El documento discute las similitudes entre la ciencia y el arte, y cómo están convergiendo en el campo del arte y la ciencia. Argumenta que científicos y artistas comparten la necesidad de recurrir a la imaginación para explorar lo desconocido y ofrecer explicaciones sobre el mundo. Mientras que la ciencia busca verdades universales y comprobables, el arte persigue verdades individuales e idiosincráticas. Los artistas tienen más libertad para innovar y explorar dimensiones ignoradas por la comunidad científica debido a no estar tan condic
1. Ciencia y arte: caminos entrecruzados
En la mente de muchos, científicos y artistas pertenecen a dos especies distintas,
que se dedican además a actividades radicalmente diferentes.
A los primeros, por lo general se los asocia con el mundo de la verdad, la
evidencia, el método riguroso: el saber.
A los segundos, con el mundo de la imaginación, la inspiración, la espontaneidad:
el sentir.
Ciencia y arte tienen, sin embargo, muchas más cosas en común de lo que nos
hemos acostumbrado a creer.
Y cada vez más artistas, como el estadounidense Stephen Wilson, desarrollan su
trabajo creativo en la intersección entre arte, ciencia y tecnología.
Ya no en museos, estudios y galerías, sino en laboratorios.
Se trata, sostiene Wilson en su libro "Arte + Ciencia hoy", de un espacio para la
creación artística particularmente vibrante.
Probablemente, afirman algunos, de uno de los espacios más importantes para el
arte del siglo XXI.
"Tanto científicos como artistas necesitan recurrir a la imaginación. El trabajo de
ambos puede describirse como la exploración de una realidad que no conocen
completamente. Y a lo que ambos aspiran es a ofrecer algún tipo de explicación
sobre el mundo", dijo Wilson.
"Pero aunque exploren temas similares o partan de las mismas ideas, la ciencia
busca verdades ‘universales’, que puedan ser verificadas por grandes
comunidades. Y los artistas persiguen verdades individuales, idiosincráticas –aún
cuando, en el fondo, esperan que estas también tengan valor universal", explicó.
En otras palabras, los artistas son más libres. Y en esto, sugiere Wilson, radica el
poder de su posible contribución al mundo de la ciencia.
2. Al no estar tan condicionados por los paradigmas científicos dominantes o las
barreras disciplinarias, los artistas que trabajan estos temas pueden innovar y
explorar dimensiones que no están siendo atendidas por la comunidad científica.
"Y los artistas tecnológicamente sofisticados también pueden desarrollar nuevos
productos sin tener que preocuparse por la posibilidad de generar ingresos
inmediatos o por sus utilidad práctica", afirma Wilson.
"El mundo del arte es tremendamente amplio y la corriente dominante todavía
tiene que ver con vender pinturas y esculturas", reconoce Wilson.
"De hecho, muchos museos todavía no considerarían exhibir muchas de las obras
de arte y ciencia. Lo que les interesa es ayudar a preservar los valores de la
sociedad y permitirnos apreciar mejor el pasado", afirma.
"Hay, sin embargo, artistas que por el contrario dicen ‘vivamos la locura’ y
tratemos de anticipar el futuro; que están pendientes de lo que ocurre en el mundo
de la ciencia y la tecnología y ayudan a llamar la atención sobre esos
descubrimientos".