de la Biblia. Jesús tenía la ley de Dios “dentro de [sus] entrañas” (Salmo
40:8). Por esa razón, pudo contestar las preguntas de sus opositores citando de memoria
de las Escrituras (Mateo 19:3-6; 22:23-32).
Si dejamos que nos guíe, la verdad de la Biblia nos libra de razonamientos falsos y nos
permite tomar buenas decisiones. Cuando nos enfrentemos a tentaciones o pruebas, las
pautas bíblicas reforzarán nuestra resolución de hacer el bien
w84 15/10 Pág.15 El cinturón militar de tiempos antiguos era un cinto o una
correa de cuero que se usaba alrededor de la cintura o las caderas. A menudo se
tachonaba con laminillas metálicas que proveían protección adicional. También servía
para sujetar la espada o daga del guerrero. ¿Qué significa para el cristiano el tener los
lomos ceñidos con la verdad? El estar ceñidos con la verdad de la Palabra de Dios
significa tenerla firmemente asida a fin de poder usar las Escrituras para resolver
problemas. Tal como el cinturón que usaban los soldados era un medio de protección,
así la verdad nos suministra confianza al llevar nuestras cargas, y protección.
Ciertamente, entonces, el mantener la mente ocupada con las verdades de Dios nos
ayuda a estar firmes contra Satanás.
w80 15/1 Pág.5 ¿Qué servicio rinde el cinturón o ceñidor de la verdad en “la
armadura completa que proviene de Dios”? En el día de Pablo el cinturón militar era una
correa de cuero que se usaba alrededor de la cintura o las caderas. En ancho, la correa
variaba de 5 a 15 centímetros y a menudo
estaba tachonada con placas de hierro, plata u
oro. La espada del guerrero estaba suspendida
del cinturón, el cual a veces estaba sujetado por
una correa que pasaba por el hombro. Hasta la
cota de malla quizás estaba asegurada así a la
cintura. (Jue. 3:15-17; Sal. 45:3, 4) Tal cinturón
proveía sostén y protección a los lomos. De igual
manera, la verdad puede fortalecer al guerrero
cristiano en su resolución de permanecer firme
en medio de situaciones que representen una prueba para él.
w77 1/3 Pág.145 En tiempos antiguos los guerreros solían ceñirse alrededor de la
cintura o las caderas un cinturón de cuero. Esto les suministraba firme sostén al salir a
la batalla. De manera semejante, hoy es necesario que los cristianos estén “ceñidos,” en
preparación para acción o actividad. El apóstol Pablo nos dice que para ‘estar firmes
contra astucias del Diablo’ tenemos que ponernos “la armadura completa que proviene
de Dios.” Esto requiere, en primer lugar, que nos ‘ciñamos’ los lomos con la verdad. El
que estudiemos continuamente la verdad de la Palabra de Dios y la apreciemos
profundamente nos ayudará a ‘estar firmes’ contra el inicuo.—Efe. 6:11-14; vea la
versión Kingdom Interlinear.
Nuestra guerra espiritual es una realidad. Por lo tanto, es necesario que constantemente
estemos con los “lomos ceñidos.” Tenemos que seguir estudiando la Palabra de Dios,
cultivando una fe cada vez más fuerte, para que verdaderamente estemos equipados para
rechazar toda arma que use contra nosotros el astuto Satanás. Si somos ‘enseñados por
Jehová,’ ningún arma tendrá éxito contra nosotros. (Isa. 54:13, 17) El ‘ceñirnos’ resulta
en que proclamemos con espíritu animoso las “buenas nuevas del reino,” y esta actividad
lleva a la salvación, tanto de nosotros mismos como de los que nos escuchan.—Hech.
8:12; 1 Tim. 4:16.
El ‘ceñirnos’ es semejante al ceñirse del profeta Jeremías, quien sirvió a Jehová sin cesar
durante cuarenta años y más.
4
uw 68 Cap.8 “Lomos ceñidos con la verdad”- Aunque sepamos la verdad, ¿cómo
nos protege el que con regularidad estudiemos, meditemos sobre la verdad bíblica y
asistamos a las reuniones? (Fili. 3:1; 4:8, 9; 1 Cor. 10:12, 13; 2 Cor. 13:5; 1 Ped. 1:13,
Kingdom Interlinear)
“Teniendo puesta la coraza de la justicia.”
(Efesios 6:14b.)
La coraza del soldado protegía un órgano físico
vital: el corazón. En nuestra armadura espiritual
que proviene de Dios, pues, la justicia nos
protege el corazón. En las Escrituras el corazón
es un símbolo apropiado de lo que somos por
dentro: nuestros sentimientos, pensamientos y
deseos. Puesto que la Biblia también dice que el
corazón se inclina a la maldad, es vital que
cultivemos la resolución de adherirnos a la
norma de justicia de Jehová. (Jeremías 17:9.) El
obedecer a Dios no debe ser un despliegue
exterior hipócrita; tiene que venir de adentro.
Esto requiere que desarrollemos amor intenso a
la justicia y un odio igualmente intenso al
desafuero. (Salmo 45:7.) Así protegemos nuestro corazón.
Llevar de manera propia “la coraza de la justicia” requiere que examinemos
constantemente si amamos la justicia y odiamos el desafuero (Salmo 45:7; 97:10; Amós
5:15). ¿Han bajado nuestras normas junto con las del mundo? ¿Nos entretienen ahora
cosas que anteriormente nos indignaban u ofendían, sea que se presenten en la vida
real, en la televisión, el cine, los libros o las revistas? El amor a la justicia nos ayudará a
ver que lo que se glorifica en el mundo como libertad y sofisticación, pudieran ser
realmente promiscuidad y engreimiento disfrazados (Romanos 13:13, 14; Tito 2:12).
w04 15/9 pág. 16 párr. 6 La coraza de la justicia. La coraza del soldado le
protegía un órgano vital, el corazón. Pues bien, el corazón figurado —la persona que
somos en nuestro interior— se inclina al mal, de modo que necesita especial protección
(Génesis 8:21). Por consiguiente, debemos aprender y llegar a amar las justas normas de
Jehová (Salmo 119:97, 105). El amor a la justicia nos impele a rechazar el modo de
pensar mundano que hace caso omiso de las claras directrices divinas o rebaja su
importancia. Además, amar lo que es recto y odiar lo que es malo impedirá que sigamos
cualquier proceder que pueda arruinarnos la vida (Salmo 119:99-101; Amós 5:15). Jesús
es ejemplar a este respecto, pues las Escrituras dicen de él: “Amaste la justicia, y odiaste
el desafuero” (Hebreos 1:9).
w84 15/10 Pág.17 En tiempos bíblicos la coraza estaba hecha de escamas
metálicas, eslabones o metal sólido y servía para proteger especialmente el corazón. Para
tener puesta esta coraza de la justicia tenemos que, sobre todo, ‘salvaguardar nuestro
corazón’ (Proverbios 4:23). Solo así podemos estar firmes contra Satanás, al ser movidos
a servir a Jehová y a llevar una vida limpia que impida que lleguemos a ser una
influencia hacia la contaminación moral entre el pueblo de Jehová. (1 Pedro 1:14-16.)
w07 15/3 págs. 28-29 párr. 13 La coraza literal cubría el pecho del soldado, de
modo que le protegía el corazón y otros órganos vitales. El cristiano puede proteger su
corazón figurado —la persona que es en su interior— cultivando amor a la justicia divina
y obedeciendo las normas justas de Jehová. Tener puesta la coraza simbólica impide que
le restemos importancia a la Palabra de Dios. Cuando llegamos a “odi[ar] lo que es malo,
y am[ar] lo que es bueno”, refrenamos nuestros pasos “de toda senda mala” (Amós 5:15;
Salmo 119:101).
5
w11 15/2 pág. 25 párr. 7 ¿Para qué sirve una coraza? Para cubrir el pecho y de
este modo proteger el corazón. ¿Por qué tenemos que proteger nuestro corazón
simbólico? Porque está inclinado al mal, dado que somos imperfectos (Gén. 8:21).
De hecho, es traicionero y desesperado (Jer. 17:9). De ahí que sea esencial educarlo y
tenerlo bajo control. Comprendemos que “la coraza de la justicia” es vital, por lo que
no nos la quitamos ni un minuto. En efecto, no nos entretenemos con cosas que Dios
odia ni nos entregamos con la imaginación a fantasías pecaminosas. Tampoco
malgastamos nuestro valioso tiempo dedicando demasiadas horas a la televisión. Más
bien, nos esforzamos siempre por agradar a Jehová con nuestra conducta. Pero ¿y si
caemos en algún mal pensamiento o acto? No nos daremos por vencidos, sino que
seguiremos luchando con la ayuda de Dios (léase Proverbios 24:16).
w83 1/6 Pág.26 Es vital tener puesta “la coraza de la justicia”. En toda ocasión,
tenemos que estar resueltos a hacer lo que Jehová dice que es correcto (1 Corintios
6:18). José tuvo puesta esta armadura. Cuando la esposa de Potifar, que estaba
enloquecida por el deseo sexual, siguió rogándole día tras día, diciendo: “Acuéstate
conmigo”, José dijo: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar
contra Dios?” (Génesis 39:7-12). Al igual que José,
nosotros también tenemos que pensar en las
consecuencias de participar en la conducta
inmoral en la que nuestro ‘corazón traicionero’ tal
vez desee que participemos. (Jeremías 17:9.)
w80 15/1 Pág.6 El hecho de que se
necesita la justicia como coraza protectora se
puede comprender sin dificultad cuando
consideramos la inclinación pecaminosa del
corazón. Las Sagradas Escrituras nos dicen: “La
inclinación del corazón del hombre es mala
desde su juventud.” (Gén. 8:21) “El corazón es más
traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado.
¿Quién puede conocerlo?” (Jer. 17:9) Solo la justicia que
se basa en fe en el arreglo de Dios para la vida eterna y que se realiza por medio de Su
espíritu puede impedir que el corazón ceda a las inclinaciones pecaminosas.—Rom. 6:15-
20.
km 2/80 Pág.1 El peto de la armadura de los guerreros estaba hecho de malla,
placas metálicas o metal sólido. La “coraza de la justicia” es parte de la armadura
espiritual que proviene de Dios. El hecho de que se necesita la justicia como coraza
protectora se puede comprender fácilmente cuando consideramos la inclinación
pecaminosa del corazón. (Gén. 8:21; Jer. 17:9) Solo la justicia que se basa en fe en el
arreglo de Dios para la vida eterna y que se realiza por Su espíritu puede impedir que el
corazón ceda a las inclinaciones pecaminosas. (Rom. 6:15-20) ¿Está usted esforzándose
por aumentar su amor a la justicia de Dios y por practicarla cada día en sus tratos con
otras personas?
uw 68 Cap.8 ¿De quién es esta norma de justicia? (Rev. 15:3.)Ilustre cómo el
desobedecer los mandatos de Jehová, por no cultivar amor a sus caminos, pudiera
exponer a uno a gran daño espiritual. (Vea 1 Samuel 15:22, 23; Deuteronomio 7:3, 4.)
w99 15/4 pág. 21 Llevar de manera propia “la coraza de la justicia” requiere que
examinemos constantemente si amamos la justicia y odiamos el desafuero (Salmo 45:7;
97:10; Amós 5:15). ¿Han bajado nuestras normas junto con las del mundo? ¿Nos
entretienen ahora cosas que anteriormente nos indignaban u ofendían, sea que se
presenten en la vida real, en la televisión, el cine, los libros o las revistas? El amor a la
justicia nos ayudará a ver que lo que se glorifica en el mundo como libertad y
6
sofisticación, pudieran ser realmente promiscuidad y engreimiento disfrazados (Romanos
13:13, 14; Tito 2:12).
“Teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas
de la paz.” (Efesios 6:15.)
Parte de la armadura espiritual es tener “calzados los pies con el equipo de las buenas
nuevas de la paz”. (Ef 6:15.) La palabra griega he·toi·ma·sí·a, traducida “equipo”, tiene el
significado básico de “apresto” (Besson, BAS, NTI) o “preparación” (Val, 1989). El que un
cristiano esté siempre listo y equipado para declarar
las “buenas nuevas” a otros, y lo haga a pesar de las
dificultades, puede ayudarle a perseverar con
fidelidad.
¿Tiene usted los pies calzados así? ¿Lo llevan con
regularidad al ministerio del campo para declarar las
buenas nuevas? ¿Se esfuerza por mejorar la calidad
de su predicación y enseñanza? Es verdad que en
ciertos territorios se obtienen relativamente pocos
resultados buenos. Puede que las personas sean
indiferentes, apáticas o antagónicas. Quizás nuestra
predicación hasta nos acarree persecución. Pero al
perseverar, los cristianos desarrollan aguante, una
cualidad que provee protección contra los ataques de Satanás. Aunque sufrió
persecución, Pablo fue un predicador celoso, y se nos anima a ‘ser imitadores de él, así
como él lo fue de Cristo’. (1 Corintios 11:1.)
El mantenernos ocupados en la actividad de predicar el Reino fortalece nuestra confianza
en las buenas nuevas. Además, permite que el espíritu de Jehová obre mediante
nosotros en el cumplimiento de su voluntad. De hecho, tal actividad nos hace
colaboradores de los ángeles... y hasta de Jehová Dios mismo. (1 Corintios 3:9;
Revelación 14:6.) Y el tener “mucho que hacer en la obra del Señor” nos hace
“constantes, inmovibles”. (1 Corintios 15:58.) ¡Qué magnífica protección para nosotros!
w07 15/3 pág. 29 párr. 14 Los soldados romanos solían ir bien calzados,
preparados para largas marchas por las calzadas que, extendiéndose cientos de
kilómetros, cruzaban el imperio. ¿Y qué significa para los cristianos tener “calzados los
pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”? (Efesios 6:15.) Significa estar
preparados para entrar en acción, siempre listos para declarar las buenas nuevas del
Reino de Dios en toda ocasión apropiada (Romanos 10:13-15). La participación activa en
el ministerio cristiano nos sirve de protección contra las “maquinaciones”, o “artimañas”
de Satanás (Efesios 6:11, nota)
w04 15/9 págs. 16-17 párrs. 7-8 Los soldados romanos necesitaban zapatos
adecuados o sandalias resistentes, ya que no era raro que en las campañas caminaran
30 kilómetros diarios cargados con unos 30 kilos de armadura y equipo. Pablo usó
acertadamente el calzado para representar nuestra disposición
a transmitir el mensaje del Reino a todo el que escuche. Esto es
muy importante, pues ¿cómo podrían otros conocer a Jehová si
nosotros no estuviéramos siempre listos para predicar?
(Romanos 10:13-15.)
¿Cuál fue la actividad principal en la vida de Jesús? Él mismo
le dijo al gobernador romano Poncio Pilato: “He venido al
mundo [...] para dar testimonio acerca de la verdad”. Jesús
predicó dondequiera que encontró un oído atento, y tanto le
complacía su ministerio que lo antepuso a sus necesidades
físicas (Juan 4:5-34; 18:37). Si nosotros, al igual que Jesús, anhelamos proclamar las
7
buenas nuevas, hallaremos muchas oportunidades para transmitirlas a otros. Además,
estar activos en el ministerio nos mantendrá fuertes espiritualmente (Hechos 18:5).
w84 15/10 Pág.17 - ¿Qué se da a entender aquí? Que nos mantengamos
vigorosamente activos en predicar de manera pacífica el mensaje del Reino, tal como
Jesús instruyó a los 70 evangelizadores: “Dondequiera que entren en una casa digan
primero: ‘Tenga paz esta casa’” (Lucas 10:5). No vamos a los hogares con el propósito de
discutir con las personas. Más bien, queremos llevarles consuelo, gozo, tranquilidad de
ánimo y esperanza. Satanás trata de incitar una actitud de oposición y belicosidad
combativa en algunos oyentes para hacer que nosotros respondamos de la misma
manera. Por consiguiente, para estar firmes contra los designios de Satanás, tenemos
que ser discretos y pacientes, y hacernos “toda cosa a gente de toda clase”. (1 Corintios
9:19-23.)
km 3/96 Pág.3 - Pablo recalcó la importancia de que nos preparemos cuando
exhortó a tener “calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”. (Efe.
6:15.) Esto incluye que predispongamos la mente y el corazón, así como tener confianza
y una buena disposición. Si nos preparamos para llevar la verdad a la gente, nuestra
labor se verá recompensada con fruto del Reino, lo que redundará en nuestra felicidad.
(Hech. 20:35.)
km 2/80 Pág.7 El soldado de a pie depende de sus pies para transportación y
movilidad. Un requisito previo para este servicio es que el individuo sea de movimiento
rápido y seguro. Como parte de la buena preparación espiritual, el soldado cristiano
tiene los pies ‘calzados con el equipo de las buenas nuevas.’ Es muy agradable cuando
nuestros pies nos llevan a los hogares de otras personas con el propósito de ayudarlas.
Aun cuando tengamos dificultades, nuestra participación activa en dar a conocer con
regularidad las “buenas nuevas” a otras personas puede ayudarnos a perseverar
fielmente.
uw 68 Cap.8 ¿De qué manera es una protección para nosotros el que
mantengamos los pies ocupados en llevarnos a hablar a la gente acerca de las
provisiones de Dios para la paz? (Rom. 10:15; Sal. 73:2, 3; 1 Tim. 5:13.)
Tomen el escudo grande de la fe.” (Efesios 6:16.)
Una parte importante de la armadura
espiritual es “el escudo grande de la
fe”. Como un escudo grande que cubre
la mayor parte del cuerpo, la fe en
Jehová Dios y en su poder de cumplir
sus promesas le permitirá al cristiano
“apagar todos los proyectiles
encendidos del inicuo”. (Ef 6:16;
compárese con Sl 91:4.) Le ayudará a
aguantar los ataques de los espíritus
inicuos, a resistir las tentaciones que
inducen a la inmoralidad, a despreciar
deseos materialistas y a no ceder al
temor, la duda o el pesar excesivo. (Gé
39:7-12; Heb 11:15; 13:6; Snt 1:6; 1Te 4:13.)
Los romanos hacían los dardos de cañas huecas, y en la parte inferior, debajo de la
punta, colocaban un receptáculo de hierro que se podía llenar con combustible
encendido. Para dispararlos no tensaban mucho el arco, pues si lo hacían, se apagaba el
fuego. El agua avivaba la llama de estos proyectiles, de modo que la única manera de
8
apagarlos era cubriéndolos con tierra. Pero los grandes escudos podìan proteger los
soldados de estos proyectiles. De igual manera la fe en Jehová permite a sus siervos de
apagar todos los “proyectiles encendidos” del inicuo. Sì, la fe nos ayudará a aguantar los
ataques de los espíritus inicuos, a resistir las tentaciones que inducen a la inmoralidad,
a despreciar deseos materialistas y a no ceder al temor, y a la duda.
“Los proyectiles encendidos del inicuo” incluyen todos los recursos que Satanás tiene a
su disposición para debilitar nuestra fe y matarnos en sentido espiritual. Abarcan la
persecución, mentiras, filosofías mundanas engañosas, atracciones materialistas y la
tentación de cometer inmoralidad. Para protegernos de todas ellas, necesitamos un
escudo grande. No podemos dejar que ninguna parte de nosotros quede expuesta al
peligro.
Abrahán y su esposa, Sara, tuvieron fe firme. Cuando habían pasado la edad para tener hijos, cifraron
su fe en la promesa de Dios de que les nacería descendencia. Después Abrahán mostró una fe
extraordinaria cuando obedeció el llamado de sacrificar a Isaac, su único hijo mediante su amada Sara.
Jehová detuvo la mano de Abrahán y proveyó un sacrificio sustitutivo. Pero Abrahán estaba dispuesto a
obedecer. ¿Por qué? Porque tenía fe absoluta en que Jehová podía resucitar a su hijo y cumplir las
promesas relacionadas con él. (Romanos 4:16-21; Hebreos 11:11, 12, 17-19.)
Moisés también tuvo la clase de fe que necesitamos. Rechazó las riquezas de Egipto y, en vez de eso,
prefirió ser oprimido con el pueblo de Dios. ¿Por qué? Porque tenía fe en que Jehová existía y que
salvaría a los israelitas. Tan firme era la fe de Moisés que “continuó constante como si viera a Aquel que
es invisible”. (Hebreos 11:6, 24-27.)
¿Es nuestra fe en Jehová como la de Moisés? ¿Tenemos una relación tan estrecha con Jehová que es
como si pudiéramos verlo? ¿Estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio o a aguantar cualquier
penalidad a fin de conservar nuestra buena relación con Dios? ¿Tenemos plena fe en Jehová? (Hebreos
11:1.) Si así es, los proyectiles encendidos de Satanás no podrán atravesar nuestro escudo de la fe.
w04 15/9 págs. 17-18 párrs. 9-11 La palabra griega traducida “escudo grande”
define un escudo que cubría casi todo el cuerpo, protegiéndolo de “los proyectiles
encendidos” mencionados en Efesios 6:16. En tiempos bíblicos, los soldados usaban
dardos hechos de cañas huecas a los que fijaban pequeños receptáculos de hierro en los
que ardía un combustible llamado nafta. Un biblista dice que tales proyectiles
constituían “una de las armas más peligrosas en las guerras de la antigüedad”.
El soldado que careciera de un escudo grande para protegerse de ellos podía resultar
muerto o gravemente herido.
¿Qué “proyectiles encendidos” emplea Satanás para socavar nuestra fe? Quizá promueva
la persecución o la oposición en la familia, el empleo o el lugar de estudios. Asimismo, el
deseo de adquirir más y más posesiones, así como la atracción de la inmoralidad, han
causado estragos en la espiritualidad de algunos hermanos. A fin de protegernos de tales
peligros, debemos tomar, “sobre todo, [...] el escudo grande de la fe”, cualidad que
cultivamos cuando adquirimos conocimiento de Jehová, nos comunicamos regularmente
con él en oración y percibimos su protección y bendición (Josué 23:14; Lucas 17:5;
Romanos 10:17).
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, demostró que en tiempos difíciles es fundamental
contar con una fe fuerte. Él tuvo plena confianza en las decisiones de su Padre y se
deleitó en hacer Su voluntad (Mateo 26:42, 53, 54; Juan 6:38). Aun en los momentos de
enorme angustia que atravesó en el jardín de Getsemaní, le dijo: “No como yo quiero,
sino como tú quieres” (Mateo 26:39). Jesús nunca perdió de vista la importancia de
mantenerse íntegro y regocijar a su Padre (Proverbios 27:11). Si tenemos una confianza
similar en Jehová, no permitiremos que las críticas o la oposición debiliten nuestra fe.
Más bien, esta se fortalecerá si recurrimos a él, le expresamos nuestro amor y
guardamos sus mandamientos (Salmo 19:7-11; 1 Juan 5:3). Ninguna recompensa
material ni placer sensual momentáneo puede compararse a las bendiciones que Jehová
reserva para los que lo aman (Proverbios 10:22).
w04 15/2 págs. 27-28 El escudo grande, que a veces cubría todo el cuerpo,
representa la fe. Es preciso confiar plenamente en la dirección de Jehová y no albergar
9
dudas sobre el cumplimiento de sus promesas. Deberíamos verlas como si ya se
hubiesen hecho realidad. No dudemos ni por un solo instante de la inminente
destrucción del mundo de Satanás, de la transformación de la Tierra en un paraíso y de
la restitución de los siervos leales de Dios a la perfección (Isaías 33:24; 35:1, 2;
Revelación 19:17-21).
w07 15/3 págs. 29-30 párrs. 15-16 El consejo de tomar el escudo grande de la fe va
precedido por la expresión “sobre todo”, lo que muestra que esta pieza de la armadura es
muy importante. Nuestra fe no puede tener ninguna deficiencia. A semejanza de un gran
escudo protector, la fe nos protege de “los proyectiles encendidos” de Satanás. ¿Qué
“proyectiles” podrían ser estos? Quizás insultos, mentiras y medias verdades que
enemigos y apóstatas lanzaran contra nosotros con el objetivo de debilitar nuestra fe.
También podrían ser tentaciones materialistas, que nos llevaran a preocuparnos por
comprar muchas cosas y hasta a competir con quienes han caído en un estilo de vida
ostentoso. Tal vez estas personas hayan invertido en mayores y mejores casas o
vehículos, o exhiban costosas joyas o ropa de última moda. Pero sin importar lo que
hagan los demás, debemos tener una fe tan fuerte que desvíe estos “proyectiles
encendidos”. ¿Cómo podemos desarrollar y mantener una fe fuerte? (1 Pedro 3:3-5;
1 Juan 2:15-17.)
Nos acercamos a Dios estudiando regularmente la Biblia y orando
con sincera devoción. Podemos suplicarle a Jehová que nos
conceda tener una fe fuerte, y entonces respaldar nuestras
oraciones con actos. Por ejemplo, ¿nos preparamos con cuidado
para el estudio semanal de La Atalaya con la meta de participar
en él? Si estudiamos la Biblia y las publicaciones basadas en ella,
nuestra fe será fuerte (Hebreos 10:38, 39; 11:6).
w98 1/6 Pág.18-19 ¿En qué condición se halla nuestra
armadura espiritual? ¿Está nuestro “escudo grande de la fe” tan
fuerte como debiera? Si pensamos en los últimos años, ¿vemos
algunas señales de haber aflojado el paso, como faltar a las
reuniones, perder el celo por el ministerio o el interés por el
estudio personal? Estas son señales serias. Es preciso
actuar inmediatamente para edificarnos y fortalecernos
en la verdad (1 Timoteo 4:15; 2 Timoteo 4:2; Hebreos 10:24, 25).
w95 1/11 Pág.27 Y no olvide “el escudo grande de la fe”. Tenga
fe en que Jehová le ama y le devolverá lo que ha perdido. Tenga la
completa seguridad de que Jesús también le ama, y lo demostró
dando su vida por usted. (Juan 3:16.) Satanás siempre ha
afirmado falsamente que Jehová no se interesa en sus siervos.
Esta es otra de sus flagrantes y crueles mentiras. (Juan 8:44;
compárese con Job 4:1, 15-18; 42:10-15.)
w89 1/10 ¿Cómo podemos resistir los ataques del Diablo? Poniéndonos toda la
armadura espiritual que proviene de Dios. Especialmente tenemos que ‘tomar el escudo
grande de la fe, con el cual podremos apagar todos los proyectiles encendidos’ que
Satanás lance contra nosotros. También tenemos que orar en armonía con estas
palabras de Jesús: “No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo”. (Efesios 6:11-
18; Mateo 6:13.) Si oramos así y obramos de acuerdo con
nuestras oraciones, podemos confiar en que nuestro Padre celestial nos ayudará a
apagar todos los proyectiles ardientes de Satanás.
w84 15/10 pág. 17 párrs. 9-11 El apóstol Pablo aconseja: “Tomen el escudo grande
de la fe, con el cual podrán apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo” (Efesios
6:16). La palabra griega que se vierte aquí “escudo grande” se refiere a un escudo que es
10
suficientemente grande como para proteger la mayor parte del cuerpo. Con relación a los
“proyectiles encendidos”, a veces los romanos hacían dardos de cañas huecas que tenían
diminutos receptáculos llenos de nafta encendida. Tal vez Pablo se haya estado refiriendo
a dichos dardos llameantes.
Satanás lanza varias clases de “proyectiles encendidos” contra los cristianos. Entre estos
“proyectiles” se cuentan la burla, el oprobio y la calumnia que los enemigos dirigen
contra el pueblo de Dios. Estos “proyectiles” pueden ser también los esfuerzos que
algunos opositores hacen por desanimar a los guerreros cristianos debido a,
supuestamente, los escasos resultados que éstos han obtenido en su actividad
ministerial, o a no haber progresado en cuanto a vencer las debilidades de la carne.
También figuran las palabras hirientes, el sarcasmo y las declaraciones falsas. En
ocasiones, Satanás ha herido a los cristianos por medio de despertar en ellos la
curiosidad por la sabiduría mundana relacionada con el ocultismo o con el filosofar
sobre el origen y el destino del hombre. Debemos ser diligentes en cuanto a evitar tales
“cosas profundas de Satanás”. ¿Lo hace usted? (Revelación 2:24.)
Para proteger nuestro corazón contra los “proyectiles encendidos” de Satanás,
necesitamos un escudo grande y fuerte de fe. Exactamente lo grande e impenetrable que
sea depende en gran medida de nosotros. Al grado que compremos el tiempo oportuno
para el estudio personal de la Biblia, meditar sobre la Palabra de Dios y asociarnos con
nuestros compañeros testigos de Jehová, a ese grado tendremos la protección que
necesitamos. Por supuesto, tenemos que poner en práctica lo que aprendemos, porque
“la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Por consiguiente, una de las mejores
maneras de ampliar y fortalecer nuestra fe, y así poder estar firmes, es mediante
esforzarnos sinceramente por inculcar fe en otras personas.
w80 15/1 pág. 6 Una parte especialmente prominente de nuestra armadura es la fe.
El apóstol Pablo la llamó “el escudo grande de la fe.” Él quizás tenía el cuadro mental de
un escudo romano de gran tamaño que medía aproximadamente 1,2 por 0,8 metros, más
bien que el cuadro del escudo circular pequeño que acostumbraban llevar los arqueros.
Un escudo grande como ése proveía protección excelente para la mayor parte del cuerpo.
De manera similar, nuestra fe en Jehová Dios, nuestra completa confianza en él, nos
permite aguantar bajo toda clase de tribulaciones. Esta fe no es una simple creencia en
la existencia del Creador. (Heb. 11:6) Incluye confianza inquebrantable en que nuestro
Padre celestial puede hacer que quede anulado, y totalmente anulará, todo daño que
experimentemos. Ni siquiera la muerte misma puede impedir que recibamos las
grandiosas bendiciones que Dios ha prometido a sus siervos.—Mat. 10:28.
Este “escudo grande de la fe” hará inofensivos los proyectiles encendidos que Satanás
lance contra nosotros por medio de sus agentes. La fe nos ayudará a resistir los ataques
de “espíritus inicuos,” además de tentaciones de cometer algún mal, envolvernos en un
modo de vida materialista, y ceder al temor, la duda, el egoísmo, el desconsuelo excesivo
o la preocupación. Con la fe protegiéndonos como un escudo grande, podremos
expresarnos de acuerdo con las siguientes palabras inspiradas: “Jehová es mi ayudante;
no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?”—Heb. 13:6.
km 2/80 pág. 4 párrs. 6 Pablo recomendó el “escudo grande de la fe” como
instrumento para “apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo.” De manera
similar, nuestra fe en Jehová Dios, nuestra total confianza en él, nos permite aguantar
bajo toda clase de tribulaciones. Esta fe no es simplemente una creencia en la existencia
del Creador. (Heb. 11:6) Incluye confianza inquebrantable en que nuestro Padre celestial
anulará todo daño que experimentemos, hasta la muerte misma. (Mat. 10:28) ¿Tiene
usted esta clase de fe?
uw pág. 68-69 Si tenemos fe firmemente cimentada, ¿cómo responderemos a los
esfuerzos que se hagan para infundir duda o temor en nosotros? (Compare con 2
Timoteo 1:12; 2 Reyes 6:15-17.)
11
“Acepten el yelmo de la salvación”
(Efesios 6:17a)
El yelmo protegía la cabeza del soldado y, por lo tanto, el cerebro... el órgano de la
coordinación neural y del pensamiento. La esperanza cristiana de la salvación se
compara con un yelmo porque protege la mente. La mente del cristiano se ha hecho
nueva mediante el conocimiento exacto, pero todavía pertenece a una persona débil e
imperfecta. (Romanos 7:18; 12:2.) Si alimentamos la mente con
pensamientos inmundos que destruyen la fe, producidos por el
espíritu de este mundo, nuestra confianza en la salvación se
debilitará y tal vez finalmente se desvanezca. Por otro lado, si
alimentamos de continuo la mente con las palabras
fortalecedoras de Dios, nuestra esperanza se conservará
brillante y clara. ¿Mantiene usted firmemente ajustado su
yelmo de la salvación?
Ponerse “el yelmo de la salvación” implica tener
presente con claridad las maravillosas bendiciones
futuras, y no permitir que el resplandor y el
encanto del mundo nos desvíen (Hebreos 12:2, 3;
1 Juan 2:16). Este punto de vista nos ayudará a anteponer los
intereses espirituales a las ganancias materiales o la ventaja
personal (Mateo 6:33). Por lo tanto, para asegurarnos de que esta
parte de la armadura está en su debido lugar, tenemos que preguntarnos con sinceridad:
¿Qué busco en la vida? ¿Tengo metas espirituales específicas? ¿Qué estoy haciendo para
alcanzarlas? Seamos miembros del grupo de cristianos ungidos que quedan o de la “gran
muchedumbre”, debemos imitar a Pablo, que dijo: “Todavía no me considero como si lo
hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a ello: Olvidando las cosas que quedan
atrás, y extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá, prosigo hacia la meta”
(Revelación [Apocalipsis] 7:9; Filipenses 3:13, 14).
w07 15/3 pág. 30 párr. 17 El yelmo protegía la cabeza y el cerebro, el centro de la
toma de decisiones. De modo similar, la esperanza cristiana protege nuestras facultades
mentales (1 Tesalonicenses 5:8). En vez de llenar la mente con metas mundanas y
sueños materialistas, debemos concentrarnos en la esperanza que Dios nos ha dado, tal
como hizo Jesús (Hebreos 12:2).
w04 15/9 pág. 19 párrs. 12-13 El yelmo cubría la cabeza y el cerebro, el asiento del
intelecto. Nuestra esperanza cristiana se compara a esta pieza de la armadura, pues nos
protege las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8). Es verdad que mediante el
conocimiento exacto de la Palabra de Dios hemos transformado la mente. Sin embargo,
esta podría corromperse fácilmente, pues seguimos siendo humanos imperfectos y
débiles. Cabe la posibilidad de que las metas de este sistema de cosas nos distraigan y
hasta reemplacen la esperanza que Dios nos ha dado (Romanos 7:18; 12:2). El Diablo
trató en vano de descarriar a Jesús ofreciéndole “todos los reinos del mundo y su gloria”
(Mateo 4:8). Pero este rechazó de plano la oferta, y, como dijo Pablo, “por el gozo que fue
puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha
sentado a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
La clase de confianza que Jesús tuvo no viene de modo automático. Si en lugar de
mantener la mente fija en la esperanza la llenamos con los sueños y las metas de este
sistema de cosas, nuestra fe en las promesas de Dios se debilitará. Con el tiempo, puede
que hasta perdamos la esperanza. En cambio, si continuamente meditamos sobre las
promesas divinas, seguiremos regocijándonos en la esperanza puesta ante nosotros
(Romanos 12:12).
12
w99 15/4 pág. 21 Llevar de manera propia “la coraza de la justicia” requiere que
examinemos constantemente si amamos la justicia y odiamos el desafuero (Salmo 45:7;
97:10; Amós 5:15). ¿Han bajado nuestras normas junto con las del mundo? ¿Nos
entretienen ahora cosas que anteriormente nos indignaban u ofendían, sea que se
presenten en la vida real, en la televisión, el cine, los libros o las revistas? El amor a la
justicia nos ayudará a ver que lo que se glorifica en el mundo como libertad y
sofisticación, pudieran ser realmente
promiscuidad y engreimiento disfrazados
(Romanos 13:13, 14; Tito 2:12).
w99 15/4 pág. 21 Ponerse “el yelmo de la
salvación” implica tener presente con claridad las
maravillosas bendiciones futuras, y no permitir
que el resplandor y el encanto del mundo nos
desvíen (Hebreos 12:2, 3; 1 Juan 2:16). Este
punto de vista nos ayudará a anteponer los
intereses espirituales a las ganancias materiales
o la ventaja personal (Mateo 6:33). Por lo tanto,
para asegurarnos de que esta parte de la
armadura está en su debido lugar, tenemos que
preguntarnos con sinceridad: ¿Qué busco en la
vida? ¿Tengo metas espirituales específicas?
¿Qué estoy haciendo para alcanzarlas? Seamos
miembros del grupo de cristianos ungidos que quedan o de la “gran muchedumbre”,
debemos imitar a Pablo, que dijo: “Todavía no me considero como si lo hubiera asido;
pero hay una cosa en cuanto a ello: Olvidando las cosas que quedan atrás, y
extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá, prosigo hacia la meta” (Revelación
[Apocalipsis] 7:9; Filipenses 3:13, 14).
w93 15/4 pág. 11 En el campo de la medicina se ha empezado a reconocer el
extraordinario poder de la esperanza. El Dr. Shlomo Breznitz, sobreviviente del
holocausto nazi, dijo que en la mayoría de los problemas de la vida, “la tensión es
producto de nuestra propia interpretación de la dificultad de los problemas, más bien
que de la que estos tienen per se. La esperanza los aligera”. En un artículo de la revista
The Journal of the American Medical Association se afirma que la esperanza es “una
medicina poderosa”. La revista American Health dijo: “Hay muchos ejemplos de
pacientes, principalmente enfermos de cáncer, cuya salud se desploma cuando algo les
hace perder la esperanza, o que mejoran de súbito cuando hallan una nueva razón para
vivir”. (Compárese con Proverbios 17:22.).
Los estudiantes de la Biblia han reconocido por mucho tiempo la importancia de la
esperanza. En 1 Tesalonicenses 5:8, el apóstol Pablo instó a los cristianos:
“Mantengamos nuestro juicio y llevemos [...] como yelmo la esperanza de la salvación”.
¿De qué manera es “la esperanza de la salvación” como un yelmo?
Considere lo que un yelmo puede hacer. El soldado de tiempos bíblicos llevaba puesto un
yelmo de cobre o de hierro sobre una especie de gorro de fieltro, lana o piel. En la guerra,
el yelmo le protegía la cabeza de las flechas y los golpes de garrotes y espadas. Es
probable, entonces, que muy pocos soldados vacilaran en usar el yelmo. Sin embargo, el
que el soldado se lo pusiera no quería decir que fuera invencible o que no sintiera nada
cuando se le golpeaba en la cabeza; el yelmo solo conseguía amortiguar lo suficiente la
mayoría de los golpes para que no fueran mortales.
Tal como el yelmo protege la cabeza, así la esperanza protege la mente. La esperanza
no hará que minimicemos los problemas o que nos crucemos de brazos como si nada
sucediese. No obstante, amortigua los golpes de la vida e impide que estos causen un
daño fatal a nuestra salud mental, emocional o espiritual.
13
Es patente que el fiel Abrahán llevaba puesto el yelmo figurativo. Jehová le pidió que
sacrificara a Isaac, su hijo amado. (Génesis 22:1, 2.) Qué fácil habría sido que Abrahán
hubiera cedido a la desesperación, un sentimiento que pudiera haberlo impulsado a
desobedecer a Dios. ¿Qué protegió su mente de tales sentimientos? La esperanza fue un
factor fundamental. Según Hebreos 11:19, “estimó que Dios podía levantarlo [a Isaac]
hasta de entre los muertos”. Del mismo modo, la esperanza de Job en la resurrección le
ayudó a proteger su mente de la amargura que pudo haberle llevado a maldecir a Dios.
(Job 2:9, 10; 14:13-15.) En medio de su agonía, Jesucristo halló fortaleza y solaz en su
alentadora esperanza. (Hebreos 12:2.) El fundamento de la verdadera esperanza es la
confianza en que Dios nunca hará nada malo ni incumplirá su palabra. (Hebreos 11:1.).
w93 15/4 13 Los pensamientos negativos son la herrumbre del yelmo de la
esperanza. Corroen y poco a poco pueden
hacer inservible el yelmo. ¿Ha aprendido a
distinguir y combatir los pensamientos
negativos? Que no lo extravíe el concepto
erróneo de que la actitud cínica, crítica o
pesimista manifiesta inteligencia. En
realidad, no se necesita mucha
inteligencia para pensar negativamente.
Es muy fácil perder las esperanzas con
relación a nuestro semejante. Algunos que
han tenido experiencias dolorosas en el
pasado dan por imposible que otros los
ayuden o alienten. “Gato escaldado —
dicen—, del agua fría huye.” Quizás ni se
atrevan a pedir la ayuda de los ancianos
cuando tienen problemas.
w92 1/5 22&17,18 ¿Qué puede decirse de nosotros? Cuando nos examinamos a la
luz de las Escrituras, ¿vemos que estamos manteniéndonos despiertos y que tenemos
como yelmo la esperanza de la salvación? ¿Somos de la clase de personas que se han
separado totalmente del viejo sistema de cosas y ya no abrigamos sus ideas? ¿Tenemos
de veras el espíritu del nuevo mundo de Dios? ¿Estamos plenamente alerta en cuanto
adónde va este sistema? Si así es, el día de Jehová no nos alcanzará como si fuéramos
ladrones. (1 Tesalonicenses 5:4.)
Con todo, ¿qué hay si nuestro autoexamen revela que procuramos establecer un
modo de vida agradable, cómodo, holgado y tranquilo? ¿Qué haremos si descubrimos
que nuestros ojos espirituales están pesados por la soñolencia? ¿Estamos en un estado
de ensueño, yendo en pos de alguna fantasía mundana? Si así es, ¡entonces,
despertemos! (1 Corintios 15:34.)
w89 15/7 19&16 Para hallar refrigerio para el alma, definitivamente tenemos que
creerlo. Es imprescindible para nosotros. En realidad, tenemos que ponernos “como
yelmo la esperanza de la salvación”. (1 Tesalonicenses 5:8; compárese con Hebreos 6:19.)
Esa esperanza tiene que protegernos la mente, el pensamiento. De otro modo, nos
oprimirán tanto las cargas y dificultades que nos daremos por vencidos y no
alcanzaremos la vida eterna. Por lo tanto, para disfrutar de refrigerio para el alma,
asegúrese de fortalecerse en su esperanza del Reino.
w84 15/10 18&12 En tiempos antiguos, algunos de los yelmos se hacían de juncos,
otros de lino acolchonado o de cuero, y otros de metal (1 Samuel 17:38). ¿Pero de qué
está hecho nuestro yelmo espiritual? Pablo dijo a los cristianos de Tesalónica:
“Mantengamos nuestro juicio y llevemos [...] como yelmo la esperanza de salvación” (1
Tesalonicenses 5:8). Sí, la esperanza ciertamente puede protegernos de los golpes y tajos
14
procedentes de Satanás y sus agentes. Una esperanza firme, basada en la Biblia, “no
conduce a la desilusión” (Romanos 5:5). Dicha esperanza nos protege contra la
propaganda materialista, pues nos mueve a buscar primero el Reino de Dios. (Mateo
6:33; Lucas 12:31.).
w81 1/5 25&11 Al vestirse para la venidera guerra universal, Jehová se pone “el
yelmo de la salvación,” pero, en vez de una “coraza de la justicia,” se pone una “cota de
malla” de la justicia. Por supuesto, él no necesita tales dispositivos de protección, puesto
que es todopoderoso y a prueba de muerte, imperecedero. De modo que aquí
simplemente se emplean figuras retóricas para ilustrar algo. El que él se ponga “el yelmo
de la salvación” indica que tiene presente la salvación de su causa, especialmente los
intereses de su reino mesiánico. Nada que el enemigo pudiera hacer al atacar su causa
podrá quitarle del pensamiento su propósito de salvación ni golpearlo de modo que él
quede inconsciente respecto a ello, de modo que lo olvide por completo.
w80 15/2 7 Así como el yelmo protege la cabeza del guerrero, del mismo modo el
“yelmo de la salvación” salvaguarda las facultades mentales del cristiano. El mantener la
visión mental puesta fijamente en nuestra salvación final, el premio de la vida eterna,
nos ayuda en gran manera a continuar luchando vigorosamente contra toda cosa que se
presentara con el objeto de desviarnos de nuestra meta. La positiva “esperanza de
salvación” que Dios ha impartido puede ser lo suficientemente poderosa como para
darnos la clase de protección que el yelmo daba a los antiguos guerreros.—1 Tes. 5:8.
km 2/80 1&3 Parte básica de la armadura protectora; prenda para la cabeza que
está diseñada para proteger al soldado durante la batalla. En sentido espiritual, tenemos
que proteger nuestra mente de influencias impropias y propaganda impía. Tenemos que
alimentarla con información correcta y edificante que viene de la Biblia por medio el
estudio personal, de familia y de congregación. ¡Cuánto inculca esto en nosotros lo
necesario que es asistir a las reuniones de congregación y participar activamente en
ellas! También, ¡cuán vital es tener un arreglo para considerar la Biblia como familia en
el hogar! Como individuos, tenemos que meditar en cuanto a la verdad y nuestra
esperanza de salvación. ¿Hace usted esto? La positiva “esperanza de salvación” que Dios
ha impartido puede ser lo suficientemente poderosa como para proteger nuestras
facultades mentales de la misma manera que un yelmo protege la cabeza.—1 Tes. 5:8.
uw 69 ¿De qué manera ayuda a uno a evitar el lazo de interesarse excesivamente en
las posesiones materiales la esperanza de la salvación? (1 Tim. 6:7-10, 19.)
pe 224&18,19 La presión que se ejerce en nosotros para llevarnos a hacer lo
incorrecto no nos viene solamente del mundo de Satanás, sino también desde dentro de
nosotros mismos en nuestra condición de personas pecaminosas. Por eso, el ser fiel a
Dios es una lucha de todos los días. ¡Pero qué bueno es saber que esa lucha no
continuará para siempre! Pronto Satanás será quitado y todo su mundo inicuo será
destruido. Entonces, en el nuevo sistema de Dios ya cercano, habrá condiciones de
justicia que nos facilitarán mucho nuestro proceder. Con el tiempo todo vestigio del
pecado se habrá ido, y ya no existirá esta dura lucha por hacer lo que es correcto.
Piense con regularidad en las bendiciones de ese nuevo sistema. Sí, póngase “como
yelmo la esperanza de salvación.” (1 Tesalonicenses 5:8) Que la actitud suya sea como la
de la joven que dijo: “Pienso en todo lo que Jehová ha hecho por mí y me ha prometido.
El no se ha dado por vencido en cuanto a mí. Me ha bendecido de muchísimas maneras.
Sé que él solamente desea lo mejor para mí, y quiero agradarle. La vida eterna vale todo
el esfuerzo que sea necesario.” Si seguimos fielmente tras la justicia, veremos la
realización de ‘todas las buenas promesas que Jehová ha hecho’ para con los que lo
aman.—Josué 21:45.
15
w10 15/2 pág. 21 ¿Cómo podemos protegernos contra la propaganda satánica?
Aplicando este consejo de Pablo: “Sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia
de su fuerza. Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan
estar firmes contra las maquinaciones del Diablo”. Una parte esencial de esta armadura
espiritual es “el yelmo de la salvación” (Efe. 6:10, 11, 17). Para poder resistir la
propaganda del Diablo, tenemos que aceptar este yelmo, o casco, y usarlo siempre.
Al igual que el casco resguarda la cabeza del soldado, “la esperanza de la salvación” —es
decir, la confianza en que Dios cumplirá sus promesas de un nuevo mundo glorioso—
nos protege la mente contra las mentiras de Satanás (1 Tes. 5:8). Es preciso mantener
muy viva esa esperanza estudiando con diligencia las Escrituras.
“La Espada del Espíritu, ... la Palabra de Dios”.
(Efesios 6:17b)
El dicho de que la mejor defensa es una buena ofensiva aplica al guerrear cristiano. A
medida que los pies —calzados con las buenas nuevas de la paz— nos llevan entre los
incrédulos, no estamos desarmados. La Palabra de Dios, la Biblia, obra como una
poderosa espada para cortar mentiras espirituales y
conceptos falsos y ayudar a las personas de corazón
recto a hallar la libertad espiritual. (Juan 8:31, 32.)
Jesús mostró el poder que tiene esta arma cuando,
en efecto, trabó un combate con Satanás el Diablo.
Cuando fue tentado en el desierto, Jesús se defendió
de tres ataques satánicos por medio de usar
eficazmente la Palabra de Dios y decir: “Está escrito”.
(Mateo 4:1-11.) Si aprendemos a usar esta espada con
destreza, podemos ayudar a los mansos a librarse del
dominio de Satanás. Así también los ancianos de
congregación usan la Palabra de Dios para proteger al
rebaño de personas que tratan de socavar la fe de los
más débiles. (Hechos 20:28-30.)
El soldado no desarrolla fácilmente la habilidad de
manejar la espada. Tiene que entrenarse y practicar
con dedicación por largo tiempo para manejarla con destreza. De igual manera, en el
guerrear espiritual se requiere mucho estudio y práctica regular en el ministerio para
hacerse uno diestro en el uso de la Palabra de Dios. Por lo tanto, esforcémonos
debidamente por ser espadachines espirituales diestros, capacitados para ‘manejar la
palabra de la verdad correctamente’. (2 Timoteo 2:15.)
w04 15/9 págs. 19-20 párrs. 14-16 La palabra, o mensaje, de Dios que se
encuentra en la Biblia es una eficaz espada de dos filos que derrumba la falsedad
religiosa y ayuda a la gente sincera a hallar libertad espiritual (Juan 8:32; Hebreos 4:12).
Esta espada espiritual también nos defiende de las tentaciones y los ataques apóstatas
que podrían arruinar nuestra fe (2 Corintios 10:4, 5). ¡Qué agradecidos estamos de que
‘toda Escritura esté inspirada por Dios y nos equipe completamente para toda buena
obra’! (2 Timoteo 3:16, 17.)
Cuando Satanás tentó a Jesús en el desierto, este utilizó hábilmente la espada del
espíritu para rechazar razonamientos falsos y tentaciones astutas. A cada embate de
Satanás, él replicó: “Está escrito” (Mateo 4:1-11). Del mismo modo, un testigo de Jehová
de España llamado David encontró en las Escrituras la ayuda necesaria para resistir las
tentaciones. Cuando tenía 19 años, una atractiva joven que trabajaba en la misma
empresa de limpieza le insinuó que podrían “pasar un buen rato juntos”. David rechazó
16
sus proposiciones y le pidió al supervisor que lo cambiara de lugar de trabajo para que la
situación no se repitiera. Él mismo comentó: “Me acordé de José, quien rechazó la
inmoralidad y echó a huir. Yo hice lo mismo” (Génesis 39:10-12).
Jesús también empleó la espada del espíritu para que otros escaparan del control de
Satanás. “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado”, dijo
(Juan 7:16). Para imitar la habilidad con que Jesús enseñaba, debemos prepararnos.
El historiador judío Josefo escribió respecto a los soldados romanos: “Salen todos los
días a adiestrarse como si fuesen al campo de batalla. De aquí que soporten la fatiga de
los combates con tanta facilidad”. En nuestro guerrear espiritual no solo hemos de usar
la Biblia, sino también ‘hacer lo sumo posible para presentarnos aprobados a Dios,
trabajadores que no tienen de qué avergonzarse, que manejan la palabra de la verdad
correctamente’ (2 Timoteo 2:15). ¡Y qué satisfacción sentimos cuando respondemos con
la Biblia a una pregunta sincera de alguien que manifiesta interés!
w99 1/10 11&8 La principal de “las armas de nuestro guerrear” es “la espada del
espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efesios 6:17). Esta espada es poderosa. “La
palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y
penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede
discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12.) Los cristianos pueden
derrumbar con ella “razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el
conocimiento de Dios” (2 Corintios 10:5). Les permite poner al descubierto doctrinas
falsas, prácticas perjudiciales y filosofías que reflejan la sabiduría humana y no la divina
(1 Corintios 2:6-8; Efesios 6:11-13)
w91 15/1 31 Al testificar de casa en casa, el cristiano maneja “la espada del espíritu,
es decir, la palabra de Dios”, y ayuda a la gente a librarse del error religioso. (Efesios
6:11-17; Juan 8:31, 32.)
w88 1/9 17&16 Imagínese, también, a un soldado que no llevara la espada. “La
espada del espíritu” es magnífica defensa, pues se usa para tajar el
armamento que Satanás emplea contra el cristiano. Nuestra “espada”
siempre debe estar lista. Estará así si no descuidamos el estudio
bíblico personal ni el de la familia. Pero principalmente esta
“espada [...] la palabra de Dios” es nuestro instrumento de
ofensiva. Jesús la usó de ambas maneras. (Mateo 4:6, 7, 10; 22:41-
46.) Nosotros debemos hacer lo mismo. Tenemos que seguir
aguzando el aprecio que le tenemos a la verdad. No podemos
mantener firme nuestra espiritualidad sobre la base de lo que aprendimos
en nuestros primeros meses o años en la verdad. Si no renováramos los
circuitos espirituales de nuestra mente, nuestra visión espiritual se
empañaría. Nuestro celo por la adoración verdadera de Jehová
disminuiría. Nos debilitaríamos espiritualmente. Ya no podríamos repeler
los ataques de parientes, amigos, compañeros ni apóstatas que quizás se
burlaran de nuestras creencias. Pero Dios nos salvará del Diablo y sus
“proyectiles encendidos” si seguimos equipándonos con “la armadura
completa que proviene de Dios”. (Isaías 35:3, 4.)
w85 15/10 18&13 Por último, llegamos a la única arma ofensiva de nuestra
armadura, “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efesios 6:17). La palabra
griega que se traduce aquí “espada” se refiere a una espada corta parecida a una daga, lo
cual hace pensar en un combate cuerpo a cuerpo. Con el conocimiento exacto de la
Palabra de Dios podemos punzar y cortar las enseñanzas falsas al exponer su falta de
lógica y, en particular, mostrar que están en conflicto con las Sagradas Escrituras
(2 Corintios 10:4). No hacemos esto por orgullo, sino por humildad y por el amor que
tenemos para con Dios, la verdad y nuestro semejante. Felizmente, con la ayuda de
17
publicaciones realmente cristianas, podemos tener “la palabra de vida asida con fuerza”.
(Filipenses 2:16.)
w85 1/8 16&6,7 Los carpinteros y los cirujanos ciertamente tienen que prestar
atención a sí mismos. Tienen que ser capaces de utilizar sus herramientas o
instrumentos aptamente. Lo mismo tiene que hacer el ministro cristiano, cuyo
instrumento principal es ‘la espada del espíritu, la palabra de Dios’ (Efesios 6:17). ¿Cómo
puede usted llegar a estar bien instruido en el manejo de las Escrituras? Mediante el
estudio y el uso regular de ellas, naturalmente. Así que, ¿ha leído usted la Biblia desde el
principio hasta el final y ha apartado tiempo para meditar en su magnífico consejo? ¿La
lee diariamente? ¿La utiliza con regularidad en el ministerio del campo? Y ¿aprovecha
usted plenamente el abundante alimento espiritual que Jehová provee mediante “el
esclavo fiel y discreto”? (Mateo 24:45-47.)
Asegúrese de apartar tiempo para el estudio de la Palabra de Dios y las verdaderas
publicaciones cristianas. Esto le llenará la mente de información sana que le beneficiará
y que podrá utilizar para contestar preguntas que le hagan personas sinceras (1 Pedro
3:15; Colosenses 4:6). El tiempo para estudio y meditación varía de familia en familia y
de persona en persona. Algunas quizás encuentren beneficioso estudiar al final del día.
Otras tal vez estén más alerta al levantarse. Otras puede que hallen aún una hora del
mediodía más adecuada para ellas. De todas formas, la regularidad y la diligencia son de
suma importancia. Josué y los reyes de Israel habían de leer la Palabra de Dios
diariamente. (Josué 1:7, 8; Deuteronomio 17:18-20.)
w82 1/2 29 Sin duda, para poder esgrimir eficazmente la ‘espada del espíritu, la
palabra de Dios,’ necesitamos tener esa palabra fresca en la mente y el corazón.
w70 1/10 594&10 El espíritu de Dios suministra su Palabra, preserva su Palabra
de verdad, la revela, haciendo posible que sus siervos la entiendan, y da poder a los
seguidores de Cristo Jesús para el ministerio de la Palabra de Dios. (1 Cor. 2:10) El que
se bautiza correctamente en el nombre del espíritu santo tiene que reconocer las
obligaciones que tienen los cristianos de ser ministros de las buenas nuevas y como
ministro de esa clase tiene que participar en la gran obra mundial de hacer discípulos de
otras personas, enseñándoles a su vez. Esto significa cooperación con la congregación
del pueblo de Dios y asociación con ella, aprovechándose de todas las excelentes
provisiones que se hacen por medio de la congregación sobre la cual descansa el espíritu
de Dios para el bienestar espiritual de todos los que están en ella. De hecho, a medida
que una persona se propone llegar a ser discípulo y llega al punto de hacer una
dedicación a Jehová, ella, junto con los siervos ministeriales de la organización de la
congregación, podrá repasar la publicación “Tu palabra es una lámpara para mi pie.”
Esta publicación informativa de la Watch Tower incluye ochenta enseñanzas básicas de
la Biblia. Éstas deben repasarse, una a la vez, para que todos sepan, el candidato en
perspectiva a la inmersión y sus asociados de la congregación cristiana, que la persona
que desea simbolizar su dedicación tiene un entendimiento y un aprecio de estas
enseñanzas básicas de la Palabra de Dios.
Km 11/85 7&5 En nuestro guerrear espiritual, el libro Razonamiento puede
ayudarnos a manejar “la espada del espíritu” de manera poderosa para librar a los que
se hallan cautivos de doctrinas y razonamientos babilónicos profundamente
atrincherados. (Efe. 6:17; 2 Cor. 10:4, 5.) Pero aun el arma más poderosa es inútil si el
soldado no sabe usarla o no la lleva consigo. Por eso, al igual que en los días de Moisés,
nosotros los soldados de Cristo debemos ‘equiparnos delante de Jehová para la guerra’.
(Núm. 32:20, 21; 2 Tim. 2:3.) Que todos usemos plenamente el libro Razonamiento a
partir de las Escrituras y de esta manera estemos siempre equipados para defender y
adelantar las buenas nuevas.
18
Km 2/86 4&1 Cada uno de nosotros desea ‘manejar la palabra de la verdad
correctamente’. (2 Tim. 2:15.) Esa Palabra es “la espada del espíritu”, que en las manos
del pueblo de Jehová puede ‘derrumbar razonamientos fuertes y encumbrados’. (Efe.
6:17; 2 Cor. 10:4, 5.) ¡Qué instrumento tan valioso es el libro Razonamiento para usarlo
en nuestros esfuerzos por ayudar a las personas!
km 1/80 7 La espada es el arma de ataque y defensa que con más frecuencia se
menciona en las Sagradas Escrituras. Muchas eran de dos filos —cortaban por ambos
lados— y se les mantenía afiladas y en excelentes condiciones. De la Palabra de Dios se
dice que es “más aguda que toda espada de dos filos.” La armadura espiritual del
cristiano incluye “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.” (Efe. 6:17) Se
puede usar para tomar la ofensiva al proclamar la verdad. Se puede usar en defensa
para rechazar las enseñanzas falsas y las tradiciones de los hombres. Durante el mes de
febrero, esfuércese vigorosamente por usar la Biblia en el servicio del campo. Participe
plenamente en manejar la “espada” correctamente al dirigir a las personas mansas a la
verdad. El compartir nuestro conocimiento con otras personas nos permite ‘derrumbar
razonamientos y toda cosa encumbrada levantada contra el conocimiento de Dios.’—2
Cor. 10:5.
uw 69 ¿En qué debemos siempre confiar cuando resistimos ataques contra nuestra
espiritualidad o la de otros? (Sal. 119:98; Pro. 3:5, 6; compare con Mateo 4:3, 4.) En
armonía con eso, en Efesios 6:18, 19, ¿qué otra cosa se muestra que es vital para lograr
éxito en el guerrear espiritual? ¿Con cuánta frecuencia se ha de emplear? ¿A favor de
quiénes?
us 49&92 El saber cómo usar con eficacia esta armadura espiritual y la “espada del
espíritu” pudiera tomar algún tiempo. Pero el asociarse con otros que han conseguido y
están consiguiendo victorias en su guerrear espiritual le ayudará a lograr buen progreso.
19
lv cap. 5 págs. 59-61
LLEVE PUESTA “LA ARMADURA COMPLETA”
Si nos mantenemos en el amor de Dios, también estaremos protegidos espiritualmente contra
Satanás, quien desea que perdamos la felicidad y la vida eterna (1 Pedro 5:8). Pablo señaló que
tenemos “una lucha”, pero “no contra [criaturas de] sangre y carne, sino contra los gobiernos,
contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas
espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:12). La palabra griega que se traduce
“lucha” evoca la idea del combate cuerpo a cuerpo y
no del que se realiza a distancia, quizás en la seguridad
de un refugio subterráneo. Refiriéndose a los enemigos
que tenemos en el mundo espiritual, Pablo menciona
“gobiernos”, “autoridades” y “gobernantes mundiales”.
¿Qué indica este hecho? Que los ataques de los demonios
están bien organizados y planeados.
Aunque somos personas con muchas debilidades y
limitaciones, podemos salir victoriosos. ¿Cómo?
Aceptando “la armadura completa que proviene de Dios”
(Efesios 6:13). Esta armadura se describe en Efesios
6:14-18: “Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos
ceñidos con la verdad, y teniendo puesta la coraza de la
justicia, y teniendo calzados los pies con el equipo de las
buenas nuevas de la paz. Sobre todo, tomen el escudo
grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los
proyectiles encendidos del inicuo. También, acepten el
yelmo de la [esperanza de la] salvación, y la espada del
espíritu, es decir, la palabra de Dios, mientras que, con
toda forma de oración y ruego, se ocupan en orar en toda
ocasión en espíritu”.
La armadura espiritual nunca puede fallarnos, pues
proviene de Dios. Eso sí, hay que utilizarla de continuo.
¿Por qué? Porque a diferencia de los soldados literales,
que a veces disfrutan de largos descansos entre una
guerra y otra, los cristianos luchamos a vida o muerte en
un combate sin tregua. Esta contienda terminará cuando
Dios destruya el mundo de Satanás y encierre en el
abismo a todos los espíritus malignos (Revelación 12:17;
20:1-3). Así que si ahora usted está batallando con sus
propias debilidades y malos deseos, no se rinda. Todos
tenemos que aporrear nuestro cuerpo, por así decirlo,
para ser fieles a Jehová (1 Corintios 9:27).
Lo preocupante sería que no estuviéramos luchando.
Sin duda, nunca triunfaremos por nuestras propias fuerzas. De ahí que Pablo nos recuerde la
necesidad de orar a Jehová “en toda ocasión en espíritu”. Al mismo tiempo, debemos escuchar la
voz de Dios. ¿Cómo lo hacemos? Estudiando su Palabra y aprovechando todas las oportunidades
que tenemos de reunirnos con otros compañeros de lucha. Como vemos, no estamos solos
(Filemón 2; Hebreos 10:24, 25). Si somos fieles en estos campos, no solo lograremos la victoria
final, sino que sabremos defender día a día nuestras creencias cuando se vean bajo ataque.
w04 15/9 pág. 20 párr. 20 Está claro que es esencial que nos pongamos la armadura
completa que nos da Jehová. Para llevarla se exige que cultivemos cualidades piadosas, como la fe
y la justicia. Es imprescindible que amemos la verdad como si estuviéramos ceñidos con ella, que
estemos dispuestos a proclamar las buenas nuevas en toda ocasión y que mantengamos la mente
fija en la esperanza puesta ante nosotros. Asimismo, debemos hacernos diestros en el manejo de
la espada del espíritu. Con la armadura completa que proviene de Dios, saldremos victoriosos en
nuestra lucha contra las fuerzas espirituales inicuas y realmente daremos gloria al santo nombre
de Jehová (Romanos 8:37-39).
El yelmo de la salvación. El yelmo cubría la cabeza y el
cerebro, el asiento del intelecto. Nuestra esperanza cristiana
se compara a esta pieza de la armadura, pues nos protege
las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8). Es verdad
que mediante el conocimiento exacto de la Palabra de Dios
hemos transformado la mente. Sin embargo, esta podría
corromperse fácilmente, pues seguimos siendo humanos
imperfectos y débiles. Cabe la posibilidad de que las metas
de este sistema de cosas nos distraigan y hasta reemplacen
la esperanza que Dios nos ha dado (Romanos 7:18; 12:2).
El Diablo trató en vano de descarriar a Jesús ofreciéndole
“todos los reinos del mundo y su gloria” (Mateo 4:8). Pero
este rechazó de plano la oferta, y, como dijo Pablo, “por el
gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de
tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la
diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
La coraza de la justicia. La coraza del soldado le
protegía un órgano vital, el corazón. Pues bien, el corazón
figurado —la persona que somos en nuestro interior— se
inclina al mal, de modo que necesita especial protección
(Génesis 8:21). Por consiguiente, debemos aprender y
llegar a amar las justas normas de Jehová (Salmo 119:97,
105). El amor a la justicia nos impele a rechazar el modo de
pensar mundano que hace caso omiso de las claras
directrices divinas o rebaja su importancia. Además, amar lo
que es recto y odiar lo que es malo impedirá que sigamos
cualquier proceder que pueda arruinarnos la vida (Salmo
119:99-101; Amós 5:15). Jesús es ejemplar a este respecto,
pues las Escrituras dicen de él: “Amaste la justicia, y odiaste
el desafuero” (Hebreos 1:9).
Los lomos ceñidos con la verdad. Los soldados de
tiempos bíblicos llevaban un cinturón de cuero de entre 5 y
15 centímetros de ancho. Algunos traductores opinan que el
versículo debería decir “con la verdad como cinturón ceñido
a su cintura”. El cinturón del soldado le protegía los lomos, o
las caderas, y le proporcionaba un apoyo del que colgar la
espada. Ajustárselo significaba aprestarse para la batalla.
Pablo lo empleó para mostrar cuánto han de influir las
Escrituras en nuestra vida. Podría decirse que deben
rodearnos apretadamente, a fin de que vivamos en
consonancia con la verdad y la defendamos en toda ocasión
(Salmo 43:3; 1 Pedro 3:15). Para ello hemos de aplicarnos
al estudio meditativo de la Biblia. Jesús tenía la ley de Dios
“dentro de [sus] entrañas” (Salmo 40:8). Por esa razón,
pudo contestar las preguntas de sus opositores citando de
memoria de las Escrituras (Mateo 19:3-6; 22:23-32).
La espada del espíritu. La palabra, o mensaje, de Dios
que se encuentra en la Biblia es una eficaz espada de dos
filos que derrumba la falsedad religiosa y ayuda a la gente
sincera a hallar libertad espiritual (Juan 8:32; Hebreos 4:12).
Esta espada espiritual también nos defiende de las
tentaciones y los ataques apóstatas que podrían arruinar
nuestra fe (2 Corintios 10:4, 5). ¡Qué agradecidos estamos
de que „toda Escritura esté inspirada por Dios y nos equipe
completamente para toda buena obra‟! (2 Timoteo 3:16, 17.)
El escudo grande de la fe. La palabra griega traducida
“escudo grande” define un escudo que cubría casi todo el
cuerpo, protegiéndolo de “los proyectiles encendidos”
mencionados en Efesios 6:16. En tiempos bíblicos, los
soldados usaban dardos hechos de cañas huecas a los que
fijaban pequeños receptáculos de hierro en los que ardía un
combustible llamado nafta. Un biblista dice que tales
proyectiles constituían “una de las armas más peligrosas en
las guerras de la antigüedad”. El soldado que careciera de
un escudo grande para protegerse de ellos podía resultar
muerto o gravemente herido.
Calzados los pies con el equipo de las buenas
nuevas de la paz. Los soldados romanos necesitaban
zapatos adecuados o sandalias resistentes, ya que no era
raro que en las campañas caminaran 30 kilómetros diarios
cargados con unos 30 kilos de armadura y equipo. Pablo
usó acertadamente el calzado para representar nuestra
disposición a transmitir el mensaje del Reino a todo el que
escuche. Esto es muy importante, pues ¿cómo podrían
otros conocer a Jehová si nosotros no estuviéramos
siempre listos para predicar? (Romanos 10:13-15.) w04
15/9 págs. 15-20
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Armadura cristiana

  • 1. 1 “La armadura completa de Dios”. — Efesios 6:13. Una parte importante de la armadura espiritual es “el escudo grande de la fe”. Como un escudo grande que cubre la mayor parte del cuerpo, la fe en Jehová Dios y en su poder de cumplir sus promesas le permitirá al cristiano “apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo”. (Ef 6:16; compárese con Sl 91:4.) La fe le ayudará a aguantar los ataques de los espíritus inicuos, a resistir las tentaciones que inducen a la inmoralidad, a despreciar deseos materialistas y a no ceder al temor, la duda o el pesar excesivo. (Gé 39:7-12; Heb 11:15; 13:6; Snt 1:6; 1Te 4:13.) Parte de la armadura espiritual es tener “calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”. (Ef 6:15.) La palabra griega he·toi·ma·sí·a, traducida “equipo”, tiene el significado básico de “apresto” (Besson, BAS, NTI) o “preparación” (Val, 1989). El que un cristiano esté siempre listo y equipado para declarar las “buenas nuevas” a otros, y lo haga a pesar de las dificultades, puede ayudarle a perseverar con fidelidad. Tal como el yelmo protege la cabeza del soldado, así “el yelmo de la salvación” salvaguarda las facultades mentales del cristiano de las influencias impías. (Ef 6:17.) El llevar puesta “como yelmo la esperanza de la salvación” significa mirar “atentamente hacia el pago del galardón”, como hizo Moisés. (1Te 5:8; Heb 11:26.) El cristiano también ha de ponerse “la coraza de la justicia”. (Ef 6:14.) La coraza literal servía para proteger los órganos vitales, en especial el corazón. La justicia como coraza protectora es esencial para salvaguardar el corazón figurado debido a la inclinación pecaminosa de este. (Gé 8:21; Jer 17:9.) Pablo aconseja a los cristianos que tengan “los lomos ceñidos con la verdad”. (Ef 6:14.) Tal como un cinturón sostiene y protege los lomos, una adherencia inquebrantable a la verdad divina fortalece al cristiano en su determinación de permanecer firme cuando se enfrenta a pruebas. “La espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios”, le es indispensable al cristiano para evitar las enseñanzas falsas y las tradiciones humanas, y para enseñar la verdad y “derrumbar cosas fuertemente atrincheradas”. (Ef 6:17; 2Co 10:4, 5.)
  • 2. 2 Necesitamos “la armadura completa que proviene de Dios” si queremos estar debidamente protegidos. Por lo tanto, examinemos cada pieza de esta armadura que el apóstol Pablo describe y evaluémonos con honradez para determinar si estamos completamente equipados para el guerrear espiritual. (Efesios 6:14-17.) Adonde no indicado el material fuè tomado de: w04 15/9 15-20 “Póngase la armadura completa que proviene de Dios” w92 15/5 21-23 “Póngase la armadura completa que proviene de Dios” w99 15/4 18-21 Cómo vencer y reconocer cualquier debilidad it-1 187 “Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la verdad.” (Efesios 6:14a.) En tiempos bíblicos los soldados usaban un cinturón de cuero que medía hasta 15 centímetros (6 pulgadas) de ancho. Este cinturón ayudaba a proteger los lomos. El que el soldado se ajustara el cinturón significaba que estaba listo para la batalla. Por eso, ¡qué apropiado es que se compare la verdad divina con el cinturón del soldado! Esto ilustra bien que debemos mantener muy cerca de nosotros la Palabra de verdad de Dios, como si estuviéramos ceñidos con ella. Debemos reflexionar profundamente sobre los pensamientos que contiene la Palabra de Dios. Esto nos protege de que mentiras y engaños nos descarríen. Además, los dichos de la boca de Jehová nos apoyan y fortalecen en sentido espiritual y refuerzan nuestra integridad. w07 15/3 pág. 28 párr. 12 El soldado debía ceñirse bien el cinturón para que le protegiera los lomos (caderas y bajo vientre) y soportara el peso de la espada. De modo parecido, la verdad bíblica debe rodearnos apretadamente, por decirlo así, a fin de que vivamos en armonía con ella. ¿Tenemos un horario para leer la Biblia todos los días? ¿Lo sigue toda la familia? ¿Es nuestra costumbre analizar el texto diario en familia? Además, ¿nos mantenemos al día con las explicaciones que publica “el esclavo fiel y discreto”? (Mateo 24:45.) Si así es, nos estamos esforzando por aplicar el consejo de Pablo. También disponemos de videocintas y programas en DVD que nos proporcionan pautas bíblicas. Aferrarnos a la verdad nos ayuda a tomar buenas decisiones y nos protege de emprender un mal proceder. w04 15/9 pág. 16 párr. 4,5 Algunos traductores opinan que el versículo debería decir “con la verdad como cinturón ceñido a su cintura”. El cinturón del soldado le protegía los lomos, o las caderas, y le proporcionaba un apoyo del que colgar la espada. Ajustárselo significaba aprestarse para la batalla. Pablo lo empleó para mostrar cuánto han de influir las Escrituras en nuestra vida. Podría decirse que deben rodearnos
  • 3. 3 apretadamente, a fin de que vivamos en consonancia con la verdad y la defendamos en toda ocasión (Salmo 43:3; 1 Pedro 3:15). Para ello hemos de aplicarnos al estudio meditativo de la Biblia. Jesús tenía la ley de Dios “dentro de [sus] entrañas” (Salmo 40:8). Por esa razón, pudo contestar las preguntas de sus opositores citando de memoria de las Escrituras (Mateo 19:3-6; 22:23-32). Si dejamos que nos guíe, la verdad de la Biblia nos libra de razonamientos falsos y nos permite tomar buenas decisiones. Cuando nos enfrentemos a tentaciones o pruebas, las pautas bíblicas reforzarán nuestra resolución de hacer el bien w84 15/10 Pág.15 El cinturón militar de tiempos antiguos era un cinto o una correa de cuero que se usaba alrededor de la cintura o las caderas. A menudo se tachonaba con laminillas metálicas que proveían protección adicional. También servía para sujetar la espada o daga del guerrero. ¿Qué significa para el cristiano el tener los lomos ceñidos con la verdad? El estar ceñidos con la verdad de la Palabra de Dios significa tenerla firmemente asida a fin de poder usar las Escrituras para resolver problemas. Tal como el cinturón que usaban los soldados era un medio de protección, así la verdad nos suministra confianza al llevar nuestras cargas, y protección. Ciertamente, entonces, el mantener la mente ocupada con las verdades de Dios nos ayuda a estar firmes contra Satanás. w80 15/1 Pág.5 ¿Qué servicio rinde el cinturón o ceñidor de la verdad en “la armadura completa que proviene de Dios”? En el día de Pablo el cinturón militar era una correa de cuero que se usaba alrededor de la cintura o las caderas. En ancho, la correa variaba de 5 a 15 centímetros y a menudo estaba tachonada con placas de hierro, plata u oro. La espada del guerrero estaba suspendida del cinturón, el cual a veces estaba sujetado por una correa que pasaba por el hombro. Hasta la cota de malla quizás estaba asegurada así a la cintura. (Jue. 3:15-17; Sal. 45:3, 4) Tal cinturón proveía sostén y protección a los lomos. De igual manera, la verdad puede fortalecer al guerrero cristiano en su resolución de permanecer firme en medio de situaciones que representen una prueba para él. w77 1/3 Pág.145 En tiempos antiguos los guerreros solían ceñirse alrededor de la cintura o las caderas un cinturón de cuero. Esto les suministraba firme sostén al salir a la batalla. De manera semejante, hoy es necesario que los cristianos estén “ceñidos,” en preparación para acción o actividad. El apóstol Pablo nos dice que para ‘estar firmes contra astucias del Diablo’ tenemos que ponernos “la armadura completa que proviene de Dios.” Esto requiere, en primer lugar, que nos ‘ciñamos’ los lomos con la verdad. El que estudiemos continuamente la verdad de la Palabra de Dios y la apreciemos profundamente nos ayudará a ‘estar firmes’ contra el inicuo.—Efe. 6:11-14; vea la versión Kingdom Interlinear. Nuestra guerra espiritual es una realidad. Por lo tanto, es necesario que constantemente estemos con los “lomos ceñidos.” Tenemos que seguir estudiando la Palabra de Dios, cultivando una fe cada vez más fuerte, para que verdaderamente estemos equipados para rechazar toda arma que use contra nosotros el astuto Satanás. Si somos ‘enseñados por Jehová,’ ningún arma tendrá éxito contra nosotros. (Isa. 54:13, 17) El ‘ceñirnos’ resulta en que proclamemos con espíritu animoso las “buenas nuevas del reino,” y esta actividad lleva a la salvación, tanto de nosotros mismos como de los que nos escuchan.—Hech. 8:12; 1 Tim. 4:16. El ‘ceñirnos’ es semejante al ceñirse del profeta Jeremías, quien sirvió a Jehová sin cesar durante cuarenta años y más.
  • 4. 4 uw 68 Cap.8 “Lomos ceñidos con la verdad”- Aunque sepamos la verdad, ¿cómo nos protege el que con regularidad estudiemos, meditemos sobre la verdad bíblica y asistamos a las reuniones? (Fili. 3:1; 4:8, 9; 1 Cor. 10:12, 13; 2 Cor. 13:5; 1 Ped. 1:13, Kingdom Interlinear) “Teniendo puesta la coraza de la justicia.” (Efesios 6:14b.) La coraza del soldado protegía un órgano físico vital: el corazón. En nuestra armadura espiritual que proviene de Dios, pues, la justicia nos protege el corazón. En las Escrituras el corazón es un símbolo apropiado de lo que somos por dentro: nuestros sentimientos, pensamientos y deseos. Puesto que la Biblia también dice que el corazón se inclina a la maldad, es vital que cultivemos la resolución de adherirnos a la norma de justicia de Jehová. (Jeremías 17:9.) El obedecer a Dios no debe ser un despliegue exterior hipócrita; tiene que venir de adentro. Esto requiere que desarrollemos amor intenso a la justicia y un odio igualmente intenso al desafuero. (Salmo 45:7.) Así protegemos nuestro corazón. Llevar de manera propia “la coraza de la justicia” requiere que examinemos constantemente si amamos la justicia y odiamos el desafuero (Salmo 45:7; 97:10; Amós 5:15). ¿Han bajado nuestras normas junto con las del mundo? ¿Nos entretienen ahora cosas que anteriormente nos indignaban u ofendían, sea que se presenten en la vida real, en la televisión, el cine, los libros o las revistas? El amor a la justicia nos ayudará a ver que lo que se glorifica en el mundo como libertad y sofisticación, pudieran ser realmente promiscuidad y engreimiento disfrazados (Romanos 13:13, 14; Tito 2:12). w04 15/9 pág. 16 párr. 6 La coraza de la justicia. La coraza del soldado le protegía un órgano vital, el corazón. Pues bien, el corazón figurado —la persona que somos en nuestro interior— se inclina al mal, de modo que necesita especial protección (Génesis 8:21). Por consiguiente, debemos aprender y llegar a amar las justas normas de Jehová (Salmo 119:97, 105). El amor a la justicia nos impele a rechazar el modo de pensar mundano que hace caso omiso de las claras directrices divinas o rebaja su importancia. Además, amar lo que es recto y odiar lo que es malo impedirá que sigamos cualquier proceder que pueda arruinarnos la vida (Salmo 119:99-101; Amós 5:15). Jesús es ejemplar a este respecto, pues las Escrituras dicen de él: “Amaste la justicia, y odiaste el desafuero” (Hebreos 1:9). w84 15/10 Pág.17 En tiempos bíblicos la coraza estaba hecha de escamas metálicas, eslabones o metal sólido y servía para proteger especialmente el corazón. Para tener puesta esta coraza de la justicia tenemos que, sobre todo, ‘salvaguardar nuestro corazón’ (Proverbios 4:23). Solo así podemos estar firmes contra Satanás, al ser movidos a servir a Jehová y a llevar una vida limpia que impida que lleguemos a ser una influencia hacia la contaminación moral entre el pueblo de Jehová. (1 Pedro 1:14-16.) w07 15/3 págs. 28-29 párr. 13 La coraza literal cubría el pecho del soldado, de modo que le protegía el corazón y otros órganos vitales. El cristiano puede proteger su corazón figurado —la persona que es en su interior— cultivando amor a la justicia divina y obedeciendo las normas justas de Jehová. Tener puesta la coraza simbólica impide que le restemos importancia a la Palabra de Dios. Cuando llegamos a “odi[ar] lo que es malo, y am[ar] lo que es bueno”, refrenamos nuestros pasos “de toda senda mala” (Amós 5:15; Salmo 119:101).
  • 5. 5 w11 15/2 pág. 25 párr. 7 ¿Para qué sirve una coraza? Para cubrir el pecho y de este modo proteger el corazón. ¿Por qué tenemos que proteger nuestro corazón simbólico? Porque está inclinado al mal, dado que somos imperfectos (Gén. 8:21). De hecho, es traicionero y desesperado (Jer. 17:9). De ahí que sea esencial educarlo y tenerlo bajo control. Comprendemos que “la coraza de la justicia” es vital, por lo que no nos la quitamos ni un minuto. En efecto, no nos entretenemos con cosas que Dios odia ni nos entregamos con la imaginación a fantasías pecaminosas. Tampoco malgastamos nuestro valioso tiempo dedicando demasiadas horas a la televisión. Más bien, nos esforzamos siempre por agradar a Jehová con nuestra conducta. Pero ¿y si caemos en algún mal pensamiento o acto? No nos daremos por vencidos, sino que seguiremos luchando con la ayuda de Dios (léase Proverbios 24:16). w83 1/6 Pág.26 Es vital tener puesta “la coraza de la justicia”. En toda ocasión, tenemos que estar resueltos a hacer lo que Jehová dice que es correcto (1 Corintios 6:18). José tuvo puesta esta armadura. Cuando la esposa de Potifar, que estaba enloquecida por el deseo sexual, siguió rogándole día tras día, diciendo: “Acuéstate conmigo”, José dijo: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Génesis 39:7-12). Al igual que José, nosotros también tenemos que pensar en las consecuencias de participar en la conducta inmoral en la que nuestro ‘corazón traicionero’ tal vez desee que participemos. (Jeremías 17:9.) w80 15/1 Pág.6 El hecho de que se necesita la justicia como coraza protectora se puede comprender sin dificultad cuando consideramos la inclinación pecaminosa del corazón. Las Sagradas Escrituras nos dicen: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.” (Gén. 8:21) “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jer. 17:9) Solo la justicia que se basa en fe en el arreglo de Dios para la vida eterna y que se realiza por medio de Su espíritu puede impedir que el corazón ceda a las inclinaciones pecaminosas.—Rom. 6:15- 20. km 2/80 Pág.1 El peto de la armadura de los guerreros estaba hecho de malla, placas metálicas o metal sólido. La “coraza de la justicia” es parte de la armadura espiritual que proviene de Dios. El hecho de que se necesita la justicia como coraza protectora se puede comprender fácilmente cuando consideramos la inclinación pecaminosa del corazón. (Gén. 8:21; Jer. 17:9) Solo la justicia que se basa en fe en el arreglo de Dios para la vida eterna y que se realiza por Su espíritu puede impedir que el corazón ceda a las inclinaciones pecaminosas. (Rom. 6:15-20) ¿Está usted esforzándose por aumentar su amor a la justicia de Dios y por practicarla cada día en sus tratos con otras personas? uw 68 Cap.8 ¿De quién es esta norma de justicia? (Rev. 15:3.)Ilustre cómo el desobedecer los mandatos de Jehová, por no cultivar amor a sus caminos, pudiera exponer a uno a gran daño espiritual. (Vea 1 Samuel 15:22, 23; Deuteronomio 7:3, 4.) w99 15/4 pág. 21 Llevar de manera propia “la coraza de la justicia” requiere que examinemos constantemente si amamos la justicia y odiamos el desafuero (Salmo 45:7; 97:10; Amós 5:15). ¿Han bajado nuestras normas junto con las del mundo? ¿Nos entretienen ahora cosas que anteriormente nos indignaban u ofendían, sea que se presenten en la vida real, en la televisión, el cine, los libros o las revistas? El amor a la justicia nos ayudará a ver que lo que se glorifica en el mundo como libertad y
  • 6. 6 sofisticación, pudieran ser realmente promiscuidad y engreimiento disfrazados (Romanos 13:13, 14; Tito 2:12). “Teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz.” (Efesios 6:15.) Parte de la armadura espiritual es tener “calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”. (Ef 6:15.) La palabra griega he·toi·ma·sí·a, traducida “equipo”, tiene el significado básico de “apresto” (Besson, BAS, NTI) o “preparación” (Val, 1989). El que un cristiano esté siempre listo y equipado para declarar las “buenas nuevas” a otros, y lo haga a pesar de las dificultades, puede ayudarle a perseverar con fidelidad. ¿Tiene usted los pies calzados así? ¿Lo llevan con regularidad al ministerio del campo para declarar las buenas nuevas? ¿Se esfuerza por mejorar la calidad de su predicación y enseñanza? Es verdad que en ciertos territorios se obtienen relativamente pocos resultados buenos. Puede que las personas sean indiferentes, apáticas o antagónicas. Quizás nuestra predicación hasta nos acarree persecución. Pero al perseverar, los cristianos desarrollan aguante, una cualidad que provee protección contra los ataques de Satanás. Aunque sufrió persecución, Pablo fue un predicador celoso, y se nos anima a ‘ser imitadores de él, así como él lo fue de Cristo’. (1 Corintios 11:1.) El mantenernos ocupados en la actividad de predicar el Reino fortalece nuestra confianza en las buenas nuevas. Además, permite que el espíritu de Jehová obre mediante nosotros en el cumplimiento de su voluntad. De hecho, tal actividad nos hace colaboradores de los ángeles... y hasta de Jehová Dios mismo. (1 Corintios 3:9; Revelación 14:6.) Y el tener “mucho que hacer en la obra del Señor” nos hace “constantes, inmovibles”. (1 Corintios 15:58.) ¡Qué magnífica protección para nosotros! w07 15/3 pág. 29 párr. 14 Los soldados romanos solían ir bien calzados, preparados para largas marchas por las calzadas que, extendiéndose cientos de kilómetros, cruzaban el imperio. ¿Y qué significa para los cristianos tener “calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”? (Efesios 6:15.) Significa estar preparados para entrar en acción, siempre listos para declarar las buenas nuevas del Reino de Dios en toda ocasión apropiada (Romanos 10:13-15). La participación activa en el ministerio cristiano nos sirve de protección contra las “maquinaciones”, o “artimañas” de Satanás (Efesios 6:11, nota) w04 15/9 págs. 16-17 párrs. 7-8 Los soldados romanos necesitaban zapatos adecuados o sandalias resistentes, ya que no era raro que en las campañas caminaran 30 kilómetros diarios cargados con unos 30 kilos de armadura y equipo. Pablo usó acertadamente el calzado para representar nuestra disposición a transmitir el mensaje del Reino a todo el que escuche. Esto es muy importante, pues ¿cómo podrían otros conocer a Jehová si nosotros no estuviéramos siempre listos para predicar? (Romanos 10:13-15.) ¿Cuál fue la actividad principal en la vida de Jesús? Él mismo le dijo al gobernador romano Poncio Pilato: “He venido al mundo [...] para dar testimonio acerca de la verdad”. Jesús predicó dondequiera que encontró un oído atento, y tanto le complacía su ministerio que lo antepuso a sus necesidades físicas (Juan 4:5-34; 18:37). Si nosotros, al igual que Jesús, anhelamos proclamar las
  • 7. 7 buenas nuevas, hallaremos muchas oportunidades para transmitirlas a otros. Además, estar activos en el ministerio nos mantendrá fuertes espiritualmente (Hechos 18:5). w84 15/10 Pág.17 - ¿Qué se da a entender aquí? Que nos mantengamos vigorosamente activos en predicar de manera pacífica el mensaje del Reino, tal como Jesús instruyó a los 70 evangelizadores: “Dondequiera que entren en una casa digan primero: ‘Tenga paz esta casa’” (Lucas 10:5). No vamos a los hogares con el propósito de discutir con las personas. Más bien, queremos llevarles consuelo, gozo, tranquilidad de ánimo y esperanza. Satanás trata de incitar una actitud de oposición y belicosidad combativa en algunos oyentes para hacer que nosotros respondamos de la misma manera. Por consiguiente, para estar firmes contra los designios de Satanás, tenemos que ser discretos y pacientes, y hacernos “toda cosa a gente de toda clase”. (1 Corintios 9:19-23.) km 3/96 Pág.3 - Pablo recalcó la importancia de que nos preparemos cuando exhortó a tener “calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”. (Efe. 6:15.) Esto incluye que predispongamos la mente y el corazón, así como tener confianza y una buena disposición. Si nos preparamos para llevar la verdad a la gente, nuestra labor se verá recompensada con fruto del Reino, lo que redundará en nuestra felicidad. (Hech. 20:35.) km 2/80 Pág.7 El soldado de a pie depende de sus pies para transportación y movilidad. Un requisito previo para este servicio es que el individuo sea de movimiento rápido y seguro. Como parte de la buena preparación espiritual, el soldado cristiano tiene los pies ‘calzados con el equipo de las buenas nuevas.’ Es muy agradable cuando nuestros pies nos llevan a los hogares de otras personas con el propósito de ayudarlas. Aun cuando tengamos dificultades, nuestra participación activa en dar a conocer con regularidad las “buenas nuevas” a otras personas puede ayudarnos a perseverar fielmente. uw 68 Cap.8 ¿De qué manera es una protección para nosotros el que mantengamos los pies ocupados en llevarnos a hablar a la gente acerca de las provisiones de Dios para la paz? (Rom. 10:15; Sal. 73:2, 3; 1 Tim. 5:13.) Tomen el escudo grande de la fe.” (Efesios 6:16.) Una parte importante de la armadura espiritual es “el escudo grande de la fe”. Como un escudo grande que cubre la mayor parte del cuerpo, la fe en Jehová Dios y en su poder de cumplir sus promesas le permitirá al cristiano “apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo”. (Ef 6:16; compárese con Sl 91:4.) Le ayudará a aguantar los ataques de los espíritus inicuos, a resistir las tentaciones que inducen a la inmoralidad, a despreciar deseos materialistas y a no ceder al temor, la duda o el pesar excesivo. (Gé 39:7-12; Heb 11:15; 13:6; Snt 1:6; 1Te 4:13.) Los romanos hacían los dardos de cañas huecas, y en la parte inferior, debajo de la punta, colocaban un receptáculo de hierro que se podía llenar con combustible encendido. Para dispararlos no tensaban mucho el arco, pues si lo hacían, se apagaba el fuego. El agua avivaba la llama de estos proyectiles, de modo que la única manera de
  • 8. 8 apagarlos era cubriéndolos con tierra. Pero los grandes escudos podìan proteger los soldados de estos proyectiles. De igual manera la fe en Jehová permite a sus siervos de apagar todos los “proyectiles encendidos” del inicuo. Sì, la fe nos ayudará a aguantar los ataques de los espíritus inicuos, a resistir las tentaciones que inducen a la inmoralidad, a despreciar deseos materialistas y a no ceder al temor, y a la duda. “Los proyectiles encendidos del inicuo” incluyen todos los recursos que Satanás tiene a su disposición para debilitar nuestra fe y matarnos en sentido espiritual. Abarcan la persecución, mentiras, filosofías mundanas engañosas, atracciones materialistas y la tentación de cometer inmoralidad. Para protegernos de todas ellas, necesitamos un escudo grande. No podemos dejar que ninguna parte de nosotros quede expuesta al peligro. Abrahán y su esposa, Sara, tuvieron fe firme. Cuando habían pasado la edad para tener hijos, cifraron su fe en la promesa de Dios de que les nacería descendencia. Después Abrahán mostró una fe extraordinaria cuando obedeció el llamado de sacrificar a Isaac, su único hijo mediante su amada Sara. Jehová detuvo la mano de Abrahán y proveyó un sacrificio sustitutivo. Pero Abrahán estaba dispuesto a obedecer. ¿Por qué? Porque tenía fe absoluta en que Jehová podía resucitar a su hijo y cumplir las promesas relacionadas con él. (Romanos 4:16-21; Hebreos 11:11, 12, 17-19.) Moisés también tuvo la clase de fe que necesitamos. Rechazó las riquezas de Egipto y, en vez de eso, prefirió ser oprimido con el pueblo de Dios. ¿Por qué? Porque tenía fe en que Jehová existía y que salvaría a los israelitas. Tan firme era la fe de Moisés que “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. (Hebreos 11:6, 24-27.) ¿Es nuestra fe en Jehová como la de Moisés? ¿Tenemos una relación tan estrecha con Jehová que es como si pudiéramos verlo? ¿Estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio o a aguantar cualquier penalidad a fin de conservar nuestra buena relación con Dios? ¿Tenemos plena fe en Jehová? (Hebreos 11:1.) Si así es, los proyectiles encendidos de Satanás no podrán atravesar nuestro escudo de la fe. w04 15/9 págs. 17-18 párrs. 9-11 La palabra griega traducida “escudo grande” define un escudo que cubría casi todo el cuerpo, protegiéndolo de “los proyectiles encendidos” mencionados en Efesios 6:16. En tiempos bíblicos, los soldados usaban dardos hechos de cañas huecas a los que fijaban pequeños receptáculos de hierro en los que ardía un combustible llamado nafta. Un biblista dice que tales proyectiles constituían “una de las armas más peligrosas en las guerras de la antigüedad”. El soldado que careciera de un escudo grande para protegerse de ellos podía resultar muerto o gravemente herido. ¿Qué “proyectiles encendidos” emplea Satanás para socavar nuestra fe? Quizá promueva la persecución o la oposición en la familia, el empleo o el lugar de estudios. Asimismo, el deseo de adquirir más y más posesiones, así como la atracción de la inmoralidad, han causado estragos en la espiritualidad de algunos hermanos. A fin de protegernos de tales peligros, debemos tomar, “sobre todo, [...] el escudo grande de la fe”, cualidad que cultivamos cuando adquirimos conocimiento de Jehová, nos comunicamos regularmente con él en oración y percibimos su protección y bendición (Josué 23:14; Lucas 17:5; Romanos 10:17). Cuando Jesús estuvo en la Tierra, demostró que en tiempos difíciles es fundamental contar con una fe fuerte. Él tuvo plena confianza en las decisiones de su Padre y se deleitó en hacer Su voluntad (Mateo 26:42, 53, 54; Juan 6:38). Aun en los momentos de enorme angustia que atravesó en el jardín de Getsemaní, le dijo: “No como yo quiero, sino como tú quieres” (Mateo 26:39). Jesús nunca perdió de vista la importancia de mantenerse íntegro y regocijar a su Padre (Proverbios 27:11). Si tenemos una confianza similar en Jehová, no permitiremos que las críticas o la oposición debiliten nuestra fe. Más bien, esta se fortalecerá si recurrimos a él, le expresamos nuestro amor y guardamos sus mandamientos (Salmo 19:7-11; 1 Juan 5:3). Ninguna recompensa material ni placer sensual momentáneo puede compararse a las bendiciones que Jehová reserva para los que lo aman (Proverbios 10:22). w04 15/2 págs. 27-28 El escudo grande, que a veces cubría todo el cuerpo, representa la fe. Es preciso confiar plenamente en la dirección de Jehová y no albergar
  • 9. 9 dudas sobre el cumplimiento de sus promesas. Deberíamos verlas como si ya se hubiesen hecho realidad. No dudemos ni por un solo instante de la inminente destrucción del mundo de Satanás, de la transformación de la Tierra en un paraíso y de la restitución de los siervos leales de Dios a la perfección (Isaías 33:24; 35:1, 2; Revelación 19:17-21). w07 15/3 págs. 29-30 párrs. 15-16 El consejo de tomar el escudo grande de la fe va precedido por la expresión “sobre todo”, lo que muestra que esta pieza de la armadura es muy importante. Nuestra fe no puede tener ninguna deficiencia. A semejanza de un gran escudo protector, la fe nos protege de “los proyectiles encendidos” de Satanás. ¿Qué “proyectiles” podrían ser estos? Quizás insultos, mentiras y medias verdades que enemigos y apóstatas lanzaran contra nosotros con el objetivo de debilitar nuestra fe. También podrían ser tentaciones materialistas, que nos llevaran a preocuparnos por comprar muchas cosas y hasta a competir con quienes han caído en un estilo de vida ostentoso. Tal vez estas personas hayan invertido en mayores y mejores casas o vehículos, o exhiban costosas joyas o ropa de última moda. Pero sin importar lo que hagan los demás, debemos tener una fe tan fuerte que desvíe estos “proyectiles encendidos”. ¿Cómo podemos desarrollar y mantener una fe fuerte? (1 Pedro 3:3-5; 1 Juan 2:15-17.) Nos acercamos a Dios estudiando regularmente la Biblia y orando con sincera devoción. Podemos suplicarle a Jehová que nos conceda tener una fe fuerte, y entonces respaldar nuestras oraciones con actos. Por ejemplo, ¿nos preparamos con cuidado para el estudio semanal de La Atalaya con la meta de participar en él? Si estudiamos la Biblia y las publicaciones basadas en ella, nuestra fe será fuerte (Hebreos 10:38, 39; 11:6). w98 1/6 Pág.18-19 ¿En qué condición se halla nuestra armadura espiritual? ¿Está nuestro “escudo grande de la fe” tan fuerte como debiera? Si pensamos en los últimos años, ¿vemos algunas señales de haber aflojado el paso, como faltar a las reuniones, perder el celo por el ministerio o el interés por el estudio personal? Estas son señales serias. Es preciso actuar inmediatamente para edificarnos y fortalecernos en la verdad (1 Timoteo 4:15; 2 Timoteo 4:2; Hebreos 10:24, 25). w95 1/11 Pág.27 Y no olvide “el escudo grande de la fe”. Tenga fe en que Jehová le ama y le devolverá lo que ha perdido. Tenga la completa seguridad de que Jesús también le ama, y lo demostró dando su vida por usted. (Juan 3:16.) Satanás siempre ha afirmado falsamente que Jehová no se interesa en sus siervos. Esta es otra de sus flagrantes y crueles mentiras. (Juan 8:44; compárese con Job 4:1, 15-18; 42:10-15.) w89 1/10 ¿Cómo podemos resistir los ataques del Diablo? Poniéndonos toda la armadura espiritual que proviene de Dios. Especialmente tenemos que ‘tomar el escudo grande de la fe, con el cual podremos apagar todos los proyectiles encendidos’ que Satanás lance contra nosotros. También tenemos que orar en armonía con estas palabras de Jesús: “No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo”. (Efesios 6:11- 18; Mateo 6:13.) Si oramos así y obramos de acuerdo con nuestras oraciones, podemos confiar en que nuestro Padre celestial nos ayudará a apagar todos los proyectiles ardientes de Satanás. w84 15/10 pág. 17 párrs. 9-11 El apóstol Pablo aconseja: “Tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo” (Efesios 6:16). La palabra griega que se vierte aquí “escudo grande” se refiere a un escudo que es
  • 10. 10 suficientemente grande como para proteger la mayor parte del cuerpo. Con relación a los “proyectiles encendidos”, a veces los romanos hacían dardos de cañas huecas que tenían diminutos receptáculos llenos de nafta encendida. Tal vez Pablo se haya estado refiriendo a dichos dardos llameantes. Satanás lanza varias clases de “proyectiles encendidos” contra los cristianos. Entre estos “proyectiles” se cuentan la burla, el oprobio y la calumnia que los enemigos dirigen contra el pueblo de Dios. Estos “proyectiles” pueden ser también los esfuerzos que algunos opositores hacen por desanimar a los guerreros cristianos debido a, supuestamente, los escasos resultados que éstos han obtenido en su actividad ministerial, o a no haber progresado en cuanto a vencer las debilidades de la carne. También figuran las palabras hirientes, el sarcasmo y las declaraciones falsas. En ocasiones, Satanás ha herido a los cristianos por medio de despertar en ellos la curiosidad por la sabiduría mundana relacionada con el ocultismo o con el filosofar sobre el origen y el destino del hombre. Debemos ser diligentes en cuanto a evitar tales “cosas profundas de Satanás”. ¿Lo hace usted? (Revelación 2:24.) Para proteger nuestro corazón contra los “proyectiles encendidos” de Satanás, necesitamos un escudo grande y fuerte de fe. Exactamente lo grande e impenetrable que sea depende en gran medida de nosotros. Al grado que compremos el tiempo oportuno para el estudio personal de la Biblia, meditar sobre la Palabra de Dios y asociarnos con nuestros compañeros testigos de Jehová, a ese grado tendremos la protección que necesitamos. Por supuesto, tenemos que poner en práctica lo que aprendemos, porque “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Por consiguiente, una de las mejores maneras de ampliar y fortalecer nuestra fe, y así poder estar firmes, es mediante esforzarnos sinceramente por inculcar fe en otras personas. w80 15/1 pág. 6 Una parte especialmente prominente de nuestra armadura es la fe. El apóstol Pablo la llamó “el escudo grande de la fe.” Él quizás tenía el cuadro mental de un escudo romano de gran tamaño que medía aproximadamente 1,2 por 0,8 metros, más bien que el cuadro del escudo circular pequeño que acostumbraban llevar los arqueros. Un escudo grande como ése proveía protección excelente para la mayor parte del cuerpo. De manera similar, nuestra fe en Jehová Dios, nuestra completa confianza en él, nos permite aguantar bajo toda clase de tribulaciones. Esta fe no es una simple creencia en la existencia del Creador. (Heb. 11:6) Incluye confianza inquebrantable en que nuestro Padre celestial puede hacer que quede anulado, y totalmente anulará, todo daño que experimentemos. Ni siquiera la muerte misma puede impedir que recibamos las grandiosas bendiciones que Dios ha prometido a sus siervos.—Mat. 10:28. Este “escudo grande de la fe” hará inofensivos los proyectiles encendidos que Satanás lance contra nosotros por medio de sus agentes. La fe nos ayudará a resistir los ataques de “espíritus inicuos,” además de tentaciones de cometer algún mal, envolvernos en un modo de vida materialista, y ceder al temor, la duda, el egoísmo, el desconsuelo excesivo o la preocupación. Con la fe protegiéndonos como un escudo grande, podremos expresarnos de acuerdo con las siguientes palabras inspiradas: “Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?”—Heb. 13:6. km 2/80 pág. 4 párrs. 6 Pablo recomendó el “escudo grande de la fe” como instrumento para “apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo.” De manera similar, nuestra fe en Jehová Dios, nuestra total confianza en él, nos permite aguantar bajo toda clase de tribulaciones. Esta fe no es simplemente una creencia en la existencia del Creador. (Heb. 11:6) Incluye confianza inquebrantable en que nuestro Padre celestial anulará todo daño que experimentemos, hasta la muerte misma. (Mat. 10:28) ¿Tiene usted esta clase de fe? uw pág. 68-69 Si tenemos fe firmemente cimentada, ¿cómo responderemos a los esfuerzos que se hagan para infundir duda o temor en nosotros? (Compare con 2 Timoteo 1:12; 2 Reyes 6:15-17.)
  • 11. 11 “Acepten el yelmo de la salvación” (Efesios 6:17a) El yelmo protegía la cabeza del soldado y, por lo tanto, el cerebro... el órgano de la coordinación neural y del pensamiento. La esperanza cristiana de la salvación se compara con un yelmo porque protege la mente. La mente del cristiano se ha hecho nueva mediante el conocimiento exacto, pero todavía pertenece a una persona débil e imperfecta. (Romanos 7:18; 12:2.) Si alimentamos la mente con pensamientos inmundos que destruyen la fe, producidos por el espíritu de este mundo, nuestra confianza en la salvación se debilitará y tal vez finalmente se desvanezca. Por otro lado, si alimentamos de continuo la mente con las palabras fortalecedoras de Dios, nuestra esperanza se conservará brillante y clara. ¿Mantiene usted firmemente ajustado su yelmo de la salvación? Ponerse “el yelmo de la salvación” implica tener presente con claridad las maravillosas bendiciones futuras, y no permitir que el resplandor y el encanto del mundo nos desvíen (Hebreos 12:2, 3; 1 Juan 2:16). Este punto de vista nos ayudará a anteponer los intereses espirituales a las ganancias materiales o la ventaja personal (Mateo 6:33). Por lo tanto, para asegurarnos de que esta parte de la armadura está en su debido lugar, tenemos que preguntarnos con sinceridad: ¿Qué busco en la vida? ¿Tengo metas espirituales específicas? ¿Qué estoy haciendo para alcanzarlas? Seamos miembros del grupo de cristianos ungidos que quedan o de la “gran muchedumbre”, debemos imitar a Pablo, que dijo: “Todavía no me considero como si lo hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a ello: Olvidando las cosas que quedan atrás, y extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá, prosigo hacia la meta” (Revelación [Apocalipsis] 7:9; Filipenses 3:13, 14). w07 15/3 pág. 30 párr. 17 El yelmo protegía la cabeza y el cerebro, el centro de la toma de decisiones. De modo similar, la esperanza cristiana protege nuestras facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8). En vez de llenar la mente con metas mundanas y sueños materialistas, debemos concentrarnos en la esperanza que Dios nos ha dado, tal como hizo Jesús (Hebreos 12:2). w04 15/9 pág. 19 párrs. 12-13 El yelmo cubría la cabeza y el cerebro, el asiento del intelecto. Nuestra esperanza cristiana se compara a esta pieza de la armadura, pues nos protege las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8). Es verdad que mediante el conocimiento exacto de la Palabra de Dios hemos transformado la mente. Sin embargo, esta podría corromperse fácilmente, pues seguimos siendo humanos imperfectos y débiles. Cabe la posibilidad de que las metas de este sistema de cosas nos distraigan y hasta reemplacen la esperanza que Dios nos ha dado (Romanos 7:18; 12:2). El Diablo trató en vano de descarriar a Jesús ofreciéndole “todos los reinos del mundo y su gloria” (Mateo 4:8). Pero este rechazó de plano la oferta, y, como dijo Pablo, “por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2). La clase de confianza que Jesús tuvo no viene de modo automático. Si en lugar de mantener la mente fija en la esperanza la llenamos con los sueños y las metas de este sistema de cosas, nuestra fe en las promesas de Dios se debilitará. Con el tiempo, puede que hasta perdamos la esperanza. En cambio, si continuamente meditamos sobre las promesas divinas, seguiremos regocijándonos en la esperanza puesta ante nosotros (Romanos 12:12).
  • 12. 12 w99 15/4 pág. 21 Llevar de manera propia “la coraza de la justicia” requiere que examinemos constantemente si amamos la justicia y odiamos el desafuero (Salmo 45:7; 97:10; Amós 5:15). ¿Han bajado nuestras normas junto con las del mundo? ¿Nos entretienen ahora cosas que anteriormente nos indignaban u ofendían, sea que se presenten en la vida real, en la televisión, el cine, los libros o las revistas? El amor a la justicia nos ayudará a ver que lo que se glorifica en el mundo como libertad y sofisticación, pudieran ser realmente promiscuidad y engreimiento disfrazados (Romanos 13:13, 14; Tito 2:12). w99 15/4 pág. 21 Ponerse “el yelmo de la salvación” implica tener presente con claridad las maravillosas bendiciones futuras, y no permitir que el resplandor y el encanto del mundo nos desvíen (Hebreos 12:2, 3; 1 Juan 2:16). Este punto de vista nos ayudará a anteponer los intereses espirituales a las ganancias materiales o la ventaja personal (Mateo 6:33). Por lo tanto, para asegurarnos de que esta parte de la armadura está en su debido lugar, tenemos que preguntarnos con sinceridad: ¿Qué busco en la vida? ¿Tengo metas espirituales específicas? ¿Qué estoy haciendo para alcanzarlas? Seamos miembros del grupo de cristianos ungidos que quedan o de la “gran muchedumbre”, debemos imitar a Pablo, que dijo: “Todavía no me considero como si lo hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a ello: Olvidando las cosas que quedan atrás, y extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá, prosigo hacia la meta” (Revelación [Apocalipsis] 7:9; Filipenses 3:13, 14). w93 15/4 pág. 11 En el campo de la medicina se ha empezado a reconocer el extraordinario poder de la esperanza. El Dr. Shlomo Breznitz, sobreviviente del holocausto nazi, dijo que en la mayoría de los problemas de la vida, “la tensión es producto de nuestra propia interpretación de la dificultad de los problemas, más bien que de la que estos tienen per se. La esperanza los aligera”. En un artículo de la revista The Journal of the American Medical Association se afirma que la esperanza es “una medicina poderosa”. La revista American Health dijo: “Hay muchos ejemplos de pacientes, principalmente enfermos de cáncer, cuya salud se desploma cuando algo les hace perder la esperanza, o que mejoran de súbito cuando hallan una nueva razón para vivir”. (Compárese con Proverbios 17:22.). Los estudiantes de la Biblia han reconocido por mucho tiempo la importancia de la esperanza. En 1 Tesalonicenses 5:8, el apóstol Pablo instó a los cristianos: “Mantengamos nuestro juicio y llevemos [...] como yelmo la esperanza de la salvación”. ¿De qué manera es “la esperanza de la salvación” como un yelmo? Considere lo que un yelmo puede hacer. El soldado de tiempos bíblicos llevaba puesto un yelmo de cobre o de hierro sobre una especie de gorro de fieltro, lana o piel. En la guerra, el yelmo le protegía la cabeza de las flechas y los golpes de garrotes y espadas. Es probable, entonces, que muy pocos soldados vacilaran en usar el yelmo. Sin embargo, el que el soldado se lo pusiera no quería decir que fuera invencible o que no sintiera nada cuando se le golpeaba en la cabeza; el yelmo solo conseguía amortiguar lo suficiente la mayoría de los golpes para que no fueran mortales. Tal como el yelmo protege la cabeza, así la esperanza protege la mente. La esperanza no hará que minimicemos los problemas o que nos crucemos de brazos como si nada sucediese. No obstante, amortigua los golpes de la vida e impide que estos causen un daño fatal a nuestra salud mental, emocional o espiritual.
  • 13. 13 Es patente que el fiel Abrahán llevaba puesto el yelmo figurativo. Jehová le pidió que sacrificara a Isaac, su hijo amado. (Génesis 22:1, 2.) Qué fácil habría sido que Abrahán hubiera cedido a la desesperación, un sentimiento que pudiera haberlo impulsado a desobedecer a Dios. ¿Qué protegió su mente de tales sentimientos? La esperanza fue un factor fundamental. Según Hebreos 11:19, “estimó que Dios podía levantarlo [a Isaac] hasta de entre los muertos”. Del mismo modo, la esperanza de Job en la resurrección le ayudó a proteger su mente de la amargura que pudo haberle llevado a maldecir a Dios. (Job 2:9, 10; 14:13-15.) En medio de su agonía, Jesucristo halló fortaleza y solaz en su alentadora esperanza. (Hebreos 12:2.) El fundamento de la verdadera esperanza es la confianza en que Dios nunca hará nada malo ni incumplirá su palabra. (Hebreos 11:1.). w93 15/4 13 Los pensamientos negativos son la herrumbre del yelmo de la esperanza. Corroen y poco a poco pueden hacer inservible el yelmo. ¿Ha aprendido a distinguir y combatir los pensamientos negativos? Que no lo extravíe el concepto erróneo de que la actitud cínica, crítica o pesimista manifiesta inteligencia. En realidad, no se necesita mucha inteligencia para pensar negativamente. Es muy fácil perder las esperanzas con relación a nuestro semejante. Algunos que han tenido experiencias dolorosas en el pasado dan por imposible que otros los ayuden o alienten. “Gato escaldado — dicen—, del agua fría huye.” Quizás ni se atrevan a pedir la ayuda de los ancianos cuando tienen problemas. w92 1/5 22&17,18 ¿Qué puede decirse de nosotros? Cuando nos examinamos a la luz de las Escrituras, ¿vemos que estamos manteniéndonos despiertos y que tenemos como yelmo la esperanza de la salvación? ¿Somos de la clase de personas que se han separado totalmente del viejo sistema de cosas y ya no abrigamos sus ideas? ¿Tenemos de veras el espíritu del nuevo mundo de Dios? ¿Estamos plenamente alerta en cuanto adónde va este sistema? Si así es, el día de Jehová no nos alcanzará como si fuéramos ladrones. (1 Tesalonicenses 5:4.) Con todo, ¿qué hay si nuestro autoexamen revela que procuramos establecer un modo de vida agradable, cómodo, holgado y tranquilo? ¿Qué haremos si descubrimos que nuestros ojos espirituales están pesados por la soñolencia? ¿Estamos en un estado de ensueño, yendo en pos de alguna fantasía mundana? Si así es, ¡entonces, despertemos! (1 Corintios 15:34.) w89 15/7 19&16 Para hallar refrigerio para el alma, definitivamente tenemos que creerlo. Es imprescindible para nosotros. En realidad, tenemos que ponernos “como yelmo la esperanza de la salvación”. (1 Tesalonicenses 5:8; compárese con Hebreos 6:19.) Esa esperanza tiene que protegernos la mente, el pensamiento. De otro modo, nos oprimirán tanto las cargas y dificultades que nos daremos por vencidos y no alcanzaremos la vida eterna. Por lo tanto, para disfrutar de refrigerio para el alma, asegúrese de fortalecerse en su esperanza del Reino. w84 15/10 18&12 En tiempos antiguos, algunos de los yelmos se hacían de juncos, otros de lino acolchonado o de cuero, y otros de metal (1 Samuel 17:38). ¿Pero de qué está hecho nuestro yelmo espiritual? Pablo dijo a los cristianos de Tesalónica: “Mantengamos nuestro juicio y llevemos [...] como yelmo la esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses 5:8). Sí, la esperanza ciertamente puede protegernos de los golpes y tajos
  • 14. 14 procedentes de Satanás y sus agentes. Una esperanza firme, basada en la Biblia, “no conduce a la desilusión” (Romanos 5:5). Dicha esperanza nos protege contra la propaganda materialista, pues nos mueve a buscar primero el Reino de Dios. (Mateo 6:33; Lucas 12:31.). w81 1/5 25&11 Al vestirse para la venidera guerra universal, Jehová se pone “el yelmo de la salvación,” pero, en vez de una “coraza de la justicia,” se pone una “cota de malla” de la justicia. Por supuesto, él no necesita tales dispositivos de protección, puesto que es todopoderoso y a prueba de muerte, imperecedero. De modo que aquí simplemente se emplean figuras retóricas para ilustrar algo. El que él se ponga “el yelmo de la salvación” indica que tiene presente la salvación de su causa, especialmente los intereses de su reino mesiánico. Nada que el enemigo pudiera hacer al atacar su causa podrá quitarle del pensamiento su propósito de salvación ni golpearlo de modo que él quede inconsciente respecto a ello, de modo que lo olvide por completo. w80 15/2 7 Así como el yelmo protege la cabeza del guerrero, del mismo modo el “yelmo de la salvación” salvaguarda las facultades mentales del cristiano. El mantener la visión mental puesta fijamente en nuestra salvación final, el premio de la vida eterna, nos ayuda en gran manera a continuar luchando vigorosamente contra toda cosa que se presentara con el objeto de desviarnos de nuestra meta. La positiva “esperanza de salvación” que Dios ha impartido puede ser lo suficientemente poderosa como para darnos la clase de protección que el yelmo daba a los antiguos guerreros.—1 Tes. 5:8. km 2/80 1&3 Parte básica de la armadura protectora; prenda para la cabeza que está diseñada para proteger al soldado durante la batalla. En sentido espiritual, tenemos que proteger nuestra mente de influencias impropias y propaganda impía. Tenemos que alimentarla con información correcta y edificante que viene de la Biblia por medio el estudio personal, de familia y de congregación. ¡Cuánto inculca esto en nosotros lo necesario que es asistir a las reuniones de congregación y participar activamente en ellas! También, ¡cuán vital es tener un arreglo para considerar la Biblia como familia en el hogar! Como individuos, tenemos que meditar en cuanto a la verdad y nuestra esperanza de salvación. ¿Hace usted esto? La positiva “esperanza de salvación” que Dios ha impartido puede ser lo suficientemente poderosa como para proteger nuestras facultades mentales de la misma manera que un yelmo protege la cabeza.—1 Tes. 5:8. uw 69 ¿De qué manera ayuda a uno a evitar el lazo de interesarse excesivamente en las posesiones materiales la esperanza de la salvación? (1 Tim. 6:7-10, 19.) pe 224&18,19 La presión que se ejerce en nosotros para llevarnos a hacer lo incorrecto no nos viene solamente del mundo de Satanás, sino también desde dentro de nosotros mismos en nuestra condición de personas pecaminosas. Por eso, el ser fiel a Dios es una lucha de todos los días. ¡Pero qué bueno es saber que esa lucha no continuará para siempre! Pronto Satanás será quitado y todo su mundo inicuo será destruido. Entonces, en el nuevo sistema de Dios ya cercano, habrá condiciones de justicia que nos facilitarán mucho nuestro proceder. Con el tiempo todo vestigio del pecado se habrá ido, y ya no existirá esta dura lucha por hacer lo que es correcto. Piense con regularidad en las bendiciones de ese nuevo sistema. Sí, póngase “como yelmo la esperanza de salvación.” (1 Tesalonicenses 5:8) Que la actitud suya sea como la de la joven que dijo: “Pienso en todo lo que Jehová ha hecho por mí y me ha prometido. El no se ha dado por vencido en cuanto a mí. Me ha bendecido de muchísimas maneras. Sé que él solamente desea lo mejor para mí, y quiero agradarle. La vida eterna vale todo el esfuerzo que sea necesario.” Si seguimos fielmente tras la justicia, veremos la realización de ‘todas las buenas promesas que Jehová ha hecho’ para con los que lo aman.—Josué 21:45.
  • 15. 15 w10 15/2 pág. 21 ¿Cómo podemos protegernos contra la propaganda satánica? Aplicando este consejo de Pablo: “Sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza. Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo”. Una parte esencial de esta armadura espiritual es “el yelmo de la salvación” (Efe. 6:10, 11, 17). Para poder resistir la propaganda del Diablo, tenemos que aceptar este yelmo, o casco, y usarlo siempre. Al igual que el casco resguarda la cabeza del soldado, “la esperanza de la salvación” —es decir, la confianza en que Dios cumplirá sus promesas de un nuevo mundo glorioso— nos protege la mente contra las mentiras de Satanás (1 Tes. 5:8). Es preciso mantener muy viva esa esperanza estudiando con diligencia las Escrituras. “La Espada del Espíritu, ... la Palabra de Dios”. (Efesios 6:17b) El dicho de que la mejor defensa es una buena ofensiva aplica al guerrear cristiano. A medida que los pies —calzados con las buenas nuevas de la paz— nos llevan entre los incrédulos, no estamos desarmados. La Palabra de Dios, la Biblia, obra como una poderosa espada para cortar mentiras espirituales y conceptos falsos y ayudar a las personas de corazón recto a hallar la libertad espiritual. (Juan 8:31, 32.) Jesús mostró el poder que tiene esta arma cuando, en efecto, trabó un combate con Satanás el Diablo. Cuando fue tentado en el desierto, Jesús se defendió de tres ataques satánicos por medio de usar eficazmente la Palabra de Dios y decir: “Está escrito”. (Mateo 4:1-11.) Si aprendemos a usar esta espada con destreza, podemos ayudar a los mansos a librarse del dominio de Satanás. Así también los ancianos de congregación usan la Palabra de Dios para proteger al rebaño de personas que tratan de socavar la fe de los más débiles. (Hechos 20:28-30.) El soldado no desarrolla fácilmente la habilidad de manejar la espada. Tiene que entrenarse y practicar con dedicación por largo tiempo para manejarla con destreza. De igual manera, en el guerrear espiritual se requiere mucho estudio y práctica regular en el ministerio para hacerse uno diestro en el uso de la Palabra de Dios. Por lo tanto, esforcémonos debidamente por ser espadachines espirituales diestros, capacitados para ‘manejar la palabra de la verdad correctamente’. (2 Timoteo 2:15.) w04 15/9 págs. 19-20 párrs. 14-16 La palabra, o mensaje, de Dios que se encuentra en la Biblia es una eficaz espada de dos filos que derrumba la falsedad religiosa y ayuda a la gente sincera a hallar libertad espiritual (Juan 8:32; Hebreos 4:12). Esta espada espiritual también nos defiende de las tentaciones y los ataques apóstatas que podrían arruinar nuestra fe (2 Corintios 10:4, 5). ¡Qué agradecidos estamos de que ‘toda Escritura esté inspirada por Dios y nos equipe completamente para toda buena obra’! (2 Timoteo 3:16, 17.) Cuando Satanás tentó a Jesús en el desierto, este utilizó hábilmente la espada del espíritu para rechazar razonamientos falsos y tentaciones astutas. A cada embate de Satanás, él replicó: “Está escrito” (Mateo 4:1-11). Del mismo modo, un testigo de Jehová de España llamado David encontró en las Escrituras la ayuda necesaria para resistir las tentaciones. Cuando tenía 19 años, una atractiva joven que trabajaba en la misma empresa de limpieza le insinuó que podrían “pasar un buen rato juntos”. David rechazó
  • 16. 16 sus proposiciones y le pidió al supervisor que lo cambiara de lugar de trabajo para que la situación no se repitiera. Él mismo comentó: “Me acordé de José, quien rechazó la inmoralidad y echó a huir. Yo hice lo mismo” (Génesis 39:10-12). Jesús también empleó la espada del espíritu para que otros escaparan del control de Satanás. “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado”, dijo (Juan 7:16). Para imitar la habilidad con que Jesús enseñaba, debemos prepararnos. El historiador judío Josefo escribió respecto a los soldados romanos: “Salen todos los días a adiestrarse como si fuesen al campo de batalla. De aquí que soporten la fatiga de los combates con tanta facilidad”. En nuestro guerrear espiritual no solo hemos de usar la Biblia, sino también ‘hacer lo sumo posible para presentarnos aprobados a Dios, trabajadores que no tienen de qué avergonzarse, que manejan la palabra de la verdad correctamente’ (2 Timoteo 2:15). ¡Y qué satisfacción sentimos cuando respondemos con la Biblia a una pregunta sincera de alguien que manifiesta interés! w99 1/10 11&8 La principal de “las armas de nuestro guerrear” es “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efesios 6:17). Esta espada es poderosa. “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12.) Los cristianos pueden derrumbar con ella “razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios” (2 Corintios 10:5). Les permite poner al descubierto doctrinas falsas, prácticas perjudiciales y filosofías que reflejan la sabiduría humana y no la divina (1 Corintios 2:6-8; Efesios 6:11-13) w91 15/1 31 Al testificar de casa en casa, el cristiano maneja “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios”, y ayuda a la gente a librarse del error religioso. (Efesios 6:11-17; Juan 8:31, 32.) w88 1/9 17&16 Imagínese, también, a un soldado que no llevara la espada. “La espada del espíritu” es magnífica defensa, pues se usa para tajar el armamento que Satanás emplea contra el cristiano. Nuestra “espada” siempre debe estar lista. Estará así si no descuidamos el estudio bíblico personal ni el de la familia. Pero principalmente esta “espada [...] la palabra de Dios” es nuestro instrumento de ofensiva. Jesús la usó de ambas maneras. (Mateo 4:6, 7, 10; 22:41- 46.) Nosotros debemos hacer lo mismo. Tenemos que seguir aguzando el aprecio que le tenemos a la verdad. No podemos mantener firme nuestra espiritualidad sobre la base de lo que aprendimos en nuestros primeros meses o años en la verdad. Si no renováramos los circuitos espirituales de nuestra mente, nuestra visión espiritual se empañaría. Nuestro celo por la adoración verdadera de Jehová disminuiría. Nos debilitaríamos espiritualmente. Ya no podríamos repeler los ataques de parientes, amigos, compañeros ni apóstatas que quizás se burlaran de nuestras creencias. Pero Dios nos salvará del Diablo y sus “proyectiles encendidos” si seguimos equipándonos con “la armadura completa que proviene de Dios”. (Isaías 35:3, 4.) w85 15/10 18&13 Por último, llegamos a la única arma ofensiva de nuestra armadura, “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efesios 6:17). La palabra griega que se traduce aquí “espada” se refiere a una espada corta parecida a una daga, lo cual hace pensar en un combate cuerpo a cuerpo. Con el conocimiento exacto de la Palabra de Dios podemos punzar y cortar las enseñanzas falsas al exponer su falta de lógica y, en particular, mostrar que están en conflicto con las Sagradas Escrituras (2 Corintios 10:4). No hacemos esto por orgullo, sino por humildad y por el amor que tenemos para con Dios, la verdad y nuestro semejante. Felizmente, con la ayuda de
  • 17. 17 publicaciones realmente cristianas, podemos tener “la palabra de vida asida con fuerza”. (Filipenses 2:16.) w85 1/8 16&6,7 Los carpinteros y los cirujanos ciertamente tienen que prestar atención a sí mismos. Tienen que ser capaces de utilizar sus herramientas o instrumentos aptamente. Lo mismo tiene que hacer el ministro cristiano, cuyo instrumento principal es ‘la espada del espíritu, la palabra de Dios’ (Efesios 6:17). ¿Cómo puede usted llegar a estar bien instruido en el manejo de las Escrituras? Mediante el estudio y el uso regular de ellas, naturalmente. Así que, ¿ha leído usted la Biblia desde el principio hasta el final y ha apartado tiempo para meditar en su magnífico consejo? ¿La lee diariamente? ¿La utiliza con regularidad en el ministerio del campo? Y ¿aprovecha usted plenamente el abundante alimento espiritual que Jehová provee mediante “el esclavo fiel y discreto”? (Mateo 24:45-47.) Asegúrese de apartar tiempo para el estudio de la Palabra de Dios y las verdaderas publicaciones cristianas. Esto le llenará la mente de información sana que le beneficiará y que podrá utilizar para contestar preguntas que le hagan personas sinceras (1 Pedro 3:15; Colosenses 4:6). El tiempo para estudio y meditación varía de familia en familia y de persona en persona. Algunas quizás encuentren beneficioso estudiar al final del día. Otras tal vez estén más alerta al levantarse. Otras puede que hallen aún una hora del mediodía más adecuada para ellas. De todas formas, la regularidad y la diligencia son de suma importancia. Josué y los reyes de Israel habían de leer la Palabra de Dios diariamente. (Josué 1:7, 8; Deuteronomio 17:18-20.) w82 1/2 29 Sin duda, para poder esgrimir eficazmente la ‘espada del espíritu, la palabra de Dios,’ necesitamos tener esa palabra fresca en la mente y el corazón. w70 1/10 594&10 El espíritu de Dios suministra su Palabra, preserva su Palabra de verdad, la revela, haciendo posible que sus siervos la entiendan, y da poder a los seguidores de Cristo Jesús para el ministerio de la Palabra de Dios. (1 Cor. 2:10) El que se bautiza correctamente en el nombre del espíritu santo tiene que reconocer las obligaciones que tienen los cristianos de ser ministros de las buenas nuevas y como ministro de esa clase tiene que participar en la gran obra mundial de hacer discípulos de otras personas, enseñándoles a su vez. Esto significa cooperación con la congregación del pueblo de Dios y asociación con ella, aprovechándose de todas las excelentes provisiones que se hacen por medio de la congregación sobre la cual descansa el espíritu de Dios para el bienestar espiritual de todos los que están en ella. De hecho, a medida que una persona se propone llegar a ser discípulo y llega al punto de hacer una dedicación a Jehová, ella, junto con los siervos ministeriales de la organización de la congregación, podrá repasar la publicación “Tu palabra es una lámpara para mi pie.” Esta publicación informativa de la Watch Tower incluye ochenta enseñanzas básicas de la Biblia. Éstas deben repasarse, una a la vez, para que todos sepan, el candidato en perspectiva a la inmersión y sus asociados de la congregación cristiana, que la persona que desea simbolizar su dedicación tiene un entendimiento y un aprecio de estas enseñanzas básicas de la Palabra de Dios. Km 11/85 7&5 En nuestro guerrear espiritual, el libro Razonamiento puede ayudarnos a manejar “la espada del espíritu” de manera poderosa para librar a los que se hallan cautivos de doctrinas y razonamientos babilónicos profundamente atrincherados. (Efe. 6:17; 2 Cor. 10:4, 5.) Pero aun el arma más poderosa es inútil si el soldado no sabe usarla o no la lleva consigo. Por eso, al igual que en los días de Moisés, nosotros los soldados de Cristo debemos ‘equiparnos delante de Jehová para la guerra’. (Núm. 32:20, 21; 2 Tim. 2:3.) Que todos usemos plenamente el libro Razonamiento a partir de las Escrituras y de esta manera estemos siempre equipados para defender y adelantar las buenas nuevas.
  • 18. 18 Km 2/86 4&1 Cada uno de nosotros desea ‘manejar la palabra de la verdad correctamente’. (2 Tim. 2:15.) Esa Palabra es “la espada del espíritu”, que en las manos del pueblo de Jehová puede ‘derrumbar razonamientos fuertes y encumbrados’. (Efe. 6:17; 2 Cor. 10:4, 5.) ¡Qué instrumento tan valioso es el libro Razonamiento para usarlo en nuestros esfuerzos por ayudar a las personas! km 1/80 7 La espada es el arma de ataque y defensa que con más frecuencia se menciona en las Sagradas Escrituras. Muchas eran de dos filos —cortaban por ambos lados— y se les mantenía afiladas y en excelentes condiciones. De la Palabra de Dios se dice que es “más aguda que toda espada de dos filos.” La armadura espiritual del cristiano incluye “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.” (Efe. 6:17) Se puede usar para tomar la ofensiva al proclamar la verdad. Se puede usar en defensa para rechazar las enseñanzas falsas y las tradiciones de los hombres. Durante el mes de febrero, esfuércese vigorosamente por usar la Biblia en el servicio del campo. Participe plenamente en manejar la “espada” correctamente al dirigir a las personas mansas a la verdad. El compartir nuestro conocimiento con otras personas nos permite ‘derrumbar razonamientos y toda cosa encumbrada levantada contra el conocimiento de Dios.’—2 Cor. 10:5. uw 69 ¿En qué debemos siempre confiar cuando resistimos ataques contra nuestra espiritualidad o la de otros? (Sal. 119:98; Pro. 3:5, 6; compare con Mateo 4:3, 4.) En armonía con eso, en Efesios 6:18, 19, ¿qué otra cosa se muestra que es vital para lograr éxito en el guerrear espiritual? ¿Con cuánta frecuencia se ha de emplear? ¿A favor de quiénes? us 49&92 El saber cómo usar con eficacia esta armadura espiritual y la “espada del espíritu” pudiera tomar algún tiempo. Pero el asociarse con otros que han conseguido y están consiguiendo victorias en su guerrear espiritual le ayudará a lograr buen progreso.
  • 19. 19 lv cap. 5 págs. 59-61 LLEVE PUESTA “LA ARMADURA COMPLETA” Si nos mantenemos en el amor de Dios, también estaremos protegidos espiritualmente contra Satanás, quien desea que perdamos la felicidad y la vida eterna (1 Pedro 5:8). Pablo señaló que tenemos “una lucha”, pero “no contra [criaturas de] sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:12). La palabra griega que se traduce “lucha” evoca la idea del combate cuerpo a cuerpo y no del que se realiza a distancia, quizás en la seguridad de un refugio subterráneo. Refiriéndose a los enemigos que tenemos en el mundo espiritual, Pablo menciona “gobiernos”, “autoridades” y “gobernantes mundiales”. ¿Qué indica este hecho? Que los ataques de los demonios están bien organizados y planeados. Aunque somos personas con muchas debilidades y limitaciones, podemos salir victoriosos. ¿Cómo? Aceptando “la armadura completa que proviene de Dios” (Efesios 6:13). Esta armadura se describe en Efesios 6:14-18: “Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la verdad, y teniendo puesta la coraza de la justicia, y teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz. Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo. También, acepten el yelmo de la [esperanza de la] salvación, y la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios, mientras que, con toda forma de oración y ruego, se ocupan en orar en toda ocasión en espíritu”. La armadura espiritual nunca puede fallarnos, pues proviene de Dios. Eso sí, hay que utilizarla de continuo. ¿Por qué? Porque a diferencia de los soldados literales, que a veces disfrutan de largos descansos entre una guerra y otra, los cristianos luchamos a vida o muerte en un combate sin tregua. Esta contienda terminará cuando Dios destruya el mundo de Satanás y encierre en el abismo a todos los espíritus malignos (Revelación 12:17; 20:1-3). Así que si ahora usted está batallando con sus propias debilidades y malos deseos, no se rinda. Todos tenemos que aporrear nuestro cuerpo, por así decirlo, para ser fieles a Jehová (1 Corintios 9:27). Lo preocupante sería que no estuviéramos luchando. Sin duda, nunca triunfaremos por nuestras propias fuerzas. De ahí que Pablo nos recuerde la necesidad de orar a Jehová “en toda ocasión en espíritu”. Al mismo tiempo, debemos escuchar la voz de Dios. ¿Cómo lo hacemos? Estudiando su Palabra y aprovechando todas las oportunidades que tenemos de reunirnos con otros compañeros de lucha. Como vemos, no estamos solos (Filemón 2; Hebreos 10:24, 25). Si somos fieles en estos campos, no solo lograremos la victoria final, sino que sabremos defender día a día nuestras creencias cuando se vean bajo ataque. w04 15/9 pág. 20 párr. 20 Está claro que es esencial que nos pongamos la armadura completa que nos da Jehová. Para llevarla se exige que cultivemos cualidades piadosas, como la fe y la justicia. Es imprescindible que amemos la verdad como si estuviéramos ceñidos con ella, que estemos dispuestos a proclamar las buenas nuevas en toda ocasión y que mantengamos la mente fija en la esperanza puesta ante nosotros. Asimismo, debemos hacernos diestros en el manejo de la espada del espíritu. Con la armadura completa que proviene de Dios, saldremos victoriosos en nuestra lucha contra las fuerzas espirituales inicuas y realmente daremos gloria al santo nombre de Jehová (Romanos 8:37-39).
  • 20. El yelmo de la salvación. El yelmo cubría la cabeza y el cerebro, el asiento del intelecto. Nuestra esperanza cristiana se compara a esta pieza de la armadura, pues nos protege las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8). Es verdad que mediante el conocimiento exacto de la Palabra de Dios hemos transformado la mente. Sin embargo, esta podría corromperse fácilmente, pues seguimos siendo humanos imperfectos y débiles. Cabe la posibilidad de que las metas de este sistema de cosas nos distraigan y hasta reemplacen la esperanza que Dios nos ha dado (Romanos 7:18; 12:2). El Diablo trató en vano de descarriar a Jesús ofreciéndole “todos los reinos del mundo y su gloria” (Mateo 4:8). Pero este rechazó de plano la oferta, y, como dijo Pablo, “por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2). La coraza de la justicia. La coraza del soldado le protegía un órgano vital, el corazón. Pues bien, el corazón figurado —la persona que somos en nuestro interior— se inclina al mal, de modo que necesita especial protección (Génesis 8:21). Por consiguiente, debemos aprender y llegar a amar las justas normas de Jehová (Salmo 119:97, 105). El amor a la justicia nos impele a rechazar el modo de pensar mundano que hace caso omiso de las claras directrices divinas o rebaja su importancia. Además, amar lo que es recto y odiar lo que es malo impedirá que sigamos cualquier proceder que pueda arruinarnos la vida (Salmo 119:99-101; Amós 5:15). Jesús es ejemplar a este respecto, pues las Escrituras dicen de él: “Amaste la justicia, y odiaste el desafuero” (Hebreos 1:9). Los lomos ceñidos con la verdad. Los soldados de tiempos bíblicos llevaban un cinturón de cuero de entre 5 y 15 centímetros de ancho. Algunos traductores opinan que el versículo debería decir “con la verdad como cinturón ceñido a su cintura”. El cinturón del soldado le protegía los lomos, o las caderas, y le proporcionaba un apoyo del que colgar la espada. Ajustárselo significaba aprestarse para la batalla. Pablo lo empleó para mostrar cuánto han de influir las Escrituras en nuestra vida. Podría decirse que deben rodearnos apretadamente, a fin de que vivamos en consonancia con la verdad y la defendamos en toda ocasión (Salmo 43:3; 1 Pedro 3:15). Para ello hemos de aplicarnos al estudio meditativo de la Biblia. Jesús tenía la ley de Dios “dentro de [sus] entrañas” (Salmo 40:8). Por esa razón, pudo contestar las preguntas de sus opositores citando de memoria de las Escrituras (Mateo 19:3-6; 22:23-32). La espada del espíritu. La palabra, o mensaje, de Dios que se encuentra en la Biblia es una eficaz espada de dos filos que derrumba la falsedad religiosa y ayuda a la gente sincera a hallar libertad espiritual (Juan 8:32; Hebreos 4:12). Esta espada espiritual también nos defiende de las tentaciones y los ataques apóstatas que podrían arruinar nuestra fe (2 Corintios 10:4, 5). ¡Qué agradecidos estamos de que „toda Escritura esté inspirada por Dios y nos equipe completamente para toda buena obra‟! (2 Timoteo 3:16, 17.) El escudo grande de la fe. La palabra griega traducida “escudo grande” define un escudo que cubría casi todo el cuerpo, protegiéndolo de “los proyectiles encendidos” mencionados en Efesios 6:16. En tiempos bíblicos, los soldados usaban dardos hechos de cañas huecas a los que fijaban pequeños receptáculos de hierro en los que ardía un combustible llamado nafta. Un biblista dice que tales proyectiles constituían “una de las armas más peligrosas en las guerras de la antigüedad”. El soldado que careciera de un escudo grande para protegerse de ellos podía resultar muerto o gravemente herido. Calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz. Los soldados romanos necesitaban zapatos adecuados o sandalias resistentes, ya que no era raro que en las campañas caminaran 30 kilómetros diarios cargados con unos 30 kilos de armadura y equipo. Pablo usó acertadamente el calzado para representar nuestra disposición a transmitir el mensaje del Reino a todo el que escuche. Esto es muy importante, pues ¿cómo podrían otros conocer a Jehová si nosotros no estuviéramos siempre listos para predicar? (Romanos 10:13-15.) w04 15/9 págs. 15-20